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martes, 17 de septiembre de 2019

Estados Unidos, el contumaz sancionador

Estados Unidos, el contumaz sancionador

EE.UU. de Trump está empeñado en aislar a Rusia, impulsando para ello continuas sanciones contra Moscú y presionando a sus aliados a seguir tal conducta.
El Gobierno de Estados Unidos, cuyo ejecutivo está en manos del multimillonario Donald Trump, está empeñado en aislar política y económicamente a Moscú impulsando para ello, continuas sanciones contra el gigante euroasiático y presionando a sus aliados a seguir tal conducta.
Un objetivo que ha tenido su etapa de desarrollo desde el año 2014 y cuyos intentos han resultado fallidos. Tal resultado, inaceptable para halcones y asesores belicistas de Estados Unidos, ha significado redoblar los esfuerzos de Washington en una verdadera “guerra sucia” donde la presión política, diplomática, comunicacional, se une a la coacción derivada del amplio uso que realiza en el ámbito de las sanciones sobre los sectores productivos, energéticos, bancario y financiero ruso. Unido al ataque, igualmente, sobre el sector de la defensa y economía de la federación rusa. No han faltado en esta política operaciones de inteligencia e incluso atentados de falsa bandera para acusar a los servicios de inteligencia rusa de atentados con neurotoxinas o a las fuerzas aeroespaciales estacionadas en Siria.
De Moscú a Teherán
La política de Estados Unidos destinada a impedir las relaciones constructivas de la federación rusa con la comunidad internacional, tiene su correlato también contra otros países, sujeto a la desatada e irracional política de sanciones, como es el caso de la República Bolivariana de Venezuela, la República Islámica de Irán, Cuba, Corea del Norte, Nicaragua, Siria y todo aquel que se oponga a los afanes hegemónicos de un Estados Unidos, que no se resigna a perder preeminencia en el concierto internacional. Un periplo de prohibiciones, penas, castigos, puniciones y todo lo que pueda salir de una política imperial decidida a castigar y que va desde Moscú a Teherán, de Damasco a Caracas, de La Habana a Pyongyang.
Para las autoridades iraníes, país sometido a intensas presiones, sanciones y ataques desde el triunfo mismo de la revolución el año 1979 señala que “mientras Irán responde con diplomacia en su política exterior, Estados Unidos, en esta vía, usa las sanciones, el terrorismo económico y las guerras”. Altas autoridades de Irán y Rusia, ante la política de fuerza establecida por estados Unidos contra ambos países han señalado que es necesario abogar “por fortalecer las cooperaciones entre los dos países para desafiar las sanciones de EE. UU”. En reunión sostenida en Turkmenistán el pasado mes de agosto, el Primer Ministro ruso Dimitry Medvedev junto al vicepresidente primero de Irán, Eshaq Yahanguiri, insistieron en la necesidad de acelerar las cooperaciones económicas entre ambos países “Teherán y Moscú deben reducir su dependencia de las divisas externas en las transacciones y los intercambios bancarios. ...EE. UU. está intentando aumentar sus presiones contra Irán y Rusia, pero Teherán y Moscú deben actuar conscientemente en los lazos comerciales y cooperaciones económicas” señaló Medvedev.
Los Estados Unidos y sus aliados, principalmente europeos, agrupado en la Unión Europea, más Japón, Australia, Nueva Zelanda, Canadá entre otros, han llevado a cabo una campaña de promoción para intensificar estas acciones ilegales desde el punto de vista del derecho internacional, no aprobados, en absoluto, en las instancias que la propia comunidad internacional se ha dado, como es el caso de la Organización de las Naciones Unidas. Recordemos que las relaciones entre Washington y la Unión Europea, se deterioró con Rusia a partir del año 2014 cuando Crimea se separó de Ucrania y se adhirió a Rusia a través de un referéndum en el que más del 96 por ciento de los habitantes de la península apoyó la incorporación a la Federación Rusa. Los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea, instan activamente a que el resto de los países también se sumen a estas conductas ay prácticas de bloquear, a gran escala los activos rusos en el extranjero, lo que contraviene las leyes internacionales y socava, evidentemente, el sistema económico internacional.
En ese plano no es casual que países como Rusia, Irán, China que sufren estas conductas sancionatorias busquen alternativas para avanzar en sus propios objetivos de desarrollo, como también en abrir camino a el uso de monedas que no sean el dólar, de tal manera de ir restando preeminencia a la principal arma de extorsión y chantaje que posee Washington. La prueba más clara de ese camino alternativo al impuesto por Washington es el que están transitando Rusia e Irán que están trabajando en la interacción del sistema ruso de transferencias y el iraní Sepam en sustitución del sistema SWIFT para eludir sanciones de terceros países, según declaraciones a los medios internacionales el pasado 13 de septiembre, el asesor presidencial ruso para asuntos internacionales, Yuri Ushakov. "Para proteger los lazos comerciales y económicos bilaterales ante las sanciones de terceros países se toman medidas sobre la ampliación de pagos directos, el uso de divisas nacionales, el mejoramiento de la interacción del sistema ruso de transferencias financieras y el iraní Sepam como alternativa a los pagos a través de SWIFT", sostuvo Ushakov.
Washington ha establecido un conjunto de medidas sancionatorias destinadas a socavar a importantes empresas estatales rusa ligadas, en forma principal, al sector energético ligadas al petróleo y el gas como son Gazprom, Lukoil, Rosneft y Transneft. Sanciones, acciones desestabilizadoras, presiones financieras, prohibición de comerciar en el mercado mundial, incluso operaciones de sabotaje suponen una amenaza directa en materia de seguridad energética, no sólo para Rusia, sino también un grupo de importantes países europeos – entre ellos Alemania, Austria, Polonia, Bulgaria, Finlandia, Suecia, Dinamarca, Hungria, Francia, Italia, SerbiaGrecia, Eslovaquia, República checa en incluso la propia Ucrania – como también países latinoamericanos ligados ya sea en la compra de recursos hidrocarburíferos como proyectos de inversión para explotar en conjunto estas riquezas naturales.
En el caso de Latinoamérica esas sanciones se han expresado tanto con la estatal petrolera venezolana PDVSA como la petrolera estatal rusa, definidas, tanto por el gobierno ruso, como el venezolano y los directivos de estas gigantes del petróleo mundial “como actos ilegales “. Rosneft declaró, a través de un comunicado hecho público el día 10 se septiembre pasado que “cualquier esfuerzo de Washington por frenar sus ingresos en Venezuela constituye un acto ilegal. Estados Unidos está utilizando la amenaza de las sanciones como una forma de competencia desleal, además que todas las operaciones que realiza con crudo en Venezuela se llevan a cabo en el marco de los pactos rubricados antes de que Washington le impusiera sanciones a la compañía estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).
Empresas petroleras privadas rusas como es el caso de Lukoil, la segunda en ventas de Rusia y con reservas multimillonarias también sufren las amenazas de Washington y sus socios que la han obligado a suspender operaciones tanto en Irán como en Venezuela. Esta decisión de interrumpir actividades en ambos países se anunció el año 2018,  dos semanas después de que la compañía petrolera francesa Total retrocediera también ante las presiones de Estados Unidos a las empresas que mantienen lazos económicos con el país persa. Con Gazprom – la mayor empresa gasífera estatal rusa – cuenta con 456 mil empleados y ventas anuales que superan los 160 mil millones de dólares. Una empresa sometida a fuertes presiones que tratan de sacarle del teatro de operaciones europeo. Prueba de ello ha sido la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE que impide a la empresa rusa Gazprom utilizar toda la capacidad del gasoducto Opal, para así reducir la presencia del consorcio gasífero ruso en territorio europeo para dar entrada al GNL de los Estados Unidos que ha quintuplicado sus ventas a Europa generando ahora una dependencia con Washington.
La realidad de las relaciones de Washington con los países que no son aliados, ni entran en la categoría de sumisos y que levantan la bandera de la soberanía, como es el caso de aquellos mencionados en este artículo: Rusia, Irán, Venezuela, son muestra que a la casta política, militar y aquella del complejo militar industrial estadounidense no va a aceptar que alguien se escape de sus pretendidos objetivos hegemónicos. Así, el gobierno estadounidense utiliza un amplio arsenal de métodos, estrategias, políticas desestabilizadoras, técnicas ilegales, operaciones de falsa bandera, presiones, sanciones, bloqueos, embargos, congelamiento de activos, el robo descaro de las reservas de estos países, usando en ello la complicidad temerosa de países europeos, timoratos y con temor de sufrir el chantaje violento del que se supone es su socio.
Washington es un violador permanente de la legalidad internacional y para ello actúa con impunidad pues cuando un organismo internacional trata de llamarlo al orden amenaza de inmediato con suspender su aporte financiero. Si un país desea transitar por un camino de desarrollo económico y político propio usará toda la artillería de agresividad que caracteriza a la nación estadounidense. Las presiones financieras, el uso manipulador y desinformador de sus medios gráficos, televisivos, radiales, de redes sociales, así como los asesinatos políticos, agresiones, y apoyo a sus famosas revoluciones de colores. Ese es el menú de opciones que ofrece Estados Unidos al mundo, muy alejado de ese mito de supuesto faro democrático del mundo occidental, devenido en realidad en un referente de violador del derecho internacional

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