lunes, 23 de diciembre de 2019

ULTIMAS NOTICIAS...PLATAFORMA DISTRITO CERO...dic 23 (24)

 


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Miguel A. Reyes
  

Cascos azules de la ONU, brasileños y uruguayos, violaron a 2.000 mujeres y niñas en Haití


rebelion.org

Cascos azules de la ONU, brasileños y uruguayos, violaron a 2.000 mujeres y niñas en Haití

 

 


Más de 2.000 mujeres en Haití, muchas de ellas menores, han sufrido abusos sexuales por parte de las fuerzas de paz desplegadas por las Naciones Unidas (Minustah) desde 2004 hasta 2017, según un estudio realizado por las profesoras británicas Sabine Lee y Susan Bartels, de la Universidad de Birmingham.
El mismo determinó que cientos de mujeres y niñas haitianas que vivían en las cercanías de las bases de la ONU fueron abusadas sexualmente. La investigación que fue publicada en el medio académico The Conversation, se basó en 2.500 entrevistas a mujeres de Haití a las que se les preguntó cómo es ser una mujer o niña que vive en una comunidad que acoge una misión de paz.
La prensa brasileña señaló que, comandados por general Augusto Heleno, militares  brasileños abandonaron más de 200 hijos en Haití.
De  acuerdo con los testimonios, los militares y otros funcionarios de las Naciones Unidas encargados de restablecer la paz en la zona habrían mantenido encuentros sexuales incluso con niñas de 11 años, aprovechándose de la pobreza y miseria que varios años de guerra civil y catástrofes meteorológicas han provocado entre la población.
Fruto de estos abusos, muchas de las mujeres –entre las que se cuentan menores– han concebido niños que han pasado ser conocidos como los ‘Petit Minustah’, en referencia al acrónimo de la misión de paz de la ONU en Haití. Algunas fuentes hablan de que cerca de un centenar de niños concebidos tras las violaciones. Según el informe, en el 28,3 % de las 265 historias de embarazos producidas por cascos azules hubo personal uruguayo identificado y en el 21,9 % personal brasilero
Cerca de un 10 % de los entrevistados han mencionado la existencia de niños concebidos después de los encuentros sexuales que se habrían producido, mientras otros tantos hablan de que algunos funcionarios de la delegación de la ONU “ponían monedas en las manos de las niñas” o les daban comida a cambio de estos favores.
Por su parte un portavoz de las Naciones Unidas ha asegurado que desde la organización se toman muy en serio estos problemas y reconocen que al menos hay 29 víctimas y 32 niños nacidos de estos abusos sexuales. En ese sentido ha informado de que la ONU está “activamente involucrada” y actualmente garantiza que los pequeños y sus madres están recibiendo la manutención y cuidados adecuados.
El estudio ha recogido unas 2.000 entrevistas a personas que residían cerca de las bases militares que la ONU asentó en la isla desde 2004 y denuncia que la política de actuación de la ONU es “ineficaz”, puesto que de acuerdo con el sistema actual, la organización internacional no puede procesar a sus trabajadores por los atropellos cometidos durante el cumplimiento de sus labores en el extranjero.
“El entrenamiento debe ir más allá, no puede ser que vengan a un sitio, violen a una mujer y se vayan”, ha denunciado Lee, para quien la ONU debería plantear medidas disciplinarias más duras contra aquellos soldados y mandos que lleven a cabo este tipo de abusos y conductas sexuales.
Niñas embarazadas por militares brasileños y uruguayos
Entre los casos más dramáticos se registraron niñas de 11 años embarazadas. “Te daban unas monedas y a cambio te metían un bebé”, dice uno de los testimonios.  265 de estas mujeres hablaron, sin que se les preguntará directamente, sobre situaciones de abusos. Entre estas se incluían casos de niñas hasta de 11 años y en donde algunos abusos terminaron en embarazos.
Asimismo se especifica que los violadoes, eran “cascos azules” que provenían de 13 países, pero que en su mayoría correspondían a brasileños y uruguayos.
Se agrega que los militares ofrecían comida a cambio de tener relaciones sexuales y se resalta el hecho de que los miembros de las misiones de paz involucrados sólo eran sancionados con ser de vueltos a su país de origen, sin ningún otro tipo de condena.
Mientras aún resonaban los ecos de la denuncia por la violación del joven haitiano Johny Jean a manos de cinco soldados uruguayos en 2011, la ONU denunció la presunta «mala conducta» de efectivos uruguayos en la ciudad dominicana de Dajabón, donde fueron acusados de violar a mujeres, entre ellas menores de edad.
El caso más reciente tiene que ver con tres investigaciones abiertas a partir de una denuncia presentada por la ONU el 15 de octubre de 2012 ante la cancillería uruguaya.
Ante todo esto el ministro de Exteriores haitiano, Bocchit Edmond, exigió justicia para las casi 2.000 mujeres y niñas que se han visto afectadas durante las misiones de paz de la ONU entre 2004 y 2017.
Los “haitianos” en el gobierno de Bolsonaro
Los fantasmas de la masacre de Haití persiguen a los generales del G obierno de Jair Bolsonaro, la “clase haitiana” que ocupa posiciones estratégicas en Brasilia, lo que hace difícil cualquier tipo de sanción para los violadores.
Al amanecer del 6 de julio de 2005, las tropas de la Misión de Estabilización de la ONU en Haití (Minustah), lideradas por el general brasileño Augusto Heleno, llevaron a cabo una operación de «pacificación» en Cité Soleil, el barrio marginal más grande de la capital haitiana, Puerto Príncipe.
Según los testigos, unos 300 hombres fuertemente armados, comandados por Heleno, irrumpieron en el vecindario y mataron a 63 personas, dejando a otras 30 heridas. Hoy Heleno es el primer ministro de la Oficina de Seguridad Institucional (GSI), responsable de la inteligencia del Gobierno de Jair Bolsonaro.
Además de los generales Floriano Peixoto (Secretario General de la Presidencia) y  Augusto Heleno, otros tres ministros estaban en el país caribeño: los generales Ferando Azevedo da Silva (ministro de Defensa) y Carlos Alberto dos Santos Cruz  (Secretaría de Gobierno), además del capitán Tarcisio Gomes de Freitas (Infraestructura).
También cuatro secretarías estratégicas están en manos de la “clase haitiana”: el coronel José Arnon dos Santos Guerra y Freibergue Rubem no Nascimento, en el Ministerio de Justicia, el general Edson Leal Pujol, en Defensa, y el portavoz de la Presidencia general Otávio Santana do Rêgo Barros, además del general Ajax Porto Pinheiro asesor especial del presidente del Tribunal Supremo Federal (STF), Dias Toffoli.
Juraima Almeida es investigadora brasileña, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

El rompecabezas de Afganistán


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 El rompecabezas de Afganistán



La bandera de Estados Unidos se agita en el viento seco de sus bases en Afganistán. Pero los dirigentes carecen de ideas sobre qué hacer, excepto hostigar y humillar a la población mediante una serie de ataques ‘antiterroristas’ inútiles.
Según una gran cantidad de documentos publicados recientemente en el Washington Post, los altos funcionarios militares que trabajaron en Afganistán dicen que no tenían idea de lo que estaban haciendo allí, incluso cuando la guerra se convertía en la más larga de su nación.
Se cita al general retirado de 3 estrellas Douglas Lute:
“Estábamos desprovistos de una comprensión fundamental de Afganistán. No sabíamos lo que estábamos haciendo."
Su declaración también fue publicada en el New York Times, el 10 de diciembre.
Para cualquiera que recuerde la guerra caótica en Vietnam, tales sentimientos suenan notablemente familiares.
Durante más de 18 años, los funcionarios militares y gubernamentales han pintado una imagen optimista de la guerra de Afganistán.
En verdad, los talibanes gobiernan de noche en los pueblos fuera de Kabul, la capital. Y sus incursiones en Kandahar han causado estragos allí.
Han librado una larga guerra contra los estadounidenses, tal como los muyahidines afganos  hicieron contra los rusos anteriormente y los británicos casi un siglo antes.
Han aprendido a esperar hasta que el imperio más reciente se vaya.
Desde la nación encarcelada soy Mumia Abu-Jamal.
—(c)’19maj
16 de diciembre de 2019
Audio grabado por Noelle Hanrahan, http://www.prisonradio.org
Texto circulado por Fatirah Litestar01@aol.com
Traducción Amig@s de Mumia, México
 Fuente: http://amigosdemumiamx.blog/2019/12/21/el-rompecabezas-de-aganistan/#more-5887

Dieciocho años de mentiras para justificar la guerra más larga


rebelion.org

Dieciocho años de mentiras para justificar la guerra más larga

 


En el peor punto de un conflicto que se ha recrudecido en los últimos tiempos ⎼solo en 2018 se contabilizaron diez mil víctimas civiles⎼ la publicación de entrevistas confidenciales a responsables de la invasión de Afganistán ha anulado la coartada de que Estados Unidos progresa en sus objetivos en una guerra que dura ya 18 años.
Dio comienzo el 7 de octubre de 2001, pocos días después del atentado contra las torres gemelas de Nueva York. Hace 18 años comenzó a hablarse de los talibanes, de las montañas de Tora Bora y de la operación Libertad Duradera. Ha tenido dos fases, la primera hasta 2014, la segunda la operación Centinela de la Libertad, hasta hoy. Es el conflicto bélico más largo del mundo, la cuarta guerra anglo-afgana de la historia, y esta semana se ha desvelado que desde el comienzo se basó en una mentira. Una investigación periodística de Craig Whitlock para el Washington Post ha mostrado que los oficiales del ejército de Estados Unidos sabían, y así se lo comunicaban entre ellos, que nunca iban a ganar la guerra de Afganistán.
Son más de 2.000 páginas intercambiadas entre altos oficiales, diplomáticos y personal militar estadounidense y afgano. Forman parte del material recopilado por el Inspector General Especial para la Reconstrucción de Afganistán (SIGAR, por sus siglas en inglés). Su agencia entrevistó a más de 600 personas vinculadas a la guerra, tanto ciudadanos estadounidenses como de los países aliados y oficiales afganos. El SIGAR publicó un reporte que no incluía los testimonios en su crudeza. La materia bruta de ese informe es lo que ha obtenido el diario de Washington, aunque la mayoría de los nombres han sido tachados en los documentos que se ha visto obligado a aportar la oficina gubernamental.
Los documentos, según ha escrito Sonali Kolhatkar, codirectora de la Afghan Women's Mission, evidencian lo que los activistas contra la guerra han denunciado recurrentemente: que Estados Unidos perdió cualquier objetivo militar claro, que no ha sabido cuándo detener su intervención y que las dos misiones han empeorado la situación del país año tras año, hasta el punto de que 2018 fue el peor en cuanto a número de víctimas.
“No invadimos los países pobres para hacerlos ricos. No invadimos los países autoritarios para hacerlos democráticos. Invadimos los países violentos para pacificarlos y hemos fracasado claramente en Afganistán”, explica en uno de los testimonios recopilados el diplomático James Dobbins, embajador en Kabul al comienzo de la guerra.
Douglas Lute, general y exjefe de la representación oficial de Estados Unidos en la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) es una de las voces que relatan el desconcierto kafkiano ante un país que ni conocían ni comprendían: “no sabíamos lo que estábamos haciendo”, explica uno de los documentos obtenidos por el Post. Lute alude a las pérdidas de vidas de soldados estadounidenses, más de 2.400. La guerra, no obstante, ha arrojado una cifra mucho mayor de bajas: 70.000 entre las fuerzas aliadas (incluidos cien soldados españoles), de 60 a 70 mil entre las fuerzas talibán y Al Qaeda, y 43.000 víctimas civiles. Más de 150.000 víctimas.
Un Vietnam del siglo XXI
El esfuerzo por engañar a la opinión pública ha sido una constante desde el comienzo de la guerra, según se refleja en la investigación, que refiere prácticas de manipulación de estadísticas tanto desde los cuarteles de Kabul como en el Pentágono. En la actualidad, 13.000 soldados estadounidenses permanecen sobre el terreno. El trauma de la Guerra de Vietnam, que ha quedado definida como un “cenagal” entre la opinión pública estadounidense, planea cuando se trata de explicar la invasión de Afganistán, una respuesta rápida a los atentados de Nueva York y Washington de 2001.
La preocupación en las conversaciones privadas por el devenir de la guerra no se ciñen a los militares estadounidenses fallecidos o heridos sino que también se expresan en las declaraciones sobre las enormes cantidades de dinero que tres administraciones, las de George W. Bush, la de Barack Obama y la actual de Donald Trump, ha destinado a un conflicto que se ve como un pozo sin fondo. El propio diario refiere que no hay un cálculo oficial siquiera aproximativo de ese coste económico, que califica no obstante de “pasmoso”. Las estimaciones académicas sitúan la cifra cerca de un billón de dólares (en su léxico numérico 'mil billones').
Corrupción y pago a criminales
“La función más importante de los ‘Papeles de Afganistán’ es confirmar que los funcionarios del gobierno han sido completamente deshonestos con el público sobre los logros y el progreso de los Estados Unidos en Afganistán”, escribe Kolhatkar. Esta periodista destaca uno de los pasajes conocidos esta semana gracias a las investigaciones periodística que habla de los mismos errores “cometidos una y otra vez durante 18 años: planificación al azar, políticas equivocadas, disputas burocráticas. Muchos dijeron que la estrategia general de construcción de la nación [afgana] se vio socavada aún más por la arrogancia, la impaciencia, la ignorancia y la creencia de que el dinero puede arreglar cualquier cosa”.
La libertad duradera, la propaganda para justificar el conflicto, se sustituyó por un sistema clientelar que Estados Unidos solo ha conseguido manejar con la práctica de una corrupción que sitúa a Afganistán en el puesto 143 de 167 en el ranking de democracias que elabora The Economist. Otra de las entrevistas realizadas por el SIGAR refleja el convencimiento de uno de los coroneles destinados en el país, de que se había permitido al presidente Hamid Karzai (en el cargo desde 2001 hasta 2014) crear una “cleptocracia” en el país. Esa corrupción, admiten otras de las fuentes del informe, fue decisiva para que mucha población se enfrentase al Gobierno “favorito” de Washington, pasando a engrosar las filas de la insurgencia talibán, que hoy controla la mitad del país: más que en ningún otro momento de la guerra.
El fracaso, admitido entre bambalinas por los actores principales de la invasión, se extiende a la guerra contra el opio impulsada por Estados Unidos. Actualmente, el cultivo de esta amapola, base para la fabricación de heroína, es el único negocio floreciente del país: el opio afgano copa el 90% del mercado mundial y abastece a Europa occidental, oriental y el continente africano. Las erradicaciones de amapolas sin compensación han sido otro de los motivos para el aumento de las tropas talibán.
“Estados Unidos también ha estado llenando los bolsillos de los señores de la guerra más notorios de Afganistán, que tienen una historia larga y sangrienta que se remonta a la era de la ocupación soviética, cuando la CIA repartió dinero en efectivo para luchar contra su enemigo de la Guerra Fría”, explica Sonali Kolhatkar, que subraya que se ha utilizado dinero de los contribuyentes para financiar a criminales de guerra y asesinos de masas como Abdul Rashid Dostum, de quien los papeles dicen que recibía cien mil euros mensuales para que no causara problemas.
Las entrevistas publicadas confirman que la CIA, el ejército, el Departamento de Estado y otras agencias utilizaron efectivo y contratos lucrativos para ganar la lealtad de los caudillos afganos en la lucha contra Al Qaeda y los talibanes, gente “muy desagradable”, como explica una de las fuentes entrevistadas.
Sin punto y final
18 años después del inicio de la invasión, el Gobierno estadounidense dice tener un plan ambicioso para poner fin a la guerra. El anuncio se ha producido esta misma semana, a raíz de la investigación publicada por Craig Whitlock. Las conversaciones con la autoridad talibán se han reanudado después de que, este verano, Trump decidiera unilateralmente acabar con el diálogo, que tiene lugar en Qatar. El objetivo es terminar las conversaciones para un alto el fuego antes de final de año y que el Gobierno de Ashraf Ghani y los mandatarios talibán se sienten a partir de enero para marcar una hoja de ruta para el futuro del país.
En lo más alto de un conflicto que se ha recrudecido gracias a la capacidad de los talibán de reclutar población descontenta con un régimen adicto a Washington ⎼solo en 2018 se contabilizaron diez mil víctimas civiles⎼ la publicación de los papeles de Afganistán ha anulado la coartada de que Estados Unidos progresa en su guerra más larga. Si la opinión pública de ese país se ha sentido defraudada por el cenagal en el que se ha convertido la guerra, los organismos internacionales de derechos humanos han subrayado la certeza de que todos los actores armados han cometido crímenes de lesa humanidad.
En 2018, se recopilaron 1,7 millones de demandas de la población afgana a la Corte Penal Internacional sobre los crímenes de guerra cometidos “no solo por grupos como los talibanes y el Daesh, sino también las fuerzas de seguridad afganas y afiliadas al gobierno, señores de la guerra, la coalición liderada por Estados Unidos y agencias de espionaje extranjeras y nacionales”.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/afganistan/papeles-washington-post-muestran-mentiras-estados-unidos-guerra