Los testigos relataron con asombro lo sucedido. | Foto: Publico.es
Publicado 13 noviembre 2016
Testigos de los ataques terroristas que dejaron saldo de 130 muertos, contaron parte de los detalles de esa noche de terror.
Algunos de los testigos que vivieron el drama de los atentados perpetrados 13 de noviembre del 2015 en París, capital de Francia, revelaron los detalles de lo ocurrido.
Se trata de uno
de los ataques más sangrientos que ha vivido Francia en los últimos
años, el cual cobró la vida de 130 personas y otras 300 salieron
heridas.
"No decían nada, sólo disparaban”.
Un reportero de una emisora de radio de Francia, identificado como Julien Pearce, detalló lo ocurrido en el concierto de la sala de fiestas del Bataclan.
"Escuchamos disparos fuera de la sala. Todos nos tiramos al suelo y nos cubrimos la cabeza. Duró diez minutos", dijo.
Pearce detalló
que vio entrar a uno de los asaltantes. “Era como un tipo cualquiera que
sostiene un Kalashnikov. Eso es todo. No iban enmascarados y eran muy
jóvenes, como de 25 años", relató.
El periodista dijo además que los terroristas tuvieron tiempo de
recargar sus cargadores dos o tres veces. "No decían nada, sólo
disparaban. Disparaban a la gente acurrucada en el suelo".
En uno de los
momentos de silencio, Pearce logró subir al escenario y encontrar una
salida hasta alcanzar la calle y escapar.
Disparaban a la gente al azar
Por otro lado, Fahmi B., un joven turco de 23 años, contó al periódico Libération lo que vivió esa noche de terror.
"Yo estaba en
el foso (del teatro), cuando de repente oí un ruido como de petardos. En
ese momento pensé que era parte del show, y luego me di la vuelta y vi a
una persona que había recibido un disparo en el ojo. Se puso de pie y
se desplomó. Todo el mundo se echó al suelo, escuchamos disparos.
Disparaban a la gente al azar. Me acurruqué en posición fetal, pero mis
pies estaban bloqueadas por el cuerpo de alguien. Me las arreglé para
quitarme los zapatos y pude correr detrás del escenario, porque una
puerta de salida estaba justo al lado, con otras tres personas que
resultaron heridas", relató.
El escenario se derrumbó
Un testigo citado por el diario Le Monde contó que el escenario de la sala se derrumbó porque había mucha gente.
“Me
recosté detrás del altavoz. Entonces dispararon 20 ó 30 balas,
dispararon al azar. Vi rifles de asalto. He tenido que caminar sobre
cadáveres. Había sangre. En la calle había muertos", comentó.
"Escuché muchas balas, tal vez cien, y todo el mundo gritaba"
Mathieu, de 29
años, citado por el portal español Publico.es, le contó a periodistas
que en la noche del viernes circulaba con unos amigos en un coche Uber
por la calle Charonne cuando vieron una berlina negra de la que se
bajaba un hombre con un Kalashnikov. Entonces empezaron las ráfagas. Al
menos cien balas fueron disparadas "en todos los sentidos".
Más de 20 medios de comunicación se encuentran para dar El Salto
DIAGONAL reúne en Madrid a medios
de comunicación crítica para presentar las líneas estratégicas de EL
SALTO, un proceso que supone la creación de una cooperativa estatal de
medios y el lanzamiento de un nuevo medio de calidad, incisivo, con
nuevos formatos y hecho desde las premisas de la economía social. El
nuevo medio sustituirá, después de 12 años, al quincenal en papel al que
están suscritas casi 5.000 personas.
Los pasados 5 y 6 de noviembre una idea sobrevolaba el ambiente del espacio Ecoo
en Madrid: “el Salto no es hacia adelante, es hacia arriba”. Ésta fue
una de las frases más repetidas en el encuentro estatal de medios
independientes interesados en el proyecto del Salto,
que impulsa el colectivo editor de DIAGONAL y que abre las puertas a
repensar de forma colectiva las claves de la comunicación crítica, la
soberanía informativa y el periodismo situado.
Tras una consulta vinculante a suscriptores y suscriptoras, que concluyó con un apoyo mayoritario de la comunidad Diagonal,
el colectivo editor juntaba por primera vez en un mismo lugar físico a
los diferentes proyectos comunicativos que quieren participar de la
propuesta.
El objetivo: reconocernos en una forma similar de hacer comunicación y
sentar las bases de un nuevo colectivo editor que haga posible el salto
de escala.
Diagonal, Pikara Magazine, El Salmón Contracorriente, Arainfo
(Aragón), Directa (Catalunya), Praza Pública (Galiza), Último Cero
(Valladolid), El Salto Andalucía, Galiza Ano Cero, Wiriko, Nodo50,
SiberiaTV, La Marea, Pamplonauta (Nafarroa), La Entrevista del Mes,
revista Ecologista, revista Pueblos, Viento Sur, Colectivo Burbuja,
Ágora Alcorcón, Revista Bostezo, medios locales como Voces de Pradillo
(Móstoles), Periódico de Hortaleza, El Desperttador, Periódico 15M, así
como diferentes radios libres comunitarias… Más de 20 medios acudieron a
la cita del Salto.
Junto a ellos, debatieron decenas de periodistas, activistas de la
comunicación y portavoces de organizaciones de la sociedad civil y
movimientos sociales que han acompañado a DIAGONAL durante la última
década.
En total, más de 100 personas se volcaron en desplegar las posibilidades de crear en 2017 el primer gran medio hecho por la gente,
un nuevo medio que funcione con reglas diferentes a las de los medios
tradicionales: sin publicidad de las grandes empresas, sin contenidos
patrocinados, un medio de propiedad colectiva, descentralizado y
democrático. Combinar independencia económica y condiciones laborales dignas, una de las preocupaciones centrales.
No se trata de una idea al aire, sino de un proceso con planes de
viabilidad y calendario sin vuelta atrás que a finales de este mes
vivirá un nuevo hito: el inicio de la campaña de socias y socios
(accionariado popular) que dotará de los recursos económicos necesarios
para iniciar esta aventura periodística.
Además, el último número de DIAGONAL como "quincenal de actualidad
crítica que llega cada dos jueves a los kioskos y a tu casa" llegará a
mediados de diciembre y será el 284. Estén atentas a los próximos pasos.
Cooperar, no competir
El Salto es mucho más que una red de medios. “Es una apuesta por
alcanzar una escala más grande gracias a una mirada construida
colectivamente”, recordó Fernán Chalmeta, del colectivo editor de
Diagonal. Con distintos niveles de integración, desde la coordinación de
coberturas y trabajos de investigación conjuntos, pasando por compartir
una plataforma digital y una publicación mensual en papel con ediciones
locales, el encuentro abordó las distintas posibilidades abiertas para cooperar entre medios afines, evitar duplicidades y potenciar una comunicación diferente en tiempos de crisis.
Se comentaron los pasos y detalles para la creación de una federación
de medios en forma de cooperativa que reordene el panorama mediático en
el Estado español y en el Sur de Europa. A qué comunidad nos dirijimos, otra de las ideas centrales del debate
Todos los medios de comunicación invitados tienen trayectorias
propias, procedencias diversas y prácticas periodísticas singulares. Sin
embargo, todos entienden la comunicación como una herramienta al
servicio de la transformación social y comparten la misma idea de
independencia (o interdependencia) frente a los grandes grupos
empresariales de comunicación.
Para Chorche Tricas, de Arainfo,
frente a un escenario de competencia “es necesario participar,
cooperar, aportar a este ecosistema que planteamos con el Salto para
crecer desde la diversidad, que es una riqueza en sí misma. Entendemos
el periodismo como una herramienta a disposición del tejido social y de
los debates e ideas que de aquí surgen, como una herramienta más que
posibilita esos cambios”. El encuentro tuvo una parte de debate abierto y otra destinada a trabajar en la organización del futuro colectivo editor.
Desde Último Cero,
medio de Valladolid que contribuyó como pocos a desenmascarar las
tramas de corrupción del PP en la región, definían el encuentro como
“histórico”, un punto de inflexión en la creación de “un nuevo sujeto”,
un nuevo colectivo que afronte un reto tan complicado como necesario:
darle la vuelta a la comunicación en el Estado español.
Con este encuentro damos por sentadas las bases para poner en marcha
un medio de comunicación llamado a cambiar las formas de producción de
información del periodismo social a gran escala. Por supuesto, no
empezamos de cero. Llevamos años experimentando, bajo diversas
cabeceras, con una manera de hacer periodismo que resulte útil tanto
para la comunidad que lo recibe como para el equipo humano que lo
elabora. Un periodismo situado que transforma y reivindica, desde la
alegría, la puesta en práctica de unos valores que trascienden la propia
profesión y que son, en última instancia, una forma de vida.
El equipo de DIAGONAL lo tiene claro: Nos toca ahora seguir
trabajando en la propuesta, concretar las alianzas, apelar a nuestra
comunidad para que nos ayude y confiar en que más gente nos acompañará
en esta aventura. ¿Te animas al salto de escala?
Cientos de personas protestan contra la hidrofracturación en Manchester, Reino Unido
Publicado: 13 nov 2016 03:44 GMT
Unas 2.000 personas han marchado contra la
fracturación hidráulica en la ciudad británica de Manchester después de
que el Gobierno permitiera a la compañía Cuadrilla emplear esa técnica
de extracción de gas y petróleo cerca de la urbe. Este método específico
genera mucha polémica por el riesgo que supone para el medioambiente y
fue prohibido en varios países de la Unión Europea.
Fuerzas iraquíes anuncian la liberación de la ciudad de Nimrud dentro de su ofensiva por recuperar Mosul - RTVE.es
EFE
Las fuerzas iraquíes han liberado este domingo la ciudad de Nimrud, situada
en el frente meridional de la batalla por el control de Mosul, según ha
informado el comandante de las Fuerzas Especiales, el general de
brigada Abdelamir Yarala.
En un comunicado, Yarala ha anunciado
que "las unidades de la IX Brigada de Blindados liberaron totalmente la
localidad de Nimrud e izaron la bandera iraquí sobre sus edificios".
Asimismo, ha destacado que en la recuperación de esa zona el grupo terrorista Estado Islámico (EI) sufrió bajas en sus filas y pérdida de equipamiento militar.
Las
fuerzas iraquíes también han recuperado la aldea de Al Naamaniya, al
sur de Nimrud, un día después de haber expulsado a los yihadistas de
Abas al Rayab, otra población de la comarca de Nimrud.
En esta
zona se encuentra la antigua ciudad asiria de Nimrud, que llegó a ser un
importante centro de poder durante el reinado de Salmanasar I
(1373-1244 a.C.) y que sufrió el saqueo y el destrozo por parte de los
yihadistas del grupo Estado Islámico, que ocuparon esta zona en junio de
2014. Entre los emblemas de la antigua Nimrud destruidos por los
yihadistas figura el templo de Nabu.
La ofensiva de las tropas
iraquíes y kurdas para liberar Mosul y la totalidad de la provincia de
Nínive comenzó el pasado 17 de octubre desde tres frentes -norte, sur y
este-, y ha permitido hasta el momento la conquista de varios barrios
orientales de la ciudad, considerada el principal bastión del Estado
Islámico en Irak
Seguidores de Trump en Nueva York CARLO ALLEGRIREUTERS
Cada vez que Donald Trump
proclamaba “Hagamos América grande de nuevo”, muchos progresistas se
burlaban preguntándose cuándo había Estados Unidos dejado de ser grande.
Pero en Centerville, un suburbio de Dayton (Ohio), Erin Smith sí sabe
ponerle una fecha de caducidad a esos buenos tiempos. Sucedió hace unos
20 años, cuando la industria que hizo de Ohio un Estado próspero donde
sin una cualificación especial se podía encontrar un trabajo bien
remunerado empezó a cerrar sus fábricas.
El martes 8 de noviembre, Erin, blanco, de 32 años y sin
estudios superiores, votó por Trump. Otros 2,7 millones (el 52,1%) de
ciudadanos votaron también por él en Ohio, que en 2012 y 2008 aupó al
demócrata Barack Obama. Es uno de los seis Estados que cambió de color y
dio la victoria al magnate Trump. Smith es muy afable. No mostró impaciencia el viernes cuando la
periodista irrumpió sin aviso en su casa, que tiene un gran cartel de
Trump en el jardín bajo una bandera estadounidense aún mayor, para
preguntarle qué le llevó a votar a Trump. No fue el único. Todo su
barrio, y muchos más en los alrededores, muestran todavía orgullosos
propaganda electoral republicana. Es difícil ver un afiche de Hillary
Clinton y Tim Kaine. Smith, un veterano que busca trabajo tras volver a la vida
civil, asegura que no odia a nadie. “Creo en unas normas fronterizas más
estrictas, hay mucha gente aquí que está usando nuestras cosas,
prestaciones sociales, cupones de comida… Y no quiero pagar para que
todos los que vengan a este país se beneficien de esos servicios. Si
estás en este país ilegalmente, no tienes nada que hacer aquí y te
deberías ir. Si estás legalmente, pues bien”. También quiere que se frene el tráfico de drogas desde México y
que se deje de permitir la entrada de refugiados sirios y “de toda esa
gente que está intentando entrar” porque, “con ISIS y todas esas cosas,
es difícil diferenciar quién está involucrado o no” en actividades
terroristas. No ve con buenos ojos movimientos como Black Lives Matter,
que ha canalizado la ira de los afroamericanos por la persistente
tensión racial, y tampoco está de acuerdo con firmar más acuerdos
comerciales internacionales. “La economía va mal ahora, ¿por qué
llevarse todos los empleos a otra parte? No tiene sentido”, lamenta.
También percibe una pérdida de valores: “En los últimos ocho años, el
país ha ido cuesta abajo en valores, las cosas se han desatado, y si
Hillary hubiera sido elegida, las cosas habrían seguido yendo del mismo
modo”
La casa de Smith está en el condado de Montgomery (medio millón
de habitantes, un 73,8% blancos y casi el 80% sin estudios superiores).
Son los denominados blue collar, la clase trabajadora. Como
Smith. Como tantos en Ohio (donde el salario son 48.849 dólares anuales
frente los 53.482 de la media) y otros estados del cinturón industrial
del Medio Oeste. Como buena parte de los votantes de Trump. El
republicano, que no ganó en ninguna ciudad de más de un millón de
vecinos, recibió un impulso clave de los blancos sin educación
universitaria (le votó el 67%, según las encuestas a pie de urna del New
York Times), aunque también lo votaron el 49% de los licenciados
blancos y el 42% de las mujeres. Una imagen que se refleja en
Montgomery.
El 42% de las mujeres y el 49% de los licenciados blancos votaron al magnate
Aunque en este condado el desempleo es del 4,7%, por debajo
incluso de la media nacional, persiste la sensación de que todo va
cuesta abajo. En la edad de oro de Ohio, desde los sesenta hasta
comienzos de este siglo, la tasa de pobreza estatal era inferior a la
media nacional. Hoy es algo superior a la media (15,8 % frente al 15,5%,
según datos del censo de 2014). “La gente está harta de cómo se han manejado las cosas, está
cansada, quieren que se les devuelva su país, y Trump fue tan
entusiasta… Esa frase, hagamos que América sea grande de nuevo, me gustó
porque queremos que las cosas vuelvan a ser buenas, como antes”, dice
Smith.
A Steve, de 57 años, también le gustaría volver atrás. Aunque
tampoco completó los estudios, nunca le faltó trabajo. Pero las fábricas
empezaron a cerrar. “Lo perdimos todo”, lamenta. Él tuvo unos problemas
médicos que supusieron unas facturas que no podía pagar. Perdió hasta
su casa. En 2008, votó por Barack Obama. El martes, lo hizo por Trump. En Dayton, la capital de Montgomery, Kathleen, una empleada de
banca entrada en la cincuentena, hojea libros en la sección de política e
historia de una feria del libro de segunda mano. “La clase media se ha
cansado de ser la gallina de los huevos de oro”, coincide. “Clinton es
demasiado elitista, se olvidó de la clase media”. También votó a Trump, a
pesar de su sexismo. Al menos sacudirá las cosas en Washington,
comenta. “Trump no tiene miedo de provocar ampollas”. “Necesitamos que
alguien remueva la maldita olla”, coincide Steve. Hacía 28 años que en este condado a una hora en coche de la
capital de Ohio, Columbus, no ganaba un republicano. La última vez fue
George H.W. Bush, en 1988.
Sienten que los demócratas han dejado de ocuparse de ellos
Al politólogo Paul Beck no le sorprende. Los votantes “sienten
que los demócratas han dejado de preocuparse por ellos, mientras que
Trump se trabajó bien su apoyo”. El neoyorquino fue dos veces a
Montgomery. Clinton ni una. Además existe, agrega Beck, una cuestión de
“percepciones” más que de datos objetivos o promesas políticas
realistas. “Añoran tiempos pasados, hace 15 o 20 años, cuando las cosas
les iban mejor, y están dispuestos a votar por Trump porque creen que él
puede traer de vuelta esos tiempos”, explica el profesor emérito de
Ciencias Políticas de la Universidad Estatal de Ohio. A ello se unen, “considerables cambios culturales” en un país
cada vez más diverso y con novedades como el matrimonio gay. Y esto, en
zonas históricamente blancas y conservadoras como Ohio, donde el
porcentaje de hispanos solo es del 3,6%, produce recelos. “No quiero
llamarlo un shock, pero sí hay una sensación en estas zonas rurales y
pequeñas ciudades de que las cosas están cambiando a su alrededor de una
manera con la que no se sienten cómodos”. “Son todas esas cosas las que hacen que la gente se sienta muy
insatisfecha con la situación actual. Y las que les disponen a votar por
alguien que ven como antiestablishment”, señala. Con todas las
diferencias ideológicas, que son abismales, “de alguna forma, dice el
profesor Beck, son los votantes de Podemos en España, que no están
satisfechos con la gente que los gobierna y están dispuestos a
intentarlo con alguien distinto”.
Un estado menos diverso y menos educado que el resto del país
Ohio, según los datos del censo, se ha convertido en un estado “un
poco más blanco, un poco menos educado y más viejo” que el resto del
país. En Ohio, los blancos son el 82,7 % ciento de la población (la
media nacional es de 77,1%), mientras que los afroamericanos suman el
12,7% (13,3% en todo EE UU) y los hispanos solo el 3,6% (17,6%). La
cifra de ciudadanos con estudios universitarios en Ohio es del 25,6%,
frente al 29,3% nacional. Los ingresos medios en este estado del
deprimido cinturón industrial estadounidense son de 48.849 dólares
anuales, frente al promedio nacional de 53.482.
Estos datos sirven, al menos en parte, para explicar por qué Ohio,
que en 2008 y 2012 votó demócrata, ha dado ahora una victoria
contundente al republicano Donald Trump, que se impuso con el 52,1 % de
los votos, frente al 43,5% de Hillary Clinton. “Los estados en donde hay
una población hispana considerable, se los llevó Clinton. Pero Ohio
tiene una población hispana muy pequeña y no fue suficiente para marcar
la diferencia que hicieron en Nevada o Colorado”, señala el politólogo
Paul Beck. A ello se une un fenómeno un tanto sorprendente, admite: en
Ohio, Trump se llevó el voto de los blancos sin educación superior, como
en el resto del país, pero también el de los blancos con estudios
superiores y el de las mujeres. Algo que podría deberse, aventura, a que
hay un sentimiento generalizado de que Trump, con sus promesas
electorales, “se preocupa por ellos de una forma que ya no lo hace el
Partido Demócrata”. En las encuestas a pie de urna, la cualidad más
valorada de los candidatos fue su capacidad de “traer un cambio” (45%),
por encima de la experiencia adecuada (20%) para el cargo.
Kyle Kondik, autor del libro “El barómetro: Por qué Ohio elige al
presidente”, considera “bastante probable” que este estado que desde
1896, salvo en dos ocasiones (1944 y 1960) ha vaticinado siempre al
candidato presidencial ganador, se consolide en el futuro como un estado
republicano. La tendencia republicana de este 2016 fue, en todo caso,
la más pronunciada desde 1932, señala en un correo electrónico.
El secretario general de la OTAN explica por qué EE.UU. no debe abandonar la Alianza
Publicado: 13 nov 2016 11:10 GMT | Última actualización: 13 nov 2016 15:55 GMT
Jens Stoltenberg señala que Donald Trump
tiene razón en sus exigencias de "un reparto más equitativo de la
carga", dado que ahora EE.UU. cubre casi el 70% de los gastos de la
OTAN.
El secretario general de la OTAN, Jens StoltenbergFrancois LenoirReuters
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El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha señalado al rotativo 'The Guardian' que
"ahora no es el momento de cuestionar el valor de la asociación entre
Europa y Estados Unidos", ya que afirma que el bloque militar y la
potencia norteamericana enfrentan "grandes desafíos por nuestra
seguridad durante una generación", en declaraciones producidas tras
conocerse el sorpresivo triunfo de Donald Trump, quien en la campaña criticó el modelo actual de la Alianza.
El
secretario general ha reconocido que no hay equidad en la distribución
de la responsabilidad entre los miembros de la OTAN. "Hasta la fecha,
Estados Unidos es responsable de casi el 70% de los gastos de defensa de la Alianza y (el presidente electo Donald Trump) ha pedido con razón un reparto más equitativo de la carga".
Según
Stoltenberg, en los últimos años, la situación de la seguridad se ha
"deteriorado dramáticamente" a causa de "Rusia y la turbulencia en el
norte de África y Oriente Medio". No obstante, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, señaló este
sábado que el Ejército de su país "no amenaza a nadie". "Nuestro
territorio es el más grande del mundo, todo el mundo lo sabe, y tenemos
que garantizar con fiabilidad la seguridad de nuestro propio país, y de
nuestro propio pueblo", fueron las palabras del líder ruso.
"Hasta
la fecha, Estados Unidos es responsable de casi el 70% de los gastos de
defensa de la Alianza y ha pedido con razón un reparto más equitativo
de la carga" Jens Stoltenberg, el secretario general de la OTAN
El alto cargo de la Alianza ha indicado que el fortalecimiento más extenso desde la época de la Guerra Fría
en la defensa colectiva del bloque fue la respuesta a los retos de
seguridad que enfrenta, por lo que destacó que "ir solo no es una
opción, ya sea para Europa o para Estados Unidos".
Por su parte,
Moscú en reiteradas ocasiones ha expresado su preocupación por la
expansión de la OTAN cerca de sus fronteras y lo calificó de amenaza
para su seguridad. Este lunes, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, anunció que "esimposible erradicar la naturaleza agresiva" de la Alianza Atlántica.
Trump: "Es una institución obsoleta"
Durante
la campaña electoral, Trump calificó a la OTAN de "institución
obsoleta" y señaló la necesidad de que sus miembros cumplan con sus
obligaciones en la Alianza, en concreto, las necesidades presupuestarias
en términos de gastos de Defensa.
En un encuentro con periodistas
estadounidenses en marzo de 2016, el entonces precandidato republicano a
la presidencia abogó por una política exterior menos intervencionista y
por reducir la implicación de su país en la OTAN. "Definitivamente, no podemos permitirnos seguir haciéndolo", afirmó Trump en referencia a los gastos de EE.UU. en la OTAN.
"La OTAN nos cuesta una fortuna", dijo el político, destacando que el problema real radica en que EE.UU. es "el que hace todo el trabajo pesado", mientras que los países europeos "no hacen nada".
Donald Trump, durante la campaña electoral.DAMON WINTER / QUALITY
Algo que Donald Trump aprendió muy joven
es que, cuando uno llama a una puerta, no debe quedarse plantado
enfrente, sino echarse a un lado. El primer trabajo que hizo para su
padre, un constructor que hizo fortuna con la promoción de viviendas
asequibles en los distritos neoyorquinos de Brooklyn y Queens, fue ir a
cobrar los alquileres remolones, casa por casa, junto a un empleado
especializado en la materia. Ser alto, imponer con la presencia física,
era necesario. Pero, aun así, si uno daba con un apartamento
desafortunado, podía llevarse un disparo, así que ante la puerta solo se
exponía la mano.
Donald John Trump, el presidente electo de Estados Unidos,
nació ya rico el 14 de julio de 1946. Su padre, Fred, era hijo de un
inmigrante alemán, pero durante décadas la familia hizo creer que sus
orígenes eran suecos, como recoge la biografía de Michael d’Antonio,
para no ahuyentar a la clientela judía de Nueva York tras la Segunda
Guerra Mundial.
El inesperado ascenso del hijo de un constructor a la presidencia del país más poderoso del mundo no se explica en las estructuras de los partidos,
ni en el Senado de Washington o la política local, cantera tradicional
de los presidentes americanos. Tampoco en los salones del establishment. Hay que buscarlo en los platós de televisión, en el Manhattan de la Hoguera de las vanidades
y en las calles más difíciles del Brooklyn y el Queens de los años
sesenta. El hombre que sacude el mundo comenzó su andadura llamando
puertas y esquivando potenciales disparos en barrios humildes.
Cuando estos días tanta gente se pregunta cómo un millonario de la Quinta Avenida
—un hijo de papá que vive en mansiones versallescas— se ha metido en el
bolsillo a tanto votante obrero enfadado con el sistema, ayuda mucho
retroceder a esos años de recaudador, a la época en que su madre, pese a
todo el dinero que tenían, iba personalmente a las lavanderías de los
edificios de la familia a recoger las monedas de las máquinas.
La calle en la que creció, en Jamaica Estates, una zona adinerada de Queens, está formada por residencias elegantes, jardines cuidados y coches buenos aparcados.
La casa, porticada, de ladrillos marrones y columnas blancas, es una de
las mayores del barrio. Pero bajando por la misma acera, a tan solo
cinco minutos, llega uno a la avenida Hillside, otra dimensión. Las
tiendas árabes de comida halal se multiplican en la calle, ocupada por comercios de todo a 99 céntimos, compraventa de oro y desprendiendo un olor mayúsculo El Palacio de la Barbacoa.
El hombre que ha llegado a la Casa Blanca azuzando los sentimientos del nacionalismo blanco
americano procede del lugar más multiétnico de Nueva York, Queens, y de
una zona concreta en la que las casas de los ricos estaban pegadas a
las de aquellos de clase obrera. Kevin Russell, un vecino de 50 años de su misma calle, dice que Trump
“era un tipo muy amable, que estuvo viniendo a ver a sus padres hasta
el final, hablaba con todos”. “Esas cosas que dice ahora de la
inmigración no pueden venir de él, esto es Queens, hemos vivido todos
juntos en paz”, asegura.
El magnate posa con su padre en la inauguración de la pista de hielo de Central Park en 1987 getty
Pero la tensión racial siempre ha estado presente en la vida del
próximo presidente de Estados Unidos. En 1973 fue denunciado junto a su
padre por discriminar la entrada de las familias negras en sus
propiedades de alquiler. Y nunca ha dado marcha atrás en el llamado caso de los cinco de Central Park,
cuando en 1989 unos adolescentes —un hispano y cuatro afroamericanos—
fueron condenados por una violación que, se supo en 2002, no habían
cometido. Cuando aún no se había celebrado el juicio, Trump pagó
anuncios a toda página pidiendo la pena de muerte. Fueron exonerados,
pero el empresario ha mantenido que son culpables.
Miente a menudo. Entró en política también con el lanzallamas de la raza en la mano,
abanderando en 2011 la campaña que cuestionaba el origen del presidente
Barack Obama. Fue tal la presión que este tuvo que llegar a mostrar su
certificado de nacimiento. Aquel año, en la tradicional cena de
periodistas en la que el presidente pronuncia un discurso jocoso, la
víctima fue Trump, sus aficiones televisivas y los concursos de belleza.
“Sin duda, Donald traerá el cambio a la Casa Blanca”, se burló Obama. Hay quien dice que eso le espoleó.
Muchos seguidores de Trump, a lo largo de la campaña,
argumentaban que les inspiraba confianza porque su candidatura era
desinteresada: ¿por qué querría un magnate multimillonario meterse en
política, teniendo ya todo? Es tan difícil —o tan fácil— de explicar
como su adicción a las cámaras. No se entiende el ascendente de Trump en la sociedad estadounidense sin su condición de showman: presentó 14 temporadas de El Aprendiz,
un concurso de talentos en el que desempeñaba el papel de ogro, de tipo
exigente que decía las cosas con crudeza. Cuanto más agresivo era, más
audiencia lograba.
Trump ha utilizado a los medios toda su vida para obtener publicidad
gratuita, aunque fuera a golpe de polémica. “El precio de un anuncio a
toda página en The New York Times puede ser de más de 100.000 dólares, pero cuando publican una noticia sobre alguno de mis negocios, no me cuesta un céntimo, y tengo una repercusión más importante”, confesaba en su último libro, América paralizada. En él admite que en ocasiones hace “comentarios indignantes” para darles a los medios “lo que buscan”.
Trump alimenta su imagen de matón. Cuando era un niño, le dejó un ojo
morado a su profesor de música porque consideraba que el docente no
sabía nada de la materia. Este y muchos de estos episodios han sido
relatados en primera persona, en El arte de la negociación, una obra que publicó en los años ochenta, muy reveladora sobre la personalidad del próximo presidente,
no tanto por la fiabilidad de lo que cuenta (mantiene la falsedad del
origen sueco de su abuelo), sino porque muestra la imagen que Trump
tiene de sí mismo o, más bien, la que quiere proyectar. Por ejemplo,
dice que cuando llega a Manhattan, en los años setenta, unas de las
primeras cosas que hace es intentar entrar al selecto Le Club, un local elitista al que costaba incorporarse sin conocer a alguien, como era su caso.
Al final, Donald sale un par de veces con el presidente y aun así le
cuesta convencerle. Esta es la razón: “Yo era joven y guapo y, como
algunos miembros mayores del club estaban casados con mujeres también
jóvenes y bonitas, temía que yo se las robara. Me pidió que le
prometiera que no lo haría”.
Trump se ha casado tres veces. Con su primera esposa, Ivana, una
maniquí de origen checo, pasó 15 años y tuvo a sus tres hijos mayores
(Donald, Eric e Ivanka). Se separó en 1992, después de un affair
con la actriz Marla Maples, con la que también contrajo matrimonio
después, del que nació Tiffany. La pareja se rompió a los siete años.
Con Melania, la futura primera dama, de origen esloveno y 24 años más joven,
empezó a salir al poco tiempo, pero no se casaron hasta 2005. Son
padres de Barron, ese chico de 10 años rubio que la noche de la victoria
electoral miraba al público muy serio. Trump ha sido acusado muchas
veces de abusos y él mismo, en un vídeo de 2005, se jactaba de poder manosear a las mujeres
sin su consentimiento. Su primera esposa, Ivana, llegó a acusarle en un
libro de haberla violado, aunque luego ha matizado sus palabras.
"El precio de un anuncio a toda página en The New York Times puede ser de más de 100.000 dólares, pero cuando publican una noticia sobre alguno de mis negocios, no me cuesta un céntimo"
Donald Trump
Nada le ha pasado factura electoral. En los mítines, sus votantes le quitaban hierro a cualquiera de sus insultos
o provocaciones. “Me encanta la gente poco formada”, ha llegado a decir
en referencia a sus propios votantes. Hay algo que fascina a parte de
su electorado y es la exaltación de su éxito. Como escribió hace poco
Lauren Collins, “si la promesa de Obama es que él era tú, la promesa de
Trump es que tú eres él”. Trump quería convertirse en un rey del
ladrillo en Manhattan. Hoy, unos 17 edificios de la ciudad llevan su
marca, en letras enormes, aunque la mayoría no le pertenecen ya. Le
gusta venderse como un hombre hecho a sí mismo, pero inició su propio
negocio con un préstamo paterno de un millón de dólares
de la época. Antes había pasado por la Academia Militar de Nueva York,
la Universidad de Fordham del Bronx, de jesuitas, y la prestigiosa
escuela de negocios Wharton, donde se graduó sin pena ni gloria.
Su abogado y amigo, en el inicio de la andadura por libre, fue Roy Cohn, mano derecha de McCarthy durante la caza de brujas
y defensor de conocidos gánsteres de la época. De los primeros
edificios en Manhattan, pasó a abrir casinos en Atlantic City, Nueva
Jersey, donde se acogió a varias bancarrotas para evitar pagos.
El imperio de Trump está muy ramificado, aunque el grueso de los
negocios conocidos siguen siendo en el sector inmobiliario, turístico,
los campos del golf. Durante la campaña, entregó un documento obligatorio
por ley que mostraba sus intereses financieros y, según Reuters,
recogía más de 500 entidades en el mundo. También está bajo
investigación la Trump University por presuntas irregularidades.
Un imperio empresarial
con origen en un burdel
Donald Trump se refiere a la historia de su padre, Fred, como un
cuento clásico de Horatio Alger, un autor del siglo XIX que solía
escribir historias de chicos humildes que salen adelante con esfuerzo.
Nacido en EE UU en 1905, Trump padre era nieto de un inmigrante alemán,
el abuelo Friedrich, que se mudó de Nueva York a Seattle, al calor del boomminero en la zona, y allí regentó un burdel, según el autor Michael d’Antonio, que pasó tres años investigando la vida de Trump.
Fred padre se hizo rico con la construcción de viviendas, con el
desarrollo de los distritos de Queens y Brooklyn. Como su hijo, también
los conflictos raciales marcaron su vida: fue denunciado por
discriminación en las viviendas y documentos de 1927, publicados por The Washington Post, muestran que Fred Trump fue detenido en los disturbios del Ku Klux Klan. El magnate ha negado esta información.
El futuro presidente recuerda a su madre, Mary, fascinada con el lujo
y el glamur. Escocesa de nacimiento, no se podía despegar de la tele el
día de la coronación de la reina Isabel de Inglaterra. El futuro
presidente tuvo cuatro hermanos, dos mujeres y dos varones. Siempre
recuerda con emoción a Fredy, que murió alcohólico a los 43 años. Trump
no bebe.
El magnate cifra su fortuna en 10.000 millones de dólares, un volumen
que exhibe como aval de su capacidad de gestión: si era capaz de
engordar así su negocio, lo sería también de enriquecer al país, pero en
Bloomberg lo han rebajado a 3.000 millones. Lejos de disimularlo, a
Trump le gusta presumir de dinero. Siente desdén por las costumbres de la alta sociedad. Cuando se hace con el lujoso resort
Mar-a-lago en Palm Beach (Florida), pide al chef que incluya en la
carta el pastel de carne y puré de patatas, su plato favorito, una
antítesis del refinamiento gastronómico, y bromea: “La mitad de la gente
lo pide, siempre que lo tenemos. Pero después, si les preguntas qué
comieron, lo niegan”, le explicaba al escritor Mark Singer, un reportero
de la revista New Yorker, en El show de Trump.
En una entrevista con EL PAÍS, Singer, sostenía que “no existe Donald
Trump, es un personaje”. Pero hay algo genuino en su extravagancia: es
imprevisible. Cuando publicó su libro, Trump reaccionó con furia. La
publicidad que el percance le supuso al libro le llevó al escritor a
enviar al empresario un cheque de 37,8 dólares, como sarcástico
agradecimiento. Singer tiene el resguardo enmarcado en su casa: Trump
había ido a cobrar el cheque.
Hillary Clinton culpa al FBI de su derrota frente a Trump en las elecciones
La institución anunció once días antes de las elecciones una nueva investigación por el caso de los correos electrónicos
Sin embargo, dos días antes de los comicios su director, James Comey, anunciaba que daba por cerrada la investigación
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EFE
La excandidata presidencial demócrata, Hillary Clinton,
ha culpado este sábado de su inesperada derrota electoral al FBI por
haber anunciado solo unos días antes de las elecciones una nueva
investigación relacionada con el uso de servidores de correo privados
que hizo cuando era secretaria de Estado.
Estas son las declaraciones más extensas que Clinton hace desde el
discurso de Nueva York, que tuvo lugar el día después de las elecciones
del 8 de noviembre y en el que admitió su derrota frente a su rival, Donald Trump, ahora presidente electo de Estados Unidos. En una llamada telefónica con donantes, filtrada a medios como The Washington Post, Clinton ha responsabilizado de la derrota al director del FBI, James Comey, que 11 días antes de las elecciones anunció una nueva investigación sobre
el uso que hizo Clinton de servidores de correo privados para tratar
asuntos oficiales cuando era secretaria de Estado (2009-2013).
Considera que la decisión de James Comey acaparó la atención del público
Durante
la llamada de unos 30 minutos, Clinton consideró que la decisión de
Comey colocó de nuevo la polémica de los correos electrónicos en la
portada de los medios de comunicación, acaparó la atención del público
e impidió a la demócrata cerrar la campaña con un mensaje optimista, destinado a conquistar a los indecisos.
"Hay
muchas razones por las que una elección como ésta no tiene éxito",
admitió Clinton, según un donante que transmitió las declaraciones a The
New York Times y The Washington Post. "Nuestro análisis es que la carta de Comey, que levantó dudas que eran infundadas, detuvo nuestro impulso",
aseguró Clinton, que tuvo que enfrentarse a duros ataques de Trump por
la nueva investigación, relacionada con el ordenador de la expareja de
una de sus asesoras, Huma Abedin.
Cuando quedaban dos días para las elecciones, Comey volvió a sorprender al anunciar que el FBI daba por cerrada la investigación al
no haber encontrado ningún elemento incriminatorio en la nueva
pesquisa, por lo que no había motivos para reabrir la investigación de
los correos, cerrada en julio.
Para Clinton, este segundo
movimiento de Comey se convirtió en "una verdadera motivación para los
votantes de Trump", que como el millonario creen que el sistema está
"amañado" para proteger los intereses de las elites políticas y
favorecer a los Clinton.
"Trump pasó los últimos cuatro días de su campaña con ataques personales dirigidos a mí, y éste es el resultado", concluyó.
Clinton ya protagonizó este viernes una breve conferencia telefónica con voluntarios, a los que agradeció su trabajo y a los que urgió a "volver a salir allí y seguir luchando", aunque reconoció que "estos habían sido unos días muy, muy duros" para ella.
Desde
su discurso en Nueva York, la única imagen que los estadounidenses han
podido ver de Clinton es la que colgó en la red social Facebook una mujer que se encontró con la demócrata y su marido, el expresidente Bill Clinton, en un bosque de Chappaqua, en el estado de Nueva York, donde el matrimonio tiene una casa.
Margot
Gerster, la autora de la fotografía que se ha hecho muy popular en
Facebook, explicó en un comentario junto a la imagen la emoción del
encuentro con Clinton y los abrazos que las dos se intercambiaron.
Nadie sabe cómo gobernará Donald Trump,
y los vaivenes durante la campaña hacen difícil augurar su programa a
partir del 20 de enero, cuando se convierta el presidente número 45 de
Estados Unidos. Pero las primeras señales indican que podrían recular en
algunas de sus promesas. En una entrevista con el diario The Wall Street Journal,
Trump dice que está dispuesto a preservar partes de la reforma
sanitaria del presidente Barack Obama, en vez de revocarla como
prometía. El presidente electo prepara la transición al poder rodeado de
su familia, veteranos políticos republicanos, donantes y cabilderos que
él denostó en campaña.
Donald Trump, el pasado miércoles EVAN VUCCI (AP)ATLAS
El republicano Trump explica en la entrevista con el Journal, la primera desde que el martes ganó las elecciones presidenciales, que el demócrata Obama le sugirió algunas ideas sobre la reforma sanitaria durante la reunión que mantuvieron el jueves.
La reforma sanitaria, que ha ampliado la cobertura médica a millones
de personas que carecían de ella, es un elemento central en el legado de
Obama. En el pasado, Trump se mostró abierto a un sistema que cubriese a
todos los estadounidenses, pero en la campaña electoral retomó el
argumento republicano. Era necesario revocarla completamente, decía. La mayoría de su partido en ambas cámaras del Congreso se lo permitiría.
Ahora deja abierta la posibilidad de no revocar la reforma, sino
reformarla. Se trataría, según explica Trump, de mantener dos partes de
la ley: la que prohíbe a las aseguradoras privadas negar un seguro a las
personas con enfermedades previas, y la que el seguro de los padres
cubra a los hijos adultos hasta los 26 años. “Me gustan mucho”, dice
Trump sobre estas partes de la reforma.
En otra entrevista,
que se emitirá el domingo en la cadena CBS, precisa que revocará la ley
sanitaria de Obama, pero en seguida la reemplará por otra ley con sus
elementos centrales.
Clinton culpa a Comey
Entre las múltiples razones para la derrota el martes ante el
republicano Donald Trump, la demócrata Hillary Clinton ve una clara: la
carta que el director del FBI, James Comey, hizo pública once días antes
de las elecciones. En la carta, Comey revelaba que el FBI volvería a
examinar los correos electrónicos que Clinton envió desde un servidor
privado cuando era secretaria de Estado.
El caso se había dado por cerrado en julio, pero la carta de Comey lo
situó en medio de la campaña y, según la candidata demócrata, la perjudicó.
“Nuestro análisis es que la carta de Comey, sembrando dudas que
carecían de base, detuvo nuestro impulso”, dijo Clinton el sábado en una
conferencia con donantes.
A partir de ese día se sucedieron los sondeos que mostraban una
reducción de la ventaja de Clinton sobre Trump. No está claro que el
motivo de la caída en los sondeos fuese la carta de Comey, pues la
recuperación de Trump comenzó antes, pero la carta pudo influir.
Dos días antes de las elecciones, en otra carta, Comey anunció que la
investigación no había dado frutos y no había nada sospechoso en los
correos. Clinton cree que esta segunda carta también fue dañina, puesto
que reforzó el argumento de los seguidores de Trump según el cual el
sistema está amañado y por eso el FBI decidió exculpar a Clinton.
Es aventurado formular teorías sobre una figura excéntrica como
Trump, pero una que circula estos días es que, dada la división del país
y la realidad de que Clinton recibió más votos que Trump, este deberá
atenuar sus ángulos más agresivos.
En la entrevista con el Journal también habla de su promesa
de nombra a un fiscal especial para procesar a Hillary Clinton, su rival
demócrata en las elecciones, por su uso de un servidor privado de
correos electrónicos cuando era secretaria de Estado. La amenaza de
encarcelar a Clinton fue uno de los ejes de sus últimas semanas en
campaña. Entusiasmaba a sus seguidores. Ahora parece dar marcha atrás.
“No es algo en lo que haya pensado mucho, porque quiero resolver la
protección sanitaria, los empleos, el control de la frontera y la
reforma fiscal”, dice el presidente electo.
Cuando el jueves un periodista le preguntó, a la salida de una
reunión en el Capitolio, si pediría al Congreso prohibir la entrada de
musulmanes a EEUU, evitó responder. Esta fue otra de sus promesas de
campaña.
Algunos de sus asesores han sugerido que el muro en la frontera con
México, otra de sus propuestas estrellas, ya no es tan prioritario.
Tampoco lo es la idea de que lo sufrague México. “Dedicará mucho tiempo a
controlar la frontera. Quizá no dedique tanto tiempo a intentar que
México pague por ello, pero fue una gran herramienta de campaña”, dice a
The Washington Post Newt Gingrich, que fue presidente de la Cámara de Representantes en los noventa y aconseja a Trump.
Para preparar la nueva administración, Trump ha creado un equipo de
transición. Su cometido es buscar a los miembros claves del nuevo
gobierno. Además, deberá buscar a unos 4.000 altos cargos y dejarlo todo
listo para que el 20 de enero, cuando Obama pase el bastón a Trump,
pueda comenzar a gobernar.
En el equipo de transición, que dirige el vicepresidente electo Mike
Pence, figuran los tres hijos del primer matrimonio de Trump: Ivanka,
Donald Jr. y Eric. También el yerno, Jared Kushner, que tuvo un papel
relevante en la campaña.
No es la primera vez que un presidente nombra a un familiar: en 1961
John F. Kennedy nombró a su hermano Bob fiscal general. Pero es
llamativo que estén todos los hijos de su primer matrimonio y, más aún,
que los hijos hayan sido designados por Trump como responsables de
gestionar su imperio empresarial mientras él sea presidente. Uno de los
problemas que Trump afronta es el de los potenciales conflictos entre
sus intereses empresariales y su nuevo trabajo en el que puede buscar el
beneficio de estos intereses.
Otro conflicto potencial reside en el nombramiento de consultores y miembros de grupos de presión en el equipo de transición.
Trump cuenta en su equipo con figuras como Jeffrey Eisenach, que ha
trabajado para el sector de las telecomunicaciones, Michael Catanzaro,
del sector petrolero, o Michael Torrey, del sector agroalimentario, segúnThe New York Times. Se encargarán de diseñar la futura administración en sus respectivos ámbitos.
En campaña, Trump prometió acabar con la influencia de los lobis.
“Toda esta idea de que él era alguien de fuera que llegaría para
destruir el ‘establishment’ político y ‘drenar el pantano’ [la metáfora
que usaba cuando prometía que acabaría con la influencia de los lobis y
las corporaciones] eran frases de trilero, y ahora queda revelado que lo
es”, dice al Times Peter Wehner, un republicano se opuso a Trump.
Portal del buscador Google.ERIC GAILLARD (REUTERS) / EL PAÍS VÍDEO
Google lo sabe todo de ti. Donde has estado, cuál es la última
canción que has escuchado en Youtube o qué destino te interesa para las
vacaciones. Su buscador, el más potente y utilizado del mundo, registra
cada palabra tecleada. Sus servidores almacenan millones de datos de
usuarios a tiempo real. Pero, ahora aseguran que quieren ceder parte de
este inmenso control a los usuarios y hacer posible elegir la
información que compartes. Dan dos opciones: tanto borrar las búsquedas
que ya has realizado como dejar de guardar lo que buscarás. Para
conseguirlo han creado la herramienta 'Mi Actividad' desde donde se gestiona el historial de todos los servicios de Google: Youtube, Mapas, Chrome, Voz... El objetivo: mejorar la confianza que los usuarios tienen en su empresa.
Poder ver los datos que guardamos significa ganarse la
confianza de los usuarios y cuánto más gente confía, más usuarios para
Google
En un edifico de ladrillo gris a las afueras de Munich (Alemania),
está el equipo de 400 ingenieros que se ocupa de la seguridad y
privacidad de la gran compañía tecnológica. Seis plantas de oficinas
desde donde se ha apostado por un servicio que ya consideran como un ejercicio de transparencia. "Por supuesto que hemos tenido que hacer una gran inversión, pero merece
la pena porque significa ganarse la confianza de los usuarios y cuánto
más gente confía, más usuarios para Google", reflexiona Wieland
Holfelder, jefe del equipo de ingenieros de Munich.
Ahí explican orgullosos una herramienta que crearon para "dar respuesta a toda esa gente que quería saber los datos que Google guardaba sobre ellos",
explica Holfelder. El proceso para conocer la respuesta es sencillo. El
usuario debe entrar en 'Mi cuenta' —el espacio personal donde está el
inicio de sesión y la seguridad—, y elegir 'Mi actividad'.
¿Se puede comprobar si sigue almacenado en
los servidores o se ha eliminado realmente? "No, pero es una cuestión
de confianza", responde Google.
El primer vistazo asusta. Está lo qué tecleaste hace un minuto o hace
un año; el vídeo que te pasaron o aquella imagen que viste. Todo ha
quedado registrado. Pero, puedes elegir borrarlo. Se puede eliminar cada
búsqueda de forma individual o por períodos de tiempo: hoy, hace una
semana, un año o todo lo guardado. De un clic puedes hacer desaparecer
todos tus datos.
¿Se puede comprobar si sigue almacenado en los servidores o se ha
eliminado realmente? "No, pero es una cuestión de confianza. Si lo
borras tienes que confiar en que lo hemos borrado de verdad", contesta
Holfelder. De nuevo, la confianza. ¿Deberíamos confiar en vosotros? "Por
supuesto, los datos están más seguros con nosotros".
Imposible no dejar rastro
Estamos en un tiempo en el que es imposible no dejar rastro: no
podemos evitar que se creen datos sobre nosotros y nuestros gustos,
sobre las páginas o la música que buscamos, sobre las preferencias e
incluso sobre donde estamos. Con este panorama, parece lógico que se nos
ofrezca la opción de borrarlos. No solo con las ya famosas peticiones a
la Unión Europea sobre el derecho al olvido,
sino de una forma más fácil y rápida. Sin embargo, solo Google ofrece
una herramienta así de sencilla para eliminar los datos almacenados
sobre los usuarios.
Va a llegar el momento en el que el usuario tenga todo el control sobre sus datos
¿Por qué les cuesta tanto a las empresas mostrar lo que saben de
nosotros? "Creo que las compañías están empezando a darse cuenta de que
esto es muy importante, porque la gente ya cree que este control sobre
sus datos es algo que tienen que tener", responde este ingeniero que
antes trabajó para Mercedes-Benz y considera que 'Mi Actividad' puede
servir de modelo para otras grandes compañías. ¿Va a llegar el momento
en el que los ciudadanos tengan el control total sobre sus datos?
"Absolutamente, estoy seguro. Si el usuario no tiene el control de
determinadas cosas, pierde la confianza; y hay muchos beneficios para
una empresa que tiene la confianza de sus clientes".
Dejar de guardar las búsquedas
La otra opción que proponen es dejar de guardar los historiales. Esta
opción no implica que se borre lo que ya está almacenado, sino que no
se registrara a partir de ese momento. Con solo un botón puede
desactivar: el registro del historial de tu actividad (tus búsquedas),
de tus localizaciones, de los comandos por voz y de las reproducciones
de Youtube. El sistema te advierte de lo que perderás: Google ya no
podrá ofrecerte el trayecto más corto a tu casa de forma automática y
tampoco verás música relacionada con la que sueles escuchar.
No comparten los datos de cuánta gente ha decidido borrar todo lo que
han guardado o dejar de registrarlo, pero sí hay mil millones de
personas cada año gestionando aspectos desde 'Mi Cuenta'.
Sin seguridad no hay privacidad
"Sin seguridad es imposible que haya privacidad", sostiene Andreas
Türk, jefe de producto del equipo de Identidad, Seguridad y Privacidad
en Munich. Y es algo en lo que suspendemos. La contraseña más utilizada del mundo sigue siendo 12345.
En una empresa que depende tanto la seguridad como Google alerta este
poco esfuerzo hacia unas redes en la que se guarda tanta información
personal como en nuestras propias casas. "El 95% de los ciberataques
puede prevenirse con una simple configuración de la privacidad",
explica Wieland Holfelder.
El 95% de los ciberataques pueden prevenirse con una simple configuración de la privacidad
¿Por qué no nos preocupa? "No es que no les importe, sino que la
gente no sabe qué tiene que hacer para protegerse. Esa es nuestra
responsabilidad: hacer la privacidad y la seguridad visible y fácil de
entender. La gente tiene que enterarse de que existen herramientas
fáciles para gestionarlas", describe Holfelder. Ellos proponen: contraseñas fuertes (compuestas de números, letras y signos),
doble autenticación (mandando un mensaje al teléfono móvil, por
ejemplo) y un llavero en la nube que gestione todas estas largas
contraseñas para cada uno de los sitios.
En España, según un informe realizado a 2.000 jóvenes entre 13 y 30 años, el 48% de milenials
utilizan la misma contraseña en la mayoría de sus cuentas y un 61% lo
hace porque le cuesta memorizar distintas contraseñas. Pero, no es
recomendable tener la misma en todas las cuentas. "Porque si te hackean una ya pueden entras en todas", explica Türk.
Sin embargo, a pesar de todas estas medidas de protección, reconocen que las contraseñas son la parte más débil del acceso a Internet. Lo explica el jefe del equipo de seguridad: "Llegará el fin de las contraseñas, pero será un proceso muy largo y difícil. Es algo que la industria en conjunto necesita adoptar".