miércoles, 23 de mayo de 2018

México. El Nuevo Aeropuerto: Negocio y corrupción de la burguesía


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México. El Nuevo Aeropuerto: Negocio y corrupción de la burguesía


Por OLEP
Contratos que se otorgaron, algunos por 50 años
“¡El Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NACM) es la obra más grande e importante de los últimos tiempos”. “Traerá progreso y bienestar al país!” Es lo que escuchamos a diario en radio y televisión y, sin duda, este tema ha marcado las elecciones presidenciales de 2018. A pesar de que desde 2014 se dio el banderazo para iniciar las obras del aeropuerto y pese a las protestas de los pobladores de la región y la comunidad científica que alertaron sobre la problemática desde el lejano año 2001. Diecisiete años después el circo electoral ha dotado de reflectores la problemática del nuevo aeropuerto.
Es mentira que sea sólo el capricho de una persona que se opone a la construcción del NACM; la mayoría del pueblo, la clase trabajadora, estamos conscientes de que dicha obra, además de causar un daño al ambiente, no es para nuestro beneficio. Así lo revela también la reciente información sobre cómo se financia y quiénes se benefician de los contratos para las diversas obras del Nuevo Aeropuerto.
El costo total actualizado del NACM asciende a 186 mil 123 millones de pesos, según datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). El 73.7% de dicho presupuesto, es decir, 137 mil 233 millones de pesos, son contratos que se otorgaron, algunos por 50 años, a compañías y consorcios como: Operadora Cicsa, Compañía Peninsular, Desarrolla¬dora Prodemex, Edificadora GIA, Omega Construcciones, Consorcio ICA y Tracotamsa; propiedad de los burgueses: Carlos Slim Helú (uno de los diez hombres más ricos de mundo), Carlos Hank Rhon (dueño del banco más grande de México, Banorte), Olegario Vázquez Aldir (dueño de Grupo Empresarial Ángeles), Hipólito Gerard Rivero (cuñado del ex Presidente Carlos Salinas de Gortari), Jorge Miguel Melgarejo Hadad, Bernardo Quintana y Rolando Cantú Barragán (primo del constructor de la “casa blanca” de Peña Nieto), respectivamente.
Estos personajes miembros de la clase burguesa se han beneficiado por décadas de contratos millonarios de los distintos gobiernos, de ahí que ellos y sus representantes políticos insisten en la continuidad de la obra para la “modernidad y desarrollo a México”, aunque realmente su posición corresponde a velar por los intereses de su clase: seguir acumulando capital.
Otro de los negocios privados que invierten para pagar el NACM es a través de la famosa Fibra E (Fideicomiso de Inversión en Energía e Infraestructura), instrumento financiero que permite a inversionistas institucionales participar en proyectos de energía e infraestructura, son cuatro Administradoras de Fondo para el Retiro (Afores): Inbursa, Pensionissste, Profuturo y XXI-Banorte; invirtieron 13 mil 500 millones de pesos, que representa el 45% de la oferta global. Significa que los fondos para tu jubilación, los que tendrías que recibir por parte del Estado, son utilizados como negocio por las aseguradoras privadas, es decir, esas afores que “administran” tu ahorro fruto de tu trabajo están cotizando en el mercado y ahora se invierten para pagar una obra de alto riesgo para obtener cuantiosas ganancias”; sin embargo, tu pensión no será tan cuantiosa, no recibirás más por esa inversión, los principales beneficiarios serán como siempre los dueños de las afores, como Slim y Hank Rhon. ¿O acaso usted pensaba que le tocaría un pedazo de ese pastel?
Pero ahí no acaba el cuento, la Auditoría Superior de la Federación reveló recientemente varias anomalías del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (NACM), responsable de toda la obra del GACM, por ejemplo, que de la Cuenta Pública 2015 y 2016 hace falta esclarecer 148 millones de pesos y 415.2 millones de pesos, respectivamente. Además, hay anomalías como ajustes de pago a salarios de especialistas sin que exista un tabulador o estudio de mercado, duplicación de pagos, autorización de pagos por trabajos no realizados, etc. ¿Y sobre este cochinero se piensa erigir la modernidad de México?
La propuesta alternativa de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) para el NACM la presentó desde finales del 2015, pero no tuvo mucho eco ni dentro de sus propias filas, ni en el mismo Texcoco donde gobierna morena desde 2015. Ahora, ha causado tal impacto su posición y el hecho de “encarar” a Carlos Slim diciéndole que “lo están utilizando para frenar su movimiento”, que uno creería que podría ser viable para detener la construcción del aeropuerto si AMLO llega a la presidencia. Sin embargo, no debemos quitar el dedo del renglón: las elecciones presidenciales son importantes, pero no lo son todo, no debemos olvidar que la pequeña burguesía, que es el proyecto que representa AMLO, encierra contradicciones y que, como él mismo lo ha dicho, no le interesa confrontar, sino negociar; finalmente terminará negociando otros términos con esa burguesía que saldrá ganando una vez más para seguir expandiendo su capital por el mundo.
Por ello, es importante que el pueblo y sus organizaciones tengamos bien claro que nuestro principal enemigo es la burguesía, esa clase que existe gracias al trabajo y explotación de millones de proletarios, que no le importa generar una catástrofe en el valle de México, un desequilibrio hidrológico en la Cuenca, despojar a los pueblos de sus tierras y casas, desaparecer cerros completos para la extracción de minerales como el tezontle, basalto, etc. El llamado es a seguir luchando para frenar éste y otros proyectos de muerte, a retomar el punto 5 de nuestro Programa: Respeto a la autodeterminación política, económica y cultural del pueblo mexicano, es decir, el derecho a decidir qué país queremos, qué proyectos queremos y cómo los queremos!
¡Contra el despojo, la explotación y la represión; resistencia, organización y lucha por el socialismo!
NOTA: Este artículo fue publicado como parte de la sección DESPOJOdel No. 34 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), Mayo-Junio 2018.
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México: A 20 años de la Masacre de El Charco, continúa la impunidad


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México: A 20 años de la Masacre de El Charco, continúa la impunidad


A veinte años de la masacre de El Charco, no existe una investigación y mucho menos sanción para los responsables de estas graves violaciones a los derechos humanos
A unos días de cumplirse los 20 años la masacre de El Charco, perpetrada el 7 junio de 1998, en la comunidad indígena nasavi de El Charco, Ayutla de los Libres, Guerrero, México, donde integrantes del ejército federal al mando de los Generales Juan Alfredo Oropeza Garnica, entonces comandante de la XXVII Zona Militar, y el entonces comandante de la IX Zona Militar, Luis Humberto López Portillo Leal, ejecutaron extrajudicialmente a 10 indígenas nasavis, y al estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México, Ricardo Zavala Tapia, hiriendo a 5 indígenas nasavis, entre ellos a un niño de 13 años, así mismo deteniendo a 20 indígenas, entre ellos 4 menores de edad; Melitón Castro Morales y Bernabé García De Jesús de 14 y 15 años respetivamente, quienes solo hablaban nasavi y no sabían leer, Adrián Patriarca Agustina y Pedro Esteban Ávila de 16 y 17 años, a la entonces estudiante universitaria Ericka Zamora Pardo y al activista social Efrén Cortes Chávez, quienes fueron sometidos, rendidos, torturados, y presentados a declarar ante un Ministerio Público Militar, violentando sus derechos humanos.
El gobierno mexicano a 20 años, ha permanecido indiferente ante estas ejecuciones extrajudiciales, se ha limitado a decir; “Que los militares se encontraban realizando el operativo Maya, en cumplimiento de la Ley Federal de Armas de fuego y explosivos y en campaña permanente contra el narcotráfico, se encontraron con un grupo transgresor, y se realizó un enfrentamiento, que concluyo con “con 11 civiles muertos, 22 detenidos y 5 heridos, por parte del personal militar, sin novedad”
Ericka Zamora Pardo y Efrén Cortés Chávez, manifestaron que fueron  torturados, Ericka Zamora ha señalado que; “en un cuarto lleno de soldados, la vendan de los ojos y le dicen que se desnude completamente, la amarran empapada de agua a una silla metálica, la esposan de las manos, luego conectan un cable y tiran agua al piso, inician las descargas eléctricas y le decían que tenía que decir lo que ellos querían porque si no la iban a matar, o se desquitarían con su familia”, el General Juan Alfredo Oropeza Garnica al mando de  la tortura,   por su parte Efrén Cortés declaro que; “lo vendaron de los ojos y trasladaron a un lugar que desconoce y ahí le pusieron una cosa en la garganta y le empezaron a apretar el cuello y después le quitaron la ropa y lo acostaron en un lugar que no sabe que era, lo ataron de las manos y de los pies y le pusieron como una esponja y la empezaron a mojar con agua y después le dieron toques eléctricos en las tibias de los pies, en los genitales y en la cabeza”, subrayaron que la CNDH, no quiso documentar la tortura.
Ericka Zamora Pardo y Efrén Cortes, estuvieron internos aproximadamente 4 años, de los cuales estuvieron 20 meses en el penal para varones de máxima seguridad de Puente Grande.
A veinte años de la masacre de El Charco, no existe una investigación y mucho menos sanción para los responsables de estas graves violaciones a los derechos humanos como lo son las ejecuciones extrajudiciales, tortura y presentación de civiles a Tribunales militares. Las víctimas directas e indirectas han sido totalmente ignoradas por el gobierno mexicano, por eso los abajo firmantes exigimos justicia, que el estado mexicano, investigue, sancione y repare los daños causados. Que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), otorgue ya el Informe de Admisibilidad.
¡Memoria, verdad, justicia!
¡LA JUSTICIA PARA LAS VÍCTIMAS DE LA MASACRE DEL CHARCO, ES LA JUSTICIA PARA TODOS!
Ciudad de México, a 22 de mayo de 2018.
Fray Julián Cruzalta, Iglesias por la Paz, Pastor Hugo Gallardo, Humberto Robles (escritor), Juan Carlos Gutiérrez, Estratégico En Derechos Humanos A.C., i(dh)as Litigio, Braulio Gutiérrez (cinematógrafo), Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Víctimas de Violaciones a los Derechos Humanos en México (Afadem-Fedefam), Julio Mata; Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos (Limeddh), Elsa Arista; Los Otros NY, Organización Campesina de la Sierra del Sur, Norma Mesino Mesino; Consuelo Morales, Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos, A.C. (CADHAC); Salvador Solórzano, Consejo Federal Ejecutivo Nacional e Internacional del Frente Mexicano Pro Derechos Humanos A.C.; Centro para el Desarrollo Integral de la Mujer, Adriana Linares, Comité de Familiares de Personas Detenidas Desaparecidas en México (COFADDEM “Alzando Voces”), Mujeres Guerrerenses por la Democracia A.C., Comunidad Raíz Zubia A.C., Asociación de Derechos Humanos del Estado de México, ADHEM, de Mónica Hurtado, Rosa García García, Roció López Hernández, Diana Elena García Arango, Fundación Diego Lucero A.C., (FDL), Asociación Nacional de Abogados Democráticos, (ANAD); Observatorio Nacional de Prisiones, México, (ONP-México), Red Universitaria de Monitores de Derechos Humanos, (RUMODH); Centro de Derechos Humanos Coordinadora 28 de Mayo A.C., (C-28-M); Asociación de Derechos Humanos del Estado de México, (ADHEM), Comité de Defensa de Derechos Humanos de Cholula, Puebla, (CHOLOLLAN); Actuar Familiares contra la Tortura, (AFCT); Centro de Derechos Humanos “Antonio Esteban”, (CDHAE); Asociación Canadiense por el Derecho y la Verdad, (En Vero); Frente Mexiquense en Defensa para una Vivienda Digna A.C.

Adiós a Oriente Medio

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Adiós a Oriente Medio

 

 

Fernando Díaz Villanueva

Oriente Medio era ese lugar en el que todos se peleaban durante todo el tiempo. Ese lugar formado más por tribus que por naciones, fracturado en todas las direcciones y en el que tensiones religiosas propias de otro tiempo sólo sorprenden a los que estamos fuera. En ese lugar aterrizó Estados Unidos poco después de acceder a su condición de primera potencia mundial tras la guerra.
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El legado de los protectorados británico y francés de tiempos de la Sociedad de Naciones, más cientos de años de disputas y banderías les pedía a gritos que había que actuar, había que “hacer algo”. Esa era la consigna que todos dieron por buena. Todos menos los propios interesados, es decir, las receptores habituales de la intervención.
Los israelíes, que llevan ahí setenta años tratando de sobrevivir, algo han aprendido. Tan pronto como aseguraron sus fronteras tras la guerra de 1967 se atrincheraron y ahí siguen completamente ajenos a lo que diga la ONU, la UE o el sursuncorda. Entienden de qué va la cosa en ese rincón del mundo y actúan en consecuencia. Son, de hecho, una tribu más, la última en llegar a aquel pandemonio. Para todo lo demás Estados Unidos tenía la receta infalible que siempre consistía en lo mismo pasase lo que pasase: intervenir, “hacer algo”.
Si la cosa salía mal -y solía salir mal- Estados Unidos era el culpable de todo, el gendarme del mundo que se metía donde nadie le había llamado
El guión era muy similar en todas las crisis, sin importar si se trataba de una guerra civil entre clanes, un golpe sangriento o una escalada terrorista. Estados Unidos llegaba con dinero, con tropas o con ambas cosas y “hacía algo”. La historia recorría unas fases muy bien delimitadas que seguíamos atentamente por televisión. Primero el secretario de Estado se ponía en contacto con las partes y les pedía moderación y diálogo. Luego se dejaba caer por allí, ya bajo el foco de las cámaras, para organizar una cumbre que solía coincidir con el envío de tropas americanas al lugar del conflicto. Todo terminaba con una grandiosa conferencia de paz con el presidente de muñidor y a la que los europeos se apuntaban entusiastas.
Los costes de esta hiperactividad en Medio Oriente eran altísimos, tanto los económicos como los humanos. También el asunto se cobraba un alto tributo en imagen internacional porque si la cosa salía mal -y solía salir mal- Estados Unidos era el culpable de todo, el gendarme del mundo que se metía donde nadie le había llamado.
Así, mientras las potencias europeas jugaban la carta del pacifismo y el multilateralismo, Estados Unidos corría con la parte fea del asunto y se encargaba de pagar el banquete incluso cuando los comensales se estaban tirando los platos a la cabeza. Al final nada se resolvía, simplemente se aplazaba. Poco después, por el mismo resquicio o por otro, se abría una nueva crisis y vuelta a empezar.
Esta es, a grandes rasgos, la historia de Oriente Medio en las seis décadas que van del final de la guerra mundial a la llegada de Obama al poder. Porque fue Obama el que cambió la estrategia desenganchándose paulatinamente de los asuntos internos de Oriente Medio. Hoy el papel de Estados Unidos en esa región es más de observador que de cirujano.
Desde hace unos diez años se ha mantenido prudentemente al margen de las guerras de Siria y Yemen, y sólo la irrupción del Estado Islámico hace cuatro años les obligó a tomar medidas algo más drásticas. Pero no mucho más drásticas. Incluso en los momentos álgidos de la lucha contra el ISIS, la presencia estadounidense en la zona era mínima. Prefirieron mantenerse en la retaguardia asesorando y financiando a sus aliados.
Exactamente lo contrario de lo que ha hecho Rusia, metida hoy hasta el cuello en el avispero sirio porque alguien debió convencer a Putin de que aquello era una oportunidad y había que “hacer algo”. Contemplamos no sin cierta sorpresa que quien está sufragando los cuantiosos costes de “hacer algo” es Rusia, cuyos recursos son, por cierto, infinitamente más limitados que los de Estados Unidos.
Por este cambio estratégico a Obama se le acusó de aislacionista y de ser incluso el causante del desorden. Pero no, el desorden ya estaba ahí, la Casa Blanca lo único que hizo a partir de 2009 fue apartarse de él. Desde entonces ha pasado lo que iba a pasar de cualquier modo. Estados Unidos se ha ahorrado al menos perder el tiempo, el dinero y la vida de muchos soldados.
El mensaje, que ya se va captando en todas las cancillerías, es que Estados Unidos no actuará o que, de hacerlo, no será como hace diez o quince años
Donald Trump no ha hecho más que continuar con la política de Obama en la zona cambiando, eso sí, algunos elementos de sitio pero manteniendo lo fundamental. El mensaje, que ya se va captando en todas las cancillerías, es que Estados Unidos no actuará o que, de hacerlo, no será como hace diez o quince años.
Los motivos de este reenfoque estratégico están ahí para quien quiera verlos. Estados Unidos se acerca a la autosuficiencia energética, por lo que su preocupación por los pozos petroleros del golfo ya es sensiblemente menor. Sus intereses comerciales están hoy más centrados en el Pacífico que en Europa y Oriente Medio, su principal socio comercial es China, la mayor parte de las importaciones le llegan por su costa oeste.
No tenía, por lo tanto, sentido mantener la ocupación de Irak, un desagüe por el que todos los años se iban miles de millones de dólares y muchas vidas. Tampoco parecía muy sensato meterse en Siria o tratar de mantener a punta de fusil a antiguos aliados como el egipcio Mubarak o el tunecino Ben Alí.
En la guerra de Libia de 2011, por ejemplo, si hubo participación norteamericana, pero bajo el paraguas de la ONU junto a otros 16 países que superaban con creces los efectivos enviados por Washington. Sólo Francia desplegó en aquella ocasión seis fragatas y un portaviones, amén de un submarino nuclear y una veintena de cazas. En Libia fueron los europeos los que tuvieron que exhibir poder duro porque Estados Unidos miraba los toros desde la barrera.
Para resolver el problema de Irán Obama escogió la vía de la distensión mediante un acuerdo que pretendía integrar pacíficamente a Irán en el concierto de Medio Oriente, cosa que no ha conseguido. Los ayatolás aprovecharon la generosidad yanqui para expandirse y multiplicar su presencia en la zona. Una vez más “hacer algo” no ha servido para nada.
El fin del acuerdo, que Trump selló este mismo mes, vino a confirmar que su política de desenganche es aún más acusada. Simplemente está dejando que las cosas sucedan porque han entendido ya que van a suceder de todas maneras. Con la salida del acuerdo invita a saudíes e israelíes, sus dos aliados más fieles en Oriente Medio, a enfrentar a su propio demonio. Ha permitido también que los rusos lo intenten en Siria y que se estrellen como ya se estrellaron ellos en el pasado. Todo desde la distancia y manteniéndose impoluto.
La era de “hacer algo” en Oriente Medio se ha acabado. murió durante el mandato de Obama
No es mala estrategia. Las posibilidades de que el Kremlin se salga con la suya y se convierta en un actor principal en la región son remotas. Carece de los medios y el rompecabezas es demasiado complicado. Haga lo que haga nadie se lo agradecerá, al contrario, levantarán el dedo acusador y les culparán a ellos.
Quedaría sólo el fleco iraní. ¿Quién se hará cargo de frenar su expansión? Probablemente ellos mismos. Irán es un país que arrastra mil problemas económicos y otros tantos de índole social y política. Pero, de seguir con su proyecto de unir el Pérsico y el Mediterráneo a costa de su propia gente, serán los vecinos quienes se lo impidan por la cuenta que les trae. Para ello podrán contar con la asistencia militar y financiera de Washington, pero poco más.
A Trump, como antes a Obama, no le interesa lo más mínimo desperdiciar vidas y dinero en un lugar cuyos problemas son irresolubles. Les ha costado en el Pentágono más de medio siglo asumirlo. La era de “hacer algo” en Oriente Medio se ha acabado. murió durante el mandato de Obama. Trump se está limitando a oficiar el entierro.

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Las armas nucleares de Israel sin control alguno


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Las armas nucleares de Israel sin control alguno 

 

 


Israel, como estado gamberro, no cumple jamás con los acuerdos del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, ni hace caso alguno de las condenas a su política dispuestas por la Asamblea General de la ONU, órgano absoluto de las Naciones Unidas.
Nos preguntamos: ¿por qué lo hace? La respuesta es muy simple: porque se lo permite el imperio USA.
Muchas veces nos hemos hecho la pregunta de si Israel es el estado 51 de los USA; o si es Israel quien maneja la política exterior de los EEUU.
Mi opinión al respecto es que hay entre esos paises una relación simbiótica perfecta y que se usan mutuamente. Israel pretende ser el gendarme del llamado Cercano Oriente ampliado, y los USA, utilizan a Israel en ese msmo Cercano Oriente Ampliado para no implicarse demasiado en esa zona.
Hay un hecho llamativo entre ambos que llama la atención por ser un caso único en el mundo: la Histadrut, que es la central “obrera” israelí emite bonos o acciones como si se tratara de una sociedad anónima, y esos valores se cotizan en la bolsa de Nueva York, como otra acción de una empresa cualquiera.
Es inimaginable por ejemplo que la UGT o CCOO emitieran acciones o bonos, pero a Israel se le permite esa pequeña licencia.
Obviamente la entidad sionista nunca ha reconocido la posesión de armas atómicas, aunque siempre se ha sospechado de que las tenían. Esas sospechas se vieron confirmadas hace ya muchos años por un técnico nuclear israelí de nombre Mordejai Vanunu, que huyó a Londres, y dio una rueda de prensa dando todo tipo de información sobre esas armas. Entre otras cosas dijo que Israel disponía de instalaciones nucleares avanzadas donde enriquecía uranio en la localidad de Dimona, en el desierto de Neguev.
Vanunu, al huir a Londres puso en evidencia a la entidad sionista, y descubrió al público en general que la central de Dimona se había construido con la ayuda fundamentalmente de los EEUU y de Francia. Esto era insoportable para la entidad sionista, que decidió encerrar a Vanunu, y organizó una operación de espionaje y captura puesta en práctica por el Mossad, que envió a una mujer de su personal para seducir a Vanunu y atraerlo a una cita amorosa donde fue capturado y secuestrado. Una vez en Israel fue juzgado y condenado a 18 años de reclusión, y los cumplió en total aislamiento. Al salir de prisión, no se le permitió salir del país, ni dar ruedas de prensa, y está permanentemente controlado en sus comunicaciones, sean del tipo que sean. Esta es la democracia sionista.
Todo esto viene a cuenta de lo sucedido con Irán y la decisión de Trump de denunciar el tratado firmado con Irán por el grupo 5 más uno. La excusa es que Irán sigue con su programa de fabricación de armas nucleares y que sigue enriqueciendo uranio para ello. Sin embargo la OIEA (Organización Internacional de Energía Atómica) viene certificando que Irán cumple a rajatabla lo pactado, y que no hay armas nucleares en su territorio. Nada se dice de Israel que sí tiene esas armas que se calculan entre 400 y 1200, ya que no están declaradas. Esas armas la entidad sionista las utiliza para chantajear a sus vecinos árabes, y en especial a Irán.
La nación persa sigue con su programa de construcción de misiles no nucleares, y gracias a ello no ha sido atacada por la entidad sionista. Esta última ya destruyó cuando estaba en construcción en tiempos de Sadam Hussein una central nuclear en Irak.
Hace algo más de un mes, se realizaron en el Mediterráneo las mayores maniobras aéreas de la historia con participación de aparatos de los EUU, Reino Unido, Francia, Grecia, Turquía e Israel. En esas maniobras participaron como fuerza de apoyo cuatro submarinos de bandera israelí fabricados en Alemania, y modificados en sus tubos lanzadores para disparar misiles nucleares. Otra prueba más de que la entidad sionista tiene esas armas.
Pero obviamente la entidad sionista tiene patente de corso, y puede actuar como lo que es: un estado delincuente, que puede cometer crímenes, secuestrar y matar donde sea gracias al apoyo de todos los gobiernos de los EEUU, sean del partido que sean.
Es que el lobby judío en USA es muy poderoso, y tiene cogidos a los aparatos de los grandes partidos con las generosas sumas de dinero que aporta a sus campañas. Y ya sabemos: “poderoso caballero es don dinero”.

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EEUU promete aplicar a Irán “las sanciones más fuertes de la historia”


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EEUU promete aplicar a Irán “las sanciones más fuertes de la historia”


Por EFE-Washington
Si Irán hace “grandes cambios” y cumple 12 condiciones para contener su programa nuclear, Estados Unidos estaría dispuesto a levantar sus sanciones.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, ha anunciado este lunes que su Gobierno impondrá a Irán “las sanciones más fuertes de la historia”, y ha advertido a Europa de que las compañías que hagan negocios en Irán deberán “rendir cuentas” y afrontar penalizaciones económicas.
“Impondremos una presión financiera sin precedentes al régimen iraní”, ha asegurado Pompeo en un discurso sobre la estrategia de su Gobierno tras la retirada del acuerdo nuclear firmado junto a Irán y otras cinco potencias en 2015
“Estas serán, de hecho, las sanciones más fuertes de la historia cuando hayamos terminado”, ha aseverado, al decir que las sanciones impuestas la semana pasada al gobernador del Banco Central de Irán, Valiollah Seif, son “solo el comienzo”.
“La punzada de las sanciones se volverá cada vez más dolorosa si el régimen no cambia su rumbo del camino inaceptable y poco productivo que ha elegido a uno en el que vuelva a unirse a la liga de las naciones”, ha subrayado el jefe de la diplomacia estadounidense.
Pompeo ha adelantado que, una vez que esas sanciones entren en vigor por completo, “Irán deberá luchar para mantener su economía viva” y deberá elegir entre ese objetivo o “seguir derrochando su riqueza y vidas preciadas en el extranjero”, porque “no tendrá los recursos para hacer ambas cosas”.
“Irán no tendrá nunca más carta blanca para dominar Oriente Medio”, ha añadido. “Aseguraremos la libertad de navegación en las aguas de la región. Perseguiremos a los agentes iraníes y sus apoderados de Hezbolá en todo el mundo, y los aplastaremos”, ha aseverado el secretario de Estado.
Doce condiciones para un nuevo tratado con Irán 
Si Irán hace “grandes cambios” y cumple 12 condiciones para contener sus programas nuclear y balístico y sus actividades en Oriente Medio, Estados Unidos estaría dispuesto a levantar sus sanciones, restaurar sus lazos diplomáticos y comerciales con Teherán e incluso ayudarle a modernizar su economía.
No obstante, mientras no se llegue a ese improbable acuerdo, Estados Unidos no se contendrá en la reanudación de sus sanciones al programa nuclear iraní, que afectan también a terceros países.
Pompeo ha asegurado que entiende que esa decisión “presenta dificultades financieras y económicas para algunos amigos” de Estados Unidos, como los países europeos. El jefe de la diplomacia estadounidense ha advertido a sus socios en Europa de que su Gobierno se asegurará de que “rindan cuentas aquellos que hagan negocios en Irán”, y ha dicho que próximamente enviará equipos a distintas capitales del mundo para “escuchar” sus preocupaciones y explicar las implicaciones de las sanciones.
Por otro lado, Pompeo ha agregado que el Gobierno de Donald Trump “prefiere” que ese potencial acuerdo tome la forma de un “tratado” ratificado por el Congreso de EE.UU. para garantizar su permanencia, y ha cerrado la puerta a una renegociación del acuerdo nuclear multilateral de 2015.
“Sé que nuestros aliados en Europa podrían intentar mantener activo el antiguo acuerdo nuclear con Teherán. Esa es su decisión. Ya saben cuál es nuestra posición”, ha concluido.
https://www.eldiario.es/internacional/EEUU-promete-Iran-sanciones-historia_0_773773230.html

El sistema electoral colombiano: La democracia ficticia


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El sistema electoral colombiano: La democracia ficticia


El día 27 se celebra la primera vuelta de los comicios presidenciales en una Colombia cuyo sistema electoral está en cuestión. Fallas técnicas, ineficacia, corrupción, manipulación… la democracia ficticia. Falta de capacitación de jurados de votación, fallas de seguridad en el software de escrutinio, violación al Habeas Data y hasta un posible fraude electoral… estas […]
El día 27 se celebra la primera vuelta de los comicios presidenciales en una Colombia cuyo sistema electoral está en cuestión. Fallas técnicas, ineficacia, corrupción, manipulación… la democracia ficticia.
Falta de capacitación de jurados de votación, fallas de seguridad en el software de escrutinio, violación al Habeas Data y hasta un posible fraude electoral… estas son algunas de las amenazas para las elecciones presidenciales de Colombia en 2018 que tienen su primera cita el domingo 27 de mayo.
El balance que hizo de las pasadas elecciones parlamentarias del 11 de marzo la Misión de Observación Electoral de Colombia (MOE) deja muy mal parados a la Registraduría Nacional del Estado Civil y al Consejo Nacional Electoral, CNE.
Para realizar el balance de los comicios, la MOE desplegó a 3.398 observadores en 571 municipios (son 1.102 en total) de los 32 departamentos del país y, además de informar acerca de la confusión y el malestar ciudadano producto de los problemas con la falta de tarjetones para la consulta abierta interpartidista, desvelaron una cadena de fallas de logística y de recursos humanos y técnicos cometidos durante la jornada electoral.
La fallas
Más allá del problema de las fotocopias de los tarjetones faltantes, el balance de la MOE evidencia, por ejemplo, que el 79% de los jurados de votación no conocía el procedimiento del conteo de votos, denotando la falta de una completa capacitación que debería brindarles la Registraduría. ¿Si no hay claridad de los jurados en el conteo de votos, cómo garantizar la fiabilidad de los datos presentados? Es que la descoordinación entre las dos entidades es protuberante.
La MOE demostró que “en el 35% de las mesas observadas se permitió votar al ciudadano después de las 4:00 pm”, “en el 15% de las mesas el número de votos era mayor al número de votantes habilitados” y, “en el 62% de los puestos observados NO todas las personas pasaban por el registro biométrico permitiendo posible suplantación”.
De los 426 reportes ciudadanos sobre irregularidades electorales presentadas el día de la elección por la MOE a las autoridades competentes, 184 casos, o sea el 43%, corresponden a constreñimiento al votante y a la compra y venta de votos, dos de las modalidades más habituales en el país para consumar fraude electoral.
Como el caso de Aída Merlano, del Partido Conservador, condenada por la Corte Suprema de Justicia por los delitos de corrupción al sufragante, ocultamiento, retención y posesión ilícita de cédulas de ciudadanía y por tenencia de armas de fuego. El 11 de marzo, en plena jornada electoral, hallaron en su sede de Barranquilla $261 millones de pesos en efectivo, varias armas de fuego, un sofisticado sistema con código de barras para la compra de votos y una lista de líderes políticos afines a la candidata que recibieron dinero, en cuantía superior a los $7 mil millones de pesos.
En la lista de reportes el segundo más recurrente fue el de la participación indebida de servidores públicos en política, con 108 casos (25%), la publicidad extemporánea con 66 casos (16%), y el fraude en la inscripción de cédulas con 30 denuncias (7%). En Antioquia, Atlántico, Bolívar, Nariño, Norte de Santander, Risaralda, Santander, Tolima y Valle del Cauca, se concentró el 67% de las irregularidades y, en las ciudades de Barranquilla, Bogotá, Cali, Cartagena, Cúcuta, Ibagué, Medellín, Pasto y Pereira se reportó el 39% de las anomalías.
En Cali, por ejemplo y para investigar un posible fraude electoral, ocho días después de las elecciones del 11 de marzo y aún en plena consolidación del escrutinio, la Fiscalía decomisó 8 computadoras de la firma contratista que consolidaba las votaciones de las zonas 24 a la 41 de la capital vallecaucana. La entidad aún no presenta resultados.
Y si bien el riesgo electoral asociado a la violencia y al fraude registra los índices más bajos en las últimas elecciones, la MOE advierte de la persistencia de ésta problemática en 170 municipios del país y en otros 141 hay más censo electoral que población, siendo Antioquia, Boyacá y Santander los departamentos con más municipios atípicos reportados.
Las deficiencias en la seguridad del software de escrutinio
Por posibles deficiencias en la seguridad del software de escrutinio, la MOE advierte de la necesidad de implementar una correcta auditoría respecto de su uso para garantizar un riguroso control de los procedimientos, ya que las últimas cinco elecciones al Congreso han sido demandadas debido a “la contabilización fraudulenta de votos, (a las) abrumadoras diferencias entre los distintos formularios de votantes (y a las) alteraciones a las actas de escrutinios”.
Dichas demandas de anulación de la curul para varios congresistas fueron resueltas por el Consejo de Estado en 3 a 4 años, como en las elecciones al Congreso para los periodos 2002-2006, 2006-2010 y 2010-2014 y, en el último caso documentado (sobre las tres curules restituidas recién a MIRA), el Consejo de Estado decidió declarar la nulidad a solo 5 meses de terminarse el periodo constitucional.
De las elecciones al Congreso para el periodo 2018-2022, el Consejo de Estado deberá resolver las tres curules reclamadas por el partido de unidad cristiana Colombia Justas Libres que solicita la restitución de 35 mil votos; más la curul del Centro Democrático, en furia disputa entre Milla Romero, de Norte de Santander y el ideólogo archiuribista, José Obdulio Gaviria.
En el país, el software de elecciones se usa únicamente para realizar el escrutinio de los votos y la consolidación de los resultados; no obstante, para el Laboratorio de Seguridad Digital y Privacidad de Karisma, “organización líder en derechos digitales” y encargada de plantear el protocolo de auditoría al software, hay “indicios de la debilidad del sistema híbrido colombiano”.
En el caso de la restitución de las tres curules a MIRA, por ejemplo, peritos informáticos de la Fiscalía, informó Karisma, encontraron indicios de sabotaje en 3.630 registros de 1.412 mesas; paradójicamente, y debido a que el contratista encargado de operar el software adujo la eliminación de los archivos originales, no se pudo establecer con certeza si hubo sabotaje. Todo se olvidó sin investigaciones exhaustivas, sin responsables.
Carolina Botero, directora de Karisma, indicó en reciente columna de opinión en El Espectador que “la Registraduría debe permitir que los partidos y la (MOE) auditen el software (artículo 45 de la Ley 1475 de 2011), pero esto no se hace”.
Karisma presentó “tres escenarios posibles para auditar el sistema de escrutinio” (vigilancia que no se usará en las elecciones presidenciales de 2018) y que incluye la revisión de los requerimientos contractuales comparados con los informes de los contratistas; auditorías basada en la norma ISO9001, y pruebas para identificar los posibles riesgos de confidencialidad, integridad y seguridad de la plataforma web y de configuración de los equipos entregados por la Fiscalía.
El costo económico para auditar con confiabilidad al software de escrutinio, advierte Karisma, podría ascender a más de mil millones de pesos, representados en un equipo de 13 expertos informáticos que trabajarían durante 4 meses.
Violación al derecho al Habeas Data en las consultas interpartidistas
Otra de las preocupaciones de la MOE es la posible violación al derecho al Habeas Data de los electores en las consultas abiertas interpartidistas que fueron consignadas en los Formularios de Registro de Votantes o de empadronamiento ideológico (E-11).
Dichos registros, advierte la MOE, violan el derecho a la confidencialidad de las preferencias de los electores; por tal motivo, le aconsejaron a la Registraduría hacer una apropiada destrucción de los formularios.
Para hacerlo, debieron inventariar el número de formularios E-11 por departamento, municipio, puesto y mesa; verificar su existencia y correspondencia con las distintas arcas triclaves en las comisiones escrutadoras y, finalmente, asegurar la destrucción de todo el material, con el acompañamiento de funcionarios de la Procuraduría y la MOE. Destrucción que la Registraduría solo realizó la semana pasada, mucho más allá del tiempo recomendado.
Las suspicacias por una inadecuada destrucción de los tarjetones se basan en cifras de los más recientes comicios, en los cuales los observadores de la MOE reportaron que el 26% de los tarjetones sobrantes no fue seleccionado al azar para su anulación, como estaba previsto, y ni siquiera destruyó el 19% de esos tarjetones.
El riesgo de la existencia de copias de los formularios E-11 es que podrían ser usados para anular determinados votos o por hackers informáticos o personal con acceso al software para beneficiar o desfavorecer a un candidato en las elecciones presidenciales, a efectuarse el próximo 27 de mayo. Intentos de fraude electoral alterando los registros del software de escrutinio ya se han registrado en el pasado.
En las elecciones atípicas de 2012 para la gobernación al Valle del Cauca, por ejemplo, capturaron en un hotel a seis personas, entre funcionarios y ex-funcionarios de la Registraduría, el CNE y el Tribunal Seccional de Garantías Electorales del Valle, a quienes la Fiscalía les encontró en su poder 12 computadores, 21 celulares, 14 simcards, 2 folios con números de cuentas y dinero en efectivo, pruebas de los delitos de cohecho propio, cohecho para dar u ofrecer y tentativa de alteración de resultados electorales.
¿Entidades politizadas, corruptas y desprestigiadas?
El Consejo Nacional Electoral, máxima autoridad de la dirección y el control de la Organización Electoral, lo integran nueve magistrados elegidos por la Sección Quinta del Consejo de Estado, pero de ternas enviadas por los partidos y movimientos políticos.
La presidencia del CNE está a cargo del magistrado Alexander Vega, del Partido de La U, y la vicepresidencia la ocupa el magistrado Carlos Camargo, del Conservador. Esa injerencia hace del CNE un órgano politizado, a tal punto que su eliminación, a cambio de un tribunal especializado e independiente, fue sugerida por la Comisión Especial para la Reforma Política, propuesta desfigurada por el ejecutivo porque también incluía la eliminación parcial del Consejo de Estado.
La ineficiencia e ineptitud en las investigaciones adelantadas por el CNE contra, por ejemplo, Óscar Iván Zuluága, candidato presidencial del Centro Democrático para las elecciones de 2014, o contra Juan Manuel Santos, presidente en ejercicio y en busca de su reelección por aquella época, por la presunta financiación de la firma constructora brasilera Odebrecht a sus campañas es otra de las razones de la desconfianza hacia la entidad.
Los reiterados retrasos para la autorización en la consulta que busca la revocatoria de Enrique Peñalosa, alcalde mayor de Bogotá, por la aparente superación del tope de financiación de la campaña promotora de la derogatoria, es otros ejemplo de la ineficacia del CNE.
La Registraduría, por su parte, a cargo del abogado Juan Carlos Galindo Vacha, afín al partido Conservador, es la entidad facultada para dirigir y organizar el proceso electoral, además de “proteger el ejercicio del derecho al sufragio y otorgar plenas garantías a los ciudadanos” colombianos para tal fin.
¿Garantías? Un reporte interno de 2003 de la Registraduría reveló la desaparición de documentación electoral y un manejo inadecuado e inoportuno de parte de los funcionarios electorales en la entrega de formularios, informes y certificaciones; además de otros que entorpecían la labor de escrutinio o alteraban resultados a través de la lectura errada de las actas parciales o la manipulación del software de escrutinio.
La semana pasada, un informe de la Fundación Paz y Reconciliación evidenció al interior de la entidad una posible red encargada de garantizar, a cambio de millonarios sobornos, jurados de votación y amaños en los registros electorales para que candidatos alcanzaran el umbral de votos y lograr así una curul.
Otra de las recientes anomalías en la Registraduría la evidenció el senador Armando Benedetti, al señalar irregularidades en la inscripción de casi 4 mil jurados de votación para la ciudad de Barranquilla.
El cambio del logotipo del movimiento ciudadano Colombia Humana, del candidato Gustavo Petro, previamente autorizado por el CNE, es otra de las negligencias cometidas por la Registraduría. La culpa, señalaron directivas de la entidad, la tuvo una funcionaria de la Dirección de Asuntos Electorales, quien supuestamente engavetó el documento. Todo se resolvió con la renuncia de José Asdrúbal Zapata, director Nacional de Gestión Electoral de la Registraduría.
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“Los europeos deberán decidir en un momento dado entre el yugo de la OTAN o su supervivencia”


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“Los europeos deberán decidir en un momento dado entre el yugo de la OTAN o su supervivencia”

 

 


“Los europeos deberán decidir en un momento dado entre el yugo de la OTAN o su supervivencia”
Autor de varios libros sobre política internacional, el último de ellos,
Política y geopolítica para rebeldes, irreverentes y escépticos
, Akal, 2016, iba por su tercera edición en diciembre 2017. Augusto Zamora es profesor de Relaciones Internacionales, periodista y ex diplomático. En la actualidad está dedicado a la investigación.
***
Nos habíamos quedado en este punto. Si afirmara que detrás de Trump está, sobre todo, la industria militar estadounidense que gobierna casi directamente a través de él, ¿estaría diciendo una tontería? ¿Sería absurda o alarmista mi afirmación? ¿Un nuevo presidente de EEUU podría orientar la situación hacia otras coordenadas?
Bajémosle el nivel al peso del complejo militar-industrial. Alcanzó su gloria con la Guerra Fría, pero hoy el mundo es mucho más complejo, la economía de EEUU más reducida y su déficit presupuestario crece cada año exponencialmente. Trump es una figura atípica y sus políticas externas más bien están contribuyendo a debilitar la posición de EEUU en el mundo. El 58% del total de armas que se vendieron en el mundo en 2017 eran de fabricación estadounidense, pero sus compradores fueron casi los mismos: las petromonarquías árabes, Japón, Corea del Sur, países de la OTAN… Ahora se trata más de calidad que de cantidad. Hay que modernizar los conceptos.
De acuerdo, de acuerdo.
El complejo militar-industrial, como el mismo EEUU, ya no es lo que era. Por demás, los fracasos de la OTAN en Afganistán o Iraq y el de Arabia Saudita en Yemen hacen ver que las guerras no las gana la mera acumulación de armamentos y sistemas sofisticados. Rusia, empleando medios limitados, en dos años puso fin a la guerra civil en Siria, salvó al régimen de Damasco, destruyo al Estado Islámico y tiene negociando la paz a rebeldes y gobierno. Supongo que la OTAN habrá tomado nota de la impresionante efectividad de las fuerzas armadas rusas, frente al estrepitoso fracaso de su fanfarria militar.
Habla usted de la venidera y definitiva Batalla del Pacífico, que no se parecerá en nada, afirma, a la del siglo XX. ¿Por qué? ¿A qué se perecerá entonces esa posible batalla?
He señalado que la Batalla del Pacífico en la II Guerra Mundial era una batalla en extremo desigual, que Japón jamás, jamás habría podido ganar. Sus tropas combatían esparcidas en un demencial frente de 8.000 kilómetros, que iba desde Australia a Corea. Aunque el cine de Hollywood lo haya omitido adrede, para magnificar hasta el delirio el esfuerzo bélico de EEUU, contra Japón combatían australianos, neozelandeses, filipinos, birmanos, vietnamitas, chinos y coreanos, además de estadounidenses. Japón tuvo que dedicar la mitad de sus recursos a la guerra en China. Como afirmó el historiador Nial Bergson, China absorbió el 52% del personal militar japonés por 33% la batalla del Pacífico. Una nueva batalla por el Pacífico invertiría totalmente los términos. La suma de China y Rusia, más sus aliados, deja a EEUU en el papel de Japón. En la II Guerra Mundial EEUU contó con el apoyo de casi toda Asia. Ahora sólo podría contar con Japón y Corea del Sur y puede que, llegada la hora de los hornos, ni con ellos. En una perspectiva a diez o quince años, el poder de EEUU se diluirá como el azúcar en agua. El programa de un Ataque Global Rápido podría responder a análisis militares en los que los militares estadounidenses hayan llegado a la conclusión de que no tienen ninguna opción creíble de victoria en una guerra convencional contra una alianza euroasiática. Espero que lleguen también a la conclusión de que sus planes de Sauron tampoco tienen viabilidad ninguna.
Esperemos que así sea. ¿África no cuenta, no existe en términos geopolíticos? ¿Sólo por sus metales raros y por sus yacimientos de uranio tal vez?
Ni África ni Latinoamérica tienen valor geoestratégico. Latinoamérica por su condición de continente-isla, separado del mundo por dos océanos. África por una razón similar. Es un continente excéntrico, fuera del centro, lastrado, además, por una profunda pobreza. Sólo cuentan como abastecedores de materias primas y poco más.
¿Y el Próximo Oriente? ¿No cuenta tanto al ser casi independiente EEUU en términos energéticos por el cracking?
En términos objetivos, Oriente Medio y Próximo importan porque son la reserva energética de Europa, sobre todo la occidental. En caso de conflicto global, el flujo de petróleo y gas de esa zona dejaría de fluir hacia Europa. Creo que la destrucción de puertos y pozos seria uno de los primeros objetivos militares, para dejar seca a Europa. El control de la energía es el control del poder. Cerrado el grifo ruso y destruido el de Oriente, Europa quedaría en la situación de Alemania en la Primera Guerra Mundial: con los países más o menos intactos (excepción hecha, posiblemente, de Alemania, Polonia, Francia y Gran Bretaña), pero sin gota de combustible para mover nada. Alemania, en esa guerra, fue derrotada económicamente, no lo fue en términos militares.
En su opinión, ¿América latina seguirá siendo el patio trasero de Estados Unidos?
No, ese es otro concepto superado por la realidad. EEUU sabe que los tiempos son otros y que la época de las intervenciones militares, dictaduras bananeras y gobiernos fascistas pertenece al pasado. La irrupción de China ha cambiado muchas cosas. Es el primer o segundo socio comercial de Brasil, Argentina y Chile. Su interés en Panamá es evidente, como lo ha sido su apoyo y el ruso a Venezuela. Hasta México está descubriendo China con el problema abierto por Trump con la revisión del TLCAN y su obsesión con un muro.
¿Sigue siendo válido aquel aforismo -renovado- de Rosa Luxemburg: o superación del capitalismo o barbarie de dimensiones apocalípticas?
El capitalismo será superado. De hecho, el modelo económico chino, de libre empresa, pero bajo el férreo control del Partido Comunista, se ha revelado más efectivo y dinámico que el modelo neoliberal europeo. Vietnam lo ha seguido y su éxito es más que evidente. Rusia ha puesto en práctica un modelo de fuerte intervencionismo estatal que está dando unos resultados más que notables. Quienes se están quedando descolgados del futuro son los europeos, donde van como los cangrejos, hacia atrás. China ha sacado de la pobreza a 700 millones de habitantes y Europa ha hundido en la exclusión social a un tercio de su población, con niveles crecientes y obscenos de desigualdad.
La comparación es más que pertinente. ¿Cómo se puede ser antimilitarista en el mundo de hoy? ¿No tiene ningún sentido real, práctico? ¿Dónde están los pueblos, los ciudadanos, las clases desfavorecidas en el este enfrentamiento entre titanes?
Hay que ser antimilitarista y en Europa anti-atlantista. Los europeos deberán decidir en un momento dado entre el yugo de la OTAN o su supervivencia. Esa debería ser una de las principales banderas de lucha de la izquierda, de las fuerzas progresistas y de la gente con un poco de sentido común. A Europa, a la Unión Europea, le interesa muchísimo más, en todos los sentidos, establecer marcos de cooperación y entendimiento con Rusia y China, que no seguir como borregos las políticas que dicta EEUU. Deberían recitar todos los días, como catecismo, una frase del presidente Ronald Reagan, de que “EEUU no está en el mundo para defender los intereses de otros, sino para defender los intereses de EEUU”. Hace falta gente que defienda de verdad los intereses reales de los pueblos europeos, la paz el primero de ellos.
Permítame hacerle unas preguntas complementarias. Fechadas estas últimas: mediados de mayo de 2018,
De acuerdo.
Nota edición. Para la primera parte de esta entrevista: Entrevista a Augusto Zamora sobre la situación política internacional (I). "EEUU está inundando Alemania y Europa del Este de armamentos y bases militares y nadie dice nada, como si sus soldados fueran a hacer turismo”. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=241722
Fuente: Papeles relaciones ecosociales y del cambio global, primavera de 2018.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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El mito de la "frontera" de Gaza


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 El mito de la "frontera" de Gaza

 

 


La Línea Verde oculta el hecho de que los palestinos en Gaza ya no están siendo oprimidos fuera del Estado israelí, sino que están siendo enjaulados y brutalizados dentro de él.

Manifestantes palestinos dentro de la Franja de Gaza tiran piedras en dirección a una posición militar israelí al otro lado de la cerca fronteriza, la Franja de Gaza, el 8 de diciembre de 2017. (Ezz Zanoun / Activestills.org)
Activistas palestinos han criticado durante mucho tiempo el uso de la palabra "frontera" para describir la línea de armisticio de 1949 que divide a Gaza e Israel y que los manifestantes en la Gran Marcha del Retorno han estado tratando de cruzar con gran riesgo para sus vidas. Invocando el término, Israel insiste en que su política de abrir fuego hacia la Marcha es parte de su legítimo derecho a defender su soberanía y seguridad. Además alega que debido a que el Gobierno desmanteló sus asentamientos en 2005 ya no ocupa la Franja y por lo tanto no es responsable de sus condiciones.
Estos son argumentos falsos. El bloqueo de Israel y el control de Gaza se extienden desde los cruces terrestres del este y el norte hasta el mar Mediterráneo en el oeste, con Egipto controlando el sur. Lo que llama una "frontera" es en realidad una red militarizada de naves en el mar, alambre de púas, barreras electrónicas, zonas letales para no humanos y sistemas de vigilancia que funcionan como la cerca de una prisión al aire libre. En términos legales, Israel conserva el "control efectivo" de la Franja (incluidos los movimientos de la población, su espacio aéreo, el flujo de bienes y otras necesidades de la vida cotidiana) y por lo tanto sigue siendo el poder de ocupación.

 Un buque de guerra israelí se aproxima a un bote palestino, fotografiado desde el bote de observación Olivia (foto: Rosa Schiano / Servicio Civil de Paz Gaza CPSGAZA)
La comunidad de derechos humanos ha dedicado años a articular la naturaleza de la ocupación de Israel en virtud del derecho internacional y la responsabilidad de terceros para ponerle fin. Sin embargo la ley solo vale tanto como la voluntad de hacerla cumplir. Y medio siglo después estos esfuerzos no han logrado producir resultados significativos. No es que la ley sea incorrecta, sino que ha sido incapaz de movilizar una acción política o hacer que el Gobierno militar de Israel tenga menos apoyo.
Las ambigüedades palestinas sobre la Línea Verde han complicado aún más las cosas. Nos enfocamos en las estructuras militares que han surgido desde 1967, pero enfatizamos que el problema real es 1948. Citamos la obligación de Israel de cumplir la ley internacional, pero castigan la ley por ser inútil en la práctica. Combinamos la colonización, la ocupación y el apartheid como focos para explicar la actual Nakba, pero llegamos a conclusiones diferentes sobre lo que implica la solución. Estos debates son naturales, pero también confunden las prioridades de la lucha y el discurso que promueven.
Explotando estas incertidumbres, Israel ha convertido Gaza en un área que se separa y se anexa simultáneamente bajo el control de Israel. Es un purgatorio diseñado para proporcionar la respuesta más conveniente para eludir la responsabilidad y justificar la violencia en un momento dado. Esto ha oscurecido un hecho controvertido pero quizás inexorable: después de 51 años Gaza difícilmente puede describirse como "territorio ocupado". Ahora es una parte segregada, debilitada y subyugada de Israel, una réplica de los distritos, los municipios y las reservas que encerraron a las poblaciones nativas y las comunidades de color en el apartheid de Sudáfrica, Estados Unidos y otros regímenes coloniales. En otras palabras, los palestinos ya no son oprimidos afuera del estado israelí, están siendo enjaulados y brutalizados dentro de él.

 Soldados israelíes observan las protestas en Gaza. 13 de abril de 2018. (Oren Ziv / Activestills.org)
La Línea Verde ha sido clave para disfrazar este complejo sistema. Al igual que la anexión de facto de Cisjordania, donde los asentamientos y la presencia militar de Israel han hecho que la "frontera" allí no exista, Gaza ha sido efectivamente absorbida en la jurisdicción política de Israel. Hamás, como la Autoridad Palestina, se percibe como un pseudo-Gobierno de "enemigos aliados" hostiles, pero uno que puede ser manejado bajo el dominio de Israel siempre y cuando esté contenido detrás de la valla. Los miles de personas que participan en la Marcha del Retorno no son "infiltrados" que intentan violar un Estado soberano, sino que son desplazados y privados de sus derechos "ciudadanos" que huyen de un gueto construido por el Estado. El ejército no está reteniendo a los "invasores extranjeros", sino que está matando y reprimiendo a sus propios súbditos nativos.
Este encuadre es crucial para comprender la escala y la severidad de las políticas de Israel y para idear caminos más sólidos para corregir sus injusticias. Al arrancar la máscara de la Línea Verde los palestinos y sus aliados pueden revertir los esfuerzos de Israel para aislar Gaza de Cisjordania y negar el derecho de sus poblaciones a sus hogares ancestrales. Lo que Israel teme más que a un Estado palestino es a una población palestina que no puede negar y el mito de que Gaza está "separada" de Israel lo ayuda a equilibrar ese miedo. Ese mito debe ser quebrado y ese temor racista debe ser expuesto. Hacerlo también revelaría la solución política: si los palestinos no pueden ganar su independencia a lo largo de la Línea Verde, exigirán su plena igualdad más allá de ella. La Marcha del Retorno está haciendo justamente eso.
 Fuente: https://972mag.com/the-myth-of-the-gaza-border/135392/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la tradución.

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¿Un imperio de la más absoluta nada?


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 ¿Un imperio de la más absoluta nada?

 

 


[Los párrafos a continuación son la introducción del nuevo libro de Tom Engelhardt A Nation Unmade by War (Un país deshecho por la guerra), un volumen de Dispatch Book publicado por Haymarket Books.]
Mientras daba los toques finales a mi nuevo libro, el Cost of Wars Project con sede en el Instituto Watson de la Universidad Brown publicó una estimación de los dólares del contribuyente estadounidense vertidos –desde el 12 de septiembre de 2001 hasta el año fiscal 2018, inclusive– en la guerra contra el terror de Estados Unidos. La cifra llegaba a la friolera de 5,6 billones de dólares (incluyendo el costo futuro del cuidado de nuestros veteranos de guerra). En promedio, representa unos 23.386 dólares por cada contribuyente.
Recordad que estos guarismos, aunque asombrosos, significan apenas el costo en dólares de nuestras guerras. No incluyen, por ejemplo, los costos físicos sufridos por los estadounidenses destrozados de un modo u otro en esos interminables conflictos bélicos. No incluyen el costo de las infraestructuras del país, que se hacían trizas mientras los dólares del contribuyente fluían profusamente en un notable entorno –en esos años, un hecho prácticamente excepcional– bipartidista en lo que aún sigue llamándose, ridículamente, la “seguridad pública”. No es esto, por supuesto, algo que nos hará más seguros a la mayoría de nosotros, pero sí a ellos –a quienes viven del estado de la seguridad nacional–, cada vez más seguros en Washington y otros sitios. Estamos hablando del Pentágono, del departamento de la Seguridad Interior, del complejo nuclear de EEUU y del resto de ese Estado dentro del Estado, incluyendo las muchas agencias de inteligencia y las empresas de mercenarios, que hoy han sido integradas en la vasta y muy lucrativa estructura militar.
En realidad, el costo de las guerras de Estados Unidos –que incluso se extienden en la era Trump– es incalculable. Solo basta mirar las fotos de ciudades como Ramadi o Mosul, en Iraq; Raqqa o Aleppo, en Siria; Sirte, en Libia; o Marawi en el sur de Filipinas, todas ellas en ruinas como consecuencia de los conflictos bélicos que Washington desencadenó en los años posteriores al 11-S y tratar de evaluar esos daños. Esas imágenes de kilómetros y kilómetros cubiertos de escombros, a menudo sin un solo edificio en pie, deberían dejar pasmado a cualquiera. Es posible que algunas de estas ciudades jamás sean reconstruidas.
¿Y cómo podría uno siquiera empezar a hacer una estimación dineraria del enorme costo en términos humanos de esas guerras, los cientos de miles de muertos? ¿O las decenas de millones de personas expulsadas de su propio país o convertidas en refugiados que en su huida cruzan cualquier frontera a la vista? ¿Cómo podría uno determinar en qué forma esas masas de desarraigados del Gran Oriente Medio y norte África están desestabilizando otras partes del planeta? Por ejemplo, su presencia (o, para ser más exacto, el creciente miedo que ella provoca) ha ayudado a alentar la formación de un creciente conjunto de movimientos “populistas” que amenazan con desgarrar Europa. ¿Y quién podría acaso olvidar el papel que esos refugiados –a al menos sus versiones más fantasiosas– han desempeñado en la exitosa apuesta de Donald Trump por la presidencia? Finalmente, ¿cuál puede ser el costo de todo eso?
Abrir las puertas del infierno
Los interminables conflictos bélicos de Estados Unidos en el siglo XXI fueron disparados por la decisión de George W. Bush y sus más altos funcionarios de definir lo más rápidamente posible como una “guerra” su respuesta a los ataques contra el Pentágono y las Torres Gemelas realizados por un pequeño grupo de yihadistas; después, nada menos que darle el pomposo nombre de “Guerra Global contra el Terror”; y, finalmente, invadir y ocupar Afganistán y más tarde Iraq, todo ello inspirado por el sueño de dominar el Gran Oriente Medio –y, en última instancia, el planeta– como ninguna otra potencia imperial lo había hecho nunca.
Sus exaltadas fantasías geopolíticas y la sensación de que las fuerzas armadas de Estados Unidos eran capaces de conseguir lo que quisieran pusieron en marcha un proceso que nuestro mundo habrá de pagar de una forma que nadie será capaz de calcular alguna vez. Por ejemplo, ¿quién podría empezar a poner un precio al futuro de los niños cuya vida sería dada vuelta y encogida más allá de lo imaginable como consecuencia de esas decisiones? ¿Quién sería capaz de calcular lo que esto significa para millones de jóvenes de este planeta que han sido despojados de casa, progenitores, educación... de hecho, de todo lo que podía aproximarse a una estabilidad que pudiera conducirles a un futuro deseable?
A pesar de que son pocos los que lo recuerdan, nunca he olvidado la advertencia hecha en 2002 por Amr Moussa, por entonces jefe de la Liga Árabe. La invasión de Iraq, pronosticó en septiembre de ese año, “abrirá las puertas del infierno”. Dos años más tarde, tras la invasión y ocupación estadounidenses de ese país, Moussa cambió ligeramente sus palabras: “Las puertas del infierno”, dijo, “están abiertas en Iraq”.
Desgraciadamente, su valoración ha resultado profética, y no solo referida a Iraq. Hoy, 14 años después de esa invasión, deberíamos estar de duelo por un mundo que en la primavera de 2003 abrió esas puertas y puso sus pies en el infierno. Cada uno a su manera, todos lo hemos hecho. De no ser así, Donald Trump no sería hoy presidente.
No pretendo ser un experto en infiernos. No sé exactamente en cuál círculo infernal estamos en este momento, pero hay algo que sé bien: estamos en él.
La infraestructura de un país-acuartelamiento
Si ahora mismo pudiera hacer que mis padres regresaran de la muerte, sé que el estado en que se encuentre este país les dejaría boquiabiertos. No lo reconocerían. Si por ejemplo les contara que solo tres hombres –Bill Gates, Jeff Bezos y Warren Buffett– tienen tanto patrimonio como la mitad menos rica de la población de Estados Unidos, es decir, 160 millones de estadounidenses, jamás me creerían.
¿Cómo haría para explicarles la forma en que en estos años el dinero ha circulado continuamente hacia arriba, a los bolsillos de los inmensamente ricos, y después hacia abajo, hacia lo que se ha convertido en las elecciones del 1 por ciento que instalaron a un multimillonario y su familia en la Casa Blanca? ¿Cómo explicarles que mientras los principales congresistas demócratas y republicanos no se cansan de decir cada vez que puedan que este país es excepcionalmente más grande que cualquier otro en la historia, ninguno de ellos es capaz de encontrar los fondos –unos 5,6 billones para empezar– que se necesitan para mantener en condiciones nuestras carreteras, presas, puentes, túneles y otras infraestructuras clave?
Mis padres no habrían pensado que eso fuera posible. No en Estados Unidos. Y de algún modo yo tendría que explicarles que ellos habían regresado a un país que –a pesar de que pocos estadounidenses se den cuanta de ello– ha sido cada vez más deteriorado por la guerra contra el terror desencadenada por Washington, transformada ahora en varias guerras en una, y este proceso nos ha cambiado a todos.
Esos enfrentamientos en los confines del mundo tienen la tendencia de volver a casa en unas formas que pueden ser difíciles de rastrear o precisar. Después de todo, a diferencia de esas ciudades del Gran Oriente Medio, las nuestras no están todavía en ruinas, aunque –en cámara lenta– algunas de ellas podrían estar moviéndose en esa dirección. Al menos teóricamente, este país todavía está cerca de lo más alto de su poder imperial y continúa siendo el más rico de la Tierra. Aun así, en este momento debería estar lo suficientemente claro que hemos arruinado no solo a otros países sino también al nuestro de un modo que –pese a que durante estos años he intentado asimilar y registrar lo mejor que he podido– sospecho que todavía apenas podemos ver y captar.
Mi nuevo libro, A Nation Unmade by War, está enfocado en un país cada día más agitado y transformado por la diseminación de unas guerras en las que –en el mejor de los casos– la mayor parte de los ciudadanos solo ha prestado escasa atención. Ciertamente, la elección de Donald Trump es la señal de que la sensación estadounidense de decadencia en la época del auge del estado de la seguridad nacional (y poca cosa más) ya está entre nosotros para quedarse.
Aunque normalmente no es algo que se diga aquí, me parece que el presidente Trump debería ser considerado como una parte de lo que debemos pagar en nuestro país por esas guerras lejanas. Sin las invasiones de Afganistán e Iraq y lo que vino después, dudo que él hubiese sido imaginable como otra cosa que el presentador de un “reality show” de la TV o el dueño de un grupo de casinos fracasados. Tampoco serían concebibles un Washington en versión Estado-acuartelamiento que él ocupa ahora, ni los generales de nuestras desastrosas guerras de los que él se ha rodeado, ni el crecimiento del estado de vigilancia que asombraría al mismísimo George Orwell.
Los componentes de la máquina para el retroceso
Fue Donald Trump –reconozcámosle cuando es debido– quien hizo que empezáramos a darnos cuenta de que vivimos en un mundo diferente y deteriorado. Nada de esto habría sido imaginable si, tras el 11-S, George W. Bush, Dick Cheney y Cía. no hubiesen tenido el impulso de desencadenar las guerras que nos llevaron hasta las puertas del infierno. Sus exagerados sueños geopolíticos de dominación mundial resultaron ser unas pesadillas de marca mayor. Ellos imaginaron un planeta diferente al de los últimos 500 años de historia imperial, un planeta en el que una única potencia habría de dominar absolutamente todo hasta el final de los tiempos. Esto es, imaginaron una especie de mundo que en Hollywood solo había sido asociado con los personajes más malvados.
Y este fue el resultado de su exaltación conceptual: jamás una gran potencia –algo que podría discutirse– todavía en su mejor momento imperial ha demostrado ser tan incapaz de utilizar su poderío militar y político de una manera que le hiciera avanzar hacia sus objetivos. Que las fuerzas armadas de Estados Unidos hayan sido desplegadas en vastas zonas del planeta y de algún modo, una y otra vez, hayan sido superadas por fuerzas enemigas muy inferiores e fueran incapaces de obtener algún resultado diferente a la destrucción y más fragmentación es un hecho extraño de este siglo [XXI]. Y todo esto ha sucedido en un momento en el que el planeta más necesitaba un nuevo tipo de unidad y cooperación, en un momento en el que –debido al empleo de los combustibles fósiles– el futuro de la humanidad está en peligro como nunca lo ha estado antes.
Al final, puede resultar que el último imperio sea un imperio de la absoluta nada; una nefasta posibilidad que ha sido enfocada por TomDispatch, el sitio web que administro desde noviembre de 2002. Por supuesto, cuando uno escribe notas cada dos semanas durante años, sería sorprendente que no se repitiera. Aparentemente, lo único que nuestros gobernantes y generales han sido capaces de hacer desde los ataques del 11-S es más o menos lo mismo con los mismos desastrosos resultados, una y otra vez.
En efecto, envalentonados por esas guerras, las fuerzas armadas de Estados Unidos y el estado de la seguridad nacional, se han convertido –con saludo para el fallecido Chalmers Johnson (un seguidor incondicional de TomDistach y un hombre que sabía de las puertas del infierno tan pronto las veía) una asombrosamente bien financiada máquina para el retroceso. En todos estos años, en tanto tres administraciones trabajaban para extender la guerra contra el terror, los conflictos bélicos de Estados Unidos en tierras remotas apenas han estado en la mente de sus ciudadanos. A pesar de que las mayores manifestaciones en la historia tenían como objetivo parar una guerra antes de que estallase, una vez que Iraq fue invadido, las demostraciones se acabaron y, desde entonces, los estadounidenses en general se han desentendido de las guerras de su país, incluso mientras empezaba el retroceso. Algún día, ya no tendrán otra opción que prestarles atención.
Tom Engelhardt es cofundador del American Empire Project y autor de The United States of Fear como también de una historia de la Guerra Fría, The End of Victory Culture. Es miembro del Nation Institute y administra TomDispatch.com. Su sexta obra es A Nation Unmade by War (publicada recientemente por Dispatch Books).
Fuente: http://www.tomdispatch.com/post/176423/tomgram%3A_engelhardt%2C_a_staggeringly_well-funded_blowback_machine/#more
Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y Rebelión como fuente de la misma.

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Irán, en el centro de la geopolítica mundial


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Irán, en el centro de la geopolítica mundial


La politóloga Nazanín Armanian participa en las Jornadas “Geopolítica Sur” del Frente Cívico-Valencia
Acusaciones de abusos y escándalos sexuales que tenían como protagonista al presidente Trump, y presuntos pagos –investigados por el FBI- para que los hechos no se hicieran públicos; el resultado de las encuestas (la CNN apuntaba a finales de marzo que el 54% de los estadounidenses desaprobaba la gestión del mandatario ultraconservador); y la proximidad de las elecciones al Congreso de Estados Unidos, que se celebrarán el 6 de noviembre. Son razones de política interna que explican por qué el presidente norteamericano anunció el 8 de mayo en la Casa Blanca la ruptura del acuerdo nuclear con Irán, de 2015, y el restablecimiento de las sanciones económicas.
Otra de las causas radica en la presión del lobby pro-israelí (el magnate de los casinos -de ideología sionista- Sheldon Adelson fue uno de los empresarios que realizó donaciones multimillonarias a la campaña electoral de Trump) y la influencia de los cristianos evangélicos, que constituyen el grupo religioso más importante de Estados Unidos y entre cuyos abanderados se halla el vicepresidente estadounidense, Mike Pence. Una semana después que se anunciara la cancelación del acuerdo nuclear, Estados Unidos inauguró en Jerusalén la sede de su embajada en Israel, a lo que siguieron las protestas de la población palestina –que coincidían con el 70 aniversario de la “Naqbah” o expulsión de 750.000 palestinos de sus territorios- y la represión ordenada en la frontera de Gaza por el primer ministro Netanyahu, que se saldó con al menos 60 palestinos muertos y 2.700 heridos.
“A medio plazo lo que Trump busca en Irán es satisfacer las demandas de Israel y Arabia Saudí”, apunta la politóloga Nazanin Armanian, en una entrevista tras intervenir en las jornadas “Geopolítica Sur” organizadas por el Frente Cívico-Valencia; en mayo de 2017 Estados Unidos firmó acuerdos para la venta de armas a Arabia Saudí por valor de 110.000 millones de dólares, subraya Armanian, nacida en Shiraz (al suroeste de Irán) y exiliada en el estado español desde 1983; el pasado 20 de marzo el Senado estadounidense rechazó terminar con el apoyo a Arabia Saudí en la guerra de Yemen, que en tres años registra, según Naciones Unidas, cerca de 6.300 civiles muertos, dos millones de personas desplazadas y el 60% de la población afectada por la inseguridad alimentaria.
“Estados Unidos también está recibiendo muchísimo dinero de Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Qatar para el desmantelamiento de Irán”, añade la analista. Es el gran negocio de la venta de armas (una de las mayores bases militares de Estados Unidos en Oriente Próximo –Al Udeid- se halla en Qatar, país con el que hace un año Trump firmó un contrato para la venta de cazas F-15 por 12.000 millones de dólares). En cuanto a otro de los grandes aliados, Israel, el Departamento de Estado comprometió en septiembre de 2016 –durante la presidencia de Obama- un plan de ayuda militar por la suma récord de 38.000 millones de dólares durante una década, lo que incluía una partida para el desarrollo de los sistemas de defensa antimisiles. Muestra reciente de la colaboración son los ejercicios militares “Operación Juniper-Cobra”, que entre el 4 y el 15 de marzo realizaron en Israel cerca de 4.000 militares de los dos países; o la inauguración en septiembre de 2017 de la primera base militar conjunta en territorio israelí, ubicada en el desierto del Neguev, al sur del país.
La Administración Trump ha puesto fin al denominado “retorno al Asia-Pacífico” del expresidente Obama, que ponía el foco en la contención de China, y ha situado el centro del conflicto nuevamente en Oriente Próximo, al igual que hiciera George W. Bush. En el acto organizado por el Frente Cívico-Valencia, Nazanín Armanian ha utilizado el término “gabinete de guerra” para referirse al ejecutivo de Trump. En la nómina incluye a John Volton, nuevo consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca y exembajador de Estados Unidos ante Naciones Unidas; “es de los ‘neocon’ más ‘halcones’ antiiranís y pro-israelís, partidario de aplastar Irán con bombardeos”, señala la politóloga; Volton también ha defendido el ataque militar a Corea del Norte, sostuvo la tesis de que en Iraq existía armamento de destrucción masiva -antes de la agresión militar de 2003- y, como subsecretario de Estado para el control de armas en la era Bush, vinculó a Cuba con la fabricación de armas biológicas. El Senado confirmó el 26 de abril como secretario de Estado de los Estados Unidos al exdirector de la CIA, Mike Pompeo, quien según Amnistía Internacional “manifestó su apoyo a tácticas de interrogatorio como el ‘waterboarding’ (simulacro de ahogamiento)”; además, en 2014 este político republicano (adscrito al Tea Party) afirmó que serían necesarias “menos de 2.000 incursiones para destruir la capacidad nuclear iraní”. Otro de los “halcones” es el general retirado y actual secretario de Defensa, James Mattis, apodado “perro rabioso”, quien ha calificado al Estado de Irán como “el mayor patrocinador del terrorismo en el mundo”.
Nazanín Armanian es autora de 16 libros, entre otros “No es la religión, estúpido. Chiíes y suníes, la utilidad de un conflicto” (2017), “Irán, la revolución constante” (2012) y “El islam sin velo” (2009). Considera que Irán es un país geopolíticamente aislado, por diferentes razones. En primer lugar, “no hay en la región otro país de religión chiíta y cultura persa con el que pueda hermanarse”. A ello se agrega el impacto de las penalizaciones impuestas durante años por Estados Unidos, la UE y Naciones Unidas: el año del levantamiento de las sanciones económicas -2016- el PIB iraní creció un 12,5%, en gran medida por el incremento de las exportaciones de hidrocarburos (una de las primeras iniciativas del Gobierno de Irán fue lanzar al mercado 500.000 barriles diarios más de petróleo). Pero ahora la política de estrangulamiento por la que apuesta Trump, centrada en los sectores financiero, petroquímico y energético, se traducirá en multas a las empresas que comercien con la República Islámica, que cuenta con las segundas reservas mundiales de gas natural y las cuartas de petróleo.
Armanian recuerda que el comercio europeo-iraní aumentó un 94% en la primera mitad de 2017, según los datos de la Comisión Europea, en comparación con el mismo periodo de 2016. Así, mientras la UE declara su intención de mantener los acuerdos con Irán, la petrolera francesa Total ha anunciado que abandonará el proyecto South Pars (fase 11), que se desarrolla en uno de los mayores campos de gas del planeta, compartido por Irán y Qatar, a menos que Estados Unidos exima de sanciones a la multinacional; el gobierno iraní ha informado de que la Corporación Nacional del Petróleo de China (CNPC) sustituirá a la compañía francesa si ésta finalmente se retira.
China también pretende salvar los acuerdos de 2015. “Hoy es el primer socio comercial de Irán, país al que compra 633.000 barriles de petróleo diarios; de este modo se convierte en el principal importador de crudo persa”, explica Nazanin Armanian en el blog “Punto y seguido” del periódico digital Público. Además, “miles de iraníes trabajan en las empresas chinas dispersas por todo el país”. En septiembre de 2017, los dos países firmaron un acuerdo que implicaba créditos del gigante asiático a bancos iraníes por valor de 10.000 millones de dólares para la ejecución de infraestructuras. Una fecha señalada en la relación comercial fue el 16 de febrero de 2016; ese día llegó a Teherán, tras recorrer 10.000 kilómetros en dos semanas, el primer tren con mercaderías desde Zhejiang (provincia del sudeste chino) a través de la antigua “Ruta de la Seda”. El presidente de China, Xi Jinping, fue el primer mandatario en visitar Irán –en enero de 2016- tras el levantamiento de las sanciones; durante su estancia en Teherán, firmó 17 acuerdos bilaterales por diez años valorados en 600.000 millones de dólares.
“Rusia e Irán colaboran en la guerra de Siria, apoyando a Bashar al Assad”, recuerda la escritora; el conflicto sirio “no sólo representa un gran mercado para la venta de armas, sino que el equilibrio entre las fuerzas es tal que nadie domina y en la guerra todos se desgastan; ésta es la mejor estrategia para Estados Unidos e Israel, desgastar a Turquía, Rusia, Irán y Arabia Saudí”. Uno de los ejemplos de la alianza ruso-iraní es el Corredor de Transporte Internacional Norte-Sur (NSTC), de 7.200 kilómetros de longitud y que incluye rutas por mar, carretera y ferrocarril para el intercambio de mercancías. El objetivo del macroproyecto, presentado como “alternativo al Canal de Suez”, es unir el norte de Europa con India y los países del Golfo Pérsico a través de las líneas ferroviarias de Irán, Rusia y Azerbaiyán; “tendrá un gran impacto político a escala mundial, ya que cambiará el equilibrio de fuerzas en la región”, escribió Nazanín Armanian en Publico.es. El 17 de mayo Irán suscribió por tres años un Acuerdo de Libre Comercio con la Unión Euroasiática, integrada por Rusia, Armenia, Kazajistán, Kirguistán y Bielorrusia. Asimismo, el gobierno ruso ha anunciado que los dos países colaborarán para la extracción de gas en Irán y la construcción de un gaseoducto –de 1.200 kilómetros- que a través de Pakistán llegue hasta India. La cooperación también es militar: Irán ha adquirido sistemas de misiles antiaéreos S-300, fabricados por Rusia.
“Estados Unidos apoya a Israel en la lucha contra las actividades hostiles de Irán, así como su derecho soberano a defenderse”, afirmó en Jerusalén el secretario de Estado Mike Pompeo, según recoge la agencia rusa Sputnik. El nueve de mayo, unas horas después que Trump rompiera el acuerdo nuclear con Irán, Israel atacó con fuego de artillería la región de Al Quneitra, en los Altos del Golán (al suroeste de Siria), informó la cadena de televisión catarí Al Jazeera; otros medios señalaron que se escucharon fuertes explosiones en Damasco, y fuentes sirias apuntaron que Israel lanzó misiles sobre la capital. Por otra parte, el ejército israelí y la prensa internacional se refirieron a un ataque previo de “fuerzas iraníes en Siria”. Posiblemente otro punto en la escalada proceda de la victoria del Movimiento de Resistencia Islámica del Líbano (Hezbolá) y sus aliados en las elecciones parlamentarias del pasado seis de mayo. “Hoy el objetivo de la presencia de Irán en el Líbano y Siria, ambos vecinos de Israel (país con tenencia ilegal de armas de destrucción masiva y que no para de amenazar a Teherán) es disuadir a Tel Aviv y Washinghton”, ha escrito en su blog la autora de “Iraq, Afganistán e Irán: 40 respuestas al conflicto de Oriente Próximo”. “Hay que esperar, a partir de ahora, el lanzamiento de los misiles de Israel sobre las posiciones de Hezbolá”, concluye.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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