Por un lado tenemos operadores políticos tales como el grupo ad-hoc
“Friends of Syria”, y, por el otro, dos personalidades árabes, ambos ministros de dos emiratos del Golfo.
El primer grupo incluye la los dirigentes de la OTAN, con un apenas
disfrazado plan de Israel concebido por gente como Bernard Henry Lévy.
Más que amigos de Siria, estos personajes están claramente trabajando
para asegurar sus propios intereses financieros, dentro, fuera y a
través de Siria. Los dos políticos árabes son los ministros de
Exteriores de Arabia saudí y Qatar. Han declarado que las fuerzas que
actúan violentamente contra el Estado sirio debieran ser armadas y
financiadas. En pocas palabras, las reuniones de los denominados
“Friends of Syria” son probablemente una
“moderna” versión de aquellos encuentros dirigidos por el virrey Lord Curzon quien, en 1903, se dirigió a los
“jefes de la Costa Árabe” a bordo del
“HMS Argonaut” en Sarjah (Emiratos Árabes Unidos).
Los qataríes y los saudíes dan apoyo financiero a los
“rebeldes”
para armas, pagos a mercenarios y soldados y organización logística de
los ataques en Siria. Todo ello añadido a su apoyo con
telecomunicaciones, tácticas de combate y asesoramiento militar
estratégico. Nada sorprendentemente, los consejeros militares
occidentales, que operan para los grupos tras las bambalinas, no figuran
en ningún medio. Los Estados vecinos también proporcionan ayuda
geográfica a los grupos armados, con Jordania proporcionando el paso de
mercenarios desde Libia, y Turquía actuando como la base militar del
norte para las operaciones.
Turquía se ve comprometida por su deseo de alinearse con la línea
saudita-suní, respaldada por la OTAN, y por su temor a que una Siria
desmembrada llevaría a promover la autonomía kurda. En su visión, esto
podría suponer la unión de los kurdos con los kurdos sirios e iraquíes y
llevar a Turquía a una guerra civil y a la posible separación del
Kurdistán de Turquía y a la creación de un Estado kurdo.
El sueño hegemónico de Israel
Por su parte, Israel ha planificado durante décadas, como parte de su
estrategia para dominar el Oriente Medio y el Mediterráneo, debilitar
Siria a fin de continuar su ocupación de los Altos del Golán, y
controlar recursos hídricos. Esencialmente, Israel quiere ser la
principal potencia económica y militar en la región y, efectivamente,
del debilitamiento de Siria bien puede surgir como el principal ganador,
aunque solo sea a corto plazo.
Mediante sus orquestadas campañas en medios durante décadas a su
propio público, Israel ha construido un concepto de Siria como si fuera
la mayor amenaza a su existencia en el mundo árabe. Razonablemente, el
vacío gubernamental que pueda crearse en Siria puede ser llenado por
grupos similares a Al-Qaeda, proporcionando suficiente justificación a
las acciones de Israel (contra Siria, contra Irán) y apoyaría la idea de
un conflicto entre un civilizado y democrático Israel y los salvajes
islamistas.
Pese a las amplias diferencias entre Siria y Libia, el destino de la
primera pudiera ser similar al libio en términos de intervenciones
extranjeras directas, si Rusia y China no se opusieran firmemente a
tales acciones en la Naciones Unidas, en donde se ha dado una
cooperación consistente entre las dos. Pese a los orígenes de las
relaciones chino-soviéticas se remontan a los días de la Revolución
Socialista de 1917, parece que, incluso dos décadas después del
desmantelamiento del bloque del Este, la Federación Rusa y la República
de China están siguiendo, más que nunca, lo que Mao aconsejó en su
discurso
“Como ser un auténtico revolucionario”, el 23 de junio de 1950. En el mismo, Mao decía que en la esfera internacional
“debemos unirnos firmemente con la Unión Soviética”
(Obras Escogidas, Volumen V, página 39). La ideología compartida, la
visión mundial, los intereses económicos y los intereses en el campo
energético han unido a Rusia y China más aún respecto al conflicto
sirio.
Qatar quiere desplazar a Rusia de los mercados petroleros
La producción mundial de petróleo está encabezada por Arabia saudí
con Rusia en segundo lugar, Estados Unidos en tercero, seguidos de Irán y
de China. En términos de reserva, encontramos que los primeros diez
Estados son Venezuela, Arabia saudí, Canadá, Irán, Irak, Kuwait,
Emiratos Árabes Unidos, Rusia, Kazajstán y Libia. Rusia es el mayor
productor de gas en el mundo, del que depende Europa. En producción
mundial de gas, si excluimos Estados Unidos y Canadá debido a su
distancia geográfica, Irán está en segundo lugar y Qatar el tercero. Por
reservas Rusia es el número uno, con Irán y Qatar en cuarto lugar y
Arabia saudí en sexto. Con la vecina Arabia como uno de los diez
primeros productores de gas en el mundo, está clara la causa de que los
intereses exportadores de Qatar y Arabia sean especialmente importantes,
y estas listas debieran darnos una idea clara de las alianzas que han
formado respecto al conflicto sirio.
Arabia saudí y Qatar (que, en diferentes circunstancias, hubieran
sido un único Estado y aún pueden experimentar una reorganización
geográfica) son sunnís, y ambos tienen intereses económicos. La
codiciosa búsqueda de Qatar de contratos para el gas libio y suministros
de petróleo explican su acuerdo con la OTAN para atacar Libia, su
participación simbólica en los ataques aéreos y su apoyo a los rebeldes
para establecer una presencia en los medios.
La meta de Qatar es exportar su gas a Europa, competir con los rusos y
ganar importantes detalles políticos. Para que la exportación del gas
qatarí a Europa sea factible y competitiva, debe existir un gaseoducto a
través de Siria. Como veterano aliado de Rusia y con los precedentes de
numerosos acuerdos que se remontan a la era de la URSS, es improbable
que Siria que nada amenace la desestabilización de los intereses rusos
en su último bastión estratégico en el mundo árabe. Esa es la principal
razón por la que Qatar y Arabia saudí están apoyando la lucha de la
oposición para derribar el gobierno sirio.
Siria se convierte rápidamente en una caja de Pandora, de la que
regresan todas las crisis históricas de los últimos 120 años. Comienzan
con la guerra ruso-turca de 1877-1888, la guerra ruso-japonesa de 1904,
la Primera y la Segunda guerra mundial y la Guerra Fría. Normalmente,
para que una superpotencia surja se tarda 2 ó 3 décadas. A Estados
Unidos les llevó casi 25 años surgir como superpotencia, desde 1890
hasta el final de la Primera Guerra mundial. Tras la muerte de Lenin en
1924, la URSS era el enfermo de Europa. En 1945, tras la Segunda Guerra
mundial y bajo Stalin, emergió como superpotencia. Tras Gorbachov, Rusia
cesó de serlo y aparentemente la Guerra Fría terminó. En solo dos
décadas, Putin ha puesto fin al sistema unipolar y un nuevo mundo
bipolar está surgiendo, como si la Guerra Fría nunca hubiera terminado.
Un detenido examen del sistema político sirio revela que Bashar
Al-Assad es, efectivamente, un reformista. Sin embargo en Siria, como en
cualquier otro Estado, hay facciones inmersas en luchas de poder y
estas y los necesarios procesos de socialización tardarán algún tiempo
en mostrar sus resultados. Como Assad dijo, mientras firmar una nueva
ley solo lleva un par de minutos, cuesta mucho más tiempo educar a la
gente en la absorción y la participación en llevar a cabo los nuevos
valores que las leyes albergan. Las descripciones de estas nuevas normas
por parte de las élites dirigentes occidentales como si fueran algo que
nace de los árboles es un acto definitivamente inmoral y falto de
utilidad.
Siria era el último Estado árabe secular, socialmente cohesionado y basado en una total ideología secular.
Pese a su entorno geopolítico volátil (Líbano, Turquía, Israel,
Jordania e Irak), los ciudadanos sirios vivían de forma segura bajo su
secularismo árabe. Siria incluye un especial tipo de pluralismo y
multiculturalismo, combinado con una tolerancia religiosa y una
existencia pluralista. Esto se demuestra por la coexistencia de una
iglesia, una mezquita, un bar y la coexistencia igual de mujeres con o
sin velo. De hecho, el proceso de reformas comenzado en Siria es más
avanzado que cualquier otro proceso que haya tenido lugar en un país
árabe. Incluye la eliminación de leyes de emergencia, implementación de
leyes sobre partidos, elecciones, medios y la aprobación de una nueva
Constitución que incluye la eliminación del artículo sobre el poder
único del partido Baaz. Tales reformas son parte de de un auténtico
proceso político que llevará tiempo. Sin embargo,
este proceso de
reformas ha sido total e intencionadamente saboteado por fuerzas que
incluyen gobiernos occidentales actuando contra el Estado sirio. En
las últimas décadas, y especialmente desde el 11-S, Occidente ha estado
difundiendo la idea de que el terrorismo islamista amenaza su estilo de
vida secular. Sin embargo, los sunníes, técnicamente la mayoría
religiosa en Siria, contienen amplios segmentos que no son menos
seculares que cualquier otra sociedad occidental.
De esta forma, pese al evidente derecho de los sirios a defender su forma de vida secular,
el propósito del Oeste es desmantelar el Estado sirio,
alterar la estructura de poder, y crear nuevas entidades demográficas
tales como una confederación de los kurdos sirios e iraquíes, que en el
momento actual es la pesadilla de Turquía. Otras áreas específicas
podrían quedar despobladas, que serviría, como se ha hecho con los
drusos, para repoblarlas con cristianos sirios y tal vez cristianos del
Líbano. Otros cristianos podrían abandonar el Levante, igualmente. Los
alauitas podrían disponer de otro Estado, ligado tal vez con Irán.
El plan consiste en destruir el moderno estado árabe de Siria, que
surgió tras la Primera Guerra mundial y en la década de los 40, y, en
donde sea posible, establecer nuevos Estados religiosos (similares al
Estado judío de Israel). De esta forma, el poder árabe y, junto con él,
la ideología panarabista de Michel Aflaq y Antun Sa’ade (ambos
cristianos árabes) y de Nasser en Egipto, desaparecería. Este proceso
comenzó cuando, en el Egipto bajo Sadat de 1978 y 1979, se firmó el
tratado de paz con Israel, continuado por la destrucción del Líbano en
1982, la segunda intifada en 1987 y el asedio económico a Irak en 2003.
Fue seguido de la toma del petróleo y gas de Libia en 2011. Por tanto,
en orden a mantener la hegemonía de “US-Rael”,
Occidente necesita
alinear a los Estados a lo largo de líneas sectarias (sunníes contra
chiítas) en vez de estar alineados sobre el panarabismo. Este proceso fue potenciado tras la ocupación de Irak y el derrumbamiento del partido Baaz.
En la práctica, lo que ahora está sucediendo en el mundo árabe es una
“rectificación”
del acuerdo Sykes-Picot de 1916, cuando las principales potencias
coloniales, Gran Bretaña y Francia delimitaron las fronteras de los
actuales estados árabes e instalaron sus propios agentes árabes. Estos
planes neocoloniales en marcha incluyen medidas para constituir uno o
más partidos árabes que luchen contra el régimen sirio y mantener esa
lucha hasta la desmembración y fractura en dos o tres Estados, basados
en criterios sectarios. Y de esa forma las élites coloniales pueden
seguir apoderándose de riquezas porque, después de todo, la mentalidad
imperial no ha cambiado en nada.
Los agentes del imperialismo sobre el terreno
Dado que las potencias occidentales no pueden conseguir esto por sí
solas, necesitan agentes tales como Qatar en Libia y Arabia saudí, Qatar
y otros en Siria. Estos agentes son las interesadas y antidemocráticas
monarquías sunníes, que instrumentalizan el islam sunni para apoyar el
fanatismo contra otros árabes, otros musulmanes y no musulmanes
(cristianos, árabes, chiítas y drusos). Estos árabes con acceso a la
élite económica global (por ejemplo, la familia real saudí y los
qataríes con otras élites europeas y norteamericanas) son, con
diferencia, las élites dirigentes en el Golfo de Arabia o bien sus
protegidos. Ellos son los que introducen cuñas entre las diversas
fracciones y magnifican y utilizan la jugada de la carta sunní con los
sunníes turcos no árabes contra Siria. No es ninguna sorpresa que
estuvieran confabulados con las potencias occidentales al servicio de
Israel. De otra manera sería evidentemente difícil explicar que el
régimen más autoritario del mundo Arabia saudí, esté actuando contra
Siria intentando dar lecciones de democracia, algo en lo que Arabia
saudí no está muy ducha.
Las campañas negativas y orientalistas contra Siria del pasado año
[2011] con el respaldo financiero de algunos países del Golfo han
oscurecido de forma consciente elementos definitorios, como su
secularismo, algo con lo que las sociedades occidentales se sienten
identificadas de forma natural. La importancia de la ideología
ampliamente secular del Partido Baaz, que garantizaba como mínimo las
libertades privadas, se ha mantenido oculta. A ello hay que añadir el
hecho de que por ejemplo Daoud Rajhah, el ministro sirio de Defensa
asesinado, era cristiano, como lo era el Dr. Nabil Zughaib, el
recientemente asesinado, junto a su familia, director del programa sirio
de misiles.
Los anteriores ejemplos de ocultación de hechos son razonablemente debidos a la alianza de Siria con Rusia, que es el lado
“malo”.
Esta relación entre Siria y Rusia lleva en curso cinco décadas. Además,
Siria es la franja suave (alauíta/chiítas/seculares) entre los
objetivos de la OTAN, el chiíta Irán y el chiíta Hezbollah en el Líbano.
Mientras a los ojos cortoplacistas de Israel, el principal obstáculo
para su dominación es Irán (así como Hezbollah, Siria, y anteriormente
Hamas) Siria es ahora, por tanto, el objetivo. Por tanto, está siendo
castigada, así que la totalidad de ese metafórico conjunto pudiera ser
la disolución.
El papel de Hamas
¿Pero cuál es aquí lo relevante de Hamas? Hasta que ganaron
democráticamente las elecciones de 2006 (casi dos años después del
asesinato de Yaser Arafat), y un año más tarde organizara un golpe
contra la Autoridad Palestina controlada por Fatah en la franja de Gaza,
Hamas era un movimiento de resistencia apoyado por Irán, Damasco y
Hezbollah. Si Irán es la
“cabeza” metafórica y Hezbollah y Hamas las dos piernas, Siria ha sido el
“vientre”, o el
“corazón” y los
“pulmones” de
este cuerpo de resistencia. Pero desde que dirige la Franja de Gaza, ha
cesado de ser un movimiento de resistencia y se ha institucionalizado.
Aquí, Israel (y Sharon en particular) tuvieron una victoria táctica. Sin
apenas coste, Israel se retiró de la Franja de Gaza, manteniéndola bajo
asedio, atacándola a voluntad y dando las llaves a los prisioneros
(Hamas) de la mayor prisión al aire libre de la tierra. Y todo esto
sucedía sin que Hamas se diera cuenta de lo que estaba pasando. Tal vez
algún pensamiento de que el nombre se endulzaría y, en vez de presión,
pudiera ser
“emirsón” (emirato/prisión).
En la primera mitad de 2012, los dirigentes de Hamas dejaron Damasco,
en donde estaban sus cuarteles generales, y actualmente se mantienen
discretos, evitando apoyar al gobierno sirio, un gobierno que los ha
estado apoyando durante más de dos décadas. Con la victoria de los
Hermanos Musulmanes en Túnez y Egipto, y su ascenso en Libia, Hamas
parece ahora tener nuevos y poderosos patrones, en países en donde
pueden actuar desde unas posiciones más poderosas. Los líderes de Hamas,
tanto en la diáspora como en la Franja de Gaza, han sido invitados por
el recientemente electo presidente de Egipto para unirse a los Hermanos
Musulmanes (su organización nodriza) como iguales. Lo que hasta ayer
parecía ser un movimiento de resistencia (aunque algunos aleguen que
nunca fueron revolucionarios, al contrario que otras facciones
palestinas izquierdistas, tales como el PFLP, el DFLP, etc.) forma ahora
parte del tejido de una alianza musulmana sunní, que ha empezado a
actuar bajo el ala de la OTAN.
A los orientalistas occidentales les gusta imaginar lo que necesita
suceder para que sus intereses en Oriente se realicen. Comienzan
etiquetando el mundo árabe como
“Oriente Medio”, como si fuera
sólo un marcador geográfico colocado solo con relación a donde ellos se
encuentran. Para asegurar sus robos planeados, inventan términos para
confundir y justificar sus acciones militares cubiertas y abiertas. Sin
embargo, sus servicios de seguridad o inteligencia siempre fallan en las
predicciones del mundo árabe, tales como la Intifada de 1987 y el golpe
de Hamas en 2007. Pero sus élites superficial e ignorantes no dejan de
fabricar nuevos nombres y procesos, el último de los cuales es bautizar a
lo que empezó en Túnez como la
“Primavera Árabe”.
Lo que sucede en algunos Estados y en el mundo árabe no es ninguna “primavera”:
es un proceso reaccionario que rebotará, como Estados Unidos
experimentaron en Afganistán, en donde crearon y apoyaron a los mismos
yihadistas contra los que combatieron más tarde. Estados Unidos e Israel
han estado intentando llegar a acuerdos con los islamistas en los
gobiernos, de cara a controlar a las masas. No es la primera vez que los
estrategas políticos han intentado usar la religión para evitar el caos
y defender sus intereses económicos. Es similar a lo que Maquiavelo
describió basándose en el relato del historiador romano Tito Livio
Patavinus, del 59 AdC al 17 dC. (quien escribió libros sobre la
fundación de Roma) cuando subtituló un capítulo así:
“Como los Romanos emplearon la religión para reordenar la ciudad y ejecutar su proyecto para detener los tumultos”.
De la misma forma, las campañas contra Siria buscan convencer al público (la
“plebe”)
del temor a la religión en vez de la obediencia sus actuales líderes
árabes. Es la causa de que, a pesar de las protestas censuradas en los
tres reinos árabes (Arabia saudí, Marruecos y Jordania), el mundo
difícilmente ha podido ver (a causa de la censura, el aislamiento y la
falta de atención de los medios occidentales) ninguna protesta
substancialmente comparada a las de las repúblicas árabes. Una de las
causas era que no había nadie para promover campañas bien financiadas y
pagar las amplias sumas requeridas. (Tal vez con la excepción de
Bahrein, y la posible influencia de Irán). Sin embargo, nada garantiza
que una campaña contrahegemónica no tuviera éxito en estas monarquías
árabes).
La acumulación de capital en los Estados del Golfo
Tras derrotar al rival clan Al-Rashid en 1921, la familia Al-Saud
tiene el poder en la mayoría de la península arábiga. Su importancia
regional se debe también al control de los lugares sagrados de la Meca y
Medina, y su uso y alianza con el wahabismo, así como sus recursos
petrolíferos y minerales. Sin embargo, los factores religiosos y
económicos son evidentemente complejos y entrelazados, y abarcan una
amplia red social. Esta combinación puede expresarse en lo que yo llamo
“La ética saudí, el billete espiritual”,
algo parecido a las tesis de de la ética protestante de Weber, que
estaba tras la cumulación de riqueza en la Europa del norte.
Mediante la acumulación de capital en los Estados del Golfo en los
años 70 (controlados por los angloamericanos mediante tratados que
llevaron a un amplio número de árabes a ser bien económicamente
dependientes (mediante los empleos en el Golfo), bien espiritualmente
dependientes mediante el control de medios árabes,
el boom del
petróleo creó una nueva estratificación social en el mundo árabe. Como
resultado, algunas sociedades árabes han sido dependientes y han tenido
que aceptar la autoridad de la familia saudí y sus clanes. Estas
élites son parte de las élites económicas dueñas de mayoría de valiosos
proyectos energéticos, activos y propiedad en Occidente, incluyendo
Harrods, equipos de fútbol, propiedades en los Campos Elíseos y
sociedades con Rupert Murdoch, por mencionar solamente unas pocas.
El reciente descubrimiento de que los árabes quieren libertad está
principalmente favorecido por algunos medios informativos árabes y
occidentales, que son en sí mismos extensiones de políticas que tienen
sus propios objetivos económicos, estrategias y tácticas. Las campañas
en los medios, dirigidas por neoconservadores capitalistas, sionistas
tales como Bernard-Henri Levy, agresivamente al servicio de Israel y que
tiene una fuerte afinidad con el judaísmo fundamentalista, tienen como
único objetivo separar a los árabes de sus riquezas y recursos,
mientras, al mismo tiempo, se les engaña.
Esto se consigue mediante la doble estrategia de fabricar narrativas
separadas para dos segmentos separados de la población. Para el
religioso, la corrupción está asociada con la ausencia de fe, mientras
que para la nación islámica venden el sueño muy atractivo de libertad y
justicia. Naturalmente, cada individuo interpretará esto de acuerdo con
su propia educación, socialización, politización, normas y valores.
Mientras todos pueden encontrarse en la calle, los islamistas creerán en
las normas islámicas como solución, los liberales recordarán a Jean
Jacques Rousseau, la
“separación de poderes” de Montesquieu y la
Revolución Francesa, los marxistas a la Revolución bolchevique de 1917 y
la lucha de clases, y los maoístas la Revolución Cultural o el
nasserismo (después de todo, cuando un grupo de oficiales egipcio
armados dieron un golpe durante la revolución de 1952, Mao Tse-Tung
declaró que
“la lucha contra la corrupción y el derroche es un tema que atañe a todo el partido”
(30 de noviembre de 1951), y por consiguiente encaja en la lucha contra
la corrupción los regímenes árabes. Mientras, los que sueñan con Castro
y Che Guevara montarán barricadas en las calles en un punto muerto de
la lucha contra las fuerzas de seguridad estatales.
De hecho, todos estos valores son imposibles en el mundo árabe, y los
liberal-sionistas lo saben. La realidad es que a causa del control
social y de la manera en que las sociedades árabes han sido socializadas
en el último siglo (incluyendo el impacto de la herencia colonial) y a
causa de las riquezas el islam wahabí ha disfrutado de los ingresos
petrolíferos, las otras ideologías, excepto la facción islámica, harán
muy pocos progresos, excepto asegurar la victoria de los movimientos
religiosos.
Ciertamente, el mundo árabe ha sido heterogéneo, si bien
discretamente. La religión ha dominado incluso en estados como Jordania
en donde durante décadas los islamistas controlaban la mayoría de las
carreras académicas. Por ello en cada uno de los estados árabes que han
tenido movilizaciones, y especialmente en Egipto, hay una fuerte lucha
de poder en torno a la Constitución. Los Hermanos Musulmanes y los
salafistas ganaron la mayoría de asientos en las elecciones
parlamentarias, el primer presidente democráticamente elegido, Mursi
(elegido solo por una cuarta parte de los ciudadanos), es miembro de los
Hermanos Musulmanes. La mayoría de los poderes están trabajando en pro
de la promulgación de una Constitución basada en una interpretación de
la shariá. En su
“Morfología del Estado”, Aristóteles sugiere que existe la necesidad de
“considerar no solo que Constitución es la mejor, sino cuál es viable y más fácilmente accesible”.
A los ojos de los fundamentalistas religiosos, estas leyes pueden ser
las de la shariá, aunque ahora está funcionando una solución para las
élites dirigentes occidentales.
Con sus intereses económicos asegurados mediante los medios
controlados por las élites religiosas, se verán beneficiados a su vez
por sus propios centros de poder social, económico y político, y un
nuevo grupo de hombres de negocios surgirá de los círculos y las clases
de las élites religiosas. Los grupos religiosos verán también aumentar
su participación económica de forma paralela a su participación
política. En la medida en que esto beneficia su lucha política, algunos
lo verán como una práctica permitida, dentro o fuera del marco de la
banca islámica. La división social, sin embargo, permanecerá o se
ampliará, y la única diferencia será que los nombres han cambiado. En
vez de un
“Mubarak”, habrá otro (pero tal vez ahora con barba), y estos cambios aparentes simplemente mantendrán el control político.
Las poblaciones afectadas son aquellas que se conocen como
“minorías”,
principalmente árabes cristianos (alrededor de 30 millones en el mundo
árabe), musulmanes seculares (sunníes y chiítas) y otros. En Egipto,
Mohammad Zawahiri (hermano del dirigente de Al-Qaeda Ayman Zawahiri) ya
ha declarado que los cristianos egipcios deberían pagar una tasa como
“dhimmis” (infieles), o abandonar Egipto. Y si rehúsan, ha sugerido que sean obligados a ello.
Un ejemplo de movilización de la población a través de la religión en
los medios ha sido el adoptado por el propio monarca saudí. Durante el
Ramadán de 2012 Abdallah de Arabia saudí y su heredero lanzaron una
campaña de financiación supuestamente en ayuda del pueblo sirio, como
decía el
slogan. Esta campaña estaba basada en las normas morales
islámicas y en el sentido de comunidad, especialmente aquellos más
destacados en el mes sagrado del Ramadán. Aunque vendía a su pueblo
mensajes de comunidad y compasión, estas campañas tenían propósitos
políticos locales y regionales. Una campaña similar que fuera lanzada
por Siria en pro de la liberación de las mujeres saudíes, y la necesidad
que tienen de conducir, es inimaginable.
Apropiadamente, los liberales goebbelsianos que se alinean con estos
jeques han intentado hasta ahora engañar a parte de la opinión pública
árabe, manufacturando un consenso contra el gobierno sirio, desviando a
otros lugares el calor de sus propias
“calles”. Aunque ellos
mismos se adhieran a las creencias y normas más arcaicas respecto a la
libertad y la democracia, instigan a las masas contra Siria que está, en
términos de normas sociales como las libertades para la mujer, los
derechos de las minorías religiosas, libertades personales e igualdad de
oportunidades, mucho más cercana a los países occidentales liberales.
De forma similar a como los regímenes árabes quisieran reunir su opinión
pública en apoyo de los palestinos, los regímenes del Golfo están
usando el falso argumento de que están en contra de la opresión de los
sirios por parte de su propio gobierno para alinear a sus
“calles” contra Siria. Y ello pese al hecho de que están a años luz de Siria en términos de libertad y democracia.
Los gobiernos occidentales no son partidarios de las democracias
liberales en el Tercer Mundo. Tratan con aquellos gobiernos que ostentan
los peores datos de derechos humanos, y solamente cuando esto supone un
beneficio financiero para ellos. Como en julio de 2008, cuando Nicolas
Sarkozy y el actual archienemigo de Siria, el Emir de Qatar, formaron
con el liderazgo sirio la
“Unión Mediterránea”, algunos gobiernos
europeos pensaron que ellos también se beneficiarían económicamente de
la crisis en el mundo árabe. Sucede especialmente cuando tienen el apoyo
de los ricos países del Golfo, y creen que, de alguna manera, pueden
disminuir la crisis económica a la que se enfrentan.
En algunas partes de Siria el personal de seguridad ha disminuido
desde marzo de 2011, y el gobierno central no siempre se ha destacado
por su conducta moral. Sin embargo, como parte de una estratégica
campaña política, los medios están intencionadamente mintiendo sobre la
situación en Siria. Instalan el miedo entre el público y simulan una
exagerada preocupación por los daños y la pérdida de vidas. Así
construyen una narrativa, que facilita y justifica el aumento de ayuda a
los grupos armados, separatistas, terroristas y mercenarios. Los mismos
medios describen al gobierno sirio como el único responsable de la
violencia, cuando de hecho aquellos que reclutan, pagan y proporcionan
armas a individuos fácilmente maleables, parados y necesitados son sus
propios responsables.
La guerra sicológica contra Siria
Hay dos culpables principales del incremento en los daños: la mentira
y el silenciamiento de cualquier voz opositora. Con sus aliados árabes,
la OTAN desconectó la señal de la conexión por satélite del canal sirio
Al-Dunia. Otras acciones de terror vía satélite probablemente
incluyeron el pirateo por parte de la CIA de la cuenta en Twitter de
Al-Dunia, para difundir desinformación sobre una falsa retirada del
ejército sirio. El mismo satélite árabe que Siria ayudó a financiar tras
la pérdida de la segunda parte de Palestina en 1967 está ahora siendo
usado contra ella por los antiguos reinos del Golfo.
Este satélite se está empleando ahora en el conflicto sirio, pero
contra Siria, extendiendo desinformación por parte de los canales
propiedad de los países del Golfo, difundiendo miedo y pánico sobre la
inestabilidad económica en Siria. Los medios se usan y manipulan como
cobertura de la incitación al terrorismo de la oposición siria, y
también para obtener ayuda económica. Son los mismos medios que
presentan los blanqueados y
“heroicos” logros de los rebeldes y, si es necesario, pintan las pérdidas que sufren como masacres.
De forma nítida, los medios occidentales y árabes solo disponen de
una opción: tragarse desinformación de fuentes de escasa confianza, y
que luego bombean al público. Las historias de masacres cometidas por el
gobierno sirio son, a efectos de propaganda, justificaciones de
intervenciones extranjeras, y la imagen dominante es la de un noble
Occidente que viene a salvar una nación del Tercer Mundo incapaz,
oprimida por la tiranía de un varón opresor y chauvinista. Eso
exactamente lo que sucedió en Libia. Sin embargo, una minoría de los
medios árabes se oponen al plan, y otra minoría están a medio camino.
Los
medios árabes están en su mayoría, directa o indirectamente, en las
manos de los Estados del Golfo, en tanto que cualquier otro periodista o
bien opera discretamente a sueldo de estas fuerzas o se ve totalmente
vetado, y le resulta imposible captar las trágicas ramificaciones de
lo que sucede en el mundo árabe. Los valores antibelicistas de la
“Madre Coraje”
de Bertolt Brecht no son precisamente los más preciados en los planes
de algunos ricos Estados petrolíferos, porque esos valores pueden poner
aún más al descubierto la dicotomía entre religión y guerra económica.
Fuente: https://www.deliberation.info/dismembering-the-arab-world/