Una guerra acaba y otra empieza: en Somalia las tropas de Estados Unidos han llevado a cabo 15 ataques
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Abdulqadir Mumin, dirigente yihadista somalí
El
ejército de Estados Unidos también está presente en Somalia, donde sus
tropas han llevado a cabo 15 ataques desde junio, siempre dirigidas
-hasta ahora- contra las milicias Shebab, afiliadas a Al-Qaeda.
El viernes llevaron a cabo los dos primeros ataques contra el
Califato Islámico, que hasta ahora había disfrutado de protección. Las
operaciones se ejecutaron en el noreste del país de manera conjunta con
el ejército local y Amisom, las fuerzas militares de la Unión Africana
en Somalia.
A media noche local un dron realizó la primera incursión, mientras
que después otro atacó a última hora de la mañana. El objetivo fue una
base del Califato Islámico en la ciudad de Buqa, al sur de Qandala,
ocupada por los yihadistas el año pasado durante un tiempo.
El Califato Islámico está asentado en la provincia montañosa de
Qandala. Su máximo dirigente es Abdulqadir Mumin, un disidente de Shebab
/ Al-Qaeda, y según distintas fuentes, sus fuerzas oscilan entre 70 y
300 milicianos que, según parece, utilizan la base atacada como campo de
entrenamiento.
Después de la muerte de cuatro boinas verdes en Níger, en Estados
Unidos los congresistas y la prensa se dicen escandalizados por la
presencia militar de tropas estadounidenes en África, para lo que el
legislativo no ha otorgado la preceptiva autorización, y se preguntan
por el número de tropas que, según fuentes, oscilan entre los 2.800 y
los 6.500 soldados.
La misión africana en Somalia debería acabar el año que viene, pero
en abril el Pentágono reunió a unos 50 jefes militares del Africom en
Alemania para incrementar la suya con la excusa de adiestrar al ejército
local y asegurar las elecciones previstas para 2021.
Una guerra acaba y otra empieza. Oiremos hablar cada vez más
frecuentemente de Africom, el mando del Pentágono en el Continente
Negro. El 20 de octubre el senador republicano Lindsey Graham dijo que
la guerra está a punto de desplazarse. “Asistiremos a más acciones en África”, añadió.
Somalia sólo cuenta con 400 efectivos faltos a experiencia, de
armamento y de unidad, por lo que Trump ha intensificado el despliegue
militar en un país que dentro del Cuerno de África desempeña un papel
estratégico.
El 4 de mayo un soldado estadounidense murió durante un ataque de 10
comandos en Barii, el primero desde 1993, cuando se produjo el
estrepitoso fracaso que relata la película Blak Hawk Down de Ridley
Scott.
El 2 de julio tropas estadounideses acompañadas de efectivos locales
llevaron a cabo un ataque en profundidad en Kunyo Barrow, una localidad
considerada como uno de los feudos de Shebab / Al-Qaeda.
Es harto evidente, pues, que Estados Unidos no está en Somalia sólo
para entrenar tropas locales y también es evidente su absoluto fracaso,
tras la explosión de dos vehículos bomba en la que murieron más de 300
personas el 14 de octubre.
La creación del Africom y el despliegue militar del Pentágono en
África se iniciaron en tiempos de Bush, aunque ningún país africano
quiso admitir la sede sobre su suelo. Ese fue uno de los motivos del
ataque a Túnez y Libia en 2011 durante la “Primavera Árabe”.
A diferencia de otros continentes, gracias a medio siglo de lucha
antimperialista, en África el Pentágono no tiene grandes instalaciones
militares, quizá con la excepción de Camp Lemonnier en Djibuti. El plan
consiste en tejer una red de pequeñas bases, a las que califican como
“expedicionarias”. De ellas ya se conocían 36 emplazamientos, repartidos
en 24 países africanos. Ahora son ya 46 de los que 15 no son “expedicionarios” sino permanentes.
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