¿ A qué esperamos pá cambiar este sistema podrido y herido de muerte? ¿ A que no quede otra?
¿ Cuántos refugiados habría que acoger para que podamos tener la conciencia tranquila?
Los discípulos de Goebels que repiten mil veces una mentira para convertirla en verdad dicen ahora que ...
Los discípulos de Goebels que repiten mil veces una mentira para convertirla en verdad
dicen ahora que Trump es Hitler,
como en su día dijeron
que había armas de destrución masiva en Irak o que había una revolución en Libia o Siria.
Como también dicen
que Maduro es un dictador,
y PODEMOS unos bolivarianos,
y Corbyn un antisemita,
y que los nazis de Ucrania son demócratas
y que los de Grecia son unos despilfarradores.
Son los mismos que no hacen incómodas preguntas cuando sucede un atentado de falsa bandera, o los que demonizan a unos dictadores y ensalzan a otros, sin dar motivo ni razón creíble.
Los mismos que publicitaron a todas horas los planes y las consignas de ISIS y a la vez callaron que son mercenarios a sueldo y no fanáticos musulmanes y que fué Occidente, más exactamente el MOSAD y la CIA, con dinero de Qatar y Arabia Saudía, quién los financió, creó, armó, entrenó y les fijó sus objetivos y forma de actuar…
Que a saber eran
Crear todo el terror posible para meter el miedo en el cuerpo al público occidental,
Masacrar indistintamente a la población, sea de la religión, raza o etnia que sea.
La cosa va de diezmar, despoblar y amedrentar, para provocar la huída y emigración de la gente.
Y de paso dejar campo libre a las ansias expansionistas de Israel. Cuantos menos moros en la costa…mejor.
Eliminar todo rastro o vestigio arqueológico que no pueda ser vendido a las mafias del arte de los territorios ocupados. Dejar sin pasado ni historia es uno de los modus operandi de los sionistas.
Amenazar a diestro y siniestro, a todo el mundo, exceptuando a Israel. De tal forma que el mundo lo sienta como una amenaza global.
Incluso han amenazado a Latinoamérica, como si éstos tuvieran que ver algo con el drama que sucede en Oriente Medio. Ya ves, los únicos implicados que hay en el terreno, son paramilitares colombianos y combaten en su bando en Yemen.
Extraer todo el petróleo posible y vendérselo por cuatro perras y armas a las petroleras de los Rostchild vía mafia turca. Para que al final acabe en Israel.
Extirpar órganos a cualquier bicho viviente que interesara, para suministrar los mismos a las mafias turco-israelíes que operan en la zona, para su posterior uso, transplante o venta.
Y como fin último, convertir tanto Irak como Siria en estados fallidos.
Lo que no tampoco cuentan ni explican los medios
es como hemos llegado hasta aquí.... para tragar en silencio con todo esto.
Por eso mismo
y por si alguno alguno no lo sabe,
lo recuerdo...
Primero endeudaron a África
y como nadie salió en su defensa
los expoliaron con la deuda.
Luego fueron a por Latinoamérica
y la endeudaron hasta las trancas y como nadie salió en su defensa la expoliaron.
Más tarde se dieron una vuelta por el suroeste asiático para acabar en Japón
y tras endeudarlos, los expoliaron también
porque nadie salió en su defensa.
Y al final, como Orestes o Hamlet,
embriagados por sus usureras hazañas,
se atrevieron
hasta con el mismo Occidente que los parió,
acogió, dió patria y más tarde encumbró.
Más su rencor de siglos pudo más,
y como a los demás, nos endeudaron
con ríos de oro y créditos a tutiplén,
que caían del cielo y que como el maná
parecían anunciar la tierra prometida.
Como es normal,
tras décadas de mirar pá otro lado.
Nadie salió en nuestra defensa
cuando el grifo de nuestros sueños
y de su engaño, se cerró.
Y lo que es peor es que
ni siquiera hicimos nada por evitar ser expoliados,
Entre botellón y fútbol no quedaba más tiempo que el justo para pedir clemencia.
Y nos la concedieron... ahora somos sus esclavos.
ARMAK de ODELOT
POSDATA
Por cierto, si este sistema sin crédito no funciona
y éste no va a volver
porque está totalmente agotado el sistema.
¿ A qué esperamos pá cambiar
este sistema podrido y herido de muerte?
¿ A que no nos quede otra?
Ya que todo lo que imprimimos con la máquina de fabricar dinero, más lo que nos sacan, estafan y roban vía impuestos, rescates, comisiones , tarifas abusivas, contratas y subvenciones
no dan más que para pagar
los intereses de una deuda impagable
y llenar aún más la bolsa del latrocinio de esta gentuza que vive exprimiendo países vía corporaciones para acabar con todo su botín en un paraíso fiscal perdido
y de paso,
para mantener a este sistema zombi
en la UVI per sécula seculorum,
ya que como sangüijuelas
le necesitan vivo pá seguir chupando del bote.
Armak de Odelot
Se que esto que voy a decir no tiene buena prensa, yo de hecho tuiteo todo lo que puedo a favor de los refugiados, pero loque no puede ser no puede ser y además es imposible.
El dilema moral en el fondo es éste....
Cuántos más se deben ahogar en el Mediteráneo para abrir nuestras fronteras
y cuántos más debemos acoger
antes de volver a cerrarlas?
Una última reflexión sobre los refugiados
¿ Cuántos refugiados habría que acoger para que podamos tener la conciencia tranquila?
100.000, 200.000, medio millón, un millón, 10 millones, o fronteras abiertas... porqué no?
Porqué no fletamos aviones para traerlos directamente de sus países y les evitamos ser robados, humillados ,violados y/o ahogados por el camino?
Y cuándo lleguemos al tope elegido,
ya podremos dormir tranquilos?
O esto no tiene fin?
O acaso sucede, que a partir de ese tope,
los que queden fuera
de nuestras fronteras, desprotegidos,
ya no serán dignos de nuestra misericordia?
Sin contar que el efecto llamada de acoger a 10.000 mil te pone en la fonter a otros cien mil. Y acoger a 100.000 te pone un millón. Y así sucesiva y exponencialmente.
Esto es un absurdo sin solución en la mesa.
Ya que la solución que hay
nadie la quiere ni ver ni decir
y menos los que quieren
seguir expoliando sus países.
Que por cierto son los mismos que nos los echan encima y apelan a nuestra conciencia, para crear discordia, islamofobia y derechizar la población.
La solución es dejar en paz a esos países y ayudarlos económicamente a reconstruir sus países.
Y el que quiera petróleo que lo compre y no lo robe... como hacemos los demás.
En tiempo de crisis, es irracional acoger cuando los presupuestos no dan para más y encima hay pobreza entre la población nativa.
La postura solidaria de la izquierda, que aplaudo y comparto, hace imposible que pueda ganar unas elecciones con mayoría para poder gobernar, ya que esta política de acogida se vuelve en su contra.
Si a la gente la das a elegir entre su supervivencia o la de los inmigrantes y refugiados, tener claro en estas condiciones, su respuesta.
Si no que se lo pregunten a Trump que con su muro, ganó.
O a la Merkel, que con su "efecto llamada" ha perdido toda la popularidad ganada en estos años.
Las políticas de acogida son votos para esa derecha que no contrapone la supervivencia de sus ciudadanos por la de ninguna otra nacionalidad, raza o etnia, por muy doloroso que resulte decir esto en frío.
Aunque seguramente, a los millones de europeos que viven en una situación precaria, no les suene tan todo esto tan horrendo.
Que conste que si estuviéramos, en tiempos precrisis, no diría absolutamente nada de todo esto.
Y por último...
si nos hubiéramos manifestado en su momento contra las intervenciones de Libia y Siria, igual ahora no tendríamos que salir a las calles para intentar paliar los efectos de nuestro silencio.
Como dice Malcom X, ten cuidado con los medios de comunicación , que te harán amar al agresor (Sión) y odiar a la víctima (Islam)
Armak de Odelot


Stephen Feinberg
Jared Kushner
Richard Brenneke





OBERLIN (EEUU) // Si la prensa norteamericana fuera un superhéroe, ahora sería el momento de que entrara a una cabina telefónica, se quitara las gafas y se colgara la capa. Los diarios y revistas están que arden: los periodistas tienen la sensación de que ha llegado su momento de la verdad. Tienen ilustres ejemplos a seguir, por supuesto, desde los muckrakers de hace cien años —literalmente, los hurgamierdas: periodistas dispuestos a sacarle los trapos sucios al poder— hasta héroes más recientes como Bob Woodward y Carl Bernstein o el equipo del Boston Globe que protagoniza la película Spotlight. Saben que la batalla no va a ser fácil, pero están preparados. Les tocará adoptar la actitud de sus colegas en países represores, señaló Steve Adler, el director de Reuters, a su redacción a finales de enero. “Trabajamos en muchos países donde los medios son atacados con frecuencia”, dijo. La tarea hoy en EE.UU. viene a ser la misma que allí, a saber: “proteger a los periodistas, comprometernos a informar justa y honestamente, ir obstinadamente en pos de información difícil de conseguir, y mantenernos imparciales”. Eso sí, habrá que dejar de fiarse de las comunicaciones oficiales. Pero estas —observa Adler— “en todo caso nunca fueron muy valiosas”. La prensa es uno de los faros en que los millones de ciudadanos que se oponen al presidente Donald Trump cifran su esperanza. Pero no es el único: también está la universidad —tradicional refugio de disidentes— y esa forma de protesta anticuada de la movilización en las calles. Lo que comparten prensa, universidad y protesta es su dependencia de un derecho consagrado en la Primera Enmienda de la Constitución: la libertad de expresión. Hay pocos países del mundo donde la palabra libre esté tan venerada, y tan protegida, como Estados Unidos. Pero en años recientes se ha visto amenazada desde la derecha tanto como de la izquierda. Y quizá ninguna amenaza sea tan inmediata como la llegada de Trump a la Casa Blanca. “Donald Trump no es, ni mucho menos, el primer presidente en mentirnos”, escribía Lawrence Douglas, profesor de Derecho, en The Guardian. La particular alevosía de Trump es que emite “meta-mentiras”. Pretende socavar la legitimidad de las instituciones dedicadas a desenmascarar las mentiras: la prensa, la universidad y la judicatura. Así —advierte Douglas— Trump acaba por “envenenar el pozo del discurso democrático”. Una Casa Blanca tóxica plantea desafíos importantes. “Donald Trump no alberga una particular reverencia ante la Primera Enmienda. Incluso puede ser que no la entienda muy bien”, escribía David Cole, profesor de Derecho Constitucional, en la revista The Nation días antes de la inauguración. “En la medida en que Trump pueda tomar medidas que pisoteen los derechos de la Primera Enmienda, hay motivos de sobra para creer que no dudará en hacerlo”. El poco tiempo que lleva Trump gobernando ha demostrado que la ignorancia del presidente con respecto al Estado de derecho que lidera es tan supina como es aguda su sensibilidad ante la crítica y absoluto su desdén a los periodistas. No deja pasar oportunidad para tildar a los medios de “desvergonzados” o “falsos” (los periodistas, dijo, “están entre los seres más deshonestos del mundo”). Su estratega principal se refiere a la prensa sin más como “el partido de la oposición” y el propio Trump ha afirmado que considera a la prensa como “enemigo del pueblo”. El 24 de febrero, una reunión informativa para periodistas en el despacho del secretario de prensa, Sean Spicer, excluyó directamente a un puñado de medios concretos —entre ellos CNN, Politico y el New York Times—. Según el Times, se trataba de “una ruptura altamente inusual de las relaciones entre la Casa Blanca y el cuerpo de prensa”. Hostilidad manifiesta “En Estados Unidos no hemos tenido un presidente tan hostil ante la prensa desde Richard Nixon, pero en cierto sentido Trump es peor”, afirma David Kaplan, periodista veterano que entre 2008 y 2011 dirigió el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) y es el actual director de la Red Mundial de Periodismo de Investigación (GIJN). “Y eso que Nixon mantenía una ‘lista de enemigos’ y ordenó, en secreto, jugadas sucias contra representantes de los medios y otros que le parecían antipáticos”. “La ley —si es que Trump decide respetarla— le impone límites, desde luego”, dice Kaplan. “Pero la situación es vulnerable. El peligro radica en que el Partido Republicano, que controla la mayor parte del gobierno, le permita hacer uso de todos los poderes presidenciales, que por cierto son más de los que eran cuando Nixon”. Y no es seguro que la protección legal actual siga en pie. “Si los conservadores se hacen con el control de la Corte Suprema, podrían revertir las protecciones a la prensa. Y no hay que olvidar que fue la administración anterior, la de Obama, la que impulsó a niveles inauditos la investigación y persecución de periodistas y denunciantes internos (whistleblowers) por filtraciones relacionadas con la seguridad nacional”. ¿Qué herramientas tienen los medios para resistir la presión que ya se le está aplicando? El apoyo judicial va a ser clave, pronostica Kaplan. “Los tribunales de este país son robustos, independientes y capaces de limitar el poder del presidente. Incluso los jueces más conservadores tienen un gran apego a la libertad de prensa. Además, el sistema federal les da un poder considerable a los Estados. Feudos demócratas como California, Nueva York y Washington tienen fiscalías generales bien equipadas que cuestionarán los abusos de poder más escandalosos. Pero de todas formas, los grandes medios tendrán que hacer de tripas corazón y volver a dedicarse al periodismo de control. Por fortuna, la prensa seria ha superado su peor crisis económica y está experimentando un aumento en apoyo y suscripciones”. Y los reporteros norteamericanos no están solos. Operan en redes globales, gracias a organizaciones sin fines de lucro como la que ha dirigido Kaplan —como el Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación, el ICIJ, que fue responsable de la cobertura de los Papeles de Panamá—. “La tecnología está facilitando filtraciones masivas de documentos y datos”, dice. “Dada la oposición a Trump entre el funcionariado, cabe esperar una oleada de filtraciones sin precedentes. Además, investigar las inversiones globales de Trump —y los conflictos de interés que generan— exigirá una labor de cooperación internacional. La Red Mundial de Periodismo de Investigación que dirijo ha trabajado con colegas que enfrentan a regímenes represivos en lugares como Hungría, Rusia y Venezuela. La verdad es que no se nos ocurrió que nos tocaría lidiar con una situación similar en los Estados Unidos”. La crisis del sistema de financiación de la prensa tradicional ha hecho que las organizaciones sin fines de lucro como el ICIJ, que forma parte del Centro por la Integidad Pública (CPI) en Washington DC, sean cada vez más importantes para la financiación y la protección del periodismo independiente. Pero dado que estas organizaciones existen gracias a la fuerte tradición filantrópica en Estados Unidos, en la que también participan grandes fundaciones como la Ford, la Guggenheim, o la Open Society de George Soros, algunos periodistas han cuestionado esa independencia. Por su parte, el CPI mantiene que su línea editorial está rigorosamente divorciada de sus fuentes de financiación. Las universidades norteamericanas son otra fuente potencial de resistencia. Pero también se saben en la diana de la nueva administración y de una ministra de Educación, la millonaria y evangélica 










