sábado, 4 de enero de 2020

Reconstitución del bando francés de ‎la colonización‎, por Thierry Meyssan


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Reconstitución del bando francés de ‎la colonización‎, por Thierry Meyssan

 

Este artículo es parte del libro De la impostura del 11 de septiembre a ‎Donald ‎Trump. ‎Ante nuestra ‎mirada, la gran farsa de las primaveras árabes.‎



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Al iniciar su mandato presidencial, el “socialista” Francois Hollande se fija como modelo ‎a seguir al teórico socialista de la colonización francesa, Jules Ferry (1832-1893).

25- Francois Hollande y el regreso del “partido de la colonización”


Nicolas Sarkozy pierde la elección presidencial ante Francois Hollande. Al dejar el Palacio del ‎Elíseo, Sarkozy se convierte en asalariado de Qatar, que le paga 3 millones de euros anuales, y ‎representa a ese pequeño pero riquísimo emirato en el consejo de administración del grupo ‎hotelero francés Accor.‎
A pesar de haber sido electo bajo la etiqueta del Partido Socialista, Francois Hollande gobierna ‎Francia en nombre de lo que pudiera llamarse el “Partido de la Colonización” [1]. Al cabo de año y medio de mandato, Hollande anuncia a sus sorprendidos electores ‎que él no es socialista sino más bien socialdemócrata. En realidad, eso ya se había visto ‎claramente desde el momento mismo de su entrada en funciones. Al evocar, como sus ‎predecesores, el legado de una personalidad histórica en su ceremonia de investidura, Hollande ‎había escogido a Jules Ferry (1832-1893).‎
Jules Ferry implantó en Francia la gratuidad de la enseñanza primaria. Pero fue un presidente ‎extremadamente impopular y el pueblo le encajó un mote: «El tonkinés». ¿Por qué? Porque ‎Jules Ferry asumió la defensa de los intereses de los grandes grupos industriales en Túnez, ‎en Tonkín y en el Congo, embarcando así a Francia en aventuras racistas y coloniales. ‎Contrariamente a lo que se afirma sobre este personaje histórico, su interés por la enseñanza ‎primaria no era preocupación por la educación desde la infancia sino porque quería garantizar la ‎formación de los niños como soldados aptos para las guerras colonizadoras, lo cual llevó a que ‎sus maestros fueran llamados «húsares negros». ‎
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El socialista Jules Ferry (sentado entre los dos personajes que aparecen de pie en la parte ‎central derecha de la imagen) teorizó sobre el derecho de los “pueblos superiores” a civilizar a ‎los “pueblos inferiores”. Jules Ferry encabezó a los partidarios de la colonización, de tendencias políticas diferentes pero unidos todos alrededor de los intereses de la Francia colonial. ‎Jules Ferry organizó además la escuela pública gratuita, obligatoria y laica, pero como medio de sustraer ‎los niños a la influencia religiosa para convertirlos en buenos soldados al servicio de la colonización.‎
Siendo la colonización algo que parecía haber quedado atrás, puede parecer extraño hablar de ‎‎“colonización francesa” al referirse al presidente Francois Hollande. Pero la colonización a la que ‎nos referimos aquí no es la colonización histórica, con envío de colonos destinados a poblar y ‎explotar territorios conquistados. Nos referimos a la colonización como proyecto económico: ‎En el siglo XIX, época en que campesinos y obreros llegaban incluso a sacrificar sus vidas en la ‎resistencia contra los magnates que los explotaban sin escrúpulos, algunos capitalistas ‎concibieron la idea de incrementar sus ganancias a costa de pueblos menos organizados. ‎Para realizar ese proyecto, modificaron el mito nacional y recurrieron a la organización laica ‎del Estado para liquidar la influencia de las iglesias sobre el pueblo. ‎
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A su llegada a la presidencia de Francia, Francois Hollande designa a Jean-Marc Ayrault como ‎primer ministro. Ayrault tiene una reputación de hombre razonable, pero es un ferviente defensor ‎de la colonización de Palestina. Es incluso presidente honorario del Círculo León Blum, ‎asociación creada por Dominique Strauss-Kahn para agrupar a los sionistas del Partido Socialista. ‎Siendo primer ministro de Francia –de junio de 1936 a junio de 1937–, León Blum había prometido ‎en 1936 al movimiento sionista crear el Estado de Israel en el actual Líbano y en la actual Siria, ‎territorios entonces sometidos a un mandato otorgado a Francia por la Sociedad de las Naciones ‎‎ [2].‎
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En 1991, siendo primer ministro, Laurent Fabius ya mostraba su total ausencia de interés por la ‎preservación de la vida de los demás.‎
Para la cartera de Exteriores, Francois Hollande designa a Laurent Fabius. Hollande y Fabius ‎habían sido rivales, pero Fabius negoció con el emir de Qatar –y sobre todo con Israel– ‎en busca de apoyo para la campaña electoral de Hollande [3]. Laurent Fabius ‎es un individuo totalmente carente de principios, que ha cambiado repetidamente de casaca ‎sobre temas de la mayor importancia, pero siempre en función de las oportunidades que tales ‎cambios podían abrirle en lo personal. En 1984, siendo Fabius primer ministro del presidente ‎Mitterrand, tienen lugar la contaminación y muerte por VIH de 2 000 pacientes hemofílicos ‎porque se optó por proteger los intereses del Instituto Pasteur, cuyo test para la detección del ‎virus del sida no era verdaderamente eficaz. Fabius logró salir ileso de aquel escándalo sólo ‎porque el presidente Mitterrand modificó las reglas del procedimiento legal, de manera que ‎Laurent Fabius se benefició con un veredicto de la Corte de Justicia de la República que ‎lo declaró «responsable pero no culpable». Finalmente, el ministro de Salud, Edmond Hervé, ‎fue condenado en lugar del primer ministro Fabius. ‎
Hollande escoge como ministro de Defensa a su amigo Jean-Yves Le Drian. Durante años, ‎Hollande y Le Drian habían militado juntos en el Partido Socialista, a la sombra del presidente de ‎la Comisión Europea, Jacques Delors. Durante la campaña electoral de Hollande, Le Drian había ‎viajado a Washington para garantizar al Imperio estadounidense la fidelidad del entonces ‎candidato socialista a la presidencia de Francia. ‎
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El general Benoit Puga (a la derecha en la foto) es un hombre de extrema derecha. Pero eso ‎no impide que el presidente “socialista” Francois Hollande lo mantenga como principal ‎consejero militar de la presidencia.‎
Además, en una decisión sin precedentes, el presidente Hollande mantiene al general Benoit ‎Puga en el cargo de jefe del estado mayor particular del presidente, puesto al cual Puga ‎había sido nombrado por Nicolas Sarkozy. El general Puga es mayor que el nuevo presidente ‎y comparte además las convicciones de extrema derecha del padre de Hollande. El general ‎mantendrá con Hollande una relación casi paternal e incluso tiene el privilegio de poder entrar ‎en cualquier momento en el buró personal del presidente. ‎
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El prefecto Edouard Lacroix había sido en los años 1990 director general de la Policía Nacional ‎y después jefe del equipo de trabajo del ministro del Interior Charles Pasqua. Durante la guerra ‎contra Libia, Edouard Lacroix hizo el papel de negociador entre el ministro francés del Interior, ‎Claude Gueant, y el líder libio Muammar el-Kadhafi. Lacroix fue asesinado en 2012 por orden ‎del presidente Francois Hollande. ‎
Antes de cualquier otra cosa, Hollande hace un balance de la destrucción de Libia. La Yamahiriya ‎disponía de un Tesoro evaluado, como mínimo, en 150 000 millones de dólares. Oficialmente, ‎la OTAN bloqueó, o hizo que sus aliados bloquearan, alrededor de una tercera parte de esa ‎suma. ¿Qué pasó con el resto? Los kadhafistas creen poder utilizarlo para financiar ‎la resistencia a largo plazo. Pero en abril, el prefecto francés Edouard Lacroix, a quien se había ‎dado acceso a una parte de ese dinero, muere repentinamente –en un solo día– víctima de un ‎‎«cáncer fulminante» [4] mientras que el ex ministro ‎libio del Petróleo, Choukri Ghanem, aparece ahogado en Viena. Gracias al entonces ministro ‎francés de Finanzas, Pierre Moscovici; al consejero presidencial para temas económicos, ‎Emmanuel Macron; y varios banqueros de negocios, que fungen todos como cómplices pasivos, ‎el Departamento del Tesoro de Estados Unidos logra apoderarse del botín del siglo: ‎‎100 000 millones de dólares [5]. ‎
A principios de junio de 2012, Francia y el Reino Unido participan en la reunión de un grupo de ‎trabajo de los «Amigos de Siria» bautizado «Reactivación Económica y Desarrollo». ‎El encuentro tiene lugar en los Emiratos Árabes Unidos, bajo la presidencia de Alemania. ‎Se trata de lograr que los países «Amigos de Siria» se involucren en la guerra contra Siria ‎prometiéndoles un botín que recompense sus esfuerzos [6]. Años antes, las compañías ‎noruegas InSeis Terra y Sagex habían realizado oficialmente en Siria trabajos de prospección, ‎en busca de hidrocarburos. Aunque entonces declararon haber detectado 13 campos de petróleo ‎y gas sólo en dos dimensiones, en realidad habían realizado prospecciones tridimensionales y ‎por consiguiente conocían perfectamente el valor de cada uno de los yacimientos. ‎Una empresa franco-estadounidense –CGG Veritas, cotizada en la Bolsa de Londres– compra ‎la compañía noruega Sagex, que posteriormente pasa a manos del grupo Schlumberger, así que ‎‎3 Estados entran en posesión de la valiosa información… información que Siria no llegará a ‎conocer hasta 2013. Según el resultado de aquellos trabajos de prospección, el subsuelo de la ‎República Árabe Siria es como mínimo tan rico como el subsuelo de Qatar. Así que el Reino ‎Unido incluye a Osama al-Kadi, cuadro de British Gas, en el Consejo Nacional Sirio. Con ayuda de ‎ese individuo, París y Londres distribuyen entre los participantes en la segunda reunión de los ‎‎«Amigos de Siria» una serie de concesiones para la futura explotación del subsuelo del país que ‎ni siquiera han conquistado todavía. ‎
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La denominación del misil intercontinental ruso R-30 Bulava viene del nombre de una antigua ‎maza de combate eslava, convertida con el tiempo en cetro ceremonial de los grandes jefes de ‎los ejércitos cosacos.‎
Arabia Saudita se dispone a lanzar un ejército contra Damasco, mientras que el Reino Unido ‎se encargará de tomar el control de los medios sirios de difusión. La coordinación entre ‎las fuerzas se pone a prueba durante el ejercicio Eager Lion 2012, realizado en Jordania bajo ‎el mando de la OTAN. Los líderes libaneses se comprometen a mantenerse neutros, firmando la ‎‎Declaración de Baabda [7]. Se estima que Siria debería caer rápidamente. Pero Rusia dispara entonces ‎‎2 misiles intercontinentales: un Topol, desde las riberas del Mar Caspio, y un Bulava, desde un ‎submarino emplazado en el Mediterráneo. El mensaje no puede ser más claro: si las potencias ‎occidentales no han entendido los 2 vetos rusos y los 2 vetos chinos en el Consejo de Seguridad ‎de la ONU y atacan Siria, tendrán que prepararse para una nueva guerra mundial [8]. Se abre entonces una polémica con Serguei Lavrov sobre quiénes están «del ‎lado correcto de la Historia» [9]. ‎
El 30 de junio, el ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, investido con un doble mandato ‎de su sucesor Ban Ki-moon y del secretario general de la Liga Árabe, preside en Ginebra una conferencia internacional sobre el futuro de la República Árabe Siria. Ningún sirio –‎ni representantes del gobierno, ni representantes de la oposición externa (el CNS)– es invitado a ese encuentro. Estados Unidos y Rusia se ponen de acuerdo en que no van a guerrear entre sí ‎en el Medio Oriente. Deciden la creación en Siria de un gobierno de unión nacional, bajo la ‎presidencia de Bachar al-Assad y con la participación de varios elementos del CNS. Oficialmente, ‎la guerra está terminada. El mundo es nuevamente bipolar, como en tiempos de la guerra fría ‎‎ [10]. ‎
Pero la secretaria de Estado, Hillary Clinton, no tiene intenciones de aceptar el fin del mundo ‎unipolar, ni siquiera piensa respetar su propia firma –según ella obtenida mediante amenazas– y ‎los ministros de Exteriores de Francia y Reino Unido emiten reservas sobre la interpretación del ‎comunicado final de Ginebra. ‎
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Sólo días después de haber logrado un acuerdo sobre Siria entre Estados Unidos y Rusia, el ‎ex secretario general de la ONU Kofi Annan se enfrenta al retroceso de las potencias ‎occidentales, instigadas por la secretaria de Estado Hillary Clinton. Kofi Annan decide dimitir.‎
Es entonces cuando la DGSE (la inteligencia exterior deFrancia) logra organizar la deserción del ‎general sirio Manaf Tlass, amigo de infancia del presidente Assad, y llevarlo a París, donde ‎lo presenta como una personalidad de primera importancia. En realidad, Manaf Tlass había ‎llegado a ser general tras los pasos de su padre –el general Mustafá Tlass, ex ministro ‎de Defensa. Pero Manaf en realidad es un artista que nunca se interesó por la política. ‎Al principio de la guerra, negoció un compromiso con los «revolucionarios» para reinstaurar ‎la paz en Rastan –su ciudad natal. Pero el presidente Assad no aceptó aquel pacto y Manaf ‎le guarda un fuerte rencor. Por haber sido amigo mío, la prensa francesa –que, al igual que ‎la clase política francesa, sólo vive para el dinero– concluye que Manaf estaba financiando la ‎‎Red Voltaire, lo cual es falso [11]. En París, lo reciben su padre –instalado en ‎la capital francesa desde que pasó a retiro, en 2004–; su hermano Firas –quien dirige ‎desde Qatar la construcción de los subterráneos que utilizan los yihadistas–; y su hermana –‎quien fue sucesivamente amante del ex ministro francés de Exteriores de Mitterrand, ‎Roland Dumas, y del periodista francés Franz-Olivier Guisbert, con quien aún trabaja. Pero ‎Manaf llega demasiado tarde como para que la conferencia de los «Amigos de Siria» pueda ‎entronizarlo como presidente de Siria en el exilio. ‎
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El general desertor Manaf Tlass (a la izquierda, con el entonces ministro turco Davutoglu) ‎es visto como una importante adquisición entre los llamados “Amigos de Siria”. Pero ‎este joven general prefiere el piano antes que dedicarse a derrocar a su amigo de infancia, ‎el presidente Bachar al Assad.‎
En todo caso, la estratagema montada en Abu Dabi arroja resultados. El 6 de julio de 2012, ‎todos corren a la tercera conferencia de «Amigos de Siria», organizada en París, donde ‎se reúnen 130 Estados y organizaciones intergubernamentales, atraídos por los efluvios del ‎petróleo y el gas. Sólo una semana después de la solemne firma de la paz por parte de Hillary ‎Clinton y Serguei Lavrov, una importante delegación estadounidense llega a París para reactivar ‎la guerra.‎
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El criminal de guerra Abu Saleh (sentado de frente, a la extrema derecha), yihadista de la ‎Brigada al-Faruk, asiste en París a la 3ª conferencia de los “Amigos de Siria” como ‎invitado especial del presidente francés Francois Hollande (en la tribuna, haciendo uso de ‎la palabra).‎
Cuando el presidente Hollande toma la palabra ante las delegaciones presentes sienta a su lado ‎a Abu Saleh, el «periodista» de France24 que había huido de Baba Amro con los franceses. ‎Al final de la reunión, Hollande felicita profusamente a este «revolucionario» ante las cámaras ‎del servicio de prensa de la presidencia. Pero esas imágenes desaparecen del sitio web de la ‎Presidencia de la República en cuanto yo señalo que Abu Saleh es culpable de crímenes contra la ‎humanidad por haber participado en el «tribunal revolucionario» creado por el emirato de ‎Baba Amro, que condenó e hizo degollar a 150 civiles cristianos y alauitas. ‎
El discurso que el presidente Hollande pronuncia en esa conferencia ni siquiera fue escrito en ‎sus oficinas sino que fue redactado –en inglés– en Washington, Nueva York o Tel Aviv y ‎traducido apresuradamente al francés [12]. Después de saludar el esfuerzo de Kofi Annan como un progreso en el ‎sentido correcto, Hollande clama que «¡Bachar tiene que irse! ¡Debe constituirse un gobierno ‎de transición!». El presidente francés cambia así, de facto, el sentido de la palabra ‎‎«transición«» que, en el Comunicado de Ginebra, designaba el paso del desorden a la paz. ‎En lo adelante, la «transición» –según los «Amigos de Siria»– designará el paso de una Siria ‎con Bachar al-Assad y con instituciones laicas inspiradas en la Revolución Francesa a una Siria ‎bajo control de la Hermandad Musulmana. La fórmula «transición política» reemplaza desde ‎ese momento la consigna de «cambio de régimen». El CNS se regocija mientras que Hillary ‎Clinton se deleita con los cambios. ‎
La unanimidad de los llamados «Amigos de Siria» se basa en la ambición que despierta el ‎eventual acceso a los yacimientos de hidrocarburos, pero tiene un carácter irracional que ‎me lleva a verlo a la vez como la mayor coalición creada en la historia de la Humanidad y como ‎la continuación del enfrentamiento, que marcó la Antigüedad, entre el Imperio Romano y la red ‎de puntos comerciales sirios. Todo esto me recuerda aquella consigna que Catón el Viejo repetía ‎como un mantra en cada discurso: «Carthago delenda est» (¡Cartago debe ser destruida! o ‎‎¡Hay que acabar con Cartago!). ‎
Durante los días posteriores, Francois Hollande, David Cameron e Hillary Clinton repiten, como ‎un mantra moderno, «¡Bachar tiene que irse!». Al repetir incesantemente esa frase no hacen ‎otra cosa que retomar el eslogan característico de las «revoluciones de colores» ‎‎(«¡Chevarnadze, basta!» o «¡Fuera Ben Alí!»). Al dirigirse a sus homólogos –jefes de Estado ‎o de gobierno y ministros– como si fueran una multitud, se refieren al presidente Assad sólo ‎por su nombre de pila, llamándolo «Bachar». Pero esa forma de actuar no conduce a nada, ‎sólo resalta la impotencia de quienes la adoptan. ‎
El 12 de julio de 2012, comienza la operación «Volcán de Damasco y Terremoto en Siria». Más ‎de 40 000 mercenarios –provenientes de todos los países árabes, entrenados por la CIA ‎en Jordania, dirigidos por Francia y Reino Unido y pagados por Arabia Saudita– cruzan ‎la frontera y se abalanzan sobre Damasco [13].‎
La retirada francesa durante la liberación de Baba Amro y el acuerdo de paz firmado en Ginebra ‎sólo dos semanas antes no son más que lejanos recuerdos. Se inicia contra Siria una ‎nueva guerra, basada en lo adelante en el uso de ejércitos de mercenarios, una guerra que será ‎mucho más mortífera que la anterior.‎
(Continuará)‎

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