ISRAEL O LA BANALIDAD DEL MAL
El
título de este post parafrasea la obra de Hannah Arendt Eichmann
o la banalidad del mal.
Arendt escribió esta obra impresionada por el juicio en 1962 en
Jerusalen a Adolph Eichmann, quien ocupara el cargo de máximo
planificador (a nivel técnico) del genocidio nazi. La conclusión a
que llegó la filósofa fue la de que el funcionario nazi no
presentaba ninguna anormalidad. No era ningún monstruo, ni ningún
ser diabólico, sino un simple funcionario que quería prosperar en
su carrera. Lo radical de la tesis de Arendt es que en la modernidad
avanzada, debido a la burocratización de la sociedad los mecanismos de decisión
ética y de la responsabilidad personal quedan bloqueados. Así en el anonimato de sociedades de
millones de habitantes el carácter ético o no de la acción se
pierde, por lo que un individuo psíquicamente normal puede cometer
la mayor atrocidad. Pocos físicos del “Proyecto Manhattan”, que
se encargó de la construcción de la bomba atómica mostraron
escrúpulos éticos ante la atrocidad que tenían entre manos (se
enfrascaron en los problemas teóricos y técnicos que presentaba la
construcción de la bomba atómica).
Hoy día en esas mismas tierras se está cometiendo un crimen de
carácter atroz. La franja de Gaza sufre un ataque militar por parte
de Israel. Pero como todo el mundo sabe, Gaza, desde hace mas de diez
años se ha convertido en un campo de concentración de un millón y
medio de personas, con carencias enormes alimenticias, sanitarias, de
vivienda. Por supuesto de puestos trabajos nada de nada. Si la gente
sobrevive allí es porque entre la naturaleza humana a veces ocurren
milagros.
¿Y Israel qué? No me refiero al estado de Israel, a esa estructura
militar-política-económica de carácter fascista que está al mando
de este genocidio. No, yo me refiero, a la sociedad israelí. A los
habitantes de Tel Aviv, de Haifa y por supuesto a los barrios de
Jerusalén ocupados por población israelí. ¿Qué pensarán de lo
que está pasando en Gaza? No creo que las personas que vivan en
estos lugares sean monstruos. Supongo que la gente de ahí me diría
que lo que desean es vivir en paz, en vivir como una sociedad
mediterránea normal. Y aquí está su problema, en que no pueden
vivir en una sociedad normal teniendo a millones de personas
encerradas en muros. ¿Qué paz quieren? ¿Una paz basada en la
injusticia y la opresión de millones de muertos?
En
cierto sentido Israel y Palestina se han convertido en una metáfora
(metáfora de sangre y sufrimiento) del moderno sistema mundial.
Quizá el hecho de que todo suceda en escasos veinte mil quilómetros
cuadrados hace tremendamente visible esta opresión. Las autoridades
israelíes, que saben que por allí pasan turistas, intentan axfisiar
esa realidad. Recuerdo que yendo por la autovía que va a Jerusalén
llegamos al muro (creo que pasábamos por cerca de Hebrón). Habían
intentado disimularlo mediante jardineras y mobiliario del que se
suele ver en las autovías. Quizá en Europa es menos visible.
Cambiando
de tema, pero siguiendo en lo mismo, hoy he visto en la televisión
una noticia de las porteadoras de Ceuta. Caminan Kilómetros con la
carga a rastras, una tortura en pleno siglo XXI y está aquí al lado
(y depende de nosotros acabar con ello). Con esto quiero decir que
aquí no hay nadie inocente. Todos
somos hijos de Eichmann
(Como recordaba el filósofo Gunter Anders). En ese sentido todos
hemos perdido la inocencia ya hace muchas décadas.
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