La
clase política israelí destaca, no sólo por la férrea defensa del
sionismo, el mantener la ocupación de Palestina e incluso anexar dichos
territorios, la enemistad contra sus vecinos y la alianza tejida con
Washington, para servir de punta de lanza de los intereses de ese
régimen y sus socios occidentales en Oriente Medio.
Sobresale
también por una visión del mundo rayana en el delirio. Uno de esos
trastornados, es Avigdor Lieberman, ministro de asuntos militares. Un
político de origen moldavo que reside en el asentamiento de Nokdim —al
sur de Bethlehem— en la Cisjordania ocupada y que sobresale por sus
llamados a asesinar a todo aquel que combata al régimen ocupante israelí
bajo la acusación de ser terroristas. Este ex portero de una discoteca
en su ciudad natal de Chisináu, aspirante a poeta, perito hidraulico;
suele aparecer en los medios de comunicación con declaraciones
polémicas, violentas, descalificadoras, pero también surrealistas, que
van desde la ofensa a todo aquel que no mire el mundo como lo ve un
sionista, las amenazas de muerte al pueblo palestino o simplemente
asignar la culpa de la actual situación de su sociedad a Moisés.
Lieberman aspira a un barrio europeo
¡Sí! Para este político considerado dentro del top five de los
ministros más extremistas del gabinete de Benjamin Netanyahu, uno de los
más importantes profetas de las tres principales religiones monoteístas
como es Moisés, resulta ser el culpable de los actuales “males” que
aquejan a Israel. Efectivamente el día 3 de mayo del 2018 Lieberman
expresó lo que suele sostener, en forma crónica, un representante de
una ideología y un pueblo que se ha tragado el cuento de considerarse
“elegido” y superior a otros pueblos. Avigdor Lieberman sostuvo, en una
entrevista ante el medio ruso
Kommensant, que la
responsabilidad del poco éxito de la entidad sionista en sus relaciones
vecinales era producto de su situación geográfica y en ese plano había
que asignarle entonces, la culpa de todo lo que tal condición conlleva,
al profeta Moisés. Lieberman apunta, lea bien, al error estratégico que
habría cometido Mosiés al haber llevado al pueblo judío desde Egipto a
Palestina, en lugar de haber tomado la ruta norte y haber dirigido su
paso a las fronteras de la actual Italia y Suiza.
Lieberman desea tener vecinos occidentales, tal vez porque añora una
cercanía geográfica la Europa Oriental y las tierras del kaganato
Jázaro, origen de aquellos que ocupan hoy la Palestina histórica y
pretenden hacerle creer al mundo que tienen una génesis semita.
Lieberman, como aquellos racistas que desprecian a quienes son
diferentes, declara que Oriente Medio no sólo es un error estratégico,
sino que es una tierra que no los merece. Ahora bien, en estricto rigor
Lieberman estaría cometiendo una herejía, que merecería la condena del
Consejo Rabínico, pues al asignar la responsabilidad de llegar a
Palestina y no a Suiza a un error estratégico de Moisés lo que está
diciendo de fondo es que el autor de este traspié mayúsculo fue su dios
Jehová y las indicaciones geográficas erróneas, que le habría dado a
este profeta.
Para Lieberman el exculpar a Israel y el sionismo de las decisiones
tomadas y responsabilizar de todo a un Profeta raya en una patología
delirante. Implica no asumir la responsabilidad ante los crímenes
cometidos contra el pueblo palestino, la destrucción de aldeas y
cultivos, la demolición de viviendas. La construcción de un muro de
segregación, la instalación de un sistema de apartheid, el asesinato
selectivo, la represión a toda manifestación palestina por su
autodeterminación. La construcción de asentamientos en territorio
ocupado instalando allí a colonos judíos extremistas traídos de diversas
partes del mundo. Ello representa una cobardía en grado sumo pues
reivindica mitos que avalan una política de ocupación.
“No escogimos a nuestros vecinos, pero en general, no tenemos ninguna
suerte con ellos. Creo que el error estratégico de Moisés fue el haber
guiado a los israelíes —descendientes del profeta Jacob— hacia Oriente
Medio y no a las fronteras de Italia y Suiza”. Las palabras de Liberman
si Moisés no hubiera cometido tal “error estratégico” hubiesen generado,
posiblemente, una situación de alivio en Oriente Medio. Esto, pues no
sería realidad la presencia de una entidad, que desde el comienzo del
proceso de colonización de Palestina, desde fines del siglo XIX hasta el
año 1948 cuando se instaura el régimen sionista y desde ese año hasta
nuestros días, no ha hecho otra cosa que generar inestabilidad, muerte y
dolor en tierras del Levante Mediterráneo.
En la política ficción surge la interrogante ¿Cuál habría sido la
opinión de italianos y suizos ante la posibilidad de haber tenido el
sionismo en el límite de sus fronteras. Tal vez, como latinos y
germanos (base racial de estos países europeos) tampoco son parte del
“pueblo elegido” encontraríamos un ambiente cargado de racismo,
segregación, construcción de un muro paralelo a los Alpes e incluso la
posibilidad de ocupar tierras que tendrían el sello mítico de “tierras
prometidas”. Pues, todo vale para ese objetivo ilusorio que se ha
vendido al mundo de “un pueblo sin tierra”. Anhelando, hipotéticamente
por cierto, un territorio que abarcara desde el Lago Constanza hasta
Lampedusa quedando por resolver qué país debería haber sido parte de un
proceso de partición mediante una resolución de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU) tras la Segunda Guerra Mundial que les permitiera
tener fronteras con Italia y Suiza: ¿Austria, Francia, Alemania?
En el delirio de Lieberman no resultaría extraño que el día de mañana
nombre a Charles Darwin y su responsabilidad en no haber dado una
buena opinión sobre la Patagonia para haber trasladado allí a los
colonos judíos europeos, que en lugar de instalarse en tierras australes
e incluso en Uganda – ambas zonas tomadas en consideración por la
Organización Sionista Mundial a fines del Siglo XIX en su Primer
Congreso Mundial Sionista celebrado en Basilea, Suiza- y
posteriormente la Declaración Balfour, para generar un proceso de
colonización – terminaron viajando en oleadas invasoras a Palestina, con
todo el resultado que tal política colonial ha generado.
En un artículo anterior sostuve que “resulta indiscutible, por más
que la hasbara (propaganda sionista) lo presente como un documento
jurídico, que Gran Bretaña y la Declaración Balfour no tenía autoridad
política, legal ni moral para hacer promesas de entrega o compartir
objetivos coloniales de una ideología que no conocía Palestina más que
por mapas, como lo demuestra el hecho que las discusiones para encontrar
“un hogar nacional judío” dividían las opciones entre la Patagonia
sudamericana, Uganda y el levante mediterráneo. Cuestión que obligó a
los ideólogos del sionismo a buscar las razones, líneas centrales y ejes
discursivos que le permitieran sostener con algo de solidez que
Palestina era el destino final”.
El Lobo con piel de cordero
Para el sionismo y la cobardía esencial que compone esta ideología,
son los otros los culpables de las conductas llevadas a cabo para
defender la usurpación de tierras y su política colonialista, racista y
criminal. Si hay muertos en la Franja de Gaza es porque los
manifestantes palestinos se acercaron a la frontera artificial
construida por el ocupante sionista. Disparan a matar porque piedras y
gritos pueden afectar la seguridad de soldados armados hasta los dientes
y dotados de armas, tanques, drones, aviones y un bloqueo total contra
el pueblo gazetí. Si construyen un Muro de segregación, su hasbara los
denomina “valla de seguridad” construido más allá de la línea verde
establecida el año 1967, atravesando aldeas, pueblos y campos de cultivo
palestinos, aislando familias, robando palmo a palmo las tierras de
palestina. Sometiéndolos al abuso permanente, al tratamiento como
animales, a la violación diaria de sus derechos como seres humanos.
Las declaraciones de Lieberman, generalmente extremistas y salidas de
tono son la muestra elocuente de lo peligroso que es el sionismo y
sobre todo el gabinete de Benjamin Netanyahu, que ha reunido en el seno
de su gobierno a lo más granado del extremismo. A Lieberman hay que
sumar a Ayelet Shaked, ministra israelí de asuntos judiciales y que se
destaca por sus llamados a asesinar a los hijos de las mujeres
palestinas, en apologías criminales, que suele generar elogios en una
sociedad mayoritariamente perversa “Detrás de cada terrorista hay
decenas de hombres y mujeres sin los cuales no podría atentar. Ahora
todos son combatientes enemigos, y su sangre caerá sobre sus cabezas.
Incluso las madres de los mártires, que los envían al infierno con
flores y besos. Nada sería más justo que siguieran sus pasos” sobre las
mujeres palestinas, esta mujer sionista declaró "Deberían desaparecer
junto a sus hogares, donde han criado a estas serpientes. De lo
contrario, criarán más pequeñas serpientes".
O personajes peculiares como el ministro de energía, Yuval Steinizt,
que fuera de cualquier ámbito de sus competencias amenaza con asesinar
al presidente Sirio, Bashar al-Asad y poner fin al gobierno de ese país
si este no pone fin a sus relaciones con Irán. Resulta extraño, en el
resto del planeta leer este tipo de declaraciones de personajes que
deberían estar inmersos en realizar una buena labor dentro del ámbito
tecnócrata, en lugar de hacer llamado al magnicidios pero…la culpa
parece estar más allá de ellos. Tal vez el mismo Moisés o surja algún
otro Profeta al ruedo.
Sumemos al ministro de educación Naftali Bennett quien como
comandante del ejército israelí orientó el bombardeo, en abril del año
1996, en el marco de la operación militar “Uvas de la ira” de un Campo
de refugiados en el sur de El Líbano a cargo de la ONU y que generó
cientos de víctimas: La denominada Masacre de Qana. Bennett es
considerado uno de los ministros más extremistas en el gabinete de los
lobos sionistas. “Yo quiero una paz derechista que no se
consiga mediante concesiones territoriales sino quiero una paz que se
consiga mediante la fuerza” son ideas frecuentes en sus alocuciones. Del
mismo modo ha reiterado su apoyo a las políticas de Israel y alabado la
construcción de más asentamientos en los territorios palestinos
ocupados. Haciendo llamados, igualmente, a la eliminación física de
cualquier palestino que se exprese contra esta ocupación. “Nuestra
estrategia contra la escalada de violencia en Cisjordania y Al-Quds
(Jerusalén) se asienta en dos pilares fundamentales: primero, matar a
los atacantes palestinos y, segundo, destruir sus viviendas", declaró
Bennett en una entrevista concedida a la televisión israelí
Cada declaración de estos políticos sionistas, con diarias, crónicas y
violentas exaltaciones efectuadas en torno a su política en Oriente
Medio, demuestran que el delirio, la perversidad y los llamados
enloquecidos para asesinar al pueblo palestino, desestabilizar gobiernos
vecinos, usurpar todo lo que se pueda en aras de sus mitos
fundacionales, no tiene nada que ver con errores estratégicos asignados a
un profeta. Son lisa y llanamente el ideario político, ideológico y
conductual de un régimen genocida.
Sus aparentes llamados al respeto al derecho internacional o derramar
lágrimas cuando alguien se atreve a cuestionar los hechos de la Segunda
Guerra Mundial como sucedió con el presidente palestino, que finalmente
tuvo que disculparse, muestra a un régimen de lobos vestidos con piel
de cordero y no precisamente camino al sacrificio. No puede haber
disculpas con quien se ha convertido en el victimario del pueblo
palestino. Las disculpas, la reparación ante tanto crimen, el abandono
de las tierras usurpadas, deben venir desde aquellos que se han
convertido en una de las entidades más criminales de la historia de la
humanidad, comparable al nacionalsocialismo. Más aún cuando este próximo
14 de mayo se conmemora la Nakba (Catástrofe) que desencadenó un
proceso de crímenes, violencia, usurpación y violación de los derechos
humanos de millones de palestinos.
Debemos tener muy presente, respecto al sionismo, que no se trata de
haber efectuado una travesía conquistadora de la mano del Profeta
Moisés, a un hipotético territorio que limitara con la actual Suiza e
Italia. E incluso haber pensado en trasladar sus bártulos a Uganda o la
Patagonia, es simplemente una ideología criminal que busca argumentos,
excusas, apoyos y alianza para seguir usurpando territorios, sometiendo a
la población palestina, agrediendo a Siria, El Líbano y servir a los
intereses hegemónicos de sus aliados occidentales, signados por el lobby
sionista allí donde su nefasta influencia se deja sentir.
Pablo Jofré Leal