En
los años 60 la República Federal Alemana demostraba estar totalmente en
la mano del imperialismo estadounidense, al negarse a ratificar el
Tratado del Elíseo que prevería una alianza militar franco-alemana libre
de la tutela de la OTAN. Las cosas no han cambiado mucho con el tiempo.
¿Por qué De Gaulle no sacó a Francia de la construcción europea?
Dicho lo anterior, algunos se podrán preguntar: ¿por qué Charles de
Gaulle no sacó a Francia de la CEE? El motivo es que no tenía los medios
políticos para hacerlo.
Cuando De Gaulle llegó a la presidencia en 1958, Francia, bajo la IVª
República, ya había ratificado el Tratado de Roma de 1957. De Gaulle
llegó a la presidencia tras la instauración la Vª República, con el
objetivo principal de solucionar la crisis de Argelia. A esto último se
dedicó prioritariamente entre los años 1958 y 1962. La crisis de Argelia
se solucionó (más o menos bien) en abril de 1962, con la firma de los
Acuerdos de Evian que sellaron el fin de la guerra y abrían la vía libre
para la independencia de Argelia. Pues bien, obsérvese que tan sólo un
mes después, De Gaulle hacía su conferencia de prensa sobre el
“federador exterior”.
En aquel momento, el gobierno de Georges Pompidou se había formado
mediante una coalición entre la gaullista Unión por una Nueva República
(UNR) y el demócrata-cristiano Movimiento Republicano Popular (MRP), que
era el partido del “padre fundador de Europa” Robert Schuman, y otros
independientes. Apenas pocas horas después de la conferencia de prensa
de De Gaulle, escandalizados, los cuatros ministros MRP que formaban
parte del gobierno dimitieron.
De pronto, De Gaulle se vio sin mayoría en la Asamblea Nacional, en
la cual los gaullistas representaban un tercio de los diputados. La
izquierda socialista (SFIO), y en particular los comunistas, que hacían
el mismo análisis que De Gaulle sobre la construcción europea, se
negaban a formar gobierno con los gaullistas, cosa que en cierta medida
se puede comprender, aunque creo que fue un grave error (de hecho, en
1954 los comunistas no tuvieron reparo en aliarse con los gaullistas
para tumbar el proyecto de Comunidad Europea de Defensa). Por lo tanto,
aunque De Gaulle había comprendido lo que era la construcción europea,
no tenía los medios políticos para poder salir de ella. Era necesario
que esto fuese aprobado por la Asamblea Nacional, así que De Gaulle tuvo
que resignarse.
Por eso optó por un plan B, una “contra-estrategia” que podía llevar a
cabo en el marco de lo que le permitían las competencias reservadas al
presidente de la República, que fue la de intentar conducir la
construcción europea hacia una Europa hegemonizada por Francia. En
primer lugar, se aferró al objetivo de volver intocable el territorio
francés gracias al arma nuclear (en 1960 Francia ya había conseguido
hacer detonar la bomba A, y en 1966 se hizo con el arma termonuclear).
Se opuso resueltamente a la entrada del Reino Unido en la construcción
europea, condición imprescindible para asegurarse una hegemonía francesa
en la CEE.
Después, intentó deshacer la alianza estratégica entre Estados Unidos
y la RFA por medio del Tratado del Elíseo del 22 de enero de 1963.
Nótese que en aquel tratado no se hacía mención en ningún lugar de los
Estados Unidos, ni de la OTAN, ni de un “mercado común”, ni de una
defensa común con los Estados Unidos.
Fue a partir de ese momento cuando se empezó a hablar del “eje
París-Berlín” o el “dúo franco-alemán”, cosa que es –insisto– un mito
que jamás se ha verificado (menos aún en la actualidad). ¿Por qué digo
que es un mito? Porque seis meses después, el “federador exterior” del
que hablaba De Gaulle intervino para bloquear sus planes.
El presidente Kennedy estaba furioso por la firma del Tratado del
Elíseo. Tres días antes de la firma del tratado, Kennedy convocó al
embajador de la RFA en Estados Unidos Karl Heinrich Knappstein. En un
cable enviado al ministro alemán de asuntos extranjeros Gerhard Schröder
(un homónimo del canciller alemán de entre 1998 y 2005) el 19 de enero
1963, Knappstein relataba lo siguiente:
“Visiblemente, el presidente Kennedy estaba de mal humor. De
manera clara e insistente, se dedicó a hacer una crítica de la situación
interna de la Alianza atlántica y subrayó la preocupación que suscitaba
en él la conclusión del tratado franco-alemán del Elíseo.”
El embajador Knappstein contestó a Kennedy lo siguiente:
“Durante la entrevista intenté, de forma reiterada, aunque con
éxito relativo, hacer cambiar la opinión del presidente sobre este
tratado […]
Le hice ver que esta estrecha colaboración
franco-alemana podría beneficiar en definitiva a la Alianza entera,
precisamente en lo que respectaba aquellos aspectos de la política de De
Gaulle que tanto irritaban al presidente.”[1]
Sigamos. Una vez firmado un tratado entre varios Estados, para que
tenga validez debe ser ratificado por los respectivos parlamentos
nacionales. Pues bien, seis meses después, el 15 de junio de 1963, los
diputados alemanes del Bundestag procedían a su ratificación. Pero en el
momento de hacerlo, añadieron un “preámbulo interpretativo” del tratado
en el que se hablaba de
“una estrecha asociación entre Europa y los Estados Unidos de América”, de
“una defensa común en el marco de la Alianza del Atlántico Norte”, de
“la
unificación de Europa según la vía trazada por la creación de las
Comunidades europeas, incluyendo en la misma a Gran Bretaña”, y
“la
disminución de las tarifas arancelarias por medio de negociaciones
entre la Comunidad económica europea, Gran Bretaña y los Estados Unidos
de América” (esto ya anticipaba de alguna forma el TTIP que quiere
implementar el imperialismo euro-atlántico). Es decir, hicieron pasar
todo lo que no quería De Gaulle.
El gobierno de la RFA había traicionado a Francia, prefiriendo
ponerse bajo el manto protector del “federador exterior”. He aquí toda
la realidad de lo que se llama “dúo franco-alemán”. Y todos los demás
países miembros de la CEE siendo muy próximos a Washington, el mecanismo
auto-bloqueante de la construcción europea impedía todo intento de
conformar una política de defensa europea libre de la tutela de
Washington.
¿Ha desaparecido el papel de “federador exterior” de los Estados
Unidos tras la desaparición del campo socialista? En absoluto. El 27 de
febrero de 2004, el presidente estadounidense George W. Bush y el
canciller alemán Gerhard Schröder firmaban el documento titulado
“Alianza germano-americana para el siglo XXI”, en el que se precisaba:
“Reforzamos nuestro apego a la OTAN como punto de anclaje de
nuestra defensa común y como foro ineludible de las consultaciones
transatlánticas. Apoyamos el proceso en curso de integración europea
y subrayamos que es importante que tanto Europa como América trabajen
conjuntamente como socios en el seno de una comunidad de valores. Saludamos la ampliación histórica tanto de la OTAN como de la Unión Europea.”[2]
Creo que una vez leídas estas declaraciones, queda del todo despejada
cualquier duda acerca de si la UE se creó para hacer de “contrapeso” a
los Estados Unidos. El 13 de enero de 2006, apenas recién elegida
canciller de Alemania, Angela Merkel confirmaba que seguía habiendo
consenso en lo que respectaba a la Alianza germano-americana
[3].
Claro que con la llegada de Nicolás Sarkozy, fue la propia Francia
quien pasó a ser un vasallo de los Estados Unidos, pero eso es otra
historia.
Volvamos a los años 60. Pese a la gran derrota que sufrió, De Gaulle
no cesó en ese momento su combate contra la construcción europea. Ante
los planes de Walter Hallstein, presidente de la Comisión europea (y
antiguo jurista de Hitler y ex-oficial de la Wehrmacht, como expliqué en
mi anterior artículo), que pretendía ir avanzando en la deriva
supra-nacional, entregándole mayores competencias al Parlamento europeo
en materia de presupuestos y mayores poderes a la Comisión europea, De
Gaulle practicó la “política de la silla vacía”: entre el 30 de junio
1965 y el 30 de enero de 1966, Francia suspendió su participación en el
Consejo de ministros de la CEE.
Dicho esto, una serie de observaciones suplementarias:
1) Se podrá pensar lo que se quiera sobre Charles De Gaulle, pero con
sus declaraciones en su conferencia de prensa de 1963, había demostrado
ser un jefe de Estado extremadamente lúcido, que fue capaz de percibir
la trampa que encerraba la construcción europea, cuando apenas la
componían seis Estados. Ni punto de comparación con la izquierda
supuestamente “euro-crítica” que no ha sido capaz de darse cuenta de lo
mismo con 28 Estados.
2) Partiendo de lo que él llamaba el “principio de realidad”, y
reconociendo la divergencia de intereses nacionales entre países
miembros de la CEE, y por lo tanto la imposibilidad de hacerlos fusionar
en un ente supra-nacional, en última instancia De Gaulle resultaba ser
mucho más de izquierdas que la izquierda alter-europeísta, que presume
de defender no se sabe qué “unión de los pueblos” (en base a criterios
compartidos con el hitlerismo), puesto que se había dado cuenta que,
bajo el pretexto de fusionar Estados, se escondía en realidad una
política de extrema derecha. Él consideraba que el papel de Francia ibo
mucho más allá de los parámetros continentales de Europa. De hecho, él
solía decir que la única “Europa” que existe abarca desde el Finisterre
hasta los Urales (y ya sabemos que los europeístas consecuentes no
comparten esta visión).
3) Y por eso, para tratar de escapar a la trampa tendida por los
Estados Unidos, coherentemente con su visión del mundo y con la gran
tradición diplomática francesa (que se remonta a la alianza en 1519
entre el rey Francisco I y el emperador otomano Suleimán el Magnífico),
De Gaulle no dudó en reconocer a la República Popular China el 27 de
enero 1964, ante la estupefacción del mundo enero. Por eso en 1964 hizo
dos giras por casi toda Latinoamérica, siendo aclamado por miles de
personas en México, Caracas, Quito, Brasilia, etc. Por eso en 1966 fue
el promotor de la política de
détente con la Unión Soviética y
los países del Este, viajando a Moscú donde, subido en un coche y sobre
una distancia de 20-30 kilómetros, fue aclamado por miles de soviéticos.
Por eso en 1966 visitó la Camboya del príncipe Norodom Sihanouk, dando
un discurso magnífico en el estadio de Phnom Penh, ante 100.000
camboyanos, en el que instaba a los estadounidenses a abandonar Vietnam
si no querían evitar consecuencias peores. Por eso en 1967 visitó
Québec, en cuya capital Montréal generó un escándalo mundial al gritar
“¡Viva el Québec libre!”
ante miles de canadienses francófonos que le aclamaron como un héroe.
Por eso en 1967 visitó la República Popular de Polonia, donde lanzó su
famosa fórmula sobre una “Europa desde el Finisterre hasta los Urales”.
Él sabía que había un mundo fuera de la construcción europea, e hizo
honor a aquello que se dice de que Francia es una nación abierta hacia
lo universal. No sé si esto es cierto (si acaso el periodo en el que sin
duda fue cierto fue el periodo revolucionario con Robespierre) pero me
gustaría que lo fuera).
Portadas
de la revista Paris-Match en 1966. A la izquierda, De Gaulle aclamado
por el pueblo soviético. A la derecha, junto a altos dirigentes como
Brézhnev, Kosygin o Podgórni. Para De Gaulle el conflicto
comunismo-capitalismo sencillamente no existía a escala de los Estados.
Para él solo existía Rusia. De hecho, siempre se negó a emplear la
palabra “soviéticos”.
¿Pero solamente en interés de los Estados Unidos?
Obviamente, la respuesta es no. Como hemos visto anteriormente con el
caso del tratado franco-alemán de 1963, el mecanismo auto-bloqueante de
la UE facilita la dominación del “federador exterior”. Pero también
sirve a intereses de clase, tanto en los Estados Unidos como en la
propia Europa, al asegurar el mantenimiento de las políticas económicas
del capitalismo neoliberal. Porque efectivamente, si el poder no está en
ninguna parte, o si, parafraseando a Charles de Gaulle, “nos abstenemos
de hacer política”, la consecuencia de ello es la dictadura del gran
capital transnacional, de los lobbies y de los fondos de inversión. Y
esto es lo que explica los tratados de Maastricht, Ámsterdam, Niza y
Lisboa.
El gran hito que reflejaba el interés de las grandes patronales
europeas en la construcción europea se remonta a la creación, en la
década de los 80, de la European Round Table of Industrialists (ERT –
Mesa Redonda de Empresarios Industriales), que copiaba el nombre un
lobby de negocios muy influyente en los Estados Unidos, el Business
Round Table.
El ERT se había creado por iniciativa de Pehr Gyllenhammer
(presidente de Volvo), Umberto Agnelli (hermano del dueño de la Fiat
Giovanni Agnelli) y Wisse Dekker, jefe ejecutivo de la holandesa
Phillips, con la idea inicial de poder disponer de un mercado europeo
plenamente integrado y, en palabras de Gyllenhammer, construir
“una industria y una infraestructura en sentido propio” sobre el continente europeo.
[4]
No tengo dudas acerca de la necesidad de un “mercado plenamente integrado”, en cambio con respecto a lo otro (
“una industria y una infraestructura europea en sentido propio”)
soy bastante más escéptico, porque creo que lo que se pretendía era
configurar a la UE de tal manera que permitiera una desregulación total
de la economía y declarar una guerra social contra los trabajadores,
para que los grandes capitalistas pudiesen recuperar lo que habían
perdido tras la Segunda Guerra Mundial.
Los tres magnates afirmaban también que los Estados europeos eran
“demasiado débiles” frente a los Estados Unidos y Japón, y que por lo
tanto haría falta una instancia política capaz de apoyar a las
multinacionales europeas (al menos ésos eran los pretextos que se
avanzaban). Esta instancia europea se crearía más tarde con la firma del
Tratado de Maastricht. Esto obliga a las siguientes aclaraciones:
- El hecho de que el gran capital europeo (o al menos fracciones del
mismo) hayan perseguido la creación de un Estado europeo para asegurar
sus intereses, no invalida el análisis según el cual, en el origen, la
construcción europea es un instrumento al servicio de Washington,
- El hecho de que esto se haya conseguido con éxito o no en el plano
económico es irrelevante en lo que respecta al objeto principal de este
artículo, puesto que yo me he querido centrar principalmente (aunque no
únicamente) en cómo la construcción europea permite la subordinación de
Europa en el aspecto geopolítico, y no tanto económico,
- De todas maneras, los hechos indican que la tendencia dominante es
hacia la colusión de intereses entre los grandes capitalistas de un lado
y otro del Atlántico (la historiadora marxista Annie Lacroix-Riz ha
explicado que esta tendencia se había iniciado incluso desde mediados de
los años 20, con grandes procesos de cartelización entre capitales
europeos y estadounidenses[5]). El
tratado de libre comercio con Canadá (CETA), que ya está en marcha, y el
proyecto de tratado de libre comercio con los Estados Unidos (TTIP),
que de momento está paralizado, lo demuestran. Sin ir más lejos, en 1983
Wisse Dekker había ofrecido al conglomerado estadounidense AT&T las
unidades europeas de comunicación de Phillips, creando para este efecto
una filial común llamada ATT-Phillips Telecommunications.[6]
- Y además, como veremos a continuación, el interés principal de la
construcción europea a partir de Maastricht no va a ser la “creación de
una industria y una infraestructura” europea, como decía Pehr
Gyllenhammer, sino hacer posible que los grandes capitales europeos se
beneficien de la globalización. Esto va a fomentar la fusión de
capitales dentro de la UE pero también y (sobre todo) la desindustrialización de Europa, precisamente.
La creación del grupo se hizo definitiva en 1983 al reunirse los tres
magnates con otros 17 dirigentes de empresas en una reunión inaugural
en Bruselas. A la reunión acudieron dos comisarios europeos: Etienne
Davignon, vice-presidente de la Comisión encargado de industria, y
François-Xavier Ortoli, vice-presidente encargado de finanzas, y antiguo
presidente de la Comisión entre 1973 y 1977.
[7]
“Padres
fundadores” del ERT. Arriba, de izquierda a derecha: Karl Beurle
(Thyssen), Carlo De Benedetti (Olivetti), Curt Nicolin (ASEA), Harry
Gray (United Technologies), John Harvey – Jones (ICI), Wolfgang Seelig
(Siemens), Umberto Agnelli (Fiat), Peter Baxendell (Shell), Olivier
Lecerf (Lafarge Coppée), José Bidegain (Cie de St Gobain), Wisse Dekker
(Philips). Abajo, de izquierda a derecha: Antoine Riboud (BSN), Bernard
Hanon (Renault), François-Xavier Ortoli (EC), Pehr G. Gyllenhammar
(Volvo), Etienne Davignon (EC), Louis von Planta (Ciba-Geigy), Helmut
Maucher (Nestlé).
El ERT empezó muy pronto a tener mucha influencia sobre las
instituciones europeas. Más tarde, su ex-secretario general Keith
Richardson llegará a decir:
“Para el ERT, el objetivo esencial eran
siempre los tomadores de decisiones al nivel más elevado. Y el mejor
método era la discusión cara a cara. Los eventos más importantes eran
los encuentros con el presidente de la Comisión europea, ya sea en
persona o con algunos colegas, y con los jefes de gobierno,
particularmente los que detenían la presidencia de la Unión Europea.”[8]
El luxemburgués Jacques Santer, presidente de la Comisión europea entre 1995 y 1999, confesará que el ERT
“jugó sin duda un papel de primera importancia en el desarrollo de la Unión Europea […]
Sus mensajes son importantes. El ERT tiene cosas que decir. Los hombres políticos europeos lo reconocen, y escuchan.”[9]
Es un hecho innegable que lobbies como el ERT tuvieron un peso
decisivo en la constitución de la Europa de Maastricht. Sin embargo,
creo que las declaraciones de intenciones relativas a la creación de un
Estado europeo y de la creación de una infraestructura europea por parte
de sus representantes eran en el mejor de los casos ingenuas, en el
peor de los casos no eran sinceras, pues escondían otra cosa. Ya se
sabe, como dice el refrán, “un tren puede esconder a otro”.
Según mi análisis, independientemente de que haya habido fracciones
del gran capital europeo que hayan querido constituir un Estado europeo
con su propio ejército
[10], las
declaraciones acerca de la necesidad de “competir con los Estados Unidos
y Japón” representan solamente una propaganda para dorar la píldora y
hacer que los pueblos de Europa asientan a la construcción europea. Por
esto considero que la afirmación del economista del PTB Henri Houben
acerca de que el tratado de Lisboa es
“la declaración de guerra (económica) de Europa a los Estados Unidos”[11]
es una equivocación total: indica que el PTB cae precisamente en la
trampa de la propaganda europeísta (al servicio de los Estados Unidos,
que no quieren aparecer como los que están tirando de los hilos). De
hecho, esto jamás ha sido verificado en la práctica. Más bien ha
ocurrido lo contrario.
Veamos un ejemplo. En septiembre de 1991 el ERT publicaba un informa sobre el futuro de la construcción europea titulado
Remodelar Europa, en el que se decían las siguientes cosas:
“Los problemas que abordamos en el presente informe conciernen a todos los países de Europa en grados diversos, pero ningún Estado-nación es capaz de resolverlos por sí solo.
Aisladamente, ningún país está en condiciones de gestionar con eficacia
su industria aeroespacial ni poner en pie una infraestructura de
transporte que responda a las necesidades modernas. Como tampoco puede
llevar una política monetaria verdaderamente independiente o desarrollar
un esfuerzo de investigación apropiado en las tecnologías punteras…”[12]
Como considero que esta gente no era estúpida (otra cosa son los
ideólogos del europeísmo, pero aquí estamos hablando de grandes
empresarios), creo que estas declaraciones no se pueden tomar en serio.
La propaganda europeísta siempre insiste en que los países de Europa
(Francia, Bélgica, Holanda, etc.) son “demasiado pequeños” para
competir. ¿Pero entonces cómo hacen los suizos? Si Francia, Italia, y
España son demasiado pequeñas, ¿entonces cómo hace un país de 697 km
2 como Singapur para estar en el quinto puesto de la clasificación mundial según el IDH?
Se dice que, aislados, los países europeos no están
“en condiciones de gestionar con eficacia su industria aeroespacial”.
¿Pero acaso es necesaria la construcción europea, la integración
supra-nacional y la cesión de parcelas de soberanía para que existan
cooperaciones multi-estatales? Por ejemplo, contrariamente a lo que
afirman muchos, Airbus no tiene nada que ver que la construcción
europea. Se trata de una cooperación internacional promovida por Charles
de Gaulle en el mismo momento en el que practicaba la política de la
“silla vacía”. En la fabricación del Airbus A380 participan empresas de
Estados Unidos, Canadá, Rusia, Corea del Sur, Australia, Japón, etc. Una
vez que está motorizado, la parte estadounidense en el Airbus A380 es
el 35%. ¿Hace falta una integración supra-nacional y una moneda común
para lograr esto?
El informe decía después:
“Japón tiene una moneda única. Los Estados Unidos tienen una
moneda única. ¿Cómo podría la Comunidad europea vivir con doce monedas
diferentes?”[13]
Estas afirmaciones son tan falaces que apenas merecen comentarios. Se
trata de otro argumento bastante trillado de la propaganda europeísta
que consiste en comparar la construcción europea con otros países como
Japón o los Estados Unidos (¿lapsus revelador?), cuando se trata de
países que son incomparables. Japón es una nación constituida en torno a
un único idioma y una cultura común desde hace siglos. Lo mismo ocurre
con los Estados Unidos, que desde la declaración del Mayflower de 1620
se han constituido como un cuerpo único hablando el mismo idioma y con
la misma historia nacional.
Después, en un artículo reciente
[14]
había explicado que la idea de crear el euro era una locura desde el
principio, y que sólo podía conducir a la catástrofe, hasta tal punto
que hoy la zona euro es la linterna roja del crecimiento económico en
todo el mundo. Con el retroceso, hoy podemos constatar que era, a todas
luces, una locura. De hecho, ni siquiera el propio pueblo alemán lo
quería, y en mi artículo había explicado que a largo plazo ni siquiera
coincidía con los intereses de las élites financieras alemanas. En 2013
se reveló que el propio Helmut Kohl le había confesado lo siguiente a un
periodista alemán en el año 2002 (año de la introducción del euro bajo
forma fiduciaria):
“Sabía que nunca podría ganar un referéndum en Alemania. Si un
referéndum hubiese sido organizado para la introducción del euro, lo
habríamos perdido. Es bastante evidente. Lo había perdido, y por 7
contra 3 […]
Para que un canciller implemente algo, debe ser un
hombre de poder. Y si es inteligente, sabe cuándo es el buen momento.
En un caso en particular – el euro – actué como un dictador.”[15]
Todo esto me permite pensar que aquellos que portaban el mensaje escrito en el informe
Remodelar Europa
eran en realidad personas del mundo de las empresas muy próximas a los
intereses de Washington, o que al menos servían sus intereses, ya sea
consciente o inconscientemente (la burguesía tampoco está libre de tener
a sus tontos útiles). Pero me inclino a pensar que eran muy conscientes
de ello, porque sencillamente no puedo creer que sean capaces de
afirmar algo tan sumamente imbécil como que doce países europeos no
puedan tener doce monedas diferentes.
El canciller Helmut Kohl reconoció haber actuado “como un dictador” al no haber sometido a referéndum la adopción del euro
Una vez más, tengo que citar a Henri Houben, que explicaba lo siguiente:
“La
moneda única es indispensable para elaborar una verdadero mercado
integrado pero también para construir una institución política europea (¡esto último es cierto, y los euro-atlantistas lo saben muy bien!)
.
Porque si se tiene una moneda común, hace falta una política de tasas
de interés común, una política de inflación idéntica, una política
fiscal y presupuestaria similar, una política de salarios parecidos,
etc. En resumen, una política macro-económica propiamente europea.”[16]
Claro que haría falta una política común, si estuviésemos hablando de
un único Estado-nación sólido, con regiones que tienen niveles de vida y
de competitividad más o menos parecidos y con una sentimiento natural
de solidaridad entre ellas. Pero no es el caso. Y con el paso del tiempo
podemos darnos cuenta de que era bastante evidente que esto nunca iba a
ocurrir. ¿Entonces cómo es posible que los representantes del ERT
empujen tanto en la dirección de algo que es imposible? Creo que para
comprenderlo, hay que incluir en la ecuación a los Estados Unidos de
América, en un contexto histórico de dependencia de las burguesías
europeas hacia los Estados Unidos.
Como ya expliqué en mi artículo sobre el euro, en realidad nadie
quiere el euro, bien porque se trata de una moneda demasiado fuerte para
muchas economías (en palabras del propio director del grupo EADS, como
veremos después), bien porque supone un peligro serio para países como
Alemania debido a los desequilibrios enormes entre saldos deudores y
acreedores en el seno del sistema Target2. Entonces, si en realidad
nadie sale ganando con el euro, ¿cómo es posible que tantos países
adopten una moneda que no beneficia a nadie? De nuevo, hay que incluir
en la ecuación a los Estados Unidos de América (volveré a abordar esta
cuestión más adelante).
Mi análisis es que detrás de la insistencia por crear la moneda común
se encontraba otra cosa. Con la firma del Tratado de Maastricht en 1992
se inscribían en mármol el principio de desregulación total del control
de los movimientos de capitales, anticipando lo que después sería
decidido por los países occidentales (pero no por otros países como
China) en los Acuerdos de Marrakech del 15 de abril de 1994 que
establecían la creación de la Organización Mundial del Comercio y el
inicio de la globalización neoliberal.
Sabiendo que los tratados europeos son como muñecas rusas que recogen
todo lo dicho por los acuerdos anteriores, en el Tratado de Lisboa este
principio queda reflejado en el artículo 63 del Tratado sobre el
Funcionamiento de la Unión Europea, y dice lo siguiente:
“1. En el marco de las disposiciones del presente capítulo,
quedan prohibidas todas las restricciones a los movimientos de capitales
entre Estados miembros y entre Estados miembros y terceros países.
2. En el marco de las disposiciones del presente capítulo, quedan
prohibidas cualesquiera restricciones sobre los pagos entre Estados
miembros y entre Estados miembros y terceros países.”
Con lo cual, mi interpretación del entusiasmo por parte del gran capital europeo con respecto a la UE es la siguiente:
a) Por una parte, está pura y sencillamente el hecho de que las
burguesías europeas son dependientes de los Estados Unidos. Esto no
significa que no quieran o no puedan defender sus intereses frente a los
de los monopolios europeos (y para esto recurrirán a su propio Estado y
no tanto a Bruselas), o que incluso existan planes para constituir un
polo imperialista en la UE independiente de los Estados Unidos, pero es
más fuerte la tendencia hacia la dominación de los Estados Unidos sobre
Europa y hacia la constitución de un gran mercado euro-atlántico.
Entonces (al menos según cómo lo interpreto yo) no se trataba de
constituir un gran polo económico que le haga frente a los monopolios
estadounidenses, sino de formatear a Europa para hacerla
institucionalmente compatible con la globalización neoliberal, que
(seamos honestos) es y ha sido empujada desde los Estados Unidos.
Globalización neoliberal con la que el gran capital europeo tiene mucho
dinero que hacer. Pero no nos engañemos, el capital estadounidense
también puede hacer jugosos negocios gracias a la UE: este pasado mes de
septiembre, la empresa francesa Alstom, que había sido una de las joyas
de la industria estatal francesa desde el gaullismo, vendía su división
de energía a la empresa estadounidense General Electric.
[17] El artículo 63 del TFUE garantiza que este tipo de operaciones no se puedan impedir.
[18]
Es más, en el informe
Remodelar Europa se hacía esta terrible confesión:
“Nuestra visión a largo plazo de Europa es la de un mercado único europeo que comience en el Atlántico y se extienda mucho más al este de Berlín. Esta concepción da fe de nuestro sentido de la cohesión cultural y política…”
b) Y después, para las empresas de muchos países europeos, el euro es
una moneda demasiado fuerte… Bueno, ¿y dónde está el problema?
¡Precisamente la tasa de cambio del euro con respecto al dólar se podrá
utilizar como pretexto para las deslocalizaciones! Con la Europa de
Maastricht y Lisboa, ya no existe restricción alguna a la libre
circulación de capitales. Por lo tanto, todas las empresas que lo deseen
podrán deslocalizar hacia un país donde encuentren mano de obra
baratísima, fabricar y vender desde allí mismo. Amancio Ortega lo sabe
muy bien. Y por eso le gusta la UE.
A esto me refería cuando decía que, más que permitir una
“industria y una infraestructura europea en sentido propio”, la UE favorece más bien la desindustrialización de Europa. Garantizando pingües beneficios para las empresas.
Mecanismo auto-bloqueante: las directivas europeas son irreformables en sentido progresista
Ha habido miles de ejemplos que demuestran cómo el mecanismo
auto-bloqueante ha servido a los intereses del capitalismo neoliberal.
Podríamos citar por ejemplo la introducción de los organismos
genéticamente modificados (OGM) en la UE por la directiva comunitaria
del 12 de marzo de 2001.
En 2005, el primer ministro francés Dominique de Villepin (el hombre
que dijo “no” a la Guerra de Irak en el Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas en 2003), en un último alarde de “patriotismo económico”, quiso
evitar que el grupo empresarial franco-luxemburgués Arcelor cayera en
manos de la anglo-hindú Mittal Steel, del multimillonario Laksmi Mittal,
por medio de un decreto anti-OPA.
[19]
Contaba con el apoyo del 75% de la población francesa (más que nada
porque había empleos franceses que estaban en juego, y ya sabemos cómo
se las gasta el Sr. Mittal).
Inmediatamente, la comisaria europea encargada de competencia Neelie
Kroes intervino para pararle los pies al Sr. De Villepin. El 14 de
septiembre de 2005, ella declaraba:
“Frente a la inseguridad y a una pérdida de confianza colectiva,
algunos políticos están dispuestos a buscar políticas regresivas de
repliegue sobre sí mismo. Quieren proteger campeones y marcas nacionales
– e incluso europeas – de los asaltos del mercado mundial para relanzar
a las empresas deficientes de la industria. No podemos permitir ser
complacientes frente al resurgimiento actual de la retórica
proteccionista. El riesgo es a la vez real y urgente.”[20]
Curiosamente, este tipo de discurso se parece mucho al discurso de Marina Albiol acerca del
“camino de vuelta al Estado nación” que
“nos llevaría al riesgo de enfrentamientos entre territorios”.
[21]
Por supuesto, yo no estoy aquí para defender los intereses de las
burguesías europeas, pero la cuestión es que la Comisión europea impide
algo tan elemental como proteger la industria de tu propio país.
Por otra parte, llama mucho la atención el comentario, casi jocoso,
de la comisaria Kroes acerca de la idea de proteger a la industria
europea. Es decir, para ella ni siquiera era legítimo defender la
industria de la propia UE. Para que el lector se dé cuenta de hasta qué
punto es un mito aquello de que la creación de la UE representaba una
“declaración de guerra” contra los monopolios estadounidenses y del
resto del mundo. ¡La Europa de Maastricht se hizo precisamente para
impedir el proteccionismo nacional (o europeo)!
Para
Neelie Kroes, comisaria europea encargada de competencia en 2005, era
un escándalo que Dominique de Villepin quieran proteger al conglomerado
Arcelor de las garras del Sr. Mittal: “No podemos permitir ser complacientes frente al resurgimiento actual de la retórica proteccionista.”
Llevaba mucha razón el filósofo francés Michel Clouscard cuando decía: “
El
Estado ha sido la instancia superestructural de la represión
capitalista. Es por eso que Marx lo denuncia. Pero hoy, con la
globalización, la inversión es total. Mientras que el Estado-nación pudo
ser el medio de opresión de una clase sobre otra, se convierte en el
medio de resistir a la globalización. Es un juego dialéctico.”
Esto, por supuesto, no significa que una vez que un país haya
recuperado formalmente su soberanía nacional, vaya a cambiar el carácter
de clase del Estado. Pero si los comunistas no somos capaces de hacer
comprender a los trabajadores algo tan sencillo como que los países
miembros de la UE ya no tienen las riendas de la economía, ¿cómo
podríamos pretender orientarles hacia la revolución socialista? La
situación es, pues, mucho más difícil que plantearse si podemos
construir inmediatamente el socialismo. Y por supuesto que esto debe ser
el objetivo final, pero no comprender que todo camino conlleva etapas
es hacer pruebas de un maximalismo infantil que le hace el juego a la
tecnocracia de Bruselas.
Otro ejemplo. El pasado 4 de julio, después de un año de bloqueo, la
Comisión europea obtuvo el voto favorable de los Estados miembros a su
proyecto de definición reglamentaria de los interruptores endocrinos
(sustancias químicas que pueden alterar el equilibrio hormonal de los
organismos). Las negociaciones habían estado estancadas precisamente
porque países como Francia, Dinamarca y Suecia los consideraban una
amenaza seria para la salud pública y el medio ambiente. Finalmente, por
aquello de que “todos tienen que ir por el mismo rumbo”, estos países
terminaron por someterse a Alemania, que es el país que militaba por una
definición poco restrictiva para su industria. ¿Dúo franco-alemán?
[22]
Y finalmente, este pasado verano, el Sr. Emmanuel Macron nos ofreció
un ejemplo de libro de cómo el mecanismo auto-bloqueante impide toda
reforma de la UE en sentido progresista.
Después de un gran discurso, el pasado 23 de agosto, en el que dijo que la directiva de los trabajadores desplazados
[23] era
“una traición del espíritu europeo en sus fundamentos”[24]
(mentira y gorda, puesto que precisamente el Tratado de Roma de 1957
establecía como pilares del “mercado común” las famosas “cuatro
libertades”, que son la libre circulación a) de los capitales, b) de las
personas, c) de las mercancías, y d) de los servicios) Macron tuvo la
genial idea de hacer una gira por el este de Europa con el supuesto
objetivo de convencer a sus homólogos de Eslovaquia, Rumanía, Bulgaria,
etc., de reformar esta directiva en interés de los franceses, con la
vana esperanza de realzar su popularidad (que en apenas tres meses ya
estaba por los suelos).
[25]
Es preciso señalar que, desde hacía dos años, ya había negociaciones
entre los países del oeste y del este de Europa para modificar la
aplicación concreta de la directiva, cosa que se puede decidir por
mayoría cualificada en reunión de los jefes de Estado y gobierno de la
UE en el Consejo de Europa. Pero aquí se trata de las
directivas,
que abarcan cuestiones de detalle acerca de cómo se aplica el espíritu
de los tratados europeos, que (vuelvo a insistir en ello) se tienen que
modificar por unanimidad.
El problema con el que Macron no contaba es que los gobiernos de
Europa del este no tienen la más mínima intención de poner en cuestión
esta directiva. Y es lógico: beneficia a los trabajadores de Europa del
este, y además tiene un interés político estupendo para los dirigentes
de Polonia, Rumanía, Bulgaria, porque… ¿qué hay de más magnífico que
disponer de algo que les permita por un tiempo deshacerse de
trabajadores en paro y les exonere parcialmente de crear empleo en su
propio país?
En Salzburgo, Austria, donde se entrevistó con los primeros ministros
de República Checa y Eslovaquia, y después en Rumanía y en Bulgaria,
Macron no obtuvo más que meras declaraciones de buenas intenciones, sin
obtener de sus interlocutores ningún compromiso en lo que respecta a una
hipotética revisión de la directiva favorable a los intereses franceses
(se limitaron a confirmar su compromiso de entablar negociaciones para
la reforma
que ya estaba en curso, pero no la que quería hacer
Macron). En el este de Europa, Macron se topó con la cruda realidad de
la supuesta “solidaridad europea”.
El
22 de junio, Macron había asegurado que para su primera reunión del
Consejo de Europa, que defendería su visión de “una Europa que protege”.
El problema que se encontró en el este de Europa es que sus homólogos
de allí tienen una visión muy diferente de “Europa”
Pero ahí no quedó la cosa. Desde Sofía, Bulgaria, Macron se
atrevió a criticar públicamente al gobierno polaco por su posición
intransigente, diciendo que “Polonia no es quien define el rumbo de Europa”, que “se pone al margen” de Europa, que “Europa se construyó en base a libertades públicas que Polonia está violando hoy” y que “ha decidido aislarse”[26], generando una grave crisis diplomática.
Como no podía ser de otra manera, la primera ministra polaca, Beata
Szydlo, que es una mujer con temperamento, contestó a Macron poniéndolo
en su sitio:
“Le quiero recomendar al presidente de Francia que se
ocupe de su propio país, y también le pido que tenga en cuenta que el
futuro de la Unión Europea no sólo lo va a decidir Francia.”
Y añadía:
“Polonia es un socio europeo con los mismos derechos que Francia.”[27]
Estas palabras son muy importantes, porque reflejan una realidad que
ignoran aquellos que hablan del “dúo franco-alemán”. La señora Szydlo
tiene roda la razón: Polonia es miembro de la UE, con los mismos
derechos y deberes que Francia o Alemania. Aquí no ha habido “dúo
franco-alemán” que valga, en primer lugar porque a) los dirigentes
alemanes pasan olímpicamente de tener en consideración los intereses
franceses cuando toman una decisión, y b) si acaso lo que existe es una
sumisión de las élites políticas francesas a la Sra. Merkel.
Y en segundo lugar, si bien es cierto que Alemania tiene mucho poder
(por ser uno de los países miembros que son contribuidores netos, y por
ser uno el principal financiador de países endeudados como Grecia), no
hay ningún “dúo franco-alemán” que pueda hacer nada ante el mecanismo
auto-bloqueante de la UE. Y la Sra. Szydlo se lo ha hizo saber al Sr.
Macron: por mucho que los franceses quieran reformar la directiva de los
trabajadores desplazados, los polacos, rumanos, eslovacos, etc., no
tienen la más mínima intención de hacerlo, porque no van a atentar
contra sus propios intereses. Si la Sra. Merkel se hubiese atrevido a
criticar de esta forma al gobierno polaco (cosa que no hizo porque es
una política más inteligente y experimentada), habría obtenido
exactamente la misma respuesta.
La
primera ministra polaca Beata Szydlo mandó al joven Macron a que se
fuera a freír espárragos con su reforma de la directiva sobre los
trabajadores desplazados, recordándole que no es Francia quien dirige el
destino Europa. Es el mecanismo auto-bloqueante de la UE, la
estratagema china que impide que los 27 avancen juntos en sentido
progresista.
Por este motivo el gran capital estaba interesado la expansión de la
UE hacia el este: cuantos más países formen parte de la UE, mayor es la
imposibilidad de reformar los tratados y las directivas en sentido
contrario al neoliberalismo (aparte del hecho de disponer de un enorme
mercado de trabajo con mano de obra barata, y bien cualificada gracias
al socialismo real).
¿La conclusión? La única forma de escapar de este “estado de
excepción neoliberal” (en palabras del eurodiputado Javier Couso) es
salir de la UE por medio del artículo 50 del Tratado de la Unión
Europea. A partir de allí, el país que haya salido podrá libremente
defender sus intereses sin rendir cuentas ante ningún socio de la UE, y
ello con toda cordialidad. Claro que para eso hace falta también un
gobierno que defienda el interés nacional. Pero es tarea de los
comunistas el conseguirlo.
En resumen, entran en interacción dos factores distintos:
a) la voluntad de los Estados Unidos de dominar a los países de la
UE. Considero que esto ya se ha conseguido con éxito, puesto que ya no
hay naciones soberanas que hagan frente al imperialismo estadounidense,
pues todas se han diluido en aras de la supra-nacionalidad, cuando no
son aliadas muy estrechas de Washington;
b) lo último no quita, ni mucho menos, el enorme interés que supone
la UE tanto para los grandes capitalistas europeos como estadounidenses,
véase de otras partes del mundo (el Sr. Lakshmi Mittal lo puede
confirmar). En el marco de la globalización neoliberal –empujada desde
Washington tras la disolución de la URSS–, la dominación geopolítica de
los Estados Unidos sobre la UE da lugar a una connivencia de intereses
entre distintos capitalistas. Este interés pasa precisamente por pasar
por encima de la soberanía nacional de los países miembros de la UE.
Tal como yo interpreto las cosas (y no creo que esté descubriendo la
pólvora), desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, las burguesías
europeas se han dado cuenta de que les es mucho más ventajoso colaborar
con los Estados Unidos que lo contrario, y conjuntamente con ellos
lanzarse a la recolonización del mundo, declarándole una guerra
(económica, ideológica, cultural, y en ocasiones militar) al mundo
arabo-musulmán, a Latinoamérica, a Rusia, a China, etc. Esta guerra se
inscribe perfectamente en la visión del mundo como un “choque de
civilizaciones”, y la construcción europea responde a este esquema.
¿Por qué los Estados Unidos hacen lo posible por salvar el euro?
Parece difícil de creer, pero los Estados Unidos (al menos hasta el
momento actual, tendremos que ver cómo sigue evolucionando el Sr. Trump,
que ya podemos calificar de “Tsipras estadounidense”) hacen lo posible
por salvar el euro. Esta es una realidad objetiva que voy a demostrar a
continuación, haciendo una cronología de los hechos acontecidos durante
la crisis del euro a partir de 2010, cuando varios países de la UE
(notablemente Alemania) se vieron en la tesitura de financiar el déficit
de Grecia.
El 16 de septiembre de 2011, Timothy Geithner, Secretario del Tesoro
estadounidense, se invitaba él mismo a una cumbre de ministros de
finanzas europeos en Wroclaw, Polonia, donde pidió que se pusiera un
término a las
“palabras desconsideradas” acerca de un posible desmantelamiento del euro.
[28]
Sabiendo que los Estados Unidos no forman parte de la zona euro,
podemos preguntarnos qué es lo que autoriza al gobierno de los Estados
Unidos dar un consejo, no digamos ya dar una orden, en lo que respecta
al euro, o en qué le puede importar que se desmantele o no el euro. Esto
solamente tiene sentido si el gobierno de los Estados Unidos desea el
mantenimiento del proceso de integración europea, y el euro es una pieza
necesaria para dicho proceso.
El 3 de noviembre de 2011, en la cumbre del G-20 en la ciudad de
Cannes, Francia, el presidente estadounidense Barack Obama instaba a los
líderes europeos a resolver la crisis del euro, que consideraba como la
principal amenaza para la economía estadounidense.
[29]
El 26 de enero de 2012, el diario estadounidense New York Times
revelaba el papel que durante la crisis del euro había jugado la
Subsecretaria del Tesoro Lael Brainard, que en secreto había efectuado
entre 2010 y 2012 un total de… ¡17 viajes a Europa, con el objetivo de
velar por
“la preservación de la zona euro y su moneda”!
[30]
Podemos decir que llama la atención, cuanto menos, las molestias que se
tomó la administración Obama por salvar a una moneda que no es la suya
propia.
Según el diario británico The Guardian, el 19 de mayo de 2012,
“Barack
Obama y David Cameron se enfrentaron a la canciller alemana Angela
Merkel en la cumbre del G8 en Camp David, exigiéndole que emprenda un
camino claro para que Europa salga de la actual crisis. La dirigente
alemana resistió a las presiones para imponer nuevas medidas que
incluirían una política monetaria más flexible del Banco Central
Europeo…”[31]
El 31 de mayo de 2012, un artículo del diario francés Le Figaro informaba:
“La
solución a la crisis del euro no se encuentra en Washington. No
obstante, con la ocasión de una videoconferencia el pasado miércoles,
Barack Obama insistió en incitar a sus homólogos alemanes, franceses e
italianos a que encuentren soluciones.”[32]
El 6 de junio de 2012, Barack Obama volvía a llamar a tres dirigentes
de la zona euro, Mario Monti, Angela Merkel y David Cameron,
“para recordarles la necesidad de reforzar la unión monetaria estimular el crecimiento”, según reportaba el diario Journal du Dimanche. El mismo periódico informaba que Cameron y Obama
“se pusieron de acuerdo sobre la necesidad de un plan inmediato para resolver la crisis […]
así como sobre una estrategia a largo plazo para asegurar la existencia de una moneda única fuerte.”[33]
De nuevo, es legítimo preguntarse a qué se debe tanta insistencia por
parte de los británicos con relación al futuro del euro, cuando ellos
nunca estuvieron en la eurozona.
El 30 de julio 2012, el diario alemán Del Spiegel informaba que
Timothy Geithner se había desplazado hasta Alemania para encontrarse con
el ministro de finanzas alemán Wolfgang Schäuble, cuando este se
encontraba en su residencia de vacaciones en el Mar del Norte:
“Este encuentro, de una hora y media, se realizó por iniciativa
del estadounidense, y su objetivo era claro: desde el punto de vista de
los Estados Unidos, el gobierno federal [alemán]
hace demasiado poco para evitar una escalada superior de la crisis del euro.”[34]
¿Por
qué en 2012 el secretario del Tesoro de los Estados Unidos Timothy
Geithner fue a hablar con ministro alemán de finanzas Wolfgang Schäuble
para instarle a que salvara al euro y no considerase expulsar a Grecia
de la eurozona?
El 29 de mayo de 2015, el Wall Steet Journal reportaba que el sucesor
de Timothy Geithner en el cargo de secretario del Tesoro, Jacob Lew,
“exige una rápida resolución del problema del rescate griego”.
[35]
En julio de 2015, el mismo Lew pedía directamente a los acreedores de
Grecia (es decir los demás países de la zona euro) que hicieran
“compromisos” con respecto al endeudamiento de Grecia. En otras
palabras, que renuncien a parte de lo que Grecia debe pagarles.
[36]
¿Estas groseras injerencias no demuestran que los estadounidenses quieren a toda costa que sobreviva el euro?
De ahí se extrae la siguiente conclusión: contrariamente a lo que
afirman algunos, la UE no es un proyecto imperialista “con capital en
Berlín” ni el euro es un “instrumento” al servicio del imperialismo
alemán. Es cierto que Alemania tiene mucho poder de influencia en el
seno de la UE, y que el euro se creó utilizando el marco alemán como
moneda de referencia. Pero las élites financieras alemanas son las
primeras en saber que el euro no funciona ni puede funcionar. ¿Entonces
qué es lo que ocurre? Ocurre lo siguiente:
1. Los alemanes no quieren el euro, pero están subordinados a Washington, que les impone mantenerlo a salvo,
2. Los alemanes se ven así forzados a refinanciar a Estados en crisis como Grecia, y quien paga manda,
3. Y como los dirigentes alemanes no son precisamente adalides del
keynesianismo ni de la planificación soviética, imponen a los Estados
rescatados duras medidas de austeridad para asegurarse de que el dinero
prestado es gastado con “responsabilidad”,
4. Con esto no pretendo que se disculpe a los dirigentes alemanes.
Pero me parece injusto que en la conciencia colectiva de los pueblos del
sur de Europa se contribuya a fomentar la germanofobia, cuando a quien
habría que señalar en primer lugar es a los Estados Unidos, que son los
que obligan a Alemania a mantener en vida a una moneda que no puede
funcionar y que está destinada a estallar.
Ahora la gran pregunta es: ¿por qué los Estados Unidos quieren salvar el euro?
Lo hacen por tres motivos.
1) El primero motivo es porque los mercados financieros a un lado y
otro del Atlántico están muy estrechamente ligados. Cualquier revés en
Europa amenaza con destruir el crecimiento frágil de los Estados Unidos.
Por ello el gobierno de los Estados Unidos quiere salvar los intereses
del gran capital financiero estadounidense, y en particular de los
fondos de inversión. En un coloquio titulado
“¿Hay una vida después del euro?” organizado en 2013, el economista francés Olivier Berruyer dijo:
“Una última palabra sobre los Estados Unidos, porque hemos
hablado de ellos. Está claro que los ministros y presidentes
estadounidenses presionan mucho para mantener el euro, porque detrás de
eso hay un castillo de naipes… Después, no sé si esto se debe a una
visión según la cual el derrumbe del castillo de naipes conllevaría el
fin de la construcción europea, pero de lo que estoy seguro, es que si
no hay euro, no hay Goldman Sachs, no hay Bank of America, no hay
Citigroup, etc., y cuando sabemos quiénes dirigen a los Estados Unidos,
comprendemos por qué existen tales presiones…
Si el euro cae, por decirlo de manera sencilla, se derrumban
rápidamente los mercados financieros y por lo tanto se derrumban
rápidamente los principales bancos del planeta, generándose con ello
graves problemas de solvencia y de imposibilidad de pagar las deudas
públicas. En realidad, estamos en una fase de riesgo sistémico, que está
muy bien descrita… Incluso en el G-20, cuando se ocupan de ello, hacen
una lista de los 28 bancos sistémicos mundiales. Se hace una lista, y
se dice: ‘si uno de estos bancos quiebra, quiebran todos los demás y
arrastran todo consigo’: BNP, Société Générale, etc.…
¿Y qué hacen ante esta situación? Pues prácticamente nada, dicen:
‘tal vez haría falta un mayor control, tal vez haría falta aumentar el
capital.’ Sencillamente, aceptan que haya estructuras en el planeta que
pueden arrastrar la quiebra del sistema financiero y bancario mundial. Y
probablemente el euro tiende a arrastrar este elemento sistémico y a
hacer que se caiga el sector financiero. Y sabemos quienes dirigen a los
Estados Unidos.”[37]
2) El segundo motivo es que en el momento de la crisis del euro la UE
era el socio comercial más importante de los Estados Unidos, y era su
segundo mercado de exportación. Los Estados Unidos quieren un euro
fuerte porque sacan ventaja de la debilidad relativa del dólar con
respecto a la moneda europea, cosa que fue denunciada por el presidente
del grupo EADS (fabricante de Airbus) Louis Gallois, como una
“ventaja competitiva” que cifraba en una pérdida de
“3000 millones de euros de resultado anual en tres años”[38].
Una vez que se comprende esto, se entienden mucho mejor las palabras
del ex-primer ministro chino Wen Jiabao durante su visita a Grecia en
2010, cuando dijo que China
“apoya un euro estable”[39]. Y es que a diferencia de otros, los chinos defienden sus propios intereses.
Doug Elliot, del think tank estadounidense Brookings Institute, decía en 2012 que
“si
Europa implosiona, la economía americana caerá en una nueva recesión, y
hay un 100% de posibilidades de que Obama pierda las elecciones.”[40]
Justo después de sufrir la crisis de las hipotecas subprime de 2008, el
interés del gobierno estadounidense era hacer crecer las exportaciones
de manera a crear empleos. Esto sólo podía conseguirlo con un euro
fuerte. Y allí reside la raíz de los problemas que nos genera el euro.
3) Y el tercer motivo (y yo creo que el principal) es de naturaleza
estrictamente geopolítica. Los imperialistas estadounidenses saben que
el euro es el candado que permite mantener atado el proyecto de
construcción europea, porque han comprendido muy bien, al igual que lo
habían comprendido los nazis, que un elemento constitutivo básico de un
Estado-nación –y el objetivo final de la construcción europea es
construir un Estado-nación a escala europea– es una moneda nacional. Al
estar la adopción de la moneda común intrínsecamente ligada a la propia
construcción europea (aunque el proceso de adopción del euro ya hace
aguas en Suecia, República Checa, Hungría, Bulgaria, etc., por no hablar
de Chipre, que técnicamente ya no está en la eurozona), si el euro
empieza a desagregarse, es todo el castillo de naipes de la construcción
europea lo que se puede venir abajo. Los imperialistas estadounidenses
harán lo posible para evitarlo.
[1] ¿Quién gobierna Francia y Europa? Conferencia en línea de François Asselineau, 8 de enero de 2013
https://www.youtube.com/watch?v=SWKBp32IFmk&t=3017s (min. 19.20)
[2] The German-American Alliance for the 21st Century Joint Statement, 27 de febrero de 2004
https://2001-2009.state.gov/p/eur/rls/prsrl/30072.htm
[3] Bush and Merkel Hail New Chapter in US-German Relations, Deutsche Welle, 13 de enero de 2006
[4] Observatoire de l’Europe Industrielle,
Europe Inc. Liaisons dangereuses et milieux d’affaires européens, Agone éditeur, Marsella, 2000, citado en Henri Houben,
Les étapes de la construction européenne : vers un Etat européen ?, Etudes Marxistes nº57, Bruselas, 2001.
[5] Véase el caso del Banco de
Pagos Internacionales (BPI), que había mencionado en mi anterior
artículo, primer club de Bancos Centrales del mundo, en el cual estaba
comprometido el capital estadounidense, y que había tenido un papel
clave en la financiación del nazismo.
[6] Henri Houben, op. cit.
[7] Henri Houben, op. cit.
[8] Keith Richardson,
Big Business and the European Agenda, Sussex European Institute, Working Papers, nº35, septiembre de 2000, citado en Henri Houben,
op. cit.
[9] Citado en Keith Richardson,
op. cit.
[10] Según el periodista belga
Michel Collon, fue precisamente para impedir esta independencia de
Europa que los Estados Unidos intervinieron en la guerra de los Balcanes
de 1991-1995.
[11] Henri Houben,
Le nouvel objectif majeur de l’Union Européenne : le processus de Lisbonne, Etudes Marxistes nº65, 2004.
[12] Henri Houben,
Les étapes de la construction européenne : vers un Etat européen?
[13] ibíd.
[14] Porque no es una moneda única, el euro va a explotar
http://ladialectika.com/actualidad/internacional/2017/11/12/no-una-moneda-unica-euro-va-explotar/
[15] L’express, Helmut Kohl
: ‘S’il y avait eu un referendum sur l’introduction de l’euro, je l’aurais perdu à 7 contre 3’, 11 de abril de 2013.
[16] Henri Houben, op. cit.
[17] Le Monde,
« Guerre fantôme : la vente d’Alstom à General Electric », 25 de septiembre de 2017.
[18] Por eso, cuando en un artículo infame la euro-trotskista Marina Albiol afirma que
“nuestros problemas no se solucionarían con una vuelta al Estado nación (¿acaso han desaparecido los Estados-naciones?),
sino acabando con un sistema que nos explota tanto en el conjunto de Europa”, ella de momento está consintiendo al saqueo de la industria pública en la UE.
http://ctxt.es/es/20170322/Firmas/11778/UE-desigualdad-economia-tratado-de-roma-marina-albiol.htm
[19] Mondialisme.org,
L’affaire Arcelor/Mittal et la centralisation du capital, 5 de abril de 2006.
[20] https://www.youtube.com/watch?v=_MUBLRZahc0 (min. 30.25)
[21] Marina Albiol,
¿Recuperar soberanía nacional o conquistar soberanía popular?, 24 de marzo de 2017
http://ctxt.es/es/20170322/Firmas/11778/UE-desigualdad-economia-tratado-de-roma-marina-albiol.htm
[22] Upr.fr,
L’affaire des
perturbateurs endocriniens prouve encore une fois que ce sont les États
qui peuvent protéger les peuples et que c’est l’Europe qui les menace,
4 de julio de 2017.
https://www.upr.fr/actualite/france/laffaire-perturbateurs-endocriniens-prouve-nouvelle-etats-protegent-peuples-leurope-menace
[23] Se trata de la directiva
que permite que un trabajador de un país de la UE pueda migrar hacia
otro país de la UE y cobrar el salario mínimo del país en cuestión
(hasta aquí, nada que objetar), con la salvedad de que el empresario
pagará las cargas sociales del país de origen. Así, por ejemplo, en
países como Francia, Bélgica o Austria, donde las cargas sociales son de
las más altas, un empresario con pocos escrúpulos puede encontrar
fácilmente mano de obra mucho más barata al poder contratar trabajadores
pagando las cargas sociales de países como Polonia o Bulgaria, que son
mucho más bajas.
[24] Pour Emmanuel Macron, la directive sur les travailleurs détachés est une « trahison de l’esprit européen », Le Monde, 23 de agosto de 2017.
[25] Le Figaro, Macron repart d’Europe de l’Est avec l’espoir d’un accord, 25 de agosto de 2017
[26] Travailleurs détachés : Macron déclenche une crise diplomatique avec la Pologne, Le Monde, 25 de agosto de 2017.
[27] Polonia pide respeto a Macron y le recomienda que se ocupe de su propio país, La Vanguardia, 25 de agosto de 2017.
[28] La Tribune,
Quand le trésor américain rappelle les européens à l’ordre, 16 de septiembre de 2011.
[29] The New York Times,
Obama Urges European Solution to Debt Crisis, 3 de noviembre de 2011.
[30] The New York Times,
At Euro Talks, a Calm Arm-Twister From the U.S., 26 de enero de 2012.
[31] The Guardian,
Germany isolated over euro crisis plan at G8 meeting in Camp David, 19 de mayo de 2012.
[32] Le Figaro,
Zone euro: la crise s’aggrave, Obama s’inquiète, 31 de mayo de 2012
[33] Le Journal du Dimanche,
Zone euro : Obama appelle Cameron, Monti, Merkel…, 6 de junio de 2012.
[34] Der Spiegel,
US-Finanzminister Geithner bei Schäuble: Heimgesucht auf Sylt, 30 de julio de 2017
[35] Jacob Lew Urges Swift Resolution to Greece Bailout Standoff, The Wall Street Journal, 29 de mayo de 2015.
[36] U.S presses greece on economic overhauls ahead of debt talks, The Wall Street Journal, 21 de julio de 2015.
[37] https://www.youtube.com/watch?v=Uwi0UfUbHC0 (min 1.43.03)
[38] Le Figaro,
Le recul de l’euro menace la reprise américaine,
7 de mayo de 2010. Por cierto, cuando los dirigentes chinos se
presentan como “adalides de la globalización” frente al “aislacionismo
de Trump”, hay que interpretar estas palabras de la misma manera. Ellos
han comprendido cuáles son sus intereses. ¿Cómo podrían oponerse a algo
que les beneficia profundamente? ¿Deberían renunciar al desarrollo
tecnológico en aras del “internacionalismo proletario”?
[39] ABC,
El primer ministro chino se aventura en decir que Grecia sale de la crisis, 4 de octubre de 2010.
[40] Slate.fr,
La réelection d’Obama dépend de la crise de l’euro, 4 de agosto de 2012
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