El viernes 16 de noviembre de 2018, el "prestigioso diario" número 2 del Estado Profundo de Estados Unidos, The New York Times (sólo superado por The Washington Post),
anunció que el Departamento de Justicia de EE.UU. había presentado en
secreto cargos criminales contra Julian Assange, fundador de la
mundialmente famosa organización de medios de comunicación Wikileaks,
especialista en la publicación de documentos "filtrados" y
proporcionados de manera no oficial (y a menudo ilegal) por denunciantes
de corporaciones, organizaciones y gobiernos de alto perfil.
Durante
los últimos 6 años, Assange, un ciudadano australiano, ha estado
encerrado en la embajada ecuatoriana de Londres después de que Ecuador
le concediera asilo político en 2012. Su motivo para solicitar asilo fue
evadir la extradición a Estados Unidos a través de Suecia, que se
intentó llevar a cabo bajo acusaciones falsas de "violación, abuso
sexual y coacción ilegal", mismas que finalmente se redujeron a
"relaciones sexuales consentidas sin preservativo" antes de ser
abandonadas completamente por el gobierno sueco. Los
mensajes de texto de las mujeres en cuestión revelaron que
"no
querían presentar cargos contra Assange, pero que la policía estaba
deseosa de ponerle las manos encima", y una de ellas escribió que "fue
la policía la que inventó los cargos". La policía sueca nunca presentó
cargos contra Assange, quien cooperó dedicadamente con la investigación
en lo que fue posible.
Assange se había convertido en un objetivo político del gobierno
de EE.UU. después de que Wikileaks publicara, en abril y julio de 2010,
una serie de documentos que
detallaban los crímenes de guerra
de EE.UU. tanto en Irak como en Afganistán, exponiendo la psicopática
"política exterior" de guerra expansionista del imperio estadounidense
en busca de la hegemonía global.
Es una verdad no oficial pero obvia que la investigación sueca fue motivada políticamente,
en la cual la vengativa y amargada fiscal sueca Marianne Ny actuó como
títere de los "intereses especiales" de EE.UU., extendiendo la
investigación el mayor tiempo posible antes de que se viera obligada a
descartarla.
Desde su origen, el examen de Wikileaks de los crímenes de los gobiernos
ha sido profundo y de gran alcance. Algunos ejemplos de sus principales
esfuerzos editoriales incluyen:
- "Asesinato Colateral" - evidencia en video de que los militares
estadounidenses dispararon contra civiles (incluyendo periodistas) en
Irak - un crimen de guerra.
- Los registros de la Guerra de
Afganistán - más de 75.000 documentos que contienen informes de crímenes
de guerra de la coalición en Afganistán desde 2001.
- Los
registros de la Guerra de Irak - documentos que exponen la tortura y los
asesinatos masivos cometidos por el ejército estadounidense en Irak.
- El escándalo "CableGate" - más de 3,3 millones de documentos diplomáticos estadounidenses que datan de 1966 a 2010.
- Los
archivos de Guantánamo - documentos que detallan los abusos y la
tortura en la instalación naval estadounidense de la Bahía de
Guantánamo.
- Los archivos de Siria - más de 2 millones de correos electrónicos de 680 figuras políticas del gobierno sirio.
- Borradores de las negociaciones comerciales secretas de los tratados TTP, TTIP y TISA.
- Archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores saudí.
- Los "Líderes Mundiales que eran objetivo de la NSA" - evidencia de que la NSA está espiando a los principales líderes mundiales.
- Las
filtraciones del Comité Nacional Demócrata (DNC) - casi 20.000 correos
electrónicos que detallan el fraude y la corrupción masivos dentro del
liderazgo del Partido Demócrata en Estados Unidos, que conspiró para
amañar la nominación primaria demócrata en favor de Hillary Clinton en
2016.
- "Bóveda 7" - una exposición masiva de las actividades y competencias de ciberguerra y hackeo de la CIA.
- Los
archivos de los espías rusos: más de 650.000 documentos sobre las
actividades de inteligencia en Rusia bajo la presidencia de Putin.
Estos son sólo algunos ejemplos del servicio prestado al periodismo y al bien público por Wikileaks.
El "asunto sueco" alcanzó su punto culminante con la decisión del Grupo
de Trabajo de las Naciones Unidas sobre la Detención Arbitraria en
febrero de 2016, que
concluyó en su informe sobre el caso que
Assange
había sido objeto de una detención arbitraria por parte de los
gobiernos del Reino Unido y Suecia desde el 7 de diciembre de 2010, y
que tenía "derecho a la libertad de circulación y a una indemnización".
El gobierno del Reino Unido ignoró el fallo y, más tarde ese mismo año,
comenzó la saga explosiva de las filtraciones del DNC y las elecciones
presidenciales de EE.UU. en 2016, en las que Assange y Wikileaks
desempeñaron un papel fundamental para desenmascarar la patología de
Hillary Clinton y proporcionar al pueblo estadounidense información
vital que podría haber ayudado a entregar la presidencia a Trump.
Las
cifras de Julian Assange: 50 días incomunicado; 2717 días detenido sin
cargos; 10 días en cautiverio solitario en prisión; 550 días en arresto
domicilario; 2157 días en la embajada ecuatoriana en Londres; 2792 días
de investigación de gran jurado secreto de EE.UU,. sobre Wikileaks; 831
días desde que se dictaminó que la detención arbitraria de Assange debía
terminar. La libertad de expresión de Assange es nuestra libertad de
expresión.
Ya que Assange le hizo
(indirectamente) un servicio extraordinario, se podría pensar que Trump
le devolvería el favor, pero cuando Wikileaks publicó las
revelaciones de la "Bóveda 7"
en marzo de 2017 que detallaban una letanía de actividades
ciberdelictivas por parte de ese nido de víboras, la CIA, Trump quedó
atado de pies y manos. En respuesta, el nuevo director de la CIA, Mike
Pompeo, renovó la yihad vengativa de su organización contra Wikileaks,
lo designó como un "servicio de inteligencia hostil" y -en una asombrosa
hazaña de doble discurso- afirmó que "ya no podemos permitir que
Assange y sus colegas tengan la libertad de usar los valores de la
libertad de expresión contra nosotros".
Si quieres que algo no se haga, consigue a un probado lacayo que lo estropee
Tras el fracaso de su táctica sueca, la "responsabilidad" de entregar a
Assange a los Estados Unidos recayó en el gobierno británico, que ya
había derrochado
11 millones de libras esterlinas
de dinero de los contribuyentes con una presencia policial de 24 horas
frente a la embajada ecuatoriana antes de que fuera ostensiblemente
"retirada" en 2015 (o, lo más probable, sustituidos encubiertamente por
el MI5). Mientras continuaban los procedimientos legales, Westminster
afirmó que arrestaría a Assange si se le daba la oportunidad, ignorando
deliberadamente el fallo de la ONU y a pesar de los llamados mundiales
para que saliera a salvo de la embajada. En diciembre de 2017, a Assange
se le concedió la ciudadanía ecuatoriana en un intento de romper el
estancamiento y proporcionarle alguna forma de protección legal contra
la extradición. Sin embargo, otras impugnaciones legales en nombre de
Assange a la Fiscalía de la Corona fracasaron en febrero de 2018,
mientras que la fiscalía mantuvo la orden de arresto, por violar las
condiciones de su libertad bajo fianza cuando se refugió en la embajada
ecuatoriana en 2012.
En marzo de 2017, el gobierno ecuatoriano, irritado por el apoyo vocal
de Assange al movimiento de secesión de Cataluña el año anterior y bajo
presión del gobierno de Estados Unidos, impuso duras restricciones a sus
condiciones de vida, suspendiendo su acceso a Internet y limitando sus
derechos de visita sólo a su equipo legal. Desde entonces,
partidarios cercanos han informado
que el gobierno ecuatoriano ha negado repetidamente el acceso a
Assange, o ha retrasado a los visitantes con tecnicismos burocráticos. A
finales de mayo,
los medios de comunicación especulaban de manera generalizada que el
gobierno ecuatoriano estaba planeando desalojar a Assange de la
embajada, en violación de sus obligaciones en virtud del derecho
internacional; tal era la presión ejercida por los Estados Unidos.
A pesar de los informes, un
fallo
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos obligó a Ecuador a
proporcionar paso seguro desde la embajada a Assange, por lo que la
situación se resolvió de nuevo, y el presidente ecuatoriano Lenin Moreno
declaró unas semanas más tarde en una entrevista que "eventualmente"
tendría que abandonar la embajada, aunque no se dio ninguna indicación
de cómo podría hacerlo sin riesgo de ser arrestado.
Desde el cambio de gobierno en Ecuador en 2017, el gobierno de EE.UU. ha
estado haciendo gestiones diplomáticas en un esfuerzo por devolver a la
pequeña nación
a la esfera de influencia del imperio,
después de que las relaciones se volvieran cada vez más tensas durante
la presidencia de Rafael Correa. Aunque es poco probable que la
extradición de Assange sea el objetivo principal de los EE.UU. en este
sentido,
sí se está persiguiendo, según
informes que indican que el estatus de Assange fue un tema significativo de discusión
en la reunión del vicepresidente de los EE.UU., Mike Pence, con Moreno
en junio de este año. Sin duda que Pence transmitió el mensaje de que si
Ecuador cooperara con la extradición de Assange a los EE.UU., obtendría
favores sustanciales.
El 1 de agosto de 2018, Assange fue
llamado a testificar
ante el Comité Selecto de Inteligencia del Senado de los Estados Unidos
sobre la "interferencia rusa en las elecciones estadounidenses de 2016"
(
también conocida como la "hamburguesa de nada").
Después de varios meses de condiciones de vida restringidas,
el mensaje fue crudo pero claro: "coopera con nosotros en la narrativa anti-rusa, y haremos un trato por tu libertad".
El hecho de que el equipo legal de Wikileaks declarara públicamente
poco después que estaban considerando la oferta de ese grupo de
mentirosos es un testimonio de cuánta presión sufren Assange y su
equipo. También habla de la imparcialidad de Assange hacia Rusia (a
pesar de que los medios de comunicación digan lo contrario).
Dispositivo de vigilancia fijado al andamio frente a la embajada ecuatoriana.
También
hace hincapié en que el Estado Profundo de EE.UU. consideró que la
presión ejercida sobre Assange, por medio de canales de comunicación
secundarios a través de Ecuador, era suficiente para que aceptara la
oferta que
Assange aceptó a condición de que fuera entrevistado en la embajada de Londres. El hecho de que la presión sobre Assange en los meses subsiguientes llegara al punto de un
presunto intento de secuestro de la propia embajada
no hace más que poner de manifiesto la actitud vengativa de quienes, en
las sombras, buscan desesperadamente una solución a su "problema".
Las ilusiones siempre te traicionarán
Desde el mencionado intento de intrusión por parte de personas
desconocidas (*cof, cof, MI5*), la situación en la embajada ha vuelto a
convertirse en contraproducente para el imperio, ya que el movimiento de
solidaridad pública #Unity4J se fortalece cada vez más. Ahora han
aparecido "accidentalmente" acusaciones selladas de EE.UU. contra
Julian,
mismas que son totalmente ilegales según el derecho
internacional, ya que acusan falsamente a un no ciudadano de EE.UU. de
violar el derecho de EE.UU., lo que es un acto que transgrede múltiples
artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de la que EE.UU. es signatario e incluso ayudó a crear.
Este es un buen ejemplo del tipo de arrogancia nociva por la que el
imperio de los Estados Unidos es bien conocido; las leyes de los Estados
Unidos supuestamente reemplazan al derecho internacional, se aplican en
todas partes, y ¡ay de todos los hombres y mujeres del resto del mundo
que se burlen de ellas!
¿Y qué hay del país del que es ciudadano nativo -el país que es lugar de
nacimiento tanto para mí como para Assange? ¿Qué ha hecho el gobierno
australiano para rescatar a uno de los suyos de circunstancias que las
Naciones Unidas han descrito como "detención arbitraria", y qué ha
denunciado su benefactor,
el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa, como "tortura"?
Para usar una expresión coloquial australiana: "Ni una nada" [
"Stuff all"], aunque en realidad es peor que "nada",
como detalla John Pilger:
Hace siete años, en Sydney, me reuní con un destacado miembro liberal del Parlamento Federal, Malcolm Turnbull.
Quería pedirle que entregara una carta de Gareth Peirce, el abogado de
Assange, al gobierno. Hablamos de su famosa victoria -en los años
ochenta, cuando, siendo un joven abogado, había luchado contra los
intentos del Gobierno británico de suprimir la libertad de expresión e
impedir la publicación del libro Spycatcher -a su manera, un WikiLeaks de la época, ya que revelaba los crímenes del poder estatal.
La primera ministra de Australia era entonces Julia Gillard, una
política del Partido Laborista que había declarado a WikiLeaks "ilegal" y
quería cancelar el pasaporte de Assange; hasta que se le dijo que no
podía hacerlo: que Assange no había cometido ningún crimen: que
WikiLeaks era una editorial, cuyo trabajo estaba protegido por el
Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de la
que Australia era uno de los signatarios originales.
Al abandonar a Assange, un ciudadano australiano, y coludir en
su persecución, el comportamiento escandaloso de la Primera Ministra
Gillard forzó la cuestión de su reconocimiento, en virtud del derecho
internacional, como refugiado político cuya vida estaba en peligro.
Ecuador invocó la Convención de 1951 y concedió refugio a Assange en su
embajada en Londres.
Gillard ha estado apareciendo recientemente en un evento con Hillary Clinton; se les considera como pioneras feministas.
Si hay algo por lo cual recordar a Gillard, es un discurso
belicista, adulador y vergonzoso que pronunció ante el Congreso de los
Estados Unidos poco después de exigir la cancelación ilegal del
pasaporte de Julian.
A lo largo de la existencia de Wikileaks, los líderes políticos
australianos han colaborado activamente en una conspiración para
sacrificar a uno de sus propios ciudadanos en el altar de la sumisión al
imperio del caos. John Pilger concluyó el artículo citado anteriormente
con una súplica al entonces primer ministro australiano, Malcolm
Turnbull, para que trajera a casa a Julian Assange. Turnbull se ha ido
como primer ministro, ¿pero qué hay de su sucesor?
Scott Morrison se dejó ver como un verdadero idiota después de hacer un asqueroso comentario sobre la
entrevista de la celebridad Pamela Anderson en 60 Minutos del Canal 9, en la que le pidió de todo corazón que trajera a casa a Julian Assange, una idea con la que
la gran mayoría de los australianos están de acuerdo.
Después del programa, 60 Minutos sondeó las opiniones
de los australianos en línea. Miles de personas respondieron, en su
inmensa mayoría (el 92% de más de 7.000), a favor de traer a Assange a
casa.
Aquí hay una pista para Scott Morrison: Hay veces en que un poco de
"humor de tíos" es aceptable. Si se trata de la respuesta a una petición
humanitaria para que el gobierno australiano ayude a uno de sus
ciudadanos inocentes a escapar de la tortura en el extranjero después de
6 años de detención arbitraria, entonces NO es una de esas veces.
La pequeña "broma" de Morrison estuvo, por supuesto, en consonancia con
el comportamiento de un odioso sociópata, bajo cuyo mandato como
Ministro de Inmigración cientos de familias de refugiados fueron
detenidas arbitrariamente en los "campos de disuasión" del gobierno
australiano, en la isla de Manus y en Nauru.
Así que, sin la ayuda de ninguno de sus "hogares" y atrincherado en un
edificio con su gato, rodeado por todos lados por criaturas histéricas,
desesperadas por apoderarse de él, porque piensan que de alguna manera
cambiará el curso de su eventual caída, ¿qué opciones tiene Assange en
este momento? Dos, para ser precisos, y ninguna es atractiva. Podría
salir de la embajada ecuatoriana para ser arrestado, extraditado,
torturado y potencialmente sentenciado a muerte en los Estados Unidos, o
soportar "tortura hasta la muerte" en una pequeña habitación, lejos de
su casa, y asegurar su legado como el mártir de mayor perfil por la
libertad en la historia reciente.
Aunque Ecuador ha silenciado efectivamente a Assange para que no hable,
su presencia en la embajada sigue enseñando al mundo una valiosa
lección, mostrándonos a todos que los medios de comunicación
occidentales no son más que apéndices del gobierno y que, para ellos,
servir a los intereses del excepcionalismo siempre estará por encima de
los intereses de la gente común de este mundo.
"Wikileaks
podría convertirse en tan importante herramienta periodística como el
Acta de la Libertad de la Información".- Revista Time
El
actual gobierno de Ecuador subestima la fortaleza moral y el poder
espiritual de Assange. Se trata de un hombre que se enfrentó a Hillary
Clinton -una de las criaturas más malvadas de este planeta, mientras se
encontraba en condiciones de confinamiento virtualmente similares a las
de una cárcel- y ganó. Si piensan que se va a "quebrar"
psicológicamente, están equivocados, aunque es posible que lo haga
físicamente- dejándolos con la terriblemente dolorosa consecuencia
política de tener a un periodista y editor muerto en su embajada de
Londres, a la cual había acudido para refugiarse de la persecución. ¿Y
quién sabe qué secretos podría revelar el fundador de Wikileaks desde
"más allá de la tumba"?
Una cosa es cierta: Julian Assange necesita nuestra ayuda AHORA.
Cualquier periodista que no lo defienda en este momento puede ser
considerado un adulador cobarde e indigno de su vocación. Si usted no
puede ayudar a presionar directamente al gobierno ecuatoriano, apoye a
quienes están ayudando a Julian. El
movimiento #Unity4J
está cobrando impulso a medida que los periodistas independientes y los
medios de comunicación de todo el mundo se dan cuenta de que lo que
está en juego no son sólo los derechos de un hombre, sino los principios
de la libertad de prensa y el derecho fundamental del público a saber
lo que sus líderes están haciendo "en su nombre".
#FreeAssange #FreeJulian #Unity4J