Desde 2013 Israel ha atendido a más de un millar de sirios en sus hospitales, en su inmensa mayoría heridos de guerra que atraviesan el Golán de la mano de soldados israelíes
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Idlib Siria
© REUTERS
La capital de la provincia siria de Idlib en poder de Jabhat al-Nusra.
Fares Isa, el relaciones públicas del Hospital Ziv, es el árabe a quien las autoridades israelíes han escogido como 'mediador'. Es él quien habla con los heridos sirios en árabe, quien les comunica lo que les prescriben los doctores israelíes y el que aborda cualquier cuestión que surja relacionada con estos peculiares invitados de Israel, como proporcionarles muletas o darles las más variadas prótesis. El Hospital Ziv está en Safed, en la Galilea, cerca del Golán, y es uno de los tres hospitales del norte de Israel que atiende a heridos sirios. Desde 2013 Israel ha atendido a más de un millar de sirios, el 90 por ciento de los cuales eran hombres, y algunos les han acusado de curar a los yihadistas del Frente Al Nusra para devolverlos después al frente.
La versión oficial dice que el principio fue accidental, como lo cuenta David Fuchs, enfermero jefe del Hospital Ziv. Según esta versión, todo empezó el 16 de febrero de 2013, cuando 'avisaron' a Israel, es decir al ejército, de que se había producido un "accidente de automóvil" en la zona siria del Golán.
Cuando el ejército cruzó la frontera y llegó hasta el coche vio que no había habido ningún accidente, sino que un cohete había impactado en el vehículo causando varios heridos. Las autoridades autorizaron la entrada de los heridos en Israel y los llevaron al hospital Ziv. Desde entonces los israelíes reciben a heridos con regularidad.
El enfermero Fuchs, como el resto del personal sanitario, asegura que no sabe quiénes son los que llegan al hospital, y por tanto no puede decir que sean yihadistas, aunque muchos hombres sirios entran con un cuadro característico de heridas de guerra. Sin embargo, nadie hace preguntas, nadie está interesado en saber si los heridos son yihadistas de Al Qaeda o no, asegura el enfermero.
En la habitación número 10 del Hospital Ziv hay tres camas, las tres ocupadas por hombres jóvenes heridos en las piernas. En la cama del medio está Saher, que se presenta a sí mismo como un suní de 30 años, padre de tres hijos y con su esposa embarazada, que es maestra de árabe en Deraa, la ciudad donde empezaron las protestas contra el gobierno sirio en marzo de 2011, protestas que luego evolucionaron hacia una guerra civil.
"El gobierno sirio nos ha dicho durante cincuenta años que Israel quiere controlar el mundo, pero aquí hemos visto que Israel hace más por nosotros que el gobierno sirio", afirma un Saher sonriente, que también asegura que no pertenece a ninguna milicia y que solo tiene elogios para Israel por haberlo recibido en este hospital.
"Estamos luchando por la libertad y por la democracia", recalca con una sonrisa en la boca. "Unos amigos me trajeron hasta la frontera y el ejército israelí me trajo en una ambulancia a este hospital. En Siria se comentaba que los israelíes atendían a heridos sirios. Algunos conocidos míos estuvieron aquí antes que yo y todos hablaban muy bien de Israel. Cuando vuelva a Siria trabajaré por la paz con Israel".
El maestro dice que cobra el equivalente a menos de cien euros al mes, un dinero que recibe del Itilaf, la coalición de rebeldes apoyada por Estados Unidos y Arabia Saudí, entre otros, una coalición que sin embargo no controla ninguna zona fronteriza con Israel. Saher entró a Israel por la zona controlada por el Frente al Nusra, aunque insiste en que no es yihadista.
El hombre que está en la cama de su izquierda es un poco mayor, pero no quiere hablar con la prensa. El relaciones públicas Fares dice que sufre de diabetes y que ha sido necesario amputarle una pierna. Ahora se le está preparando una prótesis. Esta es la segunda vez que está ingresado en el Hospital Ziv.
En la tercera cama está un joven de 22 años oriundo de la zona de Quneitra, quien dice que fue herido en la pierna derecha en la guerra. Asegura que pertenece al Ejército Sirio Libre, unas milicias financiadas por la CIA, el Pentágono y algunos países árabes. Como Saher, también se deshace en elogios hacia Israel y añade que combate para establecer la democracia en Siria.
Un informe de los cascos azules desplegados en la zona que se filtró a la prensa hace varios meses, asegura que los militares israelíes mantienen contacto continuo con los yihadistas del otro lado de la frontera, dentro de la zona controlada por el Frente al Nusra.
Unos pocos kilómetros al este de Safed está el Golán. El teniente médico Tomer Koler, desde una elevación, señala la valla fronteriza, aunque en realidad no se trata de una frontera sino de una línea de armisticio. Toda la región que aparece antes nuestros ojos está controlada por el Frente al Nusra. Más al sur el control es del Estado Islámico y más al norte el control es del ejército de Damasco.
"Casi cada noche vamos a la frontera y atendemos a heridos. Allí se decide qué heridos deben venir a los hospitales israelíes. Cada semana entre veinte y veinticinco sirios entran en Israel y los llevamos en un autobús a tres hospitales. Los autobuses van protegidos por un destacamento de soldados", dice el teniente Koler. La protección es necesaria desde que un grupo de drusos israelíes mató a un herido en el camino, diciendo que era un yihadista del Frente al Nusra que combatía contra los drusos sirios.
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