Muchos
gobiernos electos están subyugados a sus bancos centrales, bajo el
pretexto de que son instituciones independientes, por encima de las
prácticas "inmorales" de los políticos. Por "política" debe entenderse
elecciones y la participación de los pueblos que son los principales
afectados por las decisiones de los políticos y las acciones “políticas”
de estos bancos. Es así como intereses absolutamente minoritarios de la
población rigen la economía mundial y consiguen obligar a las grandes
mayorías a someterse a la dictadura tecnocrática llamada Bancos
Centrales 'independientes'.
La misión de estas instituciones es
transferir, bajo las más diversas formas, masas colosales de riqueza al
"mercado" financiero. Se trata de una expropiación de los recursos
obtenidos por los distintos tipos de ingresos fiscales para
transferirlos al sistema financiero bajo los pretextos más increíbles y
las maneras más inventivas.
Es extraño observar cómo esta
modalidad violenta de capitalismo de Estado se realiza en un ambiente
ideológico dominado por los principios doctrinales del neoliberalismo,
apoyándose siempre en la famosa frase de la Sra. Thatcher de que "no hay
alternativa". Se trata de una expresión de determinismo económico que
se torna incluso ridícula cuando vemos la realidad histórica que tratan
de describir estos pretendidos instrumentos científicos. Ya hemos dicho
en varias ocasiones que este espectacular aparato ideológico se parece
estrechamente al mundo intelectual católico fundado en la escolástica
tomista que dominó por muchos siglos la economía feudal europeo y que
disponía de enormes poderes estatales y religiosos para torturar e
incluso condenar a muerte a los "herejes", representantes de la nueva
onda filosófica y científica liderada por las burguesías en expansión
material y financiera.
Debe quedar claro sin embargo, que el
reino del capital financiero no tiene nada que ver con la fantasía
ideológica "neoliberal" que pretende establecer el equilibrio fiscal,
monetario y cambiario a través del "libre mercado". El mundo nunca ha
vivido desequilibrios tan colosales como en esta nueva fase de dirección
de las finanzas y de las políticas macroeconómicas a través de los
bancos centrales independientes.
Todos sabemos que no existe un
libre mercado en el mundo contemporáneo dominado por monopolios privados
e incluso estatales. Y todos sabemos que desde principios de los años
60 del siglo XX hay un desequilibrio permanente del centro hegemónico de
la economía mundial, los Estados Unidos, que condujo a un déficit
comercial y también financiero que terminaría llevando a ese país a una
crisis colosal y una deuda imposible de ser superada [1].
En
Brasil estas transferencias tienen una forma absurda: el gobierno
brasileño lanzó y todavía lanza en el mercado financiero títulos de
deudas no porque tenga deudas (desde hace más de 20 años que Brasil
tiene superávit fiscal y por lo tanto no tiene deudas en la gestión
primaria de su presupuesto). De hecho, el gobierno brasileño desde los
años 1994 lanza títulos de deuda no para satisfacer las necesidades de
su población y cumplir con los objetivos del Estado. Incluso sabemos que
al definir la función del Estado, no hay ningún teórico de la corriente
neoliberal que incluya entre los deberes del Estado lanzar títulos de
deuda con altas tasas de interés sin tener ninguna deuda derivada de los
llamados "fines" del Estado.
De hecho, la colosal deuda pública
actual de Brasil comenzó en 1994, cuando debíamos 56 mil millones de
dólares y llegó a su punto más alto de más de 800 mil millones de reales
en vísperas de la elección de Lula como presidente de la República. Es
importante resaltar que, de manera más moderada, Lula continuó la
política de altas tasas de interés manteniendo la emisión de títulos de
la deuda federal para pagar intereses de la deuda que fue construida
sobre la nada con el único propósito de transferir recursos a una
minoría que vive de estos intereses inexplicables.
Cabe señalar
que estos enormes recursos públicos que se transfieren al sector privado
o semipúblico no fueron utilizados para ninguna inversión productiva y
sí para la especulación en un mercado financiero cada vez más distante
de la economía productiva y, por tanto, cada vez más cerca de una gran
crisis económica, social y política. Agregamos a estas crisis la
elaboración enfermiza de un discurso capaz de defender esta política
irracional con sus efectos desmoralizantes para el pensamiento social
brasileño.
Se hace necesario por tanto una terrible manipulación
intelectual desde hace mucho tiempo practicada en nuestro país: hacer
deudas públicas y pagar por ellas altas tasas de interés por razones
macro económicas y no pagar deudas públicas inexistentes. Otros estados
nacionales escondieron sus objetivos de servir al capital financiero (es
decir, el 1% que posee más del 50% de la riqueza mundial). Por ejemplo,
Estados Unidos transfirió el equivalente a la mitad de su PIB a sus
bancos y agentes financieros durante la crisis de 2008, bajo el pretexto
de que era necesario ayudar a los clientes de estos bancos afectados
por la especulación y la crisis financiera y, sobre todo que era
necesario para salvar las agencias financieras afectadas por la crisis
porque eran demasiado grandes como para permitirse que entren en
quiebra. Las consecuencias de estas quiebras afectarían a todos...
En Brasil se inventaron dos excusas vergonzosas para enriquecer a
nuestro 1% de la población y por tanto los dueños de nuestro país,
siendo gran parte de ellos empresas subsidiarias de capitales de
propiedad de corporaciones transnacionales del centro del sistema
mundial. Veamos la situación generada en los últimos 20 años como
resultado de estas políticas indefendibles:
1) Cuando estábamos
con los dólares excedentes durante la primera década de los años 2000,
debido al enorme aumento de nuestras exportaciones, se consideró
conveniente favorecer más entrada de dinero al país atrayendo capitales
del exterior con altas tasas de interés pagadas por el Estado brasileño.
2) Cuando se redujo la tasa de interés pagada por el Estado a
alrededor del 6% en los años 2010-2012, se inventó una amenaza de
aumento de la tasa de interés de Estados Unidos que nunca ocurrió. De
acuerdo con estas "predicciones" sería el fin de la entrada de capitales
internacionales en Brasil y, por tanto, deberíamos sin falta "elevar
las tasas de interés"... con lo cual el pueblo brasileño dejaba
transferir cerca del 50% del "gasto público" a este sector reducido de
la población.
Recordemos que a pesar del título de "inversión
directa" se trataba de capitales financieros en busca de nuestros
excedentes financieros, especialmente expresados en nuestras
elevadísimas reservas de divisas que –asómbrese lector- están en manos
del mismo Banco Central que las aplica en inversiones financieras
injustificables (como la compra de los desvalorizados títulos emitidos
por Estados Unidos y por los cuales paga cero interés desde 2008) o sino
se utiliza nuestras reservas en el mercado de divisas para mantener
nuestra moneda con alto valor frente al dólar, en lugar de colocarlas al
servicio de inversiones realmente productivas y necesarias. Esta
institución monstruosa empujó al país a un falso déficit fiscal, que
debe ser cubierto con el ajuste fiscal para reducir el gasto público
destinado a satisfacer las necesidades de nuestra población aumentando
de manera completamente artificial nuestras deudas y exigiendo más
recortes de gastos públicos para aumentar el déficit público. E incluso
consideran como un despilfarro absurdo a la "responsabilidad fiscal".
Por lo tanto, la presidenta Dilma Rousseff, dirigía un país de alto
éxito económico (y financiero!) con un crecimiento del PIB de más del 7%
anual, un poderoso superávit comercial internacional, unas reservas en
crecimiento, una capacidad envidiable de atracción de capitales del
exterior, un aumento del empleo y la reducción del desempleo, un
programa de gasto público de alta calidad a pesar de todas las críticas
que se podía hacer y finalmente a través de unas políticas sociales que
pasaron a ser imitadas en todo el mundo. En ese momento el gobierno de
la presidenta Dilma alcanzó más del 60% de aprobación en 2012.
¿Cómo es posible que la presidenta Dilma haya dado crédito a los
"economistas" del Banco Central y pase a abandonar su programa
extraordinariamente exitoso? ¿Cómo puede ser que acepte las ideas
absurdas de los directores del Banco Central, reunidos bajo el nombre de
COPOM, e inicie una política recesiva a partir del aumento de la tasa
de interés con el único objetivo de contener una inflación, que en
realidad era relativamente baja?
Peor aún, ¿cómo puede nuestra
querida luchadora y estudiosa de la economía heterodoxa con influencia
marxista creer que este es el camino correcto para contener una
inflación que todavía era baja y que "amenazaba" explotar, según estos
economistas "geniales"? Explosión esta que sólo existía en la cabeza de
los seis directores del Banco Central. No hubo un solo estudio económico
para probar esto. No hubo un solo modelo teórico que probara esta
previsión interesada y desastrosa...
Esta es la gran pregunta.
Lean detenidamente el artículo del Premio Nobel más respetado en el
mundo actual - Joseph Stiglitz [2]. No se trata de un radical
izquierdista y sí de un analista social, político y económico de gran
calidad que no se dejó llevar por raciocinios primarios sin ningún
fundamento empírico.
En un artículo reciente sobre la crisis
mundial reitera que el "pensamiento" económico que sustenta estas
políticas de falso rigor fiscal es de hecho un instrumento directo del
capital financiero. Los partidarios de esta política, a la cual se
convirtió Dilma y gran parte de la izquierda brasileña,
inexplicablemente, pues estoy seguro de que al menos la presidenta Dilma
no razona en función de intereses personales, sino por los intereses
del país. Los pueblos de todo el mundo sufren de los resultados de esta
opción. Los pueblos de todos los países del mundo votan sistemáticamente
contra los llamados "ajustes fiscales" que son un ajuste del gasto
público para crear "excedentes" fiscales para pagar las deudas que el
sistema financiero consigue crear en todo el mundo.
Los
pretextos utilizados por el pensamiento neoliberal no son válidos. Sin
embargo, incluso los papas del neoliberalismo en mundo entero nunca se
atrevieron a poner en el cadalso un país como Brasil que desde hace
veinte años mantiene el superávit fiscal y cuenta con cerca de $ 400 mil
millones de dólares de reservas. Los discutibles evaluadores de la
"salud" económica de los países, a pesar de sus errores tremendos de
predicción y evidente asistencia a los especuladores en general, no se
atrevieron a bajar el estatus de Brasil al punto de excluirlo de los
centros más saludables del mundo para recibir capital.
Sin
embargo, el gobierno respaldado por las fuerzas populares del país
entrega el poder a un contador sin ninguna obra científica que pueda
justificar su "prestigio" y que trata de imponer el recorte de gran
parte de las medidas económicas de contenido social para establecer una
política macro económica inexplicable.
Ningún razonamiento
económico razonable, ningún estudio empírico serio, ningún estudio de
caso capaz de probar la relación absurda entre los aumentos
desproporcionados en las tasas de interés y contención de la inflación,
ninguna teoría o incluso un articulito en alguna revista con
calificación alta, como es la moda en nuestros círculos académicos
actuales, se presentó para el debate con el pueblo brasileño que
justifique la transferencia de alrededor de 1 billón de reales en pago
de intereses al privilegiadísimo 1% del pueblo brasileño. En fin,
ninguna explicación capaz de fundamentar esta política que es rechazada
radicalmente por más del 70% de la población... que dejó de apoyar a
Dilma para convertirse en masa de maniobra de intereses golpistas en el
país.
Stiglitz se acerca cada vez más a los análisis que nos
conducen a las políticas económicas contrarias a la trayectoria seguida
de repente por el actual gobierno, elegido para mantener su política
anterior – esto es, antes del suicidio del regreso a las altas tasas de
interés para beneficio del capital financiero. Él esperaba que se las
perfeccione, nunca que se las abandone. Nadie imaginaba que, en lugar de
continuar con la política aprobada por la abrumadora mayoría de la
población, el segundo gobierno de nuestra compañera de muchas luchas
adoptaría la política económica de la oposición brasileña.
Se
trata inclusive de la sumisión a los economistas del Partido de la
Social Democracia Brasileña (PSDB), que dejaron el gobierno en 2002 con
una tasa de inflación del 13%, una deuda externa de 35 mil millones de
dólares, una deuda pública de más de 800 mil millones de reales, un
crecimiento cero del PIB, una concentración del ingreso colosal, etc.,
etc. Es hora de pensar bien en quien creemos. El pueblo brasileño, como
todos los pueblos del mundo, ya tomó su decisión. Hay un levantamiento
mundial contra las políticas neoliberales y sus "ajustes fiscales" que
retiran recursos de nuestro pueblo para entregarlos bajo diferentes
disfraces a los dueños del sistema financiero mundial...
Si no creen en el rigor de estos análisis, esperemos para ver la explosión mundial que se está configurando...
Theotonio Dos Santos recibió el Premio Mundial Economista Marxista de
2013 de la Asociación Mundial de Economía Política - World Association
for Political Economy (WAPE).
Traducción: ALAI
Notas
[1]
En la reciente reedición de mi libro sobre “A Teoria da Dependencia:
Balanço e Perspectivas”, Editora Insular, Florianópolis, 2015,
reproducimos un texto de 1975 donde reafirmaba mis análisis de la
economía mundial que preveía una nueva división internacional del
trabajo en la que se profundizaría la crisis del centro hegemónico de la
economía mundial establecido fuertemente al final de la II Guerra
Mundial. Se trata de la introducción a mi libro “Imperialismo e
Dependencia”, cuya última edición en español fue publicada por la
Biblioteca Ayacucho y el Banco Central de Venezuela, Caracas, 2011. Se
puede acceder y descargar el libro gratuitamente.
http://theotoniodossantos.blogspot.com/p/livros-e-artigos-para-download.html
Fuente:
http://www.alainet.org/es/articulo/172552