El
proceso de renovación política denominado la Cuarta Transformación
dirigido por el Presidente Andrés Manuel López Obrador se desenvuelve de
manera cautelosa, sabedor de los grandes poderes que se afianzaron
durante tres décadas de neoliberalismo, las decisiones implementadas no
responden a la urgentes necesidades de la clase trabajadora.
La estrategia del actual mandatario está bien pensada, las fuerzas de
la reacción en cualquier momento pudieran implementar un plan de acción
apostando a la desestabilización, como ha sucedido en distintas
latitudes del mundo. De darse ese escenario, a quién convendría sería
precisamente a la derecha reaccionaria y sin duda al imperialismo.
En este contexto, parece ser que se sentarán las bases para una futura
transformación, que de una vez por todas elimine de tajo al
neoliberalismo y acerque a la nación a un sendero de desarrollo
económico independiente abriendo posibilidades para hacer realidad las
reivindicaciones sociales de quienes históricamente han sido
desfavorecidos.
No obstante, se tiene que reconocer
que un gobierno por más progresista y revolucionario que se proclame,
condicionado por el sistema económico capitalista hegemónico, nunca
podrá encabezar una lucha frontal por mejores condiciones de vida de la
clase trabajadora, porque de hacerlo enfrentaría a la clase dominante,
quien al final de cuenta sostiene el status quo del que el Estado es
parte.
Indudablemente, para los trabajadores la única
forma para defender sus derechos y tratar elevar su calidad de vida,
radica en la lucha organizada, en la organización sindical. Solamente
los trabajadores organizados en gremios pueden tener la fuerza necesaria
para poner un freno a las injusticias y acercarse con pasos certeros a
la igualdad.
Lamentablemente la historia del
sindicalismo en México, pasa por una serie de sucesos escandalosos y
vergonzosos, pareciera que la vida sindical gira en torno de la
corrupción, el sometimiento, la traición, el encumbramiento de líderes
entreguistas a las posiciones de los patrones, etc.
Tal situación no es algo fortuito, ha sido el modus operandi de los
enemigos de la clase trabajadora, para el poder económico es conveniente
tener a los trabajadores en la desunión y el control por medio de
sindicatos blancos afines a sus intereses. A la par han utilizado los
medios de comunicación a su servicio para promover una campaña brutal
contra el sindicalismo y reducirlo a los peores ejemplos: nepotismo,
corrupción y demás lacras. Lacras fomentados por ellos mismos, pero que
al exhibirlos solo muestran a quien recibió el soborno pero no a quien
lo dió y promovió.
Es verdad que la corrupción ha
permeado históricamente en los sindicatos y sus dirigentes. Basta
recordar la detrimente figura que fue Luis Napoleón Morones, fundador de
la CROM que al servicio de los gobiernos de Álvaro Obregón y Plutarco
Elías Calles se enriqueció y mermó las justas luchas de los
trabajadores. En tiempo más reciente personajes como Jongitud Barrios,
Joaquín Hernández Galicia, Leonardo Rodríguez Alcaine, Elba Esther
Gordillo, Carlos Romero Deschamps , Víctor Flores, fueron o son muestra
de los peores vicios del sindicalismo.
En contraparte
han existido y existen figuras de dirigentes sindicales intachables.
Entre ellos sin duda; el Maestro Vicente Lombardo Toledano, fundador del
primer sindicato de maestros en el país y artífice de la Confederación
de Trabajadores de México (CTM) que en el período del General Lázaro
Cárdenas impulsó y apoyó acciones para el desarrollo nacional y el
bienestar popular. Figuras como Othon Salazar Ramírez, Misael Nuñez
Acosta son inspiración en las luchas del magisterio democrático
La víspera de un proceso que parece poner término a tres décadas de
neoliberalismo, abre la puerta a una nueva oportunidad para la clase
trabajadora para la defensa de sus derechos más elementales. Para ello,
necesita organizarse, la reciente Reforma Laboral lo estimula de gran
manera. Pero la lucha por la defensa de los derechos laborales,no se
dará esperando la buena voluntad del gobierno en turno. Solamente podrá
ser una realidad por medio de sindicatos fuertes y centrales obreras
independientes. Únicamente los trabajadores organizados y conscientes
podrán encauzar la Cuarta Transformación para el beneficio colectivo y
no para unos cuantos.
Manuel Alejandro Ramirez
Solorio es Licenciado en Docencia en Lengua y Literatura por la
Universidad Autónoma de Baja California, Profesor de Educación Básica y
Media Superior.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario