La producción transgénica es una mercancía, no es comida. | Foto: EFE
El
Gobierno alega que para no agotar las reservas del grano en 2017,
autorizan el ingreso de la variedad modificada genéticamente.
El gobierno
interino de Michel Temer aprobó la importación más grande en décadas de
maíz transgénico producido en los Estados Unidos, medida rechazada
por los agricultores que cultivan cereales orgánicos en Brasil.
Las semillas son originarias de las transnacionales como Monsanto
y Bunge. El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento
dice que la medida tiene como objetivo garantizar el suministro de grano
en el mercado brasileño.
"La medida
beneficiará a las industrias y los productores que utilizan el maíz como
alimento para animales", dijo en un comunicado, el secretario de
Relaciones Internacionales de Agronegocios, Odilson Ribeiro Silva.
Durante 2016, Brasil se vio afectada por problemas climáticos que
generaron pérdidas en las cosechas del grano, aumentando el costo del
producto.
Este año, la
Cámara de Comercio Exterior (Camex) autorizó la importación de hasta 1
millón de toneladas a finales de este año, con arancel cero. "Esto puede
ayudar a acelerar la entrada de maíz en el país", reseña el comunicado.
El maíz transgénico es tóxico
El maíz
transgénico de Monsanto, MON 863, autorizado para ser comercializado en
Europa y Brasil, han causado larga controversia sobre su seguridad. De
acuerdo con la revista Archives of Environmental Contamination y la revista Toxicología, el maíz modificado genéticamente es tóxico para el hígado y los riñones.
El maíz modificado genéticamente posee genes que lo hacen tolerante a herbicidas e insectos.
La ingesta de
maíz MON 863 perturba, en distintos grados de intensidad, numerosos
parámetros biológicos. Entre ellos, el peso del riñón y el hígado, la
tasa de reticulocitos (glóbulos rojos pequeños), los triglicéridos, para
nombrar solo algunos.
La composición de la orina también cambia con la reducción de sodio y fósforo en una proporción alcanza 35 por ciento.
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