Todo
sistema social tiene asociado un modelo económico. El sistema
capitalista de mercado, en el que nos vemos inmersos por ahora, tiene
asociado el modelo de economía capitalista tradicional. El sistema de
capitalismo estatal (Comunismo autoritario como en la extinta URSS,
China o Cuba) tiene asociado el modelo de planificación centralizada.
Del mismo modo el Comunismo Libertario (muchos prefieren llamarlo
directamente anarquía) tiene asociado el modelo de economía libertaria.
No nos vamos a referir a los modelos autoritarios, más que
tangencialmente, por falta de espacio, para no alargarnos demasiado. A
quien le interese una crítica demoledora de dichos modelos puede acudir a
los libros de Abraham Guillén. Por lo tanto para entender la economía
libertaria hay que conocer el modelo de sociedad en la que se inscribe. A
esbozar ese modelo, el Comunismo Libertario (o anarquía) dedicaremos
los dos siguientes capítulos.
Podemos comenzar a definirlo por oposición. El Comunismo libertario
es un sistema social que, a diferencia del resto, es antiautoritario. Es
el único sistema social que cree en la mayoría de edad de la humanidad.
El único sistema que cree que los seres humanos se pueden gobernar a si
mismos sin necesidad de clases dominantes de ningún tipo (ni nobles, ni
reyes, ni dioses, ni curas, ni capitalistas explotadores, ni políticos
profesionales burgueses, ni partidos únicos “proletarios”). Todas estas
clases dirigentes han creado y mantenido sistemas sociales autoritarios
mediante la violencia y la mentira. Todas estas clases dirigentes se han
apropiado, en nombre del orden, la ley , dios, la patria, el pueblo o
cualquier otra entelequia, de los beneficios, la plusvalía generada por
el trabajo de todos aquellos que tenían por abajo, gobernándolos,
explotándolos y reprimiéndolos cuando les convenía para mantener sus
privilegios.
El Comunismo Libertario es una sociedad sin dinero, sin gobernantes,
donde todo se decide de abajo a arriba. Donde las personas se
auto-organizan y deciden todo aquello que les afecta en comunidad. Donde
no existe la propiedad privada. Donde no existe la desigualdad. Donde,
por fin, se hace realidad la terna revolucionaria: Libertad, Igualdad y
Fraternidad.
El Capitalismo democrático se olvida de la fraternidad y solo le
interesa la Igualdad ante la ley, pero no la igualdad de decisión. Así
mismo la única libertad que contempla es la de la posesión de los medios
de producción y de los bienes, sin importar las desigualdades sociales.
Todo ataque a la propiedad privada es duramente reprimido.
El Comunismo Autoritario (o capitalismo de estado), olvida la
libertad, todos son siervos del estado. Proclama la igualdad, pero la
del cuartel, todos iguales menos los dirigentes del Partido que son “un
poquito más iguales” (os recomiendo leer Rebelión en la Granja). Habla
de fraternidad, pero no puede haber verdadera fraternidad, sin libertad
ni verdadera igualdad.
A diferencia de estos dos sistemas autoritarios, el Comunismo
Libertario (o anarquía), es un sistema que garantiza la Libertad, puesto
que todo lo decide toda la población mediante el sistema Federal de
Abajo a Arriba. Garantiza la igualdad, puesto que todos pueden decidir
sobre lo que les afecta y no existe la posibilidad de acumular, no
existe el dinero, todo es realmente de todos. Garantiza la solidaridad
puesto que se organiza federalmente con otras entidades y comparten los
excedentes, no mediante varemos monetarios o de trueque (siempre
injustos y germen del egoísmo) si no mediante la puesta en común de esos
excedentes y el reparto equitativo de los mismos según las necesidades
de cada colectividad. Bien, del federalismo de abajo a arriba y del modo
de decidir las cosas en la sociedad del Comunismo Libertario hablamos
en los siguientes dos capítulos, para luego pasar al meollo de la
cuestión y tratar los puntos básicos de la economía libertaria.
FEDERALISMO, DE ABAJO A ARRIBA
El federalismo es el sistema de organización del Comunismo
Libertario. Para explicar bien el modelo del Comunismo libertario haría
falta otro manual. De hecho ya hay muchos. Aquí solo lo esbozaremos.
Habréis oído la palabra Federalismo en boca de toda clase de
políticos de “izquierdas”, tanto “socialistas”, como “comunistas”. Eso
se debe a que en la gestación de dichas ideologías la idea federalizante
estaba en sus inicios. Os dirán que la autonomías son federalizantes.
Os dirán que aspiran a un Estado ( o República) Federal. Pero todo eso
son zarandajas. El federalismo de los políticos, se traduce, como mucho,
en descentralización política, en dar a comunidades, landers, estados
federales, ayuntamientos, más o menos competencias en detrimento del
estado central. Pero eso no es el Federalismo.
El Federalismo, tal como lo entendemos los anarquistas, es la
organización de la sociedad, de abajo a arriba, de manera que las
decisiones no las tomen las “élites” políticas, si no toda la población.
Para ello la sociedad se organizaría en colectividades, agrupaciones
humanas libremente unidas, que se federarían con otras colectividades
desde un nivel comarcal hasta un nivel mundial. Así las decisiones que
solo afectaran a una colectividad serían discutidas y puestas en
práctica solo por esa colectividad. Aquellas decisiones que afectaran a
más colectividades (como la construcción de carreteras o el
aprovechamiento hidráulico etc...) serían tomadas mediante un acuerdo
entre esas colectividades.
La decisión sería tomada primero en cada una de las colectividades y
luego se enviarían delegados a defender los acuerdos en una reunión con
las otras colectividades al nivel que fuera necesario. Procurando tomar
las decisiones por unanimidad, llegando solo a la votación cuando
refundir los acuerdos locales fuera imposible. Así las personas estarían
insertas en una colectividad, donde decidirían las cuestiones que les
afectaran. Si estas cuestiones afectan a otras colectividades enviarían
delegados a defender sus acuerdos en la federación supralocal que
corresponda (comarcal, regional, mundial...).
NIVELES DE DECISIÓN: COLECTIVO Y DE PRODUCCIÓN
Las personas en tanto que colectivistas tomarían las decisiones en la
asamblea de la colectividad. Pero todas las personas integrantes de la
colectividad que no estén impedidas para trabajar, trabajarían en algún
trabajo para el bien de la colectividad. La asamblea de la colectividad,
teniendo en cuenta los recursos y las necesidades sociales solicitaría a
los núcleos de producción de bienes y servicios que produjeran aquello
que precisa la sociedad. Pero el modo en que deben producir y organizar
el trabajo sería decisión de la asamblea de trabajadores / as de cada
núcleo de producción. Así mismo los núcleos de producción se federarían
en federaciones de industria a nivel local, comarcal, regional,
mundial...
Esas federaciones de industria discutirían al nivel que tocara, las
cuestiones que les afectaran, procurando conseguir los objetivos que les
marcaran las correspondientes federaciones de colectividades. Así cada
persona decidiría en la asamblea general sobre las cuestiones generales y
en la asamblea de su núcleo de producción las cuestiones relativas a la
producción y organización y mejora del trabajo.
Por último, antes de entrar en materia, creo necesario aclarar que
las colectividades, las unidades de producción y las federaciones
supralocales de ambos tipos, elegirían personas para desempeñar cargos
de coordinación, que se encargarían de que se llevaran adelante los
acuerdos de las asambleas.
Estas personas, estos cargos serían siempre revocables, nunca por un
periodo muy largo y nunca de decisión. Solo se ocuparían de aplicar los
acuerdos de las asambleas, nunca de decidir por los demás. Si así lo
hicieran alguna vez, serían revocados y tendrían que enfrentarse a la
decisión que acordara al respecto de sus responsabilidades la asamblea.
Así habría secretarios de transporte, abastos, redistribución,
estadística, general (de representación), y cuantos consideraran las
asambleas que fueran necesarios para coordinar los trabajos que se
precisaran para llevar adelante los acuerdos de cada asamblea. Bien,
aclarado esto, podemos pasar al meollo de la cuestión. Comenzaremos
tratando sobre la eliminación del dinero.
ELIMINACIÓN DEL DINERO:
La sociedad libertaria es una sociedad en la que el dinero no tiene
ningún sentido, puesto que todo es de todos y el dinero es un germen de
injusticia al ser acumulable. Algunos economistas libertarios, como
Abraham Guillén, se asustan un poco y prefieren hablar de sustituir el
dinero por bonos por horas trabajadas para la comunidad, no acumulables,
no transferibles y con fecha de caducidad.
Piensan así, probablemente, porque son economistas y creen que es
necesario poder cuantificar el producto social y ordenarlo con las leyes
económicas clásicas. Pero es que esas leyes no tienen ningún sentido en
la sociedad libertaria, porque están pensadas para sociedades injustas,
no solidarias que mantienen el dios dinero por encima de todas las
cosas.
La cuestión es más sencilla. Simplemente, al eliminar el dinero, la
plusvalía, el beneficio, toda actividad económica se convierte
automáticamente en la siguiente ecuación: Con las materias primas de que
disponemos y los medios humanos, técnicos y materiales con que
contamos, ¿cómo vamos a producir mejor aquello que nos demanda la
sociedad mediante la decisión de la asamblea?
Sería completamente absurdo que una fábrica de una colectividad
tuviera que comprar a otro núcleo de producción lo que necesita, si todo
es de todos y, de hecho, el fin del otro núcleo de producción es
abastecer a esa y otras fábricas de lo necesario para obtener lo que
demanda la sociedad, que es propietaria, como ya he dicho, tanto de un
núcleo de producción como del otro.
En este error cayeron los regímenes comunistas autoritarios. Es una
de las razones de que perdieran la guerra fría. Ya que en cada
transacción había cargos medios que se lucraban corrompiéndose,
apropiándose de parte de ese dinero (así se han amasado las grandes
fortunas que de la noche a la mañana aparecieron en los países
soviéticos. Todos los nuevos ricos eran dirigentes del partido
comunista, ¡ que ironía !. La corrupción es consustancial a la
existencia del dinero y de los cargos públicos. Por poner un ejemplo
positivo, os puedo comentar el caso del primer banco de sangre del
mundo. Se hizo en el hospital clínico de Barcelona durante la guerra
civil. Antes había habido otras guerras, ¿a nadie se le había ocurrido?,
no. Lo que sucede es que no lo consideraron rentable.
Durante la revolución en Barcelona, un médico decidió que era algo
necesario, consiguió los medios materiales y lo hizo, sin preocuparse
por si era rentable, porque no había jefes que le negaran, por causas
absurdas de dinero, lo que la sociedad necesitaba. Otro ejemplo. En
Barcelona había un solo hospital materno infantil. No había más porque
las autoridades consideraban que era caro. Los revolucionarios
decidieron hacer lo que la sociedad demandaba y reconvirtieron decenas
de conventos en hospitales.
Médicos había, edificios había, trabajadores que supieran hacer los
instrumentales necesarios y fábricas donde hacerlos y materias primas
había. Por lo tanto, lo que había que hacer se hizo, sin dinero de por
medio para bien de la sociedad. Es así de sencillo. De manera que, en
vez de utilizar el dinero, acumulable, fuente de casi todas las
injusticias económicas y castrante de iniciativas sociales en nombre del
beneficio, la sociedad libertaria hace las cosas que considera
necesario, decidiéndolas en asamblea y demandándoselas a sus núcleos de
producción, que actúan en consecuencia teniendo en cuenta las materias
primas de las que se dispone, los recursos humanos, técnicos y
tecnológicos, sin más cortapisa.
Naturalmente toda demanda de la sociedad, además de ser acordada en
asamblea, debe ser considerada viable por los organismos federados que
conocen todos los datos antes expuestos sobre materias y medios. Así
mismo toda demanda debe ser considerada ecológica, por la adecuada
institución federal de científicos de la que la sociedad se dote para
evitar destruir el medio ambiente por exceso de consumismo. Una vez
hechos los posibles recortes por falta de recursos o por necesidades
ecológicas, las unidades de producción se afanarían en producir lo más
eficazmente posible lo que la sociedad demanda. De esa producción
hablamos en el siguiente capítulo. El Producto social.
PRODUCTO SOCIAL
El producto social es la suma de todo aquello que produce la
sociedad, mediante los núcleos de producción. Con esto no nos referimos
sólo a bienes de consumo, si no también a servicios diversos, de ocio,
culturales, científicos, sanitarios, transportes, vivienda y de toda
índole, de los que se dote a si misma la sociedad. A todo ello, al
producto social, tiene acceso todos los miembros de la sociedad, ya que
todos colaboran en la elaboración de dicho producto.Es posible que
algunos productos sean racionados en momentos de escasez, pero, en
principio, toda persona podría acudir a los almacenes colectivos a coger
aquellas cosas que necesitasen.
El hecho de ser una economía sin dinero haría imposible la
acumulación. Y si alguien intentara aprovecharse de la colectividad
acumulando bienes innecesariamente, la propia comunidad se encargaría de
reprenderlo y recuperar esos bienes. Todo intento de acumulación y / o
venta-trueque sería reprendido, puesto que todo es de todos y nadie
necesita comerciar para obtener lo que precisa, por lo tanto solo
perseguiría ese comercio un enriquecimiento insolidario.Naturalmente las
personas tendrían derecho a la propiedad privada de sus objetos
personales y de consumo (dentro del límite lógico, sin acumular
innecesariamente).
Pero los bienes inmuebles y los bienes de producción, serían siempre
propiedad de la colectividad. Las personas tendrían derecho de uso de
esos bienes, mientras vivieran en esa colectividad; cuando se
trasladaran a otra colectividad, dejarían su vivienda y su núcleo de
producción para otro colectivista; en la nueva colectividad, le
proporcionarían otra vivienda y otro puesto en otro núcleo de
producción. Los transportes, como todos los demás servicios, serían
colectivos, de modo que no tendría sentido poseer vehículos. Habría una
red eficaz de transportes para ir a cualquier lugar y los núcleos de
producción contarían con sus propios vehículos. Los excedentes del
producto social de cada colectividad serían enviados para su
redistribución en otras colectividades que fueran deficitarias de
aquello que a esta colectividad le sobrara.
De modo que tendríamos un producto social, como suma de todo lo que
produce la sociedad, decidido por la asamblea, controlado a nivel de
viabilidad y ecología por los estamentos científicos y técnicos
adecuados, producido por los núcleos de producción y adquirido
libremente por los colectivistas. El excedente repartido a otros
niveles: Este esquema se repetiría a nivel supralocal ya que muchas
cosas serían decididas y producidas a nivel supralocal. Esos bienes y
servicios serían luego redistribuidos según las necesidades de las
colectividades. Bien, pero para producir bienes y servicios para la
colectividad habrá que repartir el trabajo entre los colectivistas. De
ello hablamos en el siguiente apartado: Método de división del trabajo.
MÉTODO DE DIVISIÓN DEL TRABAJO
Todo el trabajo necesario para producir el producto social sería,
lógicamente, llevado a cabo por los colectivistas. ¿cómo dividimos el
trabajo?. Bien recurriremos al famoso lema libertario: “a cada cual
según su necesidad y de cada cual según su capacidad”.
En principio cada persona elegiría el trabajo que desea ejercer para
el bien de la colectividad, de la lista que tenga elaborada la
colectividad de trabajos necesarios (lista decidida en asamblea y que,
por lo tanto, podría cambiar según fuera decidiendo la asamblea por las
necesidades que fuera demandando la sociedad). Esa elección haría que
cada cual trabajara de aquello que desea trabajar, siendo así,
lógicamente más felices y eficaces en el trabajo al haberlo elegido por
vocación. Hay gente para todo, seguro que hasta hay gente que
disfrutaría siendo basurero, minero u otros trabajos que a la mayoría
les desagradaría. Pese a ello seguro que quedarían trabajos necesarios
que no fueran cubiertos del todo. Esos puestos serían cubiertos mediante
horas de trabajo colectivo. Todas las personas estarían obligadas a
realizar una cantidad de horas mensuales de estos trabajos, de un modo
equitativo.
Pueden estar exentas de estos trabajos comunitarios personas por edad
(ancianos y niños), características físicas (enfermos, discapacitados),
responsabilidades públicas (secretarios encargados de la coordinación
de las decisiones de las asambleas), estudiantes (de todas las ramas del
saber científico y técnico). Lógicamente los niños y los ancianos
tampoco estarían obligados a ningún trabajo más allá de lo que
voluntariamente desearan y, en el caso de los niños ni eso pues deberían
formarse como personas.
Quisiera aclarar que las personas con responsabilidades públicas no
dejarían de trabajar en su trabajo. Trabajarían igual, además de dedicar
gran cantidad de horas a la coordinación de los trabajos necesarios
para llevar adelante los acuerdos de las asambleas. No serían
privilegiados. Pero lógicamente no se les debería pedir también que
dedicaran horas a trabajos colectivos a no ser que fueran extremadamente
urgentes.
Los personas que decidieran formarse como científicos, o
especialistas de cualquier rama del saber o de la ciencia podrían estar
exentas también de trabajos comunitarios mientras se están formando,
puesto que dicha formación redundaría en beneficio de la colectividad.
De todos modos deberían trabajar como los demás en su trabajo “normal” .
Tampoco serían privilegiados.
Al margen de los trabajos necesarios, las personas dispondrían de
gran cantidad de tiempo libre (como ya veremos más adelante), de modo
que podrían dedicar ese tiempo, si así lo desean, al arte en todas sus
expresiones o al simple ocio o a lo que les de la real gana. El arte y
la cultura en todas sus expresiones sería fomentado con los adecuados
espacios y estudios, tanto de iniciación como avanzados.
Así mismo las colectividades contemplarían la necesidad de ocio y
crearían los espacios y servicios necesarios (Bares, cines, teatros,
ayuda a los excursionistas, salas de conciertos, bibliotecas y todo
aquello que considerara la sociedad oportuno). Todo esto está muy bien,
pero ¿qué es necesario y qué es innecesario?. Bueno de ello hablamos en
el siguiente capítulo.
LO NECESARIO / LO INNECESARIO
Este es un tema importante. En la sociedad en la que vivimos, en la
que impera el beneficio por encima de la necesidad social, se produce
mucho más de lo que se necesita (tirando literalmente a la basura
millones de toneladas de bienes de consumo porque no se han vendido o
porque los que las compran se cansan de ellas). Encima, muchísimos de
esos productos son completamente innecesarios (cosméticos, adornos
tontos, productos horribles de diseño que luego nadie usa, etc...),
cuando no perjudiciales para la sociedad (armas, juguetes bélicos y
sexistas, coches extremadamente potentes, etc...).
Así mismo en esta sociedad capitalista se generan trabajos absurdos e
inútiles y parasitarios como la publicidad, el márketing, los
burócratas, los políticos. Además hay millones de personas dedicadas a
reprimir a la sociedad para mantener el privilegio de los poseedores de
riqueza, poder y estatus social (militares, policía) Del mismo modo hay
millones de personas que no trabajan porque no les da la gana y viven de
los demás (millonarios, jefes / as, curas, reyes y reinas...). Muchos
otros no pueden trabajar aunque quieran y se hunden en la miseria, están
en paro. Todo este triste panorama será completamente erradicado en la
sociedad libertaria; Todo el mundo trabajará para la sociedad, no se
producirá en exceso, ni cosas innecesarias ni perjudiciales para la
sociedad y se eliminarán los trabajos innecesarios y represivos.
Nadie será privilegiadoo. Evidentemente, lo que es necesario
producir, en bienes y servicios, será decidido por toda la sociedad
teniendo en cuenta criterios de necesidad, materiales, capacidad humana y
ecología, como ya hemos explicado antes. Si hacemos esto habrá momentos
en que trabajos concretos (fábricas de coches por ejemplo) no sean
necesarios, porque hayamos llegado a producir aquello que la sociedad
demandaba (incluido algo de excedente) para ese trabajo. Las personas
que trabajan en esas unidades de producción simplemente dejarían de
trabajar en ello durante un tiempo y se autoasignarían otro trabajo de
entre los que tenga la sociedad como necesarios.
El excedente del que hemos hablado antes, sería también decidido, en
la medida de lo posible, por las asambleas para colaborar con las otras
colectividades. Naturalmente a veces se generaría excedente
“involuntario”, sobretodo en la agricultura, que también sería puesto en
común con las otras colectividades. Con este modelo en que se eliminan
los trabajos innecesarios y todo el mundo trabaja, lógicamente se
produciría mucho menos y se trabajaría también mucho menos, pero
¿cuánto?, de ello hablamos en el siguiente capítulo.
¿CUÁNTO TRABAJAMOS?
Esto os encantará. Como ya hemos esbozado antes la cantidad de
trabajo en la sociedad libertaria es ostensiblemente menor, porque se
produce menos, solo lo necesario, y porque todo el mundo trabaja. La
cantidad de horas que se trabajaría al día dependería de la decisión
sobre los trabajos necesarios, pero haciendo un ejercicio de pura
aproximación podemos deducir el nivel de horas trabajadas.
En este estado (España) hay aproximadamente 40 millones de personas,
de los que (oficialmente) trabajan unos 18 millones. Si suponemos que
(siendo generosos) una tercera parte de esos trabajos son improductivos e
innecesarios (militares, policías, abogados, burócratas, curas,
etc...), tenemos que todo lo que se produce y los servicios los generan
12 millones de personas. Si entendemos que no hace falta (volviendo a
ser generosos) más que la mitad de esa producción, entendemos que todo
lo realmente necesario lo hacen unos 6 millones de personas trabajando
unas 8 horas al día, cinco días a la semana de media, lo que da un
trabajo efectivo de 48 millones de horas al día. Si creemos que en
nuestra sociedad podrían trabajar, al menos, tres cuartas partes de las
personas, trabajarían unas 30 millones de personas que, para generar el
trabajo efectivo antes calculado, deberían trabajar ¡¡¡1 hora y diez
minutos al día !!! .
Naturalmente esto es solo una estimación muy basta y nada científica,
pero aunque fuera tres veces más ¿quién no firmaría? Yo creo
personalmente que con tres horas diarias, cuatro días a la semana, con
dos meses de vacaciones divididos como se deseara, sería más que de
sobra para producir todos los bienes y servicios necesarios para la
sociedad. Imaginad lo que podríais hacer con el resto de vuestro
tiempo... Pues de eso, del tiempo libre, la creatividad y de lo
diferente que es trabajar para uno mismo que para un patrón , hablaremos
en el siguiente capítulo: creatividad desatada.
CREATIVIDAD DESATADA
Hasta ahora hemos hablado de cómo generar lo necesario pero, ¿es lo
mismo trabajar para uno mismo y la colectividad que para un patrón?. Y,
¿qué hacemos con el tiempo libre?.
Ambas respuestas están relacionadas con la creatividad y por eso las
hemos agrupado. A la pregunta primera: ROTUNDAMENTE NO, no es lo mismo.
Cuando uno trabaja para un patrón, trabaja con desgana, solo para
conseguir el sueldo que necesitas para vivir. Cuando uno trabaja para si
mismo y para la sociedad, uno desea hacer las cosas bien, las hace con
amor, porque sabe que lo que hace redunda en beneficio de sus amigos, de
si mismo, de la sociedad. Por ello al trabajar para la sociedad el
esfuerzo por hacer mejor todo, por mejorar los productos y servicios,
aumenta la creatividad de los trabajadores. Imaginad que sabéis cómo
hacer algo y encontráis la manera de hacerlo mejor, más rápido y de
mayor calidad. No hay nadie que te diga que no lo puedes hacer por
estúpidos criterios de beneficios. ¿Qué haríais?. Está claro,
mejoraríais esos productos y servicios porque eso os haría más felices.
Ya te digo, el paraíso de los ingenieros.
A la segunda pregunta: Lo que nos salga de las narices, como ahora.
Pero con una diferencia, es mucho más tiempo libre. El ser humano es un
ser creativo por naturaleza, pero las obligaciones cotidianas constriñen
su creatividad. La gente sale del trabajo cansada sin ganas más que de
descansar o divertirse para olvidar su vida de mierda (con perdón pero
es lo que hay). Pese a ello muchas personas sacan tiempo para
actividades creativas, artísticas (música, teatro, danza, pintura,
etc...), otras personas incluso consiguen tiempo para el deporte.
Imaginad la cantidad de personas que tienen dentro un alma creativa y / o
deportiva que podría explotar en un hermoso mundo de expresividad y
plasticidad, si no se vieran obligados a vivir al día, trabajando hasta
la extenuación para engordar a los patrones de turno. Vosotros mismos
que me leéis ahora, cuantas cosas podríais hacer, crear.
Cuanto tiempo podríais dedicar al arte, al deporte o, porqué no, al
amor. Esto puede sonar muy bucólico, pero es así de real si tuvieras más
tiempo harías esas cosas que siempre dices que harás y nunca haces,
esos cursos de guitarra o danza del vientre, esos partidillos de futbol
con los colegas, esas salidas al campo, esas comidas al aire libre, esos
cuadros que nunca has pintado, esas canciones que nunca has compuesto y
tocado, esos libros que nunca has escrito.
Naturalmente, quien quisiera también se podría dedicar al deporte más
extendido, el tumbing. La gandulería es totalmente legítima (ahorra
energía, es ecológica). Pero los estímulos positivos que rodearían a las
personas, estoy convencido que sacarían de nosotros lo mejor y, entre
tod@s crearíamos un mundo realmente bello donde las personas, viviendo
en colectividad, podrían, por fin, expresar su individualidad
plenamente; donde artes y amor camparían a sus anchas y los verdaderos
placeres de la vida se impondrían por fin a los tristes sueños de
ladrillo y plástico que la mierda de sociedad en la que vivimos nos
vende.
SOLIDARIDAD VERSUS INTERCAMBIO:
Si seguís leyendo es que ya me habéis perdonado el ataque de lirismo
desenfrenado del capítulo anterior. Regresando a la materia y, casi ya
para acabar, quisiera aclarar una cosa de la que ya hablé antes. Los
excedentes jamás serán tratados como una mercancía para negociar con las
otras colectividades. Lo que se genera como excedente es decidido a
niveles supralocales, justamente para que todos en todas las
colectividades puedan disfrutar de todas las comodidades y servicios
posibles. No se negocia, no se calcula el valor de lo que dan unos y de
lo que reciben. La solidaridad es la base de la economía libertaria. Se
da lo que se puede y se recibe lo que se precisa, con los límites ya
establecidos de posibilidades, materias, técnica y ecología. Punto
pelota. Antes de concluir pasaremos a tratar brevemente un espinoso
asunto en el último capítulo: ¿Qué pasa con los insolidarios?.
¿QUÉ PASA CON LOS INSOLIDARIOS?
La pregunta del premio. Mucha gente, cuando han hablado conmigo sobre
la economía libertaria me lo han cuestionado, por ello quiero acabar el
librito con este tema. Evidentemente la sociedad libertaria es más
probable que nazca de una revolución, que por evolución (aunque esto
sería más deseable). Los grandes propietarios serían expropiados, pero
¿y si un pequeño agricultor decide que no quiere ser colectivista, ¿qué
hacemos con el?. Aunque hay muchas posibles soluciones dependiendo de la
sensibilidad de la persona yo me inclino por permitir que existan estas
personas, siempre que , a cambio de poder participar del producto
social, ellos entreguen la parte de su producción que les sobre y si no
quieren entregar nada deberían ser excluidos del disfrute del producto
social.
Naturalmente a estas personas solo se les dejaría poseer aquella
porción de tierra y bienes que necesiten para que produzcan lo necesario
para ellos y un pequeño excedente para la sociedad. Lógicamente, las
condiciones de precariedad y exclusión social en las que vivirían harían
que muy poca gente deseara vivir así, pero creo que hay que respetar a
aquellas personas que por la razón que sea (religiosa, de odio hacia los
demas, etc...) prefieren vivir como eremitas.
No voy a colocar aquí conclusiones, siempre he pensado que las
conclusiones deberían ser cosa de los lectores y no de los escritores.
Creo que debemos escribir lo que pensamos para que otros piensen lo que
escribimos (en el sentido de meditar, no de que piensen como nosotros,
claro).
Tampoco voy a colocar bibliografía, hay poca y es de no muy fácil
acceso, por lo que es un tanto inútil que lo haga. De todos modos si
cualquiera de vosotros, queridos lectores , desea esa o cualquier otra
información que yo, modestamente, le pueda proporcionar o quiere
comunicar conmigo para preguntarme cualquier duda que le haya quedado o
hacerme cualquier sugerencia, puede hacerlo enviándome un E-Mail a la
siguiente dirección:
amordeloba@hotmail.com.
Estaré encantado de responder a vuestras preguntas o sugerencias y
procuraré incluirlas en futuras ediciones de este modesto manual. Espero
que esta lectura os haya sido de interés. Si es así me sentiré feliz.
Por cierto, si os ha gustado regaládselo a alguien, comentadlo, que la
cultura (disculpadme por elevar a ese grado esta modesta obrilla de
divulgación) no se quede en el reducto privado de vuestras cabezas.
Daniel Ferri Ruiz
Manual presentado en el foro sobre economía libertaria organizado por la CNT de Granada.