- Crece entre obispos y cardenales la opinión de que Bergoglio no es
Papa, debido a irregularidades en el proceso de renuncia-sucesión.
- Se aducen cuatro causas de nulidad canónica: 1) la resignación de
Benedicto XVI no fue válida, al haber sido hecha bajo la presión de dos
amenazas, de cisma y de vida; 2) Cuatro cardenales hicieron trabajo de
cabildeo a favor de Bergoglio, lo cual está explícitamente prohibido por
la Constitución que norma la sucesión pontificia; 3) Durante el
Cónclave de 2013 se cometieron dos irregularidades muy graves que hacen
inválida la elección de Francisco.
- El Cardenal George Pell insinuó que Francisco bien podría no ser el
Papa 266 como todos creen, sino el antipapa 38 en la historia de la
Iglesia.
Tres bombas han explotado dentro de la Iglesia Católica. Se trata de
testimonios que documentan por qué Bergoglio pudiera en realidad no ser
verdaderamente Papa.
Una de ellas fue la publicación de
L´Avennire, el periódico
de los obispos italianos que, en su gaceta del 7 de enero de 2015 reveló
que Benedicto XVI fue objeto de una traición y de una conjura, mediante
las cuales lo coaccionaron para dimitir. En la página 2, sección
editorial a cargo del director Marco Tarquinio, se lee: "hubieron
ambientes que por motivos de poder y hostigamiento, traicionaron y
complotaron para eliminar al Papa Ratzinger, y lo obligaron a
renunciar".
Ya el jesuita Arnaldo Zenteno, en el número 3 de su "Informe", había
revelado que cuando el recién electo Francisco fue a Castel Gandolfo
para visitar a Benedicto XVI, este último le confió que una de las
causas que influyeron en su renuncia fue constatar las
amenazas que recibió,
pues ya se había tomado la decisión de matarlo. Fue por esto que, en
una jugada para neutralizar el atentado, hizo pública su renuncia y así
desarmó el intento de homicidio. Eso ya hace que una elección no sea
"libre".
Pero más grave que la amenaza de muerte (pues Ratzinger nunca ha temido dar la vida por Cristo), fue la
amenaza de un cisma,
por la que le hicieron saber que tenían una lista con firmas de
sacerdotes, religiosos, obispos y cardenales modernistas prontos a
constituir una nueva Iglesia separada de Roma si él no aceptaba sus
exigencias.
Desde el punto de vista estratégico humano, el movimiento de
Benedicto XVI de renunciar fue magistral, a la vez de inesperado, pues
haciéndose a un lado desinfló la amenaza que se cernía sobre la Iglesia.
Y, de paso, sobre su persona.
El problema está en que, al haber renunciado en parte por esa presión
(declaró en su discurso de anuncio no tener la edad y las fuerzas para
enfrentar algo "grave"de la Iglesia), su decisión no fue del todo libre,
por lo que canónicamente el acto es nulo por inexistencia. Ciertamente
él dijo que renunciaba "libremente", sin duda con el objeto de no causar
un escandaloso terremoto en la Iglesia, y tal vez porque quiso
autoconvencerse de su "libertad", pero la resolución que adoptó está
viciada
in radice (desde su raíz) por esa violencia moral, lo cual anula la validez del hecho. Cualquier canonista conoce esto a la perfección.
Además, existen sobrados indicios de que Benedicto XVI era consciente
de que, a pesar de ese movimiento magistral, seguiría siendo el Vicario
de Cristo, y que solo estaba renunciando a los cargos administrativos
del papado.
En su discurso de despedida de la curia, el 27 de febrero, el día
anterior a tomar el helicóptero y retirarse temporalmente a Castel
Gandolfo, habló de la vocación que recibió de Dios al haber sido electo
Papa el 19 de abril de 2005. Allí dijo (párrafo 23) que el llamado que
recibió de Cristo es
ad vitam, y que nunca podrá renunciar a él (como siempre lo entendieron todos los Papas en la historia de la Iglesia):
"El "siempre" es también un para siempre–no hay más un retorno a lo privado", dijo claramente.
Además, estableció ante los órganos jurídicos de la Iglesia que él
conservaría la sotana blanca, mantendría el apelativo "Su Santidad",
conservaría las llaves de Pedro en su escudo, y seguiría siendo Papa,
añadiendo simplemente el apelativo "emérito". Esto es muy significativo
pues, cuando el Papa Gregorio XII renunció, volvió a ser cardenal, y
cuando el Papa Celestino V renunció, volvió a ser monje religioso. No lo
decidió así Benedicto XVI.
La segunda bomba, hablando cronológicamente según sucedieron los
hechos, no según fueron publicados, es el libro "El Gran Reformador" de
Austen Ivereigh, que revela cómo un grupo de cuatro cardenales liberales
(Walter Kasper, Karl Lehmann, Godfried Danneels y Cormac
Murphy-O´Connor) se asociaron para orquestar ilícitamente una campaña a
favor de la elección de Bergoglio, después de que éste último aceptó ser
el beneficiario de esa confabulación. Cabe mencionar que Ivereigh es
gran admirador de Francisco, y que e incluso acudió al Vaticano para
entregarle personalmente un ejemplar de su libro, sin pensar que en el
capítulo 9 "El Cónclave", en el que narra cómo el grupo de cardenales
que denomina el
"Team Bergoglio", hicieron una
campaña de cabildeo ilegítima para allanar el camino al candidato argentino, la cual compromete la legitimidad de la elección.
Seguramente Ivereigh no sabía que la Constitución que rige los cónclaves, la
Universi Dominici Gregis, establece penas de excomunión
latae sententiae
(es decir automática, sin necesidad de declaración por parte de nadie)
para los cardenales que promuevan votos a favor de algun otro cardenal
(Art. 81, 82, 83).
Los responsables de ese cabildeo estuvieron excomulgados de inmediato,
ipso facto, y
eo ipso,
según el derecho canóninico, y dejaron de formar parte de la Iglesia.
Más aún, la Constitución señala que también la persona que aceptó ese
lobbing
quedó excomulgada. Es decir, el mismo Bergoglio habría estado, según el
Derecho Pontificio, fuera de la Iglesia al momento de su elección.
La tercera bomba fue la publicación de dos libros que dan a conocer
graves irregularidades que se cometieron en el cónclave que eligió a
Francisco. El primero es el libro de Elisabbeta Piqué (biógrafa
autorizada de Bergoglio desde Argentina) titulado "Francisco, vida y
revolución". Piqué supo, por el mismo Francisco, lo que sucedió dentro
del cónclave. El otro libro es del famoso vaticanólogo Antonio Socci
"Non è Francesco" (El Papa no es Francisco).
Las revelaciones de Piqué son tan consideradas como provenientes de Francisco que el
Osservatore Romano,
periódico oficial de El Vaticano, publicó el capítulo en que se narra
la forma en que se desarrolló el cónclave. También hizo lo mismo Radio y
Televisión Vaticana. Y es que Bergoglio, al ser electo Papa, sintió que
la amenaza de excomunión -que recae sobre cualquier cardenal por
revelar lo sucedido en el cónclave- ya no le afectaba, y le narró a la
periodista cómo sucedieron las cosas dentro de la Capilla Sixtina.
La narración: en el cónclave, la tarde del 13 de marzo, en la cuarta
votación del día, aparecieron 116 votos, cuando solo había 115
cardenales en el aula. Un cardenal metió una papeleta de más. Esa cuarta
votación la ganó el
Cardenal Angelo Scola de Milán (la misma Conferencia Episcopal Italiana emitió un
boletín felicitando
a Scola por haber sido electo Papa).
La votación se anuló
indebidamente. El sitio de Angelo Scola publicó que el recién electo
Papa tomó el nombre de Juan XXIV. Lo replicó también Wikipedia. A los
pocos minutos ambos sitios quitaron ese resultado.
Ahora bien, la Constitución Apostólica
Universi Dominici Gregis
(Art. 69) establece que cuando hubiera dos papeletas dobladas como
proviniendo de un mismo cardenal y tuviesen el mismo nombre o uno
estuviese en blanco, se debe contar como un solo voto. Si, en cambio,
lleva dos nombres diversos, se anulan ambas papeletas y ninguno de los
dos votos es válido. Pero claramente establece: "en ninguno de los dos
casos se deberá anular la elección". En este caso, hubo una papeleta
blanca de más. Y no se siguió lo establecido, sino que se anuló la
elección, cosa que estaba expresamente prohibido.
Contraviniendo las disposiciones de la Constitución, la cuarta
votación se declaró nula, obligaron al Cardenal Angelo Scola, recién
electo Juan XXIV, a renunciar y regresar a la Capilla Sixtina, y se
procedió a una
quinta votación, en la que salió electo Jorge Mario Bergoglio.
Esa fue la segunda irregularidad del cónclave, pues la Constitución
establece (Art. 63) que solo debe haber cuatro votaciones cada día, dos
por la mañana y dos por la tarde.
La situación de que la designación de Bergoglio pudiese ser
efectivamente inválida resulta clara, según dicen los canonistas, si nos
atenemos al artículo 76, el cual afirma que:
"Si la elección se
llevase a cabo de forma diversa a como está prescrito en la presente
Constitución o no se hubieren observado las condiciones establecidas la
elección es, por ello mismo, nula e inválida, sin que intervenga ninguna
declaración a propósito y, por lo mismo, ésta no confiere ningún
derecho a la persona elegida".
Es necesario releer el discurso del Papa Benedicto XVI del 27 de
febrero de 2013, el día anterior a retirarse y tomar el helicóptero
hacia Castel Gandolfo, en el cual dio a conocer los alcances de su
renuncia. En ella declaró: "La gravedad de la decisión ha sido
propiamente el hecho de que desde aquel momento (el de su elección como
Papa, en 2005) estuve comprometido
para siempre
con el Señor". Es decir, Benedicto tenía claro que no podía renunciar a
su vocación como Vicario de Cristo (un cargo espiritual que es
ad vitam), y solo renunciaba a los cargos administrativos del papado.
Este cúmulo de evidencias llevó al Cardenal George Pell a declarar que Francisco bien podría ser el
38 antipapa en la historia de la Iglesia, y no el Papa 266, como la inmensa mayoría cree.
El hecho de que Benedicto XVI pudiera seguir siendo el
Vicario de Cristo
explicaría porqué éste se ha distanciado de las ideas proclamadas por
el nuevo obispo de Roma, que a sí mismo se hace llamar padre Bergoglio,
quien ha declarado que "
todas las religiones son iguales",
ó que "Dios no es católico" ó que "da igual si un niño es educado por
un judío, o un musulmán o un cristiano". En su discurso para la
Universidad Urbaniana, el 22 de octubre de 2014, Benedicto XVI refutó
esas tesis de Francisco, derivadas de un
falso diálogo interreligioso,
y marcó su discrepancia doctrinal respecto a las mismas. Por el
contrario, Benedicto XVI reafirmó que Jesucristo es el camino para
llegar al Padre; recordó que la Iglesia -y su único Dios- es católica
desde el inicio, pues ofrece la salvación a todos; y que el cristiano
tiene el mandato de proclamar la fe en Cristo hasta los confines de la
Tierra.
El afán de igualar y unir a las religiones en bien de una "paz común"
es una herejía del Siglo XVI conocida como "Irenismo". Esa ideología
proponía una religiosidad ajena a la identidad específica de cada
religión, una "unidad" de creencias para evitar las "guerras de
religión".
El término viene de la propuesta de Erasmo de querer conciliar el
catolicismo y el protestantismo, pero más recientemente ha servido para
impulsar la idea de lograr una unificación religiosa universal,
presuntamente en pro de la paz que supere las diferencias que provocan
entre sí las distintas religiones.
El Irenismo se desarrolla en la simulación, la concesión de lo propio
y en el no querer manifestar que existe una verdad absoluta y una
religión verdadera.
El Concilio Vaticano II condenó el Irenismo en el
número 11 del Decreto
Unitatis Redintegratio diciendo que
"no
hay nada tan ajeno al ecumenismo como ese falso Irenismo que daña la
pureza de la doctrina católica y oscurece su sentido genuino y cierto".
Lo que hizo Benedicto XVI, con el discurso a la Universidad
Urbaniana, es ratificar la doctrina del Concilio y distanciarse de la
herejía irenista profesada por Bergoglio.
El Irenismo, llevó a Francisco a caer en
una herejía formal, por cuanto se trata de un documento pontificio.
Dice así en el número 247 de su Exhortación Evangelii Gaudium:
"Una mirada especial se dirige al pueblo judío cuya Alianza con Dios
jamás ha sido revocada". Ese texto se opone directamente a la definición
dogmática solemne establecida por el Concilio Ecuménico de Florencia, y
ratificada por el Papa Eugenio III, enseñada por el magisterio supremo
del Papa Benedicto XIV y sostenida por el Magisterio de la Iglesia hasta
nuestros días. Dios sí revocó la alianza mosaica a los judíos, por
haber dado muerte al Mesías.
El mismo Jesucristo sentenció a los judíos, por rechazar al Mesías que les fue enviado:
"Se os quitará a vosotros el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos"
(Mt 21, 33-46). Y cuando celebró la Pascua con sus discípulos, antes de
ser asesinado en la Cruz por los judíos, dijo a sus discípulos:
"Este es el caliz de mi sangre, sangre de la Nueva Alianza que será derramada por muchos". Es decir, la alianza que el Padre sella con la sangre de su propio Hijo es eterna, es definitiva y
suple totalmente a la antigua alianza; aquella fue superada, y dejó de ser vigente y necesaria, gracias a la muerte y resurrección de Cristo.
Según la doctrina de San Roberto Belarmino, San Francisco de Sales
(Doctor de la Iglesia), y la que han sostenido los Papas a partir de
Paulo IV, cuando un Papa cae en herejía, automáticamente deja de ser
Papa y está fuera de la Iglesia, al proclamar tesis que son contrarias a
la fe. Varios expertos dicen que Bergoglio nunca lo fue.
Interesante será ver lo que sucede en la visita de Francisco a los
EE.UU., pues si bien en Roma logrado silenciar a los obispos fieles a la
doctrina católica en el pasado sínodo, filtrando sus
positio,
en norteamérica existen muchos católicos, obispos, sacerdotes y laicos,
que intentarán denunciar las herejías que se intentarán introducir en el
sínodo de octubre próximo.
Así describieron algunos santos y místicos el cisma que sacudirá a la
Iglesia, y que podría tener mucho que ver con la herejía papal que
estamos presenciando:
• San Francisco de Asís: "Habrá un Papa electo no canónicamente que causará un gran cisma en la Iglesia".
•
Beata Ana Catalina Emmerick (religiosa agustina): "Vi una fuerte
oposición entre dos Papas, y vi cuan funestas serán las consecuencias de
la falsa iglesia (...) Esto causará el cisma más grande que se haya
visto en la historia".
• Sor Lucía de Fátima: "Habrá cardenales contra cardenales, obispos contra obispos; satanás marchará en medio de ellos".
Hay
que estar atentos a lo que sucederá en la tercera y cuarta luna de
sangre. Y hay que rezar mucho por la Iglesia, la cual se encuentra en
medio de una acre tempestad.