sábado, 30 de mayo de 2020

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Pandemia y pobreza en el Estado español. El hambre

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Pandemia y pobreza en el Estado español. El hambre


Por Kaos. Estado español

La pandemia aumentó la pobreza en el Estado español y está en juego lo más básico: la adquisición de los alimentos.

 Este drama tiene cifras y porcentajes:  Se han incrementado 40%  las entregas que hace el Banco de Alimentos de Madrid, hasta llegar a niveles que ni siquiera se vieron en la crisis del 2008. Alrededor de 200.000 personas que viven en Madrid sobreviven gracias a estas entregas. A finales de 2019, se entregaban productos de alimentación a 130 mil personas. La comida es  distribuida a través de 517 entidades solidarias, mientras otras 40 asociaciones aguardan para recibir su ayuda.

Las imágenes de las largas filas de personas en Madrid, sin alternativa económica esperando –con mascarilla y guardando la distancia social correspondiente– su turno en los bancos de alimentos en barrios o iglesias, para recibir una bolsa de comida gratis, han traspasado las fronteras y han asombrado al mundo. Puede que haya habitantes del estado español sorprendidos, pero la pobreza y la precarización social conviven día a día con nosotros/as. Las mejoras ficticias luego de la crisis del 2008, apenas alcanzan como para tapar huecos de una manera tan efímera que una crisis como la de la pandemia, sume en la miseria a millones de personas, hasta el momento apenas sostenidas por bajos salarios, magras ayudas sociales y empleos precarios.

Pero si bien Madrid es lo más visible y lo más difundido mediáticamente, esto sucede en muchas, por no decir todas, las comunidades autónomas.

Desde Galicia  informan que cuando muchos colectivos aún no se habían recuperado de la crisis económica de 2008, llega una nueva, esta vez relacionada con la pandemia de coronavirus. Antes de que el virus sacudiera las vidas de todos los habitantes del planeta en Galicia estaba el 23 % de su población en riesgo de pobreza y exclusión (según datos de 2018 y teniendo en cuenta el índice Arope), lo que traducido a números, y cada número con nombre y apellidos, eran 622.294 personas en una situación precaria. En esos diez años transcurridos desde el inicio de la crisis en la comunidad gallega tan solo se consiguió recuperar tres puntos porcentuales este índice de pobreza y exclusión, aunque, todo hay que decirlo, la situación era un 3 % mejor que la de la media de España.

El coronavirus, con el cierre de empresas, ERTEs a miles y demás, ha llegado como un “tsunami”, dicen desde la Rede Galega contra a Pobreza, EAPN Galicia. Por ello aún no les ha dado tiempo de “cuantificar” el impacto que tendrá, pero tienen claro que será enorme. Los colectivos que más han sufrido desde 2008, que aún no se había recuperado, serán los que ahora más seguirán acusando el riesgo. Aunque quizá ahora la palabra riesgo se les quede pequeña, y pasan ya, directamente, a estar en pobreza y exclusión social.

Son las mujeres, los jóvenes y los niños los que más sufrirán en la era poscovid-19. Pero también los mayores, personas dependientes o con alguna discapacidad, la infancia y adolescencia, los coelctivos ya vulnerables como las personas sin hogar, los que subsistían en la economía informal, los que solo tenían trabajos precarios, víctimas de violencia de género, inmigrantes, minorías étnicas, familais monoparentales (el 80 % está formado por una mujer que cría sola a uno o más hijos) y, también muy importante enla comunidad gallega, las zonas rurales.

También en Catalunya crece la alarma: «Estamos en la uci social, en el punto máximo de la emergencia, y necesitamos una respuesta urgente de las administraciones… nosotros no podremos aguantar esta situación con nuestros fondos durante mucho tiempo más», sentencia Enric Morist, coordinador de la Cruz Roja en Catalunya, que cada semana atiende a 10.000 familias nuevas en las filas de sus bancos de alimentos. La afirmación la comparten las entidades e incluso los trabajadores de los servicios sociales que se saben «colapsados» ante una emergencia social sin precedentes. Y es que después de la crisis sanitaria del coronavirus, donde las administraciones han desplegado recursos para reforzar un sistema sanitario que flaqueaba por varios flancos, muchos ven cómo el virus de la pobreza y la devastación social se está expandiendo sin ninguna barrera que lo detenga. Una de las causas, apuntan, es la frágil recuperación de la crisis del 2008, que ha vuelto a golpear a miles de personas que empezaban a ver la luz después del túnel. «Necesitamos un plan de choque urgente», clama la Taula del Tercer Sector.

Los precios de los alimentos se disparan

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A nivel general,  para el resto del Estado español los datos son pésimos.  La economía española se encontraba antes de la pandemia en una zona de peligro, debido a las altas tasas de paro, de empleo precario, de riesgo de pobreza y/o exclusión y de abandono educativo temprano. Con el impacto del Covid-19 estos problemas pueden profundizarse hasta llegar a niveles muy graves

En los últimos dos años, la proporción de personas en riesgo de pobreza y/o exclusión social ha disminuido, pero de manera leve e insuficiente, por lo que España sigue estando muy por encima de la media europea, con casi un cuarto de la población afectada. Esta tasa de pobreza es muy alta, especialmente para la infancia y la juventud y tiene mayor peso en las mujeres, debido a la desigualdad salarial y de pensiones que experimentan.

“Se va a incrementar brutalmente la desigualdad” advierte la presidenta de la Rede Galega contra a Pobreza, Eloína Ingerto, explica que la crisis por el coronavirus afecta y afectará más a los colectivos que ya eran más vulnerables. Como en el resto de España, son las mujeres, los jóvenes y los niños. Las entidades de la Rede, aunque no han hecho cálculos todavía, saben con seguridad que “se va a incrementar brutalmente la desigualdad. De hecho, comparamos lo que está pasando con un tsunami”.

“Aún no somos conscientes de lo que va a suponer, del impacto que tendrá”, indica, y llama la atención al hecho de que todas las personas que trabajaban en economía informal “se han quedado sin ningún tipo de ingreso económico y, en muchos casos, sin acceso a ninguna ayuda por la situación administrativa en la que se encuentran”. La recuperación se estaba vinculando al empleo y al “estar en trabajos mucho más temporales, más precarios, en algunos casos sin contrato… ahora se quedan sin trabajo y como estaban viviendo al día… se quedan sin nada”.

Además, señala que en esta crisis aparecerán nuevos colectivos en riesgo, como por ejemplo “las familias que son autónomos los dos, que no tienen ningún ingreso y no les ha llegado todavía ninguna ayuda”; o los jóvenes, que “empiezan a incorporarse al mundo laboral, con primeros contratos, muchos en el ámbito de la hostelería”. La salida dependerá de la capacidad de respuesta y las medidas que se implanten.

Fuentes: Agencias, Página 12, Proceso, INE, Correo Gallego, Alerta gráficos, EP