El
historiador canadiense Michael Jabara resume los diferentes argumentos
que se manejan alrededor del caso Skripal y muestra que las autoridades
británicas probablemente ocultan ciertos elementos y que no han vacilado
en mentir para acusar a la Federación Rusa. Es por eso que el autor
establece un paralelo con un viejo escándalo inglés, extrañamente
análogo al Caso Skripal
Montreal, Canadá. El 4 de marzo de 2018 fue un bonito día en el Sur
de Inglaterra, así que el espía ruso del MI6 Serguei Viktorovich Skripal
y su hija Yulia decidieron salir juntos. Se detuvieron en un
pub
de Salisbury, almorzaron en un restaurante cercano y luego emprendieron
un paseo por el parque, donde más tarde serían hallados exánimes sobre
un banco. ¿Qué pasó? ¿Sufrieron una intoxicación provocada por algo que
comieron en el almuerzo? ¿O estaba Serguei Skripal metido en algún
asunto
oscuro y fue víctima de desconocidos, con su hija como víctima accidental?
Ese día, a las 16:15 horas, la policía recibió una llamada avisando
que dos personas necesitaban ayuda urgente. Se envió de inmediato un
equipo de socorristas. Serguei Skripal y su hija Yulia fueron
transportados de urgencia al hospital mientras la policía local abría
una investigación. Desde el primer momento, el caso parecía un intento
de asesinato, pero la policía pidió paciencia señalando que pasarían
probablemente meses antes de que llegara a determinarse con exactitud lo
sucedido y a conocerse la identidad de posibles responsables.
Pero el gobierno conservador decidió que no hacía falta esperar por
las conclusiones de la investigación. “Los rusos” habían tratado de
asesinar uno de sus exagentes reclutado por el MI6. Serguei Skripal
había estado en la cárcel en Rusia por haber transmitido información a
los británicos pero fue liberado, al cabo de 4 años de reclusión, en el
marco de un intercambio de agentes con Estados Unidos. Ahora, “los
rusos”, según la hipótesis del gobierno conservador británico, habían
procedido a un ajuste de cuentas. Menos de 24 horas después de lo
sucedido en Salisbury, el ministro británico de Exteriores, Boris
Johnson, sugirió que el gobierno ruso era el principal sospechoso de lo
que según él parecía un intento fallido de asesinar a Serguei Skripal.
El 12 de marzo, el ministro británico de Exteriores convocó al
embajador de la Federación Rusa para informarle que se había utilizado
contra los Skripal un agente neurotóxico, el A-234. Acto seguido,
Johnson preguntó al embajador cómo lo habían hecho [los rusos] o si
habían perdido el control de su arsenal de armas químicas. El ministro
dio al embajador ruso 24 horas para responder. El hecho es que el
gobierno ruso no tiene arsenales de armas químicas o de agentes
neurotóxicos, pues los destruyó… bajo control internacional.
Más tarde, el mismo 12 de marzo, la primera ministra británica,
Theresa May, declaró en la Cámara de los Comunes que los Skripal –ya
para entonces se decía que estaban en estado de coma– habían sido
envenenados con “un agente neurotóxico de tipo militar desarrollado en
Rusia” llamado “Novichok”, término ruso que podría traducirse de varias
maneras (“principiante”, “novicio”, “recién llegado”, etcétera). May
afirmó que se sabía que la Unión Soviética había producido esa arma
química, o agente neurotóxico (también conocido como A-234) y que era
por lo tanto “altamente probable” (“highly likely”) que el gobierno ruso
fuese culpable del atentado contra los Skripal.
Esto fue lo que dijo la primera ministra ante la Cámara de los Comunes:
“O fue un acto directo del Estado ruso contra nuestro país, o el
gobierno ruso ha perdido el control de este agente neurotóxico potencial
y catastróficamente dañino, lo que habría permitido que pasara a otras
manos.” [1]
Esas apresuradas acusaciones británicas recuerdan las acusaciones de
2014, cuando se alegaba una complicidad del gobierno ruso o su
participación directa en el derribo del vuelo MH17, de Malaysian
Airlines, en Ucrania. Cuando sólo habían transcurrido unas pocas horas
después del derribo del vuelo MH17, Estados Unidos y sus vasallos
–incluyendo el propio Reino Unido– acusaron a Rusia de ser responsable
del incidente.
El
modus operandi de las potencias occidentales es
exactamente el mismo en el caso de los Skripal. Los conservadores
británicos exponen conclusiones apresuradas y dan al gobierno ruso un
ultimátum de 24 horas para que demuestre su inocencia o admita su
culpabilidad. ¿Cómo llegó a Londres el supuesto “Novichok”? ¿Autorizó el
presidente Putin este ataque? ¿Ha perdido Rusia el control de su
arsenal? La primera ministra y su ministro de Exteriores simplemente
declaraban culpable a Rusia sin investigación policial objetiva, sin el
debido juicio, sin presunción de inocencia. No se necesitaban pruebas.
Fue “la sentencia primero y el veredicto para más tarde”, como quería la
reina de
Alicia en el país de las maravillas.
El 13 de marzo, la embajada rusa informó al Ministerio de Exteriores
[británico] que la Federación Rusa no tenía absolutamente nada que ver
con el incidente de Salisbury. “No responderemos a ningún ultimátum”,
fue la respuesta que llegó de Moscú. La elocuente portavoz del
Ministerio de Exteriores ruso, María Zajarova, caracterizó el
comportamiento del gobierno británico como un “espectáculo de circo”. De
hecho, la respuesta que los funcionarios del ministerio británico de
Exteriores tuvieron que transmitir a Boris Johnson fue que Rusia no
respondería al ultimátum por tratarse de un intento deliberado de la
parte británica de provocar una respuesta negativa rusa.
El ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, precisó oficialmente
que “en cuanto aparecieron los primeros rumores, alimentados por los
dirigentes británicos, sobre el envenenamiento, inmediatamente
solicitamos acceso a esta sustancia [tóxica] para que nuestros expertos
pudieran analizarla –como se estipula en la Convención sobre la
Prohibición de Armas Químicas”. Luego de que el embajador británico
visitara el ministerio ruso de Exteriores para recibir la respuesta
formal de Rusia, la diplomacia rusa dio a conocer en Moscú un
comunicado:
“El incidente [de Salisbury] parece ser otro intento retorcido de las
autoridades del Reino Unido para desacreditar a Rusia. Toda amenaza de
tomar medidas “punitivas” contra Rusia recibirá respuesta. La parte
británica debe estar consciente de esto.”
El gobierno ruso propuso que el supuesto envenenamiento de los
Skripal fuese examinado por la Organización para la Prohibición de las
Armas Químicas (OPAQ) en La Haya, siguiendo los procedimientos aceptados
por el Reino Unido en 1997, cuando se creó la OPAQ.
El 14 de marzo, el gobierno británico expulsó 23 diplomáticos rusos.
Días después, la parte rusa expulsó 23 diplomáticos británicos y cerró
las oficinas del British Council en Rusia. Al mismo tiempo, los
británicos llamaban a sus aliados y a la Unión Europea a mostrar su
solidaridad procediendo a la expulsión de diplomáticos rusos. Así lo
hicieron 28 países, que en su mayoría se limitaron a sólo una o dos
expulsiones, en un acto puramente formal, para no desairar a los
británicos. Otros países –como Austria, Bulgaria, Grecia y Portugal– se
negaron a unirse al coro. Subiendo la parada, Estados Unidos expulsó 60
diplomáticos y cerró el consulado ruso en Seattle. Los rusos le pagaron
con la misma moneda, ordenando 60 expulsiones y el cierre del consulado
de Estados Unidos en San Petersburgo. Aquello parecía estar en vías de
convertirse en una confrontación de envergadura. La jefa del gobierno
británico llegó a mencionar la posibilidad de una acción militar.
Intervino entonces el presidente Vladimir Putin, declarando: “Supongo
que cualquier persona razonable se da cuenta de que todo esto es
completamente absurdo y sin sentido. ¿Cómo podría alguien en Rusia darse
el lujo de hacer algo así justo antes de la elección presidencial
[rusa] y de la Copa Mundial de Futbol? Es impensable”.
En cualquier investigación policial, los investigadores tratan de
conocer los medios utilizados, el motivo y la oportunidad. Tomando en
cuenta esos elementos, ¿conduciría la pista hacia Moscú?
Este tipo de incidente funciona a veces como un globo, se infla y se
infla hasta que acaba desinflándose bruscamente. El “caso” de los
británicos comenzó a desmoronarse casi desde el momento mismo en que fue
montado. A finales de marzo, el periódico ruso
Kommersant
reveló una presentación británica en Powerpoint enviada a 80 embajadas
en Moscú [2]. En esa presentación se afirmaba, entre otras cosas, que el
centro británico de fabricación de armas químicas de Porton Down había
identificado la sustancia supuestamente utilizada contra los Skripal
como el Novichok, “desarrollado sólo por Rusia”.
Pero ambas afirmaciones son falsas. El 3 de abril, Porton Down hizo
saber públicamente que no había podido determinar el origen de la
sustancia que envenenó a los Skripal. También se supo que la fórmula que
permitiría producir un llamado Novichok aparece en el libro de un
químico ruso disidente, Vil Mirzayanov, quien vive actualmente en
Estados Unidos. Usted puede comprar ese libro (publicado en 2008), donde
aparece la susodicha fórmula, en Amazon.com. De hecho, cualquier
gobierno, cualquier químico, incluso cualquier estudiante de química que
disponga de medios adecuados puede producir ese agente neurotóxico. El
Reino Unido y Estados Unidos están entre quienes han tenido acceso a la
fórmula original.
La embajada rusa en Londres señalaba en una de sus publicaciones que
“ni Rusia, ni la Unión Soviética han fabricado nunca un agente
neurotóxico llamado “Novichok””. Ese mismo informe resalta también que,
“aunque los científicos soviéticos trabajaron en la creación de nuevas
armas químicas, la palabra “Novichok” fue introducida en Occidente a
mediados de la década de 1990 para designar una serie de nuevos agentes
químicos desarrollados allí [en Occidente] sobre la base de información
proporcionada por investigadores rusos expatriados. La obsesión de los
británicos por utilizar sistemáticamente el término “Novichok” es un
intento de vincular artificialmente esa sustancia con Rusia.”
El Powerpoint británico no se limita a esos dos “errores”. También
menciona la “influencia maligna rusa” que incluye, entre otras cosas, la
“invasión” de Georgia en 2008, la “desestabilización” de Ucrania y el
derribo del vuelo MH17 en 2014, así como haber interferido en la
elección presidencial estadunidense de 2016. Todas esas alegaciones son
descaradas mentiras fácilmente desmontadas y refutadas.
Los hechos citados tampoco tienen relación con el incidente de
Salisbury y se mencionan sólo para “ensuciar” a la Federación Rusa. La
presentación de Powerpoint de los británicos en realidad es vulgar
propaganda, un
lavado de cerebro tan grotesco como cualquiera de los que se vieron en tiempos de la Guerra Fría.
Como resaltó el ministro ruso Sergei Lavrov, el caso Skripal tendría
que haber sido resuelto por la OPAQ, en La Haya. Rusia habría
participado así directamente en la investigación y habría tenido acceso
al supuesto veneno y a las demás “pruebas” para poder determinar lo que
sucedió y quiénes lo hicieron.
Al principio, el gobierno británico se negó a dirigirse a la OPAQ, y
cuando finalmente lo hizo se negó a autorizar que el gobierno ruso
tuviera acceso a la sustancia que supuestamente afectó a los Skripal.
Era una idea “perversa”, según dijeron las autoridades británicas. Pero,
en realidad no lo es. Ése es precisamente el procedimiento inscrito en
los estatutos de la OPAQ, estatutos que el Reino Unido aceptó en su
momento pero que ahora no quiere respetar. Cuando el representante de
Rusia en la OPAQ propuso al Consejo Ejecutivo una resolución intimándolo
a respetar sus propios estatutos, no pudo obtener el voto requerido
para su aprobación. Es decir, los británicos han tratado de utilizar la
OPAQ contra la Federación Rusa.
Pero hasta ahora la maniobra no ha funcionado. El 12 de abril, la
OPAQ dio a conocer un informe donde dice haber “confirmado los hallazgos
del Reino Unido en cuanto a la identificación de la sustancia tóxica
utilizada en Salisbury…” Pero el informe no menciona el origen de la
supuesta “sustancia tóxica”. La acusación británica queda, por tanto,
sin base.
Lo que no entendí cuando leí el comunicado de la OPAQ es cómo podían
los Skripal estar vivos aún. La OPAQ nos dice que el agente tóxico
utilizado contra los Skripal era “altamente puro”. ¿Era un agente
neurotóxico?
Extrañamente, el informe de la OPAQ evita ofrecer una respuesta
clara: si fue un agente neurotóxico “altamente puro”, tendría que haber
actuado instantáneamente, matando a los Skripal casi de inmediato. Pero
los dos siguen vivos en el momento en que escribo este trabajo. Hay algo
que carece de sentido. Por supuesto, seguramente existe una explicación
simple para este enredado misterio.
Tiene que haber una explicación simple. El ministro Lavrov la ofreció
el 14 de abril, durante una reunión en Moscú. La sustancia utilizada
contra los Skripal estaba mezclada con otra conocida como BZ, que más
que matar lo que hace es incapacitar y actúa más lentamente que un
agente neurotóxico de acción instantánea, que sí mata de inmediato.
Estados Unidos, Reino Unido y otros países de la Organización del
Tratado del Atlántico Norte desarrollaron esa toxina y la pusieron en
servicio, algo que nunca hizo la Unión Soviética.
También se identificaron restos de A-234 pero, según los expertos,
tanta concentración de A-234 tendría que haber sido mortal. “Además”,
resalta la embajada de Rusia en Londres, “considerando su alta
volatilidad, la detección de esa sustancia en su estado inicial (pura y
en alta concentración) resulta extremadamente sospechosa ya que las
muestras se habían tomado varias semanas después del envenenamiento”.
¿Pueden las autoridades británicas haber manipulado las muestras? El
informe oficial de la OPAQ no aporta ningún detalle y sólo menciona un
“químico tóxico”. Tampoco menciona el hecho de que la OPAQ entregó
muestras de la sustancia a un renombrado laboratorio suizo, que
rápidamente publicó esos sorprendentes resultados. Por consiguiente, los
representantes de la OPAQ mintieron cuando afirmaron que los exámenes
“confirmaron” la identificación británica del “químico toxico”. A menos
que… Porton Down tuviese conocimiento de que la sustancia utilizada
contra los Skripal era una toxina del tipo BZ y lo informara a la OPAQ, o
que el gobierno conservador [británico] haya mentido cuando proclamó
públicamente que se trataba de un agente neurotóxico Novichok.
El intento británico de manipular la OPAQ pone en tela de juicio la
independencia de esa organización, pues su informe público del 12 de
abril es engañoso. Dado el hecho que la toxina BZ se produce en Estados
Unidos, en Reino Unido y en otros países de la OTAN, se imponen las
mismas preguntas que el gobierno conservador de Londres planteó a Moscú:
-¿Cómo obtuvieron los culpables la toxina BZ?
-¿Cómo la llevaron a Salisbury?
-¿Autorizaron el MI5 o el MI6 [3] un atentado bajo bandera falsa [4] contra los Skripal?
-¿O lo autorizó el gabinete británico?
-¿O fue sólo la primera ministra?
-¿O han perdido las autoridades británicas el control de su arsenal?
En todo caso, todo este conjunto de pruebas no lleva a Moscú, sino más bien a Londres.
A primera vista, parece que el gobierno británico está mintiendo
sobre el caso Skripal. La sospecha siempre recae en quien actúa de
manera ladina, en quien se esconde tras giros retóricos maliciosos y
despliega
cortinas de humo en materia de retórica y de procedimientos.
Las autoridades británicas dicen ahora que tienen otras pruebas,
altamente secretas, que lo explican todo, pero que, desgraciadamente, no
pueden ser publicadas. Sin embargo, el gobierno británico parece
haberlas “filtrado” a la prensa:
The Times ha publicado una
historia sobre un laboratorio secreto ruso de fabricación de agentes
neurotóxicos, cuento que se regó como pólvora en todos los medios
dominantes. El
Daily Mirror sacó un artículo que menciona un manual secreto de entrenamiento de asesinos. Son historias para
morirse de risa. ¿Tan desesperado está el gobierno conservador? ¿Es tan crédulo el británico de a pie?
El manual secreto para asesinos me recuerda la “Carta de Zinoviev” de
1924, un documento fabricado por rusos blancos exilados en Alemania,
que supuestamente demostraba que la URSS había interferido en las
elecciones británicas y que planeaba una revolución socialista. Eran los
primeros tiempos de las
fake news. Las elecciones legislativas
estaban previstas para octubre de 1924 y los conservadores usaron
aquella carta para quitar credibilidad a los laboristas. El objetivo era
explotar el miedo a los
rojos y aquello funcionó de maravilla.
Los conservadores consiguieron la mayoría para formar gobierno. Las
autoridades soviéticas denunciaron que la carta era una falsificación y
solicitaron que una tercera parte realizara una investigación
independiente en busca de la verdad… como han hecho ahora los rusos. En
1924, los conservadores rechazaron ese recurso, lo cual resulta
comprensible, porque tenían mucho que ocultar. Hubo que esperar 75 años
para que se reconociera que “la carta de Zinoviev” era falsa.
Los conservadores [británicos] están actuando otra vez como quien
tiene algo que ocultar. Ya lo hemos visto antes. ¿Habrá que esperar otra
vez 75 años para saber la verdad? ¿Hay entre los policías, jueces y
funcionarios, ciudadanos británicos honestos dispuestos a revelar la
verdad?
Hay otra evidencia que sugiere que la narrativa británica sobre el
incidente de Salisbury es falsa. La Policía Metropolitana de Londres se
las ha arreglado para impedir todo contacto de los Skripal con el resto
del mundo: ya restablecida, Yulia Skripal ha sido llevada a un lugar
desconocido. Hasta ahora se ha negado a las autoridades consulares rusas
todo acceso a dos ciudadanos rusos, en flagrante violación de todos los
acuerdos consulares aprobados por el Reino Unido.
¿Queda todavía algún acápite de las leyes internacionales que el
gobierno británico siga respetando? Las autoridades británicas también
han negado a la familia de Yulia Skripal en Rusia todo acceso a esta
ciudadana rusa, negaron la visa británica a Viktoria, la prima de Yulia,
que quiso visitarla. ¿Están los agentes británicos presionando a Yulia
para que se atenga a la narración de los conservadores? ¿Está siendo
Yulia manipulada como una especie de Manchurian Candidate? ¿La habrán
incitado a traicionar su país a cambio de algo, de una nueva identidad
en Estados Unidos, de una casa, de un BMW y de dinero? ¿Están
manipulándola explotando su lealtad hacia su padre? Si nos basamos en la
declaración que la Policía Metropolitana de Londres atribuye a Yulia,
todo eso parece posible. ¿O será ese mensaje, que suena tan británico y
oficial, simplemente una falsificación?
La embajada rusa en Londres sospecha que así es. Lo cierto es que las
autoridades británicas están actuando como quien sabe que tiene algo
que ocultar. Hasta políticos alemanes han criticado la prisa de los
británicos por acusar a Rusia. La etapa actual es de control de daños.
Después de analizar todos estos elementos, ¿puede alguien dotado de
capacidades razonables de crítica creer algo de lo que los conservadores
están diciendo sobre el incidente de Salisbury?
“Son mentirosos y lo saben”, escribió el fallecido escritor egipcio y
Premio Nobel Naguib Mahfuz. “Y nosotros sabemos que son mentirosos.
Pero aún así, siguen mintiendo…” Mahfuz no estaba escribiendo sobre los
británicos, pero sus palabras bien pueden aplicarse a ellos. ¿No
corresponden acaso esas líneas con la actitud del actual gobierno de
Londres?
Los conservadores tratan obstinadamente de mantener el control de la
narrativa. Las consecuencias serían graves si llegara a descubrirse que
los conservadores mintieron deliberadamente para obtener ventajas
políticas, corriendo incluso el riesgo de desestabilizar Europa y
haciendo peligrar hasta la paz mundial y la seguridad, descubrimiento
que obligaría el gobierno conservador a dimitir y provocaría nuevas
elecciones. Los electores británicos podrían decidir entonces si quieren
ser gobernados por políticos conservadores chapuceros y mendaces,
capaces de correr el riesgo de provocar una guerra contra la Federación
Rusa.
Referencias:
[1] “Either this was a direct act by the Russian State against
our country. Or the Russian government lost control of this potentially
catastrophically damaging nerve agent and allowed it to get into the
hands of others.”
[2] “”Elementos de lenguaje del ministerio británico de Exteriores sobre Rusia””, Red Voltaire, 3 de abril de 2018.
[3] El MI5 (Military Intelligence 5) es el servicio de
inteligencia interno del Reino Unido mientras que el MI6 (Military
Intelligence 6) se dedica a la acción secreta del Reino Unido en el
exterior. Nota de la Red Voltaire.
[4] Una acción bajo bandera falsa (false flag) es el tipo de
acción secreta que se realiza de manera que sea posible atribuirla al
bando adverso. Nota de la Red Voltaire.
*Profesor del Departamento de Historia en la Universidad de Montreal.