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jueves, 2 de febrero de 2017
No es utopía, llegan las sociedades sin dinero efectivo: los casos de Escandinavia
No es utopía, llegan las sociedades sin dinero efectivo: los casos de Escandinavia
Suscríbete a El Blog Salmón DerBlaueMond @DerBlaueMond
Desde el nacimiento de las monedas de libre circulación, no han sido pocos los cambios que hemos visto en nuestros sistemas económicos. Una nueva ola de cambio ya está rompiendo aguas en el Mar Báltico, es mucho más disruptora que las anteriores, viene de la mano de la tecnología, y, a juzgar por la fuerza de la corriente, se dispone a barrer Europa de Norte a Sur.
La ola de la que les vamos a hablar hoy es ni más ni menos que la de la sociedad sin efectivo, donde el "cash" pierde su nombre literal, y pasa a transformarse en un mero apunte en los registros contables de una entidad financiera. Ya no habrá más papeles con numeritos típicos del dinero fiduciario, ahora ya pasamos a tener tan sólo los numeritos en soporte digital. No les estamos hablando de un futurible, como podrán leer en las próximas líneas, ya hay países que han apostado decididamente por ello, ondeando importantes beneficios como son el poner cerco a la economía sumergida, dificultar la evasión de impuestos y capitales, así como acotar el margen de actuación de corruptos, mafias, y traficantes.
Una breve introducción histórica a las monedas de curso legal
No vamos a abordar aquí las bondades que trajo el Maravedí hace un milenio, no se preocupen. Simplemente vamos a hacer un repaso a grandes rasgos de la evolución que las monedas de curso legal han experimentado desde que se empezaron a acuñar. Tan sólo lo hacemos con la intención de ponerles en contexto, y que así puedan valorar por sí mismos, y con plena consciencia, el grado de avance que supone el siguiente paso fiduciario que estamos dando.
Hace ya miles de años, y por pura necesidad, las primitivas economías estaban basadas en el mero trueque de bienes y productos. Posteriormente el trueque dio paso a la valoración en cuentas, piedras, huesos... que se convirtieron en las primeras formas de dinero conocidas en la Historia de la Humanidad. En el siglo VII antes de Cristo, fueron los griegos los que fueron un paso más allá y empezaron a utilizar monedas como tales, cuyo valor facial venía caracterizado por el valor intrínseco del metal con el que estaba acuñada la moneda en cuestión. Unos cuantos siglos más tarde, se iría reduciendo el valor intrínseco de las monedas, pasando a utilizar aleaciones y metales más baratos para producir las monedas de libre circulación, cuyo valor facial era muy superior a dicho valor inrínseco.
No fue hasta bastantes siglos después cuando se dió el siguiente paso disruptor: el dinero fiduciario. Éste se abrió camino con los primeros billetes impresos en Suecia allá por el siglo XVII. La confianza en el sistema que ya se inauguró con valores faciales por encima del valor intrínseco, abría ahora una nueva era en la que el valor intrínseco era prácticamente cero, puesto que el dinero pasaba a ser literalmente papeles de colores. Pero la confianza obviamente es algo que no se crea de la noche a la mañana, y, como todos ustedes saben, el dinero es cobarde, sea en billetes o en monedas de oro. Es para dar confianza a los agentes económicos por lo que inicialmente los sistemas fiduciarios respaldaban la moneda emitida con reservas de oro en las cámaras acorazadas de sus bancos centrales, permitiendo además en cualquier momento la conversión del papel moneda en metal precioso a petición de los portadores de los billetes: era ni más ni menos el famoso patrón oro.
Progresivamente a lo largo del primer cuarto del siglo XX y un poco más allá, el famoso patrón oro fue siendo sustituído por un sistema 100% fiduciario, en el que la única moneda de cambio de los billetes emitidos era la confianza en el sistema, o más bien, en el banco central de cada país en cuestión. Hacia mediados del siglo XX, llegó el dinero de plástico, que, con el respaldo de unos haberes en la cuenta bancaria o de la capacidad crediticia del titular, permitía gastar alegremente al afortunado consumidor sin necesidad de llevar encima el dinero en si mismo. La idea primigenia fue alumbrada por el Chase Manhattan Bank de Estados Unidos en los años 40, y posteriormente se difundiría desde mitad de siglo por todo el mundo, y las entidades emisoras de tarjetas empezaron a abrir sucursales a lo largo y ancho del planeta.
La banca electrónica conjuntamente con el dinero de plástico hacen que veamos nuestro dinero tan sólo como números en una pantalla
Con el advenimiento de internet y la ola tecnológica que ha transformado nuestras economías para siempre, llegó la banca electrónica, y con ella el dinero electrónico dió un nuevo paso. Ahora los ciudadanos pasan a ver su dinero refejado tan sólo como simples números en su cuenta de banca online, que pueden gastar con ayuda del dinero de plástico, o como alternativa generalizada pueden transformar también en billetes en la ventanilla de la sucursal o en el cajero automático. Si bien hemos de decir que el mantenimiento de esta covertibilidad a papel moneda posiblemente sea transitoria y debida a la necesidad de inclucar confianza en el nuevo sistema, puesto que recuerda demasiado al ya extinto patrón oro, que, como les hemos relatado antes, fue la solución para insuflar confianza en los billetes de papel en los albores del dinero 100% fiduciario.
Muy recientemente también hay que nombrar necesariamente el surgimiento de las cripto-monedas, con una seguridad basada en la comunidad y en sistemas descentralizados, con Blockchain por bandera, y en las cuales ya no hay un Banco Central emisor. El que pasa a hacer las veces de emisor no es sino un cripto-minero (que puede ser cualquiera con un ordenador), que genera informáticamete nuevos bitcoins. Estos bitcoins son el fruto de una producción costosa en recursos de computación, y para su generación se ejecutan algoritmos que implementan la producción de monedas con propiedades matemáticas, lo cual les confiere un carácter de unicidad a cada una de ellas. Estas monedas están adquiriendo valor como activo refugio en determinados momentos de alta volatilidad en los mercados, según les expusimos en este artículo, en el cual además abordamos el tema de las cripto-monedas desde una perspectiva más general.
Pero en paralelo a la tendencia de las cripto-monedas, y posiblemente unida a ella en un futuro casi inmediato, está la tendencia hacia una sociedad sin efectivo o "cashless". Y esta nueva revolución fiduciaria tiene su epicentro, casualidades de la historia, precisamente en esa Suecia que, como les relatábamos antes, fue el primer país del mundo en emitir papel moneda, y que va a ser también el primer país en eliminarlo.
Una Escandinavia que ya reniega del efectivo
Como pueden leer en el artículo de Bloomberg con título "Scandinavia's Disappearing Cash Act", que les enlazo aquí, la última Casa de la Moneda escandinava ha cerrado. Efectivamente, Dinamarca ha seguido los pasos que en su día ya dieron sus vecinos escandinavos, Suecia y Noruega, y ha externalizado la producción de monedas a su también vecino nórdico (que no escandinavo) Finlandia. Pero por si esta noticia no les parece lo suficientemente significativa, además tenemos que añadir que este país, Dinamarca, también ha decidido dejar de imprimir billetes; es más, además lo ha hecho sin tener por el momento una alternativa tangible (nunca mejor dicho) para producir el papel moneda: en el país de la península de Jutlandia los billetes están tan pasados de moda que no tienen absolutamente ninguna prisa por subcontratar su impresión.
De hecho, según podrán observar en el gráfico del artículo anterior, por ejemplo en Suecia sólo un 2% del PIB se traduce en billetes o monedas en circulación, mientras que en USA, en Suiza o en la Zona Euro, las cifras están en torno al 10%, y en Japón se duplica ampliamente este porcentaje. Dinamarca alcanza unos mínimos similares a los de su vecino sueco, y de hecho ha pasado desde el 80% de transacciones monetarias en billetes y monedas en 1991, al 20% actual. Actualmente en Dinamarca sólo una de cada cinco transacciones se realizan en efectivo, como resultado de la innegable y constante tendencia seguida desde principios de los 90, por la que el "cash" va viniendo siendo dejado de lado por sus ciudadanos y empresas.
Pero como indica el autor de Bloomberg, la transición de Escandinavia hacia una sociedad sin efectivo no ha hecho más que empezar, y de hecho, profundizando en la tendencia, el gobierno danés ya permite a algunos comercios incluso rechazar el pago con billetes y monedas. A la par, el Banco Central danés está explorando el campo de las monedas virtuales basadas en tecnologías tipo Blockchain. Podemos decir por lo tanto que el giro de este país no está basado simplemente en una preferencia o comodidad de los ciudadanos al hacer los pagos de sus transacciones, sino que además estos cambios se enmarcan también dentro de una política orquestada y auspiciada por estamentos gubernamentales.
Las ventajas que ha traído el cambio hacia el dinero electrónico
Obviamente hay desventajas en la adopción temprana de opciones como las cripto-monedas o el mismo dinero electrónico, pero vamos a empezar analizado las ventajas, puesto que son la parte más tangible (si me permiten la expresión, tratándose de dinero virtualizado) en forma de las cifras que ya a día de hoy el cambio está arrojando en los países escandinavos.
La primera y más contundente ventaja viene de la mano de eliminar el efectivo es poder poner cerco a la economía sumergida. El dinero electrónico implica mayor trazabilidad y menor anonimato, dos premisas en las que se escudan muchas transacciones ilegales o realizadas con dinero defraudado a las arcas públicas. Como todos ustedes saben, con el dinero electrónico no sólo es más difícil tener los medios habituales para gastarse de manera legal el dinero ilíticito o defraudado, sino que además es que la puerta que se abre a la minería de datos y el Big Data con los datos de las trasacciones electrónicas se lo van a poner muy difícil a los consumidores con dinero negro para gastar.
En el caso danés hay una correlación entre el auge del dinero electrónico y un acusado descenso de la economía sumergida
De hecho, habrán leído antes que, en lo referente a poner coto a la economía sumergida, el Ministerio de Hacienda danés ya ha hecho públicas unas cifras que revelan que la economía sumergida del país ha caído un 30% entre 2012 y 2014. El Ministerio no concluye que esto tenga que ser debido necesariamente al giro hacia el dinero electrónico en el país, pero resulta como mínimo muy llamativa la coincidencia en el tiempo de ambas tendencias. Habrá que ver en un futuro cifras comparables de los casos de otros países como Suecia o Noruega, para poder concluir si la coincidencia se traduce finalmente en certeza.
Pero, aparte de los factores anteriores, hay también otros motivos importantes. Por un lado, un informe reciente del Banco Central de Dinamarca concluía que el coste de manejar efectivo es más del doble que el de trabajar con pagos de tarjetas de débito del mercado local. Por otro lado, el mismo informe afirmaba que apenas ningún comerciante danés prefiere las operaciones en efectivo a día de hoy, aduciendo como razón principal de su preferencia el temor a los atracos. Los mismos motivos seguramente vendrán de la mano de los compradores, que ya no tienen que ir al cajero a retirar dinero, y para los que la complejidad que añade el dinero electrónico disminuye la posibilidad de sufrir un simple atraco callejero que sea efectivo.
Con el dinero de plástico no basta con amenazar, coger el efectivo y salir corriendo, sino que hay que ir al cajero con la víctima, obligarle a sacar efectivo, y todo ello aumentando el tiempo y el riesgo de poder ser sorprendido por las fuerzas de seguridad en plena acción criminal, o incrementando la posibilidad de ir dejando muchas más pistas para futuras acusaciones cuando el atracador sea finalmente arrestado.
El futuro tras la eliminación del dinero en efectivo
Una vez eliminado el efectivo, realmente, de cara a estas ventajas, hay que analizar los escenarios basados en si el dinero electrónico se usa con tarjetas de crédito/débito, o bien en si se hace con monedas virtuales. - Las tarjetas mejoran la trazabilidad y reducen el anonimato, pero no ocurre así con Bitcoin, que preserva un anonimato total, motivo por el cual, como sabrán, es la principal moneda de cambio en la Dark Web, o por ejemplo para pagos a las mafias que extorsionan secuestrando ordenadores con algún ransom-ware. Pero claro, es de suponer que precisamente este motivo está tras la iniciativa del Banco Central danés de explorar las cripto-monedas y Blockchain.
Como tal vez sepan, Blockchain únicamente es un protocolo que permite distribuir entre la comunidad las transacciones de Bitcoins realizadas, con lo que para poder hackear este particular registro de transacciones distribuido, y poder atribuirse ilegítimamente la propiedad de bitcoins ajenos, es necesario literalmente hackear de forma simultánea todos los nodos que participan en la red validando transacciones por todo el planeta. Algo a día de hoy virtualmente imposible, y que hace de Blockchain una aproximación extremadamente inteligente a la virtualización del dinero teniendo la seguridad bajo el foco (y que por cierto, su gran potencial está en su generalización a otras áreas más allá del FinTech). Pero que en el caso de Bitcoin se preserve el anonimato de las partes que se transfieren las monedas virtuales, no significa que no se pueda modificar Blockchain para hacer un nuevo protocolo con un nuevo Bitcoin, que por ejemplo se convierta en la nueva moneda emitida por el estado danés, y que elimine el anonimato de las transacciones.
Por otro lado, resulta obvio que el lado oscuro de la economía sacará nuevas e innovadores soluciones para sortear la seguridad de las nuevas tecnologías, y que éstas no le impidan seguir defraudando. Un claro ejemplo de este tipo de productos "innovadores" serían las tarjetas de débito 100% anónimas. Como pueden leer en esta noticia, son una argucia ofrecida por las cuentas opacas de paraísos fiscales, y que daría al traste con las aspiraciones escandinavas de usar dinero de plástico como medida para acabar con el fraude. Estas tarjetas son tarjetas en las que no consta ningún dato personal ni titular, sino simplemente una referencia numérica anónima, pero que permiten al portador tener fondos en un paraíso fiscal allende los mares, y poder disfrutar gastando euros a diestro y siniestro con las comodidades que ofrecen las sociedades desarrolladas. Es sin duda uno de los productos estrella de los paraísos fiscales, y permiten hacer uso de dinero de dudoso origen sin necesidad de lavarlo previamente.
Por la cuenta que le trae, el lado oscuro siempre lleva la delantera en esta deleznable forma de innovar, pero ahí está el deber de las instituciones y empresas de ir mejorando vulnerabilidades conforme se van detectando y van siendo explotandas por los delincuentes. Eso sí, no les puedo negar que el hecho de poner todo el sistema financiero y tributario de un país en manos de una tecnología concreta, que puede ser hackeada de la noche a la mañana, implica que en un futuro corramos el riesgo de ver literalmente cerrados estos sistemas hasta que se encuentre y despliegue un parche para solventar el nuevo agujero de seguridad descubierto. Un riesgo nada desdeñable según ya demostramos en el artículo ¿Qué pasaría a nivel económico si se cayese (o hackeasen) todo internet?.
Pero las desventajas no sólo se pueden medir en términos de seguridad. También hay que tener muy en cuenta la privacidad. Aquí ya entramos en el eterno debate de si un Estado debe controlar totalmente a la ciudadanía, pero sobre el que se cierne la gran pregunta de los adalides de la privacidad: ¿Quién controla al controlador?. Y lo que es peor, en un mundo donde es imposible estar totalmente blindado ante vulnerabilidades informáticas, ¿Quién no nos dice que nuestros datos legalmente recogidos no están expuestos y pueden ser explotados por redes criminales para perpetrar sus acciones? Cuanta más información nuestra haya expuesta (y por desgracia expuesta significa simplemente recogida digitalmente), más expuestos estaremos nosotros mismos.
Todo avance en la Historia de la Humanidad ha tenido sus ventajas y sus desventajas. El dinero electrónico no va a ser una excepción. La decisión final de qué hacer es una mera balanza de pros y contras. Los daneses, suecos y noruegos parecen tenerlo claro. Tal vez la conclusión de este post pudiera ser que la tecnificación de todos los aspectos de nuestras vidas, también el económico, es algo imparable, y que el tema se resume simplemente una evaluación de riesgos: el potencial riesgo de un posible futuro hackeo del sistema financiero y tributario de un país, que a los ojos de ciertas entidades e instituciones queda empequeñecido frente al riesgo cierto del presente de una muerte segura por quedarse atrás en la transformación digital. Cuando el bordillo se pone resbaladizo, algunos no ven más alternativa que tirarse a la piscina.
Pero si me permiten darles mi opinión personal al respecto, me despediré hoy diciéndoles que el riesgo tecnológico de ser un early-adopter es muy alto como para encomendar el sistema financiero y fiscal de un país a una tecnología poco probada. En tecnología, un servidor suele ser partidario de adoptar tecnologías mínimamente rodadas. Uno se tira siempre decidido a la piscina si la situación lo requiere, pero en mis años de experiencia ya he aprendido que normalmente es mucho mejor hacerlo cuando vemos que otros ya están haciendo pie y tocan fondo. Así que vayamos poniéndonos el bañador, pero sin perder de vista cómo les va dentro de la piscina a nuestros lanzados vecinos europeos del norte.
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