Traducido por Sott.net

Las acciones provocadoras de Turquía dejan a Rusia a un paso de la guerra total con la OTAN

Con el derribo de un SU-24 de Rusia por un F-16 turco el día de hoy, el conflicto en Siria ha escalado a una situación de gran peligro.

Turquía es un miembro de la alianza de la OTAN. Hablemos entonces sin pelos en la lengua: un estado de la OTAN atacó a Rusia. Tal vez el mundo no se había visto tan cerca de una tercera guerra mundial desde que derribaron un U-2 americano sobre Cuba en la Crisis de los Misiles en 1962.

En ese momento, los Jefes Adjuntos de Personal del Ejército de EE.UU, así como la mayoría del gabinete de John F. Kennedy, apoyaron el bombardeo en represalia y la invasión de Cuba. De haber tenido lugar, esto hubiera obligado al líder soviético Nikita Khruschev a tomar Berlín Occidental. Eso a su vez hubiera traído una mayor represalia por parte de la OTAN. En corto tiempo, hubiera podido ocurrir una guerra que incluyera intercambios nucleares.

Afortunadamente Kennedy y su círculo más cercano de asesores pudieron predecir la progesión de los eventos, resistir a los halcónes de guerra, establecer comunicación con Khruschev y encontrar una solución negociada para la crisis. Si hubiera actuado de forma impulsiva o bajo presión de la guerra, es de dudarse que el mundo exisitiría hoy.

Como Kennedy, Putin debe mostrar ahora la máxima cualidad de hombre de estado

Ahora Putin se encuentra con su "momento Kennedy". ¿Tomará el camino obvio - uno diría que es incluso el camino justificable - y bombardear a la base de Siria [quiso decir Turquía - R.T.] de donde vinieron los atacantes? Tal acción llevaría a la guerra entre Rusia y la OTAN. ¿Aplicará sanciones en contra de Turquía posiblemente provocando que los aliados de Turquía apliquen sanciones a Rusia?

O escogerá el camino más sabio, pero más difícil: aparentemente no hacer nada. La ofensiva diplomática ahora humillará y aislará a Turquía, y desacreditará profundamente la posición de occidente y su apoyo encubierto (pero abierto con el ataque de Turquía a Rusia) al terrorismo islámico.

Podría no ser una respuesta de macho dominante u ostensiblemente "correcta", especialmente en lo que a su audiencia local le concierne, pero es de hecho, la más fuerte. Se requiere de un líder fuerte, uno con visión, para contenerse; no sólo para actuar, sino para no actuar, cuando sea necesario.

Ya sabemos que Vladimir Putin tomará la vía moral. Lo ha hecho en repetidas ocasiones cuando todos parecían haberse vueltos locos.

No invadió Ucrania para apoderarse de Kiev, cuando Washington instaló un régimen hostil directamente en la frontera de Rusia. Su respuesta fue limitada a asegurar Sevastopol contra la sexta flota de EE.UU y proteger la existencia física de los rusoparlantes.

El, en conjunto con el entonces presidente Medvedev, no se anexó Georgia ni derrocó a Saakashvili, cuando éste utilizó la fuerza en contra de Ossetia del sur, violando los acuerdos del cese al fuego y matando civiles rusos. Rusia neutralizó a la armada de Georgia y luego se retiró a sus bases.

En 2013, Putin desactivó de forma decisiva el intento de bombardear e invadir Siria, por medio del hábil uso de la diplomacia, asegurando con Assad un acuerdo sin precedentes para declarar y destruir todas las armas químicas. (Comité Nobel - ¿Están ciegos?)

En los último 15 años, Putin no ha utilizado la fuerza, ni amenazado con utilizarla, para impedir que cualquier país se una a la alianza de la OTAN en contra de Rusia, incluso a medida que se expandía hasta las puertas de Rusia. Más bien, Moscú de forma persistente y pública mantiene el derecho de los estados soberanos a tomar elecciones independientes.

Así como en 1962, cuando el mundo le debía su existencia a la mesura de Kennedy y Khruschev, hoy le debemos la paz de Europa y el mundo a la determinación y paciencia del presidente ruso.

Y uno puede quedar seguro de que, cualquiera que sea la respuesta de Putin a esta crisis, será una como la que hemos aprendido a esperar del último jefe de estado real de Europa.