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jueves, 10 de noviembre de 2016

Clinton es la guerra, Trump es la libertad

Clinton es la guerra, Trump es la libertad
 
ALEXANDER DUGIN MONTAÑA
por Alexander Dugin – Hoy está siendo decidido el destino de la humanidad. La pregunta es muy clara: ¿guerra o paz? Estados Unidos es la única hiper-potencia, y hoy se celebran las elecciones en este país. ¡Y qué elecciones son éstas! Por primera vez en muchas décadas, los dos candidatos encarnan dos caminos alternativos de desarrollo para los Estados Unidos y, en consecuencia, para la humanidad en su conjunto.
Hillary Clinton es el camino del globalismo, el mundo unipolar y la continuación de la hegemonía estadounidense. Bajo las actuales circunstancias en las que el poderío norteamericano está colapsando en todas las regiones del mundo, una victoria de Clinton significa la guerra, la guerra contra todos los que se oponen a la hegemonía estadounidense y eligen el mundo multipolar en lugar del unipolar. Clinton es el viejo orden mundial, el que se formó a principios de los años noventa. Este orden está llegando a su fin, pero no quiere ser terminado. Y esto significa agonía. La agonía de un pequeño estado o nación es una cosa. Es aterradora y peligrosa, incluso tóxica. Pero la agonía de una hiperpotencia global es un desafío monstruoso para el mundo entero, para toda la humanidad. Es como un titán cayendo al abismo. Puede arrastrar fácilmente a todos los demás con él. De hecho, Clinton es una candidata genuinamente poseída. Pero no sólo en virtud de sus cualidades personales. Más bien, su obsesión individual refleja la locura de las élites globalistas. Todavía gobiernan el mundo, pero su tiempo se está acabando. Ya no atraen ni seducen a nadie. La gente les obedece sólo por temor y debilidad. Hillary Clinton es una imagen de la loca Gran Madre Cibeles que castró a sus seres queridos. Lleva el elemento matriarcal del horror que exige la sumisión sin garantizar nada a cambio. Clinton significa la guerra.
Donald Trump es la América que casi perdimos. Este es un gran país habitado por gente rústica, ingenua y decidida, cada uno ocupado con sus propios problemas personales, estableciendo negocios y empresas, con el trabajo y la diversión, pero son todos estadounidenses de Trump por una razón: quieren sentirse libres. Eso es todo. Los partidarios de Trump son los personajes de la novela de Ken Kesey, One Flew Over the Cuckoo’s Nest [Alguien voló sobre el nido de cuco], los pacientes de la clínica psiquiátrica gobernados por la Gran madre, la enfermera jefe Mildred Ratched, Gran enfermera como Gran madre. Ellos ven que la élite globalista de Wall Street, los maníacos del Sistema de la Reserva Federal y los ultra-liberales están privando a los estadounidenses comunes de lo que es más importante para ellos: su identidad. Como dijo Patrick Buchanan, Estados Unidos subyugó al mundo, pero se perdió así mismo. La única salida para la verdadera Norteamérica, la Norteamérica de la libertad, es la democracia directa y la dignidad. Eso es Donald Trump. En él hay esperanza para la paz con otros pueblos, el regreso de los estadounidenses a su “ciudad sobre una colina”, que desde hace mucho tiempo está fuera de la vista, olvidada y abandonada por la élite transnacional, los neoconservadores y los intrigantes globales de la CFR, que no se preocupan por Norteamérica. La Norteamérica de Trump es una Norteamérica que regresa a sus raíces, una Norteamérica centrada en su situación interna y renunciando a la hegemonía y a las estrategias globales. Tal Nortemérica podría llegar a ser no sólo un socio, sino un amigo sincero de todas las otras naciones y pueblos. Trump es Randle Patrick McMurphy, de One Flew Over the Cuckoo’s Nest, de Ken Kesey. Se rebeló contra la Gran enfermera para liberar a todos los demás. Los animó a tener fe en sí mismos y los libró de su miedo a la magia negra de la Gran madre. La batalla de Trump contra Hillary también es un drama psicoanalítico. Es el macho independiente y patriarcal que abandona el hechizo castrado de la feminidad agresiva y severa.
La Norteamérica de Trump es una Norteamérica de hombres, rústica y torpe, pero bastante encantadora.
Todo va a decidirse hoy. La victoria de Hillary podría significar el fin del mundo. Esto necesita ser preparado. Se ha convertido en un rehén de las fuerzas que han cubierto su apuesta en ella. Lo más probable es que esté desesperadamente enferma y se mantenga sólo por los medicamentos más eficaces y el dopaje. Pero esto no cambia nada. El propio diablo gobernará Norteamérica y en parte al resto del mundo desde su espalda. La situación es siempre la misma: las brujas en sí no son tan terribles como su señor negro. El Evangelio dice que la perversión vendrá al mundo, pero ¡ay de aquel por quien viene!
La victoria de Trump significa un reinicio completo del sistema global. Norteamérica volverá a ser grande de nuevo, pero ya no será el único polo. Esto significa que los estadounidenses y otros pueblos tendrán libertad. Y el nombre de esta libertad es Donald Trump.
En cualquier caso, el mundo será un lugar diferente mañana. O mucho peor de lo que es ahora o mucho mejor. Pero sólo una cosa está clara: el mundo nunca más será el mismo.
Fuente: Katehon

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