Malvinas: Referéndum polémico
Fernández hizo un reclamo por las Islas Malvinas ante la ONU.
Foto: AP
LONDRES
(apro).- Las Islas Malvinas, el archipiélago del Atlántico Sur cuya
soberanía Argentina reclama a Gran Bretaña desde 1833, celebra este
domingo 10 y lunes 11 de marzo un referéndum para decidir si sigue
siendo territorio británico de ultramar.
Se trata de una consulta
que Buenos Aires desestima por considerar que es organizada “por
británicos, para británicos y con el fin de que digan que el territorio
tiene que ser británico”.
Unos mil 650 malvinenses o kelpers con
derecho a voto, de un total de 3 mil residentes de las islas, están
llamados a las urnas para votar si quieren seguir formando parte del
Reino Unido como territorio británico dependiente de ultramar, y tener a
la reina Isabel II como jefa de Estado.
La papeleta a
disposición de los votantes llevará la pregunta: “¿Quiere que las islas
Falkland (Malvinas) mantengan su estatus político actual como territorio
del Reino Unido en ultramar?”.
La consulta ha atraído mucha
atención en los medios de prensa internacionales, y, según las
autoridades de Puerto Stanley, se espera la llegada de unos 60
periodistas de todo el mundo para cubrir el referéndum.
Los
últimos sondeos de opinión, publicados por las consultoras ICM y YouGov,
estiman que el 100% de los habitantes de las islas votará por el “Sí”.
“Operación mediática”
En
el marco del referendo y como forma de propaganda a favor de seguir
siendo británico, el gobierno de las Malvinas publicó un libro de unas
30 páginas titulado Our Islands, Our Home (Nuestras islas, nuestro
hogar), que recopila las historias de jóvenes malvinenses nacidos
después de la Guerra de Malvinas (1982), entre ellos políticos, médicos,
empresarios locales, concejales, y artistas, que narra cómo viven los
jóvenes kelpers en las islas australes.
Georgina Strange, una
conservacionista, fotógrafa y directora del grupo naturalista New Island
Nature Reserve, de padre británico y madre argentina, sostiene en el
libro que está “orgullosa de llamar a las Falklands su hogar”.
“Estas islas son un lugar agreste y libre donde el viento sopla y los
cielos son enormes; un lugar de una comunidad muy unidad y de amistades
de por vida; un lugar que es verdaderamente único”, comenta Strange en
el libro.
Ros Cheek, consejera legal del gobierno de las islas y
casada con John Cheek, concejal legislativo de Puerto Stanley, sostiene
que sus años en el territorio le han servido para apreciar las islas y
su gente. Agrega que los ataques de Argentina “son egoístas,
injustificados y continuos”.
“Para nosotros la mejor forma de
honrar a aquellos que lucharon y murieron por nuestra libertad es forjar
un futuro en el que las islas florezcan económicamente y maduren como
democracia”, sostuvo.
El libro concluye con una frase común:
“Elegimos retener nuestros vínculos con el Reino Unido. Estamos
orgullosos de nuestra identidad y tradición, y celebramos nuestra
diversidad”.
Argentina, que reclama las islas desde 1833, cuando
tropas del imperio desalojaron a las autoridades y habitantes
argentinos, tiene una posición completamente opuesta, y dejó en claro
que no reconocerá el referéndum, al que considera ilegal.
En ese
sentido, el pasado 4 de marzo y en un encuentro con la prensa
internacional en la Embajada argentina en Londres, la embajadora Alicia
Castro sostuvo que el referéndum de Malvinas “no pondrá fin a la
disputa” por las islas, y agregó que la consulta “no cambiará nada”.
La embajadora dijo además que Argentina seguirá reclamando la soberanía
de ese archipiélago del Atlántico Sur como lo viene haciendo hasta
ahora, “siempre a través de medios pacíficos y no violentos”.
Según Castro, el “referéndum no está supervisado por la ONU y ni siquiera el Reino Unido pidió a la ONU que lo hiciera”.
La disputa “continúa”
Un
día después del encuentro con la prensa, el martes 5, en una
conferencia en la influyente universidad London School of Economics
(LSE), Castro sostuvo que el referéndum “es una operación mediática sin
sustento legal” y pidió que no sea utilizado “para perpetuar un orden
colonial” que Argentina y América Latina condena.
“Desde el
derecho internacional, no tiene ningún sustento legal y desde lo
político, no es más que una operación mediática de relaciones públicas”,
manifestó la representante diplomática.
Cerca de 200 personas
asistieron a la conferencia, entre estudiantes de esa facultad de
Economía y Ciencias Políticas y representantes diplomáticos de más de
diez países, como también interesados en el tema y analistas políticos.
“Un referendo entre los habitantes británicos de las islas en nada
altera la esencia de la cuestión de las Islas Malvinas y su previsible
resultado no pone fin a la disputa, ni a los incuestionables derechos
argentinos”, dijo Castro, al agregar que la consulta es organizada “por
británicos, para británicos y con el fin de que digan que el territorio
tiene que ser británico”.
La diplomática también hizo hincapié en
que en ninguna de las 40 resoluciones de Naciones Unidas hablan del
derecho de autodeterminación de los isleños, sino que afirman que la
disputa de soberanía debe ser resuelta entre Argentina y el Reino Unido.
En su exposición, la embajadora hizo un breve repaso cronológico del
conflicto, desde la usurpación inglesa en 1833, hasta las posibles
soluciones planteadas antes del conflicto bélico de 1982.
“Como
dijo nuestra presidenta Cristina Fernández de Kirchner en la apertura de
sesiones ordinarias del Congreso: es llamativo que el gobierno
británico estaba negociando con una dictadura militar (del genocida
Leopoldo Galtieri), pero no es abierto al diálogo con un gobierno
democrático”, comentó.
Desde Londres, el gobierno del primer
ministro David Cameron no tardó en responder a las acusaciones, y
condenó a Argentina por “ir en contra de los principios universales de
la democracia y de la autodeterminación de los pueblos” luego de los
dichos de la embajadora Castro.
“El gobierno argentino ha
desmerecido el referéndum incluso antes de que se lleve a cabo, una
posición que va en contra de los principios universales de la democracia
y la autodeterminación de los pueblos”, declaró un portavoz oficial de
la Cancillería británica (Foreing Office) a través de un comunicado
emitido el pasado miércoles 6.
La postura británica se basa en
una autodeterminación que la ONU no concede a los habitantes de Malvinas
porque considera que son población implantada en vez de originaria.
“Esperamos que el resultado de esta consulta demuestre más allá de toda
duda la posición de la población de las Falklands (Malvinas) y si
quieren o no seguir siendo un Territorio Británico de Ultramar”, agregó
el diplomático.
La ONU demanda desde 1965 que Argentina y el
Reino Unido se sienten a negociar, un hecho al que Londres se rehúsa al
considerar que los malvinenses deben ser los que decidan si quieren
modificar su estatus o no.
El Reino Unido considera a las
Malvinas como uno de sus 14 territorios dependientes de ultramar
(antiguas colonias) y defiende que su presencia en el Atlántico Sur se
remonta al siglo XVII.
En 1982, Argentina y el Reino Unido se
enfrentaron en una sangrienta guerra por la soberanía de las islas que
terminó con 649 militares argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños
muertos.
Desde entonces, el gobierno de Londres ha aumentado su
presencia militar en el archipiélago con buques de guerra, submarinos
nucleares y tropas, además de contar con importantes proyectos
comerciales de exploración de gas y petróleo, los cuales espera le
generen miles de millones de dólares en caso de hallarse esos
hidrocarburos.
América Latina ha denunciado de forma reiterada
que en las islas se encuentra una gran base militar de la Organización
del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y que la presencia británica allí
responde a un posicionamiento geoestratégico, con vistas a un enclave
cercano a la Antártida y sus beneficios comerciales, energéticos y
económicos.
Días antes del referéndum y en medio de las
crecientes tensiones entre Argentina y Gran Bretaña, un grupo de
manifestantes impidió en el puerto argentino de Usuahia, en el sur del
país, que atracara el crucero Star Princess, que planeaba atracar allí
procedente de las Islas Malvinas con miles de turistas internacionales a
bordo. El incidente ocurrió durante la noche del domingo 3 y la
madrugada del día siguiente.
Los organizadores de la
manifestación llamaron al evento “Malvinazo”, e indicaron que en el
futuro no dejarán atracar a ningún crucero o embarcación de bandera
británica que esté vinculada con las Malvinas.
Los argentinos
Facundo Armas, ‘Chango’ Aban y Flavio Barbieri se atribuyeron la
organización del llamado “piquete anti-británico”.
“Este hecho
tuvo mucha repercusión, y estamos orgullosos de haber hecho pública la
violación a la Ley de Gaucho Rivero (que prohíbe el amarre de barcos
británicos que saqueen los recursos naturales de las Islas Malvinas). La
lucha para garantizar que se cumpla esta ley no sólo refiere a las
Islas Malvinas, sino también al futuro de la Antártida, que en gran
parte pertenece a Argentina, y no vamos a rendirnos. Sabemos muy bien
que es una disputa a largo plazo, pero también sabemos que estamos
determinados y que somos muy audaces”, amenazó Armas.
Más allá
del resultado del referéndum –que se dará a conocer el martes 12– y de
los denodados intentos de Londres por obtener una aprobación
internacional sobre el estatus políticos de los kelpers, la consulta de
Malvinas no cambiará en mucho la histórica disputa con Argentina.