La
Armada española no tenía problemas entonces para deshacerse de los
buques que daba de baja: en 2008 fue hundida con misiles en alta mar la
fragata Andalucía, como en años anteriores lo fue la Cataluña, el destructor Churruca y tantos otros.
Hoy
sería impensable. Los buques contienen materiales tóxicos (amianto,
asbesto, aceites) y su destrucción está sujeta a férreos controles
medioambientales. Al menos, en Europa.
Ello no ha impedido que la
Armada haya encontrado en la venta de barcos ya jubilados una forma de
engrosar sus menguados ingresos. En los últimos tres años ha obtenido
más de 2,5 millones con la subasta de 13 embarcaciones. Y casi todas las
ha adjudicado por más de lo previsto. El buque de desembarco Pizarro se vendió en 922.111 euros, casi el doble del precio de salida.
La caída del precio del acero desanima a los chatarreros de comprar el buque
Tres de las firmas que se interesaron por hacerse con el barco eran turcas
El desinterés de los chatarreros por el exbuque insignia de
la Armada española responde a la caída del precio del acero, que se ha
reducido en más de un 20% en el último año debido a la inundación del
mercado mundial por el excedente de producción china. Cuando se convocó
la subasta, en enero pasado, rondaba los 150 euros por tonelada y,
aunque se ha recuperado algo, sigue en mínimos históricos.
Teniendo
en cuenta que el 90% del material que se extrae de un buque es acero
(también cobre, aluminio o latón), Miguel Ángel García, presidente de
Recyship, cree que lo máximo que podría pagarse por el portaaviones es
un millón, “y aún así puedes pillarte los dedos”.
Quien se quede
con el barco, además presentar un plan de reciclaje y demostrar que está
acreditado para ejecutarlo, deberá fletar un remolque hasta el lugar
donde vaya a ser desguazado y contratar un seguro frente a posibles
riesgos medioambientales. Para llevarlo al extranjero necesitará permiso
del Departamento de Estado, ya que el diseño original es
estadounidense.
La Armada exige que sus buques sean desguazados en
países de la OTAN y la OCDE, lo que excluye a la India y Bangladesh,
destino de la mayoría de los buques civiles, pero no a Turquía. Tres de
la firmas que se interesaron por el Príncipe de Asturias, en solitario o con socios españoles, eran turcas.
Adolfo Cancelo, director de Surus Inversa, empresa que desguazó el petrolero Marqués de la Ensenada
en Aliaga (Turquía), asegura que hacer esta operación en España no es
rentable y que la normativa turca es muy similar a la europea. Allí se desguazó el portaaviones HMS Invincible de la Royal Navy.
“Sobre
el papel sí, en la realidad no está tan claro. Yo no he visto
encapsular un barco para quitarle el amianto en Turquía, como se hace
aquí”, replica García. “Aunque la Armada cobrase menos, al menos los
impuestos y los empleos se quedarían en España, como hacen Francia e
Italia”. El problema es disponer de instalaciones adecuadas para un
buque de más de 10.000 toneladas, lo que según los expertos hoy por hoy
solo podría hacerse en los astilleros de Navantia.
La Armada planea volver a sacar a subasta el Príncipe de Asturias por un precio menor: unos 2,4 millones. Los chatarreros siguen pujando a la baja.
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