por
Alexander Dugin
– A decir verdad, ha estallado la guerra. La guerra ha sido
“estallada”. Esa guerra, la más importante ahora, es la confrontación de
dos civilizaciones: la civilización de la Tierra, representada por
Rusia, y la civilización del Mar, representada por los EEUU. Se trata de
un enfrentamiento entre un sistema basado en el comercio y una
civilización heroica, entre Cartago y Roma, Atenas y Esparta.
No obstante, en ciertos momentos se llega a una etapa “caliente”.
Estamos en este momento de nuevo. Es decir, estamos al borde de la
guerra. Sin embargo, en cualquier momento esta guerra puede convertirse
en una importante y, tal vez, en la única batalla de nuestras vidas.
Como los principales actores – Estados Unidos y Rusia – son potencias
nucleares, la guerra involucra a todas las naciones de la Tierra. Tiene
todas las papeletas para convertirse en el fin de la humanidad. Por
supuesto, esto no está garantizado, pero no puede excluirse tal giro en
la trama.
El plan espiritual de la gran confrontación se
conceptualiza en términos concretos y contextos específicos. Ahí, el
equilibrio de poder es siempre a favor de la Luz, a pesar de la posición
de los fieles. Sin embargo, a nivel estratégico, puede parecer un poco
diferente. Los roles en esta guerra no son simétricos. Rusia se
encuentra en una posición más débil, pero trata de volver a su posición
de actor global. Sólo busca restaurar su potencial poder regional para
poder ejercer su influencia libremente en las áreas cercanas a sus
fronteras. Sin embargo, esto es inaceptable para los Estados Unidos que,
a pesar de todo, siguen siendo la hegemonía mundial y se niegan a
perder la unipolaridad por voluntad propia.
Si tenemos en cuenta
el fondo espiritual de la guerra, quedará claro que la oscuridad no
permite la presencia de la luz en ninguna proporción, se aplacará sólo
cuando sea capaz de vencer a la luz en todas partes, no sólo a nivel
mundial, sino también a nivel local, ya que después de todo un haz de
luz es suficiente para dejar a la oscuridad en las tinieblas, pero sin
la luz puede pretender ser cualquier cosa. Por lo tanto, hay una
conclusión importante: las ambiciones globales del moderno Occidente
tecnocrático materialista, la globalización en sí, no es una
contingencia, sino la esencia de la fuerza con la cual tratamos. Es
ingenuo suponer que se puede negociar con el diablo, o engañarlo. Sólo
se puede ganar. Esta es la ley de la guerra espiritual. Hoy, él ataca y
nosotros retrocedemos. Por lo tanto, la guerra es casi en territorio
ruso, en el ámbito de sus intereses nacionales directos. Al mismo
tiempo, Rusia trata de ir más allá de sus fronteras; la guerra es
defensiva. Actualmente, tiene sólo objetivos regionales. Sin embargo, la
potencia nuclear mundial le impide alcanzarlos. Esto complica la
situación y eleva el conflicto a un nivel global. En cualquier caso,
Rusia es atacada, y se defiende. Esto es importante.
Pasemos ahora a los frentes de la guerra.
Primer frente: Siria
Desde
el inicio del conflicto sirio, Moscú ha apoyado a Bashar Assad, quien
jugó en contra de los intereses de Washington, Europa Occidental y los
apoderados estadounidenses en Oriente Medio: Arabia Saudita, Qatar y
Turquía. Cada uno de estos países, sin embargo, persigue sus propios
intereses. La herramienta para derrocar a Assad fueron grupos islámicos
radicales: ISIS, Al-Qaeda (Frente al-Nusra), etc. Sin embargo, Rusia
pasó a participar plenamente en las operaciones militares sólo en 2015,
cuando un Assad agotado pidió apoyo militar abierto. En este caso, Moscú
ha tenido aliados representados por el eje chií: Teherán, el Irak
chiíta, y el Hezbollah libanés, cono los que no sólo coopera, sino que
incluso lucha codo con codo. El mundo chiíta es estrictamente
anti-estadounidense, pero al mismo tiempo, a nivel regional, se opone a
los radicales suníes saudíes y qatarís, financiadores de los grupos
extremistas salafistas.
En el primer frente, Rusia se enfrenta a
los Estados Unidos y a los países de la OTAN, no directamente, sino
indirectamente. Los propios países occidentales están en guerra con el
ISIS, según dicen, pero en realidad apoyan firmemente a los grupos
islámicos radicales para derrocar a Assad. Las mismas tácticas fueron
utilizadas para derrocar a Gadafi en Libia.
Además, la presencia
de yihadistas salafistas en Irak, así como de los talibanes en
Afganistán, parece justificar la presencia permanente de tropas
estadounidenses. Por lo tanto, el primer frente es un desafío vital para
Rusia: combate indirectamente con los EEUU y la OTAN, y casi
abiertamente con Turquía, Arabia Saudita y Qatar. Por lo tanto, la
guerra en Siria no puede ser considerada como una operación
antiterrorista ordinaria: además, los salafistas controlan ahora la
mayor parte de Siria, y tienen un impresionante apoyo directo e
indirecto. Pero Rusia es una potencia nuclear. Por lo tanto, su
participación en la guerra de Siria cambió radicalmente la situación,
pasando de un nivel local a uno global. Con su participación se ha
puesto mucho en juego. Ahora no se trata sólo del problema de Assad, sus
enemigos se ven obligados a luchar contra Rusia. Sin embargo, lo
contrario también es cierto: Rusia desafía no sólo a la red extremista
del ISIS y al-Nusra, sino la hegemonía estadounidense y al salafismo de
Oriente Medio, con su base importante en las ricas monarquías de los
petrodólares de la región del Golfo. Esto es importante: cómo entiende
Moscú la gravedad de la situación en el primer frente, y hasta qué punto
está dispuesto a entrar en un escenario que ya es el de una verdadera
guerra, con una impresionante coalición en el lado opuesto. Después de
todo, los EEUU y la OTAN están ahí, no importa lo que digan.
Segundo frente: Turquía
Involucrándose
cada vez más en la guerra de Siria, Rusia se enfrenta, como es
evidente, a Turquía, la cual esencialmente ha ocupado el norte de Siria,
habitado por tribus turcomanas, y ha iniciado un conflicto militar con
los kurdos sirios. Erdogan ha establecido una alianza con Qatar desde
hace mucho tiempo, financiando grupos salafistas (como la “Hermandad
Musulmana” en Egipto) y comenzando una lucha activa contra Assad. Por lo
tanto, cuando los militares rusos en Siria comenzaron a bombardear las
posiciones de los salafistas en el norte de Siria, Rusia entró en un
conflicto directo con Ankara. El derribo del avión militar y el brutal
asesinato de los pilotos rusos eran sólo un pretexto para aumentar la
tensión. Cuando Rusia comenzó a actuar con decisión y a involucrarse en
el conflicto, no había otro camino, la guerra con Turquía se convirtió
en una posibilidad muy real. A esto le ha seguido la ruptura de las
relaciones comerciales, la prohibición del turismo, y la expulsión de
las empresas constructoras turcas, que en el ámbito económico ha
supuesto un golpe más fuerte y más doloroso para Turquía, provocando la
pérdida de miles de millones de dólares. Ankara amenaza constantemente
con cerrar el Bósforo a las embarcaciones rusas, lo que supondría cortar
la arteria vital para las tropas rusas en Latakia. Los turcos enviaron,
en las últimas semanas, una parte significativa de sus tropas desde la
frontera con Grecia a la frontera con Siria, y esto puede ser
considerado como la preparación para una invasión militar. Todos estos
hechos aumentan considerablemente el riesgo de una nueva guerra
ruso-turca. ¿Qué probabilidad hay? Es más probable de lo que lo ha sido
nunca durante el siglo XX y las primeras décadas del XXI. El segundo
frente ya ha sido abierto. Cuándo estallará un conflicto abierto, nadie
puede decirlo con seguridad. Teóricamente, podría ocurrir en cualquier
momento. Una vez más, vale la pena recordar que Turquía es un estado
miembro de la OTAN, y que coordina sus acciones en Siria con Washington.
Esto significa que Rusia deberá enfrentarse de nuevo contra la
coalición occidental (con los EEUU a la cabeza) actuando en el bando
turco en una potencial nueva guerra, como lo fue en la guerra de Crimea.
Así que de nuevo un conflicto regional, obviamente, tiene un impacto
global. Esto es especialmente cierto ya que en Turquía hay una base
militar nuclear de Estados Unidos. Sería difícil que una guerra abierta
con Turquía no suponga el inicio de la Tercera Guerra Mundial.
Tercer frente: Ucrania
La
reunificación de Crimea con Rusia no ha sido reconocida por nadie en el
mundo. La DPR (República Popular de Donetsk) y la LPR (República
Popular de Lugansk) son una herida sangrante en un estado no reconocido.
La posición de Poroshenko en Kiev es bastante inestable, y un cambio
real en la situación económica y social en Ucrania en general, incluso
teóricamente, es imposible. Por lo tanto, en un cierto momento Kiev sólo
tendrá una salida: una nueva ronda de escalada de la tensión en el
este, e incluso una invasión de Crimea.
Si Ucrania estuviera en una situación de uno contra uno frente a Rusia, eso sería suicida para Kiev.
Sin
embargo, debemos tener en cuenta a los EEUU y a la OTAN. Occidente
estuvo detrás del golpe de Estado del invierno de 2014. Por otra parte,
en algún momento es muy posible un ataque del ejército ucraniano sobre
la posición consolidada por los militantes de la Nueva Rusia, e incluso
sobre Crimea, más a causa de razones internas de Ucrania, y más aún en
el contexto de la lógica de la confrontación global entre Rusia y
Estados Unidos.
Vale la pena señalar que los tres frentes están
situados cerca de las fronteras rusas, en el área que separa Eurasia y
Rusia, el espacio continental del
Heartland, de los territorios
occidentales. Es el área donde se unen las civilizaciones de Oriente y
de Occidente. Por lo general, las disputas sobre estos territorios
comienzan guerras mundiales y conflictos mundiales. Los tres frentes
están en antiguos territorios del Imperio Otomano. Rusia ganó Nueva
Rusia y Crimea a los turcos, y Siria era parte del Imperio también.
Anteriormente se trataba de zonas del mundo ortodoxo bizantino. Por lo
tanto, los tres frentes tienen un enorme sentido histórico y
civilizacional.
Ahora echemos un vistazo a los problemas internos de Rusia. Hay tres frentes también.
Cuarto frente: terrorismo salafista en Rusia
Las
estructuras en red del Islam radical, ligadas a Arabia Saudita, Qatar y
Turquía han sido desplegadas en Rusia durante mucho tiempo: tanto en el
Cáucaso Norte como en las demás regiones. A medida que continúa la
afluencia de población musulmana a las grandes ciudades rusas y a la
capital, las redes se extienden por todas partes y se enredan por todo
el espacio de Rusia. No se limitan a las zonas densamente pobladas por
musulmanes, sino que expanden activamente su zona de influencia en otros
entornos sociales. Utilizando una variedad de problemas domésticos,el
Islam suní radical se está haciendo muy popular como una alternativa a
la incoherente y aletargada agenda ideológica oficial de Moscú y de sus
representantes en las regiones, puramente conformistas. Se crea así un
caldo de cultivo para la preparación y formación de los grupos
terroristas y de ramas directas del ISIS.
Si los servicios de
seguridad hacen más o menos frente técnicamente a la tarea de disuasión
contra estos grupos, brillan por su ausencia un plan estratégico y un
programa más ideológico para combatir estos fenómenos, lo que con el
tiempo puede hacer el Cuarto frente extremadamente importante. Este
frente fue en realidad un punto caliente en la campaña de la Primera y
la Segunda Guerra de Chechenia; los avances en la segunda sólo se
lograron mediante el uso de una línea dura patriótica en la política
interna.
Cualquier nuevo intento de debilitar el discurso nacional
refuerza automáticamente las tendencias centrífugas y a los grupos
extremistas. El Cuarto frente está abierto y está operativo, pero la
magnitud de los problemas que esto causa no la sabemos. Para no sembrar
el pánico entre la población, los servicios de seguridad ocultan a la
gente común el número de ataques terroristas evitados y otras medidas
preventivas, que, de hecho, son impresionantes incluso en la actualidad.
Como los Estados Unidos y sus apoderados en Oriente Medio apoyan el
Cuarto frente, podemos esperar un serio apoyo financiero y, lo más
importante, apoyo logístico para una nueva escalada.
Quinto frente: la Quinta columna
Este
frente es básicamente una red de fuerzas de la oposición cuyo núcleo
está formado por los liberales pro-estadounidenses que sueñan con volver
a la década de 1990, el período del saqueo abierto de Rusia y de la
venta de todos sus activos a clientes extranjeros, así como el de la
omnipotencia de las élites liberales, cuya carne de cañón son los
nacionalistas radicales y los neonazis rusos que no están satisfechos
con las autoridades rusas y su política pasiva respecto a la creciente
migración, y la inarticulación o ausencia completa de una idea nacional.
Los
liberales sólo no son suficientes para organizar protestas de peso a
gran escala, por lo que los nacionalistas radicales rusos juegan el
papel de apoyo masivo en esta coalición. Sin embargo, los liberales
pro-estadounidenses son el principal centro para coordinar esfuerzos y
tomar decisiones importantes, y son los responsables del contacto con
Washington.
Los EEUU en sí mismos apoyan oficialmente el
movimiento “democrático”, asignándole importantes sumas de su
presupuesto. Sin embargo, la financiación de otras fuentes menos
evidentes de la Quinta Columna de Rusia es mucho mayor de lo que
muestran los datos hechos públicos. En la plaza Bolotnaya, en la
primavera de 2012, la Quinta Columna demostró lo que puede hacer. En el
caso de un agravamiento de las consecuencias de las sanciones y de
posibles conflictos militares, la Quinta Columna puede llegar a ser un
factor importante en el debilitamiento de Rusia. Se está preparando una
puñalada por la espalda que puede ser decisiva si continúa la
ineficiencia del sistema administrativo (y nada indica que vaya a ser
más eficaz en el futuro cercano). Bajo ciertas circunstancias, segmentos
de gente normal disgustada y desilusionada pueden unirse a la Quinta
Columna, creando una seria amenaza.
Sexto frente: Los liberales pro-occidentales y los agentes de influencia gubernamentales
Este grupo fue denominado recientemente como la
Sexta Columna.
Se trata de los liberales y los pro-occidentales que estuvieron en el
poder en la década del 2000, o que han permanecido allí desde la década
de 1990, adoptando nuevos roles en el juego. En contraste con la Quinta
Columna, los representantes de la Sexta Columna son formalmente leales a
las autoridades, obedecen ciegamente y actúan con un espíritu de plena
conformidad. Sin embargo, la Sexta Columna sigue la ideología
occidental, viendo a los Estados Unidos y a la OTAN como la vanguardia
de la humanidad progresista, con la economía siendo dirigida
exclusivamente con métodos y enfoques liberales. A menudo, las fortunas y
las familias de los más altos funcionarios rusos se encuentran en los
países occidentales. En esta situación, la lealtad forzada y el
patriotismo hipócrita ocultan el sabotaje constante de la soberanía
nacional, la disuasión de la ideología estatal y de la aplicación de
estrategias económicas, administrativas y de información, lo que lleva,
finalmente, a la desmoralización de la sociedad, a un debilitamiento de
la economía y, además, a la desideologización de la población. El Sexto
frente supone un sabotaje sistemático, deliberado y muy hábil del
resurgimiento de Rusia, la contención y la sustitución de verdaderas
reformas patrióticas creando simulacros y falsificaciones con eficacia.
La Sexta Columna no es diferente de la Quinta en su ideología, ya que
también está orientada hacia Occidente, pero lo oculta, prefiriendo
atacar al régimen desde dentro, no desde fuera. Por otra parte, al igual
que la Quinta columna, la Sexta columna se controla desde un centro
externo, desde Washington, aunque es un control más sutil y matizado que
el de la Quinta Columna. El Consejo de Relaciones Exteriores (CFR)
gestiona la coordinación del Sexto frente cuya estructura está
representada casi oficialmente en los niveles más altos del gobierno
ruso. En general, consiste en una gran parte del “gobierno liberal”, así
como de un segmento significativo de otras instituciones
gubernamentales.
(Traducción de
Página Transversal)
Fuente:
Katehon
Extraído de:
La Cuarta Teoría Política en español (4TPes).