Desde el limbo, Snowden desafía a la Casa Blanca
Edward Snowden, entrevistado en Hong Kong. Crédito: The Guardian/Glenn Greenwald y Laura Poitras
WASHINGTON, 2 jul 2013 (IPS) -
A última hora del lunes 1, la activista de Wikileaks, Sarah Harrison,
entregó en mano 21 cartas a Kim Shevchenko, oficial de guardia del
consulado ruso en el aeropuerto moscovita de Sheremetyevo, a favor de
Edward Snowden, el denunciante de la estadounidense Agencia Nacional de
Seguridad (NSA).
Las cartas eran
pedidos de asilo dirigidos a embajadas de 21 países: Alemania, Austria,
Bolivia, Brasil, China, Cuba, Ecuador, España, Finlandia, Francia,
Holanda, India, Irlanda, Islandia, Italia, Nicaragua, Noruega, Polonia,
Rusia, Suiza y Venezuela.
“Aunque no he sido condenado por ningún
delito, (el gobierno de Estados Unidos) revocó mi pasaporte de modo
unilateral, dejándome en situación de apátrida”, dijo Snowden en
un comunicado que se publicó en el sitio de Wikileaks.
“Sin
orden judicial, el gobierno intenta impedirme ejercer un derecho
fundamental. Un derecho que pertenece a todos. El derecho a solicitar
asilo”, agregó Snowden.
Washington no oculta su furia porque
Snowden publicó decenas de documentos ultrasecretos que prueban que el
gobierno viene interviniendo las comunicaciones mundiales de Internet y
de sistemas telefónicos a gran escala.
Al menos un billón de
documentos se interceptaron en un esquema cuyo nombre codificado es
ShellTrumpet. Otro proyecto secreto, Prism, permite a la NSA recolectar
información de cualquier ciudadano, alojada en servidores de empresas
como Google y Facebook.
Snowden coordinó la divulgación de los
documentos desde un hotel en Hong Kong, a fines de mayo, trabajando con
dos reporteros estadounidenses, Glenn Greenwald y Laura Poitras, y el
diario británico Guardian. La revista alemana Der Spiegel y el diario
Washington Post, de Estados Unidos, también recibieron algunos
materiales.
"La administración Obama
les teme a ustedes. Tiene miedo de un público informado y furioso que
reclame el gobierno constitucional que le fue prometido, y que debería
tener". - Edward Snowden
Por
estas revelaciones, el exempleado de la Agencia Central de Inteligencia
(CIA) es ahora un hombre buscado. El gobierno de su país lo acusó de
espionaje, según una orden judicial emitida el 14 de junio con la firma
del juez John Anderson, y canceló su pasaporte.
Cuando supo que
las autoridades chinas le permitirían partir sin problemas, Snowden voló
de Hong Kong a Moscú, el 23 de junio, con la asistencia legal de
Harrison, quien llegó con un salvoconducto emitido por el funcionario
consular ecuatoriano destacado en Londres, Fidel Narváez.
Snowden y Harrison están varados ahora en la capital rusa, porque Ecuador canceló poco después el salvoconducto.
Las
solicitudes de asilo reflejan la frágil situación de Snowden, pues el
gobierno de su país se puso al teléfono para pedir a sus pares de todo
el mundo que le impidan escapar.
Rusia ha dicho que no lo
deportará, pero también ha rechazado darle asilo, a menos que Snowden
acepte cesar la filtración de documentos.
“Rusia jamás entrega a
nadie y no pretende hacerlo ahora. Si él quiere irse a algún lugar y
alguien lo aloja, no hay problema”, dijo el presidente de Rusia,
Vladimir Putin, en una conferencia de prensa en Moscú.
“Si quiere
quedarse aquí, hay una condición: debe cesar su actividad destinada a
dañar a nuestros socios estadounidenses”, agregó.
El presidente de
Ecuador, Rafael Correa, también se distanció de Snowden tras recibir
una llamada telefónica del vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden.
Correa argumenta ahora que Narváez cometió un error al entregarle el
salvoconducto.
“El cónsul, en su desesperación, firmó el
salvoconducto sin validez, sin autorización y sin que nosotros lo
supiéramos”, dijo Correa al Guardian. “Fue un error de nuestra parte”.
La
mayor esperanza de Snowden ahora es Venezuela, que ha expresado interés
en su caso. “Si este joven es castigado, nadie en el mundo se atreverá a
decir la verdad”, indicó el presidente de ese país, Nicolás Maduro, de
visita en Rusia. Pero el mandatario eludió la pregunta sobre si le
prestaría asilo.
Snowden permanece en el limbo. Pero no llegó a esta situación extraordinaria sin cierta reflexión.
Este
joven de 30 años, un programador informático que no asistió a la
universidad, trabajaba para la CIA en Ginebra cuando tomó conciencia de
la enorme red de espionaje de telecomunicaciones de la NSA, y decidió
hacer algo al respecto.
Varios meses atrás, Snowden solicitó un empleo de “analista en infraestructura” a la
empresa de inteligencia
Booz Allen Hamilton, con sede en Virginia, con el fin de obtener
documentos que probaran las actividades que llevaba a cabo la NSA.
Lo
contrataron en marzo con un salario anual de 122.000 dólares y lo
destinaron a una estación de la NSA en Hawai. Allí permaneció hasta
fines de mayo, cuando voló a Hong Kong.
“Mi cargo en Booz Allen
Hamilton me dio acceso a listas de máquinas de todo el mundo que la NSA
había hackeado”, dijo Snowden al diario South China Morning Post.
Más
aun, encontró pruebas de que la NSA almacenaba desde hacía cinco años
enormes cantidades de datos, haciendo uso de una interpretación secreta
de las leyes. Armado con esos documentos, partió hacia Hong Kong el 20
de mayo, tras decirle a su jefe que debía ausentarse para recibir
tratamiento médico para su epilepsia.
Ahora enfrenta un futuro
incierto. Pero se manifiesta “indoblegable” en sus convicciones y
confiado en quienes lo apoyan para batallar contra la NSA y la Casa
Blanca.
“La administración de (Barak) Obama no teme a informadores como yo,
Bradley Manning o Thomas Drake. Estamos en condición de apátridas, presos o impotentes”, sostuvo en su comunicado el lunes 1.
“No,
la administración Obama les teme a ustedes. Tiene miedo de un público
informado y furioso que reclame el gobierno constitucional que le fue
prometido, y que debería tener”.