martes, 26 de noviembre de 2019

Cataluña: La historia de una guerra sin fin


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Cataluña: La historia de una guerra sin fin

 

 

Por Javier Cortines

Ya que estos días ha estado de moda Unamuno gracias a la película de Amenábar “Mientras dure la guerra”, que ha vuelto a desencadenar enfrentamientos entre los Hunos y los Otros, nos viene al pelo repasar, ciñéndonos al caso de Cataluña, su breve discurso: “venceréis pero no convenceréis, porque para vencer es necesario persuadir”.
Es triste ver desde cualquier cerro de España “la interminable guerra” de Cataluña, sobre todo cuando parece que el conflicto “se encuentra en un punto muerto» por lo equilibradas que están las fuerzas: un 50% de la población en contra del otro 50%”, de lo que se deduce que, si no hay cambios, el germen bélico puede quedar enquistado “in perpetuum”.
La escalada de tensiones ha provocado que salga de la cueva un monstruo que estaba esperando el momento propicio: Santiago Abascal, un tipo duro que lleva “la muerte en la mirada” y cada día se siente más seguro porque “llega al corazón de la gente”. Ese político, que está macizo y practica artes marciales, se crece con el apoyo popular. Ve que puede conectar con la multitud, esa que despide descargas eléctricas cuando escucha la vox de su líder, como ocurría en la Alemania de “los cristales rotos”.
Cuando no es posible ganar una causa (porque lo impiden lo que antes llamábamos poderes fácticos: La Iglesia, el Ejército, la Banca, la Corona, los civiles que llevan perros con collares con la bandera oficial, etc.) es necesario trazar otra hoja de ruta porque sino estamos condenados a repetir el mito de Sísifo, condenado a cargar cuesta arriba, una y mil veces, la roca de la utopía, metáfora que tanta fascinación causaba a Albert Camus.
Volviendo a Unamuno, su mensaje es claro: la clave está en seducir. Si los catalanes realmente quieren una República Independiente no la van a conquistar arrojando adoquines a la policía ni quemando banderas ni insultando al rey cuando se ve obligado a viajar a la provincia rebelde para apuntalar los lares y penates de los Borbones y de aquellos que siguen soñando con un Imperio donde nunca se pone el Sol.
Por encima de todo está la gran ley. Y con la Constitución un Ejército con un montón de oficiales que ven en Abascal una reencarnación del caudillo y que están dispuestos a tomar la plaza catalana con sus legiones para acabar, por lo menos “una Era”, con el sueño independentista. Hay muchos cuervos negros que están llevando ese mensaje de un extremo a otro de la península ibérica, otrora rica en bosques, ahora en desiertos.
Pero si los catalanes firman un armisticio (no un tratado vejatorio renunciando a sus aspiraciones) quizás podrían lograr sus objetivos por “el camino de la razón”, imponiéndose “la tarea de seducir”, aunque sea lentamente, al otro 50% de la población que, de momento, no está dispuesta a dar su brazo a torcer.
En ese otro 50% de “españolistas e intelectuales sospechosos” está incrustado, como todos sabéis, la derecha y la extrema derecha, pero también una parte nada despreciable de gente corriente que busca la armonía, así como una izquierda “dubitativa” y otra “izquierda peninsular” que desean una España unida como una piña. Entre estos últimos, hay corrientes de pensamiento que aspiran a “conquistar” una República Democrática a escala nacional.
Los rebeldes -independientemente de la legitimidad de su causa- deben dejar las piedras a un lado (no son guerrilleros palestinos a quienes no se ha dejado otra opción). Son hombres y mujeres que, ante todo, deben utilizar el arma de la seducción, la más poderosa y peligrosa de todas porque ¿A quién no le gustaría ser seducido por un sueño de libertad? ¿Y si funciona mejor la astucia que el forcejeo contra los escudos?
Aviso a navegantes: Si entramos en un conflicto interminable, los hijos de VOX se multiplicarán como ciertos insectos “inmatables” y poblarán la Tierra. Entonces no sólo veremos como se rompen los cristales sino también como la violencia acéfala logra que seres humanos de ambos sexos quiebren: se conviertan en hombres y mujeres rotos.
No se si fue bueno exhumar a Franco. Parece que un expansivo polvo oscuro, tan demoníaco como fétido y letal, planea sobre colectivos que respiran y se alimentan de ese éter podrido que tiene la propiedad de contagiar por efecto dominó a las ovejas de Panurgo. Aunque los gorriones descansen en los agujeros de los cañones, la mecha está viva y el parafascismo dice que, para prenderla fuego, le sobran “cojones y matones”.
Este es el blog del autor: NiloHomérico

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