martes, 15 de enero de 2019

Abraham Guillén: América Latina, guerra de guerrillas e internacionalismo


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Abraham Guillén: América Latina, guerra de guerrillas e internacionalismo


Por José Luis Carretero Miramar
Desde un anarquismo profundamente socialista y un conocimiento acabado del marxismo y con firmes amistades en lo nacional-popular y en la religiosidad más progresista del pueblo, Guillén plantea una alternativa: una Patria Grande Latinoamericana socialista y profundamente democrática.

Por José Luis Carretero Miramar
Abraham Guillén Sanz, anarcosindicalista y comisario del IV Cuerpo del Ejército republicano comandado por al albañil anarquista Cipriano Mera en la Guerra Civil española, economista y periodista, un revolucionario que había estado en las cárceles franquistas y se había evadido varias veces de ellas, llegó a América Latina, concretamente a la Argentina, en 1948, cuando contaba con 35 años.
Guillén estuvo en América Latina desde entonces hasta su vuelta a España a finales de los años setenta.  Concretamente estuvo afincado en Argentina, Uruguay y Perú, aunque visitó muchos otros países. Este largo periplo estuvo plagado de exilios y detenciones, acompañado de alguna visita a las cárceles, salpimentado por acusaciones públicas, en las revistas del mainstream conservador, de ser un “hombre extremadamente peligroso”.
En sus andanzas latinoamericanas Guillén se vinculó con los principales movimientos revolucionarios de la época. Muy ligado a John William Cooke a su llegada a la Argentina y al Ministerio de Economía, militó en el peronismo más obrerista y radical en los años de la Resistencia Peronista, participando en la conformación del primer grupo guerrillero del país, los Uturuncos, al mismo tiempo que trabajaba de asesor económico del Senado (puesto que abandonaría como protesta ante la aprobación una ley que facilitaba la inversión directa extranjera y la toma del control de la economía argentina por las transnacionales norteamericanas). Después de recibir instrucción en Cuba, en compañía de los revolucionarios argentinos más conocidos de su tiempo, como el propio Cooke, Alicia Eguren o el “Vasco” Bengoechea, y bajo la atenta mirada del Ché Guevara, viajará a Uruguay, donde pasará a ser considerado como uno de los inspiradores de la experiencia de los Tupamaros, así como de la OPR-33, grupo armado vinculado a la Federación Anarquista Uruguaya.
En Uruguay, donde ejercerá de periodista con el pseudónimo de Arapey y de profesor de la Universidad del Trabajo, escribirá un de sus más conocidos libros (pese a que fue inmediatamente retirado de la circulación por la censura): “Estrategia de la guerrilla urbana. Principios de la guerra revolucionaria” (1965). En él, Guillén mantenía la tesis de que, en oposición a la propuesta foquista, centrada en la lucha en el campo,  presentada por Regis Debray bajo el amparo de la influencia cubana, la forma de implementar la lucha armada de manera más racional en los países latinoamericanos era la guerrilla urbana, vinculada estrechamente con las luchas obreras, y en el marco de una relación dialéctica con las necesidades políticas de un amplio movimiento popular antiimperialista construido desde una perspectiva fundamentalmente antidogmática e inclusiva. Aunque se ha discutido si la paternidad de estas tesis era realmente de Guillén, o se debe originalmente a militantes tupamaros como Naivillat, lo cierto es que Guillén ya había escrito extensivamente, en otros de sus textos, sobre esta problemática, que vinculaba estrechamente con la experiencia de las luchas callejeras en los primeros momentos de la Guerra Civil española.
Tras un nuevo exilio forzado, que le llevo brevemente de nuevo a Argentina, donde le podemos encontrar realizando cursos de formación para el espacio político de lo que pronto sería el PRT-ERP (grupo guerrillero argentino de los 70), Guillén recaló en Perú, donde trabajó como asesor de la Organización Internacional del Trabajo y como empleado del gobierno peruano del progresista Velasco Alvarado, encargado de la realización de estudios sobre el cooperativismo y de la puesta en marcha de Bancoop, una entidad financiera cooperativa destinada a la financiación del sector social de la economía. La fuerte atención que Guillén presta en Perú a la temática del cooperativismo y la autogestión, tenía sus precedentes en su actuación como asesor en las colectivizaciones madrileñas durante la Guerra Civil española o en su participación en un congreso de autogestores en la Yugoslavia del Mariscal Tito, que le llevó a publicar un conocido libro mostrando los avances de la autogestión yugoslava. La autogestión será la temática de sus más conocidos textos, escritos a su vuelta a España, “Economía Libertaria” y “Economía Autogestionaria”, redactados con la voluntad de efectuar un trabajo de fundamentación rigurosa de la propuesta del socialismo autogestionario.
Guillén, pues, escribió sobre la lucha armada, sobre la autogestión, sobre muchos otros temas (la España franquista, la Revolución española, el sector uruguayo de la pesca, etc). Pero también escribió, y mucho, sobre América Latina.
Sobre América Latina Guillén escribió algunos de sus principales y más voluminosos textos, concretamente su primer libro “El destino de Hispanoamérica” (1952), así como gran parte de su magna obra en dos volúmenes “La agonía del imperialismo” (1957), que le llevó a perder su puesto de trabajo por haber incluido un último capítulo en el que se hablaba explícitamente de la lucha armada, y lo principal de su libro “El imperialismo del dólar” (1962). Eso por no hablar de sus innumerables artículos u otros libros más cortos sobre la situación económica de Argentina, Uruguay, o el conjunto de América Latina.
“El destino de Hispanoamérica” es un fuerte alegato antiimperialista, que plantea una alternativa a la dependencia y subdesarrollo del continente americano: la unidad económica y política iberoamericana. Guillén escribe desde el antidogmatismo más vehemente. Reclamando un espacio teórico que se afirma anticapitalista, pero que no tiene miedo de mancharse compartiendo los latidos de los movimientos populares. Una perspectiva global que va más allá de Argentina para plantear una alternativa de conjunto para América Latina.
Guillén, en sus trabajos, llegará a la conclusión, compartida en su tiempo por los principales movimientos revolucionarios de América, de que esa unidad latinoamericana sólo puede labrarse construyendo un gran movimiento revolucionario de dimensión continental, tremendamente plural, antidogmático y firmemente inserto en la vida real de las clases populares. Desde un anarquismo profundamente socialista y un conocimiento acabado del marxismo y con firmes amistades en lo nacional-popular y en la religiosidad más progresista del pueblo, Guillén plantea una alternativa: una Patria Grande Latinoamericana socialista y profundamente democrática.

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