América Latina en la ruta hacia Asia y los Marines en el horizonte
|
América Latina en la ruta hacia Asia y los Marines en el horizonte. |
En
relación con las expectativas previas los sorprendentes resultados
electorales en Argentina y Venezuela, claramente favorables al cipayaje
pro-yanki, constituyen un serio y grave cambio en la situación
geopolítica de América Latina.
"Parece que al mundo sucede
Lo que a la CNN le da por poner
A ver los pobres sonrían a la cámara
Que aquí les va una foto del 4to poder
Lo malo que hagan se va a amplificar
Se va a manipular lo que hagan regular
Lo bueno que hagan se va a silenciar
Bienvenidos al mundo real"
Dúo cubano Buena Fé, canción "en cueros"
Mal
haríamos en menospreciar la magnitud no tanto de las derrotas
electorales, sino de las consecuencias generales de las mismas, que van
mucho más allá de su impacto institucional y de las proporcionalidades
del consenso que representan los guarismos.
Si es por el análisis
de los resultados electorales, tenemos que en Argentina Macri ganó
ajustadamente el balotaje, y la victoria del kirchnerismo en la primera
vuelta aseguró una proporción importante de representación
parlamentaria, aunque resignó la provincia de Buenos Aires; y tenemos
que en Venezuela ganó la oposición y obtuvo un impacto institucional muy
fuerte en la Asamblea Nacional, pero el Partido Socialista Unido de
Venzuela sigue siendo, como fuerza unitaria, la fuerza más compacta, con
mayor poder de movilización y con mayor caudal electoral propio (y más
aún si tenemos en cuenta que una proporción importante de la base
chavista no se movilizó a votar), y sigue poseyendo el Poder Ejecutivo
no sólo nacional sino de la mayoría de los Estados federales y
municipios.
Pero lo realmente importante, más aún que la
distribución formal del poder en el aparato del Estado (que también es
muy importante, por supuesto), es la legitimidad que la reacción
imperialista obtiene para desplegar su poder fáctico, y así sobrepasar
con creces cualquier formalismo "institucional", y dentro de estos
formalismos, por supuesto las formalidades de la institucionalidad
burguesa, yendo mucho más allá de lo que aún las mismas reglas del juego
democrático burgués virtualmente permitirían. Es decir, aprovecha al
máximo la nueva correlación de fuerzas en el plano del consenso y de lo
institucional para avanzar en los hechos mucho más allá. Es lo que el
Imperio hace en todos lados: violar y forzar siempre la legalidad para
imponerse desde lo fáctico, con su estilo traicionero. Y el consenso
obviamente que será usado no para profundizar la democracia sino en el
mismo sentido opresivo que caracteriza el fenómeno imperialista: para
profundizar la dominación oligárquica. Quien no vea esto ignora todo de
la naturaleza del Imperialismo.
Pero aunque pueda parecer
sorprendente, la mayoría de la intelectualidad de izquierda y
progresista se encuentra entre los que, una y otra vez, pecan de
ingenuidad cuando se trata de justipreciar el poder y las capacidades de
Imperio. Pasó en el caso de Libia y de las primaveras árabes
(coyunturas en las cuales la izquierda se sumó entusiasta a estos
fenómenos "democráticos" que no eran otra cosa que manipulación
imperialista), pasa hoy en el caso de Siria, y pasa hoy en el caso de
Argentina y Venezuela. El argentino Claudio Katz es un ejemplo de estas
taras que yo llamaría -por hacerlo de alguna manera- "democratistas", o
"ultrapacifistas", porque en la ecuación entre consenso y poder fáctico
el segundo elemento no existe o casi no existe, sea tanto para evaluar
el poder del enemigo como para proyectar las potencialidades del campo
del pueblo.
Entonces tenemos que, por ejemplo, mientras Katz al
mismo tiempo que, hoy, escribe impetuosamente contra el autoritarismo de
Macri, antes del balotaje había sostenido la posición abtencionista del
voto en blanco o no voto, y no lo hizo, por supuesto, desde un ejército
político, revolucionario, pronto a la toma o acceso al poder, sino
estrictamente desde un electoralismo inútil, o útil a lo peor, ya que el
voto en blanco o la abstención fue uno de los elementos que hizo su
aporte en facilitar que el Pentágono y la CIA se hiciera con el Poder
Ejecutivo en Argentina de manera directa y, a la vez, acumulara
autoridad política para hacer precisamente lo que hoy está haciendo, que
no resulta nada sorprendente, aunque Katz no la haya visto ni cuadrada.
Recordemos algunos de los "lúcidos" párrafos del mismo Katz, escritos
enseguida de la victoria de Macri en el balotaje: "con este reducido
margen de favoritismo la coalición derechista tendrá poco sustento para
implementar el ajuste. Necesitará mucha muñeca para concretar el
atropello que sucederá a la devaluación. (...) La arremetida
conservadora tampoco cuenta con cimientos políticos sólidos".
Esto
Katz lo escribió el 2 de Diciembre de 2015, unos días antes de la
asunción de Macri. Creo que hoy los hechos han demostrado
suficientemente, con el ametrallamiento de decretos por parte de Macri,
que no necesitó de muñeca sino de un dedo índice para apretar el
gatillo, y que la reacción puede avanzar con cierta efectividad si no
hay nada que se le oponga con superior fuerza fáctica. ¿O acaso las
protestas pacíficas e "institucionales" podrán evitar que Macri avance y
siga avanzando de manera efectiva, como lo está haciendo, si toma la
decisión política de atropellar sin complejos y tiene la cadena de
mandos debidamente estructurada sobre las fuerzas policíaco-militares y
judiciales para hacerlo, y cuenta con un blindaje mediático que
distorsiona la realidad? Indudablemente que estas acciones claramente
antipopulares autoritarias de Macri, en el tiempo, provocarán un grave
crisis política o aún una guerra civil, porque de la misma manera que
una revolución poderosa engendra, como contracara, una contrarrevolución
a su medida; a la inversa, un régimen que, más allá de haber sido
ungido por elecciones, dicta medidas socioeconómicas antipopulares y es
agresivo y hostil en su estilo político (una cosa tiene que ver con la
otra), genera una resistencia a su medida.
Y en este punto es
donde entramos en las perspectivas nada alentadoras de la eventualidad
de una intervención directa de los EEUU en el escenario abierto por las
victorias electorales del cipayaje (perspectiva que siempre está
presente pero que ahora estará validada frente a la "comunidad
internacional"): ¿Qué sucederá si Argentina se ve desbordada por
conflictos sociales generalizados, con represión y piquetes por todos
lados, cosa que probablemente ocurrirá -no por cuestiones ideológicas
sino por el impacto de la carestía provocada por la medidas
desreguladoras del cipayaje-, y la enorme crisis política emergente
pudiera ir enfilando a Macri hacia la puerta del helicóptero de la
terraza de la Casa Rosada, como se eyectó De la Rúa? ¿Qué sucederá si en
Venezuela la oposición, agrandada con el apoyo electoral obtenido, no
consigue derrocar a Maduro con sus "propias" fuerzas? (y pongo comillas
en "propias" porque es archiconocida la manera primero sutil de
intervención directa de los EEUU en cuanto país que intente un camino
independiente: financiando hipócritas y diabólicas organizaciones no
gubernamentales que tendrán la imagen angelical de "yo no fui";
organizando operaciones de bandera falsa como por ejemplo el atentado a
la Embajada de Israel y a la AMIA en la Argentina, o la masacre de
Curuguaty en Paraguay en junio de 2012; desplegando el dispositivo
paramilitar para sembrar el terror; manejando grandes medios de
comunicación y operando en las redes sociales; intervenciones sutiles y
no tanto que existieron siempre pero que hoy, a partir de la
sofisticación de las tecnologías de la información y de la manipulación
mediática y habiendo el Imperio pulido su doctrina, son denominadas
"guerras de cuarta generación"). ¿Qué sucederá?
La intervención
militar de los EEUU es un hecho porque EEUU no dará ningún paso atrás en
estos avances que para ellos son realmente estratégicos. EEUU no
permitirá otro helicóptero despegando desde la Casa Rosada con Macri
adentro. A menos que esté obligado a declinar de intervenir como
resultado de una implosión y desestabilización social muy grande en su
misma nación (aunque frecuentemente las guerras son decididas por los
poderosos justamente para escapar de coyunturas de conflictividad
interna), o como resultado de una resistencia tal que lo ponga en crisis
como sucedió en Irak y Afganistán, esto es definitivamente así: no lo
permitirá (y de hecho, EEUU aún no se fue ni de Irak ni de Afganistán,
al contrario de lo que había prometido). Con mayor o menor magnitud, en
función de como se desenvuelva el teatro de operaciones, de manera
progresiva y en escalada o a través de un desembarco masivo; la
militarización creciente de los EEUU en América Latina se incrementará
sensiblemente, y con cierta importante y trascendente legalidad
asegurada. Si en Argentina los Kirchner habían frustrado la instalación
de bases militares yankis, seguramente Macri ya les ha ofrecido que
elijan qué parte del territorio nacional les gusta más para hacer una o
más bases, cuando el Imperio lo estime pertinente. Y si en Argentina el
cipayaje no lograra evitar un desbordamiento dramático de la
conflictividad y la crisis política, la intervención directa sería
solicitada por Macri, con lo que EEUU explicaría al mundo que su
presencia fue solicitada (aunque Macri no tendrá el apoyo del Congreso)
por un gobierno constitucional, como hizo Siria (aquí sí con apoyo de
todas las instituciones del Estado) al solicitar la presencia militar de
Rusia ante el acoso de los terroristas al servicio de Occidente.
O
sea que las consecuencias de estas dos victorias electorales del
cipayaje más rancio y pro-yanki en dos países descollantes en América
del Sur (y conste que por el momento estamos eludiendo el análisis de la
situación de Brasil) tienen consecuencias que evidentemente no caben
dentro de la frase boba del izquierdista Katz: "con este reducido margen
de favoritismo la coalición derechista tendrá poco sustento para
implementar el ajuste" (
Alternativas frente a una derecha inteligente)
Está
claro que la intervención militar de los EEUU se producirá de una forma
o de otra si recia fuera la resistencia de los pueblos al saqueo
imperialista, o si algunas naciones se escaparan del redil yanki y
coquetearan con otras poderosas naciones emergentes (¿algo de esto
sucedió?). Sea como sea, se hubiera producido, y Estados Unidos hubiera
tenido argumentos, por supuesto artificiosos, para justificarse. Es lo
que hace siempre. ¿O no explicaba Bush la necesidad moral de que EEUU
interviniera en Afganistán y en Irak, con absolutas mentiras
difamadoras? Pero en su momento ¿cuántos estúpidos le creyeron al
presidente de los EEUU que surgió a partir del fraude electoral en La
Florida? Hoy EEUU tendrá argumentos que serán menos artificiosos y más
reales. Dirá: "Macri ganó las elecciones, es el pueblo argentino el que
nos pide ayuda". Dirá: "Maduro no acepta el resultado de las elecciones;
debemos hacernos presentes para garantizar la democracia".
Tanto
en Argentina como en Venezuela, los kirchneristas y los chavistas para
los EEUU siempre fueron "antidemocráticos" más allá de cualquier
resultado electoral. Esto es así porque estas dos expresiones políticas,
independientemente de la mayor o menor radicalidad clasista de sus
medidas de gobierno, se plantearon niveles de autonomía inaceptables
para los EEUU. Si kirchneristas y chavistas ganaban las elecciones, EEUU
habría dicho -con su coro de marionetas- que había habido fraude, como
de hecho lo hicieron siempre que los resultados no fueron favorables al
cipayaje. Pero hoy los kirchneristas y los chavistas fueron derrotados.
Indudablemente que esto fortalece la posición de los EEUU para hacer lo
que siempre hicieron: saquear países, robarles su riqueza, explotarlos
sin misericordia. Así es un Imperio. Esto lo entiendo mejor un
adolescente que juega al "Age of Empires" (un juego de estrategia para
PC) que un izquierdista mareado por su dogmatismo, su vanidad y su
aburguesamiento.
En la Antigüedad, la caída del Imperio Romano no
se produjo de una sola vez. Su agonía tuvo pulsaciones restauradoras,
estrategias políticas y campañas militares sumamente exitosas que
lograron reconstituir lo que parecía derrumbarse de manera inminente.
Finalmente cayó, sí. Finalmente se fue derrumbando, desintegrando,
canibalizando, sí. Pero ello no ocurrió de manera lineal y
unidireccional. Hubo una inevitable deriva histórica decadente, pero en
su transcurso hubo también estertores de resurrección, que duraron
décadas, o siglos.
Hoy la Historia tiene una velocidad mucho
mayor y entonces es más probable que estos estertores no duren siglos,
pero la decadencia yanki también tiene pulsaciones restauradoras. Hoy
estamos en presencia de una de ellas. Obama ha demostrado ser un
estratega sagaz al punto de, hasta el momento, haber sido capaz de
conducir un reordenamiento mundial de la dominación imperial yanki,
aceptando finalmente, a diferencia de los fanáticos neocons y de los
frívolos halcones liberales, la coexistencia, tensa, pero coexistencia
al fin, con Rusia y China, pero al mismo tiempo conducir la recuperación
y reintegración de los espacios que están más a su alcance,
concentrando sus fuerzas.
Los "acuerdo de paz" tienen que ver,
sin dudas, con la fuerza de Cuba, de Irán, de las FARC. Las concesiones
no se hacen a los débiles. Pero nos confundiríamos fatalmente si
creyéramos que el Imperialismo ha mutado su naturaleza y ha dejado de
ser tal. De hecho, con Cuba el bloqueo sigue, con Irán se renuevan las
sanciones, y en Colombia sigue la guerra atizada por el Establecimiento.
Son concesiones a los núcleos fuertes para inhibir sus ímpetus de
resistencia y evitar su articulación con los demás escenarios de
confrontación del Imperio o sus Estados vasallos, que hacen una guerra
periférica, atacando lo que entienden es más débil (débil en relación a
lo que se puede obtener en contrapartida) en su configuración de poder
integral. Cuba, Irán, las FARC y el ELN son núcleos duros porque son
centros compactos en lo político-militar, con capacidades fácticas muy
concretas y poderosas, que van mucho más allá de lo estrictamente
consensual o democrático-formal. Venezuela tiene un ejército de
consideración y deseo y espero que se mantenga unido como un solo hombre
en torno de la conducción de Maduro. Hasta el momento (y hasta donde se
sabe), por suerte, el Imperio no ha logrado reclutar muchos traidores o
traidores de significación en las filas de la Fuerza Armada Nacional
Bolivariana, y las fuerzas bolivarianas están en plena redisposición
para la lucha. En Argentina, desgraciadamente, las Fuerzas Armadas son
sumamente débiles, tanto en moralización de combate (concentración
sicológica y emocional sobre el verdadero enemigo: la OTAN) como en
avituallamiento de armamento en cantidad y poder. Tampoco se ha avanzado
en milicias populares, como sí lo han hecho en Venezuela. Es el precio
del democratismo burgués, del acento excesivo en una astucia legalista
que, a veces, paradojalmente, aparece ingenua. De todas maneras, la
forma en que CFK se despidió del gobierno fue muy positiva, ya que
concentró fuerza moral y política para enfrentar esta dura etapa de
restauración reaccionaria que hoy atravesamos.
Respecto de la
estrategia imperial, el "viraje al Pacífico" es más que el
fortalecimiento de las fuerzas de Occidente destacadas en ese Océano: es
el viraje a la concentración sobre sí mismos, en donde se ubica América
Latina. No por nada se la puede llamar "patio trasero" a América Latina
y no a Israel o Arabia Saudita. Recordemos que Colón, yendo hacia el
Oeste, sin saberlo, "descubrió" América. Un "pequeño detalle" en su
viaje hacia Asia. Hoy los anglozionistas han decidido viajar hacia Asia
por la ruta Oeste. América Latina está en ese camino.
Frente a
este nuevo escenario, las fuerzas patrióticas deberemos superarnos en la
lucha independentista, saber unirnos y saber actuar. Pero eso ya
resulta fútil decirlo. Nuestras acciones y las acciones del enemigo
imperialista serán las que determinarán, al fin de cuentas, como sigue
esta Historia, más allá de que, por sobre todo, nos de cierta
suficiencia el hecho de saber que el destino final del Imperio es su
derrumbe, y que este derrumbe está quizá mucho más cerca de lo que
parece.
Escrito por Leonardo Del Grosso