lunes, 18 de febrero de 2019

NOTICIAS Y ARTÍCULOS QUE DEBE DE LEER PARA ENTENDER AL MUNDO......Feb 18 (45)

LA LIMPIEZA DE LOS NARCO - POLÍTICOS Y MAFIOSOS QUE GOBERNARON A MÉXICO VAN SIENDO ELIMINADOS......AMLO CONTINUA EN EL MEJOR CAMINO. HAY PRESIDENTE EN MÉXICO.....
PERO FALTA MUCHO...

Miguel A. Reyes.

Gracias por compartir el sitio de PLATAFORMA DISTRITO CERO.


NOTICIAS Y ARTÍCULOS QUE DEBE DE LEER PARA ENTENDER AL MUNDO......Feb 18 (45)

Abandonados en manos de los políticos


disidentia.com

Abandonados en manos de los políticos 

 

 

Luis I. Gómez Fernández

Es necesario meditar sobre nuestros políticos en estos días turbulentos de manifestaciones y juicios, para saber con quién nos estamos jugando los cuartos.
No es nuevo. Echamos de menos en España verdaderos hombres de Estado, y no desde hace dos días. Con la llegada de Zapatero a la Moncloa se consolidó a nivel nacional lo que ya veníamos viendo en los 90 en las administraciones autonómicas: la mediocridad ambiente irrumpió con contundencia en los círculos políticos de los que esperábamos la excelencia, la cordura y el altruismo. Cualidades estás que, nosotros, en nuestro foro interno, creíamos nos eran propias. Sin duda existen en España personas excelentes, cuerdas y altruistas. Pero no parece que sean mayoría significativa.
La española es una sociedad claramente colectivista. El refrán que mejor define a los españoles de hoy bien podría ser este: “no dejes de clavar en la tabla la punta que sobresale” (antiguo proverbio chino). Y la mejor forma de conseguirlo es imponiendo desde el estado – gracias a su poder – un sistema social basado en la “igualdad”. Y no se trata aquí del famoso “todos iguales ANTE la ley”, nos hemos arrojado de lleno al “todos iguales POR ley”. De la mano de quienes realmente representan a la mayoría de nosotros: mediocres, emocionales (y emocionables) y los envidiosos rencorosos.
Así es como, legislatura a legislatura, hemos construido una ética (hemos educado en), un Estado, una democracia, basándonos en el principio por el cual las personas no pueden o no quieren ayudarse a sí mismas, personas que en cuanto surge una dificultad recurren al “papá Estado” en lugar de preguntarse qué podrían hacer ellos mismos. Hoy la mayoría somos seres dependientes, abandonados a la arbitrariedad de la burocracia social. Esto asegura los puestos de trabajo de los funcionarios, pero elimina con el tiempo la soberanía de las personas. Y así es como hemos llegado a este estado-iglesia bajo el que nos acogemos. Hemos errado.
Los políticos no son “los reyes magos”, son simplemente personas como nosotros que han decidido convertirse en PORTAVOCES de la pluralidad existente en nuestra sociedad. O así debería ser. No es, desgraciadamente, el caso español. ¿Por qué razones se convierte una persona en político? ¿Qué tipo de personalidad es necesaria para llegar a ser político? ¿De qué medios se sirven los políticos para mantenerse en el poder? Permítanme que les traiga unas cuantas citas que creo nos ayudarán a responder a estas cuestiones.
Decía Thomas Jefferson: “Whenever a man casts a longing eye on offices, a rottenness begins in his conduct.”
“Representative appointments are sought from 3 motives: 1. Ambition. 2. Personal interest. 3. Public good. Unhappily, the two first are proved by experience to be most prevalent. Hence, the candidates who feel them, particularly the second, are most industrious and most successful in pursuing their objects; and forming often a majority in the legislative Councils… How easily are base and selfish measures masked by pretexts of public good…?” James Madison
El bien común. Como dice Madison, una meta poco frecuente en la clase política. Los políticos se quedan en las dos primeras razones y, amparados en ellas y su sobreestima, caen en el error de creerse líderes morales o espirituales del pueblo.
“Es casi necesario que el político sea poco o nada creativo y que establezca su programa según los dictámenes de la mayoría. El político triunfador debe su poder a la circunstancia de saber desplazarse en medio de las ideas dominantes y pensar y hablar de manera convencional. Un político que fuese líder espiritual sería una contradicción en sí mismo” Friedrich von Hayek
“La mayoría de los líderes políticos no son pensadores, sino hombres de hechos. Carecen de agudeza intelectual y ello es bueno, pues la agudeza intelectual generaría dudas e inactividad” Gustave Le Bon
“La inteligencia, la que permite establecer conexiones entre factores diferentes, la que permite comprensión y la explicación de fenómenos, disminuye considerablemente la fuerza de las convicciones que debe de tener necesariamente un Apóstol. Los grandes líderes en todas las épocas se caracterizaron por lo limitado de su inteligencia, justo por lo cual ejercieron una mayor influencia en su época.” Gustave Le Bon
La inteligencia limitada de un político no es una desventaja en democracia, sino al contrario una gran ventaja que le dota de mayor competitividad. No es casualidad que precisamente tras procesos electorales, los políticos elegidos no brillen por sus muchas luces intelectuales.
“Muchas personas se imaginan, que la inclinación secreta de las clases inferiores a excluir, si es posible, a quienes consideran superiores de la gestión Estado, es sólo propia de Francia; es un error: esta inclinación no es de ninguna manera francesa, es democrática.” Alexis de Tocqueville
Esta “selección natural hacia abajo” propia de la clase política es en sí misma un factor que limita la presencia de otro tipo de personas en ella. Como la política se presenta controlada por personas de capacidades limitadas, se produce un fenómeno de disuasión efectivo que evita que quienes sí poseen cualidades admirables dediquen sus esfuerzos a la iniciativa pública para centrarse en la privada.
“al tiempo que la inclinación natural del pueblo en democracia excluye a los hombres relevantes del poder, se genera en ellos una inclinación no menos fuerte de mantenerse apartados de la carrera política, más teniendo en cuenta el hecho, de que no es posible medrar en ella sin rebajar sus aspiraciones.” Alexis de Tocqueville
¿Cómo son percibidos los políticos por los ciudadanos? Los conceptos “Estado” y “Gobierno” tienen para el común de los mortales una importancia casi metafísica, olvidando así a menudo que estos conceptos sólo son descripciones de pequeños grupos de poder.
Hagamos una introspección profunda, pensemos en la última vez que abandonamos una idea que creíamos cierta, porque la enfrentamos (la contrastamos) con un hecho nuevo, un conocimiento nuevo o con las consecuencias inesperadas de nuestra realidad cotidiana. Básicamente, en el día a día, creemos que estamos acertados en nuestras opiniones – de lo contrario no las defenderíamos- pero es muy poco probable que siempre vayamos a estar de acuerdo con todas nuestras opiniones.
Como hemos aprendido a amar ciertas ideas a las que no queremos renunciar, nuestro cerebro tiende a filtrar la información que recibimos del exterior, para lograr encajarla en nuestro esquema de pensamiento. Éste es un proceso absolutamente natural. Es un proceso irremediable, excepto si logramos un cierto grado de escepticismo personal que nos permita revisar y comprobar de vez en cuando si las previsiones que habíamos realizado se han cumplido realmente. Si ello no fuera el caso, habría llegado el momento de repensar nuestra idea y, por lo menos, valorar la posibilidad de corregirla. ¡Pero no lo hacemos!
“People constantly speak of ‘the government’ doing this or that, as they might peak of God doing it. But the government is really nothing but a group of men, and usually they are very inferior men.” Henry L. Mencken
Pequeños grupos de poder, porque el poder no sólo lo ejercen los políticos. De toda la escena política, la mayoría sólo ve su parte más pequeña y menos importante: los políticos. Mucho más interesantes que estos – podríamos decir „actores” – son aquellos que, a modo de guionistas, escenógrafos y coreógrafos dinamizan la vida política de un país: los opinadores en los medios de comunicación, los apologetas del Estado y las Iglesias, los administradores de las libertades desde la burocracia de Estado y los llamados consejos de sabios.
Los políticos, compradores de votos a cambio de promesas electorales, consiguen comunicar con un gran grupo de electores que, encantados con el juego, hipotecan su libertad. En el Estado socialdemócrata y partitocrático existen, según Henry L. Mencken, dos clases de ciudadanos: “…those who work for a living and those who vote for a living.” Aquellos que trabajan para vivir, y aquellos que votan para vivir…
Y usted, estimado lector, ¿a qué grupo cree que pertenece?
Imagen: James Madison, por Vander Lyn (1775-1882)

El hijo bastardo del elitismo


disidentia.com

El hijo bastardo del elitismo 

 

 

Javier Benegas

Resumen

El populismo tiene un ingrediente clave: el antielitismo. Si una reacción no tiene este ingrediente, por más que parezca popular, no es populismo. Es otra cosa.
Es este factor, el antileitismo, lo que convierte al populismo en una reacción que desborda la división convencional izquierda-derecha. Eso es lo que le permite en ocasiones ganar a los partidos de un lado y otro del eje ideológico.
Pero cuidado, el antielitismo es bastante más complejo de lo que el término en sí puede inducir a pensar. Élite no es cualquiera que tenga una buena posición, económica y/o intelectual. El antielitismo apunta contra los sistemas de élites enclavadas.
El antielitismo, que anida en los populismos auténticos, es un mecanismo de reacción en sociedades que, formalmente democráticas, han experimentado una cierta regresión hacia un orden estamental, por un problema de élites enclavadas.
Estas élites, según la consistencia institucional (instituciones formales frente a instituciones informales) pueden haberse establecido mediante la transmisión directa de posiciones de padres a hijos (Noruega) o mediante un sistema de relaciones (España).
En España, a pesar de que ocasionalmente, ese factor antiélite puede haber existido, no ha permanecido en los supuestos populismos. En Podemos fue un sucedáneo. En la derecha directamente no existe.
Foto: Heng Films

Occidente y el shock del futuro


disidentia.com

Occidente y el shock del futuro

 

 

Javier Benegas

Para Timothy Snyder, historiador y profesor en la Universidad de Yale, la irrupción de los populismos nos ha robado el futuro. En su opinión, antes de su aparición, las sociedades democráticas entendían el tiempo como un proceso lineal, en el que el progreso económico y el bienestar eran siempre ascendentes. Según esta idea, daba igual lo que hiciera cada uno porque siempre alguien se ocuparía de que el constante progreso fuera nuestro destino. Snyder define esta visión como la “política de la inevitabilidad”. Una idea que, en su opinión, era falsa porque básicamente consistía en la creencia de que existe un destino inevitable.
De hecho, sucesos como la Gran recesión o la inmigración masiva significaron el fin de esta creencia. La transición del presente al futuro dejó se ser contemplada como una línea ascendente, donde las cosas mejoraban de forma constante. El tiempo, en su sentido de avance, ya no era una referencia. En su lugar se instauró una visión circular, según la cual la historia se repetiría una y otra vez. Un círculo vicioso donde renacen los mitos del pasado y el futuro no existe. Snyder llama a esta nueva visión “política de la eternidad”.
Para escenificar el cambio de la política de la inevitabilidad a la política de la eternidad, Timothy Snyder pone como ejemplo la presidencia de Donald Trump en los Estados Unidos, con su reclamo “Make America Great Again” (“Haz América grande otra vez”) y, en el caso de España, lo que él califica como irrupción de la extrema derecha en las elecciones de Andalucía. Pero también señala la creciente influencia de Rusia, y más concretamente de Vladímir Putin, en el contexto internacional. Un país, la Federación Rusa, que desde el punto de vista de la política de la inevitabilidad sería irrelevante, por su escaso peso económico, se convierte sin embargo en el referente de la política de la eternidad. De hecho, Rusia estaría liderando esta nueva visión.
Una vez planteada la tesis principal, Snyder alude a tres sucesos clave de los años 80 y 90 del siglo pasado que conforman el mundo que hoy conocemos, como son la caída del Muro de Berlín, la emergencia de Margaret Thatcher y Ronald Reagan y del neoliberalismo, y la firma del Tratado de la Unión Europea (TUE)​ o Tratado de Maastricht, que es, junto al Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, uno de los tratados fundacionales de la UE. Para él, estos sucesos que ocurren simultáneamente, pero de forma casual, sientan las bases de la agitación presente.
Pero también alude a la tecnología, que deja ser nuestra aliada y se convierte en enemiga; a Internet como un ecosistema que ya no significa el acceso universal al conocimiento, sino que promueve la simplificación de las ideas, la polarización y la caricaturización del individuo; y, finalmente, señala la desaparición del periodista conectado del entorno local y su sustitución por grandes medios que resultan lejanos y extraños para el gran público.
A partir de ahí, la argumentación de Snyder se convierte en un alegato contra Donald Trump, cuya victoria electoral atribuye directamente a Rusia. Alegato que discurre desde la denuncia de la falta de políticas de Trump hasta llegar a la simple descalificación personal.
El planteamiento inicial Snyder era prometedor. El cambio de una visión del tiempo como línea ascendente, en la que las cosas mejorarían siempre, a la visión de una historia congelada, que gira sobre sí misma y repite los mitos del pasado, parecía anticipar algún descubrimiento sorprendente. Lamentablemente, debajo de la atractiva envoltura no había un gran hallazgo, solo el habitual relato fulanista, según el cual un puñado de nombres propios, valiéndose de Internet, las redes sociales y los ciberataques ha logrado arrebatar el futuro a todo el mundo occidental.
Lo que “intelectuales” como Timothy Snyder ponen en evidencia con estos giros narrativos no es la naturaleza de los grandes cambios históricos, aunque estos ciertamente existan, sino el sistema de construcción inversa de sus argumentos. En realidad, Snyder no pretende desentrañar el oscuro mecanismo de los eventos históricos, su finalidad es convencer al público de que es malo votar a Donald Trump. Y sobre este objetivo construye su discurso.
Aludir a la eternidad y a la inevitabilidad (términos grandilocuentes), remontarse al surgimiento del neoliberalismo y poner sobre la mesa sucesos históricos como la caída del Muro de Berlín o el Tratado de Maastricht para, luego, concluir que el problema son personajes como Donald Trump y Vladimir Putin, resultaría hasta enternecedor si no fuera porque quien lo dice es Timothy Snyder, historiador, profesor de la Universidad de Yale y experto​ en la historia de Europa Central y Oriental con gran predicamento en el mundo académico. Es más bien desolador.
Comprender el por qué el mundo occidental parece polarizarse ante la opción de la regresión o la continuidad de una élite planificadora y benigna, no debe ser fácil. De hecho, mi opinión es que es imposible, porque para tener éxito habría que conocer el final de la historia. Sin embargo, sí podemos formularnos preguntas cuyas respuestas pueden servir, no ya para ofrecer soluciones milagrosas, sino para facilitarnos la existencia.
Podemos preguntarnos, por ejemplo, si hoy somos más o menos resistentes que antes, es decir, si en la actualidad somos capaces de afrontar por nosotros mismos, sin la mediación de agentes externos, situaciones que nuestros ancestros enfrentaban con naturalidad de manera cotidiana, avivando su ingenio y su creatividad. Porque el progreso puede cambiar y mejorar muchas cosas, pero no puede alterar un hecho insoslayable: que el futuro es incierto, y siempre lo será.
Las democracias, a través del Estado nación, pueden proporcionar seguridad, un orden legal y también una asistencia razonable en función de sus recursos. Pero no pueden garantizar a cada persona que su vida discurrirá por una línea temporal de constante mejoría. Tampoco pueden eliminar los retos y desafíos a los que la vida nos somete. Sin embargo, el largo periodo de prosperidad que se inició con el final de la Segunda Guerra Mundial sirvió para instaurar la idea contraria, es decir, que la política podía resolver todos los problemas y proporcionar una prosperidad siempre creciente.
Además, con el tiempo, esta nueva visión de la democracia fue todavía más lejos. Más allá de establecer políticas redistributivas que eran novedosas, la democracia occidental adquirió una dimensión terapéutica. A partir de ese momento, que el ciudadano se “sintiera bien” terminó por ser un estado de gracia que la democracia debía proporcionar. Como contrapartida, aspectos valiosos del carácter individual, que servían para afrontar la vida cotidiana, como el sacrificio, la autosuperación y el compromiso, fueron poco a poco desapareciendo. Así, cuando el espejismo de la prosperidad siempre creciente se desvaneció, lo que afloró fueron sociedades enfermas de ansiedad que demandaban certidumbre. Este estado de ansiedad es lo que hoy alimenta la polarización.
Es este “determinismo emocional” lo que ha alterado drásticamente la manera en que los estados y, por tanto, las democracias abordan los problemas sociales, promoviendo políticas cada vez más intrusivas y arrogándose el derecho a intervenir en el desarrollo emocional de las personas.
Lamentablemente, es imposible conciliar un bienestar emocional dependiente del Estado con la visión democrática del ciudadano libre y responsable que toma sus propias decisiones. Como también es imposible que no arraigue en el ciudadano un fuerte miedo al futuro y un profundo deseo de regresión cuando se le ha convertido en un ser extraordinariamente dependiente.
Así pues, sobre la polarización sobrevuela la incertidumbre del futuro. Es decir, entre la “política de la inevitabilidad” y la “política de la eternidad” que define Timothy Snyder está la que marca nuestro destino y ningún político se atreve hoy a nombrar: la política de la realidad. Y quizá sea por ahí por donde deban empezar la soluciones.
Foto: Geralt

Una advertencia desde el Himalaya


kaosenlared.net

Una advertencia desde el Himalaya

 

 


La desaparición de los glaciares que alimentan a 2000 millones en Asia complicará en extremo las cosas este siglo.
Recorriendo los confines noroccidentales de China, el viajero se sorprende hoy al constatar que hasta hace solo unos mil años en pleno desierto de Taklamakán, en el actual Xinjiang, había importantes asentamientos humanos. La sequedad del ambiente en uno de los puntos del planeta más alejados de cualquier océano, ha preservado restos de asentamientos -y hasta de árboles frutales- que habían sido florecientes hasta el siglo VIII y que filtraron todo tipo de influencias, persas, chinas, indias, y helenísticas a lo largo de la ruta de la seda. ¿Cómo podía vivir, e incluso practicar la agricultura y la ganadería, toda aquella gente en un medio hoy completamente inhabitable y carente de vegetación? La respuesta a esta pregunta está en el agua.

Hace mil años, los glaciares del Kunlun y de las otras cordilleras que alimentan los ríos que fluyen hacia el Desierto de Taklamakán, fundían una cantidad de agua mucho mayor que en la actualidad. Los ríos de los que dependía la vida en decenas de asentamientos humanos en medio del desierto, se secaron o perdieron vigor, y el desierto avanzó unos cien kilómetros, cubriendo de arena ciudades y templos.
“Aunque era árido, el medio ambiente era mucho más favorable, había más cursos de agua, más árboles y se podía sostener cierta agricultura y ganadería en lugares hoy absolutamente desérticos e inhabitables”, me explicó hace unos años el arqueólogo Wang Binghua. “Aunque las condiciones de vida eran duras, eran mucho mejores que las actuales”, decía.
Son muchos los lugares que vieron nacer civilizaciones milenarias y que hoy, convertidos en eriales, ilustran la influencia del clima en la transformación de regiones enteras. Sin embargo, como es sabido, las actuales transformaciones y alteraciones del clima de origen humano son de una magnitud y consecuencias incomparables con lo conocido en el pasado..
Los glaciares del Himalaya se están fundiendo a un ritmo más rápido que en cualquier otra parte del mundo. Esos glaciares alimentan los principales ríos de Asia (Yangztze, Amarillo, Ganges, Brahmaputra, Irrawady, Mekong…) y garantizan su caudal durante la época seca. Sin el aporte de su glaciar, el Ganges, por ejemplo, perdería el 70% de su caudal en época seca, y con el Río Amarillo pasaría algo similar.
Todo esto es conocido desde hace tiempo, pero este mes un estudio publicado en Nepal por el International Centre for Integrated Mountain Development (ICIMOD), tras cinco años de estudios, ha llegado a la conclusión de que incluso en la hipótesis más optimista de cumplimiento del acuerdo de París para limitar el calentamiento global a 1,5 grados respecto a los niveles preindustriales, algo muy poco probable, la tercera parte de los glaciares del Himalaya desaparecerán.
Las consecuencias de ese cambio para diez de los sistemas fluviales más importantes del mundo afectarán directa y severamente a 2000 millones de personas para fin de siglo. Muchos de los ríos de Asia se convertirían en algo parecido a ríos de estación, que solo llevan gran caudal en la época de lluvias. El problema es que el 80% de la cosecha china y el 60% de la india, dependen de la irrigación ¿Qué pasará con sus poblaciones?
Que las ciudades del Taklamakan desaparecieran hace algunos siglos, o que algunas regiones de Mesopotamia en las que se inventó la agricultura hace diez mil años sean hoy páramos, no afecta al conjunto del planeta. Lo de ahora sí: que en el mundo que viene de 9000 millones de habitantes, el suministro de alimentos de 2000 millones de ellos se vea mermado es algo que necesariamente afecta a todos. Siendo China el primer productor mundial de grano e India el segundo (Estados Unidos, el tercero), lo que pase con el trigo y el arroz en China e India, es asunto que importa a todo el mundo.
¿Cómo se resolverán las relaciones entre grandes potencias acostumbradas a razonar y reaccionar militarmente ante los problemas? Es muy probable que el estrés y las tensiones vinculadas a la crisis alimentaria, aumenten el número de estados sumidos en la quiebra y el desorden. Y algunos de ellos serán potencias nucleares; Pakistán parece presentar óptimas condiciones para ello. Y, por desgracia, la desaparición de los glaciares del Himalaya no es la única alteración grave que el cambio climático anuncia.
Así formulado, estos problemas parecen una fatalidad abstracta: una responsabilidad “del hombre”. En realidad el hombre ha sido por primera vez factor de cambio geológico al estar inserto en un sistema socio-económico particular y concreto que se llama capitalismo. El sistema que hace unos siglos puso el beneficio y la economía en el centro de la razón humana, nos lleva directos hacia algo parecido al suicidio. Para cambiar esta aparente fatalidad es necesario cambiar de sistema. Si llegáramos a ser capaces de tal cambio, ¿cómo y por qué otro sistema lo cambiaremos?

Por Rafael Poch de Feliu
Recorriendo los confines noroccidentales de China, el viajero se sorprende hoy al constatar que hasta hace solo unos mil años en pleno desierto de Taklamakán, en el actual Xinjiang, había importantes asentamientos humanos. La sequedad del ambiente en uno de los puntos del planeta más alejados de cualquier océano, ha preservado restos de asentamientos -y hasta de árboles frutales- que habían sido florecientes hasta el siglo VIII y que filtraron todo tipo de influencias, persas, chinas, indias, y helenísticas a lo largo de la ruta de la seda. ¿Cómo podía vivir, e incluso practicar la agricultura y la ganadería, toda aquella gente en un medio hoy completamente inhabitable y carente de vegetación? La respuesta a esta pregunta está en el agua.
Hace mil años, los glaciares del Kunlun y de las otras cordilleras que alimentan los ríos que fluyen hacia el Desierto de Taklamakán, fundían una cantidad de agua mucho mayor que en la actualidad. Los ríos de los que dependía la vida en decenas de asentamientos humanos en medio del desierto, se secaron o perdieron vigor, y el desierto avanzó unos cien kilómetros, cubriendo de arena ciudades y templos.
“Aunque era árido, el medio ambiente era mucho más favorable, había más cursos de agua, más árboles y se podía sostener cierta agricultura y ganadería en lugares hoy absolutamente desérticos e inhabitables”, me explicó hace unos años el arqueólogo Wang Binghua. “Aunque las condiciones de vida eran duras, eran mucho mejores que las actuales”, decía.
Son muchos los lugares que vieron nacer civilizaciones milenarias y que hoy, convertidos en eriales, ilustran la influencia del clima en la transformación de regiones enteras. Sin embargo, como es sabido, las actuales transformaciones y alteraciones del clima de origen humano son de una magnitud y consecuencias incomparables con lo conocido en el pasado..
Los glaciares del Himalaya se están fundiendo a un ritmo más rápido que en cualquier otra parte del mundo. Esos glaciares alimentan los principales ríos de Asia (Yangztze, Amarillo, Ganges, Brahmaputra, Irrawady, Mekong…) y garantizan su caudal durante la época seca. Sin el aporte de su glaciar, el Ganges, por ejemplo, perdería el 70% de su caudal en época seca, y con el Río Amarillo pasaría algo similar.
Todo esto es conocido desde hace tiempo, pero este mes un estudio publicado en Nepal por el International Centre for Integrated Mountain Development (ICIMOD), tras cinco años de estudios, ha llegado a la conclusión de que incluso en la hipótesis más optimista de cumplimiento del acuerdo de París para limitar el calentamiento global a 1,5 grados respecto a los niveles preindustriales, algo muy poco probable, la tercera parte de los glaciares del Himalaya desaparecerán.
Las consecuencias de ese cambio para diez de los sistemas fluviales más importantes del mundo afectarán directa y severamente a 2000 millones de personas para fin de siglo. Muchos de los ríos de Asia se convertirían en algo parecido a ríos de estación, que solo llevan gran caudal en la época de lluvias. El problema es que el 80% de la cosecha china y el 60% de la india, dependen de la irrigación ¿Qué pasará con sus poblaciones?
Que las ciudades del Taklamakan desaparecieran hace algunos siglos, o que algunas regiones de Mesopotamia en las que se inventó la agricultura hace diez mil años sean hoy páramos, no afecta al conjunto del planeta. Lo de ahora sí: que en el mundo que viene de 9000 millones de habitantes, el suministro de alimentos de 2000 millones de ellos se vea mermado es algo que necesariamente afecta a todos. Siendo China el primer productor mundial de grano e India el segundo (Estados Unidos, el tercero), lo que pase con el trigo y el arroz en China e India, es asunto que importa a todo el mundo.
¿Cómo se resolverán las relaciones entre grandes potencias acostumbradas a razonar y reaccionar militarmente ante los problemas? Es muy probable que el estrés y las tensiones vinculadas a la crisis alimentaria, aumenten el número de estados sumidos en la quiebra y el desorden. Y algunos de ellos serán potencias nucleares; Pakistán parece presentar óptimas condiciones para ello. Y, por desgracia, la desaparición de los glaciares del Himalaya no es la única alteración grave que el cambio climático anuncia.
Así formulado, estos problemas parecen una fatalidad abstracta: una responsabilidad “del hombre”. En realidad el hombre ha sido por primera vez factor de cambio geológico al estar inserto en un sistema socio-económico particular y concreto que se llama capitalismo. El sistema que hace unos siglos puso el beneficio y la economía en el centro de la razón humana, nos lleva directos hacia algo parecido al suicidio. Para cambiar esta aparente fatalidad es necesario cambiar de sistema. Si llegáramos a ser capaces de tal cambio, ¿cómo y por qué otro sistema lo cambiaremos?
https://rafaelpoch.com/2019/02/13/una-advertencia-desde-el-himalaya/ctxt

¿Europa social?


kaosenlared.net

¿Europa social?

 

 


La fractura social atraviesa una región marcada por la desigualdad y 113 millones de personas en la pobreza.
El término “Europa Social” es presentado por las instituciones y los responsables comunitarios como el nudo gordiano de la construcción europea y como uno de sus resultados más destacados.
No es mi intención abordar en estas líneas un balance social de la construcción europea —muy necesario, por cierto—, pero sí contrastar esos pronunciamientos de europeísmo social con algunos indicadores que apuntan, como se verá a continuación, en una dirección contraria o que, cuando menos, obligan a una visión más matizada y compleja que la dominante.
Un indicador que nos aproxima a la situación social de la Unión Europea (UE) es la participación de los salarios en la renta nacional. Pues bien, en la UE15, entre 1991 y 2000, ha experimentado una reducción de 2,5 puntos porcentuales; caída que se observa en 14 de los 15 países que la integraban. Desde que nació la moneda única hasta 2007 se ha mantenido la misma tendencia. De este modo, en el conjunto de la UE, la caída ha sido también de 2,5 puntos (algo inferior en la zona euro), afectando a 17 de los 28 socios. Si se toma como referencia 2007, la cuota de los salarios en el ingreso nacional en 2018 ha mejorado ligeramente en la UE, si bien ha retrocedido en 11 de las 28 economías comunitarias.
El panorama no resulta más alentador cuando se considera la población en riesgo de pobreza o exclusión social. Entre 2008 y 2017 (tramo para el que Eurostat ofrece información estadística) la UE ha reducido algo el porcentaje que se encuentra en esta situación, pero todavía en este último año afectaba al 22,5%, lo que, en valores absolutos, supone 113 millones de personas. Hay que decir que, en ese periodo, todavía en 10 de los 26 países comunitarios para los que se dispone de datos ha aumentado tanto el porcentaje como el número de personas situadas en esa categoría.
El último “proxy”, en este breve recorrido por la situación social de la UE, se refiere a la concentración de la renta y la riqueza. Según la información proporcionada por el Banco Mundial, el ingreso en manos del 10% de la población más rica se situaba en 2015 entre el 20% y el 30%; y en 13 de los 24 para los que hay información este porcentaje ha aumentado entre 2007 y 2015. En lo que concierne a la riqueza, la concentración es todavía más pronunciada. Según el Global Wealth Databook 2018 (Research Institute, Credit Suisse), el 10% mejor situado concentraba el 70% de la riqueza; el 5% acaparaba el 55,4% de la misma; y el 1% retenía el 31,2%.
Estos datos ponen de manifiesto la enorme diferencia existente entre, por un lado, la muy complaciente visión de las instituciones y responsables comunitarios, así como la mayor parte de los medios de comunicación, y, por otro lado, la fractura social que atraviesa el continente. Nos quedaríamos muy cortos en el diagnóstico si imputáramos esta situación a una coyuntura adversa, más o menos larga, o a las carencias del diseño institucional de la UE y de la zona euro, por mucho que ambos factores hayan influido.
Estamos más bien ante una problemática de considerable calado estructural que desborda con mucho los planteamientos que todo lo fían a la recuperación de la actividad económica y a la corrección y mejora de la gobernanza. Una interpretación certera tiene que poner el acento en la lógica concentradora, y por eso mismo excluyente, de los mercados; lógica que se ha impuesto con claridad en el denominado “proyecto comunitario” a las políticas redistributivas instrumentadas desde las instituciones.

Cuarenta años con el cuento del “mal menor”


kaosenlared.net

Cuarenta años con el cuento del “mal menor”


Por Manel Marco
Primero asfixian a la clase trabajadora haciéndonos pagar una crisis capitalista y luego se cargan lo poco que queda de izquierda para acabar quejándose de que el fascismo acapare apoyos cuando lo único que han hecho es retroalimentarse, eso sí, siempre al servicio del capital.   Si no votas va a ganar el fascismo, y […]

Primero asfixian a la clase trabajadora haciéndonos pagar una crisis capitalista y luego se cargan lo poco que queda de izquierda para acabar quejándose de que el fascismo acapare apoyos cuando lo único que han hecho es retroalimentarse, eso sí, siempre al servicio del capital.
Si no votas va a ganar el fascismo, y si no nos votas a nosotros también. Esta es la advertencia tan democrática, diversa y plural que circula durante estos días. Hasta hace unos años era la misma pero cambiando fascismo por derecha. A ver si tanto echar las culpas a los demás y resulta que algo tienen que ver quienes llevan cuarenta años con el cuento del mal menor.
Pasar del peligro de la derecha al del fascismo no es ninguna broma. No sé si habrá tenido algo que ver las constantes renuncias ideológicas, las “traiciones” a la clase obrera, el servilismo al capital y al imperialismo, o la derechización galopante junto a todo el arco parlamentario. Quién sabe. Los culpables de que el fascismo y la ultraderecha avance sin freno alguno somos quienes no nos tragamos su cuento. No sabemos votar ni taparnos la nariz cuando lo hacemos. Somos unos irresponsables por pensar que al fascismo se le combate de frente, tal y como nos ha enseñado la historia, y no derechizándonos y renunciando a la defensa de nuestros intereses de clase.

El caso es que sí, el fascismo está en auge y ante eso ahora vienen apelando a una especie de “frentepopulismo”. No han hecho otra cosa desde que la Fundación Friedrich Ebert (entre otros) les untase de pasta en los años 70’ para evitar una izquierda fuerte. Lo malo es que este “frentepopulismo” nada tiene que ver con el de los años 30. Este es el de captación del voto de las grandes empresas y multinacionales, de la banca, de los GAL, de las reformas laborales, los mass media, de las grandes privatizaciones, de la monarquía y del Vaticano. Esto es, nos dan a elegir entre el mal menor y el mal peor, una elección en la que al final siempre perdemos los mismos. Y para más inri nos cargan la responsabilidad y hasta nos insultan por no saber votar y tragar.
Primero asfixian a la clase trabajadora haciéndonos pagar una crisis capitalista y luego se cargan lo poco que queda de izquierda para acabar quejándose de que el fascismo acapare apoyos cuando lo único que han hecho es retroalimentarse, eso sí, siempre al servicio del capital.
Cuarenta años con el cuento del “mal menor” y así nos va.

Chavismocontraataque. ¿Cual podría ser el contrataque más eficaz del chavismo?


kaosenlared.net

Chavismocontraataque. ¿Cual podría ser el contrataque más eficaz del chavismo?


Desde hace tiempo la respuesta a esta pregunta de carácter estratégico ha sido una de mis preocupaciones más persistente y es oportuno recordar algunos párrafos fundamentales de uno de mis artículos sobre este tema escrito el 20 de febrero del 2014 con el título “VENEZUELA: EL CONTRATAQUE MÁS EFICAZ

“En Venezuela está decidiéndose el futuro próximo del proceso bolivariano y en buena medida el curso de la ola hacia la segunda independencia continental y las trasformaciones democráticas post-neoliberales, por lo que se hace necesario profundizar en el análisis de lo que acontece en ese país hermano y en las opciones que podrían cortar de raíz las recurrentes ofensivas contrarrevolucionaria de corte fascista y conjurar incluso los riesgos de un giro favorable a las derechas en el terreno electoral.”
“Es preciso mirar más allá de la curva y de esta coyuntura crítica, una más de una cadena desgastante y cada una más difícil de manejar que la anterior.”
“… pienso que el necesario contra-ataque revolucionario… debería fundamentalmente embestir en forma bien pensada y planeada contra el gran capital, sus grandes empresas y corporaciones, sus poderosos y mentirosos medios de comunicación, sus bancos, sus empresas importadoras, su apropiación del mercado, sus latifundios, sus anti-valores, sus universidades y colegios, su cultura, su ideología…
“…de esa gran matriz, de la burguesía transnacional y la gran burguesía dependiente, emana el alimento espiritual y material de la contrarrevolución, del fascismo en auge, de la guerra económica (desabastecimiento, sabotaje interno, parálisis inducidas, robo y distracción de divisas, soborno a la burocracia inescrupulosa, especulación…), y su perversa guerra mediática, para-militarismo, violencia callejera y conspiración militar bajo tutela CÍA, Pentágono, MOSAD.”
“Mucho se ha tardado en marcharle a ese problemón.”
“A ese monstruo -además de herirlo con el rescate de la soberanía, la recuperación y redistribución equitativa de la renta petrolera, los programas sociales, la toma del Estado a nombre de lo popular, el anti-imperialismo, la creación del ALBA y la CELAC, las proclamas anticapitalistas y pro-socialistas- hay que romperle inteligentemente el epiplón…, hay que expropiarlo progresivamente, hay que debilitarlo social y políticamente.”
“No hay de otra para desinflar definitivamente las viejas y las nuevas derechas políticas… que han escogido a Leopoldo López como líder de la sedición violenta y a Capriles como su eventual opción electoral, ambos fichas de un imperialismo fascistoide”.
“Parece agotarse ya la coexistencia de ese gran Estado distribuidor de una enorme renta petrolera (con cierto espíritu de justicia y gran sentido nacional y latino-caribeño), con esa poderosa burguesía privada y dependiente que fue desplazada de él, pero no liquidada…”
……….
“Ese Estado heredado del pasado y refundado en cierta medida bajo el liderazgo de Chávez para sentar las bases de una democracia participativa e integral, e incluso para legislar brillantemente como lo hizo en dirección a crear poder popular y comunal- al
seguirse reproduciendo solo en la lógica estatalita y rentista petrolera, siguió burocratizándose.”
“Anidó además en su seno una significativa y desgastante corrupción compartida por una parte de sus nuevos gestores, que se conformó con los enormes ingresos del petróleo, se anquilosó en sí mismo y en su extraordinaria capacidad de gastar para bien y para derrochar, y descuidó crear un modelo productivo en un periodo de fuerte consumismo y alza del volumen y los precios de las importaciones. Gastó mucho más de la cuenta en inversiones no reproductivas.”
“Ese Estado bolivariano, desde un liderazgo de profundo calado popular, fue empleado además en la construcción del partido de la revolución anhelada (PSUV) y terminó fundiéndolo con él y burocratizándolo en buena dimensión junto a una parte de las organizaciones sociales alimentadas con su paternalismo.”
“EL modelo económico, político, social y cultural resultante de esos procesos, está en crisis y bajo un intenso bombardeo desestabilizador.”
“De todas maneras es muy riesgoso persistir en su continuidad tal y como ha evolucionado e involucionado ese modelo y todo el sistema establecido, y pienso que el Comandante Chávez captó el peligro, que ahora es mayor, cuando precedido del ALÓ PRESIDENTE AUTOCRÍTICO en la presentación del PLAN DE LA PATRIA, instó al GOLPE DE TIMÓN en estos y otros términos parecidos:
No nos llamemos a engaño: la formación socioeconómica que todavía prevalece en Venezuela es de carácter capitalista y rentista. Ciertamente, el socialismo apenas ha comenzado a implantar su propio dinamismo interno entre nosotros. Éste es un programa precisamente para afianzarlo y profundizarlo; direccionado hacia una radical supresión de la lógica del capital que debe irse cumpliendo paso a paso, pero sin aminorar el ritmo de avance hacia el socialismo.
Este es un programa que busca traspasar “la barrera del no retorno”.
Para explicarlo con Antonio Gramsci, lo viejo debe terminar de morir definitivamente, para que el nacimiento de lo nuevo se manifieste en toda su plenitud.
La coherencia de este Programa de Gobierno responde a una línea de fuerza del todo decisiva: nosotros estamos obligados a traspasar la barrera del no retorno, a hacer irreversible el tránsito hacia el socialismo…
Para avanzar hacia el socialismo, necesitamos de un poder popular capaz de desarticular las tramas de opresión, explotación y dominación que subsisten en la sociedad venezolana, capaz de configurar una nueva sociedad desde la vida cotidiana donde la fraternidad y la solidaridad corran parejas con la emergencia permanente de nuevos modos de planificar y producir la vida material de nuestro pueblo. Esto pasa por pulverizar completamente la forma de Estado burguesa que heredamos, la que aún se reproduce a través de sus viejas y nefastas prácticas, y darle continuidad a la invención de nuevas formas de gestión política.
(Hasta aquí los fragmentos extraídos del artículo VENEZUELA: EL CONTRATAQUE MÁS EFICAZ, del 20 de febrero del 2014)
———————————————————–
¿Qué les parece todo esto cinco años después?
Esas directrices de Chávez fueron relegadas y de nuevo la crisis repuntó bajo el impacto de nuevos programas desestabilizadores fraguados por la asociación imperialista-derechista que opera desde Washington.
A nivel de Estado-gobierno, también con oscilaciones, aun reiterando el discurso socialista, en lo fundamental se optó a favor del modo capitalista de abordar la crisis económica actual (devaluaciones, políticas monetaristas, pactos con un empresariado súper-tramposo y en gran parte fascistoide, complacencias consumistas, indecisiones para penalizar las ganancias capitalistas y controlar divisas y palancas económicas en manos del capital privado…)
El declive continuó hasta que el nuevo proceso constituyente, concentrado en devolverle al soberano poder de decisión y de restructuración de un Estado gravemente afectado por el control logrado por las derechas venezolanas de la Asamblea Nacional, le dio oxigeno al proceso bolivariano y capacidad de recuperación de fuerza política al chavismo para dar el pleito en mejores condiciones.
Pero el GOLPE DE TIMÓN no fue completado, agravándose el deterioro del modelo en su vertiente económica-social y facilitando los efectos desgarrantes de la guerra económica desatada por EEUU y sus socios locales.
Ahora lo prioritario –y todavía hay fuerza y condiciones para hacerlo- es derrotar la estrategia de golpe e invasión imperialista o, en su defecto, empantanar la agresión.
Pero nueva vez es fundamental proponerse erradicar la base social capitalista de la subversión imperialista y todo el andamiaje que le da sustento a las derechas y a la contrarrevolución interna.
De lo contrario, cualquier respiro, cualquier victoria táctica o cualquier salida pactada favorable, durará poco. La crisis y la confrontación habrán de repollar como ha sucedido en innumerables ocasiones anteriores.
El GOLPE DE TIMÓN, que equivale a socialización de la propiedad, autogestión, co-gestión, poder popular e internacionalismo revolucionario, incluido el reemplazo del Estado burocrático por las comunas, resulta cada vez más imprescindible para salvar el proceso hacia la revolución dentro y fuera de las fronteras venezolanas.
Santo Domingo, RD 17-02-2019

La ayuda humanitaria prepara la invasión militar


kaosenlared.net

La ayuda humanitaria prepara la invasión militar


Latinoamérica es la reserva obligada, el bastión del que se vale la clase dominante estadounidense para mantener su alto nivel socioeconómico. Eso no lo va a soltar rápidamente. De aquí que lo controla al milímetro, para lo que tiene instadas más de 70 bases militares en la zona.

Por Marcelo Colussi
La prensa mundial, haciendo el coro a las usinas mediáticas que genera Washington, han convertido a la República Bolivariana de Venezuela en el plato fuerte del día. Por supuesto que no en ánimo laudatorio: por el contrario, lo que se dice del “régimen castro-comunista” del dictador Nicolás Maduro son las peores barbaridades. Según esa avalancha monumental de “noticias”, lo que sucede en el país caribeño es una crisis de proporciones dantescas, con población famélica que huye desesperada de una dictadura sangrienta.
No olvidemos nunca: dictaduras fueron las de Franco en España (que hacía rezar el rosario cada atardecer), la dinastía Somoza en Nicaragua (“Anastasio Somoza: un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”, según el presidente estadounidense Roosevelt), Pinochet en Chile, Batista en Cuba, Videla en Argentina (con 30,000 desaparecidos), Idi Amín en Uganda (que se comía el hígado de sus adversarios políticos). En Venezuela hay elecciones democráticas periódicas, libertad de expresión, la economía no está planificada y rige el mercado, no hay cárceles clandestinas. ¿Qué dictadura?
La crisis que vive hoy el país se debe, quizá en parte a políticas que podrían revisarse en lo interno de la Revolución Bolivariana (se persiste en el rentismo petrolero), pero fundamentalmente a un ataque inmisericorde de Estados Unidos, que busca a toda costa revertir el proceso en curso.
La crisis, realmente existente, que incomoda a diario a los venezolanos y que hizo que muchos se marcharan por las penurias cotidianas que se atraviesan, se implementó para generar un clima de malestar ciudadano (colapso económico) que termine estallando, produciendo la salida de la administración chavista. Pero, ¿por qué esa crisis?
Pueden ser aleccionadores al respecto, para entender cómo se moldea a la opinión pública (VER FOTO ut supra, “Maduro narcodictador provoca crisis humanitaria, AUDIO 1), y cómo es posible y necesario oponer otra explicación de los hechos (la crisis es una estrategia injerencista, AUDIO 2), escuchar los dos audios que acompañan al presente escrito: el de un médico venezolano y el de un colega argentino que le responde.
¿Por qué la crisis? ¿Quién se beneficia de ella?
Obviamente, la población no. Quedarse, sin embargo, solo con la descripción de los hechos viendo en el gobierno bolivariano a una suma de aprovechados que están saqueando al país mientras la población sufre penurias, es una absoluta falsedad. Sin dudas que faltan artículos de primera necesidad: alimentos, medicinas, elementos de aseo personal, todo lo cual torna la vida diaria un verdadero calvario. Pero hay que entender que todo ello tiene un propósito: terminar el experimento bolivariano. A partir de esta situación crítica, la pretendida “ayuda humanitaria” parece una muy generosa medida. De todos modos, seamos cautos: atrás de esa supuesta ayuda, viene la intervención militar. Y es la Casa Blanca, por medio de gente de ultraderecha representante de las grandes empresas de ese país (el presidente Donald Trump, el Asesor de Seguridad Nacional John Bolton, el Encargado Especial para Venezuela Elliot Abrams) quienes hoy insisten en mantener la inmoral presión sobre la patria de Bolívar.
Hay al menos tres razones para ello:
Razones económicas
Para su desgracia, Venezuela tiene una fenomenal reserva de petróleo (300,000 millones de barriles), lo que puede significar una fuente energética para terminar este siglo, manteniéndose el consumo actual. Y tiene a Estados Unidos muy cerca. La potencia del norte es un gigante industrial y militar, por lo que su consumo de oro negro es, por lejos, el más alto del mundo: 20 millones de barriles diarios (quien le sigue, China, consume solo la mitad: 10 millones de barriles).
Ese monumental consumo se abastece, en parte, con las reservas propias (el 60% de su consumo sale de su subsuelo); el resto debe importarlo (Golfo Pérsico y otros países de América). Venezuela, gran productor, le aporta el 12% de su consumo. Hoy por hoy, el país caribeño no es el principal proveedor para Estados Unidos, pero sus reservas son estratégicas. Disponer de ellas es el sueño de la clase dirigente norteamericana, y en particular de sus empresas petroleras. Lo dijo estos días John Bolton, sin ninguna vergüenza: “ Haría una gran diferencia para Estados Unidos económicamente si pudiéramos tener compañías petroleras estadounidenses invirtiendo y produciendo petróleo en Venezuela ”. ¿Por qué? Porque ese gigantesco país (o mejor dicho, su clase dirigente) no quiere depender de seguir comprando petróleo fuera, sino ser ellos quienes lo explotan. En otros términos: apropiarse de las reservas venezolanas como propias, y negociar. El negocio es grande, sin dudas; y las megaempresas no desean perderlo.
Con esto tendrían asegurado un botín fabuloso sus corporaciones energéticas (Exxon-Mobil, Chevron-Texaco, ConocoPhillips, Halliburton, etc.), y Estados Unidos estaría en mucho mejor condición de competir en el mercado global. Podría lograr, incluso, si puede agenciarse de una vez de esas reservas vedadas hoy por un gobierno nacionalista, hacer que Venezuela salga de la OPEP, con lo que podría ser Wall Street a sus anchas quien ponga el precio del crudo. Por otro lado, llevar petróleo desde Venezuela, ubicada a 2,000 kilómetros de su país, a Washington le conviene infinitamente más que importarlo desde el Golfo Pérsico, a 12,000 kilómetros.
Junto a ello, además del oro negro, existen otros recursos naturales ubicados en territorio venezolano a los que la Casa Blanca guarda especial apetito: enormes reservas de gas natural, de oro, de bauxita, de coltán y de minerales estratégicos como niobio y torio. Además, existe abundante agua dulce (bien cada vez más escaso y apetecido por la voracidad del principal mercado mundial), así como biodiversidad de la selva amazónica (de donde pueden extraerse materias primas para medicamentos y alimentos).
En definitiva, Estados Unidos, en nombre de la tristemente célebre Doctrina Monroe (“América para los americanos”… del Norte) sigue considerando que Latinoamérica es su reservorio natural de materias primas. La pretendida ayuda humanitaria que enviaría para paliar la “crisis humanitaria” esconde el propósito de sentar cabezas de playa militares en territorio bolivariano. La opción bélica, con la ayuda de algunos países títeres, sería lo que les puede devolver la potestad sobre esta tierra, ahora libre y soberana desde el inicio de la Revolución Bolivariana.
Razones políticas
Justamente esa libertad y esa soberanía que empezó a tomar cuerpo con la llegada de Hugo Chávez a la presidencia en 1998, es una afrenta para la geoestrategia hemisférica de la Casa Blanca. En esta zona que siempre consideró como propia, donde hace y deshace a su entero arbitrio, la insolencia de un gobierno que levanta la voz y le habla de tú a tú, es inconcebible. Por eso, como con cada proceso emancipador que se ha dado en Latinoamérica, la respuesta de Washington es contundente: ataque furioso.
Hechos similares hay demasiados a lo largo de la historia de estos 100 últimos años: la rebelión de Sandino en Nicaragua, una revolución democrática y antiimperialista en Guatemala en 1944, el socialismo de Salvador Allende en Chile, el progresismo de Jean Bertrand Aristide en Haití, la afrenta de Cuba socialista, la de la Nicaragua sandinista en 1979, o procesos apenas tibios que le confrontan, siempre, en todos los casos, tuvieron como respuesta la agresión estadounidense, más o menos sangrienta. Lo hizo de distintas maneras, desde su intervención directa hasta propiciando golpes de Estado cruentos. Hoy día, lo hace con golpes de Estado “suaves”, con bloqueos económicos, con desprestigio mediático que prepara condiciones para “revoluciones de colores”.
Contra la Revolución Bolivariana probó de todo: secuestro del presidente Chávez, paro petrolero, look out patronal, guarimbas, guerra económica. Ahora, recientemente, con esta maniobra de un autoproclamado presidente paralelo. De momento ninguna artimaña le funcionó, siempre en conjunción con la derecha vernácula. En este momento los tambores de guerra comienzan a sonar, y no se descarta la posibilidad de una intervención militar, del propio Estados Unidos así como de una coalición de países títeres. Hecho el balance realista de fuerzas, Washington de momento no se embarca en una guerra directa. Ello, de todos modos, no se descarta. Una servicial OEA, con un impresentable Secretario General (Luis Almagro) pro invasión, es su caja de resonancia perfecta.
Como sea, con la opción que sea, es claro que para la hegemonía territorial de Washington la Revolución Bolivariana es una insoportable piedra en el zapato que no le permite actuar económicamente como quisiera, y que envía un mensaje de unidad latinoamericana antiimperialista, muy peligroso para la política injerencista norteamericana. Por lo pronto, está intentando salirse de la zona del primado del dólar, negociando su petróleo en otras monedas, como el yuan chino, o el rublo ruso. Eso constituye una de las peores afrentas para Estados Unidos, que basa su poderío económico y político en su propia moneda, pues desde hace años abandonó el patrón-oro como regla universal. Cuestionar el dólar es cuestionar su hegemonía. Y Venezuela lo está haciendo.
Razones geoestratégicas
Siguiendo aquello de la Doctrina Monroe, Estados Unidos hace más de un siglo que hace de Latinoamérica y la región del Mar Caribe su natural patio trasero. De aquí extrae (roba) materias primas, productos primarios a muy bajo costo, mano de obra barata que llega a su territorio buscando el “sueño americano”, al par que es la región cautiva para colocar sus productos industriales y servicios varios. Pero por otro lado, el subcontinente paga cantidades inconmensurables de dinero a los organismos crediticios internacionales (Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial), siempre liderados por Estados Unidos, en calidad de servicio de las impagables y eternas deudas externas.
Por todo ello, Latinoamérica es la reserva obligada, el bastión del que se vale la clase dominante estadounidense para mantener su alto nivel socioeconómico. Eso no lo va a soltar rápidamente. De aquí que lo controla al milímetro, para lo que tiene instadas más de 70 bases militares en la zona.
Curiosamente, la más grande de todas se está construyendo en Honduras, cerca de las reservas petrolíferas de Venezuela. Está más que claro que Latinoamérica es considerada por la geoestrategia de la Casa Blanca como un lugar vital. Pero está sucediendo algo en estos últimos años: tanto Rusia (gran potencia militar) como China (enorme potencia económica) están disputándole hegemonía al imperio estadounidense. Lo que, caído el Muro de Berlín y aparentemente terminada la Guerra Fría, parecía un mundo unipolar, con Washington como amplio dominador, ya no es exactamente así hoy día. Estas dos potencias, en una alianza estratégica, constituyen una pesadilla para los planes de dominación global del país del Norte.
Si algo tiene Latinoamérica, es su posición de proveedor de todo lo anteriormente expuesto para el pillaje norteamericano: productos primarios, deuda externa, mano de obra barata. Es por ello que para su gobierno, la tarea principal consiste, como lo dijera el otrora Secretario de Estado Colin Powell, en “ garantizar para las empresas estadounidenses el control de un territorio que va del Ártico hasta la Antártida y el libre acceso, sin ningún obstáculo o dificultad, a nuestros productos, servicios, tecnología y capital en todo el hemisferio ”. La Doctrina Monroe evidentemente se la toman muy en serio: nadie debe osar meterse en estas tierras.
El mundo, de todos modos, no es como uno quiere, sino que obedece a fuerzas que van para los lugares más inimaginables. Hoy día estos dos países lejanos, Rusia y China, están teniendo un acelerado proceso de penetración en la región. Con su poderío económico la República Popular China, con su poderío militar la Federación Rusa, ambos muestran que el mundo, quiérase que no, no es unilateral según los ideólogos de Washington.
Ambos países tienen sentados sus reales en Venezuela, a quien toman como socio. Eso espanta a los halcones que dirigen el país norteamericano. Para su lógica es inconcebible que en su propio lugar “natural” un enemigo ose levantarles la voz. Ello significa, sin más trámites, que la hegemonía absoluta del Tío Sam ya no es tal.
China es hoy el principal prestamista para la economía venezolana, negociando el petróleo caribeño en moneda asiática. En tanto que Rusia tiene importantes aprestos bélicos en la patria de Bolívar, incluso con material atómico, posible de ser usado en el caso de una eventual guerra contra Estados Unidos.
_______
Por todo lo anterior es imprescindible levantar la autonomía y soberanía de la República Bolivariana de Venezuela, como nación independiente que no necesita de ninguna “ayuda humanitaria”, que podrá traer luego la invasión armada. Con todos los defectos y errores que pueda tener la Revolución, es imperativo defender su estatuto de Estado independiente. ¿En nombre de qué Estados Unidos se arroga el derecho de decidir sobre los destinos de este país? Solo en nombre de las gigantescas empresas a quien defiende la Casa Blanca.
mmcolussi@gmail.com
https://www.facebook.com/marcelo.colussi.33
https://mcolussi.blogspot.com/
Rebelión

‎¿Pueden Venezuela y sus vecinos ‎sobrevivir a la guerra que ya se anuncia?‎, por Thierry Meyssan


voltairenet.org

‎¿Pueden Venezuela y sus vecinos ‎sobrevivir a la guerra que ya se anuncia?‎, por Thierry Meyssan

Thierry Meyssan,



‎ ‎
JPEG - 66.3 KB

Venezuela se divide hoy entre la legitimidad del presidente de la República constitucionalmente electo, Nicolás Maduro, y la del presidente de la Asamblea Nacional, Juan ‎Guaidó. ‎
Guaidó se autoproclamó «presidente encargado de Venezuela», invocando los artículos 223 y ‎‎233 de la Constitución. Pero basta con leer ambos artículos para comprobar que no se aplican a ‎la situación existente en Venezuela y que no es posible invocarlos para legitimar la posición que ‎Guaidó pretende reclamar. A pesar de ello, Estados Unidos, los países del «Grupo de Lima» y ‎ciertos gobiernos de países miembros de la Unión Europea afirman que Juan Guaidó tiene derecho ‎a la función que pretende usurpar. ‎
Entre quienes respaldan al presidente Nicolás Maduro, algunos aseguran que Washington está ‎reproduciendo el derrocamiento de un gobierno de izquierda, según el modelo de lo que ‎Estados Unidos hizo contra el presidente chileno, Salvador Allende, en 1973, bajo la ‎administración de Richard Nixon. ‎
Otros, luego de ver las revelaciones de Max Blumenthal y Dan Cohen sobre el historial de Juan ‎Guaidó [1], piensan, al contrario, que se trata de una ‎‎«revolución de color», como las que ya vimos bajo la presidencia de George W. Bush. ‎
En todo caso, ante la agresión de un enemigo mucho más fuerte que nosotros es crucial ‎identificar sus objetivos y entender los métodos que utiliza. Sólo tienen posibilidades de sobrevivir ‎quienes sean capaces de prever los golpes que van a recibir. ‎

Tres hipótesis predominantes


Es completamente lógico que los latinoamericanos comparen lo que están viviendo a lo que ya ‎vivieron en el pasado, como el golpe de Estado de 1973 en Chile. Pero sería arriesgado para ‎Washington tratar de reproducir el escenario aplicado contra Chile hace 46 años. Sería un error ‎porque todo el mundo conoce hoy los detalles de aquella manipulación. ‎
Al mismo tiempo, la revelación de los vínculos de Juan Guaidó con la National Endowment for ‎Democracy (NED) y con el equipo del estadounidense Gene Sharp hace pensar en una «revolución ‎de color», y más aún teniendo en cuenta que ya hubo en Venezuela una operación de ese tipo, ‎en 2007, cuando terminó en un fracaso. Pero, una vez más, sería arriesgado para Washington ‎tratar de aplicar nuevamente un plan que ya fracasó hace 12 años. ‎
Para entender las intenciones de Washington, debemos empezar por conocer su plan de batalla. ‎
El 29 de octubre de 2001, o sea mes y medio después de los atentados registrados en ‎Nueva York y el Pentágono, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld creó una estructura ‎llamada Office of Force Transformation (Oficina de Transformación de la Fuerza) cuya misión ‎consistiría en revolucionar las fuerzas armadas estadounidenses, cambiar su mentalidad para que ‎respondiesen a un objetivo radicalmente nuevo tendiente a garantizar la supremacía de ‎Estados Unidos a nivel mundial. Rumsfeld puso esa tarea en manos del almirante Arthur ‎Cebrowski, quien ya había trabajado en la creación de una red digital que abarcaba todas las ‎unidades militares y había participado, en los años 1990, en la elaboración de una doctrina de la ‎guerra en red (Network-centric warfare) [2].‎
El almirante Cebrowski llegaba con una estrategia ya elaborada que presentó no sólo en el ‎Pentágono sino en casi todas las academias militares estadounidenses. A pesar de su importancia, ‎su trabajo interno en las fuerzas armadas no se conoció hasta que se publicó un artículo en la ‎revista Vanity Fair. La argumentación de Cebrowski fue publicada por su asistente, Thomas ‎Barnett [3]. ‎Por supuesto, esos documentos no son obligatoriamente fieles al pensamiento imperante en el ‎Pentágono, pensamiento que ni siquiera tratan de explicar, limitándose a justificarlo. En todo ‎caso, la idea principal es que Estados Unidos debe tomar el control de los recursos naturales de ‎la mitad del mundo, no para utilizarlos para sí mismo sino para estar en posición de decidir quién ‎podrá utilizarlos. Para lograr ese objetivo, tendrá que destruir en esas regiones cualquier poder ‎político que no sea el de Estados Unidos y acabar con las estructuras mismas de los Estados en ‎los países existentes en esas regiones. ‎
Oficialmente, nunca se inició la aplicación de esa estrategia. Pero lo que estamos viendo desde ‎hace 20 años coincide precisamente con lo que se describe en el libro de Barnett. ‎
Primeramente, en los años 1980 y 1990, tuvo lugar la destrucción de la región africana de los ‎‎«Grandes Lagos». Lo que se recuerda de aquello es el episodio del genocidio perpetrado en ‎Ruanda y sus 900 000 muertos, pero el hecho es que toda la región fue devastada por una serie de ‎guerras que arrojaron un total de 6 millones de muertos. Resulta sorprendente comprobar que, a ‎‎20 años de aquellos hechos, numerosos países de la región aún no logran restaurar su soberanía ‎sobre el conjunto de sus territorios. Ese episodio es anterior a la doctrina Rumsfeld-Cebrowski, ‎así que no sabemos si el Pentágono había previsto lo que allí sucedió o si concibió su plan ‎mientras destruía aquellos Estados. ‎
Posteriormente, en los años 2000 y 2010, vino la destrucción del «Medio Oriente ampliado», ya ‎después de la doctrina Rumsfeld-Cebrowski. Por supuesto, es posible creer que lo sucedido en ‎esta otra región fue una sucesión de intervenciones «democráticas», de guerras civiles y de ‎revoluciones. Pero, además de que las poblaciones implicadas cuestionan la narración dominante ‎de esos acontecimientos, también podemos comprobar en este caso que las estructuras de los ‎Estados fueron destruidas y que no ha sido posible restaurar la paz después del fin de las ‎operaciones militares. Actualmente, el Pentágono está retirándose del «Medio Oriente ‎ampliado» y se prepara para desplegarse en la «Cuenca del Caribe». ‎
Una buena cantidad de elementos demuestran que nuestra comprensión anterior de las guerras de ‎George W. Bush y de Barack Obama era incorrecta y que esos mismos elementos corresponden a ‎la perfección con la doctrina Rumsfeld-Cebrowski. Esta lectura de los hechos no es por tanto ‎resultado de una coincidencia con la tesis de Barnett y nos obliga a revisar bajo otro ángulo todo ‎lo que hemos visto. ‎
Si adoptamos esta manera de pensar, tenemos que plantearnos que el proceso de destrucción de ‎la Cuenca del Caribe comenzó con el decreto del presidente Barack Obama, emitido el 9 de marzo ‎de 2015, según el cual Venezuela amenaza la seguridad nacional de los Estados Unidos de ‎América [4]. Puede parecer que eso pasó hace mucho tiempo, pero no es así. Basta recordar que ‎el presidente George W. Bush firmó la Syrian Accountabilit Act en 2003, pero las operaciones ‎militares contra Siria comenzaron 8 años más tarde, en 2011. Era el tiempo que necesitaba ‎Washington para crear las condiciones necesarias para la agresión. ‎

Los ataques contra la izquierda
anteriores a 2015


Si este análisis es correcto tenemos que plantearnos que los acontecimientos anteriores a 2015 –‎el golpe de Estado de 2002 contra el presidente Hugo Chávez, el intento de revolución de color ‎de 2007, la Operación Jericó en febrero de 2015 y las primeras guarimbas ‎ [5]‎ respondían a una ‎lógica diferente, mientras que lo sucedido después (el terrorismo de las guarimbas, en 2017) ‎es parte del plan actual. ‎
Mi reflexión se basa también en el conocimiento que he acumulado sobre esos elementos. ‎
Por ejemplo, en 2002 publiqué un análisis del golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez y ‎relataba el papel de Estados Unidos detrás de FEDECAMARAS –la organización de los patrones ‎venezolanos [6]. El presidente Hugo Chávez quiso verificar lo que yo había escrito y envió dos ‎emisarios a verme en París. Uno de ellos fue promovido a general y el otro es hoy una de las ‎principales personalidades de la República Bolivariana. El fiscal Danilo Anderson utilizó mi trabajo ‎en sus investigaciones y fue asesinado por la CIA en 2004. ‎
Por otro lado, en 2007, estudiantes trotskistas iniciaron un movimiento contra la decisión de ‎no renovar la licencia de RCTV, una estación de radio y televisión que transmitía en Caracas. Hoy ‎sabemos, gracias a Blumenthal y Cohen, que en aquella época Juan Guaidó ya estuvo implicado en ‎aquel movimiento y que recibió entrenamiento de discípulos del teórico de la no violencia Gene ‎Sharp. En vez de reprimir los excesos de aquel movimiento, lo que hizo el presidente Hugo ‎Chávez –en ocasión de la firma de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América ‎‎(ALBA), el 3 de junio– fue leer a los participantes un artículo que yo escrito sobre Gene Sharp y su ‎concepción de la no violencia al servicio de la OTAN y de la CIA [7]. Al darse cuenta de que habían sido manipulados, ‎numerosos manifestantes abandonaron la protesta. Sharp trató de negar torpemente los hechos, ‎escribiéndole al presidente Hugo Chávez y a mí mismo. Y logró crear cierta confusión en el ‎seno de la izquierda estadounidense, donde era visto como una personalidad respetable y ‎no vinculada al gobierno de Estados Unidos. El profesor Stephen Zunes asumió la defensa de ‎Sharp pero, ante el peso de las pruebas, Sharp acabó cerrando su instituto y dejando el espacio a ‎Otpor y al Canvas [8].‎
Volvamos ahora al periodo actual. Por supuesto, el reciente intento de asesinato contra el ‎presidente Nicolás Maduro hace pensar en todo lo que se hizo para acabar con el presidente ‎chileno Salvador Allende. También es cierto que las manifestaciones convocadas por el presidente ‎de la Asamblea Nacional Juan Guaidó hacen pensar en una revolución de color. Pero eso ‎no contradice mi análisis. Hay que recordar que en Libia hubo un intento de asesinato ‎contra Kadhafi poco antes del inicio de las operaciones militares contra la Yamahirya. ‎En Egipto, cuando los discípulos de Gene Sharp dirigieron las primeras manifestaciones contra ‎el presidente Hosni Mubarak, incluso distribuyeron una versión en árabe del manual que ya habían ‎utilizado en otros países [9]. Sin embargo, como lo demostraron los acontecimientos posteriores, en Egipto ‎no se trataba de un golpe de Estado ni de una revolución de color. ‎

Prepararse para la guerra


Si mi análisis es correcto –y por ahora todo parece indicar que sí lo es– hay que prepararse para ‎una guerra, no sólo en Venezuela sino en toda la Cuenca del Caribe. Nicaragua y Haití también ‎están desestabilizados. ‎
Esa guerra será impuesta desde el exterior. Su objetivo ya no será derrocar gobiernos de ‎izquierda para reemplazarlos por los partidos de derecha, aunque así lo indiquen las apariencias. ‎En el desarrollo de los acontecimientos se perderán las distinciones entre esos bandos. Poco ‎a poco, todos los sectores de la sociedad se verán amenazados, sin distinción de ideología ni de ‎clase social. ‎
Asimismo, los demás países de la región no podrán mantenerse al margen para escapar a la ‎tempestad. Los que crean que lograrán protegerse sirviendo de base de retaguardia a las ‎operaciones militares también serán parcialmente destruidos. Deben saber que, aunque la prensa ‎raramente menciona esto, ciudades enteras han sido arrasadas en la región de Qatif, en Arabia ‎Saudita, a pesar de que ese país es el principal aliado de Washington en el «Medio Oriente ‎ampliado». ‎
Según el esquema ya visto en los conflictos de la región africana de los Grandes Lagos y en el ‎Medio Oriente ampliado, esa guerra se desarrollaría por etapas:‎
- En primer lugar, destrucción de los símbolos del Estado moderno, con ataques ‎contra monumentos históricos o museos dedicados a la memoria de Hugo Chávez. Son acciones ‎que pueden no causar víctimas pero que atentan contra la conciencia colectiva de la población.
- Introducción de armas y financiamiento para la organización de “manifestaciones” que acabarán ‎en actos de violencia. La prensa dominante divulgará a posteriori explicaciones imposibles de ‎verificar sobre los crímenes, que serán atribuidos al gobierno como actos de represión contra ‎pacíficos manifestantes. Como lo que se busca es sembrar la división, es importante que ‎la policía crea haber sido tiroteada por la multitud y que la multitud crea al mismo tiempo que ‎la policía ha disparado contra ella.
- La tercera etapa consiste en organizar sangrientos atentados por todo el país. Eso requiere muy ‎pocas personas, basta con dos o tres equipos que circulen a través del país ‎[Este esquema ya fue utilizado con éxito contra Libia y Siria.]]‎.
- Sólo entonces será útil el envío de mercenarios extranjeros. En las guerras más recientes, ‎Estados Unidos envió a Irak y Siria al menos 130 000 extranjeros, a los que se agregaron unos ‎‎120 000 elementos armados locales. Se trata de ejércitos muy numerosos pero mal entrenados. ‎
El ejemplo de Siria demuestra que es posible defenderse. Pero hay medidas que deben adoptarse ‎urgentemente:
- Por iniciativa del general Jacinto Pérez Arcay y del presidente de la Asamblea Nacional ‎Constituyente, Diosdado Cabello, oficiales superiores venezolanos ya estudian las nuevas formas de lucha (la guerra ‎de 4ª generación). Pero sería importante enviar delegaciones militares a Siria para que sus ‎miembros puedan comprobar en el terreno cómo se desarrollaron los acontecimientos. Esto es ‎muy importante ya que este tipo de guerra no se parece a las anteriores. Por ejemplo, ‎en Damasco –la capital siria– la mayor parte de la ciudad está intacta, pero algunos barrios están ‎totalmente devastados, como Stalingrado después de la arremetida de los nazis. Eso implica el uso ‎de técnicas especiales de lucha.
- Es fundamental instaurar la unión nacional entre todos los patriotas. El presidente debe lograr ‎una alianza con la oposición nacional e incluir en su gobierno a algunos de sus líderes. ‎No se trata de encontrar o no simpático al presidente Maduro. Lo que se impone en la actual ‎coyuntura es luchar junto a él para salvar el país.
- El ejército debe formar una milicia popular. En Venezuela ya existe una, con unos 2 millones de ‎combatientes, pero no parece estar entrenada. Los militares rechazan generalmente la idea de ‎poner armas en manos de los civiles, pero los habitantes de un barrio son los más indicados ‎para defenderlo, precisamente porque conocen a todos sus habitantes.
- Será necesario emprender importantes trabajos de fortificación alrededor de los edificios del ‎Estado, de las sedes de los cuerpos armados y de los hospitales, en aras de garantizar su ‎seguridad a toda costa. ‎
Son medidas que deben adoptarse urgentemente, sobre todo porque concretarlas es complicado ‎y lleva tiempo… y el enemigo está ya casi listo. ‎

El acercamiento entre París y Berlín, por Thierry Meyssan


voltairenet.org

El acercamiento entre París y Berlín, por Thierry Meyssan

Thierry Meyssan,

JPEG - 63.7 KB
‎ Uno de los principios básicos de la ONU es que cada Estado y cada pueblos son libres, iguales e ‎independientes. Esa es la gran diferencia entre la Organización de las Naciones Unidas y su ‎predecesora, la Sociedad de Naciones (SDN). Esta última siempre se negó a reconocer la igualdad ‎entre los pueblos, para permitir que perdurase el sistema de la colonización. ‎
Cada Estado miembro de la ONU dispone de un voto único y con el mismo valor que el de los ‎demás Estados miembros. Por consiguiente, Estados Unidos no pudo incluir en la ONU a los ‎‎50 Estados que componen la Unión norteamericana y la URSS tampoco pudo incluir a las ‎‎15 Républicas soviéticas. Habría sido injusto que Estados Unidos tuviese en la ONU 50 votos y ‎que la URSS tuviese 15 votos mientras que los demás Estados miembros tenían cada uno un solo ‎voto. ‎
Pero Francia y Alemania, países que deben asumir la presidencia rotatoria del Consejo ‎de Seguridad de la ONU en marzo y abril respectivamente, acaban de anunciar que ejercerán esa ‎presidencia de manera conjunta. Aunque no fue precisado, eso parece indicar que las ‎delegaciones de Francia y de Alemania defenderán las mismas posiciones sobre todos los temas ‎que han de discutirse en el Consejo de Seguridad. Por consiguiente, la política exterior de estos ‎dos Estados ya no será libre ni independiente en relación con el otro. ‎
Ninguna organización basada en la igualdad entre sus miembros puede sobrevivir a este tipo de ‎coalición. ‎
Esta cuestión ya se ha planteado, desde 1949 y la creación de la OTAN. Los Estados miembros de ‎la alianza atlántica están comprometidos a responder de manera colectiva ante toda agresión ‎contra cualquiera de ellos. Para garantizar ese tipo de respuesta, los países miembros de la OTAN ‎aceptaron una forma de organización que de hecho los somete a la autoridad de ‎Estados Unidos, país que ejerce sistemáticamente todas las funciones fundamentales en el seno ‎de la alianza, comenzando por el cargo de Comandante Supremo Aliado en Europa [1]. ‎
Al surgir la OTAN, la Unión Soviética denunció la creación de un bloque cuyos miembros no eran ‎libres ni independientes. Posteriormente, en 1968, la URSS invadió Checoslovaquia ‎argumentando que los países miembros del Pacto de Varsovia no podían alejarse de la doctrina ‎comunista común de ese bloque militar. Hoy en día ya no existe el totalitarismo soviético, pero ‎sigue presente el totalitarismo estadounidense. ‎
Aunque la mantuvo en la alianza atlántica, el presidente francés Charles De Gaulle retiró ‎a Francia del Mando Integrado de la OTAN, a mediados de los años 1960, precisamente porque ‎no quería que las fuerzas armadas francesas estuviesen bajo las órdenes de Estados Unidos. ‎Esa sabia decisión de De Gaulle fue abrogada por el presidente Nicolas Sarkozy y Francia volvió al ‎Mando Integrado de la OTAN en 2009. ‎
El gobierno de Francia afirma que ejercer la presidencia del Consejo de Seguridad conjuntamente ‎con Alemania no significa que ambos países vayan a fusionar sus escaños en la ONU. ‎Sin embargo, a partir del mandato presidencial de Nicolas Sarkozy, los ministerios de Relaciones ‎Exteriores de Francia y Alemania comenzaron a reducir su personal y a encargar sus embajadas de ‎iniciar un proceso de repartición de funciones. ‎
Ese acercamiento franco-alemán se interrumpió bajo la presidencia de Francois Hollande y ‎durante el primer año del mandato presidencial de Emmanuel Macron, debido a alianza militar con ‎el Reino Unido planteada por el ya ex presidente Jacques Chirac. Pero se reinició a raíz del ‎Brexit, cuando Londres comenzó a prepararse para iniciar otras alianzas. ‎
La posible fusión de las políticas exteriores de Francia y Alemania plantea varios problemas. ‎En primer lugar, sólo es posible si también se produce una fusión entre sus fuerzas armadas, ‎sin lo cual no sería creíble, idea ya planteada en 1995 por el entonces primer ministro francés ‎Alain Juppé. Eso pondría a Alemania en situación de tomar decisiones sobre el uso del ‎armamento nuclear de Francia. Fue precisamente eso lo que planteó el Parlamento alemán ‎en 2017 y esa es actualmente la posición del director de la Conferencia de Seguridad de Munich, ‎Wolfgang Ischinger [2]. Es por esa ‎razón que el presidente francés Emmanuel Macron ha hablado de un ejército europeo en términos ‎diferentes a los que plantea el proyecto de Comunidad Europea de Defensa de 1954, para ‎propiciar in fine una fusión de las fuerzas armadas de Francia y Alemania. En segundo lugar, ‎adoptar la misma política exterior y en materia de defensa supone que ambos países persigan los ‎mismos objetivos e intereses. Eso es lo que están tratando de hacer París y Berlín con el ‎despliegue de fuerzas conjuntas en el Sahel –de manera legal– y en Siria –ilegalmente. ‎
En vez de dar lugar al surgimiento de un nuevo Estado, el acercamiento entre Francia y Alemania ‎consagraría su dependencia de Washington: actualmente, las fuerzas armadas de Francia ‎y Alemania son miembros del Mando Integrado de la OTAN, donde obedecen al mismo ‎Comandante Supremo, designado por el presidente de Estados Unidos. Por cierto, es este amo ‎común quien ha mantenido la paz entre Francia y Alemania. No hace mucho, las fuerzas ‎especiales de estos dos países luchaban secretamente una contra la otra en la ex Yugoslavia, ‎donde los franceses estaban del lado de los serbios mientras que los alemanes apoyaban a los ‎croatas. Sólo dejaron de luchar entre sí cuando Washington impuso su propio enfoque. ‎
Con su intento de fusionar Alemania y Francia, los dirigentes de ambos países ignoran las ‎realidades humanas de sus naciones. Confunden además la reconciliación entre los pueblos, ya ‎concretada por sus predecesores, con el acercamiento de sus intereses y de su manera de pensar, ‎pretenden crear un nuevo sistema político sin someterse al control democrático. En el fondo, ‎‎¿por qué molestarse en hacerlo si, en definitiva, ninguno de los dos países es soberano? ‎