Ya
se cumplen tres años de bombardeos y masacre del pueblo yemení por
parte de Arabia Saudí y su coalición. Durante este periodo de tiempo,
todas las cifras más nunca vistas en la historia contemporánea en
materia de salud y hambruna se han registrado en Yemen.
En este
artículo repasamos la consecuencia de la agresión saudí, además de los
motivos que han empeorado la situación en el país árabe.
Comienzo de la invasión y los motivos
En un día como hoy, Arabia Saudí invadió Yemen junto con sus aliados
para conseguir los siguientes objetivos: restablecer en el poder al
expresidente fugitivo yemení, Mansur Hadi, oponerse a la concesión de
cualquier cargo al expresidente, Ali Abdolá Saleh, en el futuro político
del país, debilitar al movimiento popular Ansarolá y conseguir que
estos depongan sus armas.
Si bien, estos fueron los objetivos que declaró oficialmente Riad,
detrás de la escena existe otra realidad. De hecho, las verdaderas
causas que se esconden detrás de esta invasión se pueden ubicar en tres
contextos: local, regional e internacional. Es decir, la guerra se llevó
a cabo para desviar la atención de opinión pública saudí sobre los
problemas internos que enfrenta el país, impedir la propagación del
despertar del pueblo yemení hacia el territorio saudí, a causa de la
preocupación de Riad por la relación entre los chiíes residentes en
Yemen y los suyos, prevenir el fortalecimiento de los chiíes en Yemen,
luchar contra la influencia de la República Islámica de Irán en sus
cercanías, intensificar la iranofobia, así como luchar contra el eje de
Resistencia y presentarse como un poder regional.
Consecuencias de la guerra para Yemen y Arabia Saudí
Para considerar las consecuencias hay que tener en cuenta dos
factores socioeconómico y político. Desde el punto de vista económico y
social para Yemen hay que decir que los constantes ataques aéreos de los
saudíes y sus aliados han llevado al país al borde del colapse y la
peor crisis humanitaria del mundo desde 1945, según la ONU. De hecho,
los yemeníes están perdiendo la vida por dos cosas; los bombardeos y el
cerco aéreo, marítimo y terrestre de Riad. Debido a los ataques directos
saudíes y según las estimaciones de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU), más de 12 mil personas han perdido la vida de las que,
según la Unicef, 5 mil son niños.
A parte de los bombardeos, el cerco multilateral saudí e impedimento
de la llegada de ayuda humanitaria a una nación de 28 millones de
personas que importa más del 85% de sus alimentos y medicinas, la
situación se ha convertido en infrahumana. En este mismo contexto el
subsecretario de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, Mark
Lowcock, advirtió: “Si la coalición militar de Arabia Saudita no levante
su bloqueo, Yemen enfrentará la hambruna más grande que el mundo ha
visto en muchas décadas, con millones de víctimas”.
También, en este mismo contexto, Stephen Anderson, director de Yemen
para el Programa Mundial de Alimentos (PMA), afirmó: “En 2017, 17
millones de yemeníes, o aproximadamente dos tercios de la población,
fueron considerados hambrientos, mientras que 6.8 millones necesitaron
asistencia alimentaria inmediata, adecuada y sostenida”.
Además de la hambruna y guerra directa, los yemeníes por falta de
medicamentos sufren de diferentes enfermedades mortales. Según la ONG
Oxfam, el brote de cólera en Yemen, que suma más de 755.000 enfermos y
2.100 fallecidos, es ya el mayor que se ha registrado nunca en todo el
mundo y que se teme que el número de presuntos casos supere el millón.
Si bien, las consecuencias para los yemeníes se limitan al contexto
económico y humanitario, para Arabia Saudí han sido económico, militar y
político.
En el contexto político debemos estudiar la situación a nivel
limitado a Yemen y a nivel internacional. En Yemen, Riad ha fallido en
restablecer el poder de Abu Mansur Hadi y eliminar o debilitar al
Movimiento popular de Ansarolá. De lo contrario Ansarolá ha agarrado más
poder y ya se considera como parte indispensable del futuro
sociopolítico yemení. De hecho, el ministro yemení del Interior, el
general de división Mohamad Bin Abdolá al-Qousi, señaló que el 65 % del
territorio yemení está bajo el control del Ejército y los comités
populares yemeníes, y que el resto será liberado pronto.
La situación a nivel internacional es mucho peor para los saudíes ya
que actualmente de forma semanaria o mensual las organizaciones pro
derechos humanos califican del régimen hostil a Riad por la situación en
Yemen, emitiendo diferentes informes que señalan la gravedad de la vida
en el país pobre del mundo árabe. Además, en diferentes partes del
mundo se celebran protestas para condenar la agresión saudí tal como lo
pudimos ver en Reino Unido y EE.UU. a la hora de visita del príncipe Bin
Salman.
El fracaso saudí también se nota en contextos militar y económico. Una estimación hecha por
Reuters pone
de relieve que Arabia Saudí está gastando $175 millones al mes en sus
bombardeos y $500 millones más para incursiones terrestres. Si
multiplicamos la cifra por 3 años la cifra será algo sumamente grande
que puede perjudicar incluso la economía de un reino de petróleo como
Arabia Saudí. Quizás por ellos, les hizo pensar a los saudíes a vender
una participación en la petrolera nacional Aramco. Además de la pérdida
de dinero, la monarquía de Al Saud perdió su reputación a nivel militar.
De hecho, pese a disponer de las más avanzadas armas que ha comprado
principalmente de EE.UU., Reino Unido y Francia, no ha podido lograr sus
objetivos en un país cuyos combatientes ni siquiera cuentan con armas
normales o fuerzas organizadas.
Los que apoyan la continuación de la guerra
Ante la situación infrahumana que existe en Yemen y se está
convirtiendo en un genocidio, varios factores motivan la continuación de
la guerra y el empeoramiento de la situación.
El primero reside en la venta de armas por miles de millones de
dólares por Reino Unido, Francia y EE.UU. Solo durante estos tres años
de guerra y justo en el último año, EE.UU. firmó dos grandes contratos
de armas con la monarquía saudí; uno cuando el presidente de EE.UU.,
Donald Trump, viajó a Riad y uno cuando hace días el príncipe saudí
visitó la Casa Blanca. Lo interesante para saber es que el monto y la
magnitud del contrato eran sin precedente en la historia del país
norteamericano. Además, durante la visita del príncipe saudí al Reino
Unido, Londres vendió 48 cazas de última generación a Arabia Saudí.
Según la organización internacional Campaign Against Arms Trade, en un
periodo de 3 años el Reino Unido ha vendido armas a Arabia Saudita por
un valor de $6.464.277. Y todo ello pese a que según la nota de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU), queda prohibido transferir
armas, si el país sabe que sus armas o artículos se utilizarán para
cometer genocidio, crímenes de lesa humanidad, o infracciones graves del
Convenciones de 1949 u otros crímenes de guerra.
El segundo factor que ha prolongado la guerra reside en la inacción
de las organizaciones competentes como la ONU y organizaciones
regionales. Si de verdad, había la intención de frenar o impedir la
agresión saudí, la ONU y sus instituciones podrían imponer sanciones de
venta de armas o sanciones económicas a Arabia Saudí para detener lo que
ellas mismas consideran como crisis humanitaria nunca más visto desde
1945.
Conclusión
La guerra en Yemen se ha convertido en una de desgaste y salir de
ella en esta situación, que Riad no ha conseguido sus objetivos, es un
gran fracaso. Razón por la cual, se puede decir que los intereses
políticos de un solo país han motivado que 28 millones de personas, hoy
en el pleno siglo 21, sufran de la peor situación humanitaria en la
historia contemporánea, de tal forma que acceder a medicamentos y agua
potable o un pedazo de pan sean anhelos de al menos 17 millones de los
yemeníes. Todo ello, por el silencio cómplice de las organizaciones
competentes y países que alegan ser defensores de derechos humanos ante
los petrodólares saudíes. Falta reflexionar un poco y preguntar ¿a dónde
vamos?