Hay ciertas costumbres que mantener cuando se declara un golpe de Estado.
La declaración del general Abdel Fattah al-Sisi,
el 3 de julio en Cairo, Egipto, se ajustó a un libreto y vestuario, que
data de al menos cuatro décadas.
Un general tosco lee un comunicado
en la televisión estatal en el que informa que, renuentemente, las
Fuerzas Armadas han decidido tomar medidas para salvar al país.
El general tiene que asegurarse de que proyecta la imagen correcta: necesita un uniforme impecable, equipado con medallas.
Necesita también un podio o, al menos, una mesa sólida. Las gafas son opcionales.
La apariencia del general cuando lee la
declaración puede convertirse en la imagen definitoria de su país en el
mundo exterior y ciertamente será una imagen que recordará su propio
pueblo.
La declaración también debe seguir cierto formato.
El general debe subrayar que el ejército está
cumpliendo a su deber patriótico. Ante todo, el líder debe evitar
calificar sus acciones con la palabra "golpe", pues podría hacerlo
parecer un bandido. La palabra preferida es "intervención".
Marcando la pauta
Pinochet y su junta usaron el vestuario, escenificación y lenguaje que se mantendría posteriormente.
Los pioneros en el arte del comunicado del golpe
de Estado fueron el general Augusto Pinochet y los miembros de su junta
en Chile en septiembre de 1973.
Los cuatro líderes militares aparecieron en uniforme detrás de una mesa sólida.
"Las fuerzas armadas y de orden actuaron sólo
bajo la inspiración patriótica de sacar al país del caos que en forma
aguda lo estaba precipitando el gobierno marxista de Salvador Allende",
anunció el Pinochet. "La junta mantendrá el poder judicial... las
Cámaras quedarán en receso hasta nueva orden. Eso es todo".
Su colega Gustavo Leigh añadió unas palabras que
le sirvieron a generales futuros en busca de inspiración para sus
propias declaraciones: deber patriótico, sacrificio, apoyo del pueblo.
"Por los sagrados intereses de la patria nos
hemos visto obligados a asumir la triste y dolorosa misión que hemos
acometido", declaró Leigh. "No tenemos miedo. Sabemos la responsabilidad
enorme que cargará sobre nuestros hombros. Pero tenemos la certeza, la
seguridad, de que la enorme mayoría del pueblo chileno está con
nosotros".
En equipo
En Fiji ha habido varios golpes de Estado y todos siguen el protocolo establecido.
Los generales chilenos de 1973 decidieron sentarse juntos, y así lo hicieron los egipcios en 2013.
Eso da la apariencia de igualdad y trabajo de equipo, pero también puede crear problemas en el futuro.
Los oficiales militares chilenos se tuvieron que
asegurar de que las puertas fueran lo suficientemente anchas para que
pudieran entrar todos al mismo tiempo en las apariciones públicas.
Eventualmente, el general Pinochet decidió que
gobernaría sólo. Y lo hizo hasta 1990. Más de 3.000 personas perdieron
la vida durante sus años de gobierno militar.
En solitario
General turco Evren se ajustó al libreto, pero también habló de la felicidad.
A veces un general decide que es mejor aparecer
solo. En septiembre de 1980, el general turco Kenan Evren apareció en la
televisión ataviado con su uniforme para declarar el fin del gobierno
civil. Su libreto fue el estándar de una declaración de golpe de Estado.
"Las Fuerzas Armadas de Turquía tuvieron que
tomarse la administración del país para mantener el bienestar y
felicidad de la nación turca, para proteger la unidad del país y la
nación".
"Nosotros, los comandantes, oficiales,
suboficiales y soldados estamos listos a sacrificar nuestras
pertenencias, incluso nuestras vidas, por el país y el bienestar y la
felicidad de la nación".
El discurso del general Evren marcó el inicio de
tres años de gobierno militar durante el cual se estima que 650.000
personas fueron detenidas.
En el éxito
El formato estándar de la declaración del golpe de Estado también puede ser usado para declarar uno fallido.
En febrero 1981, los oficiales de la Guardia
Civil Española asaltaron el parlamento con la esperanza de provocar una
sublevación militar más amplia.
El rey Juan Carlos decidió frenar el intento.
Tarde en la noche, se puso su uniforme de comandante en jefe, consiguió
una mesa sólida y requisó un espacio televisivo.
"La Corona, símbolo de la permanencia y unidad
de la Patria, no puede tolerar en forma alguna acciones o actitudes de
personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático
que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día, a
través de referéndum", declaró el monarca.
La intervención de Juan Carlos ayudó a asegurar
la supervivencia de la joven democracia española. Más de tres décadas
después, el discurso del rey en su uniforme militar sigue siendo la
única acción definitoria de su reinado.
En el fracaso
A Morsi no le dejaron transmitir su mensaje: el dominante era el de al-Sisi.
Quienes están en el lado errado del golpe
-líderes de intentonas o presidentes depuestos, por ejemplo- a menudo
tratan de transmitir sus propios mensajes.
El depuesto presidente egipcio Mohamed Morsi
difundió una declaración en un video a través del sitio web presidencial
insistiendo en que aún era el presidente constitucional, pero sus
palabras fueron rápidamente sacadas del espacio virtual.
Perdedores anteriores optaron por medios más tradicionales: radio o televisión.
En febrero de 1992, el comandante Hugo Chávez
trató de derrocar al gobierno pero falló. Pero le permitieron transmitir
un mensaje por televisión para sus colegas golpistas.
"Compañeros: Lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital", señaló.
"Nosotros,
acá en Caracas, no logramos controlar el poder. Ustedes lo hicieron muy
bien por allá, pero ya es tiempo de reflexionar y vendrán nuevas
situaciones y el país tiene que enrumbarse definitivamente hacia un
destino mejor".
Ese "por ahora" del discurso no pasó
desapercibido. Sus palabras formaron la base de una plataforma política
que lo llevó a ser electo presidente de Venezuela seis años más tarde,
un cargo que ocupó hasta su muerte en 2013.
El adiós
Allende se despidió por radio de su patria cuando comprendió que ya no había vuelta atrás.
Quizás la declaración más famosa de un derrotado
fue hecha por el presidente de Chile Salvador Allende en la mañana en
la que fue depuesto, ese septiembre de 1973.
Durante el ataque militar en su contra, Allende hizo una última transmisión radial desde el palacio presidencial de La Moneda.
"Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y
su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que
la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más
temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde
pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor".
Allende murió más tarde ese mismo día. Sus
palabras de despedida están ahora grabadas en una estatua afuera del
palacio presidencial.