domingo, 25 de agosto de 2019

NOTICIAS DE HOY ago 25 (29) PLATAFORMA DISTRITO CERO

 

NOTICIAS DE HOY ago 25 (29) PLATAFORMA DISTRITO CERO

Urgente: defender la Amazonia contra Bolsonaro


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Urgente: defender la Amazonia contra Bolsonaro


Por PSTU Brasil
El 19 de agosto, la población de la ciudad de San Pablo, región más populosa del país y de todo el continente, vio la tarde transformarse en noche, en un extraño fenómeno que causó susto y aprehensión. Una espesa nube negra se abatió sobre la región y, en algunas localidades, cayó una lluvia oscura.

Por PSTU Brasil
Poco después, institutos como el Instituto Nacional de Meteorología (INMET) confirmaban que el humo tenía origen en las quemas en diversos puntos de América del Sur, como en la triple frontera entre Bolivia, Paraguay y el Brasil, tomando parte del Pantanal, además de la Amazonia. Las quemas, junto con un frente de aire frío, habrían causado la repentina oscuridad. En otras ciudades del interior del Estado, el cielo se puso naranja.
El caso llamó la atención para el escenario infernal que ocurre en la región amazónica, en que las selvas localizadas en el Amazonas, en Acre y en Rondônia, arden hace meses. Si es verdad que este período es tradicionalmente una época de quemas, es un hecho que los focos de incendio son los mayores desde 2013 y que, en una época en que ya deberían estar terminando, se multiplican.

La verdad es que estamos viviendo una verdadera hecatombe ambiental. Estancieros y madereros desmatan y queman selvas para hacer pastos; “garimpeiros” [buscadores de minerales preciosos] y mineras invaden reservas indígenas.
El gobierno Bolsonaro no solo cierra los ojos ante esta tragedia. Es, antes, una política del gobierno para promover, literalmente, tierra arrasada en el medio ambiente para favorecer a estancieros, mineras y garimpos. Desde las elecciones, Bolsonaro promete acabar con cualquier tipo de protección al medio ambiente, acabar con reservas indígenas y quilombolas. Una vez en el gobierno, implementa ese proyecto sin medios términos.
Bolsonaro y su ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, desmontan el Ibama (Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables), órgano responsable por la ejecución de políticas ambientales. Cambiaron el directorio del ICMBio, instituto que fiscaliza las unidades de conservación, poniendo en su presidencia a un coronel de la Policía Militar de San Pablo; el ápice de la persecución a los órganos ambientales y de pesquisa fue la dimisión del presidente del INPE (Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales), Ricardo Galvão. Bolsonaro contestó los datos del reconocido órgano de pesquisa sobre el alarmante avance del desmonte en el Brasil y acusó a sus científicos de estar ligados a ONGs.
Primero, Bolsonaro negó que hubiese desmonte y contestó los datos de los institutos de pesquisa. Ahora, no pudiendo esconder más los hechos, y de forma intimidatoria, acusa a las ONGs de estar incendiando la Amazonia. El ministro Salles, por su parte, responsabiliza a la población del Estado por las quemas, gente pobre que más sufre con ese infierno causado por los madereros y los estancieros. Ricardo Salles, incluso, ya fue condenado por favorecer a empresas mineras cuando hacía parte del gobierno de Geraldo Alckmin (PSDB).

La barbarie ambiental que estamos presenciando forma parte de esa política del gobierno Bolsonaro, que incentiva el avance del desmonte, del garimpo y de las quemas con su discurso, con la persecución a científicos y a los órganos ambientales, y con el desmonte de todo el servicio público volcado al área. Para eso, persigue a indígenas y quilombolas y, recientemente, acabó de aprobar una ley permitiendo la portación de armas en propiedades rurales. Es una política de exterminio de la selva y del pueblo que de ella depende.
Esa política está ligada a su proyecto de entrega del patrimonio nacional para el capital extranjero, incluyendo la Amazonia y sus recursos a las grandes mineras internacionales.
Es preciso tomar las calles y defender la selva contra este gobierno entreguista. Defender de esta masacre el medio ambiente y a la población indígena, ribereña y quilombola.
¡Fuera Salles ya!
¡Amazonia queda, Bolsonaro sale!
Artículo publicado en www.pstu.org.br
Traducción: Natalia Estrada.
LIT-CI

La barbarie franquista: un testimonio de excepción


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La barbarie franquista: un testimonio de excepción


Antonio Bahamonde fue una de las personas que más cerca estuvo del genocida Queipo de Llano durante el primer año de la guerra. En sus andaduras con el carnicero, llegó a presenciar la desaparición de todos los varones de pueblos enteros, enterrar a personas vivas en fosas comunes llenas de cal viva, amputar piernas, brazos y pechos, fusilar a boleo a los hombres y mujeres.

Antonio Bahamonde tenía una afamada papelería en Sevilla en los años treinta. El negocio le iba bien, era muy conservador y cuando sucedió el golpe de Estado lo apoyó creyendo en el orden que vendría detrás, pero no se implicó. Un amigo le dijo que un hombre de su situación no podía permanecer al margen del «movimiento que iba a suponer la liberación de España de las garras del ateísmo y el comunismo descreído».
Bahamonde, ignorando las atrocidades cometidas por el general hasta aquel momento, medroso y al mismo tiempo esperanzado con la acción de los militares africanistas, aceptó una entrevista con Queipo de Llano. El sanguinario general lo recibió en Capitanía con un amplio dossier en el que abundaban los informes encomiásticos sobre su persona, firmados por el obispo, curas de bajo y alto rango, industriales, terrateniente, y todo tipo de «buena gente». Tras una charla preliminar, entraron en materia. Bahamonde intentó zafarse discretamente en varios momentos de la conversación, pero no lo consiguió. Al despedirse, Queipo de Llano le dijo que lo nombraba su jefe de Propaganda, avisándole, además, de que tendría que acompañarle a aquellos lugares donde todavía la hidra roja resistía.
Así lo hizo Bahamonde. Unas veces con Queipo y otras con sus secuaces, fue testigo presencial de las indescriptibles carnicerías que los fascistas españoles cometieron en Andalucía y Extremadura y de las que dejó testimonio en un libro publicado hace ya varios años años por Editorial Renacimiento y llamado «Un año con Queipo».
El gobierno que había en España el 18 de julio y todos los que lo antecedieron, no tenía un ápice de comunista. Ni por lo más remoto puede nadie que sea imparcial achacar a cualquier gobierno de los existentes desde la proclamación de la República, un ápice de comunista
Desde el primer momento, Antonio quedó horrorizado y quiso buscar influencias cerca de Queipo para que lo sustituyeran. Sus amigos le dijeron que bajo ningún motivo podían llevar sus peticiones al general, pues no sólo habría corrido peligro su vida -le habría tachado de traidor- sino también la de los mensajeros. Atenazado por el terror, el espanto, el miedo y su sentido de la dignidad, Bahamonde pergeñó un plan para poder sobrevivir a lo que sus ojos habían visto. Una mañana, en Capitanía, dijo a Queipo que quería ir a Portugal para iniciar una campaña explicativa de las grandezas del movimiento de salvación nacional. Queipo lo vio muy bien, le dio unas indicaciones, firmó los oportunos salvoconductos y autorizó que se le entregara una determinada cantidad de dinero. Una vez en Portugal, Bahamonde contactó con un viejo amigo que le esperaba con una avioneta. La que le llevaría a Franciapara no regresar jamás.
En el año que estamos, creemos que el testimonio de Bahamonde tiene un valor inestimable para conocer quiénes y cómo eran los fascistas españoles, por eso reproducimos el siguiente fragmento de sus pequeñas memorias en la seguridad de que el lector sabrá apreciarlo en toda su intensidad, viniendo de quien viene: Un hombre de derechas de toda la vida, católico, de misa diaria, muy bien relacionado con la oligarquía sevillana, con una gran fortuna personal y refractario a cualquier idea de progreso:
“Los nacionalistas pretenden hacer creer y lo han conseguido en gran parte, ya que toda su propaganda se basa en ello, que los gubernamentales son comunistas. Los nacionalistas luchan contra el comunismo destructor de la familia, de la patria y de la propiedad. Nada más lejos de la realidad. Esto sería exacto si en España antes de la sublevación, hubiera imperado el comunismo. Pero en España, antes del nefasto 18 de julio, había un gobierno completamente moderado; por serlo en demasía, es por lo que pudo llegar a realizarse el levantamiento. Si el gobierno, seguramente, pues era del dominio público, no cortó radicalmente los manejos de los rebeldes, fue por impedírselo el exceso de legalidad con que procedió; si no, FrancoMola y todos sus comparsas, en vez de permanecer en el generalato, en sus puestos de mando, hubieran sido eliminados. El gobierno que había en España el 18 de julio y todos los que lo antecedieron, no tenía un ápice de comunista. Ni por lo más remoto puede nadie que sea imparcial achacar a cualquier gobierno de los existentes desde la proclamación de la República, un ápice de comunista. La verdad es que en España no había comunistas…
¿De dónde han sacado que la España gubernamental es comunista? ¿Lo era acaso antes del 18 de julio? No, no lo era y seguramente no lo es hoy día. Lo que sucede es que para justificar lo injustificable -invasión extranjera, continuas matanzas, etc., etc.-, pretenden hacer creer que luchan contra el comunismo y no contra sus propios hermanos… Los que viviendo en la zona de Franco siguen siendo fascistas, son criminales natos; no es posible que ningún hombre de bien, a la vista de lo que ocurre en la zona “nacional”, siga siendo fascista. En ella no pueden vivir tranquilos más que los asesinos, y, de éstos, los más feroces; en determinados momentos y circunstancias especiales, yo llego a concebir excesos, siempre injustificables; lo que mi mente no concibe es, por ejemplo, el suplicio satánico, presenciado por mí, que consistía en hacer a una mujer de unos cuarenta años, encadenada por los tobillos, transportar una gran cantidad de madera de un lado a otro, teniendo que andar a saltitos. Cuando terminaba, la obligaban a transportar la carga al mismo sitio del que la había quitado. Sólo entonces le daban comida. Terminaron fusilándola, cuando, agotada, no podía más, al cabo de varios días. Llamar a los autores de estos hechos, asesinos, no es llamarlos nada; el noventa y ocho por ciento de los criminales se horrorizaría de esta escena que yo he visto. Tanto crimen, tragedia tan inmensa, nunca puede tener justificación, aún cuando hubieran hecho a su costa la felicidad no ya de los españoles, sino de todos los habitantes del globo.
Mi casa era un hogar católico, mi mesa era bendecida por mi hijito pequeño, todos los días, continuando la tradición familiar. Diariamente, mi esposa recibía la sagrada comunión; todos los domingos lo efectuábamos juntos… Soy un temperamento profundamente religioso; no concibo la vida sin una fe profunda. Enemigos de exhibicionismos, nos gustaba ir a comulgar temprano a una capilla que estaba próxima a nuestra casa. A mí me parecía que estaba más cerca de Dios en aquel sencillo templo, que en las suntuosas naves de la catedral. Soy católico, y al serlo soy feliz… Sin embargo, los hechos que yo he visto realizar con el beneplácito y la bendición de la Iglesia, de sus más caracterizados representantes, y la cantidad de crímenes cometidos para los que nunca, en ningún caso, han tenido la más ligera insinuación de protesta, es lo que ha hecho vacilar mi fe y flaquear mis convicciones…
Antonio Bahamonde fue una de las personas que más cerca estuvo del genocida Queipo de Llano durante el primer año de la guerra. En sus andaduras con el carnicero, llegó a presenciar la desaparición de todos los varones de pueblos enteros, enterrar a personas vivas en fosas comunes llenas de cal viva, amputar piernas, brazos y pechos, fusilar a boleo a los hombres y mujeres
A través de los relatos de los bárbaros crímenes cometidos por los “rojos” repetidos todos los días, para mí éstos eran tan criminales como los fascistas. No hay comparación posible, sin embargo, entre lo realizado por los “nacionales”, fría y metódicamente, organizado por las que se llaman autoridades, y lo que haya podido hacer el pueblo, en algunos casos, desbordando al Poder Público. Para conocer en toda su intensidad los procedimientos fascistas, hay que haber vivido en la zona -liberada-. Por mucho que se diga y por mucho que se escriba, la realidad siempre lo supera. Si en España se organizara un plebiscito con garantía y con seguridad de no exponerse a represalias, yo, que he visitado gran número de pueblos y capitales, he podido apreciar, a través del terror imperante, y esto lo saben bien Franco y su cuadrilla, que las gentes están sometidas, y todos, todos, exceptuando a la minoría de responsables del crimen nacional, nos pronunciaríamos en contra del fascismo. Yo afirmo, con seguridad absoluta, que tendrían más votos los fascistas en la zona gubernamental que en la nacionalista. Otra cosa sería creer que España es un país de criminales…Si el gobierno no tuviera otros motivos para resistir, sería motivo más que suficiente la obligación que tiene de proteger las vidas de los españoles. Creo un deber sagrado de conciencia advertir que antes de caer en manos de los fascistas, es preferible todo, aun cuando ese todo suponga la muerte. El fascismo no perdona, y lo que es peor, el fascismo, para producir el terror, su principal arma, ataca ciegamente. Que no crean los que han permanecido al margen de la lucha sin inmiscuirse en nada, que si triunfa el fascismo nada tendrán que temer. Que no crean los católicos que por el hecho de serlo se liberarán de la persecución y de la muerte. No, sé de muchos casos de personas de derecha que permanecían al margen de la lucha y que han caído; sé, igualmente, de cientos de casos de católicos fervientes alejados de toda lucha, que han caído. La gente preguntará por qué. Por varias razones: La primera y principal, porque el fascismo es esto, muerte y destrucción, y porque si no fuera así, si no sembrara el terror en su más alto grado, hubiera fracasado la sublevación, pues el pueblo en masa se habría puesto en pie contra sus verdugos. El gobierno tiene el deber de resistir mientras quede un palmo de tierra, para impedir que los españoles sean -liberados- por los nacionales, y el pueblo el deber de resistir, resistir hasta el último momento, antes de caer en poder de Franco, es decir, de la MUERTE”.
Antonio Bahamonde fue una de las personas que más cerca estuvo del genocida Queipo de Llano durante el primer año de la guerra. En sus andaduras con el carnicero, llegó a presenciar la desaparición de todos los varones de pueblos enteros, enterrar a personas vivas en fosas comunes llenas de cal viva, amputar piernas, brazos y pechos, fusilar a boleo a los hombres y mujeres que caían en poder de las hordas bárbaras, violar a mujeres en masa a plena luz del día en el Parque de María Luisa. Antonio Bahamonde sintió morir, quiso morir ante tanta aberración y murió en el exilio de tristeza, de angustia, rodeado de visiones fantasmagóricas. Todavía hoy, muchos españoles siguen gritando, ¡Franco, Franco, Franco!, muchos Alcaldes “democráticos” siguen rotulando las calles de sus pueblos con los nombres de los genocidas sin el menor rubor y muchos partidos los aplauden sin pudor… Malditos sean por siempre jamás.
Nueva Tribuna

Incendios en la Amazonía y nuevo tiempo político en América Latina


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Incendios en la Amazonía y nuevo tiempo político en América Latina


Los enormes incendios que se han producido en la Amazonía brasileña, así como la de otros países de la región, como Bolivia, han capturado la atención global y avivado la discusión sobre el problema de fondo que sufre esta muy sensible eco-región.

Por Emiliano Teran Mantovani
Los enormes incendios que se han producido en la Amazonía brasileña, así como la de otros países de la región, como Bolivia, han capturado la atención global y avivado la discusión sobre el problema de fondo que sufre esta muy sensible eco-región.
Es cierto que en la Amazonía hay temporadas de incendios, primordialmente entre los meses de julio y septiembre (aunque pueden continuar hasta noviembre), cuando llegan los períodos secos. También es cierto que se han registrado incendios en amplias áreas de otras partes de Suramérica (incluyendo Venezuela), y que estos no han tenido la misma repercusión mediática. Pero, al menos desde lo que se ha registrado oficialmente, estamos ante el incremento de un 85% de estos eventos en territorio amazónico en relación al año pasado, según el Instituto Nacional de Investigación del Espacio de Brasil (INPE), y se han quemado extensiones a tasas record desde que se comenzaran los registros en 2013. En la Chiquitanía boliviana, en el departamento de Santa Cruz, ya son cerca de 500 mil hectáreas que se han incendiado.
La NASA ha dicho que la actividad total de incendios en la cuenca del Amazonas, observada a partir del 16 de agosto de este año, fue ligeramente inferior al promedio en comparación con los últimos 15 años, aunque la actividad ha estado por encima del promedio en los estados Amazonas y Rondônia. Pero en todo caso, el dato no es si estos incendios son o no los más importantes de los últimos años. Lo importante es más bien el momento que revelan, el tiempo particular de la historia ambiental del Amazonas, que habla, al mismo tiempo, de nuestro propio tiempo de crisis civilizatoria.
Amazonía y tiempos de inflexión: últimas fronteras y extractivismo desinhibido
Lo primero que hay que decir, es que estos incendios no son sólo ‘catástrofes naturales’, sino más bien el producto tanto de las modificaciones al espacio natural como de los impactos directos provocados por las actividades económicas más depredadoras que han sido impulsadas por los intereses económicos dominantes locales, nacionales y transnacionales. Sobre esto hay que señalar el alto impacto de la deforestación, promovida por la minería formal y la ilegal; el aumento de las tierras para agricultura intensiva con monocultivos, pero también para beneficiar a los poderosos sectores ganaderos y agrícolas; o bien el rol de la industria maderera y el tráfico ilegal de madera; por mencionar ejemplos. La quema en sí misma es también promovida por los sectores ganaderos para ‘limpiar’ y despejar la tierra.
Por mencionar un ejemplo de lo dicho, estudios han mostrado cómo la deforestación es uno de los principales factores que favorecen estos grandes incendios, al dejar vulnerable la selva ante vendavales que ayudan a propagar el fuego. Existe una relación directa entre la deforestación y el crecimiento de los incendios, por lo tanto, entre estos últimos y los depredadores intereses de extractivismo. Olvídese de la explicación monocausal de los ‘accidentes naturales’. No hay forma de haber llegado a este punto sin el insidioso accionar de los intereses extractivo/capitalistas.
Lo segundo: estos incendios nos muestran en realidad un momento socio-ecológico de la Amazonía. Estos eventos están pasando cuando ya esta eco-región tiene una larga historia de carga de impactos y presiones, que vienen en avanzada, y que de seguir como van la están aproximando a un punto de inflexión, al debilitar más y más sus propios mecanismos de defensa y ‘estabilización’, y con ello, a socavar los aportes que ofrece para la reproducción de la vida en el Planeta (generación de oxígeno, patrones estacionales, sumideros de carbono, y un largo etc). Transitamos un límite muy peligroso, que además debe ser entendido en el marco de estos tiempos del antropoceno (capitaloceno).
Lo tercero, y algo fundamental: estos incendios revelan la forma que tiene el asalto a las nuevas fronteras de los commodities y sus vínculos con el nuevo tiempo del extractivismo en América Latina. El fuego masivo en la Amazonía hace evidente la configuración de esta ecología política atravesada por esta fase más violenta del extractivismo.
El avance en los últimos años de una ola de derechización en la región no debe ser entendida sólo como el posicionamiento de actores y mandatarios de derecha y extrema derecha en puestos de gobierno; sino también como un avance, un asalto voraz y desinhibido hacia la naturaleza. Y dicho avance se está generando a partir de actores que actúan desde arriba y también desde abajo, y que comparten entre sí las lógicas de despojo altamente patriarcalizadas, autoritarias y violentas.
Entre ellos están los actores del agronegocio; los intereses particulares de poderes económicos locales (como los latifundistas), el mismo crimen organizado que deforesta cada vez más y controla buena parte del tráfico de recursos naturales; y como actor/guía, gobiernos como el de Jair Bolsonaro en Brasil, pero no únicamente este, sino incluso otros gobiernos que, de otras formas, promueven la re-colonización de las últimas fronteras de la extracción, como lo es el gobierno de Evo Morales o Nicolás Maduro en Venezuela.
Bolsonaro es la cara más acabada de este patrón de poder dominante en la región. Al mismo tiempo que da luz verde y hace un llamado a la expansión de una violencia clasista, patriarcal y racista, del mismo modo convoca al asalto voraz de la Amazonía. Las tasas de deforestación se incrementan en 2019. La fascistización política se presenta también como una fascistización contra la naturaleza.
Algunos de los niños de los ojos de Bolsonaro, os fazendeiros, en este caso del sudoeste de Pará, anunciaban para el 10 de agosto el “día del fuego”, con la idea ‘llamar la atención del gobierno’ y evidenciar que querían trabajar y la única forma era ‘limpiando sus pastos con fuego’. INPE, a partir de su programa de monitoreo de quemas, registra una explosión de incendios en la región. Días después se desata el infierno.
Defender las fronteras de vida
La oscuridad durante el día, en la ciudad de Sao Paulo, resulta muy simbólica, en la medida en la que hace de representación de esos paisajes distópicos, recreados en el cine, que suelen tener tras de sí un mundo deforestado (recuérdese la escena de Matrix del ‘Bienvenido al desierto de lo real’). Y sobre todo, como esa oscuridad, alcanza las zonas de consumo privilegiado, las zonas del modo de vida imperial.
Aquí estamos. En este tiempo de enormes desafíos. Tiempos que requieren de nosotros una respuesta acorde a ellos. Una respuesta que evite que sólo seamos espectadores por las redes sociales del ecocidio capitalista.
Defender la Amazonía, en realidad simboliza la defensa de todas las últimas fronteras de vida. Las fronteras de los ecosistemas, de los territorios, de los cuerpos y de la mente. Es en última instancia, un llamado a la defensa de lo común, lo único que compartimos todos: la casa común.
FOTOGRAFÍA: Profundidad óptica de aerosol de quema de biomasa a 550 nm (proporcionado por CAMS, el Servicio de Monitoreo de Atmósfera de Copérnico). 18/8/2019
Emiliano Teran Mantovani
Observatorio de Ecología Política de Venezuela
Incendios en la Amazonía y nuevo tiempo político en América Latina

La esclavitud moderna aún encadena a 40 millones de personas en el siglo XXI


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La esclavitud moderna aún encadena a 40 millones de personas en el siglo XXI


Un informe de la Walk Free Foundation, colaboradora de la Organización Mundial del Trabajo, señala que los trabajos y los matrimonios forzosos son las dos formas actuales de sometimiento, que afecta sobre todo a mujeres y niñas.

Por Clara Giménez Lorenzo (EFE)
La esclavitud moderna aún encadena a más de 40 millones de personas en pleno siglo XXI, unas dramáticas cifras que cobran actualidad este viernes, día 23, en que se conmemora el Día internacional del recuerdo de la trata de esclavos y su abolición, de Naciones Unidas.
El dato pavoroso procede de las conclusiones del informe de la Walk Free Foundation (WFF), un organismo que colabora con la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
El 23 de agosto de 1791 se produjo una revuelta de esclavos en la entonces colonia francesa de Santo Domingo (Saint Domingue), hoy Haití; revuelta que está considerada como el primer levantamiento contra el poderoso sistema esclavista.
Doscientos años después de aquel tiempo colonial, este cruel sistema de opresión persiste en nuestros días, como evidencia el Índice Global de Esclavitud (GSI, por sus siglas en inglés), elaborado por la citada WFF.
Según el informe de este organismo, publicado en julio de 2018, unos 40,3 millones de personas en el mundo son víctimas de la llamada esclavitud moderna, un término que incluye las situaciones en las que a una persona, mediante amenazas, violencia, coacción, abuso de poder o engaño, se le priva de su libertad para controlar su cuerpo, elegir o rechazar un empleo o dejar de trabajar.
La propia OIT considera dos formas actuales de sometimiento: el trabajo forzoso y los matrimonios forzados.
Ningún rincón del mundo está exento de situaciones de explotación
Casi 25 millones de seres humanos son víctimas del trabajo impuesto por personas o entidades públicas y privadas. Entre ellas, en torno a cinco millones sufren explotación sexual, y más de 15 millones se ven obligadas a casarse contra su voluntad.
El bochornoso ránking mundial de la esclavitud
Los diez países que encabezan la esclavitud moderna son Corea del Norte, Eritrea, Burundi, la República Centroafricana, Afganistán, Mauritania, Sudán del Sur, Pakistán, Camboya e Irán, aunque ningún rincón del mundo está exento de situaciones de explotación.
En Brasil, por ejemplo, un caso denunciado es el de dos hermanos, Elias y Nerisvan Vieira da Silva, que estuvieron encerrados en una granja y en contacto permanente con productos tóxicos.
Más de 400.000 personas que sufren esclavitud en EEUU, según este índice
Elias y Nerisvan fueron amenazados con no recibir paga alguna por su trabajo si intentaban escaparse, según relata la ONG estadounidense Free the Slaves, que colaboró con otras organizaciones locales para devolverles la libertad, con lo que hoy han vuelto a trabajar como campesinos en el otro extremo del país.
El caso de estos hermanos tiene mucho que ver con los niños pescadores del Lago Volta (Ghana), los fabricantes de ladrillos de Pahasaur (India), o las 403.000 personas que sufren esclavitud en Estados Unidos, el país más desarrollado del mundo, según los datos del mencionado GSI.
Un grupos de trabajadores en una fábrica de ladrillos de Bangladesh. -REUTERS
Un grupos de trabajadores en una fábrica de ladrillos de Bangladesh. -REUTERS
Para la OIT, la vulnerabilidad económica es la principal causa de la esclavitud moderna.
Un 71% de las víctimas  de esclavitud son mujeres, según la OIT
Uno de sus expertos, el brasileño Luiz Machado, explica a Efe por teléfono que «si los salarios no pueden cubrir las necesidades de los trabajadores y sus familias, buscarán otras formas para complementar sus ingresos e intentar vivir decentemente. Una familia pobre acepta cualquier tipo de trabajo para sobrevivir».
Por lo que se refiere a la explotación por género, la OIT señala que un 71% de las víctimas son mujeres.
En concreto, las mujeres y las niñas representan el 99% de quienes sufren trabajo forzoso en la industria del comercio sexual, y llegan hasta el 84% las que son obligadas a casarse.
Seres humanos en venta
Este sistema moderno de explotación no sólo afecta al tráfico de seres humanos en la medida en que las víctimas pueden ser sometidas en el ámbito doméstico y en el propio lugar de nacimiento.
La trata con fines de explotación sexual es un tipo concreto. Por ejemplo, no supone necesariamente el cruce ilegal de fronteras, pero cuando es así puede implicar también tráfico ilegal de personas.
Joy Amen Omoruyi fue capta en su Nigeria natal y obliga a prostituirse en las calles de Viena
A la joven Joy Amen Omoruyi la captaron en su Nigeria natal cuando confió en quienes supuestamente la ayudarían a llegar a Europa.
Joy pasó por Libia e Italia hasta que la instalaron finalmente en Austria, donde sus tratantes le informaron de que había contraído una «deuda» de 20.000 euros. Fue obligada a prostituirse durante varios meses en las calles de Viena para poder saldarla hasta que consiguió escapar.
Nueve años después, la joven vive en Pamplona (España) y trabaja en Acción contra la Trata (ACT) como auxiliar de mediación para luchar contra la explotación sexual. Su intención es sensibilizar sobre lo que ocurre a miles de mujeres y niñas que salen de países como Nigeria en busca de una vida mejor.
«Europa —asegura a Efe por teléfono— no es lo que la gente en mi país cree; tampoco es consciente de las dificultades y los peligros que hay en el camino… como caer en redes de trata».
Una mujer en prostitución en el polígono Marconi de Madrid. JAIRO VARGAS
Una mujer en prostitución en el polígono Marconi de Madrid. JAIRO VARGAS
Matrimonios forzosos, también en España
Se sabe poco sobre la práctica de obligar a casarse a las mujeres, una costumbre habitual en ciertas comunidades de África, Oriente Medio, Asia y América Latina.
Según sus propios cálculos, la UNICEF estima que aproximadamente 650 millones de niñas y mujeres en todo el mundo se han casado antes de cumplir los 18 años de edad.
En un contexto de globalización, multiculturalidad y migraciones, los matrimonios forzados han comenzado a aparecer en Europa.
«Todas las mujeres víctimas de matrimonios forzados sufren otras violencias, como agresiones sexuales, malos tratos o trabajos forzosos»
La Federación de Mujeres Progresistas de España (FMP) elaboró en 2018 el informe No Acepto, una investigación preliminar que pretende sacar a la luz los matrimonios forzados en este país.
«Aún no existen grandes datos sobre esta realidad», comenta la abogada Beatriz Lázaro, asesora de la FMP como especialista en violencia de género y una de las autoras del informe.
Lázaro diferencia dos supuestos tipificados en el Código Penal: los matrimonios comprendidos dentro de la trata y aquellos que se producen en el entorno familiar. «Todas las mujeres víctimas de matrimonios forzados -dice- normalmente sufren otras múltiples violencias, como agresiones sexuales, violencia de género o trabajos forzosos».
Luchar contra la esclavitud
Luiz Machado, el citado experto de la OIT, asegura que «todos los Estados están en contra de la esclavitud moderna, pero muchos no reconocen que exista en su propio territorio. El mayor desafío es este reconocimiento, y la actuación posterior».
España es el cuarto país en un ránking de 20 con más dependencia de esclavitud moderna en la cadena de suministro de la industria pesquera
En España, por ejemplo, la esclavitud moderna también es un hecho que afecta a unas 105.000 personas, según el GSI. Desde enero de 2019, la Guardia Civil del país inspeccionó hasta 952 locales donde pudo producirse explotación laboral. También liberó a 68 víctimas y detuvo a 38 delincuentes.
Asimismo, se lanzó la campaña #trabajoforzoso, que se dirige directamente a posibles víctimas de trata de seres humanos.
En España, de entre quienes sufren explotación sexual, el 90% son mujeres y niñas, mientras la explotación laboral afecta a un 80% de hombres frente a un 20% de mujeres.
Más allá de denunciar estos graves delitos y presionar a las autoridades para que endurezcan la legislación, los expertos consideran que la sociedad civil puede actuar en el día a día contra la esclavitud del siglo XXI.
Lo más sencillo, dicen, es intentar conocer de dónde vienen los productos que consumimos. Según el GSI, España es el cuarto país en un ránking de 20 con más dependencia de esclavitud moderna en la cadena de suministro de la industria pesquera.
Los bienes de consumo con más riesgo de haber sido producidos en situaciones de esclavitud son ordenadores y móviles, ropa, pescado, cacao y caña de azúcar.
No todo el mundo tendrá la oportunidad de ayudar a personas como Joy o los hermanos Da Silva, pero cada ciudadano puede conocer, denunciar y luchar en la medida de sus posibilidades contra una lacra como la esclavitud moderna.
Público

La Amazonía devorada por el saqueo capitalista


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La Amazonía devorada por el saqueo capitalista


Por Cecilia Zamudo
No, no es «el fuego», así en abstracto, de «surgimiento espontáneo» el que arrasa con la Amazonía, porque ese fuego es provocado, tiene detrás intereses muy concretos: las multinacionales mineras, las del agro industrial. Son grandes consorcios capitalistas los que se lucran sobre el saqueo del planeta.

La Amazonía está siendo aniquilada por saqueo capitalista: deforestada por multinacionales mineras y latifundio, codiciadas sus tierras para el agro industrial, la ganadería masiva, codiciados sus recursos para el aberrante modo de producción capitalista. Lleva tres semanas ardiendo. Miles de animalitos calcinados, decenas de especies ya en extinción desapareciendo, la mayor selva del planeta diezmada, pueblos indígenas desplazados y exterminados al extinguirse su hábitat… Y todo para que un puñado de multimillonarios capitalice sobre el saqueo del planeta. CAPITALISMO ES BARBARIE.
No, no es «el fuego», así en abstracto, de «surgimiento espontáneo» el que arrasa con la Amazonía, porque ese fuego es provocado, tiene detrás intereses muy concretos: las multinacionales mineras, las del agro industrial. Son grandes consorcios capitalistas los que se lucran sobre el saqueo del planeta.
No, no es solamente Bolsonaro el problema: Bolsonaro es un matarife más del capitalismo transnacional. Las multinacionales, los latifundistas, toda la clase explotadora y su sistema criminal, el capitalismo, son los que saquean el planeta, los que explotan a las y los trabajadores, los que provocan ecocidios, genocidios, los que ordenan los asesinatos de campesinos, indígenas y ambientalistas para callar su lucha, los que bombardean las mentes de la clase explotada a través de sus medios de alienación masiva, los que desgarran nuestras vidas con su modelo de explotación, sumisión y destrucción de todo tejido comunitario. Para dividirnos nos bombardean con paradigmas alienantes como el individualismo, el racismo, el machismo, la xenofobia. Nos incitan incesantemente al consumo, inútil «compensatorio» de las soledades impuestas. Para someternos y explotarnos mejor, nos bombardean con manipulación y enajenantes, cuando no usan directamente bombas como en las guerras imperialistas que implementan contra pueblos enteros, con la finalidad de arrodillarlos a un mayor saqueo de sus recursos.
Bolsonaro es nefasto, sí, pero no está solo; él no es más que la ficha de turno del Capital: la burguesía siempre echa mano de su herramienta fascista para reprimir el descontento social y para incrementar los niveles de explotación contra las y los trabajadores, para incrementar los niveles de saqueo del planeta. El problema de fondo es el sistema socioeconómico.
Es un imperativo vital luchar contra este sistema de explotación, saqueo y barbarie. No es solamente cuestión de «dejar de comer carne», es cuestión de comprender las raíces estructurales, sistémicas, de tanta barbarie, y de dar la lucha en todos los espacios de nuestras vidas, una lucha por elevar los niveles de consciencia relativa a cómo funciona este sistema de clases, una lucha por organizar respuestas colectivas, no solamente individuales, para lograr mayor efectividad… La humanidad y el planeta lo necesitan.

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