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Los pilares de España
Por Prudenci Vidal Marcos
Cuenta que los pilares históricos de la España
imperial y moderna han sido dos: el ejército y la iglesia.” La debilidad
del Estado español moderno ha sido la duradera prevalencia de los
militares en la política y la vida pública”.
Por Prudenci Vidal
Si Ken Follett nos descubrió en “Los pilares de la tierra” los intríngulis medievales entre el poder de la iglesia, la nobleza y los comerciantes, el profesor Josep M. Colomer nos descubre en “España: historia de una frustración” de dónde venimos y cuáles han sido las oportunidades perdidas en el decurso de nuestra historia por ser un país moderno. Es más, abre la puerta a que continuemos siendo el pobre país del sur de Europa que pierde, una tras una, todas ls posibilidades de parecerse a los países con estructuras administrativos (estados) eficientes, socialmente más justas y jurídicamente más fiables.
Cuenta que los pilares históricos de la España imperial y moderna han sido dos: el ejército y la iglesia [en otro artículo lo abordaremos].” La debilidad del Estado español moderno ha sido la duradera prevalencia de los militares en la política y la vida pública”.
Los militares se resistieron a las transformaciones modernizadoras y, en alas a sus prebendas, disfrutaron de jurisdicciones propias fuera del control civil, recluidos y aislados socialmente. Su endogamia profesional les hizo continuar desarrollando sus propias redes y valores que no fueron otras que las del Imperio. El ejército estuvo a cargo del orden público [policía y guardia civil]. Libró continuas guerras coloniales y, sobre todo, organizó golpes de estado y otras iniciativas políticas que hicieron que destacados generales y oficiales fueran los principales actores políticos durante el sigo XIX y XX convirtiéndose en la “guardia pretoriana” de un Estado decadente y frustrado en sus objetivos. Los golpes de estado son intromisiones en la vida política por la resistencia al cambio, al progreso a la modernización.
Restauración del absolutismo de Fernando VII en 1814; cambios constitucionales liberales y moderados en la regencia de María Cristina 1834-1837; reinado de Isabel II 1843; gobierno liberal de 1854; derrocamiento de la primera República 1874; restauración borbónica 1874; dictadura del Primo de Rivera 1923; dictadura del general Berenguer 1930; dictadura de Franco 1936…
La lista de guerras civiles no es menos extensa: insurrección liberal 1820; la invasión francesa reaccionaria 1823; guerras carlistas 1847-1849, 1872-76; guerra civil 1936-39.
Nombre de Generalísimos que tristemente han pasado a la historia: Baldomero Espartero, Ramón Narváez, Leopoldo O´Donell, Francisco Serrano, Juan Prim, Manuel Ruiz Zorrilla, Miguel Primo de Rivera, Damaso Berenguer, Francisco Franco y Luis Carrero Blanco. Otros con menos renombre pero que dejaron su huella en la administración por pronunciamientos o cargos: Pavía, Martínez Campos, Queipo de Llamo, Muñoz Grandes, Cabanellas, San Jurjo, Mola. Durante la dictadura franquista siempre hubo de cuatro a ocho ministros militares. De los 4.000 procuradores en cortes 1.000 fueron miembros de las fuerzas armadas durante más de 25 años. Las reticencias a su integración democrática se mostraron en el llamado golpe de Estado del coronel Tejero, en el que participaron el general Milans del Bosch, Armada, Teniente coronel Ángel Sanmartín López y los capitanes Alba, Cortina, Sánchez Valiente y Pardo Zancada [todos ellos procesados y condenados].
Pero en 1978 en el título preliminar de la Constitución que trata de los elementos fundamentales del Estado y de la Nación se les asigna entre otras misiones “ la defensa de la integridad territorial” de España. Este hecho contrasta con la mayoría de constituciones democráticas que colocan al ejército en el título que ocupa el gobierno y los elementos de la administración y circunscriben su cometido a la defensa externa del país. Las Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas establecen que “Los miembros de las Fuerzas Armadas se sentirán herederos y depositarios de la tradición militar española…”
La Guardia Civil continúa siendo un órgano militar a pesar de su nombre. Está sometida a las Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas, se le confían misiones militares incluso fuera del país y un tercio de sus miembros aún vive en las casas-cuartel aisladas socialmente de la población.
La modernización que supuso la democracia [ministros civiles para el ejército] su integración en espacios de defensa común como la OTAN, las misiones en Chad, Bosnia, Afganistán etc. no han supuesto un cambio radical en su formato. Aún hoy el gasto militar más importante es de personal, y su modernización, a pesar de los compromisos de gastos en material supone un déficit creciente y que sobrepasa, año tras año, los Presupuestos Generales del Estado. Baste este ejemplo: el famoso tanque “Leopard” que tiene una tara de sesenta y seis toneladas no es aerotransportadle porque la carga mayor de un avión militar es de cuarenta toneladas…sic.
Concluye el profesor J.M. Colomer: “El actual Ejército español aparece como una versión encogida de lo que fue la institución durante los dos siglos anteriores: un esqueleto sedentario y burocrático. Un Estado tan débil que trató de confiarlo casi todo al Ejército ha sido substituido por un débil Estado que ni siquiera puede contar con suficientes fuerzas armadas para la defensa del país”.
Prudenci Vidal Marcos
Miembro de La Marea Pensionista
Por Prudenci Vidal
Si Ken Follett nos descubrió en “Los pilares de la tierra” los intríngulis medievales entre el poder de la iglesia, la nobleza y los comerciantes, el profesor Josep M. Colomer nos descubre en “España: historia de una frustración” de dónde venimos y cuáles han sido las oportunidades perdidas en el decurso de nuestra historia por ser un país moderno. Es más, abre la puerta a que continuemos siendo el pobre país del sur de Europa que pierde, una tras una, todas ls posibilidades de parecerse a los países con estructuras administrativos (estados) eficientes, socialmente más justas y jurídicamente más fiables.
Cuenta que los pilares históricos de la España imperial y moderna han sido dos: el ejército y la iglesia [en otro artículo lo abordaremos].” La debilidad del Estado español moderno ha sido la duradera prevalencia de los militares en la política y la vida pública”.
Los militares se resistieron a las transformaciones modernizadoras y, en alas a sus prebendas, disfrutaron de jurisdicciones propias fuera del control civil, recluidos y aislados socialmente. Su endogamia profesional les hizo continuar desarrollando sus propias redes y valores que no fueron otras que las del Imperio. El ejército estuvo a cargo del orden público [policía y guardia civil]. Libró continuas guerras coloniales y, sobre todo, organizó golpes de estado y otras iniciativas políticas que hicieron que destacados generales y oficiales fueran los principales actores políticos durante el sigo XIX y XX convirtiéndose en la “guardia pretoriana” de un Estado decadente y frustrado en sus objetivos. Los golpes de estado son intromisiones en la vida política por la resistencia al cambio, al progreso a la modernización.
Restauración del absolutismo de Fernando VII en 1814; cambios constitucionales liberales y moderados en la regencia de María Cristina 1834-1837; reinado de Isabel II 1843; gobierno liberal de 1854; derrocamiento de la primera República 1874; restauración borbónica 1874; dictadura del Primo de Rivera 1923; dictadura del general Berenguer 1930; dictadura de Franco 1936…
La lista de guerras civiles no es menos extensa: insurrección liberal 1820; la invasión francesa reaccionaria 1823; guerras carlistas 1847-1849, 1872-76; guerra civil 1936-39.
Nombre de Generalísimos que tristemente han pasado a la historia: Baldomero Espartero, Ramón Narváez, Leopoldo O´Donell, Francisco Serrano, Juan Prim, Manuel Ruiz Zorrilla, Miguel Primo de Rivera, Damaso Berenguer, Francisco Franco y Luis Carrero Blanco. Otros con menos renombre pero que dejaron su huella en la administración por pronunciamientos o cargos: Pavía, Martínez Campos, Queipo de Llamo, Muñoz Grandes, Cabanellas, San Jurjo, Mola. Durante la dictadura franquista siempre hubo de cuatro a ocho ministros militares. De los 4.000 procuradores en cortes 1.000 fueron miembros de las fuerzas armadas durante más de 25 años. Las reticencias a su integración democrática se mostraron en el llamado golpe de Estado del coronel Tejero, en el que participaron el general Milans del Bosch, Armada, Teniente coronel Ángel Sanmartín López y los capitanes Alba, Cortina, Sánchez Valiente y Pardo Zancada [todos ellos procesados y condenados].
Pero en 1978 en el título preliminar de la Constitución que trata de los elementos fundamentales del Estado y de la Nación se les asigna entre otras misiones “ la defensa de la integridad territorial” de España. Este hecho contrasta con la mayoría de constituciones democráticas que colocan al ejército en el título que ocupa el gobierno y los elementos de la administración y circunscriben su cometido a la defensa externa del país. Las Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas establecen que “Los miembros de las Fuerzas Armadas se sentirán herederos y depositarios de la tradición militar española…”
La Guardia Civil continúa siendo un órgano militar a pesar de su nombre. Está sometida a las Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas, se le confían misiones militares incluso fuera del país y un tercio de sus miembros aún vive en las casas-cuartel aisladas socialmente de la población.
La modernización que supuso la democracia [ministros civiles para el ejército] su integración en espacios de defensa común como la OTAN, las misiones en Chad, Bosnia, Afganistán etc. no han supuesto un cambio radical en su formato. Aún hoy el gasto militar más importante es de personal, y su modernización, a pesar de los compromisos de gastos en material supone un déficit creciente y que sobrepasa, año tras año, los Presupuestos Generales del Estado. Baste este ejemplo: el famoso tanque “Leopard” que tiene una tara de sesenta y seis toneladas no es aerotransportadle porque la carga mayor de un avión militar es de cuarenta toneladas…sic.
Concluye el profesor J.M. Colomer: “El actual Ejército español aparece como una versión encogida de lo que fue la institución durante los dos siglos anteriores: un esqueleto sedentario y burocrático. Un Estado tan débil que trató de confiarlo casi todo al Ejército ha sido substituido por un débil Estado que ni siquiera puede contar con suficientes fuerzas armadas para la defensa del país”.
Prudenci Vidal Marcos
Miembro de La Marea Pensionista
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