El 2013, un año de pactos y de obstinación gubernamental por reformas a rajatabla |
2013-12-31 15:53:00 Visitas: 42 |
ALONSO URRUTIA, La Jornada
Entre acuerdos cupulares y la
efervecencia social en las calles, reformas pactadas con el pragmatismo
gubernamental, lo mismo con la derecha panista que con la izquierda
perredista, transcurrió 2013. Un año que marca el fin del último reducto
heredado de los tiempos revolucionarios: la expropiación petrolera de
1938, revertida justo 75 años después.
De forma paralela, la
obstinación gubernamental por modificar radicalmente el régimen en el
sector energético marcó el destino de otra institución central en la
transición democrática. Condición para que el PAN avanzara en discutir
lo energético, se pactó desaparecer el Instituto Federal Electoral
(IFE), creado en 1990, paradójicamente con una negociación que se llevó a
cabo principalmente con el blanquiazul para resarcir los estragos de la
polémica elección de 1988.
Arranque de gestión marcado
por una agitación social en respuesta a las reformas planteadas. Si los
cambios en el sector energético sacaron a las calles a miles al conjuro
de oponerse a la privatización petrolera, la reforma educativa
–formalmente aprobada en diciembre de 2012, pero cuyo proceso
legislativo concluyó este año– desató uno de los movimientos
magisteriales más intensos en oposición a los cambios impuestos.
Año marcado por los designios
del Pacto por México, un esquema de negociación cupular tripartidista
con el Ejecutivo federal que pretendió ser el detonante de las “reformas
estructurales que requería el país”. Con la anuencia inicial de las
dirigencias de las dos principales fuerzas de oposición, PAN y PRD, se
fraguó también en su interior una reforma fiscal cuyo desenlace, con el
desmarque blanquiazul a sus términos finales, marcaría el inicio del
resquebrajamiento de esta fórmula.
Una reforma fiscal negociada
en un entorno económico adverso que hizo desplomar la expectativas de
crecimiento a sólo un tercio de lo previsto, para ubicarse en alrededor
de 1.3 por ciento, según datos del Banco de México.
En paralelo, una contención en
el ejercicio del gasto público agudizó la crisis económica y tornó el
panorama más complejo para las empresas.
Mientras la asfixia financiera
atosigaba a las empresas, el Ejecutivo federal pactó una modificación
fiscal con el ala moderada perredista que, pese a las críticas de otros
sectores de la izquierda, del propio PRD y el PAN, defendería la reforma
porque incorporaba “reivindicaciones históricas de la izquierda en
materia fiscal”. Cuando las cúpulas empresariales se enojan es que
estamos tocando fibras que afectan sus intereses, dijo Jesús Zambrano al
reivindicar el aval de su partido, clave para aprobarla en el Congreso,
en octubre pasado, en medio de las andanadas por el impacto en la clase
media.
Dividido por las disputas
internas, el PAN cerró filas para descalificar la reforma fiscal,
desvinculándola, de entrada, como producto del entonces todavía venerado
Pacto por México.
Insurgencia magisterial
Aunque por las dimensiones del
cambio, la reforma energética polarizó a las fuerzas políticas, el año
fue marcado por la agitación magisterial suscitada por las
transformaciones en el sector. Una reforma defenestrada por la
Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación que comenzó en
Guerrero y Oaxaca, para concentrar sus principales movilizaciones en la
capital del país con la toma del Zócalo.
Si bien en diciembre se
aprobaron las modificaciones constitucionales, su promulgación ocurrió
en febrero y el procesamiento de las leyes secundarias desató una de las
mayores movilizaciones magisteriales de la historia. Con el sindicato
oficialista inmovilizado, tras la aprehensión de su lideresa Elba Esther
Gordillo, hacia finales de febrero, por presunta desviación de 2 mil
600 millones de pesos de recursos sindicales, la disidencia magisterial
encabezó las protestas.
Entre mayo y septiembre se
desarrollaron las protestas más intensas que culminaron con un plantón
en el Zócalo, el bloqueo a vialidades principales y el cerco al
Congreso, en vísperas de la aprobación de las reformas secundarias, que
fueron desahogadas el mismo primero de septiembre, el otrora intocable
día del Presidente. El viernes 13 de septiembre, un operativo policiaco
desalojó el Zócalo, para el secretario de Gobernación, Miguel Ángel
Osorio Chong, se trató de un despliegue en “defensa de la voluntad de
las mayorías”.
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