domingo, 22 de julio de 2018

Investigación y derechos humanos en la época de la pragmatización de las ciencias sociales


COMPARTE EL SITIO DE: https://plataformadistritocero.blogspot.mx

rebelion.org

Investigación y derechos humanos en la época de la pragmatización de las ciencias sociales

 

 


Investigación y derechos humanos en la época de la pragmatización de las ciencias sociales
Introducción La situación actual de los derechos humanos alrededor del mundo ha llevado al reconocimiento, por parte de distintas comunidades científicas y de diversos movimientos sociales, de que la investigación social sobre los derechos es un escaño fundamental en el proceso de su garantía1. Esto se ha traducido en la constitución de agendas de investigación sobre los derechos humanos desde las más variadas posturas de aproximación teórico-práctica, abriendo muchas posibilidades para el diálogo interdisciplinar e intercultural.
Sin embargo, una situación paralela ha venido desarrollándose en el ámbito científico y académico: la pragmatización creciente de las ciencias sociales, que hace referencia a la subsunción del pensamiento social ya sea, por un lado, ante las necesidades de los mercados o ante los requerimientos técnicos de la administración pública y de las organizaciones de la sociedad civil, por otro lado. Aunque es claro que las intenciones de estos actores son distintas, no lo ha sido en muchos casos el proceso de subsunción pragmática de las ciencias por ellos operado ni los resultados en la esfera política.
La investigación en derechos humanos también ha sido presa de esa pragmatización del conocimiento científico-social, supeditando la investigación a los intereses políticos y reduciéndola al campo del monitoreo y la evaluación de las políticas públicas, o a la discusión meramente coyuntural de temáticas propias de los derechos humanos, discusión que a pesar de la virulencia con que a veces se manifiesta carece de una agenda realmente comprometida con el desarrollo de la teoría y de la práctica (epistemológica y política) correspondientes a esos temas, mucho menos desde una visión crítica.
El presente ensayo se estructura en 3 apartados sustantivos, el primero de los cuales aborda la importancia de la investigación para la garantía de los derechos humanos. El segundo apartado trata el tema de la pragmatización de las ciencias en el momento actual y de cómo ésta se manifiesta en el campo de los derechos humanos. El tercer apartado desarrolla brevemente uno de las principales consecuencias de la problemática tratada. Finalmente, se cierra con las principales conclusiones que pueden extraerse del tema tratado.
Investigación y derechos humanos En las últimas décadas se ha vuelto notoria la necesidad de que las luchas sociales y los compromisos estatales en materia de derechos humanos deben ser acompañados por sendos procesos de investigación que den cuenta de la realidad social, a nivel macro y micro, en la que efectivamente los seres humanos se ven enfrentados a un mundo de relaciones políticas, económicas y culturales que no siempre les son beneficiosas y que, en muchos casos, se sostienen sobre la deshumanización de los individuos o las comunidades humanas2.
Si por un lado, la investigación ha permitido fundamentar mejor las demandas que son realizadas a los Estados, gobiernos o instituciones públicas, sirviendo así como herramienta del enfoque dominante de los derechos humanos; también resulta cierto que es gracias a la investigación misma que se han abierto fuertes críticas a tal enfoque dominante, aun cuando dichas críticas no se hayan generalizado y tengan un camino largo aún por recorrer en materia de fundamentación.
En efecto, ha sido gracias a la investigación que ha podido tomarse una distancia crítica con respecto a las dinámicas sociales y a las gestiones sociales estatales, problematizando y planteando mejor los procesos para la garantía de los derechos humanos, lo cual incluso se ha realizado en algunos casos mediante procesos desarrollados al interior del Estado mismo. Así, puede decirse que la investigación puede coadyuvar a una mejor comprensión de las dinámicas humanas que son lesivas de los derechos, posibilitando su abordaje y transformación.
La investigación social, que engloba muchísimos campos, variadas disciplinas y enfoques teóricos no siempre coincidentes al interior de una misma disciplina, aún dista de una tradición epistemológica que haya tratado de forma sistemática los derechos humanos. Situación similar ocurre en humanidades como la filosofía en donde, salvo por la filosofía del derecho, son aún contados los abordajes desde la antropología filosófica, la filosofía política, la ética o la epistemología, de temas propios del estudio de los derechos humanos, sobre todo a un nivel propiamente filosófico3.
Pese a ello, la investigación en el campo de los derechos humanos ha resultado ser uno de los más promisorios no sólo por las posibilidades que abre para una comunicación entre las distintas ciencias sociales y humanidades, sino también por sus consecuencias políticas. Respecto al primero de estos aspectos, los derechos humanos han abierto la posibilidad de comunicación –no siempre inmediata, pero sí muy fructífera- entre disciplinas tan diversas como la antropología filosófica, la teoría democrática y la psicología social4, o entre la economía y el derecho5, solo por poner dos ejemplos.
En el plano de las consecuencias políticas, difícilmente puede objetarse el hecho de que, en el marco de la lucha por los derechos civiles, políticos, sociales, económicos, culturales y ambientales, pueblos de todo el mundo han logrado avances significativos en sus estructuras y dinámicas sociales, estatales y/o comunitarias. Es innegable que el enfoque de derechos, pese a sus limitaciones intrínsecas y a la incapacidad del Estado burgués liberal de asumirlo totalmente, ha logrado situar en un primer plano de la movilización social el respeto de la dignidad humana6.
Si el enfoque de derechos humanos, a pesar de sus taras, ha tenido una influencia sobre los procesos políticos, la vinculación –aunque no inmediata- entre investigación y práctica política resulta indudable. Sin embargo, la forma en que la investigación se traduce en prácticas políticas de menor o mayor alcance depende del contexto social en que se desarrolla y de los sujetos que asumen una agenda investigativa, la traducen en una agenda política determinada y la logran impulsar a un nivel social e institucional.
Pragmatización de las ciencias sociales De la mano del espíritu mercantil del capitalismo, el poder hegemónico ha subsumido la mayoría de esfuerzos científicos a las necesidades del mercado. En el ámbito del conocimiento científico-social ha ocurrido, como ya denunciaban Adorno y Horkheimer para el caso del arte y la cultura7, la configuración de una industria y un mercado cuyo norte de operación es fundamentalmente la tasa de ganancia del capital, fenómeno que cada vez va ganando mayores espacios en los recintos universitarios que, pese a todas las dificultades que sufren hoy en día, aún ha logrado mantener alguna autonomía en relación al mercado8.
De hecho, esta tendencia hacia la subsunción de la ciencia al mercado no es exclusiva de las instancias de acumulación capitalista por antonomasia, es decir, de las empresas privadas, sino que además engloba a otros actores presentes en las dinámicas sociales, como pueden ser las organizaciones de la sociedad civil (ONG), las ya mencionadas universidades o las instituciones mismas del Estado, actores que tradicionalmente se han regido por reglas distintas a las de la acumulación del capital y cuya vocación es social y no privada.
La pragmatización de las ciencias hace referencia a esta orientación utilitaria de la ciencia que busca dar respuestas inmediatas, las más de las veces superficiales y sin postura crítica, a problemas sociales complejos, sin profundizar –y por esto es que puede considerarse superficial- en sus causas últimas y determinantes y sin profundizar tampoco –y por esto es que se dice que es acrítica- en las implicaciones epistemológicas, políticas y éticas de ese hacer parcializado, superficial y avocado hacia el mercado. La pragmatización no se refiere a una instrumentalización de la ciencia en general, pues la ciencia es siempre un medio; sino su instrumentalización por y para los fines del mercado (en un sentido global) y la creciente brecha entre el hacer científico y el desarrollo humano, entre el hacer teórico crítico y el hacer teórico fetichizado.
La concentración en tareas inmediatas, utilitarias, escasamente reflexivas, lleva a una parálisis de la crítica, para decirlo en la fórmula con que Herbert Marcuse abre El hombre unidimensional9, parálisis en este caso específicamente científico-social y que hace mella no sólo en la posibilidad de “avanzar” en términos de aprehensión de la realidad, sino en la contrastación de postulaciones teóricas aún en discusión. Esto quiere decir que además de que la ciencia pragmática se vuelve incapaz de conocer la realidad, también deshecha el debate teórico, situándose apriorísticamente en una opción teórica y relegando otras; las más de las veces (y esto es incluso intencional) la ciencia social se sitúa en el plano de la corriente hegemónica. Ejemplo de ello son la economía y la sociología, que cada vez parecen estar más avocadas a la formación de proyectistas y administradores que de científicos y teóricos10.
Cabe mencionar que en muchos casos esta pragmatización de las ciencias sociales es promovida por agentes no siempre identificados inmediatamente con la acumulación capitalista (es decir, con las empresas privadas), como pueden ser las organizaciones multilaterales de cooperación, las agencias de asistencia técnica y acreditación, los gobiernos de los países centrales e incluso por organizaciones políticas de dichos países en sus lazos de “cooperación” con los partidos políticos (muchos, de izquierda) o movimientos sociales de los países subdesarrollados.
Resulta notorio por ejemplo como la mayoría de estudios de las ONG carecen cada vez más de aparato crítico o de fundamentación teórica, concentrándose en las evaluaciones de impacto o en los informes de ejecución de proyectos, que al final de cuentas tiene una utilidad financiera más que social y política. Cabría también mencionar que estas organizaciones, consideradas en su conjunto, no sólo ejecutan un tipo de investigación pragmática, sino que con su funcionamiento coadyuvan al mantenimiento de las relaciones sociales de producción vigentes11.
Por otro lado, la pragmatización de la ciencia no se reduce a una praxis científica superficial o repetitiva (contraponiéndola en este último sentido a una ciencia creativa), sino que tiene la particular característica de que es una postura científica que ha renunciado a plantearse como horizonte de su realización la transformación de las realidades que estudia, al menos para el caso de las ciencias sociales que son las que aquí nos importan.
Minimización de la problemática de los derechos humanos Con la pragmatización de las ciencias sociales ocurren, en el ámbito de los derechos humanos, dos fenómenos: por un lado, la creación de barreras a las grandes posibilidades del enfoque de derechos para desarrollarse en la teoría y en la práctica; y por otro lado, la minimización de las problemáticas propias de la lucha por los derechos humanos, pues estos pasan a un segundo plano con respecto a otros fenómenos como la rentabilidad de la inversión empresarial, la gestión presupuestaria estatal o el cumplimiento de metas con cooperantes, entre otros.
Al respecto del primer fenómeno, ya se ha mencionado que la priorización de estudios inmediatos y pragmáticos supone rebajar los parámetros teóricos y epistemológicos de la investigación; con esto el enfoque de derechos –que es un terreno todavía en disputa- se ve cercenado de poder desarrollarse a través del diálogo o la confrontación de distintas posturas teóricas, de visibilizar nuevas problemáticas dentro de las posturas ya existentes o de formular nuevos posicionamientos teóricos12. Por ejemplo, el enfoque de derechos predominante hoy es de ascendencia liberal, apegado a la institucionalidad propia de una democracia representativa y burguesa, pero la sola posibilidad de confrontarlo teóricamente con un enfoque materialista histórico es de suyo deslegitimado por el “sistema científico” y jurídico.
En relación al segundo fenómeno mencionado, es importante destacar la tergiversación que se efectúa cuando las problemáticas de los derechos humanos pasan a convertirse en una pura y llana evaluación de políticas o programas, normalmente concebidas como monitoreo o medición de impacto. En estas, la concepción crítica de la ciencia caracterizada por un fuerte ejercicio teórico, da paso a una instrumentalización del conocimiento que sólo busca aplicar una serie de herramientas de medición e informar a partir de los datos obtenidos sobre una situación particular y desvinculada de otros fenómenos sociales.
Con ello, es claro que se pierde la visión de “totalidad”, reivindicada por algunas ramas de la filosofía y la ciencia social crítica13. Por el contrario, la realidad se parcelariza, se escinde en ámbitos desconectados entre sí. La parcelarización de la realidad es además realizada desde una orientación positivista, demostrativa, por lo que las investigaciones correspondientes siguen más una línea empirista que crítico-reflexiva. La pragmatización de la ciencia, unida a estas dos características, influye también en que la investigación lejos de ser un proceso novedoso sea una mera reproducción de formatos preestablecidos, una praxis repetitiva antes que una creadora y creativa.
Al perder la visión de conjunto, la ciencia pragmatizada se vuelve incapaz de poder visualizar que las problemáticas propias de los derechos humanos –esto es: tanto su vulneración como su garantía- también poseen un carácter estructural y que no pueden ser comprendidas por la segmentación de lo social, creando parcelas autárquicas y auto explicadas, sino antes bien por la concepción de que todos los ámbitos de la praxis humana se encuentran estrechamente vinculados y recíprocamente influidos, en tanto pertenecientes a una misma etapa histórica.
De esta forma, la garantía de los derechos humanos pasa a concebirse únicamente como el logro de ciertos indicadores. En el plano de lo político, tal visión apunta hacia la consolidación de taras internas al enfoque de derechos humanos, que hacen inasequible el logro de su garantía para las grandes mayorías populares pues se asienta sobre una concepción reducida y pobre de la realidad, que no logra remover o conmover las dinámicas estructurales, sistémicas, que reproducen la explotación, la miseria, la discriminación y la dominación de unos seres humanos sobre otros.
Conclusiones La investigación social es hoy uno de los pilares para la defensa de los derechos humanos, situación que ha sido poco a poco reconocida por los diferentes involucrados en la garantía de estos derechos, pero que aún dista de desarrollarse en la práctica. La investigación permite no sólo conocer la realidad inmediata sino también posicionarse críticamente frente a ella. Por eso mismo, un impulso a las tareas de investigación fortalecería la defensa de los derechos humanos siempre que, claro está, la investigación logre mantenerse fuera de la órbita de valorización del capital.
Sin embargo, la tendencia general de las ciencias sociales es a estar cada día más opacadas por la lógica del capitalismo, dedicándose al estudio, las más de las veces superficial, de aquellas facetas de la realidad que no sean incomodas para el capital o que, siendo incomodas, puedan abordarse desde posturas acordes a dicho sistema. La ciencia se convierte así en un instrumento de y para la valorización del capital que, en el caso del ámbito de los derechos humanos, implica reducir su capacidad crítica a la mera medición de algunos aspectos de la realidad, aspectos que cada vez son más parcializados. Este fenómeno se conoce como la pragmatización de las ciencias.
Hay que destacar el hecho de que las problemáticas en materia de derechos humanos se minimizan o trivializan como consecuencia de la pragmatización de las ciencias sociales que las estudian. Esto quiere decir que, en función de hacer potable el conocimiento de los derechos humanos para un enfoque epistemológico con grandes limitantes, las problemáticas de derechos se ven paulatinamente reducidas al marco que dicho enfoque epistemológico hace asequible.
La pragmatización de la ciencia que está detrás de esta problemática que convierte al conocimiento científico en tributario directo de la acumulación del capital o de las conveniencias de la planificación operativa de la administración pública; por ello, no puede entenderse sin referencia a los grandes procesos de la acumulación capitalista a nivel global que, cada día más, gana y subsume esferas de valorización (como la academia o las instituciones públicas). Cabe recordar que el carácter parcializado e instrumental son notas características de la “ciencia burguesa”, para decirlo en términos luckasianos.
Por ello, la lucha en el plano epistemológico no está desvinculada de la lucha política, real, en contra del capitalismo y de sus manifestaciones intelectuales. La construcción de un nuevo enfoque sobre derechos humanos es una tarea crítica que debe asumirse desde la academia y desde la defensa militante de los derechos; ambos son brazos de un mismo esfuerzo reivindicativo que en el futuro próximo debe consolidar sus miras políticas y radicalizarlas. Además de aportar en el diagnóstico de la ciencia social actual, el materialismo histórico tiene mucho que decir en la construcción de un enfoque nuevo sobre los derechos de los seres humanos.
Bibliografía
  • Adorno, T. y Horkheimer, M. Dialéctica de la Ilustración. Trotta. Madrid, España. 1998.
  • Beristain, C. Manual sobre perspectiva psicosocial en la investigación de derechos humanos. HEGOA. Bilbao, España. 2007.
  • Cárdenas Rivera, M. “Economía social y derechos humanos”. En: Derecho y realidad. No 23, I semestre 2014. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, UPTC.
  • De Sousa, B. (Coord.) Conhecimento prudente para uma vida decente . Edições Afrontamento. Lisboa, Portugal. 2003.
  • De Sousa, B. La universidad en el siglo XXI. CIDES-UMSA. La Paz, Bolivia. 2007.
  • Follari, R. La selva académica. Homo Sapiens Ediciones. Santa Fe, Argentina. 2008.
  • González Butrón, M. “Ética de la economía, sujeto y derechos humanos”. En: Polis, Revista de la Universidad Bolivariana. Vol. 11, No 33. 2012. Págs. 235-253.
  • Harrison, M. “Reflexiones sobre el estudio de los derechos humanos y su fundamentación”. En: Universitas. Revista de Filosofía, Derecho y Política. No 2, 2005. Págs. 13 – 36.
  • Herrera Flores, J. El vuelo de Anteo: derechos humanos y crítica de la razón liberal. Editorial Desclée de Brouwer. Bilbao, España. 2000.
  • Hinkelammert, F. La religión neoliberal del mercado y los derechos humanos. Editorial Arlekín. San José, Costa Rica. 2017.
  • Lukács, G. Historia y conciencia de clase. Quimantú. Chile, 2008.
  • Marcuse, H. El hombre unidimensional. Editorial Planeta. México. 1993.
  • PROVEA. La investigación, una herramienta para defender los derechos humanos. PROVEA. Caracas, Venezuela. 2011.
  • Quiñónez, A. “Sobre el capital inorgánico. Apuntes para el debate”. Mimeo. San Salvador, El Salvador. 2011.
  • Sánchez Rubio, D. Filosofía, derecho y liberación en América Latina. Editorial Desclée de Brouwer. Bilbao, España. 1999.
Notas:
1 Ver: PROVEA. La investigación, una herramienta para defender los derechos humanos. PROVEA. Caracas, Venezuela. 2011.
2 En efecto, PROVEA señala que “la investigación surge de la necesidad de saber que hay más allá de lo que tenemos a simple vista, de indagar sobre todo lo que nos rodea, sus causas y consecuencias […] Aprender a investigar nos fortalece a la hora de hacer contraloría social en las oficinas públicas, […] sustentar las denuncias frente a las instancias de gobierno […]”. PROVEA. Ibíd. Pág. 7; estos son algunos de los elementos que forman parte de la argumentación que busca defender, en el marco de las relaciones sociales prevalentes en la actualidad, la dignidad de los seres humanos.
3 Con las excepciones del caso, el abordaje de los derechos humanos en la filosofía sólo se ha dado principalmente a nivel de las ramas “aplicadas”, como la bioética, campo en donde ha habido una amplia producción en los últimos años, producción cuyos hallazgos más radicales aún faltan por sistematizar. Pese a ello pueden citarse los siguientes trabajos: Hinkelammert, F. La religión neoliberal del mercado y los derechos humanos. Editorial Arlekín. San José, Costa Rica. 2017. Herrera Flores, J. El vuelo de Anteo: derechos humanos y crítica de la razón liberal. Editorial Desclée de Brouwer. Bilbao, España. 2000. Sánchez Rubio, D. Filosofía, derecho y liberación en América Latina. Editorial Desclée de Brouwer. Bilbao, España. 1999.
4 Cfr.: Beristain, C. Manual sobre perspectiva psicosocial en la investigación de derechos humanos. HEGOA. Bilbao, España. 2007.
5 Cfr.: Cárdenas Rivera, M. “Economía social y derechos humanos”. En: Derecho y realidad. No 23, I semestre 2014. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, UPTC.
6 En efecto, los genes liberales que dan origen al enfoque de los derechos humanos y la traslación de nociones propias de la teología cristiana a la filosofía política de la ilustración, hacen que el paradigma de los derechos humanos actualmente vigente tenga limitaciones ingénitas. Parte de ello ya ha sido denunciado incluso por Habermas, muy afín a la democracia deliberativa del Estado de bienestar europeo, pero muy alejado de la utopía de la transformación radical de la sociedad.
7 Adorno, T. y Horkheimer, M. Dialéctica de la Ilustración. Trotta. Madrid, 1998.
8 Cfr.: De Sousa, B. La universidad en el siglo XXI. CIDES-UMSA. La Paz, Bolivia. 2007; De Sousa, B. (Coord.) Conhecimento prudente para uma vida decente. Edições Afrontamento. Lisboa, Portugal. 2003; Follari, R. La selva académica . Homo Sapiens Ediciones. Santa Fe, Argentina. 2008.
9 Marcuse, H. El hombre unidimensional. Editorial Planeta. México. 1993.
10 Aunque el punto de partida de este escrito es la defensa de una postura científica crítica y políticamente situada, que busca la transformación revolucionaria de la realidad, lo cierto es que hoy la academia ni siquiera produce científicos y teóricos en un sentido positivista y neutro.
11 En otros momentos he sostenido el hecho de que los fondos de cooperación que sustentan a las ONG forman parte de un “capital inorgánico”, que en un sentido marxista significaría la vinculación funcional pero no inmediata de estos fondos con el mantenimiento del sistema mundial de producción y dominación. Cfr.: Quiñónez, A. “Sobre el capital inorgánico. Apuntes para el debate”. Mimeo. San Salvador, El Salvador. 2011.
12 Esto es claramente distinto del posicionamiento doctrinario o jurídico, pues implica una fundamentación filosófica o científica más que un mero cambio de términos, como muchas veces sucede en la adecuación política de los instrumentos legales. Por ejemplo, en el enfoque de derechos dominante se denomina “personas de escasos recursos” a las clases empobrecidas y explotadas o “países en vías de desarrollo” a los países subdesarrollados y dependientes, en ambos casos se argumenta que los segundos términos son peyorativos. La posibilidad crítica de las categorías marxistas o estructuralistas es sustituida por una adecuación terminológica que, cabe aclarar, es factible de contrarrestar con un análisis científico pero éste mismo es a priori desechado por la “ciencia social oficial”.
13 En el marxismo, es Lukács uno de los principales autores que pone el énfasis en la categoría de “totalidad”, hasta el punto de considerarla como uno de los puntos irrenunciables del “marxismo ortodoxo”. Ver: Lukács, G. Historia y conciencia de clase. Quimantú. Chile, 2008.
Alberto Quiñónez es miembro del Colectivo de Estudios de Pensamiento Crítico (CEPC).
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

COMPARTE EL SITIO DE: https://plataformadistritocero.blogspot.mx

Nicola Chiromonte: verdad histórica y ficción


COMPARTE EL SITIO DE: https://plataformadistritocero.blogspot.mx

kaosenlared.net

Nicola Chiromonte: verdad histórica y ficción


La visión de la Historia a través de cinco escritores, y… algunas lecciones extraídas de teles lecturas.
Por Iñaki Urdanibia
Cuando se concluye afirmando et tout le reste c´est littérature, se pretende minusvalorar esta actividad de los humanos, como achacándole falta de seriedad, de rigor, etc. Pura nadería, cosa que sin entrar en mayores, ni en menores, resulta realmente injusto ya que por una parte hay literatura y literatura, y algunas expresiones de ella resultan francamente serias al reflejar el sentir y el pensar de la época en la que fueron escritas, jugando así una relación especular ( speculum, i = espejo) que es digna de ser tenida en cuenta, y no solo eso sino que en ciertos casos han de ser tenidas más en cuenta que otro tipo de textos que se presentan como más dignos de confianza. Es el caso de las obras que analiza el intelectual antifascista y libertario Nicola Chiaromonte ( Rapolla, 12 de julio de 1905 – Roma, 18 de enero de 1972), en su recientemente traducida por Eduardo Gil Bera, y presentada por Acantilado: « La paradoja de la historia. Cinco lecturas sobre el progreso: de Srendhal a Pasternak»; además de los nombrados en el título, somos acercados a Tolstói, Martin du Gard y Malraux , mas su lectura no abarca la obra toda de cada uno de los nombrados, escritores del XIX y el XX, sino que se detiene en algunas de sus obras más significativas para el propósito que Chiaromonte se marca.
No está de más presentar , al menos someramente, a este hombre cuyo compromiso antifascista le forzó a exiliarse a París para posteriormente trasladarse a tierras , casi mejor decir aires, hispanas, integrando la escuadrilla España, organizada por André Malraux con el fin de combatir el fascismo; en la novela dedicada a tales vuelos, L´Espoir, se deja ver la presencia del italiano, bajo el nombre de Scali; tras la experiencia vivida se alejó, desencantado, de los comunistas ( como les sucediera a sus amigos George Orwell, Albert Camus o Ignazio Silone). De vuelta en Francia no duró mucho allá ya que al darse la invasión alemana partió a Nueva York, pasando a formar parte del grupo conocido como New York Intellectuals., entablando estrechas relaciones de amistad con Hannah Arendt, Mary MacCarthy, Robert Lowell ( puede vérsele en la foto que ilustra este artículo, sentado a la izquierda junto a los dos últimos nombrados; de pie puede verse a Hannah Arendt con blusa blanca); en tierras norteamericanas se prodigó en colaboraciones en diferentes publicaciones ( Politics, Partisan Review, The Nation, The New Republic…) . Ya por aquellos años mostró sus abiertas simpatías por el socialismo libertario, posición que mantuvo en las diferentes revistas en las que participó. Tras su regreso a su país natal se dedicó a ejercer la crítica teatral , fundando posteriormente con Silone una revista, Tempo presente, en la que la atención sobre escritores de relieve llenaba gran parte de la revista. Mensual; con su compañero le unía su interés por la literatura, mas así como él se mantenía en una postura libertaria, conservando cierto espíritu utópico, Silone tras su militancia en las juventudes socialistas y en el partido comunista , en grado dirigente, y su sonada ruptura con este a raíz de los procesos de Moscú, se sumió en un desencanto que le llevaron a retomar sus creencias cristianas de juventud como tabla de salvación.
La obra que provoca estas líneas están dedicadas a mostrar la endeblez de la creencia en el mito del progreso histórico, apostando por una mirada desde la inmanencia frente a las concepciones, teñidas de trascendentalismo, de la historia, que venían a mantener una visión de la historia en progreso en constante progreso hacia mejor, como si tal marcha de algo ineludible se tratase. Tal concepción de la Historia como un ser en marcha al que ha de subordinarse todo, desdeñando el valor de lo individual ya que todo ha de ir marcado por el objetivo común, señalado por esa entelequia que parece orientar la vida de los ciudadanos, que han de someterse a la dirección que les marca la marcha triunfal nombrada, en una especie de automatismo catastrófico, que no conduce más que al desastre, como así sucedió.
El propósito de los ensayos que componen el libro es el análisis de las relaciones entre la Historia y la conciencia individual, recurriendo para ello a La Cartuja de Parma, Guerra y paz, Los Thibaut, Doctor Zhivago y la novela de Malraux antes nombrada, ya que para él « solo a és de la ficción y la dimensión de lo imaginario podemos aprender algo real sobre la experiencia individual ». Y recurriendo a las novelas nombradas, y buscando denominadores comunes entre ellas – muy en especial la idea de destino-, analiza la falacia que supone el cúmulo de creencias que se han ido implantando en la sociedad y como los individuos han sido penetrados por tales visiones que pretendían sustituir a las anteriormente dominantes; creencias que defendían una línea temporal que siempre avanzaba en dirección recta hacia mejor, hacia arriba, mas sabido es , al menos desde Goya, que los sueños de la razón engendran monstruos.
Son escenas de guerra las que son visitadas en las obras señaladas y frente a las visiones globalizadoras destacan los sonidos del alma de los protagonistas que escapan, en sus cavilaciones , de la grandilocuencia de los grandes acontecimientos históricos como que respondiesen a una lógica implacable: así lo subraya en el Fabricio en Waterloo, en donde puede verse al personaje en su inocencia arrastrado por los hechos y por el sonido de los grandes nombres imperiales, ante los que asoman hipotéticos supuestos – y si hubiese vencido Napoleón- y por medio de lo que queda claro que los hechos no responden a una razón poderosa ( con perdón para aquel hegeliano lo real es racional, lo racional es real); y Stendhal moviendo la narración de los hechos ente lo real y lo improbable y subrayando la importancia de los sentimientos de los personajes – que cierto que conducen a desfases de la imaginación-, independientemente de cualquier explicación o protagonismo guiado por una visión global, lo que desemboca en una visión cargada de escepticismo que es lo que rebosa la novela, que permanece ajena a la idea de Progreso, que al final en vez de prometer supone una amenaza, y alejada de cualquier forma de religión de la Historia… « un dios que no es un dios del bien, no es un dios en absoluto…».
La paradoja de la Historia queda expuesta en la obra de Tolstói, recurriendo para ello, además de a la lectura del propio escritor ruso, a las opiniones de Gustave Flaubert, Proudhon o Claude Lévi-Strauss, y el entramado de las diversas concepciones acerca de ha historia y sus relaciones con la ficción ( al fin y a la postre, si hacemos caso al antropólogo al escribir la historia se han de elegir trozos de ella sin ninguna causalidad o eje explicativo lineal), y la apuesta del autor de Guerra y paz, por subrayar «los límites de nuestras fuerzas o de nuestra razón, tanto de lo que podemos entender como de lo que podemos lograr» . Al fin y a la postre, el tema principal contra lo que se ha afirmado habitualmente de la obra tolstoiana no reside en la importancia de Napoleón, sino en el enigma de la realidad, en sí – podría decirse- que lleva a repensar la pregunta por el Ser.
« El verano de 1914», en la última parte de Los Thibault, la obra de Martin de Gard, en la que se relata la vida de una familia burguesa desde 1890 hasta las vísperas, 1918, de la final de la Segunda guerra mundial ; la aproximación no se realiza – como de hecho sucede con todo el resto de aproximaciones- desde una óptica estética sino desde una más cercana a la historia de las mentalidades, haciendo que se pueda ver la interferencia de las razones de Estado que exigían a los ciudadanos un comportamiento que enlazaba más que con cualquier forma de razón con el lado más oscuro de los ciudadanos, azuzado por los llamamientos a la guerra y a la coacción con respecto a la libertad. Y el escritor presenta las tensiones que se daban en el balanceo entre la guerra y la paz y la posición a tomar en tal tesitura; lejos de cualquier atisbo de contrato social, à la Rousseau, y más cerca de la imposición estatal, que empapaba el tejido social, y el miedo a la soledad de enfrentarse a la inducida voluntad general. La atmósfera de peligro, de pobreza, de enfrentamiento con el enemigo pone las bases para salidas autoritarias, ya que ante las situaciones de emergencia que presentan la patria en peligro se ha de cerrar filas…y los discursos una y otra vez repetidos acerca del futuro luminoso, encarnado por el socialismo han de ser revisados y releídos tras las experiencias pasadas. Chiaromonte subraya cómo la derrota del socialismo vino provocado por la primera guerra ( basta ver la posición de los llamados socialistas que, salvando alguna honrosa excepción , acabaron siendo social-patriotas más que otra cosa) y hasta se aventura, apoyándose en Rosa Luxemburgo en señalar el bolchevismo como muestra del fracaso ya que como afirmase la espartaquista « los bolcheviques accedieron al poder rechazando precisamente el socialismo democrático». El ambiente de posguerra estaba dominado por un hondo nihilismo que hacía que las creencias en algún horizonte deseable y armonioso se esfumaran , quedando únicamente la realidad, la verdad, de la relación individual y el mundo, asunto que no podía ser objeto de fingimiento, ya que el individuo se ha visto sacudido por los acontecimientos vividos / padecidos, que no lo han sido por voluntad del mismo modo que no puede ser modificados por medio de la voluntad.
Las andanzas de Malraux, narradas en su novela hispana, son el testimonio de la derrota, tras la apuesta siguiendo la tentación del demonio de la acción, y si de entrada el impulso colectivo es el que empuja a la acción y a la esperanza, esto nos óbice para verse confrontado individualmente con los hechos. Ante el dominio de la desesperanza nihilista, Malraux buscaba un salida en la transmutación de los valores nietzscheana, para acaban desembocando en cierto modo de constatación de la existencia de ciertos límites , que ya habían sido vislumbrados en distintas experiencias anteriores, reflejadas en otras novelas suyas – Los conquistadores o La condición humana– al ver la tensión, plena de contradicciones, por parte de los combatientes comunistas contra el imperialismo y flirteando con el Kuomintag, lucha por superar ciertos límites ciñéndose a otros…Malraux, hombre público durante años, figura del intelectual comprometido concluyó plegándose a ser un cuestionador, un hombre que « no puede conformarse con ninguna respuesta , ni renuncia a ninguna» [ Es de justicia tener en cuenta la fecha en que el autor escribió todo esto, pues años después el francés se convirtió en ministro del general De Gaulle…al que , desde luego, poco cuestionó, y motivos sí que los había y en abundancia ].
Elogia la obra de Boris Pasternak , enfrentando la Naturaleza y la Historia, en la que se combina lo elegíaco, el relato de los hechos con una paralela valoración de estos y hasta cierto espíritu prospectivo que saca hipotéticas lecciones acerca del futuro. Se detiene en la capacidad descriptiva de los paisajes, de sus simpatías con respecto a la revolución, y hasta la esperanza de redención que Lara materializa en ella; el doctor, como joven que se ve arrollado por el movimiento revolucionario ira cambiando de opinión la ver cómo los bolcheviques trataban de domesticar los impulsos populares con una política guiada cada vez más por las tendencias a imponer, más tarde los vaivenes de la realidad finalizarían con su detención por parte de los partisanos…dejando constancia, en la narración, de que las personas habían dejado de ser ellas mismas abducidas por la ola que les arrastraba más allá de sus conciencias , y al escritor le queda como resto que « la única verdad que queda es la del alma individual y colectiva, solas en su demencial libertad».
Las lecturas que bien sirven como certera presentación de las obras visitadas, se completan con un diagnóstico que el autor expone en el último capítulo: Una época de mala fe. Los males del tiempo reflejados en el dominio del criterio de utilidad, reflejado en la primacía del dinero, y la ideología que segrega tal dominio, empapando los valores dominantes en los individuos por medio de los cánones sociales, y el absoluto descreimiento cuya fecha de nacimiento puede fijarse en 1914, que supuso la quiebra de todas las seguridades promovidas por las ideologías del progreso, ya propuestas por Descartes, y que en cierto sentido ya habían sido adelantadas por san Agustín ( y su ciudad de Dios que iría ganando posiciones en un avance lineal) y adoptada en cierta medida por la visión de la Iglesia…sta idea de progreso, fue vestida con otros ropajes que pretendían sustituir a los anteriores: la razón iba a ser el instrumento, encarnado en la ciencia, capaz de adaptar la naturaleza a los intereses humanos, logrando así el bienestar de éstos …así « la acción combinada de la razón, la ciencia y la política podrían sustituir legítimamente las obras de la Iglesia», pasando a ocupar el papel de la fe, la ciega confianza en el progreso adoptó tonos realmente religiosos al igual que posteriormente el socialismo vendría a ser la solución a los males de la humanidad, al igual que la ciencia solucionaría los males de la naturaleza. Como queda ya mencionado el estallido de la primera guerra mundial supuso un mortal varapalo a las ilusiones; más tarde, tras la segunda guerra, revividas en un supuesto renacimiento de la democracia que de hecho, en vez de poner en práctica lo que prometía , « no significaba ya igualdad ente la ley y libertad del individuo, sino hipertrofia creciente de los mecanismos de control de masas y del poder centralizado que los maneja». Esta conciencia de los límites no es compartido con los vendedores de esperanzas, y al final « la vida contemporánea se caracteriza por un realismo hecho de cálculos mezquinos, sutiles y complicados; y las metas que no son inmediatas se consideran rematadamente utópicas»… y así se alzan nuevos cultos, ante el desinfle de las grandes narrativas de emancipación, al automóvil, la televisión, etc., etc., etc. Unas reflexiones acerca del ser de los individuos que persiguen permanecer en sí mismos, como modo de supervivencia, que parecen anular cualquier forma de salida y de esperanza, abren la puerta en el pensamiento de Chiaromonte a cierta conciencia de los límites, afirmando – en onda con Einstein- que hay cosas que resultan impenetrables, de lo que escapa el conocimiento de sí mismo; prosigue con una invitación a cierto nihilismo bien temperado , alejado de doctrinas consoladoras y unas propuestas finales que llaman a « liberarse de la fe en el mundo actual y sus ilusiones», abandonar la creencia en que los hechos tienen solamente un significado , y, en consecuencia, dejar de lado cualquier optimismo con respecto a la sociedad actual…y tomar como cierta la visión de que somos una ínfima parte de una totalidad cósmica , ante lo que se ha de adoptar una piedad cósmica haciendo caso a la prescripción de Bertrand Russell.
No cabe duda de que es un libro brillante, plagado de sagaces lecciones no solo de literatura- que por supuesto que también- sino de la vida, de la presencia de los humanos en el mundo, y del lugar que en él ocupan, y a lo largo de las páginas del libro ciertos resabios avant la lettre de la sensibilidad posmoderna ( contra los vendedores de descalificadoras etiquetas, puede considerarse como forma de resistencia o anarquía, como se han cansado de repetir los defensores de posturas post-anarquistas, neoanarquistas como ha cartografiado con tino Tomás Ibáñez) o de la primera ola punk asoman ( non future), paliados por su llamada a la modestia, al pudor – del que hablaría Aldo Rovatti-, en lo que hace al conocimiento y a las doctrinas que tienen la solución para todos los problemas… en el bolsillo del chaleco que decía el otro.
No hace falta ni decirlo, lo hago a modo de aviso a navegantes, que el libro que expone el pensamiento de- en palabras de Maurice Nadeau- « el último maestro secreto del siglo XX» no es apto para creyentes de toda laya, más sí será del agrado de quienes se inscriben en la senda de la prescripción lyotardiana de: seamos paganos, seamos justos…Y una pluralidad de pistas, de puertas y de sendas que se abren a reflexiones evitadas/ rechazadas, ya que en definitiva es más fácil creer que conocer, empujados a ello en busca de una supuesta seguridad que siempre aportan los sistemas ( prët-à -penser) para evitar la neurosis, ya que, como decía el otro, la inseguridad origina neurosis, ante lo que otro terciaba : y el exceso de seguridad, más.

“Momento crucial para el sionismo”: ¿qué secuelas tendrá la ley del Estado-Nación Judío para Israel?


COMPARTE EL SITIO DE: https://plataformadistritocero.blogspot.mx

kaosenlared.net

“Momento crucial para el sionismo”: ¿qué secuelas tendrá la ley del Estado-Nación Judío para Israel?


Por Kaos. Internacional
El Parlamento israelí —el Knéset— aprobó el pasado 19 de julio una ley que define a este país como un “Estado para la nación judía” y denomina a la ciudad de Jerusalén su capital “entera y unida”. Sputnik habló con varios expertos para conocer su opinión en cuanto a qué secuelas puede llevar tal paso para los árabes y para el Estado hebreo.
La nueva ley representa un mayor peligro para el territorio controlado por Israel al día de hoy, ya que no solo se extiende a las fronteras del país hebreo del año 1948 —cuando obtuvo su independencia—, sino también a las tierras conquistadas por él durante la guerra de los Seis Días, en 1967, explicó a Sputnik el miembro del Parlamento israelí del partido Lista Árabe Unida, Masud Ghnaim.
“La ley proclama que los hebreos tienen los derechos exclusivos para estas tierras. Que ni los árabes, ni los palestinos, ni ningún otro los tienen. De ahí en adelante, toda esta gente se convierte en minorías étnicas”, dijo el entrevistado.
Desde su punto de vista, la legislación debe ser percibida de la siguiente manera: “los palestinos no tienen derechos para la tierra. Pueden vivir con los judíos, pero sus derechos están limitados”.
Además, señaló que el documento en ninguna parte menciona palabras como ‘democrático’ o ‘igualdad de derechos’, pero sí repite muchas veces la palabra ‘judío’.
Dicha ley constitucional sentará bases para el ámbito jurídico del país ya que todas las demás leyes en el Estado se basan en su Carta Magna.
“Estamos contemplando un paso culminante con el que [el primer ministro] Netanyahu convierte a Israel en un Estado nacional de los judíos. No están expulsando a los palestinos del país, más bien los privan de sus derechos”, destacó el diputado.
La votación terminó con 62 parlamentarios que apoyaron a la moción y 55 que se mostraron en contra, mientras que dos se abstuvieron. Según Ghnaim, no solo los diputados árabes votaron en contra.
Una parte de la oposición se opuso al proyecto por sus propias razones. Por ejemplo, porque la ley no es democrática, expuso el político y agregó que su partido vota contra todas las leyes que pretenden transformar a Israel en un Estado nacional judío.
“Esto agravará las tensiones dentro del país, puede que surjan disturbios. […] Con esta ley, cualquier investigación no acabará a favor de una persona que no sea judía”, aseveró Ghnaim.
Al aprobar dicha ley, Tel Aviv recurre a la política del ‘apartheid’, manifestó en un comentario a Sputnik otro miembro de Lista Árabe Unida, Aiman Uda.
“Desde hace mucho tiempo los judíos en Israel han estado demostrando a los palestinos quién es el verdadero dueño allí. Los israelíes siempre han subrayado que son los dueños de Israel y ahora disponen de una justificación oficial”, pronunció el parlamentario.
A su entender, la ley —cuyo proyecto existe desde 2011— llegó a ser aprobado ahora porque los liberales están perdiendo sus posiciones en el mundo entero, por la posición del presidente de EEUU, Donald Trump, y por el equilibrio político en Israel que hoy en día no favorece a la protección de los derechos de los palestinos.
© SPUTNIK /
“Esto resultará en el alza de tensiones entre los palestinos y los israelíes. Pero debemos mantener paciencia y unidad. Debemos realizar una política sabia y equilibrada para ayudar a los árabes en Israel en este tiempo tan difícil. Es importante elaborar una política para el futuro”, señaló.
Además, puso de relieve que los palestinos no deben esperar que los países u organizaciones extranjeras les ayuden.
“Somos el pueblo palestino y debemos contar solo con nosotros mismos, unos con otros”, proclamó.
De acuerdo con la nueva ley, el idioma oficial pasará a ser uno especial. El proyecto de ley, respaldado por el Gobierno de derecha del país, dice que “Israel es la patria histórica del pueblo judío y tiene el derecho exclusivo a la autodeterminación nacional en el país”.
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, eludió los resultados de la votación y calificó al hecho como el “momento crucial en la historia del sionismo y en el Estado de Israel”.
https://mundo.sputniknews.com/orientemedio/201807201080575912-israel-aprueba-ley-estado-nacion-judio-benjamin-netanyahu/

El árabe fue un idioma oficial en Israel durante 70 años, dos meses y cinco días


COMPARTE EL SITIO DE: https://plataformadistritocero.blogspot.mx

rebelion.org

 El árabe fue un idioma oficial en Israel durante 70 años, dos meses y cinco días

 

 


Puedes considerar la nueva Ley de Estado judío desde dos ángulos, el mensaje que envía a los judíos y el mensaje que envía a los palestinos: no perteneces aquí.

Agentes de la policía de fronteras israelíes vigilan la entrada a la Puerta de Damasco en la Ciudad Vieja de Jerusalén, el 21 de septiembre de 2016. (Yonatan Sindel / Flash90)
El árabe fue un idioma oficial del Estado de Israel durante 70 años, dos meses y cinco días. A partir del 19 de julio de 2018 ya no lo es.
No existe una razón práctica para el cambio y, de hecho, la "Ley de Estado-nación judío", que abolió el árabe como idioma oficial, básicamente garantiza que el árabe conservará todos los beneficios de ser un idioma oficial a pesar de haber sido despojado de título de oficial.
Entonces, ¿por qué cambiar el statu quo de los últimos más de 70 años? A veces, lo que dice una ley es más importante que lo que hace.
Puedes mirar la ley del Estado-nación judío desde dos perspectivas. Está el mensaje que se pretendía enviar a los judíos, una afirmación positiva de que Israel es el Estado-nación judío, el hogar nacional judío, el Estado de los judíos, un mensaje tranquilizador y nacionalista que dice "este país es tuyo y solo tuyo".
El otro mensaje, el inverso, destinado a los palestinos, es: esta no es tu tierra, este país no te pertenece, independientemente de si eres un ciudadano israelí que vive en la casa de tus bisabuelos o un refugiado que desea regresar a la tierra de tus abuelos; su cultura, idioma e historia son tolerados, en el mejor de los casos, este no es su hogar, esta no es su patria.
La Ley del Estado-nación judío establece, implícita y explícitamente, que Israel no pertenece a todos sus ciudadanos, más del 20 por ciento de los cuales no son judíos. En cambio, declara que Israel pertenece al pueblo judío, la mitad de los cuales no son ciudadanos israelíes.
La ley, por lo tanto, constituye un contrato social distorsionado y excluyente. Mientras la mayoría de los estados democráticos obtienen su legitimidad para gobernar por el consentimiento de sus ciudadanos, Israel ha excluido a uno de cada cinco ciudadanos israelíes de ese contrato. Para uno de cada cinco ciudadanos israelíes que son árabes-palestinos, el consentimiento se ha eliminado efectivamente de su Gobierno.
Por supuesto que gobernar sin su consentimiento ha sido la regla -no la excepción- para la mayoría de los palestinos que viven bajo el régimen israelí en los últimos 70 años. Desde 1948 hasta 1966, Israel puso a sus ciudadanos árabes bajo un régimen militar que controlaba estrechamente todo, desde el movimiento a la educación, la política y la prensa.
En los 51 años transcurridos desde entonces, millones de palestinos no ciudadanos en los territorios ocupados han sido obligados a vivir bajo una dictadura militar antidemocrática. Del mismo modo, los cientos de miles de palestinos que viven en la "Jerusalén unificada" no tienen derecho a voto. El consentimiento nunca ha sido parte de la ecuación para los palestinos que viven bajo el dominio israelí. Nadie se ha molestado siquiera en dar la idea de boquilla.
Por todas esas razones, nadie debería ser capaz de fingir sorpresa ante la ley de Estado-nación judío. Los principios que lo elevan al rango constitucional han existido siempre desde que se definió el país. Sin embargo el hecho de que se sitúe directamente en una trayectoria predecible, no disminuye su peligro.
 Fuente: https://972mag.com/arabic-was-an-official-language-in-israel-for-70-years-2-months-and-5-days/136769/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.

COMPARTE EL SITIO DE: https://plataformadistritocero.blogspot.mx


La Alt Right, o derecha alternativa, ha transformado la política estadounidense"


COMPARTE EL SITIO DE: https://plataformadistritocero.blogspot.mx

rebelion.org

"La Alt Right, o derecha alternativa, ha transformado la política estadounidense"

 

 


Entrevista a Marcos Reguera, especialista en historia y política de EE.UU.
"La Alt Right, o derecha alternativa, ha transformado la política estadounidense"
Marcos Reguera es investigador en formación en la Universidad del País Vasco (EHU-UPV), y ha sido investigador visitante en la Universidad de Columbia y en el CUNY Graduate Center de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Especialista en historia y política de los Estados Unidos, sus intereses se centran en la teoría política, la historia del pensamiento y la renovación ideológica de la izquierda para el siglo XXI. Escribió una serie de artículos para CTXT acerca de la figura de Donald Trump y la política estadounidense, publicando además Alt Right: radiografía de la extrema derecha del futuro, por el que obtuvo una mención en la categoría de artículo divulgativo de 2017 por la revista Pensamiento al Margen.
A grandes rasgos, ¿qué es la derecha alternativa, conocida como Alt Right?
Es un movimiento de reacción resultado de varias décadas de predominio por parte de la izquierda entre la juventud que ha aparecido en los últimos años. Responde a un cambio dentro de los jóvenes norteamericanos que han visto cómo ni la izquierda ni la derecha tradicional tienen respuestas para sus problemas, copiando los moldes de políticas identitarias típicas de la izquierda para intentar recuperar la hegemonía para la derecha política.
Los textos sobre Donald Trump y la nueva extrema derecha estadounidense que publicó en CTXT reflejaban el crecimiento y la expansión del ideario de la Alt Right. Los sucesos de Charlottesville, donde un kamikaze atropelló a varios manifestantes matando a Heather Heyer, marcaron un antes y un después en la capacidad de expansión del ideario de este movimiento. ¿Qué ha ocurrido desde entonces?
La Alt Right se puede dividir en tres etapas. La primera viene a ser la protohistoria del movimiento, que iría desde –más o menos– el año 2010 hasta las elecciones presidenciales de 2016. El segundo período vendría a ser el momento en que se populariza, cuando en el verano de 2016 Donald Trump ficha a Steve Bannon como director de campaña. Un año después, durante las protestas de Charlottesville en julio, el movimiento parece entrar en una situación de estancamiento y de cambio de cara, porque a diferencia de la etapa anterior, la gente ya no ve a este movimiento como algo novedoso, contestatario y gamberro, sino algo más parecido a la extrema derecha tradicional que era lo que en un principio les había posibilitado crecer. Yo suelo hablar de una suerte de mecanismo inmunitario que ha desarrollado la cultura occidental desde la Segunda Guerra Mundial contra el fascismo, por el peso que tuvieron los movimientos antifascistas en la derrota del nazismo y el fascismo en la guerra. Aunque todo eso se va erosionando y olvidando, queda como una suerte de reservorio o mecanismo defensivo cultural muy debilitado que explica por qué la extrema derecha vuelve a tener una mayor incidencia. Mientras la Alt Right no se vista con ropajes tradicionales del fascismo o el neofascismo, en principio, tiene posibilidad de crecer.
¿Por qué considera que Trump no puede ser catalogado como parte de la nueva extrema derecha?
 Trump no forma parte de la Alt Right porque ésta tiene un componente generacional muy marcado, y tampoco llegó a ser parte del Tea Party, solamente coqueteó con este movimiento al inicio de la presidencia Obama dándole su apoyo. Es muy difícil categorizarlo dentro de una ideología específica, pero si hay una donde puede encajar más es dentro del movimiento paleoconservador. Éste no es muy conocido fuera de Estados Unidos porque tiene que ver con una disputa interna dentro del Partido Republicano, pero es muy importante para la extrema derecha actual, ya que Paul Gottfried –el mayor teórico paleoconservador– es el maestro espiritual de muchos intelectuales de la Alt Right.
¿Qué es el paleoconservadurismo?
El paleconservadurismo generalmente ha considerado que Estados Unidos es una tierra pura y que todo lo que sea meterse en cuestiones externas puede dañar y contaminar esa pureza, lo que le ha llevado a defender posiciones aislacionistas. Además, considera que no hay nada más sagrado que la nación y hay que defenderla frente a cualquier perturbación, tanto en lo externo como en lo interno. Todo esto se conseguirá mediante una política moralista y un sistema fiscal conservador, sin meterse en las cuestiones internas de otros países. Trump y su Make America Great Again ensalzan, de alguna manera, la idea de que hubo una época dorada de Estados Unidos que se ha perdido por diversas alteraciones que están contaminándola.
¿Cuáles son los orígenes historiográficos de esta ideología?
En el año 1960 hubo una disputa dentro de la derecha norteamericana porque ésta siempre ha sido reacia a tener una política internacional agresiva, aunque siempre apoyara a las empresas estadounidenses en el extranjero. Eso cambia en los años cincuenta y sesenta, con la necesidad de contener el comunismo, y aparecen posiciones internacionalistas dentro de la derecha que, sobre todo, serán claramente agresivas con el surgimiento de los neoconservadores en los años setenta. Estos sujetos en origen eran demócratas y extrotskistas pero, a raíz de las protestas del 68, se pasan al Partido Republicano. Estos individuos aportaron gran parte de la visión internacionalista que en ese momento tenía la izquierda, –la idea expansionista de la revolución socialista mundial–, para ser reconfigurada por la derecha desde sus orígenes marxistas a una perspectiva imperial para la derecha
TRUMP ES ANTIGLOBALIZADOR PERO NO ANTICAPITALISTA, DEFIENDE UN CAPITALISMO NACIONAL. SE ESTÁ VIENDO OBLIGADO A COMPARTIR EL PODER POLÍTICO Y ES CONTRA ESTE CAMBIO GEOPOLÍTICO CONTRA LO QUE REACCIONA
Todo esto, para los que se consideran republicanos tradicionalistas, es visto como una transformación impura de la derecha y, es ahí, donde surge el paleoconservadurismo. Gottfried será el primero que hará una distinción entre neoconservadores y paleoconservadores, los nuevos y los antiguos conservadores.
Pese a pertenecer a una facción diferente, ¿en qué medida Trump forma parte de la Alt Right y ésta es trumpista?
Muchos miembros de la Alt Right se identifican con los postulados del presidente. No hay que olvidar que uno de los inspiradores del movimiento –Paul Gottfried– es un paleoconservador. En ese sentido, pese a no ser lo mismo, tienen origen en un nacionalismo común que les permite entenderse. La Alt Right vendría a ser una evolución del paleoconservadurismo.
 ¿Hasta qué punto todo lo que ha ocurrido con Trump es una reacción contra la posmodernidad?
Es paradójico porque hay pocas cosas más posmodernas que la Alt Right, a pesar de que tenga a la propia izquierda posmoderna como contrincante. Nuestra cultura es posmoderna y todo lo que sucede, incluidos los movimientos en reacción a la misma, están impregnados de posmodernidad. En el caso de Trump se ve en su estrategia de comunicación y su forma de concebir el poder. Podríamos decir que la Alt Right es una suerte de paleoconservadurismo posmoderno.
¿Las políticas llevadas a cabo por Trump son puro simbolismo o tienen una traducción material de lo que significa ese paleoconservadurismo?
Claro que han tenido consecuencias materiales, pero mucho menos de lo que en principio se esperaría por todo el ruido que generan. Está siendo incapaz de mantener un gobierno estable y funcional por lo que muchas de sus medidas, a pesar de que vayan a tener consecuencias a largo plazo, todavía siguen viviendo de las inercias de la época Obama y las constricciones que supone para él tener que aceptar toda la política económica que le viene de la Reserva Federal, hasta hace nada controlada por Janet Yellen nombrada por el anterior presidente. En el sistema institucional estadounidense, el presidente, a pesar de que tiene más poder que el resto de ámbitos institucionales, no es el único actor.
Trump es antiglobalizador pero no anticapitalista, defiende un capitalismo nacional. Esto no significa que esté en contra del libre mercado. Lo que a él y a la clase empresarial que le apoya les fastidia es que durante la segunda mitad del siglo veinte disfrutaron de una hegemonía comercial y económica que ahora está siendo contestada por el surgimiento de los países emergentes. Se están viendo obligados a compartir el poder político y es contra este cambio geopolítico contra lo que reacciona Trump.
¿La Alt Right ha sido capaz de ocupar la centralidad del debate político y permear a grandes capas de la sociedad estadounidense, como ocurrió –pese a ser antagónicos– con el ‘momento Podemos’?
La analogía es pertinente porque el caso es muy parecido, incluso en cuanto a la suerte que corre el movimiento. La Alt Right fue capaz de visualizar y corporizar un racismo que estaba latente en la población, llevándolo a unos niveles de popularidad y teorización que no se habían logrado anteriormente con discursos similares como el del Tea Party. La extrema derecha ha irrumpido y transformado la política estadounidense sin necesariamente arrastrar a una gran mayoría con ellos pero, solamente por contraste y referencialidad, vemos que aunque no son mayoritarios dentro de la política, son un imán que atrae la discusión pública a su alrededor. Al igual que ocurrió con Podemos, la Alt Right ha tenido su coyuntura álgida, donde parecía que iban a comerse el mundo. Pero finalmente la mala gestión del ‘momento populista’ ha incapacitado la posibilidad de seguir aglutinando a gente muy diversa que en muchas otras circunstancias no hubieran seguido a un movimiento de extrema derecha.
¿Cómo decae ese “momento populista” de la Alt Right?
LA REALIDAD ECONÓMICA QUE DA LUGAR A LA ALT RIGHT ES LA MISMA QUE EN EL CONTEXTO EUROPEO. EL DETERIORO MATERIAL AÚPA A LAS NUEVAS EXTREMAS DERECHAS CONTINENTALES VIENDO QUE TODO A SU ALREDEDOR SE DESMORONA SIN ALTERNATIVAS
Llegado julio de 2017, la Alt Right decide sumarse a otros sectores mucho más tradicionales y reconocibles de la extrema derecha tradicional, lo que espantó a toda esa gente que los veía como jóvenes contestatarios. Se revelaron entonces a ojos de la gente como la extrema derecha de siempre con un discurso algo transformado, y con corbatas en vez de la cabeza rapada. A partir de ahí, habrá muchas deserciones de gente conservadora con respecto a la Alt Right y una situación donde los líderes no son capaces de recomponer el movimiento y donde prácticamente están viviendo de esa ‘gloria pasada’. Con Trump en el poder, la Casa Blanca y la Alt Right, pueden ir haciéndose el juego sin que estos últimos terminen por desaparecer.
¿Cuál es el perfil del intelectual orgánico del movimiento y cómo ha evolucionado?
La Alt Right ha tomado mucho del paleconservadurismo y del pensamiento de izquierdas, sólo que reconvirtiéndolo. No tienen grandes pensadores en la academia, pero sí en los medios de comunicación. De hecho, son más comunicadores que filósofos. Una tipología que no está ni valorada ni bien estudiada, pero es muy efectiva a la hora de crear opinión pública e ideas que se extienden fácilmente entre la población. ¿Qué problema tiene este tipo de pensadores? La falta de profundidad, que dificulta la supervivencia cuando el entorno cambia o algunos de estos personajes desaparecen. Así ha ocurrido con la denominada Alt Light o Alt Rightblanda, que ha visto cómo alguna de sus figuras más mediáticas, como Milo Yiannopoulos, han caído en desgracia y con ello el movimiento, no teniendo a día de hoy prácticamente incidencia en la política norteamericana.
¿El movimiento Alt Right se trata de un fenómeno que se circunscribe a las fronteras y al contexto social norteamericano o, sin embargo, podemos localizarlo en los populismos de extrema derecha que han surgido en Europa, como puedan ser el Front National francés, el M5S italiano o el AfD alemán?
La realidad económica que da lugar a la Alt Right es la misma que en el contexto europeo. El deterioro material aúpa a las nuevas extremas derechas continentales, donde las capas sociales que han disfrutado de una cierta sociedad del bienestar y ahora están viviendo en una situación comprometida por la desaparición paulatina de las políticas sociales en nombre de los recortes, van viendo que todo a su alrededor se desmorona sin que se les ofrezca una alternativa. Es una situación donde hay gran flexibilidad en los flujos de capitales sin que las regulaciones estatales puedan hacer mucho para hacer valer el pacto social que posibilitaba el Estado del Bienestar, lo que conlleva una sensación de pérdida de control sobre las herramientas de política económica.
Es ahí donde la extrema derecha, desde una posición combativa por la melancolía de un pasado dorado perdido, vuelve a reclamar más Estado nación. El diagnóstico que se hace es que todos los problemas actuales son fruto del desvanecimiento de este ente garantista que ofrecía unas posibilidades materiales. La constitución material es la misma pero varía la cultura política, al menos en parte, ya que el resultado de vivir en un mundo globalizado, donde el patrón dominante es la cultura norteamericana, hace que este movimiento sea muy fácilmente recepcionado por la extrema derecha y la población europea. Al estar americanizados, los códigos culturales para codificar y asimilar estos discursos ya los tenemos.
El periodista de La Vanguardia Enric Juliana tuiteaba recientemente en referencia a Italia que “este país suele emitir radiaciones de largo alcance. Inventó el fascismo. Dio cuerpo al principal Partido Comunista europeo. Tuvo unos años setenta durísimos. Vio surgir el fenómeno Berlusconi. Italia inventa”. ¿Qué influencia puede tener el nuevo gobierno italiano sobre el resto de Estados europeos?
Está por ver. El Gobierno italiano es una alianza entre dos partidos con una base electoral muy distinta, el M5S está más implantado en el sur de Italia, mientras la Liga Norte tiene su principal caladero nacional en la mitad norte, donde exhibe una retórica basada en la idea de que “el sur de Italia nos roba”. Aparentemente ambas formaciones han enterrado el hacha de guerra porque tenían al establishment político italiano como enemigo común, recurriendo a algo muy italiano, el posibilismo. Ésta es una característica política que es una ley de hierro en Italia, y es que si puedes tocar poder, lo tocas, quedando el resto de circunstancias a un lado. En este sentido, es algo muy particular y es difícil la traslación de su política a la española, la francesa o la alemana, pero a nivel simbólico pueden ser una referencia para países como Hungría, Polonia o ciertas partes del Partido Conservador británico.
¿Podrían entonces populismos de distinto signo llegar al poder aliándose fuera de Italia?
Es difícil, ya que en el caso italiano ha sido posible porque el M5S no tiene un núcleo ideológico fuerte. Por el contrario, Podemos no podría hacer una alianza con Ciudadanos o VOX sin que eso supusiera el fin del partido. Retóricamente son populistas pero en cuanto a su constitución ideológica tienen que ver más con el movimiento postcomunista.
¿Cómo cartografiaría el espectro político que va desde el centro hasta la extrema derecha en España?
La anomalía política española con respecto al resto de países europeos tiene que ver con el mayor logro del Partido Popular, es decir, la capacidad de aglutinar dentro de un mismo partido a todo lo que va desde el centro derecha liberal hasta el postfranquismo. Pocas derechas han conseguido esto. De alguna manera, gracias al gran papel referencial y aglutinador que tiene el catolicismo en España han conseguido en la derecha utilizarlo para construir esa unidad de acción y representación que les ha proporcionado eficiencia electoral. Sin embargo, este país con el tiempo va evolucionando y el postfranquismo se va transformando, de modo que los que son más claramente fascistas se van diferenciando dentro de su carácter, surgiendo VOX. Por otra parte, aquellos que heredan del postfranquismo el nacionalismo españolista pero no otros elementos del repertorio político franquista van tomando otra deriva más diferenciada. Así ocurre que hay mucho votante urbano de derechas y nacionalista, que durante un tiempo pudo verse representado por el PP, pero según van erosionándose como partido del gobierno quedan huérfanos de una opción política.
Y ahí entra en escena Ciudadanos, un partido con trece años de historia y hasta hace pocos años residual.
Su gran acierto fue precisamente, desde una perspectiva autonómica y, por lo tanto local, saber dar el salto –dopados por los medios de comunicación– a una esfera nacional y reconstruir la derecha a través del centro. Exhibe, sin embargo, una retórica que en su nacionalismo recuerda a la extrema derecha, en su vertiente del norte de Europa, combinando un nacionalismo extremo con una exaltación del libre mercado, y postula la superioridad de la nación por sus buenos resultados económicos frente a los pueblos “vagos” del sur.
Curiosamente, de nuevo, la derecha vuelve a reconfigurarse a través de un solo polo –o eso ha intentado– utilizando el centro derecha como base al mismo tiempo que recursos discursivos que en otros países serían considerados de extrema derecha. Esto es debido en gran medida a que en España el nacionalismo sólamente se emplea para designar a los movimientos periféricos, no a aquellos con aspiraciones centralistas. Esa fue la operación que ha sido interrumpida, por el momento, después del movimiento que ha hecho el PSOE.
¿Considera que el fracaso de las vías tecnocráticas, en el caso de Renzi ya constatada y el aparente deterioro del ejecutivo Macron, pueden haber causado un efecto de reacción en la estrategia política de Ciudadanos hacia un discurso que incorpore de manera más explícita elementos nacional-populistas como se pudo ver en la presentación de la plataforma ‘España Ciudadana’?
No es un viraje, porque esos elementos siempre han estado allí. El elemento nacionalista español por parte de Ciudadanos ha estado desde sus mismos orígenes porque nace como reacción frente al nacionalismo catalán. En el momento en que Catalunya empieza a instrumentalizarse como el tema nacional –una vez desaparecida ETA y el conflicto en el País Vasco–, Ciudadanos traía consigo la herramienta para explotar el discurso en el campo de la derecha. Un discurso que el PP ha intentado usar en su favor.
CIUDADANOS HA ESTADO INTENTADO CONSTRUIR UNA BASE ELECTORAL TENIENDO QUE CONVENCER AL VOTANTE CONSERVADOR DEL PSOE TECNÓCRATA Y SACANDO LA ROJIGUALDA, DEMOSTRANDO SER MÁS NACIONALISTAS QUE EL PP
Albert Rivera y Ciudadanos son el partido más calculador, en lo que se refiere a su discurso y programa, que hay en todo el arco parlamentario. Eso se vio en el caso de Cifuentes, donde no presentaron una opción ética sino que su reacción fue hacer una encuesta a ver qué opinaban los votantes. En principio, es una respuesta de una amoralidad que ningún otro partido se podría permitir si quisiera conservar a sus electores. Este carácter calculador a cualquier precio puede encontrarse en la manera en que Ciudadanos ha estado intentado construir una base electoral dando codazos a izquierda y a derecha, tenía que convencer al votante conservador del PSOE que ve con buenos ojos la tecnocracia. Una vez asegurado esto último, tenían que sacar la rojigualda y ser más nacionalistas que el Partido Popular.
Volviendo a la cuestión acerca del combate ideológico, ¿hasta qué punto el triunfo cultural de la derecha alternativa es un correlato del fracaso de la izquierda a la hora de articular un discurso tanto vanguardista como hegemónico?
Yo diría que el fracaso de la izquierda ha sido en un aspecto muy específico, pero no en otro. La izquierda conserva un monopolio del discurso en lo referido a la agenda social, cultural, minorías y formas de vida; no así en lo relativo a la economía o políticas públicas, cuestiones en las que fue derrotada a partir de los ochenta. Es precisamente por el triunfo de la izquierda en el consenso cultural sobre lo políticamente correcto en el espacio público lo que lleva a reaccionar a la Alt Right. En cierta medida, no es la reacción contra unos perdedores, es la reacción contra unos ganadores en el terreno cultural. Sin embargo, la gran ausencia tanto para la izquierda como para la Alt Right tiene que ver con que en la agenda económica no pueden ofrecer a la sociedad un modelo alternativo al del neoliberalismo dominante que, bajo una apariencia tecnocrática, es capaz de marcar los presupuestos generales de todos los países y gobiernos sin importar el color de los mismos.
Antonio Gramsci es un pensador cuyas ideas se han popularizado durante los últimos años en el campo político y teórico progresista. ¿En qué medida la Alt Right es gramsciana y se nutre del pensamiento teórico de la izquierda?
Si bien nadie en la Alt Right ha leído directamente a Gramsci, quien sí lo ha hecho ha sido Paul Gottfried. Él está llamado a ser uno de esos intelectuales que, pese a no ser muy conocido ahora, tendrá una gran importancia futura, en retrospectiva, debido a su influencia determinante sobre los cuadros medios de la Alt Right. Estos últimos encajan dentro de un perfil sociológico muy claro: provienen de una clase media en camino de precarización pero que han accedido a los circuitos universitarios y tienen por tanto una pátina cultural. Richard Spencer, el caso más paradigmático, es uno de los líderes de la Alt Right que antes de ser una gran figura pública iba a hacer el doctorado. Se especializó en historia del pensamiento europeo, sobre todo de Nietzsche, Adorno y la Escuela de Frankfurt a través del ya mencionado Paul Gottfried, uno de los intelectuales que más admira. Este último, a su vez, había sido discípulo de Marcuse cuando dio unos cursos de doctorado en la Universidad de Yale. Existen por tanto nexos entre el pensamiento político más refinado de la izquierda con la Alt Right, que ha sabido recoger de estos pensadores una teoría sobre la identidad política y la construcción de hegemonía, que en origen era de la izquierda, pero que ahora han “pirateado” para sus propios fines.
Aprender de la izquierda para reformularse y evolucionar.
Haber estado dentro del ámbito universitario, donde las luchas culturales son muy importantes y donde ellos se ven en minoría, juega un papel fundamental en la génesis de la Alt Right, pues les obliga no a sólo reaccionar sino a desarrollar estrategias prácticas e inteligentes para poder vencer a sus adversarios, lo que les lleva a tomar referencias intelectuales de un amplio rango de lugares, incluso de tradiciones políticas vinculadas a la izquierda. Al fin y al cabo, su obsesión es la misma que tenía la izquierda hace 40 años, cuando era dominante.
El término marxismo cultural hace referencia a la supuesta conspiración por parte de la órbita marxista cuyo objetivo reside en, a través de la intervención de la cultura, destruir los valores e instituciones tradicionales de la sociedad occidental. Durante los últimos años esta idea ha ido adquiriendo fuerza y popularidad entre los círculos de la derecha estadounidense. ¿Qué hay de cierto en todo ello?
El marxismo cultural sería como el contubernio judeomasónico para el fascismo. Es la Escuela de Frankfurt la que identifica uno de los problemas que tenía la tradición marxista, y es que estaba cayendo en un determinismo económico muy fuerte. Marx habló en un párrafo de la introducción a la Contribución a la crítica de la Economía Política sobre la diferenciación entre la base y la superestructura. Hago hincapié “en este párrafo” porque a Marx le ocurre lo mismo que a Adam Smith con la mano invisible, es decir, habla de ella una vez –utilizándola como una metáfora-, sin que tenga más que esa incidencia puntual dentro de su esquema teórico.
La distinción base-superestructura se trata de un concepto muy provisional en el momento en el que Marx está transitando desde la filosofía a la crítica de la economía política y, por lo tanto, la necesidad de entender y estudiar la economía para poder criticar el capitalismo. Esta distinción no tiene continuidad en todo el desarrollo posterior del propio Marx porque él mismo no le da la entidad que el marxismo posteriormente le ha dado. Marx desarrolló una crítica materialista de la sociedad, pero esto no implica que no le diera importancia a los fenómenos culturales. En su primera etapa filosófica sí que hizo una gran crítica hacia el idealismo y las interpretaciones del mundo que se quedaban en lo religioso y cultural, ya que era la batalla intelectual de su tiempo. En definitiva, su objetivo era interpelar a todos los hegelianos de izquierdas, haciéndoles ver que el principal conflicto no era tanto el religioso-cultural, sino el económico encarnado por la lucha de clases y en la crítica a la ley del valor como medio de dominación social. A partir de este hecho, la izquierda marxista ha hecho una minusvaloración absoluta de todo el fenómeno cultural, hasta bien pasada ya la mitad del siglo XX.
¿Cómo se produce ese cambio de paradigma dentro del marxismo y qué papel juega la Escuela de Frankfurt en él?
Había una izquierda marxista que se basaba en un materialismo muy burdo y era incapaz de ver el capitalismo como un todo, donde la constitución material de la vida, la manera en que el sistema organiza las vidas a través de la economía, genera a su vez una cultura que tiene reflejo sobre la misma base económica, ejemplificado en la actual sociedad de consumo como traslación de la lógica económica al ámbito cultural. Me refiero a cultura y forma de vida entendido como todos los mecanismos sistémicos económicos. Ahora bien, son cuestiones que nosotros podemos separar analíticamente, pero que en lo que se refiere al acontecer de la realidad es un único elemento, porque, al fin y al cabo, vivimos cifrando culturalmente todas nuestras actividades al mismo tiempo que experimentamos esa cultura a través de nuestro hacer económico. Ahí se encuentra la virtualidad de la dialéctica, que intenta dar cuenta de todo. El problema es que eso estaba ausente.
La reacción de la Escuela de Frankfurt en los años 30 fue plantear: si falta análisis de la cultura capitalista, hagamos una crítica fundamental a la cultura. Lo que ocurrió es que no se entendió como lo que era, un intento de compensación con respecto a la izquierda de su momento. Se absolutizó como lo que había que hacer. Entonces ocurrió una cosa absolutamente paradójica, y es que a partir de ese momento la derecha se convirtió en la principal referencia en el campo del análisis materialista. La derecha lleva a sus hijos hoy a estudiar economía y derecho, los dos elementos funcionales para la reproducción sistémica y material del mundo. Mientras que la izquierda se encuentra en los departamentos de cultural studies. La izquierda es totalmente idealista en este sentido. El objetivo de la izquierda clásica era acabar con la desigualdad. Sin embargo, la izquierda actual posmoderna pone todo su foco en la cuestión de la identidad consignada como celebración de la diferencia y, además lo hace desde una posición muy ambivalente, pues critica la diferencia cuando ésta conlleva opresión. Pero, por otra parte, reivindica la diferencia de una manera muy ontologizadora, prácticamente esencialista. Esto supone una contradicción y acaba reproduciendo lo que desaprueba. Hace una crítica del esencialismo de la cultura dominante, pero luego acaba generando una reivindicación esencialista de muchos sujetos que, por su propia condición de minorías diferentes, presupone que llevaría en su seno una emancipación casi inevitable.
La corrección política se ha constituido como un concepto sobre el que se han construido las nuevas derechas. ¿Qué hay de mito tras esta supuesta ‘dictadura de lo políticamente correcto’?
La cultura de lo políticamente correcto tiene su valor al haber defendido a sectores socialmente desfavorecidos. Esto es, defender que no se pueda hablar de la mujer de manera gratuita existiendo una situación asimétrica de poder en las sociedad heteropatriarcales, que no se pueda hablar mal injustificadamente de otras razas cuando son minoría y están estigmatizadas o que no se pueda hablar mal de los distintos grupos que representan diversidades sexuales cuando también sufren precariedad en cuanto a su representación social y la posibilidad de vivir sus vidas libremente, es algo socialmente beneficioso. Que haya un censura –entre comillas– ante posiciones que atacan a estos grupos en vulnerabilidad es positivo, pero cuando se vuelve un elemento que domina la vida pública, impide el pensamiento libre y se impone de manera burda y dogmática sin contemplación con la crítica –tan necesaria– incluso cuando proviene de los que defienden a estos colectivos, se vuelve un problema. Unas posiciones que son socialmente justificables se esclerotizan y pierden su razón política. La defensa sectaria de sus posiciones, acaba por volverse en contra de ellas mismas, porque invaden la capacidad que ha de tener todo ciudadano de plantear problemas allí donde los ve. Si al final esas reivindicaciones se acaban viendo como imposiciones que no son razonables, termina por volverse en contra de la gente que las defiende y los grupos que sufren esa situación.
El cinismo amoral, en mayor o menor medida, es una característica presente en el movimiento Alt Right. ¿En qué grado se puede responsabilizar a este cinismo de su triunfo político?
La cuestión del cinismo fue un elemento muy útil en los orígenes de la Alt Right, porque ese carácter gamberro les permitió llegar a grandes sectores de la población. Puede que éstos no tuvieran unas claves ideológicas muy asentadas pero esa actitud rebelde resultó ser muy atrayente. Eso lo podemos encontrar en la figura de los memes. Es la estrategia de comunicación de nuestro momento y para nuestra generación. Esto no se ha sabido leer en absoluto desde la izquierda, pues entiende que el medio y la forma son tan importantes como el mensaje. La izquierda se relaciona de una manera muy sagrada con la comunicación política, la Alt Right tiene carácter "forocochero". Para ellos lo primordial es el objetivo y, el medio que utilices para ello no está preestablecido sino que lo modifican y adaptan sin reparos a un contexto concreto.
Hay una gran diferencia entre la Alt Right y la izquierda, tanto la clásica como la posmoderna. La derecha alternativa tiene un corto recorrido histórico, la izquierda por su parte sí tiene una amplia tradición y, concretamente, sin tocar poder desde hace muchas décadas. A lo que lleva esto último es a suplir esa falta de triunfo político tan continuado guardando una serie de apariencias políticas que al menos te recubran de dignidad. Esto hace que para la izquierda en general, las formas y la performance sean muy importantes. Cuando te vuelves formalista no puedes romper con esos elementos interpretativos, porque supondría romper con lo último que controlas y tienes. En ese sentido la izquierda no puede ser gamberra en su apariencia.
Contrariamente a lo formulado en la anterior pregunta, la izquierda actual parece ser incapaz de soltar el pesado lastre de la ingenuidad que constituyen el idealismo, el romanticismo nostálgico y el moralismo. ¿Es esto necesario para entender el fracaso cultural y la ineficiencia del proyecto político de las izquierdas?
VOLVER A PENSAR EN QUÉ CONSISTE UN PROGRAMA DE TRANSICIÓN SOCIALISTA Y DEMOCRÁTICO ES UN REQUISITO INDISPENSABLE PARA TOMAR Y ALCANZAR EL PODER
La izquierda lleva mucho tiempo sin tocar poder y sin saber para qué lo quiere. Desde un punto de vista ético sabemos para qué son nuestro fines, pero no en tanto racionalidad de gobierno. Tenemos una idea sobre la justicia social pero no sobre cuál es el modelo de sociedad que queremos implantar como alternativa al capitalismo. No sabemos qué haríamos si mañana tuviéramos las llaves de los gobiernos de turno. No tiene que ver solamente con tener un programa, sino con saber cómo aplicarlo y ejercer el poder con todas las cuestiones terribles que eso conlleva.
Existe actualmente cierta sensación generalizada de que la izquierda no tiene un proyecto ni serio ni realizable.
En el siglo XX, todo aquél que era comunista era tildado de utópico, pero nadie dudaba de que éste, una vez en el poder, iba a implementar una agenda política bien conocida desde el gobierno. No eran considerados unos inútiles que no sabrían manejar la situación. Desde los años setenta, la izquierda se ha constituido como una ideología de oposición y eso supone que no se plantee qué haría si llegase al poder. Tener incidencia política no se consigue solamente desde la calle. Al final, debes tener un pie en la calle y otro en las instituciones. En el momento en que pierdes eso de vista y solamente tienes presencia en la calle, siempre estarás condicionado al marco político de quién ocupe el poder dando por hecho que no serás tú, lo que lleva a adoptar una posición reactiva. Esto crea una dependencia de gestos y como únicamente te queda eso, los acabas ritualizando.
El gran valor que tiene la izquierda es el espíritu crítico que le lleva a movilizarse y a poner una barrera al poder, defendiendo los derechos al margen de éste. Pero ser también capaz de organizarse cuando la izquierda está en el poder es una actitud necesaria para evitar un institucionalismo que por otra parte también pondría en peligro las opciones transformadoras de la izquierda, no solamente ser críticos con la derecha, también con nosotros mismos. Volver a pensar en qué consiste un programa de transición socialista y democrático es un requisito indispensable para tomar y alcanzar el poder, pues la izquierda no conseguirá el apoyo de las mayorías sociales hasta que éstas encuentren que tiene un programa serio y riguroso alternativo a la derecha. Es una cuestión que no solo depende del discurso, como ha defendido Íñigo Errejón, porque a la gente le puedes contar cuentos hasta cierto punto, pero todo el mundo quiere certidumbre y no gestos.
Fuente: http://ctxt.es/es/20180711/Politica/20635/Kike-Oñate-Emilio-Osende-Marcas-Reguera-politica-Estados-Unidos.htm

COMPARTE EL SITIO DE: https://plataformadistritocero.blogspot.mx