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Bienvenidas, Carmen Aristegui y María Scherer a la prensa oral
Autor:
Álvaro Cepeda Neri *
No son las periodistas Carmen Aristegui y María Scherer
desconocidas en los medios de información conocidos como noticieros. Las
dos, incluso, practican su oficio en la prensa escrita. Aristegui en el
periódico Reforma y Scherer en El Financiero, con su
muy acreditado trabajo por su compromiso con la crítica, el periodismo
de investigación y para mantener su distanciamiento con los diversos
poderes, empezando por el de los gobiernos para mantener su
independencia al opinar en el contexto de buscar los hechos y
difundirlos. Ambas son de las mujeres que representan a ese sector que,
por todo el país, como reporteras, corresponsales editoras y dedicadas
al periodismo en las redes, radio, televisión y prensa escrita, están
dando ejemplo de veracidad, preparación y responsabilidad para ese
desempeño nacional.
![](https://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/wp-content/uploads/2018/10/defensor-615-a.jpg)
Siempre activas, ahora lo harán por una frecuencia de radio. Carmen Aristegui aumentando su presencia para atender la demanda de su labor, la cual no ha cesado pese a la embestida del peñismo y sus cómplices de una concesión radiofónica –más restauranteros que otra cosa–, que al amparo del poder presidencial cancelaron su presencia en ese medio, la persiguieron judicialmente y no lograron impedirle continuar su labor; y que ahora Radio Centro le abrió las puertas para que tenga un espacio de lunes a viernes y de 7 a 10 de la maraña, para continuar lo que el Sánchez de Peña no pudo consumar con su abuso. Y fallida censura.
María Scherer lleva ya un probado currículum de periodista, reportera, comentarista y entrevistadora. Y suma ahora en El Financiero-Bloomberg-TV, su participación en un programa titulado La Cuarta Transformación, que se transmite por ocho vías de redes y la televisión, para analizar “las implicaciones y el rumbo del nuevo programa de gobierno”, que pondrá en marcha el lopezobradorismo y cuyas principales líneas ratifica una y otra vez, el en vías de ser presidente constitucional; habiendo tenido la desafortunada intervención de mencionar a La Jornada, Aristegui y Proceso como sus medios favoritos, mientras no cesa de ofender a la prensa de radio y televisión, con su despectivo insulto de: “prensa fifí”. A la que le achaca estar pendiente de cualquier error suyo y su grupo, para criticar e informar; ignorando o pasando por alto que tal desempeño es la tarea, finalidad y obligación del periodismo independiente y crítico, como contrapeso desde la democracia directa, según dice: José María Luis Mora y Francisco Zarco, como representantes “de la fuerza irresistible de la verdadera opinión pública que le impone freno al gobierno que traspase o pretenda traspasar los límites que ponen coto a su poder, por medio de la voz popular de la opinión pública”. Y que Zarco remacha con: “Si el gobierno no teme el examen de sus actos, si desea sinceramente el bien público, si en vez de impedir la discusión él mismo la provoca y la escucha… La misión del periodista, por pretensiosa que parezca, no es sólo expresar las opiniones de un partido, sino propagarlas, difundirlas y dirigir así la opinión pública. Tal será nuestro intento empleando sólo las armas de la razón” (La Espada y la pluma, libertad y liberalismo en México: 1821-2005; compilador José Antonio Aguilar Rivera).
Así, pues, estas dos periodistas concurren a enriquecer el pluralismo dentro de la tolerancia democrática y las libertades de expresión para su difusión, como derechos con sus garantías para informar y criticar e incluso elogiar. Scherer y Aristegui reingresan a un trabajo, entre el autoritarismo del antiguo presidencialismo que se ha ido y el nuevo régimen que ha prometido respeto total a las libertades individuales y colectivas de todos los mexicanos; evitando los abusos del poder público. Ambas representan una labor en los medios de comunicación oral muy significativa por lo que han sido en sus respectivos trabajos.
Y estarán, como siempre lo han estado, al servicio de la información en los hechos, la veracidad contrastada con ellos y puntualmente alertas contra los abusos de los poderes público y privado, sus errores y desinformación. Y es que necesitamos esas voces y conciencias legitimadas en el periodismo de investigación, para sacar a la luz pública cuanto hacen o dejan de hacer los funcionarios, para que, individual y colectivamente, la opinión pública se entere a tiempo de los actos de sus gobernantes, sin concesiones de ninguna especie al servicio del principio de publicar lo que hacen o dejan de hacer los funcionarios judiciales, legislativos y ejecutivos.
Es imprescindible la información y su análisis y crítica, sustentada en hechos y periodismo de investigación que le den veracidad, para permitir a los mexicanos apuntalar sus opiniones al juzgar la vida pública en todas sus manifestaciones. Y entre más opciones con credibilidad aparezcan, tendremos la más variada y completa panorámica de lo que sucede en nuestro país; abarcando la vida social, económica, política y cultural con todas sus implicaciones. Así que hay que congratularse que Scherer y Aristegui hayan logrado tener más presencia; pues con otras periodistas y comunicadoras son indispensables para el pluralismo de opciones en los medios de comunicación. Por eso son bienvenidas a la escena periodística; pues con su modo de hacer su trabajo, constituyen dos estilos que merecen sus respetivas audiencias por las que hay que competir, aunque a veces sean incluyentes.
Álvaro Cepeda Neri
![](https://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/wp-content/uploads/2018/10/defensor-615-a.jpg)
Siempre activas, ahora lo harán por una frecuencia de radio. Carmen Aristegui aumentando su presencia para atender la demanda de su labor, la cual no ha cesado pese a la embestida del peñismo y sus cómplices de una concesión radiofónica –más restauranteros que otra cosa–, que al amparo del poder presidencial cancelaron su presencia en ese medio, la persiguieron judicialmente y no lograron impedirle continuar su labor; y que ahora Radio Centro le abrió las puertas para que tenga un espacio de lunes a viernes y de 7 a 10 de la maraña, para continuar lo que el Sánchez de Peña no pudo consumar con su abuso. Y fallida censura.
María Scherer lleva ya un probado currículum de periodista, reportera, comentarista y entrevistadora. Y suma ahora en El Financiero-Bloomberg-TV, su participación en un programa titulado La Cuarta Transformación, que se transmite por ocho vías de redes y la televisión, para analizar “las implicaciones y el rumbo del nuevo programa de gobierno”, que pondrá en marcha el lopezobradorismo y cuyas principales líneas ratifica una y otra vez, el en vías de ser presidente constitucional; habiendo tenido la desafortunada intervención de mencionar a La Jornada, Aristegui y Proceso como sus medios favoritos, mientras no cesa de ofender a la prensa de radio y televisión, con su despectivo insulto de: “prensa fifí”. A la que le achaca estar pendiente de cualquier error suyo y su grupo, para criticar e informar; ignorando o pasando por alto que tal desempeño es la tarea, finalidad y obligación del periodismo independiente y crítico, como contrapeso desde la democracia directa, según dice: José María Luis Mora y Francisco Zarco, como representantes “de la fuerza irresistible de la verdadera opinión pública que le impone freno al gobierno que traspase o pretenda traspasar los límites que ponen coto a su poder, por medio de la voz popular de la opinión pública”. Y que Zarco remacha con: “Si el gobierno no teme el examen de sus actos, si desea sinceramente el bien público, si en vez de impedir la discusión él mismo la provoca y la escucha… La misión del periodista, por pretensiosa que parezca, no es sólo expresar las opiniones de un partido, sino propagarlas, difundirlas y dirigir así la opinión pública. Tal será nuestro intento empleando sólo las armas de la razón” (La Espada y la pluma, libertad y liberalismo en México: 1821-2005; compilador José Antonio Aguilar Rivera).
Así, pues, estas dos periodistas concurren a enriquecer el pluralismo dentro de la tolerancia democrática y las libertades de expresión para su difusión, como derechos con sus garantías para informar y criticar e incluso elogiar. Scherer y Aristegui reingresan a un trabajo, entre el autoritarismo del antiguo presidencialismo que se ha ido y el nuevo régimen que ha prometido respeto total a las libertades individuales y colectivas de todos los mexicanos; evitando los abusos del poder público. Ambas representan una labor en los medios de comunicación oral muy significativa por lo que han sido en sus respectivos trabajos.
Y estarán, como siempre lo han estado, al servicio de la información en los hechos, la veracidad contrastada con ellos y puntualmente alertas contra los abusos de los poderes público y privado, sus errores y desinformación. Y es que necesitamos esas voces y conciencias legitimadas en el periodismo de investigación, para sacar a la luz pública cuanto hacen o dejan de hacer los funcionarios, para que, individual y colectivamente, la opinión pública se entere a tiempo de los actos de sus gobernantes, sin concesiones de ninguna especie al servicio del principio de publicar lo que hacen o dejan de hacer los funcionarios judiciales, legislativos y ejecutivos.
Es imprescindible la información y su análisis y crítica, sustentada en hechos y periodismo de investigación que le den veracidad, para permitir a los mexicanos apuntalar sus opiniones al juzgar la vida pública en todas sus manifestaciones. Y entre más opciones con credibilidad aparezcan, tendremos la más variada y completa panorámica de lo que sucede en nuestro país; abarcando la vida social, económica, política y cultural con todas sus implicaciones. Así que hay que congratularse que Scherer y Aristegui hayan logrado tener más presencia; pues con otras periodistas y comunicadoras son indispensables para el pluralismo de opciones en los medios de comunicación. Por eso son bienvenidas a la escena periodística; pues con su modo de hacer su trabajo, constituyen dos estilos que merecen sus respetivas audiencias por las que hay que competir, aunque a veces sean incluyentes.
Álvaro Cepeda Neri
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