lunes, 5 de agosto de 2019

El fin de 'Russiagate' y las descaradas mentiras de Mueller


es.sott.net

El fin de 'Russiagate' y las descaradas mentiras de Mueller


Traducido por el equipo de Sott.net en español.
mueller testify report
Robert Mueller testifica sobre el contenido de su reporte
El ex fiscal especial todavía tiene mucho que aclarar.
"Durante dos años, los demócratas han esperado que Robert Mueller le aseste un golpe mortal a la presidencia de Trump", observó The New York Times el 20 de julio. "El miércoles, en audiencias consecutivas con el ex fiscal especial, ese deseo podría enfrentarse a su momento decisivo." El hecho mismo de que los demócratas tuvieran que citar a Mueller para crear este momento final debería ser, de hecho, el último recordatorio de lo equivocado que fue para los demócratas haberle esperado. Si Mueller tenía información incriminatoria que compartir, o si se le había impedido hacer su trabajo, o si el Procurador General William Barr de alguna manera había tergiversado sus hallazgos, entonces es lógico que Mueller acogiera con beneplácito la oportunidad de comparecer ante el Congreso, y no resistirse a ella. La realidad es que la investigación de Mueller no acusó a nadie en la campaña de Trump por colusión con Rusia, ni siquiera por nada relacionado con las elecciones de 2016. El informe de Mueller no encontró evidencia de una conspiración entre Trump y Rusia, e incluso socavó tal caso.
Dicho esto, hay asuntos sin resolver que el testimonio de Mueller podría ayudar a aclarar. Mueller afirmó haber establecido que el gobierno ruso llevó a cabo una campaña de interferencia "amplia y sistemática" para elegir a Trump, pero el contenido de su informe no apoya esa acusación. El informe Mueller excluye repetidamente la información compensatoria para sugerir, de manera engañosa, que la campaña de Trump tenía "vínculos" y "lazos" sospechosos con personas relacionadas con Rusia. Y Mueller y otros oficiales de inteligencia involucrados en la investigación de Rusia tomaron decisiones de investigación cuestionables que merecen ser examinadas. Para abordar estos temas, he aquí algunas preguntas que se podrían hacer a Mueller.
Debo señalar que lo que falta en mi lista es cualquier cosa relacionada con la obstrucción. Este tema seguramente dominará la línea de cuestionamiento de los demócratas, pero lo considero secundario y más apropiado para un seminario de la facultad de derecho. El tema central de la investigación de Mueller es la supuesta interferencia rusa en las elecciones de 2016 y la posible coordinación de la campaña de Trump con ella. La cuestión de la obstrucción sólo comenzó a dominar después de que quedara claro que Mueller no había encontrado tal conspiración. Aunque el informe muestra ejemplos de la intención declarada de Trump de impedir la investigación de Mueller, la investigación en sí misma no fue obstaculizada.
También está el hecho de que el propio Mueller se negó a hacer una declaración en torno a la obstrucción, e incluso presentó argumentos que podrían utilizarse para refutarla. La sección de obstrucción del informe señala que Trump no estuvo "involucrado en un crimen subyacente relacionado con la interferencia de las elecciones rusas". Aunque no es dispositiva, Mueller dice que "la ausencia de esa evidencia afecta el análisis de la intención del Presidente y requiere la consideración de otros posibles motivos para su conducta". En una declaración conjunta con Barr, Mueller también dejó claro que "no estaba diciendo que, si no fuera por la opinión [de la Oficina del Asesor Legal], habría encontrado que el Presidente obstruyó la justicia". Por consiguiente, no veo ninguna razón por la que los demócratas del Congreso estén tan seguros de que Mueller encontró lo contrario.
1. ¿Por qué sugirió usted que el cebo juvenil de un criadero de trolls ruso formaba parte de un esfuerzo de interferencia del gobierno ruso "amplio y sistemático"?
El informe Mueller comienza declarando que "el gobierno ruso intervino en las elecciones presidenciales de 2016 de manera radical y sistemática". Unos párrafos después, Mueller nos dice que la interferencia rusa ocurrió "principalmente a través de dos operaciones". La primera de estas operaciones fue "una campaña de medios sociales que favoreció al candidato presidencial Donald J. Trump y desacreditó a la candidata presidencial Hillary Clinton", llevada a cabo por una granja de trolls rusa conocida como la Agencia de Investigación de Internet (IRA, por sus siglas en inglés).
La inferencia aquí es que la IRA fue parte de la campaña de interferencia "arrolladora y sistemática" del gobierno ruso. Sin embargo, el equipo de Mueller se ha visto obligado a admitir ante el tribunal que se trataba de una insinuación falsa. A principios de este mes, un juez federal reprendió a Mueller y al Departamento de Justicia por haber "sugerido indebidamente un vínculo" entre la IRA y el Kremlin. El juez de distrito estadounidense Dabney Friedrich señaló que la acusación de Mueller de febrero de 2018 contra la IRA "no vincula a la IRA con el gobierno ruso" y alega "sólo la conducta privada de actores privados". Jonathan Kravis, un fiscal superior del equipo de Mueller, reconoció que éste es el caso. "El informe en sí mismo no afirma en ninguna parte que el gobierno ruso estuviera detrás de la actividad de la Agencia de Investigación de Internet", dijo Kravis al tribunal.
Kravis tiene razón. El informe Mueller no afirmaba que el Kremlin estuviera detrás de la campaña de los medios de comunicación social; sólo lo sugería de forma poco sincera. Mueller también hace todo lo posible para describirlo como una operación sofisticada que "tenía la capacidad de llegar a millones de personas en Estados Unidos". Sin embargo, como ya sabemos, la mayor parte del contenido de los medios sociales rusos era un "cebo de clicks" juvenil que no tenía nada que ver con las elecciones (sólo el 7 por ciento de los posts del IRA en Facebook mencionaban a Trump o a Clinton). Tampoco hay evidencia de que el contenido político haya llegado a una audiencia masiva, y en la medida en que llegó a alguien, la mayor parte ocurrió después de las elecciones.
2. ¿Sigue usted convencido de que el GRU robó los correos electrónicos del Partido Demócrata y los transfirió a Wikileaks?
Entre la acusación inicial de julio de 2018 de 12 oficiales del GRU por el robo de correos electrónicos del Comité Nacional Demócrata (DNC, por sus siglas en inglés) y el informe de Mueller de marzo de 2019, aparece cierto margen de maniobra. Como escribí este mes para RealClearInvestigations, el informe de Mueller utiliza un lenguaje calificado y vago para describir el supuesto robo por parte de GRU de los correos electrónicos del Partido Demócrata, ofrece un cronograma inverosímil para cuando Wikileaks pudo haber recibido los correos electrónicos del GRU, y reconoce que Mueller no ha establecido realmente cómo WikiLeaks adquirió la información robada.
3. ¿Por qué no entrevistó a Julian Assange?
La incertidumbre en el relato de Mueller sobre cómo WikiLeaks recibió los correos electrónicos robados podría haber sido aclarada si Mueller hubiera intentado entrevistar a Julian Assange. El fundador de WikiLeaks insiste en que el gobierno ruso no era su fuente, y ha ofrecido repetidamente hablar con investigadores estadounidenses. Dado que Assange recibió y publicó los correos electrónicos robados al corazón de la investigación de Mueller, su ausencia de la voluminosa hoja de testigos de Mueller es una omisión flagrante.
4. ¿Por qué insinuó que los personajes clave eran agentes rusos y omitió la información compensatoria, incluyendo sus (más) extensos vínculos con Occidente?
En el informe, Mueller hace todo lo posible por insinuar -sin afirmarlo directamente- que dos figuras clave en el asunto Trump-Rusia, Konstanin Kilimnik y Joseph Mifsud, actuaron como agentes o intermediarios del Kremlin. En el proceso, omite o minimiza evidencia extensa que pone en duda sus supuestas conexiones con Rusia o deja en claro sus lazos occidentales mucho más extensos. Mueller ignora el hecho de que el Departamento de Estado describió a Kilimnik como una "fuente sensible" que proporcionaba regularmente información privilegiada sobre la política ucraniana. Y Mueller enfatiza que Mifsud "tenía conexiones con Rusia" y "mantenía varios contactos rusos", pero nunca menciona que tiene profundas conexiones en los círculos de inteligencia y diplomáticos occidentales.
Stephan Roh, un abogado suizo que ha representado anteriormente a Mifsud, ha afirmado que Mifsud "no es un espía ruso, sino un cooperador de inteligencia occidental". En cualquier caso, es desconcertante que Mueller enfatizara las "conexiones de Mifsud con Rusia" pero ignorara sus conexiones con los gobiernos de Occidente. También es desconcertante que nada de esto se aclarara cuando el FBI entrevistó a Mifsud en febrero de 2017, lo que plantea una nueva pregunta para Mueller.
5. ¿Por qué acusó a varios oficiales de Trump de perjurio, pero no a Joseph Mifsud?
Al rompecabezas que rodea a Mifsud se suma la revelación de Mueller de que Mifsud hizo declaraciones falsas a los investigadores del FBI cuando lo entrevistaron en febrero de 2017. (Mifsud estuvo en Washington, DC, para una conferencia patrocinada por el Departamento de Estado, una "conexión" occidental más que se ha pasado por alto). Si Mifsud realmente era un agente ruso, entonces siempre fue un misterio por qué no fue arrestado entonces, ni acusado desde entonces. Y dado que Mueller acusó a otros por mentir al FBI, sobre todo a George Papadopoulos y Michael Flynn, no está claro por qué Mifsud no lo hizo.
6. ¿Por qué omitió el hecho de que la oferta de Rob Goldstone a Donald Jr sobre los "documentos oficiales e información que incriminaría a Hillary y sus tratos con Rusia" como "parte de Rusia y el apoyo de su gobierno al Sr. Trump" era "un truco de publicista" (en otras palabras, una mentira)?
Mueller dedica una sección de 13 páginas a la infame reunión en la Torre Trump de junio de 2016, donde Donald Trump Jr., Jared Kushner y Paul Manafort se reunieron con ciudadanos rusos después de que a Trump Jr. se le prometieran "documentos oficiales e información que incriminarían a Hillary y sus relaciones con Rusia". Mueller dice que "la reunión mostró que la Campaña anticipaba recibir información de Rusia que podría ayudar a las perspectivas electorales del candidato Trump", pero reconoce que los rusos presentes "no proporcionaron tal información".
Lo que Mueller no reconoce visiblemente es que la información "que la Campaña anticipaba recibir de Rusia" era de hecho ficticia, y no poveniente de Rusia. La oferta vino del publicista musical británico Rob Goldstone, a quien se le encargó la tarea de asegurar la reunión a petición de su cliente estrella del pop ruso, Emin Agalarov. En un acto de lo que él llamó "truco de publicista", Goldstone dijo que inventó las afirmaciones sobre "Rusia y el apoyo de su gobierno al Sr. Trump", que más tarde se describiría ampliamente como "la pistola humeante" sobre la colusión.
Goldstone me dijo esta semana que estaba decepcionado de que Mueller eligiera omitir esa parte crítica de su testimonio. "Les dije que había usado mi imagen de relaciones públicas, hinchada, para llamar la atención de Don Jr.", dijo Goldstone. La decisión de Mueller de excluir eso, añadió Goldstone, es una "vergüenza... Habría sido una oportunidad para ponerle fin a eso".
7. ¿Recibió la campaña de Trump alguna oferta de ayuda del gobierno ruso por parte de alguien que de hecho actuara en nombre del gobierno ruso?
El informe Mueller oscurece la ausencia de contactos entre Trump y los intermediarios del gobierno ruso con afirmaciones ambiguas y sugestivas de que la investigación "identificó numerosos vínculos entre el gobierno ruso y la campaña Trump", o "identificó numerosos vínculos entre individuos con vínculos con el gobierno ruso e individuos asociados con la campaña Trump".
Pero los casos de Konstantin Kilimnik, Joseph Mifsud y Rob Goldstone subrayan un hecho bastante incómodo para los defensores de la teoría de que la campaña Trump conspiró con el gobierno ruso: No hay ningún caso documentado de funcionarios de Trump interactuando con intermediarios reales del Kremlin haciendo ofertas reales de ayuda. Los únicos funcionarios o representantes del Kremlin que han demostrado interactuar de manera significativa con el campamento de Trump antes de las elecciones son el embajador ruso que tuvo encuentros de rutina y un asistente del Kremlin que rechazó la solicitud de asistencia del abogado de Trump, Michael Cohen, para el fallido proyecto de la Torre Trump de Moscú.
8. ¿Estaban los oficiales de inteligencia de EE.UU. sesgados por la rusofobia?
Funcionarios clave de EE.UU. detrás de la investigación de Rusia no han ocultado su animadversión hacia Rusia. "Siempre odio a los rusos", testificó al Congreso Lisa Page, abogada principal del FBI en la investigación de Rusia, en julio de 2018.
"Es mi opinión que con respecto a los ideales occidentales y lo que es y lo que representamos como estadounidenses, Rusia representa la amenaza más peligrosa para esa forma de vida."
Cuando abrió la investigación del FBI sobre los vínculos de la campaña de Trump con los rusos en julio de 2016, el agente del FBI Peter Strzok envió un mensaje de texto a Page: "Que se jodan los malditos tramposos rusos... Bastardos. Los odio... Creo que son probablemente los peores. Malditos salvajes confabuladores tramposos". Hablando con NBC News en mayo de 2017, el ex director de inteligencia nacional James Clapper explicó por qué los funcionarios estadounidenses consideraban que las interacciones entre el campamento de Trump y los ciudadanos rusos eran motivo de alarma: "Los rusos", dijo Clapper, "casi impulsados genéticamente a cooptar, penetrar, ganar favores, lo que sea, que es una técnica típica rusa. Así que estábamos preocupados." En una entrevista con Lawfare en mayo, el ex consejero general del FBI Jim Baker, quien ayudó a supervisar la investigación en Rusia, explicó los orígenes de la investigación de la siguiente manera: "Era sobre Rusia, punto, fin... Cuando la información de Papadopoulos llega a nuestra pantalla de radar, se encuentra en el sentido de que siempre hemos estado mirando a Rusia... hemos estado pensando en Rusia como un actor amenazante durante décadas y décadas".
La fijación con Rusia fue tan grande que, como reveló The New York Times en enero, además de la investigación inicial del FBI en el verano de 2016, la oficina abrió una segunda investigación en mayo de 2017 sobre si Trump mismo estaba "trabajando en nombre de Rusia contra los intereses estadounidenses". La historia del Times no hace alusión a ninguna evidencia que subyace a la preocupación del FBI. En cambio, nos enteramos de que el FBI estaba "inquieto" por una "constelación de acontecimientos", todos públicos:
El Sr. Trump llamó la atención de los agentes de contrainteligencia del FBI cuando llamó a Rusia durante una conferencia de prensa de la campaña en julio de 2016 para hackear los correos electrónicos de su oponente, Hillary Clinton. El Sr. Trump se había negado a criticar a Rusia durante la campaña electoral, elogiando al Presidente Vladimir V. Putin. Y los investigadores habían observado con alarma cómo el Partido Republicano suavizaba su plataforma de la convención sobre la crisis de Ucrania de una manera que parecía beneficiar a Rusia.
Este relato es notable no sólo porque muestra que el FBI abrió una investigación extraordinaria del presidente de los Estados Unidos como agente de Rusia basado en su interpretación de los acontecimientos públicos. También muestra que su interpretación de esos eventos públicos implicaba varios errores; el comentario de Trump de julio de 2016 era una broma, y la historia sobre el cambio de plataforma del Partido Republicano fue exagerada (y luego socavada en la práctica cuando Trump vendió las armas a Ucrania, algo a lo que el presidente Obama se había opuesto).
El hecho de que tantos funcionarios clave lleven esa animadversión xenófoba hacia Rusia -hasta el punto de que se sintieron obligados a actuar sobre interpretaciones erróneas de los acontecimientos públicos- planteó preguntas legítimas sobre si sus prejuicios personales influyeron en sus decisiones profesionales.
Lo mismo podría preguntarse sobre los influyentes medios de comunicación y las voces políticas que, a pesar de la ausencia de pruebas y el absurdo de su teoría de la conspiración, elevaron al escándalo 'Russiagate' como el tema político dominante de la presidencia de Trump. Cualesquiera que sean las preguntas que le hayan dejado a Mueller, el ahora ex fiscal especial y figura salvadora ha dejado claro que él no es la respuesta.
Algunas partes de esta columna son una adaptación de un artículo que apareció originalmente en
Le Monde Diplomatique.
Aaron Maté es un escritor colaborador de The Nation y el anfitrión del nuevo programa Pushback, que se transmite en The Grayzone.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario