martes, 23 de enero de 2018

Pivote de una nueva geopolítica


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Pivote de una nueva geopolítica

 


Difícilmente sea secreto para alguien que la segunda economía mundial, China, elemento principal de despegue del desarrollo planetario, se ha trocado también en actor geopolítico inapelable. No en vano Occidente se desgañita tildándola de imperio cuando repara en las abultadas cifras de sus inversiones en lugares disímiles, tales África, América Latina, los Balcanes…, y los círculos de poder arremeten, en nefando intento de desacreditarla y coartarla, contra la modernización del Ejército Popular de Liberación, que a fin de cuentas vendría a constituir la reafirmación, defensiva, de una posición labrada en más de 30 años de exitosas reformas.
Empero, en el rejuego de factores emergentes, de aguda forma constatado en 2017, el “dragón” no representa una golondrina sola en grima. Más allá de una cohorte de pujantes países, miembros de organizaciones regionales como la Asean –y qué decir del Brics-, si algo sobresale en el ámbito y se proyecta en el mapamundi es el triángulo estratégico configurado por Beijing, Moscú y Teherán. Harto sintomático, porque según el experto norteamericano F. William Engdahl, en artículo aparecido en Journal-Neo y Rebelión, Donald Trump ha hecho lo imposible por alejarse de Irán y China y ha andado en pos de un relajamiento del enfrentamiento con Rusia, con el fin de evitar una guerra en dos frentes, hoy imposible para el Tío Sam.
La dorada figura geométrica de Eurasia no se da por aludida ante los reclamos de la Oficina Oval, y la dinámica de una cooperación más estrecha está adquiriendo imponentes aires. ¿Un ejemplo? Engdahl lo tiene a mano. “El 15 y 16 de noviembre en Teherán, durante el encuentro de alto nivel entre el ministro chino de Defensa, general Chang Wanquan, y el presidente iraní, Hassan Ruhani, y el ministro de Defensa Hossein Dehghan, los dos principales países euroasiáticos han firmado un acuerdo para mejorar su cooperación militar. El acuerdo prevé la intensificación de la formación militar bilateral y una cooperación más estrecha respecto a lo que Irán considera cuestiones de seguridad regional, con el terrorismo y Siria a la cabeza de la lista. El Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas iraníes, general Mohammad Hossein Baqeri, ha dicho que Irán está dispuesto a compartir con China su experiencia en la lucha contra los grupos terroristas en Irak y en Siria. Dehghan ha añadido que ese acuerdo representa una ´mejora en la cooperación militar y de defensa a largo plazo con China´”.
En esos días Beijing se comprometió directamente con Teherán, en unión con Moscú, y a demanda del gobierno del presidente Bashar al-Assad, en la batalla sin respiro contra el Califato Islámico y otros grupos fundamentalistas, incluyendo el Frente Al-Qaeda/Al Nusra y sus numerosos asociados. A todas estas, la Federación Rusa revelaba a RIA-Novosti las conversaciones sostenidas con el objetivo de una venta a la nación persa de alrededor de 10 000 millones de dólares en tanques T-90, sistemas de artillería y helicópteros, entre otros artilugios.
Siguiendo la lógica expositiva de la fuente citada, el ahondamiento de los vínculos castrenses entre los tres puntos podría comportar enormes consecuencias no solo para la estabilización de la situación en Siria, Irak y el Oriente Medio todo –por cierto, zona soliviantada por la decisión trumpiana de reconocer a Jerusalén como capital de Israel, y el consiguiente traslado de la embajada gringa de Tel Aviv a la disputada ciudad-. “También [se] dará […] un impulso a las relaciones económicas emergentes entre las tres grandes potencias del Corazón de Eurasia”, acto sumamente importante, tomada en cuenta la significación del petróleo y del gas del área.
Como si no bastara, desde 2013 opera la iniciativa del mandatario Xi Jinping de atravesar “el conjunto de Eurasia e incluso del sur de Asia” por “Un cinturón, una carretera”. “Rusia ha acordado oficialmente colaborar con China en este vasto proyecto de infraestructuras por valor de muchos miles de millones de dólares, para enlazar los mercados emergentes de Asia central a Irán, y potencialmente a Turquía, gracias a una red de trenes de alta velocidad e infraestructuras portuarias conectadas que, de aquí a finales de esta década, comenzarán a transformar el valor económico de toda Eurasia”.
Rusia, Irán, Siria
Desde la recuperación de la ciudad de Alepo por el gobierno legítimo, apoyado por Moscú, se preveía la debacle del terrorismo en la nación de las reverberantes dunas. Como afirma Augusto Zamora R, en la digital Rebelión, con la irrupción, en septiembre de 2015, de las proverbiales fuerzas aeroespaciales, Damasco no cesó de recuperar territorios y quebrantar a los opositores, respaldados por EE.UU., Occidente y algunas satrapías árabes. El asunto es que el Kremlin no se ha mostrado dispuesto a perder al solitario aliado con costas en el mar Mediterráneo que le quedaba. “Tampoco iba a vacilar Irán por razones no menos poderosas, como ser el gobierno sirio, además de su único socio chiíta sin influencia de Washington, el único que limita con Líbano, sede del más potente movimiento armado chiita, como es Hezbolá. Rusia e Irán, en fin, compartían la voluntad de defender sus intereses contra la política de expansión de la OTAN, dirigida a expulsar a estos dos países de Oriente Próximo y a privarles de prácticamente toda influencia en esta región”.
No olvidemos que, nos recuerda Zamora, el bloque belicista trató, en 2013, de derribar a Bashar al-Asad, como había hecho en 2011 con Gadafi, en Libia, disfrazando su política imperialista de defensa de la población. “Si Rusia hubiera seguido gobernada por el alcohólico Yeltsin y no por Vladimir Putin, lo habrían conseguido, y, con ello, habrían expulsado a Rusia -puede que para siempre- del mar Mediterráneo. Putin entendió el desafío y plantó cara con una firmeza tal que dejó pasmada a la OTAN. En 2013 quedó establecido el estado de guerra entre Rusia, Irán y China, por una parte, y la Alianza Atlántica por otra, guerra subterránea, sórdida, pero no menos implacable. Hasta septiembre de 2015, la OTAN fue ganando esa guerra, merced al flujo incesante de armas que llegaban a ‘rebeldes’ y yijadistas islámicos desde territorio turco, procedentes de EE.UU., Israel, Qatar y Arabia Saudita. Pero ese septiembre de 2015 Putin decidió intervenir con sus fuerzas aeroespaciales, decisión que dio un vuelco inesperado y determinante al conflicto. Como antes en Georgia, Crimea y Donbás, Putin intervenía para ganar y ganar sin ningún género de duda”.
Pieza inestimable en el conflicto la constituía (la constituye) Irán, urgido de impedir que el eje Teherán-Bagdad-Damasco-Hezbolá resultara dinamitado en el territorio de Siria, único de los asociados con fronteras con Israel, y el Líbano, refugio de la organización más temible para los sionistas. “Sin control amigo sobre Siria, las posibilidades de Irán de respaldar a Hezbolá se reducirían casi a cero, como demuestra la dificultad de apoyar militarmente a los rebeldes hutíes en Yemen, que combaten contra Arabia Saudita. También perdería Irán toda posibilidad de construir –cuando haya paz total- el soñado gasoducto, que lleve hasta el Mediterráneo el gas iraní”.
Por su parte, recalquemos, aunque se ha esforzado en mantener un perfil bajo, casi invisible, Beijing se prodiga en enviar armas, instructores militares, y establecer causa común con Moscú en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Su interés deviene claro, “pues Siria constituye la salida natural al mare nostrum de los países de Oriente Medio, Asia Central y, por supuesto, de la propia China”. Ese elemento principal de despegue del desarrollo planetario, y actor inapelable de la geopolítica mundial, uno de cuyos pivotes pasa… por allí mismo: por Eurasia.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

¿Quién sacará más provecho de la ofensiva turca en Siria?


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¿Quién sacará más provecho de la ofensiva turca en Siria?


Las tropas turcas continúan combatiendo a los grupos kurdos en Afrín (Siria). Aún es muy temprano para valorar le efectividad de la ofensiva, pero de las reacciones oficiales se puede deducir con cierto grado de seguridad quién de los jugadores sobre el terreno tiene las de perder y quién podría salir ganando.
kurdos
© AP Photo/ Furkan Arslanoglu
La Operación Rama de Olivo hace una clara alusión al antiguo símbolo de la paz. En el marco de la operación, los militares turcos tienen la intención de
crear una franja de seguridad de 30 kilómetros de longitud y desmantelar a todos los "grupos terroristas". El punto de vista de Turquía
Las intenciones de Ankara de iniciar una ofensiva militar en la región de Afrín se habían declarado al menos una semana antes de la propia operación. El 13 de enero, en una comparecencia ante sus seguidores, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, anunció públicamente que "los pasos para liquidar las amenazas terroristas en la frontera sur de Turquía, tomados durante la operación Escudo del Éufrates, serán repetidos en los próximos días en la región de Afrín".
El vice primer ministro turco, Hakan Cavusoglu, se pronunció entonces con más contundencia al condenar la cooperación de EEUU "con organizaciones terroristas: apoyar a las Unidades de Protección Popular (YPG) es apoyar a organizaciones terroristas". Ahora, según sus más recientes declaraciones, la limpieza de Afrín permitirá neutralizar la amenaza que sufren las ciudades otomanas desde el territorio de Siria.
"Turquía no puede permanecer con los brazos cruzados en el contexto de los acontecimientos que se desarrollan en el país vecino, en particular el continuo bombardeo del territorio de Afrín", afirmó el político.
Según pone de manifiesto el vice primer ministro, la principal meta de la operación es impedir crear un "corredor terrorista" en el norte de Siria, defender la frontera sur de la OTAN, las regiones limítrofes de Turquía y librar a la población kurda y árabe del país otomano de la violencia. Cavusoglu agregó que desde Afrín al territorio de Turquía han escapado 370.000 personas de los 1,5 millones que vivían ahí. Los primeros dos días de la operación estuvieron copados por los bombardeos de la aviación y la artillería turca. Para el domingo 21 de enero, las tropas y tanques habían entrado en acción y penetrado unos cinco kilómetros en territorio sirio. El Ejército turco es apoyado por 25.000 combatientes del Ejército Libre Sirio, aliados de Ankara y opositores a Damasco.
La avanzada turca sobre posiciones kurdas ha provocado la preocupación de prácticamente todas las partes involucradas en el conflicto sirio, independientemente de su posición.
Irán, que junto a Turquía y Rusia son garantes del cese del fuego en Siria, instó a Ankara a detener de inmediato la operación militar y "volver a un papel más constructivo de apoyo a una solución política en Siria".
El primer día de la operación llegó la reacción desde el Departamento de Estado de EEUU. La portavoz de la institución, Heather Nauert, anunció que Washington sigue de cerca las intenciones turcas y emplazó a Ankara a "no adoptar acciones de ese tipo". Nauert indicó que Turquía debería poner el foco en los combates con Daesh. Más tarde, el ministro de Exteriores de Francia, Jean-Yves Le Drian, llamó incluso a convocar una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la situación en Siria.
Apoyo silencioso o juego a largo plazo
El territorio aledaño a la ciudad de Afrín está bajo control del Partido de Unión Democrática (PYD) fundado en 2003 por nacionalistas kurdos del norte de Siria y apoyado hoy por EEUU. Ankara acusa al PYD de estar afiliado al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Ambos grupos son calificados de terroristas por el Gobierno turco.
No obstante, esas tierras son territorio de Siria y, para poder hacer lo planeado, Ankara debería de obtener el visto bueno de Damasco o su más cercano aliado y garante, Moscú. Por otra parte, ni la aviación siria ni los destacamentos de defensa antiaérea rusos desplegados en el país árabe han interrumpido los bombardeos turcos sobre las posiciones kurdas.
Esto permite a los medios turcos hacer alusión a un apoyo silencioso de Moscú. Citan activamente a los diplomáticos y políticos rusos que declaraban que el plan de EEUU de armar a las agrupaciones no gubernamentales kurdas es un error y que precisamente ese paso provocó la ofensiva otomana. El comentario del Ministerio de Exteriores ruso lanzado al respecto de la operación turca no contiene declaraciones de repudio y se limita a poner de manifiesto que "Moscú sigue con atención el desarrollo de la situación".
De esto se podría deducir que tanto Rusia como Siria esperan sacar provecho de esta situación a largo plazo, estima el coordinador del Consejo Ruso de Asuntos Internacionales, Ruslán Mamédov.
En primer lugar, revela Mamédov, podría producirse un debilitamiento mutuo entre los grupos proturcos del Ejército Libre Sirio y las Unidades de Protección Popular proestadounidenses. Ambas agrupaciones son contrarias al Gobierno sirio y su conflicto podría fortalecer las posiciones de Damasco en el futuro proceso de paz.
Anteriormente, las fuerzas progubernamentales sirias ya le habían propuesto a las agrupaciones armadas kurdas reconocer al Gobierno central y transferir el control de la frontera con Turquía a Damasco. Este paso podría haber evitado a tiempo la ofensiva de Ankara, ya que entonces se habría visto en un conflicto directo con Damasco y Moscú.
"Los kurdos rechazaron la propuesta, aparentemente creyendo que los estadounidenses no los abandonarían y no dejarían que los turcos los atacaran. Pero EEUU no es ese tipo de socio en el cual se puede confiar si algo no es de su propio interés", subrayó Mamédov.
En segundo lugar, los combates entre opositores sirios proturcos y los kurdos permiten al Gobierno de Damasco intensificar su avanzada sobre la gobernación de Idlib, ocupada hasta ahora por insurgentes cercanos a los terroristas de Al Qaeda y el Frente Fatah al Sham -anterior Frente al Nusra-. 
 

Lo que dice el libro (y lo que no dice)






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Lo que dice el libro (y lo que no dice)


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El libro Fire and Fury. Trump inside the White House, escrito por Michael Wolff, ha causado enorme revuelo a nivel internacional. En términos generales, es un relato sobre la campaña a la presidencia y los primeros meses de la gestión Trump, centrado en una descripción de la vida personal, el perfil psicológico de Trump y de su entorno inmediato. El material de análisis son diálogos en reuniones formales e informales, conversaciones telefónicas, además de los discursos del propio Trump. Se repiten a lo largo del libro las principales características del presidente: su ignorancia, su “incapacidad mental”, su falta de respeto por las normas, el modo de hacer las cosas en la política y su superficialidad. Se remarcan sus altibajos anímicos y la tendencia totalmente autoritaria de él y sus principales asesores (como Stephen Bannon).


El actual presidente ganó por su discurso directo: una retórica llana y superficial, la utilización del twitter como herramienta de comunicación básica, la aparición repentina en shows de TV y radio. Construyó un (supuesto) vínculo inmediato con la gente “común”, criticando a “los políticos” y al “establishment”.

Las principales críticas apuntan a su costumbre a rodearse de millonarios, a su vida de “celebrity”, su objetivación de las mujeres, su trato despectivo, machista y patriarcal (incluido el acoso). Se destaca como factor sumamente negativo la presencia de familiares de Trump en el proceso de toma de decisión. Muchas de estas prácticas estuvieron presentes en presidentes y gobiernos anteriores, pero que trataban de ocultarlas y mantener las apariencias. Lo molesto y escandaloso, tal como lo sostiene Wolff, es que Trump ni siquiera considera la necesidad de hacer ese esfuerzo.

Se recuerda que el actual presidente ganó por su discurso directo: una retórica llana y superficial, la utilización del twitter como herramienta de comunicación básica, la aparición repentina en shows de TV y radio. Construyó un (supuesto) vínculo inmediato con la gente “común”, criticando a “los políticos” y al “establishment”. Así, la falta de cálculo y su inexperiencia en la política constituyeron parte de su “encanto” en la campaña, lo que hizo que un 35% de los votantes lo eligieran sin importar lo que hiciera. Esto se tradujo en la forma de gobernar: falta de experiencia, falta de planificación y ausencia de estrategias claras en la toma de decisiones ya en la presidencia. Trump no conoce las leyes, no le interesa el orden impuesto por la burocracia, no respeta los tiempos ni los modos de la vida presidencial.


Indicios sobre política interna y toma de decisión
El Despacho Oval es un caos con Trump, circula demasiada gente. Es el presidente al que más personas tienen acceso de todos los que ha tenido EEUU.
El presidente actúa como su propio jefe de Gabinete, jefe de prensa, etc.
Trump no procesa la información de una manera convencional. Trump no lee, ni siquiera hojea. Aunque sí es capaz de leer lo que le interesa (sobre todo lo relativo a él mismo). Algunos lo creen disléxico. Otros creen que el hecho de no leer es característico de su rasgo “populista”.
Vicepresidente Pence: no hay mucha información al respecto de su actividad o pensamiento porque la gente de su equipo, como él, es gente de pocas palabras.
Enfrentamiento con establishment republicano: Trump estaba poco interesado en el objetivo republicano central de tumbar el Obamacare. Pero Paul Ryan fue el que tomó la decisión final de acabar con el Obamacare. La votación de proyecto de ley sanitaria mostró las contradicciones entre el Tea Party y el establishment republicano.

Personalidades influyentes en Trump
Stephen Bannon (asesor de campaña y muy cercano a Trump, de derecha ultraconservadora)
Jared Kushner (yerno de Trump, judío demócrata liberal, círculo de los ricos judíos) e Ivanka Trump (hija)
Reince Priebus (cabeza del Comité Nacional Republicano)
Tensiones permanentes entre estos “consejeros” personales del presidente por ganar confianza y mayor impacto en la opinión de Trump. Aparentemente se impuso, por ejemplo, la influencia de Kushner e Ivanka en detrimento de influencia Bannon.

Principales gerentes de empresas cercanas al gobierno actual, y miembros de la elite del poder próximos a Trump, que participan en diferentes instancias de consultas (formales o informales). Estos vínculos son relevantes porque en cierta medida pueden explicar la toma de algunas decisiones (en el plano económico o de política exterior), en virtud de los intereses de estas empresas o sectores.



Tendencias en política exterior
Relación tensa, desde el principio, con la “comunidad” de inteligencia. Bannon y Trump le llaman Deep State.
Uno de los expertos frecuentemente consultados, a través del yerno de Trump, Kushner, es Kissinger.
Percepción general de Trump y Bannon: Rusia “está bien”, seguramente hay tipos malos ahí, como los hay en todos lados.
China es el verdadero enemigo. Según Bannon: China es como la Alemania nazi. Los chinos, como los alemanes, son extremadamente racionales, hasta que ya no lo son. Van a erigir un hiper-nacionalismo, que será difícil de contener.

Medio Oriente
El yerno de Trump, Jared Kushner (de la elite judía liberal), fue designado como encargado del tema de Medio Oriente desde los primeros días de gobierno.
Netanyahu era un viejo amigo de la familia Kushner pero cuando visitó Nueva York, también contactó a Bannon.
Kushner está vinculado a Tony Blair por sus nexos con Rupert Murdoch. Blair, tiene importantes negocios en Medio Oriente.

Según Trump y sus asesores cercanos los últimos tres gobiernos erraron en la política externa, por lo que el nuevo principio es hacer lo contrario. El esfuerzo se centrará entonces en crear un “futuro equilibrado” con una “doctrina eficaz” compuesta por tres elementos: 1) poderes con los que se puede trabajar, 2) poderes con los que no se puede trabajar, 3) poderes insuficientes a los que se puede ignorar.

Lo que no se dice en el libro

El libro se inscribe en una larga tradición liberal, de internacionalistas, politólogos y sociólogos que analizan la política desde la perspectiva de las conductas individuales, la trayectoria familiar y el perfil psicológico del político estudiado. Se centran en el individuo y su entorno próximo. Desestiman o ponen en un segundo plano la estructura económica, las dinámicas de poder y el proceso histórico que viene moldeando la política estadounidense a nivel interno y su proyección hacia el exterior. Esta estrategia se combina sin tensiones con la ideología hegemónica del “modo de vida americano” pues tiende a explicar solo una parte, una mínima parte del sistema, sin esmerarse por plantear con seriedad y contundencia el panorama político, económico, social y cultural, la realidad internacional en la que es elegido presidente como Trump.

Por ejemplo, el libro no aborda cuestiones de fondo que parecen imprescindibles para comprender el “fenómeno Trump”: si Trump es tal cual lo muestra Wolff ¿por qué lo votó la gente? ¿por qué lo votaron los representantes de los diferentes Estados? ¿a quiénes representa la democracia estadounidense? ¿qué había “oculto” en la sociedad estadounidense que salió a la luz en estas elecciones? ¿cuál es el contexto social, político, económico y cultural que habilita a que un millonario que se paga su propia campaña política, un hombre de los negocios, del espectáculo, devenga presidente con una campaña muy poco elaborada? ¿qué hicieron (o no hicieron) los demócratas para contribuir a este giro hacia la derecha y conservador? ¿cuánto aportó el liberalismo al discurso de la no política y a la celebración del perfil empresarial en la política?

Otra pregunta fundamental, especialmente en materia de política exterior ¿lo que Trump “dice”, se refleja 100% en la toma de decisión? Hasta ahora, el presidente EEUU pudo tomar varias decisiones y materializarlas en Executive Orders (Decretos), pero en muchos o la mayoría de los casos encontró obstáculos, no solo por parte de la prensa, sino por las discusiones en el Congreso y la presión por parte del Poder Judicial. El Pentágono, por el momento, no adhiere o mantiene distancia frente a los diversos discursos provocativos del presidente (respecto a por ejemplo la cuestión de Corea del Norte). Los negocios de las compañías multinacionales estadounidense, por el momento, no parecen estar en peligro “terminal”. La amenazada “libertad de comercio” en realidad, hasta ahora está siendo “revisada” para lograr un libre comercio “justo” a favor de EEUU. Lo mismo sucede con la política frente a China, con quien Trump supuestamente iba a enfrentarse de modo directo… Esto no ha sucedido hasta el momento.


Desde la perspectiva de América Latina, es bien conocido también el doble discurso y la hipocresía de administraciones anteriores, incluidas las demócratas, que difundieron un discurso de no intervención y “poder blando”, mientras en los hechos fueron partícipes de diversas estrategias para presionar a favor del “cambio de régimen” en aquellos países no alineados estrictamente a la política estadounidense.

De hecho, en el escrito, se percibe la existencia de un establishment burocrático que trasciende a todas las administraciones, el Deep State, que tiene sus propias lógicas de funcionamiento (y hasta simpatías), puede llegar a operar para socavar la presidencia de alguien como Trump si se confabula con otros sectores del poder real en la sombra (léase empresarios, banqueros, poder mediático, etc.). Por ejemplo, la mala relación de Trump con las agencias de inteligencia estadounidense lo pone en una situación realmente vulnerable. La misma publicación y promoción inusitada de este libro podría ser parte de un consenso implícito entre diversos sectores para tratar de presionar en su remoción por la vía del impeachment o reforzar su descrédito personal/psicológico, considerando que el asunto sobre el (supuesto) “complot” con Rusia no ha calado (aún) tanto como esperaban sectores opositores. En efecto, además de un juicio político, se rumorea posible invocación de la Enmienda 25 de la Constitución estadounidense [1]. Según Wolff, fue nombrada en numerosas oportunidades por los miembros del equipo cercano a Trump.

En este sentido, valen dos apuntes. El primero, es que las instituciones permanecen, las personas no. Una cosa es lo que dice Trump (en su verborragia desatada en redes sociales y medios) y otra son los intereses materializados en una red de poder que trasciende a la Casa Blanca estadounidense y que difícilmente se quebrará en uno o dos años por las decisiones de una persona. Lo segundo, es que cabe preguntarse si los sectores a favor de un impeachment a Trump están pensando en reemplazarlo por un perfil como el de Hillary Clinton, o si buscarán un cambio como el propuesto por el programa de Bernie Sanders.

Trump es ciertamente un presidente merecedor de las críticas apuntadas en el libro y de muchas más. Sin embargo, desde la perspectiva de América Latina, es bien conocido también el doble discurso y la hipocresía de administraciones anteriores, incluidas las demócratas, que difundieron un discurso de no intervención y “poder blando”, mientras en los hechos fueron partícipes de diversas estrategias para presionar a favor del “cambio de régimen” en aquellos países no alineados estrictamente a la política estadounidense. Los árboles no deben tapar el bosque: es importante conocer el “modo de hacer las cosas” de la gestión Trump, pero es también crucial atender el modo en que operan las instituciones, las prácticas de las multinacionales estadounidenses, las doctrinas y operaciones del Comando Sur, los vínculos de las minorías privilegiadas estadounidenses con las elites locales, las redes de partidos políticos de derecha y neoliberales estadounidenses en la región, las múltiples y diversas maneras de imponer pautas de consumo material, político y cultural a través de los medios de comunicación y de entretenimiento. Dinámicas que son anteriores y a la vez trascienden a Trump.

Nota:

[1] https://www.globalresearch.ca/invoking-the-25th-amendment-a-constitutional-coup-provision-for-replacing-the-president/5625631?utm_campaign=magnet&utm_source=article_page&utm_medium=related_articles

Fuente: http://www.celag.org/fuego-furia-trump-lo-dice-libro-lo-no-dice/
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