martes, 2 de abril de 2019

Los utópicos y los cínicos


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Los utópicos y los cínicos

 

 

Carlos Barrio

Últimamente me preguntan mucho a quien voy a votar. Yo pensaba que el voto era libre y secreto. Libre de condicionamientos políticos, sentimentales y también de compromisos. En la “democracia oligárquica” el voto es la patente de corso del cacique de turno para campar a sus anchas los próximos cuatro años. Por eso cuando te preguntan a quién vas a votar te están indirectamente preguntado a qué cacique vas a apoyar. La monarquía visigoda era electiva y el ascenso al trono era cuestión de quién tenía más “clientes”. En la democracia oligárquica en la que vivimos pasa un poco lo mismo. Según giren los “vientos del cambio” el personal clientelar se dispone a virar estratégicamente en la dirección políticamente correcta. Los recientes casos de transfuguismo vividos en la política española tienen más que ver con el posicionamiento estratégico que con una sincera reconversión ideológica de los afectados
La aspiración al ordeno y mando parece ser la realidad más transversal que existe en la política. Los elitistas italianos ya teorizaron que la Ley de hierrro de las oligarquías era la plasmación política de la ley de la gravitación universal en la física. Los partidos, que son organizaciones que aspiran a monopolizar el poder, funcionan de una manera tan poco democrática, tan poco trasparente y tan “cratológicamente” que el travestismo (también llamado transfugismo) dista mucho de ser una patología del sistema: es una realidad bastante cotidiana. Algunos casos, los más “escandalosos” saltan a las primeras páginas de los diarios de tirada nacional, en un ejercicio de cinismo escandaloso. Desde que el hombre es hombre, la conveniencia, la ambición y la falta de escrúpulos han sido constantes en el obrar de muchos políticos. Maquiavelo ya teorizó sobre las “virtudes” que, para la multitud, que dice Negri, tienen ciertos comportamientos inmorales de los políticos.
El “utópico” reclama un poder que no se corrompa, que no se ablande ante los cantos de sirena de la complacencia y el seguidismo. Un poder que se inmole en nombre de la verdad del pueblo
Es curioso el comportamiento de muchos de los políticos cuando son “pillados in fraganti” en comportamientos indecorosos o impropios de los ideales democráticos que dicen defender. Sloterdjik, en su Crítica de la razón cínica, afirma que en occidente la ideología más generalizada de la posmodernidad es el cinismo. Confrontada con esta actitud cínica, las ideologías al uso son totalmente inoperantes. De ahí que Sloterdijk diga que debemos reformular la crítica ideológica que realiza Marx en El Capital al modo de producción capitalista, cuando éste dice la célebre frase de “no lo saben, pero lo hacen”. Según Sloterdijk el gran problema del cinismo occidental es que precisamente “lo saben y por eso lo hacen”. La ideología ya no es tomada en serio y se convierte en pura manipulación instrumental. Lo triste no es que partidos como Podemos, que hicieron de su oposición a la casta su ratio essedi, practiquen el cinismo político, lo preocupante es que sepan que hacerlo es necesario para “mantenerse en el poder” y así formar parte de la ley de hierro de las oligarquías.
La cuestión capital que debe responder todo aquel que siga creyendo en una política soteriológica, es decir, salvadora del ser humano, es la de sí es posible creer todavía en las utopías políticas, sean éstas del signo político que sean. Tan utópico es creer en la sociedad sin clases del marxismo, como en la armonía y el orden espontáneo del anarcocapitalismo. En política lo indecidible, lo imprevisible y hasta lo imposible pueden tener carta de naturaleza.
Desde luego, en buena parte del discurso de teóricos de la política encontramos un discurso bastante pesimista. Por ejemplo, Bryan Caplan en su obra El mito del votante racional contradice los postulados clásicos de la denominada teoría económica de la democracia de Anthony Downs. No es cierto, según Caplan, que el votante haya interiorizado que sus representantes actúan según el axioma del que el político intenta conseguir el poder únicamente con el fin de disfrutar de la renta, el prestigio y el poder consustanciales a la dirección de aparato gubernamental. Si así fuera, argumenta Caplan, los ciudadanos no votarían, al menos no lo harían bajo los parámetros del discurso normativo de la democracia; ese que postula que bajo dicha forma de gobierno es el “demos” quien manda.
El elector, por contra, actúa más bien de forma gregaria, casi bovina (que me perdonen las vacas), es decir, de una forma que tiende a premiar el seguidismo y el continuismo en política, ese que tan magníficamente describió Giussepe Tomasi di Lampedusa y que se sintetiza en un célebre aforismo: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”. Quizás todos esperamos que nuestros políticos nos defrauden para volverlos a votar. Sólo así se explica que el PSOE tenga más del 25 % de intención de voto en algunas de las encuestas, nunca inocentes, que pregonan nuestros diarios de cabecera
La utopía política parece pues confinada al ámbito de la filosofía política y el cine. Jacques Rancière en su obra En los bordes de lo político apunta cómo Platón, en su diálogo Gorgias, afirma que Atenas, la cuna de la democracia, enfermó por su puerto, el Pireo, ése que le llevó a buscar la gloria no en el vigor del poder demócrata, sino en la avaricia, el lucro y el afán de la posesión como principios rectores. También Ranciére recuerda cómo Platón, en su último diálogo Las leyes, afirma que la misión de la filosofía reside en fundar una política distinta, “de espaldas al mar”, lejos de la aspiración a dominar.
Hay una célebre película de uno de los directores malditos de la historia del cine norteamericano, Sam Peckinpah. “Wild Bunch” (Grupo Salvaje). Se trata del western crepuscular por antonomasia, una historia de perdedores, héroes de otro tiempo, destinados a inmolarse por una lealtad en la que quizás no crean, pero a la que se deben. El comienzo de la película nos presenta a unos héroes de otro tiempo, cuya imagen se congela a medida que el director los va presentando en escena. Con esto nos indica que son seres de otra época, atrapados en un tiempo que ya no es el suyo. Algo similar les ocurre a los que todavía creen en la posibilidad de la utopía. Les toca vivir en unos tiempos en los que la connivencia con el establishment está muchas veces por encima de unos principios en los que cada vez se cree menos. Son tiempos de una política de “pose y serpentina”, de déspotas con corbata de Gucci. Sin embargo, el “utópico” reclama un poder que no se corrompa, que no se ablande ante los cantos de sirena de la complacencia y el seguidismo. Un poder que se inmole en nombre de la verdad del pueblo. Un poder que luche por un pueblo obligado a permanecer mudo, por un pueblo que vive sin democracia. Yo me quedo con los “utópicos” y huyo de los “cínicos”. Así soy de “imperfecto”.
Foto: Emiliano Vittoriosi

¿Agoniza el paraíso neoliberal español?


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¿Agoniza el paraíso neoliberal español?


Por German Gorraiz López
El milagro económico del paraíso neoliberal español estaría amenazado por la aparición de un nuevo virus patógeno, (el DDD) que podría acabar por arrasar con todo rastro de brotes verdes en la economía española,

Por Germán Gorraiz López
El milagro económico del paraíso neoliberal español estaría amenazado por la aparición de un nuevo virus patógeno,(el DDD) que podría acabar por arrasar con todo rastro de brotes verdes en la economía española al poseer un ADN dotado de la triple enzima D (Deuda Pública desorbitante, Desbocada inflación y Desempleo endémico).
Deuda Pública desorbitante
La sustitución de la tradicional doctrina económica del Equilibrio Presupuestario del Estado por la del déficit endémico ( práctica que por mimetismo han adoptado múltiples ayuntamientos y Comunidades Autónomas), contribuirá a que la Prima de Riesgo se dispare, se rebaje la calificación de la Deuda del Estado y se incrementen las dificultades para obtener financiación exterior, lo que podría actuar como espoleta de una metástasis recesiva en la economía española. Así, según el Ministerio de Economía, la Deuda pública de España en el Tercer Trimestres del 2018 alcanzó el techo estratosférico del 98,5 % del PIB nacional, (1,17 Billlones €), lo que representa un crecimiento imparable desde el 2005 cuando la Deuda rondaba el 42% del PIB nacional (casi 400.000 millones de €).
Además, el Instituto Nacional de Estadística (INE) prevé que el país pierda un millón de habitantes en la próxima década, una tendencia que va a empeorar a medida que la generación del baby-boom comience a fallecer,dibujándose un escenario insostenible para el 2021 en que la “tasa de dependencia” según el INE, crecerá en un 57%. Ello supone que habrá seis personas inactivas ya sea jubilados, parados o estudiantes por cada persona activa lo que podría conllevar el colapso de la Seguridad Social en el horizonte del 2.021.
Desbocada inflación
La progresiva depreciación del euro frente al dólar aunado con el riesgo de una subida del crudo hasta los 80$ debido a factores geopolíticos hará que la inflación coquetee con el 2% para finales del 2.019, lo que provocará la pérdida de competitividad de los productos españoles respecto a los de sus homólogos europeos con la consiguiente constricción en las exportaciones e incremento del déficit comercial. Igualmente, una inflación descontrolada conlleva la pérdida de poder adquisitivo de trabajadores y pensionistas, la contracción del consumo interno y la desincentivación del ahorro y búsqueda de rentas fuera de las actividades productivas, lo que podría provocar en un futuro mediato una desertización productiva que fuera incapaz de satisfacer la demanda de productos básicos.
Desempleo endémico
El milagro económico del paraíso neoliberal de Rajoy (reducción de la tasa del paro del 23,5% al 14,1%), tendría como efectos colaterales el incremento desmesurado del trabajo precario en España (más de 6 millones de personas), la desaparición del mito del puesto de trabajo vitalicio ( tasa del 90% de contratación parcial) y progresiva pérdida de poder adquisitivo de asalariados y pensionistas pues según el FMI “el ajuste económico español se habría producido mediante la caída de la producción y el incremento del paro, pero insuficiente en el lado de los salarios hasta fechas recientes”. Además, de seguir obviando la inversión en I+D+i, España podría convertirse en la próxima década en un país tercermundista a nivel de investigación e innovación, condenado a comprar patentes extranjeras y producir productos de bajo perfil tecnológico que requieran mano de obra de escasa o nula cualificación y fácilmente explotable, con salarios seiscieneuristas e interinidad vitalicia.
Conclusiones:
Si la Deuda Pública prosigue su vuelo por la estratosfera, los salarios y las pensiones siguen congelados o con incrementos inferiores al IPC, el crédito bancario sigue sin fluir con normalidad a unos tipos de interés reales a pymes, autónomos y particulares y no se aprovecha la dilación en los plazos para reducir el déficit establecidos por la Comisión Europea en incrementar la inversión en I+D+i y en Obra Pública para reducir el desempleo, la economía española se verá abocada a un peligroso cóctel explosivo,(el DDD), cuyos ingredientes serían una depreciación del poder adquisitivo de trabajadores y pensionistas, una deuda pública desbocada así como desempleo endémico que podría generar una década de estancamiento en la economía española, rememorando la Década perdida de la economía japonesa.
GERMÁN GORRAIZ LÓPEZ -Analista

La historia no prescribe


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La historia no prescribe


La carta enviada recientemente por el presidente de México al rey de España pidiendo la asunción de responsabilidades en el quinto centenario del inicio de la conquista mesoamericana ha generado cierto revuelo en el ya caldeado ambiente preelectoral que se vive en España.

Por Jorge Sancho
La carta enviada recientemente por el presidente de México al rey de España pidiendo la asunción de responsabilidades en el quinto centenario del inicio de la conquista mesoamericana ha generado cierto revuelo en el ya caldeado ambiente preelectoral que se vive en España. No sorprende la histeria nacionalista con la que las derechas han acogido la petición de López Obrador (al fin y al cabo todas ellas parecen estar enzarzadas en una competición por imitar del modo más esperpéntico posible a la CEDA); pero incluso entre muchos políticos y comentaristas supuestamente progresistas la reacción ha sido de beligerante hostilidad.
No entrare aquí en la pertinencia o no de la propuesta de López Obrador porque lo que realmente debe llamarnos la atención es la visceralidad y la inmadurez con la que la opinión pública española enfrenta su pasado histórico. Vivimos tiempos de turbocapitalismo y somos cada vez más esclavos de la inmediatez de las redes sociales; de tal modo que el debate público se reduce cada vez más al mínimo común, que en este caso ha resultado ser un consenso nacionalcatólico en el que la destrucción de las civilizaciones y culturas amerindias es apenas un mal necesario para la construcción de una providencial, casi virtuosa, Hispanidad. Sin lugar a dudas el Caudillo estaría encantado de constatar que más de 40 años después de su muerte su legado sigue muy vivo entre nosotros.
Es verdaderamente perturbador el grado de derechización al que se ha llegado en el debate y entre la opinión pública española (que en este sentido no hace sino encaminarse por la senda emprendida por la mayoría de sociedades occidentales en el último periodo). La banalidad, la zafiedad, el cinismo y la indigencia intelectual están llegando a tal punto que empiezan a ser incompatibles incluso con la existencia de una democracia formal en España.
La falta de la más mínima higiene democrática en la sociedad española se pone de manifiesto por la persistente popularidad de conceptos historiográficos absolutamente caducos como los de Reconquista o Descubrimiento. Resulta completamente evidente que las expediciones colombinas no descubrieron absolutamente nada; que ese Nuevo Mundo estaba habitado desde hace decenas de miles de años por multitud de pueblos y culturas que se extendían desde Alaska a la Tierra de Fuego… y de hecho América fue visitada por los Vikingos y, probablemente también, por navegantes polinesios siglos antes de que la Pinta, la Niña y la Santa María partiesen desde Palos de la Frontera. Los conquistadores castellanos no llegaron a un continente vacío ni habitado por salvajes que esperaban recibir los regalos de la “civilización” para aprender a rezar o a escribir de manera correcta. Las Américas presentaban a finales del siglo XV un ecosistema humano rico y diverso; algunas de cuyas formaciones sociales (como los Mayas, Aztecas o Incas) tenían un grado de complejidad comparable a los imperios Romano o Persa en la antigüedad.
Aunque técnicamente quizás no sea lo más apropiado describir el proceso de conquista y colonización de los pueblos originarios americanos como un genocidio (a la manera del Holocausto nacionalsocialista o el exterminio de los Tutsi ruandeses en 1994); estamos hablando de la destrucción deliberada de pueblos enteros con lo cual las “hazañas” de Colón, Cortés, Núñez de Balboa, Pizarro y tantos otros merecen entrar en la categoría más amplia de democidioi. En todo caso, es innegable que tomando en consideración el conjunto del proceso (que se extendió durante más de un siglo y a escala continental) la catástrofe demográfica fue de unas dimensiones apocalípticas. En términos absolutos murieron decenas de millones de personas, algo comparable solo con las Guerras Mundiales o las conquistas de los mongoles en Asia. En términos relativos el impacto fue aún mayor, dado que las estimaciones más conservadoras situarían la pérdida de población en El Nuevo Mundo en al menos un 75% de la población continental entre los años 1500 y 1650, cuando empezó una lenta recuperación. Este probablemente sea el proceso demográfico más relevante en tiempo histórico ya que alteró de manera decisiva el equilibrio demográfico entre los continentesii.
Existe un debate historiográfico sobre las causas profundas de este colapso demográfico, que es sin duda de una enorme complejidad y en el que no abundan las fuentes directas, por lo que inevitablemente hay un cierto grado de especulación al respecto de lo que realmente sucedió. En cualquier caso las líneas generales de lo acontecido están bastante claras: el factor desencadenante es sin duda la invasión de Castellanos (y Portugueses) que se desarrolla con gran rapidez y virulencia entre finales del siglo XV y mediados del siglo XVI; los conquistadores por lo general se relacionan con los diversos grupos indígenas haciendo uso de una gran violencia -movidos por el fanatismo religioso y el afán de rapiña-; pese a que el número de los invasores es insignificante comparado con el de la población local estos traen consigo multitud de enfermedades infecciosas (como la Viruela o el Sarampión) que causan estragos entre una población que carece de defensas frente a los nuevos patógenos; la densidad demográfica americana y la relativa homogeneidad genética de sus poblaciones favorecen la extensión sin precedentes de las epidemias, cuyos efectos devastadores muchas veces anteceden a la llegada de los conquistadores favoreciendo la disolución de las formaciones sociales amerindias y posibilitando su posterior asimilación a manos de los invasores europeos. Este proceso fue tan rápido, violento y traumático que en no pocas ocasiones desencadeno suicidios en masa entre los indígenas incapaces de asimilar el abrupto final de su universo social y cultural. Pero lo que hizo irreversible la catástrofe fue el sometimiento de los supervivientes a un régimen económico predatorio y extractivista que era completamente indiferente a la supervivencia de los indígenas.
Merece la pena analizar de un modo más detenido este último aspecto. La cruel violencia de las conquistas puede entenderse por la necesidad de los reducidos contingentes castellanos de usar un terror sistemático para dominar y mantener sometidos a las vastas poblaciones americanas. Los conquistadores fueron vectores de las epidemias y usaron de manera oportunista los estragos por ellas causadas para afianzar su dominio, pero no puede decirse que fueran usadas conscientemente contra la población indígena. Ahora bien, el régimen de explotación económica continuada al que fueron sometidos los pueblos amerindios una vez consolidada la conquista (ejemplificada por la infame Encomienda y luego continuada por otras formas de trabajo forzoso como el Repartimiento) no sólo pone de manifiesto que la codicia era el principal motor detrás del esfuerzo colonizador si no el hecho de que la población indígena fuese tratada ante todo como mano de obra prescindible, cuyas vidas eran el preciado combustible con el que poner en marcha la maquinaria de la acumulación originaria del capital.
El territorio de todo un continente fue reorganizado para servir a las necesidades de la metrópoli y del naciente capitalismo europeo; con apenas ninguna consideración respecto a la viabilidad a largo plazo de las comunidades indígenas que durante años fueron sacrificadas en las minas de Potosí o Zacatecas. La sobre-explotación económica colonial significaba un debilitamiento de las estructuras de auto-consumo indígena, lo que a su vez afectaba negativamente a la natalidad y aumentaba el impacto de las epidemias llegadas desde Europa. Esto creaba un círculo vicioso de muerte y degradación que perpetuo el impacto de la conquista durante siglos.
Tan evidente resulta que este régimen colonial era en gran medida incompatible con la supervivencia a largo plazo de los indígenas, tal fue la voracidad y letalidad de la Monarquía Hispánica en el Nuevo Mundo, que no basto con la población americana para mantenerla en marcha y ya durante el siglo XVI fue necesario el traslado de importantes contingentes de esclavos africanos para realizar los trabajos más duros.
En las últimas décadas se han multiplicado en la cultura popular los relatos de ficción pos-apocalípticos en los que una guerra nuclear, los muertos vivientes o los extraterrestres destruyen la civilización (occidental): son historias de tono lúgubre en las que los supervivientes son sometidos a un proceso de deshumanización y alienación brutal. Pues bien, los pueblos originarios de América ya han vivido ese tipo de apocalipsis y todavía hoy siguen sufriendo las consecuencias: condenados a la pérdida de identidad y a ser tratados como inferiores y subalternos por los herederos de los invasores. En esencia llevan viviendo en una distopía los últimos 500 años. A esa distopía nosotros la llamamos pomposamente Civilización.
Como hemos visto, el trato de castellanos y españoles a los pueblos originarios de América es difícilmente algo de lo que estar orgullosos. Pero una de las cosas más turbias de todo este asunto son las múltiples excusas de abusón, a cada cual más pueril, con la que se intenta justificar los desmanes de la conquista y la colonización de Hispanoamérica… argumentos que retratan a una parte de la sociedad española (tal vez no mayoritaria pero desde luego muy ruidosa y con posiciones de poder importantes) como poseedores de una mentalidad netamente imperialista. Analicemos algunas de las más comunes:
Lo más socorrido es decir que los castellanos/españoles no hacían nada que otros no hicieran: que el siglo XVI era una época cruel y violenta y que al fin y al cabo los portugueses, los ingleses, los franceses y los holandeses se comportaron de manera similar con los indígenas y de hecho continuaron y profundizaron la obra de colonización y expolio iniciada por la Monarquía Hispánica en el Nuevo Mundo. Esto es muy cierto, pero es bastante perverso argumentar que la generalización de un comportamiento antisocial disminuye su impacto, cuando es precisamente lo contrario.
Por otro lado siempre sale a colación, especialmente en el caso de México, el hecho de que los Aztecas eran gobernantes brutales que practicaban sacrificios humanos y mantenían sojuzgados a multitud de pueblos mesoamericanos cuya colaboración resulto indispensable para la victoria de Hernán Cortés. Dejando a un lado el hecho de que a lo largo de la historia todos los conquistadores, incluso los más siniestros, han contado con colaboradores entre las poblaciones sometidas para implementar y sostener su dominio; aquí la cuestión es que la situación de los amerindios no mejoro con la conquista sino que empeoro de manera evidente para la inmensa mayoría de ellos y esta situación de subordinación se prolongó durante siglos.
En un intento de seguir diluyendo las responsabilidades por los efectos de la conquista y colonización española, se argumenta también que la agresión contra los pueblos originarios continuo (e incluso se intensifico) tras la Independencia de las repúblicas Latinoamericanas a principios del siglo XIX. El cinismo de este argumento no tiene límite; es como si en el caso de una mujer que es maltratada por sucesivas parejas, la persistencia del maltrato exonerara automáticamente a los maltratadores previos a tal punto que casi debemos agradecer la actitud paternalista del maltratador original (probablemente un familiar) pese a que es el principal responsable de haber destruido la autoestima de la víctima, dejándola indefensa ante futuros abusos.
Llegamos al argumento estrella de “¿Y qué pasa con los Romanos?” que viene a ser la traslación al terreno de las formaciones sociales del célebre “Te maltrato, porque antes me maltrataron a mí”. Incluso si aceptásemos este tipo de atenuantes, el problema es que la comparación histórica entre la Romanización y la conquista de América es en gran medida inadecuada. Obviamente la invasión romana de la Península Ibérica implico un alto grado de violencia, la “pacificación” de Hispania se prolongó durante más de 150 años (concentrándose la resistencia en la meseta y la cornisa cantábrica); también la extensión de la esclavitud y el expolio de los recursos naturales por parte del Estado romano fueron importantes. Pero ahí se acaban las similitudes; por un lado, el grado de mortandad entre la población indígena, tanto en términos absolutos como relativos, no es comparable. Por otro, mientras que en Hispania se fue extendiendo progresivamente la ciudadanía romana hasta alcanzar eventualmente a todos los hombres libres, integración política que se demuestra por la existencia de importantes emperadores de origen hispano (Trajano, Adriano y Teodosio), en la América Hispana se estableció un estricto sistema de castas indiano en el que la raza era el principal elemento de estratificación social y que impidió la integración entre la “república de los españoles” y la “república de los indios”.
Incidentalmente, esta segregación fue uno de los motivos que hizo inevitables la independencia de las colonias a principios del siglo XIX; dirigidas por los criollos “blancos” pero que difícilmente podrían haber prosperado sin la participación activa de indígenas y afrodescendientes. La constitución de 1812 pretendía estar dirigida a “los españoles de ambos hemisferios” pero era demasiado poco y era demasiado tarde como para impedir una separación.
Otro argumento muy socorrido es el de recurrir al supuesto “hecho diferencial” del colonialismo español, según el cual la Corona se habría preocupado desde el primer momento por el bienestar de sus indios. Este humanismo de los colonizadores quedaría acreditado por las Leyes Nuevas de 1542, la posterior polémica entre las Casas y Sepúlveda, o los estudios de la escuela de Salamanca que ayudaron a formular el derecho de gentes moderno. Estos son sin duda hitos importantes en el desarrollo del pensamiento político y jurídico occidental; pero para los indígenas americanos significaron muy poco. En las colonias lo que regía en la práctica era la máxima del “Se obedece pero no se cumple” (frase que en sí misma resume la idiosincrasia hispana) por la que se subordinaban sistemáticamente los derechos de los nativos a las necesidades de expolio del continente.
Lo que sí es digno de destacar es la intolerante política religiosa aplicada por los conquistadores contra los pueblos originarios americanos; cuyo objeto no era otro que el de completar el expolio de metales y tierras con la destrucción de la espiritualidad y la cultura indígena, para así poder justificar mejor las conquistas y debilitar la resistencia de los supervivientes. No son de extrañar tales prácticas teniendo en cuenta que castellanos y portugueses no hicieron sino continuar su cruzada contra el Islam occidental en los territorios de ultramar. Pero deberíamos ser conscientes de que en los tiempos pretéritos existían otras políticas religiosas alternativas a las de la conversión forzosa de las poblaciones sometidas: ahí está el sincretismo de la religión cívica romana, la coexistencia existente bajo el imperio mongol o, incluso, la relativa tolerancia con la que en Al-Ándalus se trataba a los mozárabes. Francamente, en estas comparaciones los españoles no salimos muy bien parados.
Otra de las “singulares virtudes” de la colonización española seria la del mestizaje. Claro que hace falta tener una memoria muy selectiva para no querer ver que un mestizaje impuesto en condiciones de absoluta desigualdad implica un alto grado de violencia sexual contra las mujeres indígenas. Por otro lado, la cultura de lo mestizo ha servido también para invisibilizar a los pueblos originarios hasta la actualidad, puesto que el “encuentro entre dos culturas” siempre se ha dado en condiciones asimétricas; dado que las diversas repúblicas americanas han continuado hasta el presente con la tradición colonial de mantener a sus pueblos originarios en situación subalterna.
Hasta ahora en nuestro relato hemos hablado de víctimas y victimarios. Pero no podemos ver a los pueblos originarios de América simplemente como testigos impasibles de un destino inexorable. Con la conquista comenzó la resistencia indígena, que fue una constante durante todo el periodo colonial (y más allá): desde Guaicaipuro a Túpac Amaru, pasando por la gesta de los Mapuches. De hecho, el que algunos de estos pueblos hayan resistido y conservado su cultura ancestral hasta nuestros días (en sí mismo un ejemplo de resiliencia para todo el género humano) debería hacernos a los españoles meditar seriamente sobre como nuestras acciones del pasado repercuten hasta el presente (un presente en el que las multinacionales españolas siguen depredando sobre América Latina).
Si no usamos la historia como fuente para memes o para arrojar argumentos falaces a nuestros adversarios políticos, nos daremos cuentas de que es un proceso vivo, en el que se unen orgánicamente los tiempos pasados, presentes y futuros. El siglo XVI es un periodo de gran relevancia no solo para la historia de España y América Latina, si no también para el conjunto de Europa y el mundo entero. La Monarquía hispánica jugo un papel de primer orden en aquel siglo crucial para la configuración del sistema-mundo capitalista en el que vivimos. Este es un periodo especialmente complejo y contradictorio de nuestra historia: en el que se combina la creación de un imperio ultramarino a costa de los pueblos amerindios con la innovación del Estado moderno, el humanismo con la intolerancia, la violencia inusitada de las conquistas con el esplendor artístico, el cénit de la Monarquía con los inicios de la decadencia… en definitiva un periodo al que debemos acercarnos sin demagogias y con una mentalidad abiertaiii.
En perspectiva histórica, esta muy claro que España ha ganado bastante más que América Latina del periodo colonial; aunque solo fuese por que gracias a la extensión del castellano por el Nuevo Mundo, nuestro país puede gozar en la actualidad de una destacada proyección internacional. Por tanto desde España haríamos bien en no poner el foco en los elementos de hipocresía y oportunismo en la propuesta de López Obrador, sino más bien en la altanería neocolonialista con la que gran parte de nuestra clase política despacha los asuntos relacionados con América Latina.
Jorge Sancho, Licenciado en Historia.
Madrid. 01-04-2019.
ii Para empezar a hacerse una idea de todo lo que se perdió con la conquista recomiendo la obra divulgativa de Charles C. Mann, “1491: Una nueva historia de las Américas antes de Colón”.
iii Una buena síntesis de este apasionante periodo de nuestra historia puede encontrarse en “Monarquía e Imperio” de Antonio-Miguel Bernal.

Gritos que huelen a miedo


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Gritos que huelen a miedo


¿Qué, el capital está en fase declinante?, eso que se lo digan al expresidente del BBVA, Francisco González, que salió con un plan de pensiones de 80mm€ y, de paso que le pregunten a cualquier obrero si se encuentra en la fase ascendente de su vida laboral y con cuánto se va a jubilar.

Por José Medina
Dentro de un sistema donde el obrero ya ha sido vencido, pareciera no tener sentido seguir luchando en su adoctrinamiento capitalista.
Esta clase trabajadora nació sometida, así que el coste de mantenernos ha debido ser muy económico porque no hemos sabido de grandes ruinas en el siglo xx y xxi producidas por las huelgas de los taxistas, barrenderos, limpiadoras, mecánicos, cristaleros, chapuceros, recogedores de basura, ganaderos, agricultores e incluso de pilotos de las compañías aéreas y, sobre las catástrofes como la del Yemen posiblemente pocos estén al tanto.
En otras palabras, los que siempre han mandado han conservado el equilibrio más conveniente entre la demanda laboral y la oferta de trabajo, entre el control de las emociones y los gritos de los cuatro manifestantes, que con la subida salarial de turno, se van a descansar hasta el próximo año.
Aquí en España, estamos los pensionistas queriendo que nos paguen 1.080€, y ni caso incluso de los mismísimos sindicatos. La respuesta es la de siempre: no hay dinero y, además muchos ni nos lo me merecemos porque hemos trabajado poquito.
¿Qué, el capital está en fase declinante?, eso que se lo digan al expresidente del BBVA, Francisco González, que salió con un plan de pensiones de 80mm€ y, de paso que le pregunten a cualquier obrero si se encuentra en la fase ascendente de su vida laboral y con cuánto se va a jubilar.
También, de paso, que le pregunten a ese obrero a cuál político le dará su voto, posiblemente tartamudeará, no encontrará la respuesta que le satisfaga; tendrá dudas, sombras e incertidumbres y, todo porque dentro de la crisis política que vivimos todos esos líderes se parecen cada vez más. Así de claro y oscuro es donde estamos anclados hoy día.
Hay que reconocer que lo que es, es; de lo contrario continuaremos en el papel de tontos que nos han adjudicado y que hemos aceptado.
¿Que duele?, claro, ¿pero alguien hoy puede creerse que los historiadores Casado y Rivera, buscan un mayor equilibrio social?, que se lo pregunten a los 33 mil desahuciados españoles en el primer semestre de 2018. Que se lo pregunten al arrogante y mete miedo Aznar cuando grita que él no es una derechita cobarde, que su mirada es tan poderosa que ni él ni nadie la aguanta.
Quizá esos gritos, manifestaciones, desastres y fases de ascenso y descenso aceptados, no son casualidades, quizás son la nueva forma de reobrerizarnos y de resituarse la derecha, de fijar de nuevo y con mayor claridad que el gran problema del capital seguimos siendo la mayoría.
No se trata del simplismo de que Vox le está quitando votos al PP, se trata de que esté en España gracias a sus primos hermanos de Brasil, EE.UU, Austria, Italia, Hungría o, Filipinas. Se trata de que esta nueva derecha, la no cobarde haya llegado después de una lucha contra sus mismos padres y hermanos políticos.
Esta especie de relocalización de la derecha española hace que hasta los gritos de Aznar huelan a miedo porque le parece estar delante de otro comienzo, de uno nuevo que vegetó durante años en el PP y que ahora les desprecia.
Si el problema somos la mayoría, lógico es de esperar que los hacedores de escuelas y negocios, el capital y la derecha de siempre, quieran reencaminarnos reordenarnos dentro de un juego ya decidido para, otra vez, confirmar una nueva e importante victoria, más importante por lo que tiene de preciso en el tiempo.
La derechita cobarde, como el obrero que no sabe por quién votar, está sintiendo la pérdida de su origen, moverse dentro de la ambigüedad, dentro de la falta de respeto a sus tradiciones, viéndose obligada a buscar viejas glorias que griten que no tienen miedo pero, siendo capaz de hacer lo que está haciendo la ultraderecha, incluso hacer el ridículo comprometiéndose, como lo ha hecho Casado, a celebrar el quinto centenario de la conquista de México porque así lo hacen las grandes naciones.
Esta derechita cobarde, arrogada en exclusividad por el PP, dándole un portazo a C´s, no es que quiera reinventarse, simplemente no sabe cómo regresar a sus orígenes sin ocultar que nunca han sido del centro, en fin, viven una aguda contradicción interna, donde varias clases poderosas pelean por convertirse en el nuevo bloque de poder.
José Antonio Medina Ibáñez

Palestina y la marcha por el retorno: el derecho de vivir


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Palestina y la marcha por el retorno: el derecho de vivir


Miles de gazaties, ese 30 de marzo del 2018 se dieron cita en las inmediaciones de la valla artificial que separa el enclave costero de la Palestina histórica.

Por Pablo Jofré Leal
El 30 de marzo del año 2018, la sociedad palestina, asentada en la Franja de Gaza, en una concentración multitudinaria con gazatíes venidos desde Rafah, Jan Younis, pasando por el campo deBureij, Jabaliya, Beit Lahia y Beit Hanoun, reivindicaron su derecho al retorno y el fin del bloqueo sionista. Ello, en el contexto de la conmemoración del Día de la Tierra.
Miles de gazaties, ese 30 de marzo del 2018 se dieron cita en las inmediaciones de la valla artificial que separa el enclave costero de la Palestina histórica.  Una Palestina y Cisjordania, surcada de asentamientos con colonos sionistas, que frenan la autodeterminación de un pueblo, que lleva 70 años de lucha por su autodeterminación, el retorno de los refugiados y el fin del apartheid, que asimila la Franja de Gaza a un enorme campo de concentración.
Una marcha que no se detiene
Hace 43 años, un 30 de marzo del año 1976 la sociedad palestina convocó a una huelga general en los territorios ocupados, con el objeto de impedir la confiscación de 2 mil hectáreas de tierras palestinas (equivalentes a 21 mil dunums) por parte del ejército israelí. Expoliohecho bajo el argumento, que dichas tierras serían destinadas a campos de entrenamiento militar.Como también entregar parte de ellas a colonos sionistas, a contrapelo de todas las resoluciones sobre el tratamiento que una potencia ocupante debía tener con un territorio ocupado.Lo señalado contraviene el Cuarto Convenio de Ginebra,Título III, Sección Tercera, generando con su quebrantamiento, crímenes de guerra. La protesta ese año 1976 se saldó con el asesinato de siete jóvenes palestinos que ofrendaron su vida luchando por proteger lo que es su aliento vital, su relación estrecha con la madre tierra, sus olivos, sus cultivos, el ganado que pasta en sus terrenos. Los mártires palestinos de aquella jornada vuelven a pasar por nuestros corazones, vuelven a ser recordados, plantando un olivo como símbolo de la relación milenaria que tiene el pueblo palestino con su tierra, como señal de continuidad histórica frente al derecho irrenunciable de volver a su tierra, de volver a sus raíces, allí donde pertenece.
Sostuve, precisamente un año atrás, que en el marco de la conmemoración del Día de la Tierra en Palestina, miles de habitantes de la Franja de Gaza, bloqueada desde el año 2006 a la fecha, se acercaron a las alambradas que marcan la separación de la Palestina usurpada desde el año 1948. Una alambrada instalada, para acrecentar aún más el bloqueo contra esta tierra sometida a crímenes diarios, a un sofoco que viola los derechos humanos de 2 millones de personas, en lo que se considera el campo de concentración más grande del mundo. Una réplica monumental de aquellos campos que el nacionalsocialismo instaló en tierras ocupadas en la Segunda Guerra Mundial. Panorama que bien deben conocer muchos judíos que pasaron por campos de concentración y que paradojalmente ha sido puesto en práctica en este Siglo XXI, por aquellos que han hecho de su propio sufrimiento en esa guerra, un modelo a seguir ahora contra el pueblo palestino. Singular, por cierto, pero hasta patológico me atrevo a sostener.
Anuar Majluf, abogado chileno y descendiente de palestinos, Director Ejecutivo de la Federación Palestina de Chile (que posee la población de origen palestino más numerosa del mundo fuera de Oriente Medio) afirma respecto al Día de la Tierra y la marcha por el retorno que “cuarenta y tres años después de los hechos del año 1976, nada ha cambiado. Israel continúa con el robo y la colonización de tierras palestinas y sigue expandiendo sus asentamientos ilegales en territorio palestino ocupado y continúa también la desposesión y desplazamiento en el interior de Israel. El Día de la Tierra es un recordatorio para los palestinos, sus descendientes, el exilio palestino y en general la humanidad, que nada ha cambiado desde que Israel fue fundado el año 1948, que nada ha cambiado desde el año 1976 y por tanto debemos continuar el trabajo de denuncia a las acciones ilegales de Israel”.
Majluf habla también del derecho al retorno, elemento presente en la reivindicación del pueblo palestino y que en su caso le llega muy hondo pues el año 2017, cuando quiso ingresar a Palestina y visitar la tierra de sus ancestros, fue impedido por el ejército ocupante alegando que Majluf es un decidido opositor al régimen israelí, mostrando en esa acción el carácter racista y arbitrario de la que suele decir es la mayor democracia de Oriente Medio “Para los palestinos el derecho al retorno, señala Majluf, marcalo que son  las marchas que se realizan desde el 30 marzo del año 2018, es un pilar fundamental en la reclamación palestina. Nos recuerda la limpieza étnica perpetrada por Israel el año 1948 y los años posteriores, junto a la catastrófica consecuencia de condenara casi a un pueblo completo a vivir fuera de su patria, de sus aldeas, alejados de sus familias. Quienes fueron expulsados tras la Nakba tienen el derecho a regresar y tienen el derecho de construir un mejor futuro para sus hijos. El retorno será el restablecimiento de la justicia y uno de los derechos fundamentales que tienen todo ser humano: poder vivir libremente en su patria”.
Las muertes se multiplican
Tras un año de marchas por el retorno, las cifras que marcan el accionar del sionismo contra el pueblo palestino son horrorosas. Sólo en niños, el Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (UNICEF) señaló, a través del Director Regional de la Unicef en Oriente Medio y África, Geert Cappelaere, que “40 menores, de menos de 14 años, habían sido asesinados por francotiradores israelíes. Además, Unicef consignó, que desde el 30 de marzo del año 2018 a la fecha 3 mil niños han sido hospitalizados con lesiones de balas, que han significado lesiones que los acompañarán pro el resto de sus vidas. La ONU, por su parte en un informe dado a conocer el pasado mes de febrero señaló que las fuerzas de ocupación han asesinado a 299 palestinos (195 de ellos en la Franja de Gaza en el marco de estas marchas por el retorno) y herido a un total de 35 mil personas, el 90% de ellos en el enclave costero. Entre estas víctimas encontramosmayoritariamente hombres, mujeres,estudiantes, trabajadores sanitarios, periodistas, deportistas, inválidos. La inmensa mayoría de ellos, jóvenes que recién comenzaban a vivir.
Las estimaciones de la ONU señalan que de la cifra total de heridos, seis mil lo han sido por municiones reales, muchas de las cuales han generado un cuadro de mutilaciones en piernas, rodillas y brazos. Una clara confirmación de aquella amenaza del jefe del estado mayor del ejército israelí, GadiEisenkot, a las fuerzas militares israelíes cuando comenzó la movilización palestina en marzo del año 2018 “mis soldados tienen autorización para abrir fuego real” y dentro de esa estrategia el uso de francotiradores, muchos de ellos elogiados por disparar a la cabeza de los manifestantes desarmados, ha sido uno de los elementos más mortíferos del ejército sionista, que ha merecido la repulsa mundial pero…ahí sigue impune la soldadesca israelí masacrando a la población palestina pues ¿quién los sanciona o les prohíbe?
Por su parte el Consejo de Derechos Humanos de la ONU el pasado 22 de marzo emitió un informe lapidario contra Israel y su fuerza militar ocupante al sostener que “aparentemente ha hecho uso intencional de la fuerza letal ilegal y otras fuerzas excesivas”. Este Consejo de derechos humanos, de cuyo seno el año 2018 tanto Estados Unidos e Israel se retiraron, acusando de imparcial al organismo, votó a favor del embargo de armas contra el régimen sionista, así como el procesamiento de los israelíes sospechosos de haber cometido crímenes de guerra en Gaza durante 2018. Una decisión importante que perfectamente podría hacer avanzar a la ONU hacia la determinación de pasar del Capítulo VI de la Carta de las Naciones Unidas al Capítulo VII por ser Israel una clara amenaza a la paz y con su conducta de quebrantamiento de la paz en forma contumaz.
La resolución del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, conformada por 46 países recibió 23 votos a favor, 9 en contra y 14 abstenciones está fundamentada por un voluminoso Informe que recoge meses de investigación, visita en terreno, testimonios de testigos y víctimas, llevada a cabo por la Comisión de Investigación sobre las Protestas en el territorio palestino ocupado. Dicho informe afirmaque el régimen sionista puede haber cometido “crímenes de lesa humanidad…y el asesinato de civiles, que no están participando directamente en las hostilidades es un crimen de guerra” y en ese plano la comisión encontró que miembros del ejército israelí mató e hirió a personas que no representaban amenaza alguna.
Este viernes 29 de marzo la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés) expresó su preocupación “ante el gran número de víctimas entre manifestantes palestinos desarmados por el uso excesivo de la fuerza por parte del ejército israelí. La OCHA ha pedido a Tel Aviv evitar más muertos y heridos, sin que el ejército o el gobierno sionista haya expresado parecer alguno. De acuerdo con el último informe elaborado por la OCHA, las fuerzas israelíes han acabado con la vida de 299 manifestantes palestinos y herido a otros 35 mil desde el inicio de estas movilizaciones en Gaza, como también en ciudades de Cisjordania, coincidente plenamente con otros informes de otras organizaciones vinculadas con Palestina y el proceso de ocupación a manos de Israel.
Las palabras de la OCHA se suman organizaciones internacionales como Médicos Sin Frontera que ha señalado “que el costo médico, humano y económico derivado a las muertes, heridas y represión contra los palestinos es ya insoportable. Ello, en un enclave bloqueado donde miles de personas no reciben atención a pesar de sufrir heridas devastadoras. Queda absolutamente claro que el contexto humanitario que rodea a los territorios palestinos ocupados es único entre las crisis humanitarias que existen actualmente en el mundo ya que, según consigna la propia OCHA en su informe  “Territorios palestinos ocupados: Vidas fragmentadas” dada a conocer el año 2017 “esa crisis humanitaria está directamente vinculada con el impacto de la ocupación israelí, que le niega a los palestinos la posibilidad de que controlen aspectos básicos de la vida cotidiana, ya sea que vivan en la Franja de gaza, Al Quds o Cisjordania”
Netanyahu: votos por sangre
La conducta señalada, las víctimas mortales y heridos exhibidos en la represión contra los anhelos de la población palestina. La intensificaciónde la campaña militar contra las localidades de la Franja de Gaza en vísperas de las elecciones parlamentarias en Israel (que se realizarán el próximo 9 de abril) son la expresión de la impunidad con que el régimen criminal israelí se conduce con el pueblo de Palestina. Es la constatación del doble rasero de la llamada “comunidad internacional” que se ata las manos, enmudece, prefiere girar la vista a otro lado y no escuchar el clamor de un pueblo por su libertad.
El primer ministro del régimen israelí, Benjamín Netanyahu, lleva semanas anunciando una operación militar con la Franja de Gaza y está preparando el escenario interno en Israel y el internacional. Prueba de ello fuer su viaje relámpago a Washington y Nueva York, para entrevistarse con su aliado Donald Trump y asistir  a la conferencia anual del Comité de Asuntos PúblicosEstadounidense-israelí (AIPAC por sus siglas en inglés) el denominado lobby Sionista. Todo ello destinado a reforzar el apoyo estadounidense, no sólo en lo que fue reconocer la falsaria soberanía sionista sobre los Altos del Golán Sirio, sino también el visto bueno, para llevar a cabo una operación militar contra la Franja de Gaza en orden a que Trump emita, en estos días sus consabidas frases amenazantes contra la resistencia palestina, contra Irán y Hezbolá, que le permita tejer una red política y una manipulación comunicacional que no ofrezca freno a los ímpetus belicistas del imperialismo y el sionismo.
Netanyahu señaló “He ordenado el refuerzo de tropas para que estemos preparados para una amplia campaña en Gaza” para luego puntualizar que esto se debe a que “todas las otras opciones ya están agotadas. Debemos dar un golpe muy fuerte a los palestinos en gaza”. Para preparar ese camino de agresión el premier sionista visitó posiciones militares del ejército ocupante en las inmediaciones del enclave cotero. Medios de información israelíes consignaron que ya se había movilizado cuatro brigadas y una fuerza de reservistas, además de francotiradores adicionales en la frontera artificial con Gaza. Ante las palabras de Netanyahu, el jefe de la Dirección política del Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina, Hamas, Ismail Haniya sostuvo que “Estamos listos para todos los escenarios y todas las alternativas, y no dudaremos en tomar la mejor decisión que sirva a los intereses de nuestra gente”.
En junio del año 2018 sostuve en un artículo sobre Gaza, que la entidad sionista preparaba un ataque de una envergadura similar o aún más potente que la denominada operación “Margen Protector” que se saldó con 2310 muertos y 11 500 heridos palestinos, contra 65 soldados y cinco civiles israelíes muertos, en una campaña criminal que destruyó gran parte de la infraestructura sanitaria, industrial, educacional y energética gazetí. Hoy, esa amenaza está presente pero, con una salvedad: las fuerzas de la resistencia también se encuentran en disposición de combate y sus cohetes, a pesar de la diferencia numérica y capacidad destructiva pueden ser menores respecto al arsenal sionista pero, no dejan de atemorizar a los colonos de los asentamientos como Sderot, Kisofim, Beersheva y Ashkelon e incluso a aquellos asentamientos construidos sobre aldeas y pueblos palestinos ubicados al norte de Tel Aviv.
Las muertes en la Franja de Gaza seguirán incrementándose, en virtud de un tema eminentemente político: las próximas elecciones parlamentarias en Israel, que necesitan tener un chivo expiatorio para que los dirigentes sionistas y militares, que han hecho de la guerra su principal objetivo en la vida puedan seguir dirigiendo los hilos de la entidad sionista y todo lo que ello conlleva en materia de relaciones con Estados Unidos y el acceso a la multimillonaria industria militar, que tantos réditos le ha dado a Israel . Netanyahu necesita ofrendar sangre a sus electores y esa sangre tiene un blanco preferente: los palestinos en la Franja de Gaza. Palestina conmemora el Día de la Tierra con nuevas marchas por el retorno que expresan el derecho de vivir.
*Artículo original publicado en Hispantv
Telesur

La cuestión de la violencia ante los chalecos amarillos revela una crisis democrática histórica en Francia


kaosenlared.net

La cuestión de la violencia ante los chalecos amarillos revela una crisis democrática histórica en Francia

 

 


Entrevista a Elsa Dorlin: “Es una estrategia de desgaste, de agotamiento: así, por un lado, se exige no ser violento para ser atendido, pero, por otro, si te atienes a esta exigencia de no violencia, te enfrentas al silencio, a la difuminación, a una indiferencia que te agota”.
Actualmente las condiciones exigidas para que una acción sea reconocida como legítima no parecen servir más que para agotar a las movilizaciones y los movimientos sociales. Las huelgas de larga duración en correos, en los hospitales, en la enseñanza nacional o también en la universidad… cualquiera que sea la expresión que tomen, no son tenidas en cuenta, escuchadas. Es una estrategia de desgaste, de agotamiento: así, por un lado, se exige no ser violento para ser atendido, pero, por otro, si te atienes a esta exigencia de no violencia, te enfrentas al silencio, a la difuminación, a una indiferencia que te agota.
[Este sábado [30 de marzo] se celebrará el Acto19[1] del movimiento de los chalecos amarillos. El gobierno ha adoptado una posición terrorista tras los daños causados durante la manifestación del sábado 16 de marzo, asumiendo a partir de ese momento que pueda haber muertos. En esta entrevista, Elsa Dorlin aborda la cuestión del lugar que ocupan la violencia y el cuerpo en política.]
¿Cómo valora las escenas de violencia durante las movilizaciones de los chalecos amarillos el sábado 16 de marzo en París?
Se podrían utilizar otras palabras: daños materiales, destrucción de establecimientos comerciales, pero también revuelta, insurrección, etc. Estos hechos se califican de violencia extrema debido, en parte, a un marco de interpretación que nos ha sido impuesto: la imagen de esta violencia y cómo se presentan tienen la función de suscitar indignación, reprobación y la falta de solidaridad; pero la realidad de estos enfrentamientos ofrece otras imágenes, otras formas de pensar este conflicto.
Hay que mirar hacia otro lado para hablar de la violencia como tal. Antes del Acto 18, el periodista David Dufresne ya había contabilizado 202 heridos en la cabeza, 21 personas que habían perdido un ojo y cinco manos amputadas desde el comienzo de las movilizaciones de los chalecos amarillos. Tener en cuenta estas lesiones corporales, los riesgos –a partir de ahora asumidos– de muerte, permite adoptar otra perspectiva sobre la violencia. Estoy pensando en Zineb Redouane, una marsellesa de 80 años, que en diciembre último recibió el impacto de un bote lacrimógeno cuando estaba en la ventana y murió horas más tarde. La muerte de esta mujer, de la que ya no se habla, fue de una violencia extrema; aunque parece que nunca ocurrió. Así pues, hablamos de mutilaciones, de secuelas de por vida, es decir, de vidas perdidas en el contexto de una movilización social; es decir, de una actividad que constituye un derecho constitucional [derecho a manifestarse].
Esto plantea la cuestión del mantenimiento del orden público. ¿Qué dispositivo debe adoptar un régimen democrático frente a expresiones de ese derecho? Para mí, la cuestión de la violencia señala al gobierno y a las fuerzas del orden y muestra una crisis democrática histórica en Francia.
¿Cómo analiza esta violencia física ejercida por el Estado, a través de la policía, sobre el cuerpo de los y las manifestantes?
En el hexágono francés, la historia de estos dispositivos para mantener el orden –tras las grandes huelgas y manifestaciones de la década de 1930, después, en las [movilizaciones] sindicales, sociales, anticoloniales o estudiantiles de las décadas de 1960, 1970 y 1980– muestra un lento y difícil cambio de las técnicas utilizadas con el objetivo de evitar prácticas letales. Esa nueva doctrina para mantener el orden tuvo como principio no atentar contra la integridad física de las personas, mantenerlas a distancia o dispersar las manifestaciones porque el riesgo de que hubiera alguna persona muerta se había convertido en demasiado costoso políticamente (pienso en la dimisión de Alain Devaquet como consecuencia de la muerte de Malik Oussekine en 1986 durante las movilizaciones estudiantiles).
Sin embargo, la secuencia histórica que abarca las movilizaciones del ZAD[2] (y la muerte de Rémi Fraisse en octubre de 2014), las movilizaciones contra la reforma laboral y el movimiento Nuit Debout, la muerte de Adema Traoré en julio de 2016 (tras su detención), muestran que la filosofía para mantener el orden ha cambiado de forma neta. Se ha pasado a las técnicas que suprimen la distancia: al cuerpo a cuerpo, a poner en el punto de mira a las personas (de forma bastante indiferenciado), a meter la presión a los cortejos (kettling, en inglés), a perseguir a los individuos… son prácticas de represión que intentan herir, mutilar los cuerpos, atentar contra las vidas. Esto se traduce en el uso de armas (por ejemplo, disparos de pelotas de goma (LBD), de gases paralizantes de nueva generación, porras y técnicas de combate cuerpo a cuerpo, desarrolladas en su origen por las secciones de asalto o las unidades de élite del ejército.
La decisión de desfigurar los cuerpos solo puede tener una función: no la mantener el orden sino la de quitar las ganas de volver a manifestarse a la gente, y a quienes querrían unírseles, incitarles a quedarse en casa delante de la tele. Esto se acompaña de una imaginario político viril. El Estado utiliza el género eficazmente para representar la firmeza, la energíael respeto al Estado de derecho; paralelamente, el Estado estigmatiza a los manifestantes (solo habría hombres…) como inmaduros, bárbaros, irracionales; como niños o adolescentes rebeldes. El gobierno muestra que no falla frente a los chalecos amarillos, y utiliza un universo de palabras y de representaciones paternalistas. En realidad, es la política del garrote que utiliza la violencia física como símbolo de la autoridad política.
Ahora bien, este uso de la violencia, relativamente inédita en la Francia metropolitana desde finales de la década de los 80, siempre ha sido la norma en las colonias, después denominadas DOM-TOM [Departamentos o Territorios de ultramar]: en Guadalupe, en mayo de 19677 y en Martinica en febrero de 1974 para reprimir con un baño de sangre las huelgas. Lo mismo sucede en los barrios populares: a la luz de la historia del colonialismo y del racismo, es necesario relativizar el proceso de eufemizar la violencia policial. Hoy, no asistimos a una vuelta a los años 30, sino a ejercer de forma voluntaria, científicamente decidida, una violencia política sobre la población que hasta ahora se había librado de ella y disfrutaban plenamente de sus derechos políticos; entre ellos, el manifestarse en el espacio público sin riesgo de perder un ojo, una mano o la vida.
Los chalecos amarillos son, sobre todo, personas salidas de las clases populares, de la Francia periférica. Sus manifestaciones cerca de los centros del poder, las degradaciones de las que se habla, ¿pueden ser interpretados como una forma de autodefensa frente a una violencia social del Estado semejante a que usted ha observado en relación a otros grupos sociales oprimidos?
En los movimientos históricos de emancipación que han utilizado o han encarnado una filosofía de autodefensa, el punto de inflexión se da cuando un poder deja de tomar en consideración la vida de determinadas personas. Para estas últimas, se hace imposible delegar en el Estado el derecho a defenderse puesto que, justamente, este Estado pone en peligro sus vidas. Por ejemplo, exponiéndoles a condiciones de trabajo deplorables, manteniéndolas en la miseria social, alojándolas en viviendas insalubres, en un medioambiente contaminado o, incluso, legitimando la violencia de la que son objeto. En una palabra, el poder ya no asegura condiciones de vida dignas de ese nombre a determinadas personas; entonces, la autodefensa se convierte en el único recurso vital.
La autodefensa no se limita al uso de la violencia para defenderse de manera ilusoria o paranoica. En la autodefensa, la violencia es la última posibilidad para supervivir. Detrás de ruido de los cristales rotos, del fuego y el saqueo, hay vidas que luchan con la conciencia extrema de que ya no valen nada y que pueden reventar en medio del silencio y la indiferencia si no se sublevan. La mayoría de los chalecos amarillos han salido de las clases populares llamadas silenciosas, no tenidas en cuenta, abandonadas progresivamente a la agonía social. Antes del otoño de 2018, lo que se ha convertido después en el pueblo de las rotondas, probablemente no tenía conciencia de hasta qué punto sus vidas estaban reducidas a no contar para nadie. Algo que para otras poblaciones depauperadas, racializadas, descendientes de la emigración colonial y poscolonial, de otros pueblos (de los barrios, de los bloques de apartamentos, de las ciudades dormitorio, o incluso de islas turísticas…), es un régimen de vida muy familiar frente al que, desde hace mucho tiempo, ha sido necesario inventar formas de defensa de la vida social y política o, simplemente, de la propia vida. Aquí vemos que la autodefensa incluye prácticas de solidaridad, de auto-organización (para desplazarse, alojarse, cuidarse, alimentarse, educarse…), de creación del ágora, del cuidado del yo y cuidado del nosotros, nosotras.
En Montpellier, durante una manifestación habitual, surgió un debate entre los chalecos amarillos que deseaban llegar al centro de la ciudad y estimaban que las roturas [de escaparates] eran el único modo de hacerse entender y militantes ecologistas que preferían reunirse en un pueblo alternativo en la periferia. ¿Qué piensa del dilema entre violencia y no violencia?
Manifestarse en el Arco de Triunfo, delante de las tiendas de grandes firmas o, sin duda, de Fourquet’s [restaurante de lujo] en los Campos Elíseos, o en los accesos de centros comerciales en toda Francia, en las grandes calles comerciales de los centros históricos de las ciudades de Francia que se han vuelto todas iguales conforme a las renovaciones urbanas… En Navidad, los chalecos amarillos bloquearon los accesos a las grandes superficies: es decir, pusieron trabas a una sociedad consumista, responsable directa de la situación económica, medioambiental y social. Los daños o mejor, el sabotaje que me parece más apropiado en relación a lo que ocurre en estos espacios, participa de una reterritorialización de las luchas, es decir una forma de repolitización de un conflicto social (contra el 1% que disfruta de los beneficios, dividendos, subida de sueldos, de nivel de vida…). Se trata de manifestarse sin autorización ante los centros del poder, geográficamente y económicamente, más representativos: allá donde se encuentran el dinero y el capital; en los barrios ricos, donde vive la gran burguesía indiferente que goza del derecho a circular, de alimentarse, de alojarse, de instruirse, de cultivarse… sin trabas. Mucho más que tal o cual espacio público o privado, estas prácticas de sabotaje apuntan a un sistema que está espacialmente materializado. Una vez más, se trata de una forma de no reducir la acción política, la vida política, a una expresión formateada: permisos, manifestaciones con trayectos bien delimitados, con horarios marcados.
Es cierto, en paralelo, existe otro repertorio de acciones, históricamente no violento, desarrollados por militantes ecologistas, pero no solo ellos. Consiste en abrir brechas, en lugares protegidos, donde escapar del capitalismo, de la sociedad de consumo e inventar otras formas de construir comunidad. En parte, es lo que ha sido la ZAD de Notre-Dame -des- Landes. Pero la ZAD fue objeto de una violencia desmesurada para erradicarla.
¿A qué se denomina destrozos? El debate sobre su utilidad o al contrario, su carácter contraproducente, atraviesa los movimientos sociales…
Es cierto, y esto plantea la cuestión de la representación de los que se califica como acción política, las emociones suscitadas por las movilizaciones sociales y por sus repertorios de acción. Estos últimos decenios, uno de los mayores desafíos para los colectivos militantes ha sido el impacto mediático de su acción, la imagen que les va a devolver, el discurso que va a suscitar y del que depende el reconocimiento de su legitimidad. Cuanto más sea percibida como positiva, alegre, humorística y festiva la acción, más exitosa será considerada la movilización, con la esperanza de que aúne a la opinión pública y que sea entendida. Actualmente asistimos a la anulación de este tipo de razonamiento: las condiciones exigidas para que una acción sea reconocida como legítima no parecen servir más que para agotar a las movilizaciones y los movimientos sociales. Las huelgas de larga duración en correos, en los hospitales, en la enseñanza nacional o también en la universidad… cualquiera que sea la expresión que tomen, no son tenidas en cuenta, escuchadas. Es una estrategia de desgaste, de agotamiento: así, por un lado, se exige no ser violento para ser atendido, pero, por otro, si te atienes a esta exigencia de no violencia, te enfrentas al silencio, a la difuminación, a una indiferencia que te agota.
En su libro, tumbarse en el suelo para defender la vida no es solamente un medio para hacerse oír sino que también cambia la relación consigo misma.
La idea que he desarrollado es que la historia de la autodefensa como práctica de emancipación muestra que la política pasa por el cuerpo: haciendo gestos, elevando la voz, en el espacio público, en el mundo social, elevándose físicamente contra la injusticia, nos convertimos en sujeto político, hasta en nuestros músculos, en nuestra carne. La autodefensa es esa forma de reanimación vital del cuerpo político, de las vidas políticas en la realidad. Hoy Hace falta coraje para salir a manifestarse cuando sabemos que se puede perder la vida mientras que todo está preparado para respetar nuestros cuerpos. Salir a pesar de todo, encontrarse, formar un cuerpo colectivamente y crear un nosotras-nosotros político en una rotonda o en otro lugar, produce una conciencia política de la que hacemos la experiencia físicamente y es una forma de resistencia cuando se sabe que la represión intenta justamente marcar los cuerpos en carne viva y marcar las vidas para que se deterioren, para que no se muevan más.
23/09/2019
https://reporterre.net/Gilets-jaunes-La-question-de-la-violence-revele-une-crise-democratique?fbclid=IwAR0RDLPly2ZpVV5zliEtG8VQnobmW7jzS3gl_nVxVkwwneMzw5wkqjj2w0E
Elsa Dorlin es profesora de Filosofía social y política e investigadora en el Columbia Institute for Ideas & Imagination. Es autora de Se défendre. Une philosophie de la violence (La Découverte).
Traducción viento sur

[1] Desde el 17 de noviembre, el movimiento de los chalecos amarillos numera sus convocatorias de movilización semanales “Acto”. ndt
[2] Zonas a defender