jueves, 21 de junio de 2018

El relato falseado y victimista del nacionalismo catalán


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El relato falseado y victimista del nacionalismo catalán

 

 

Carlos Barrio

Uno de los retos más importantes que tendrá que resolver España en los próximos años es la definitiva vertebración de su estructura territorial. Frente a la preocupante desintegración de la nación española caben dos posicionamientos.
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Uno es asumir el relato de cierto izquierdismo que afirma que España es una nación política fallida tras un tormentoso siglo XIX, de manera que el separatismo catalán y el vasco no dejan de ser actualizaciones posmodernas del viejo carlismo del siglo XIX.
Otra opción es intentar analizar las causas que han llevado a una de las naciones más antiguas de Europa a una crisis política sin precedentes que amenaza con balcanizar el país. En este artículo analizaré el caso catalán, que es actualmente el que plantea un desafío más  claro al sistema político español nacido de la constitución de 1978.

Un relato histórico falseado

Una de las herramientas fundamentales del nacionalismo catalán ha consistido en la construcción de un relato histórico tan falso como eficaz, de claro signo victimista. Según dicho relato Cataluña es una nación milenaria, fundadora de la moderna identidad europea y que  hasta el siglo XVIII ha tenido instituciones estatales.
Una de las herramientas del nacionalismo catalán ha sido la construcción de un relato histórico tan falso como eficaz, de claro signo victimista
Poco importa que esto haya supuesto una reinvención de la historia de la corona de Aragón, rebautizada en el siglo XIX como confederación catalano-aragonesa por el archivero de la corona de Aragón Antoni de Brofarull y Brocá. Tesis delirante que no se corresponde  con la estructura institucional de la corona de Aragón durante la baja edad media y que además supone un flagrante anacronismo histórico. La misma tesis nacionalista que insiste en presentar su nación como milenaria es ya en si misma otro anacronismo.
La nación política y el nacionalismo cultural son fenómenos más o menos recientes y su uso para casos medievales hace más referencia a aspectos geográficos que políticos. Por mucho que insista el historiador Jaume Sobrequés, Cataluña no fue ni pudo ser esa nación milenaria que con tanto deleite pregonan los voceros mediáticos de la Generalidad de Cataluña.
El nacionalismo catalán ha insistido en insistir una y otra vez, como uno de los elementos centrales, en el carácter diferenciado de la identidad catalana. Tesis que ha gozado de cierto predicamento en ambientes progresistas o más recientemente en los planteamientos federalizantes del Partido Socialista de Cataluña (PSC) y de parte del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Se trata de un tesis que hunde sus raíces en los planteamientos culturalistas de la llamada Renaixença o en las tesis del historiador Jaume Vicens Vives sobre la mayor modernidad de Cataluña en relación con la atrasada y autoritaria España.
Según esta tesis, Cataluña ha desempeñado el papel de motor del progreso peninsular y España el de lastre. Un papel que no siempre se le ha reconocido debidamente a Cataluña y que ha supuesto una pesada carga para la nación catalana en términos de oportunidades históricas perdidas. No es infrecuente escuchar a los políticos nacionalistas lamentarse de la innumerable cantidad de oportunidades que han otorgado a España para avanzar en la senda de la modernidad y de progreso.
Como España quiere seguir instalada en los tópicos tan manidos de la leyenda negra, a Cataluña no le queda más remedio que emprender su propio camino. El lugar natural de Cataluña es Europa, el de España el continente africano.

La invención de una identidad catalana contrapuesta a la española

El pujolismo (por Jordi Pujol, que fue presidente de la Generalidad de Cataluña desde 1980 a 2003), al que una buena parte de la prensa de este país rindió una vergonzante pleitesía durante demasiados años, contribuyó en gran medida a crear esa idea artificial de una identidad catalana que poco o nada tiene  que ver con España. La instrumentación de la educación con fines nacionalistas y la existencia de una pluralidad de medios de comunicación dependientes del poder nacionalista ha contribuido a crear  una sociedad civil aparentemente uniforme en su adhesión al nacionalismo.
El pluralismo real de la sociedad catalana no tiene traducción alguna en los medios de comunicación dependientes del poder. Durante demasiados años la visión de Jordi Pujol como estadista oscureció la realidad de un político cuya meta siempre fue clara: construir las condiciones políticas, sociales y económicas que crearan una desafección hacia lo español como paso previo hacia la independencia.
Los orígenes racistas y supremacistas del nacionalismo catalán fueron ocultados durante demasiado tiempo. Los medios de comunicación y los tertulianos al uso destacaron el carácter moderado, integrador y fundamentalmente económico del nacionalismo catalán, en contraposición al etnicismo excluyente de los herederos de Sabino Arana (1865-1903), considerado el fundador del nacionalismo vasco.
Se ocultaron a la opinión pública figuras vergonzantes como la de Valentí Almirall y su defensa de la raza pirenaica catalana o la frenología etnicista del doctor Bartolomé Robert. Que algunos hayan descubierto en ciertos exabruptos del presidente Quim Torra el carácter etnicista y racista del nacionalismo catalán no deja de resultar paradójico.

La izquierda y el nacionalismo catalán

Tampoco se salva la izquierda española, cuyo papel en la promoción y justificación del nacionalismo resulta poco ejemplar. Por un lado cierta izquierda anti sistema ha visto en el nacionalismo catalán y en el vasco dos aliados para erosionar los fundamentos del sistema político español. De ahí vienen las famosas lecturas de ciertos grupos anti sistema progresistas del famoso proces.
La izquierda anti sistema ha querido presentar el independentismo como contrapuesto al nacionalismo: la tesis estalinista de la construcción del socialismo en un solo país
Frente a la obvia contradicción entre el clásico internacionalismo y el nacionalismo supremacista, la izquierda anti sistema ha querido presentar el independentismo como algo contrapuesto al nacionalismo. Es la tesis de la CUP que busca retomar el célebre posicionamiento del estalinismo; la construcción del socialismo en un solo país.
Por otra parte la izquierda institucional, representada por el PSC, ha manifestado un claro complejo de inferioridad ante el nacionalismo. Ya lo demostró durante la tramitación del parcialmente inconstitucional estatuto de autonomía de 2006, cuando los socialistas quisieron competir en nacionalismo con los los nacionalistas catalanes de la antigua Convergencia.
El Partido Popular (PP) tampoco está exento de responsabilidad. Los populares han sido incapaces de contrarrestar el relato victimista de un nacionalismo catalán que ha sabido vender su relato en el extranjero a las mil maravillas. Por otra parte, la defensa de la nación española por parte del PP ha sido exclusivamente jurídica y se ha sustentado tan solo en medidas judiciales. Este normativismo no ha ido acompañado de una defensa política e histórica de la identidad común de los españoles.
El nacionalismo catalán es una religión política basada en el fanatismo que nada quiere dialogar sino los plazos de la rendición del Estado
También resulta muy preocupante la insistencia del nuevo presidente Pedro Sánchez en retomar los errores del pasado, proponiendo una inútil reforma de la constitución y un verdadero diálogo de sordos. El nacionalismo catalán es una religión política basada en el fanatismo que nada quiere dialogar sino los plazos de la rendición del Estado. Resulta sonrojante escuchar a políticos y tertulianos de radio y televisión abogar por el diálogo como mecanismo de solución política.
Ya desde los tiempos de Prat de la Riba el nacionalismo catalán ha dejado claro su objetivo: un estado para su milenaria nación. El lenguaje político del nacionalismo catalán sigue poblado de mitos románticos, sofismas y soflamas diversas. El entendimiento es una quimera y lo único que oculta es un aplazamiento de su objetivo irredentista.
Y la opción federalista que proponen algunos está abocada al fracaso. La práctica política de aquellos modelos federales que han funcionado, como por el ejemplo el estadounidense, nos muestra a las claras que el federalismo exige dos cosas que los nacionalistas aborrecen: la lealtad federal y la simetría en las relaciones institucionales. El lenguaje del nacionalismo catalán sigue instalado en los fueros, en los agravios y el privilegio como categorías políticas fundamentales.
Foto Robert Bonet


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El nuevo manifiesto de los persas o cómo liquidar la Constitución


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El nuevo manifiesto de los persas o cómo liquidar la Constitución

 

 

José Carlos Rodríguez

El sistema constitucional español muestra signos de agotamiento y de renovación. El agotamiento viene de que la crisis lo ha dejado sus vergüenzas al desnudo; su autoridad se ha desplomado y con ella la intención de voto de los dos partidos mayoritarios, Partido Popular y PSOE. Lo cual lleva a su renovación por la emergencia de otros dos partidos que amenazan con ocupar su lugar, Ciudadanos y Podemos. Me pregunto si tendrá algún significado el hecho de que los dos nuevos estén a la izquierda de sus rivales, o es sólo que hay un corrimiento a la izquierda de las generaciones más jóvenes.
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El caso es que el sistema está en entredicho; muchas son las muestras de la combinación entre hastío y desconfianza que genera nuestra Constitución, que el 26 de diciembre cumplirá sólo 40 años. Entre ellas está el hecho de que Podemos, cuya vocación es volcar el sistema y erigir otro muy distinto sobre sus cascotes, tenga más de diez mil votos. O que, como un rumor, haya varias pequeñas iniciativas que llaman a la reforma desde hace años.
Varias decenas de profesores, muchos de ciencia política, alguno de historia, filosofía, derecho constitucional o ética, han parido un texto lamentable
Acaba de producirse una nueva iniciativa, especialmente pequeña, pero no sin importancia. Varias decenas de profesores, muchos de ciencia política, alguno de historia, filosofía, derecho constitucional o ética, han parido un texto lamentable. Ilustra esa tendencia según la cual cuanto mayor es el número de firmantes, menor es la inteligencia del mensaje. Valgan como ejemplo aquéllas manifestaciones con carteles de “la mili no mola”. O las que se producían en el convulso verano de hace 101 años en San Petersburgo con el lema “Gobierno provisional para siempre”.
No es una ley inexorable, pero que en este caso parece atenazar a Fernando Vallespín, José Luis Villacañas, Victoria Camps, Julián Casanova, Ignacio Sánchez Cuenca y demás firmantes. O quizá tengamos que reconocer que no son víctimas de la segunda ley de la termodinámica aplicada a la inteligencia, sino que los autores han dado lo mejor de sí.
El manifiesto de los persas, como debemos referirnos al texto en cuestión, llama a “Renovar el pacto constitucional”. Asume las mentiras más logradas de los secesionismos en España (el catalán, el vasco y demás). Por ejemplo, que Cataluña, País Vasco y demás son verdaderas naciones. Que España es, en realidad, lo que reste de esas naciones; es un concepto negativo, vacío en el fondo, y que sólo se sostiene sobre un “Estado”, una institución que igual que se ha creado, se puede destruir. Que todas las reivindicaciones de los nacionalistas, y sólo ellas, son legítimas. Cualquier oposición a las mismas es unilateral.
Lo que tenemos, dicen, no es una democracia, sino una “democracia española”, es decir, incivilizada, intolerante, y transida por todos los males que la leyenda negra achaca al país
También asume que la ley no puede ser oposición a un acuerdo político, lo cual lleva a plantearse qué tipo de Constitución proponen, si creen que el acuerdo de un parlamento regional ha de ser eficaz incluso a las provisiones de la ley fundamental. Los persas, de hecho, afirman que la crisis actual proviene de la decisión del Tribunal Constitucional de declarar fuera del orden jurídico algunas disposiciones del Estatuto de Autonomía aprobado en el Parlamento de Cataluña. Asimismo dicen que el actual sistema político no respeta la diversidad cultural ni la libertad de los ciudadanos. Lo que tenemos no es una democracia, sino una “democracia española”, es decir, incivilizada, intolerante, y transida por todos los males que la leyenda negra achaca al país.
A esta combinación de mentiras se suma la cobardía de no decir con claridad qué es lo que proponen. Pero sus ideas son claras. La libertad de la que hablan no es personal, sino la capacidad de los pueblos de cambiar las instituciones. Por eso la identifican con la diversidad, porque la libertad que reconocen es la de cada una de esas regiones de imponer sobre el resto los cambios que quieran. Lo que defienden es, al final, el reparto del poder entre unas élites extractivas regionales, con una región, la de Madrid, cuya función es pagar y callar… y liderar los restos de la extinta España, convertida ahora en un régimen medieval con conexión a internet.
Su función era la de servir de punto de partida para hacer una voladura controlada del sistema constitucional español
Siento haber traído al lector a esta ciénaga, pero tiene su importancia. Porque su función era la de servir de punto de partida para hacer una voladura controlada del sistema constitucional español. La oportunidad es única: Pedro Sánchez al frente de un gobierno que tiene el apoyo de 85 diputados, y cuya continuidad depende del apoyo de Podemos, PNV, ERC y PDeCat. Las televisiones pondrían las cámaras para captar el espectáculo de la gran deflagración, y contarían con el apoyo del diario El País, que acaba de alinearse con la nueva situación, y que saludaba muy ufano la publicación del tal manifiesto.
Todavía puede ocurrir, pero por lo menos se ha visto respondido por una réplica cuya suavidad en las formas multiplica la contundencia en los argumentos. Los titulares de los derechos no son los territorios, sino los ciudadanos. Los persas identifican a las élites de cada región con los actores políticos, y por eso no consideran los derechos de aquéllos ciudadanos que no se suman al proyecto excluyente de los nacionalistas. Una exclusión que los persas asumen con desahogo, ya que no tienen en ninguna consideración la libertad de los no nacionalistas.
Este es otro intento por cambiar el sistema político español sin contar con quienes deben ser los únicos protagonistas: los ciudadanos españoles.
Foto Thisismyurl

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La verdad sobre la crisis del sistema


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La verdad sobre la crisis del sistema

 

 

J.L. González Quirós

Cuando se padece una enfermedad grave, es corriente ver a los médicos disputar según sus especialidades, está en la esencia de las cosas, y eso mismo sucede con lo que consideramos males políticos. Aunque tenga a las metáforas biológico-patológicas aplicadas a la política como ejemplos casi perfectos de simular que se entiende lo que no se sabe explicar de manera adecuada, es decir que me parece que son unos supuestos atajos analíticos bastante lamentables (mi desprecio preferido lo reservo a la “regeneración”), me he permitido empezar este texto con una de ellas, aunque solo sea porque la palabra “crisis” no deja de ser una importación de la clínica en la sociología, la economía y la política.
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Muchas de mis amistades más apreciadas y admiradas no cesan de hablar de la “crisis” del sistema, normalmente, además, para considerarla como crisis terminal. Ayer mismo, un historiador por el que siento gran aprecio, extremaba el análisis y hablaba ya no de crisis, sino de “colapso”, un término enormemente alarmante que solo pudo soportarse sin excesivo sobresalto porque estábamos alrededor de una mesa, ocupados con excelentes viandas y, por fin, gozando las delicias de una noche primaveral y madrileña.
Yo no puedo ver por parte alguna ese supuesto colapso, ni siquiera veo la crisis, y es curioso porque, aparte del diagnóstico, coincido casi siempre con los síntomas que se subrayan para sostener semejante dictamen. Debe ser cosa de los intelectuales, cuando son más capaces de matar por la interpretación de un filioque, que de someter sus análisis al contraste con el paso y el peso efectivo de las cosas. A este respecto, recuerdo, admito que es un caso extremo, lo que me dijo uno de los más empiringotados pensadores del país al día siguiente de las rotundas y universales manifestaciones posteriores al asesinato de Miguel Ángel Blanco, que el gobierno de la época podría caer en menos de una semana. No fue así, como espero recuerden.
El sistema resiste, incluso, pese a la penosa actuación de un gobierno huidizo, cobarde y sin ninguna política medianamente competente
Para no alargarme, me fijaré en dos de las circunstancias políticas que llevan a muchos a considerarse entre la crisis y el colapso, una situación que reconozco incómoda: los acontecimientos catalanes y la censura a Rajoy, es decir, la amenaza de ruptura de la unidad nacional, y el hecho de que llegue a presidente del gobierno un candidato que, hace tan solo unas semanas, parecía un cadáver no demasiado exquisito.
En el caso del separatismo supremacista catalán, me parece que lejos de mostrar ninguna crisis, lo que se ha puesto de manifiesto es que el sistema resiste, incluso, pese a la penosa actuación de un gobierno huidizo, cobarde y sin ninguna política medianamente competente. El Rey estuvo admirablemente en su sitio, sin apenas ayuda, los jueces también, y los aventureros independentistas se han debido percatar de que entre su estado actual y el que estiman ideal existe alguna especie de muro escasamente dispuesto a la retirada.
Por desgracia, ese supremacismo tan propenso a convertir sus delirios en noticias se ve inopinadamente apoyado por quienes confunden el rábano con las hojas y juegan a un absurdo alarmismo, como si una España centenaria pudiese ser derribada con pamplinas. Lo que ocurre con el secesionismo catalán me recuerda la cómica historia que se ha contado a propósito de la muerte del zar rojo: “Stalin ha muerto, pero a ver quién se atreve a decírselo”. Es verdad que Puigdemont y sus secuaces se hacen muy bien el sordo, pero ni siquiera fueron tan gilipollas como para izar su bandera en el glorioso minuto mediante entre la proclamación y la suspensión de su República. No sé si el independentismo ha colapsado, pero deberían tomarse en serio lo de su crisis.
Vayamos a lo de Rajoy y Sánchez. Los partidarios del colapso y la supercrisis no dejan de repetir que don Pedro ha sido investido con los votos de los enemigos de España, pero olvidan que esos votos son de españoles que lo admiten, aunque sea con disgusto, cuando votan. Tampoco se puede decir que en ese episodio se ha burlado la voluntad de los españoles, que lo ocurrido pone de manifiesto la falsedad del sistema. Hombre,… una falsedad no es, a no ser que consideremos que la mecánica cuántica es una gran mentira puesto que la ignora el 99,9 por ciento de la población; nuestra monarquía parlamentaria no elige directamente un presidente sino a través de un Congreso representativo y soberano, y aunque el presidencialismo de imagen pretenda ocultarlo, ocurre que esta censura simplemente ha puesto de manifiesto que la investidura previa solo pudo lograrse a base de someter el procedimiento a presiones inusuales, y eso ha acabado en que, con un empujoncito de los jueces, el señor Rajoy haya tenido que despedirse de un oficio que desempeñaba con afición pero con desgana.
Me considero incapaz de entender las ventajas cognitivas y morales de la exageración, el extremismo y el pesimismo metódico
Ese desdén por la política, que no por el poder, llevó a Rajoy a cometer el inaudito desliz de proponer que la sesión de censura se celebrase en menos de una semana y, luego, cuando se supo sentenciado, a no dimitir con la inaudita excusa de que un acuerdo positivo sobre Sánchez sería tan fácil e inmediato como la unanimidad negativa en la destitución de Rajoy. Sea como fuere, el sistema ha funcionado bien, incluso en una circunstancia ciertamente no prevista.
¿Significa todo esto que me gusta el separatismo catalán o que me derrito de gusto ante cualquier socialismo? Les aseguro que no, pero me considero incapaz de entender las ventajas cognitivas y morales de la exageración, el extremismo y el pesimismo metódico. No creo que vivamos en el mejor de los mundos posibles, pero supongo que para anunciar la inminencia de un apocalipsis hacen falta algunas trompeterías que, de momento, no se dan en el caso, por muy convencido que esté de que los votantes de centroderecha carecen de  motivos para sentirse contentos, pero eso no es atribuible al sistema sino a las políticas cobardes, miopes y sin ambición de quienes se han dedicado a hacer lo único que decían creer posible.

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La creciente aversión masculina al matrimonio


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La creciente aversión masculina al matrimonio

 

 

Juan M. Blanco


Que el número de matrimonios y el porcentaje de personas casadas disminuye en Occidente es algo que recogen casi todas las estadísticas (nos referimos al matrimonio convencional o heterosexual). Lo que resulta más controvertido es determinar las causas.
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Sin embargo, la evolución del número de matrimonios no permite averiguar si son las mujeres, los hombres, o ambos, quienes se han vuelto más reacios a pasar por el juzgado, o la iglesia, pues casarse requiere la aceptación de dos. Averiguar la respuesta requiere indagar en el ámbito de las intenciones, de las actitudes.
La fe en el matrimonio se ha deteriorado entre los varones; pero no entre las féminas
Según una encuesta del Pew Research Center de 2012, la fe en el matrimonio se ha ido deteriorando entre los varones; pero no entre las féminas.  El porcentaje de mujeres entre 18 y 34 años que consideraba un matrimonio satisfactorio como uno de los objetivos más importantes de su vida, creció del 28% en 1997 al 37% en 2012. Por el contrario, el porcentaje de hombres con una opinión tan elevada sobre el matrimonio descendió en el mismo periodo del 35% al 29%. Una evolución tan contrapuesta requiere alguna explicación.

Los hombres… en huelga

En Men on Strike: Why Men Are Boycotting Marriage, Fatherhood, and the American Dream (2014) Helen Smith, señala que los incentivos para casarse han cambiado radicalmente para los hombres porque, para ellos, el matrimonio implica ahora un riesgo mucho mayor y unas ventajas muy inferiores. La Corrección Política y en especial su núcleo duro,el feminismo posmoderno, ha impuesto en la sociedad una visión del mundo en la que los hombres constituyen un grupo malo, que debe ser castigado.
Así, se proyecta una visión negativa de los varones como maridos y padres, se promulgan leyes que discriminan flagrantemente a los hombres, vulnerando incluso principios fundamentales que estaban firmemente asentados en Occidente, y se induce a los tribunales a una notable parcialidad a la hora de solventar los conflictos de pareja.
Muchos hombres han decidido que los posibles beneficios del matrimonio no compensan los costes y, sobre todo, los enormes riesgos
En tales circunstancias, gran parte de los hombres ha guardado silencio, aceptado con autocensura, convencimiento o sentido de culpa, esta discriminación. Pero muchos se habrían declarado en huelga, practicarían un boicot a una institución, como el matrimonio, que ya no es neutral sino claramente sesgada a favor de las mujeres. Para Smith, que siendo mujer y casada observa los hechos con cierta perspectiva, la actitud de los hombres responde a una decisión racional: muchos han decidido que los posibles beneficios no compensan los costes y, sobre todo, los enormes riesgos.
La imagen del hombre, como padre y marido, que proyecta la nueva ideología dominante no es precisamente muy edificante
La imagen del hombre, como padre y marido, que proyecta la nueva ideología dominante no es precisamente muy edificante. Hace décadas, la figura del padre de familia era respetada; hoy es más objeto de mofa y escarnio que de respeto. En la actualidad, los medios, las series de televisión o ciertas películas tienden a representarlo como torpe, payaso, un desastre que sirve para muy poco, siempre superado en conocimiento y habilidad por su mujer y sus hijos. Según Smith, se representa al marido como alguien relegado dentro de su propia casa aunque sea el principal proveedor de ingresos. Un papel que no atrae precisamente a los candidatos.

Leyes y tribunales poco imparciales

Pero los problemas no se limitan a la mera imagen. Si el matrimonio fracasa, si sobreviene el divorcio, las leyes y los tribunales no suelen ser precisamente benévolos con los hombres. Es demasiado típico el esposo que debe abandonar el domicilio conyugal, aunque la casa sea de su exclusiva propiedad, perdiendo los hijos y el  dinero. En la mayoría de los países, los tribunales han tendido a otorgar la custodia de los hijos de manera sistemática a la madre, fijando costosas obligaciones económicas para el padre que, en ocasiones, despojado de su patrimonio, queda en una situación financiera muy precaria.
Hay quienes conectan las elevadas tasas de suicidio masculinas a los reveses relacionados con el divorcio. Pero es difícil corroborar este extremo porque hoy día el suicidio es objeto de gran secretismo y censura.
Otro elemento bastante singular es que, en caso de impago de una pensión establecida tras el divorcio, el hombre puede ser encarcelado, tal como ha ocurrido a muchos. Sostiene Smith que, en los Estados Unidos, los tribunales encarcelan a los varones que no pagan acusándolos de desacato o desobediencia al Tribunal. Y este asunto tiene mucha enjundia pues refleja una regresión a tiempos muy remotos.
La posibilidad de encarcelamiento por deudas privadas fue abolida a principios del siglo XIX. Si alguien incumple una obligación de pago puede ser embargado pero nunca enviado a prisión, salvo que concurra fraude o estafa, ya que se trata de un litigio civil. Lo insólito de la situación es que, en el fondo, se ha recuperado la prisión por deudas privadas, una figura que surgió en la antigua Roma pero desapareció con los cambios políticos de las revoluciones modernas.
Y, en algunos países, la obligación financiera del cónyuge que no ostenta la custodia, casi siempre el padre, no se extingue cuando los hijos alcanzan la mayoría de edad: se prolonga hasta que sean económicamente independientes. Es como si la mayoría de edad implicase derechos… pero no deberes.
Giuseppe Andreoli, divorciado, fue obligado por un tribunal italiano a proveer una pensión mensual de 775 euros a su hijo Marco, de treinta años, graduado en derecho y propietario de una casa en el barrio más elegante de Nápoles
En ocasiones, la prensa anglosajona se escandaliza con casos como los de Giuseppe Andreoli un padre divorciado que, en 2002, fue obligado por un tribunal italiano a proveer una pensión mensual de 775 euros a su hijo Marco, de treinta años, graduado en derecho y propietario de una casa en el barrio más elegante de Nápoles y de una considerable participación en un fondo de inversiones. Quizá estos medios desconocen que, en países como España, estos casos no son tan insólitos.

Adiós a la igualdad ante la ley

Más grave todavía ha sido la exagerada persecución de la denominada “violencia machista“, que desembocó en una auténtica caza de brujas. Para la Corrección Política el hombre es un ser perverso y violento y, en consecuencia, se promulgó en España la denominada Ley Integral de Violencia de Género, una disposición legal que vulnera la igualdad ante la ley y la presunción de inocencia. La igualdad ante la ley porque contempla ciertas conductas que son delito si las comete un hombre pero no si las lleva a cabo una mujer.
Quebranta también la presunción de inocencia porque basta con que la mujer declare haber sido agredida, insultada o vejada para que, sin mediar pruebas, el hombre sea detenido y juzgado, facilitando así denuncias falsas por venganza o intereses económicos. De hecho, la denuncia por violencia fortalece todavía más la posición de la esposa en un divorcio.
No es necesario ser denunciado falsamente; a veces basta con la simple amenaza para vivir constantemente bajo la ‘espada de Damocles’
Estas disposiciones legales hacen que la posición de los hombres en el matrimonio se vuelva especialmente vulnerable. No es necesario ser denunciado falsamente; a veces basta con la simple amenaza para vivir constantemente bajo la espada de Damocles, en una posición de sumisión y servidumbre. Por supuesto, la mayor parte de las mujeres son sensatas y honradas, con sentido de la justicia y la equidad. Pero el riesgo de dar con una que sea insensata o desaprensiva, que pueda arruinar sus vidas es tan grave, que muchos hombres preferirán no tentar a la suerte: mejor solos que en una posición de profunda indefensión.

¿Salida o voz?

En Exit, Voice, and Loyality (1970), el economista Albert Hirschman planteó una ingeniosa tesis: que los miembros de una organización, cuando perciben que esta se deteriora en calidad o se reducen notablemente las ventajas que ofrece, tienen dos posibles respuestas: la salida, es decir, abandonar la entidad, o la voz, intentar resolver el problema mediante la queja, la protesta o la propuesta de cambio. Así, en lo que se refiere al matrimonio, muchos hombres habrían elegido la salida: evitar casarse.
Pero también existe la opción de la voz, oponerse a la Corrección Política, tanto hombres como mujeres, pregonando que la igualdad solo tiene un camino: el trato justo e igualitario para todos, con independencia del sexo o de cualquier otra condición. Convencer a la opinión pública de lo obvio: que no existen grupos buenos y malos, que la bondad y la maldad, lo mismo que la inteligencia y la estupidez, se encuentran repartidos muy equitativamente entre hombres y mujeres.
Foto Ishan @seefromthesky



Qué habrá que enfrentar



Ya es evidente que la abstención será esta vez algo menor y que López Obrador obtendrá la primera mayoría relativa frente a sus adversarios que probablemente no lleguen ni a la mitad del electorado incluso sumando sus resultados.
Las urnas mostrarán abiertamente a todo el mundo la crisis gravísima del establishment y la debilidad de las clases dominantes en México, que hoy están divididas respecto a qué hacer al día siguiente de las elecciones presidenciales.
En efecto, mientras la prensa de los patrones y la mayoría aplastante de los grandes capitalistas, que están entrelazados con las empresas transnacionales, pretende impedir que se vote por AMLO, una minoría de ellos y las organizaciones de empresarios ligados al mercado interno así como los referentes de los capitalistas medios aceptan la posibilidad de su triunfo, esperando cooptarlo. El “voto” de Donald Trump y del capitalismo internacional es también muy claro y se opone terminantemente a la posibilidad de que México deje de aplicar al pie de la letra las políticas económicas y sociales impuestas en Davos.
Estados Unidos considera que nuestro país es una mera extensión de su economía y un problema interior y Trump mira hacia las elecciones parlamentarias estadounidenses y sus posibilidades de reelección. Por eso endurecerá aún más su política hacia Canadá y México y mantendrá su proteccionismo, que le gana apoyo interno, frente a las importaciones de cualquier producto, industrial o agrícola, que pueda competir con la producción estadounidense.
Esa actitud, por otra parte, y la guerra de tarifas amenaza asfixiar la ligera recuperación de la economía europea y el crecimiento de la economía china provocando como efecto secundario una baja de los precios de los productos minerales, de los carburantes y de todos los insumos para la industria y para los salarios (alimentos humanos y forrajes), lo cual tendrá efectos recesivos en México y en todo el mundo.
El Citi bank y un sector de la burguesía han indicado ya que aceptarán un gobierno “para frenar al tigre”, sin cambios sociales importantes y con una política neoliberal y de sumisión a Washington, pero eso no es lo que quieren los votantes de AMLO que, como mínimo, exigen una política desarrollista como la de los presidentes Luis Echeverría y José López Portillo. Ahora bien, una política igual a la de Peña Nieto implica mantener la ocupación del país por las fuerzas armadas y aumentar la represión de las inevitables protestas y de los movimientos sociales que serían estimulados por la decepción y la ira de los votantes de AMLO si éstos se sintiesen estafados.
El CITI también se preocupa porque AMLO podría no obtener la mayoría parlamentaria, lo cual quiere decir que apuesta a la multitud de tránsfugas de otros partidos y de otros gobiernos de derecha que treparon al carro de AMLO porque saben que la principal relación del tabasqueño es con el “tigre” que lo puede amenazar o que él podría tratar de controlar mientras que esa gentuza oportunista tiene, en cambio, una relación “con el mercado” pues se vende sin problemas al mejor postor y demostró ser flexible, ultraconservadora y controlable.
Las opciones de la burguesía, por consiguiente, son dos: o un fraude descarado e inmediato oculta, como en 1988 y en 2006, el resultado real de la elección o, por el contrario, el establishment se inclina por domesticar al domesticador del “tigre” para poderlo ir adormeciendo y cortarle las garras. En el primer caso, la represión armada y masiva sería la principal respuesta de la clase dominante ante una respuesta popular indudablemente masiva y airada pero desorganizada. En el segundo, el establishment ganaría tiempo y posiciones desgastando al gobierno de Morena ante sus seguidores mientras practicaría una represión preventiva y desorganizadora para impedir o desunir las protestas sociales.
Hay un fraude en marcha con la compra de votos. Para los trabajadores y la población pobre que se niegue a vender su voto y vote en cambio por AMLO buscando construir un México más justo, más honesto, más equitativo y reformas de fondo que lo hagan posible, no hay otra opción que su organización y su independencia.
Eso necesitarán tanto si hay un golpe y se instaura una dictadura con AMLO en la cárcel o en su finca La Chingada como si el tabasqueño es elegido para mantener la política del PRIAN y abandona las pocas promesas progresistas que formuló durante su campaña.
En un artículo titulado “A Dios rogando y con el mazo dando” recordé la semana pasada este proverbio para insistir en que es urgente y necesario cambiar la relación de fuerzas entre explotados y explotadores. Pero eso no se hace en las urnas sino en las conciencias y en las movilizaciones y se concreta como frente anticapitalista unido que se apoye en una red de comités, de asambleas barriales permanentes de control y de organizaciones comunitarias surgidas de asambleas populares.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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Separación de niños migrantes: Una política continua desde Obama


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Separación de niños migrantes: Una política continua desde Obama 

 

 


Las separaciones de casi 2 mil niños en la frontera con México durante un lapso de seis semanas se han convertido en noticia mundial. La Administración Trump es acusada de serias violaciones de los derechos humanos en la frontera sur de los Estados Unidos como si fuera un hecho inédito.
De acuerdo con información ofrecida por el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, 1 mil 995 menores de edad han sido enviados a centros de detención entre el 19 de abril y el 31 de mayo, mientras que sus padres fueron enviados a prisiones federales y juicios en cinco estados. Según la agencia Reuters, se realizaron 1 mil 800 separaciones entre octubre de 2016 y febrero de 2018, por lo que este último movimiento de “tolerancia cero”, política anunciada el mes pasado por el fiscal general Jeff Sessions, no pareciera tener precedentes.
La llamada Unión de Libertades Civiles de Estados Unidos ha argumentado que dividir familias en la frontera viola sus derechos al debido proceso y ha demandado a la Administración Trump por ello. Al respecto, la Casa Blanca ha pedido desestimar tal petición a la jueza federal de distrito Dana Sabraw de San Diego (California); dicha moción fue desestimada.
Se sabe de críticas desde varios ámbitos del espectro político como Hillary Clinton y las ex primeras damas Michelle Obama y Laura Bush, que condenaron la práctica por “cruel” e “inmoral”, hasta partidarios de Trump como el ex director de comunicaciones de la Casa Blanca Anthony Scaramucci y el evangélico Franklin Graham, quienes han expresado inquietud y rechazo al respecto.
El gobierno estadounidense argumenta que las separaciones son necesarias para procesar adecuadamente a los adultos que cruzan ilegalmente a los Estados Unidos, mientras que los activistas dicen que los niños están siendo utilizados como peones en una política informal destinada a disuadir a los migrantes. Abiertamente ha acusado al Congreso porque los legisladores “han eludido su responsabilidad de cerrar las lagunas en la ley de inmigración actual”, argumentó Kirstjen Nielsen, secretaria de Seguridad Nacional.
Hasta ahora varios tribunales han bloqueado la iniciativa gubernamental de deportar a unos 800 mil jóvenes conocidos como “dreamers”, que fueron llevados ilegalmente a Estados Unidos cuando eran niños y desde entonces han establecido sus vidas allá.

¿Es nueva la separación de niños?

Cabe destacar que los demócratas describen esta práctica como una grave violación de los derechos humanos, ex funcionarios de la Administración Obama compartieron fotos que mostraban a niños inmigrantes durmiendo en condiciones precarias en un centro de detención administrado por el gobierno en Arizona.
Creyeron erróneamente que mostraban el tratamiento de la Administración Trump a los niños inmigrantes que fueron separados por la fuerza de sus padres, pero las fotos fueron tomadas en 2014, cuando el gobierno de Obama enfrentó “una afluencia de menores no acompañados que se presentaron en la frontera, huyendo de la violencia de Centroamérica”, explicó, vía Twitter, Jon Favreau, quien trabajó como redactor de discursos para el ex presidente Barack Obama.
Obama entregó su puesto en la Casa Blanca con un aproximado de 2.8 millones de deportaciones, de las cuales el 40% fueron personas regresadas a su país de origen sin tener antecedentes penales ni judiciales con la ley o algún ente de control estadounidense.
En 2016, la Administracion Obama realizó, a través del Servicio de Migración y Aduanas (ICE), una campaña a nivel nacional de redadas para ejecutar órdenes de deportación a un estimado de 100 mil familias con madres y niños.
Dichos inmigrantes huyeron de la violencia en El Salvador, Guatemala y Honduras, y su deportación fue ordenada por jueces de migración, en muchos casos no tuvieron representación legal adecuada y fueron confundidos por los procedimientos de asilo en la corte.
Lo cierto es que las separaciones de niños de las familias inmigrantes no son nuevas, siguen siendo vigentes, defendidas por Trump y su gabinete, pero también fueron aplicadas por Obama. Las imágenes de los niños en los centros de detención circulan en las redes sociales y han despertado cierta “indignación pública” que, según analistas, recuerda el mal manejo de la respuesta del huracán Katrina por parte de George W. Bush.

El pulso entre élites, mirando hacia el impeachment

Los demócratas, adversarios a Trump, tratan de forzar un cambio de política y obtener rédito electoral entre los “hispanos” cinco meses antes de las elecciones legislativas de medio término (6 de noviembre). Para ello inspeccionan instalaciones donde los niños han sido detenidos en Texas y Nueva York.
Por su parte, Trump tuiteó que deberían trabajar con los republicanos en una legislación migratoria antes de las elecciones “¡porque ustedes van a perder!”. En otra alocución les culpó de haber creado “escapatorias flagrantes” que dejaban entrar a los jóvenes miembros de la pandilla internacional MS-13 (o Mara Salvatrucha), esto luego de contar crímenes supuestamente cometidos por inmigrantes ilegales y decir que estaba defendiendo a “cada niño estadounidense”.
Los republicanos coinciden en medidas como la construcción de un muro fronterizo, fuertes restricciones a la inmigración legal y otros mecanismos de seguridad, aunque llevan mucho tiempo divididos sobre cómo tratar con los inmigrantes en el país o que buscan entrar.
Los demócratas, aprovechando esa fisura en la formación conservadora, denuncian activamente la política de “tolerancia cero” e impulsan un proyecto de ley de la senadora Dianne Feinstein de California para bloquear de inmediato las separaciones familiares. Ningún republicano ha apoyado públicamente esa opción.
Desde antes de que Trump fuera elegido presidente, ya Estados Unidos era el único país del mundo que no había firmado la Convención de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sobre los Derechos de los Niños, que, entre otros artículos, contempla que ningún niño debería ser separado de sus padres contra su voluntad. Esta posición la han acompañado por igual republicanos y demócratas desde 1989.
Sectores académicos han acusado a Trump de “abuso infantil” y han sumado este hecho al expediente para un eventual juicio político (impeachment) que se llevaría a cabo si el Partido Demócrata obtuviera los curules necesarios. La iniciativa cuenta con toda la batería mediática que poseen los demócratas, incluída Hollywood, además, 40 miembros de la Cámara de Representantes no buscarán la reelección en noviembre, en comparación con solo 20 demócratas.
Sin tener que arrasar, una mayoría simple de un miembro demócrata en la Cámara le costaría al Partido Republicano todas las presidencias de comités, los portavoces y el control de la agenda legislativa. Con ello, la acusación a Trump es más probable. Al Green, senador de Texas, no ha dejado de afirmar este escenario y ha planteado la política de inmigración como una de las razones para su destitución.

De salida

Este 18 de junio, el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, hizo un llamado a Estados Unidos para que acabe con la práctica de separación forzada describiéndola como “abuso intolerable a los niños” que les puede causar “daños irreparables para toda la vida”.
En respuesta, la Casa Blanca se retiró del Consejo de Derechos Humanos. Su representante ante la ONU, Nikki Haley, ha dicho que el compromiso de Estados Unidos con los derechos humanos “no nos permite seguir formando parte de una organización hipócrita que se preocupa solo por sus propios intereses y se burla de los DDHH”. En la misma conferencia de prensa el secretario de Estado, Mike Pompeo, afirmó que ese Consejo socava los intereses nacionales estadounidenses.
Los derechos humanos son piezas descartables o reciclables según los deseos de quienes dominan el juego de poder y las tensiones externas en las que se va reacomodando Washington en su pérdida de liderazgo global.
misionverdad.com/TRAMA-GLOBAL/separacion-de-ninos-inmigrantes-es-una-politica-de-la-casa-blanca-desde-obama

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Triunfa AMLO y lo que sigue



1. Desde que tomó posesión del gobierno en 1958 López Mateos (sexto presidente electo del PRI) y me hice consciente de la política, jamás me interesé acerca de lo que pasaría por un cambio de gobierno. Sabía desde entonces que en cada sexenio sólo cambiaban de nombre los funcionarios y todo permanecía igual; me hice consciente de que en México no solo había una dictadura de partido, que era una dictadura de clase social: la gran burguesía. Hoy sí estoy realmente preocupado porque ya estamos hasta la madre, pero con López Obrador llegaría a la Presidencia la centro/izquierda y se esperan cambios muy importantes en beneficio de la población. Los sectores de izquierda tenemos la obligación de participar buscando presionar con movimientos de masas por lo menos, para parar las acometidas de la burguesía y el imperio. 
2. El intelectual Enrique Krauze, a partir del casi seguro triunfo electoral de López Obrador el 1 de julio, se convertirá en el ideólogo formal –porque desde hace al menos dos décadas lo ha sido en los hechos- de la derecha, del conservadurismo mexicano. Él se ha autocalificado como liberal clásico, es decir, como los liberales del siglo XIX; sin embargo los liberales de nuestros tiempos –aunque vinieran de Juárez y Melchor Ocampo- se transformaron con el capitalismo, en los más grandes burgueses explotadores y opresores. Mientras exista la desigualdad social, las clases sociales y la lucha de clases, sólo existirán las dos rutas de siempre: a) Los que se organizan con los trabajadores del campo y la ciudad buscando la liberación y la igualdad, b) los que caminan junto a la burguesía explotadora y opresora reafirmando el conservadurismo.
3. Así como la derecha política y empresarial mantendrá sus argumentos ideológicos y políticos para obligar al entonces presidente López Obrador a seguir una política privatizadora que les beneficie, así también surgirán otras organizaciones para exigirle al presidente otros caminos que buscarán beneficios parciales. La realidad es que del primero de julio hasta el primero de diciembre, cuando formalmente tome posesión AMLO, habrán sido los cinco meses para que se presenten todos los programas, planes y proyectos que comenzarán a ponerse en práctica los primeros tres meses. Espero que el triunfo de López Obrador sea abrumador con el fin de que todas las medidas más urgentes sean aprobadas en las cámaras; que por lo menos en los tres primeros años no existan “contrapesos” como en las falsas democracias.
4. También existirá una o varias oposiciones de izquierda cuyo objetivo será presionar para que los cambios o reformas de AMLO se hagan más rápido evitando concesiones a la derecha. Todas las demandas de la izquierda son favorables al pueblo porque buscan la igualdad; sin embargo lo que suele retrasar es que la izquierda discute mucho: horas, días, semanas, para llegar a acuerdos por aquello de la desconfianza, las traiciones, la honestidad y la experiencia. Otra vez se me presenta aquella dualidad: el oportunismo de quienes buscan dinero y poder, y el sectarismo de quienes se oponen a todo sin pensar y diferenciar. ¿Qué se resolverá de la construcción del Nuevo Aeropuerto, de la privatización del petróleo, del “salario máximo de 100 mil”, de un congreso nacional de maestros, del cupo al 100 por % en las universidades, etcétera?
5. ¿Serán capaces la burguesía mexicana y el imperio de impedir los cambios más urgentes que el pueblo de México necesita? Esa puta asesina combinación de derechas, burguesías empresariales e imperialismo de EEUU, no fallan. A cada gobierno en el mundo el imperio yanqui “le lee la carta” diciéndole: “puedes hacer reformas, pero que de ninguna manera toquen mis intereses y los de mis protegidos”. ¿Puede olvidarse acaso aquella “Carta de Intención” del FMI que firmó en 1982 el presidente De la Madrid obligando a México a privatizar todo y a retirar apoyos sociales? ¿Qué le pasó a la URSS, a Cuba, a China, a Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador, a países árabes, si no intervenciones de diversos tipos encabezadas por EEUU y sus burguesías empresariales? Siempre han sido cínicos al acusar de dictadores a los gobiernos antimperialistas, autocalificándose de demócratas.
6. Si la izquierda y centro/izquierda no son capaces de organizar un fuerte movimiento de masas en las calles y centros de trabajo para batallar por las demandas necesarias y defender lo que el pueblo tiene, López Obrador y su partido Morena serán fácilmente engullidos, tragados sin poner mucha resistencia, por los grandes empresarios y el imperio. López Obrador, en estas últimas semanas de campaña ha aflojado, ha dado pasos atrás frente a la cometida empresarial. Lo apruebo porque son los últimos pasos para ganar la Presidencia; pero si después sigue haciendo concesiones a la clase dominante para ganarse “su buena voluntad”, entonces se acabaron los “chances”. En vez de ponerse a llorar hay que continuar en las mil batallas aunque otros muchos ya cansados prefieran y decidan bajarse del tren.
Blog del autor: http://pedroecheverriav.wordpress.com
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Brasil. Situación Política Nacional


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Brasil. Situación Política Nacional


Guión de análisis en reunión de Dirección Nacional de MST, Escuela Nacional Florestan Fernandes-ENFF. 1. Aun partiendo de las posiciones del Partido de los Trabajadores, en particular de la tendencia petista Articulación de Izquierda, esta exposición contiene innumerables afirmaciones que son estrictamente personales. 2. El punto de partida del análisis de coyuntura precisa ser internacional. […]
Guión de análisis en reunión de Dirección Nacional de MST, Escuela Nacional Florestan Fernandes-ENFF.
1. Aun partiendo de las posiciones del Partido de los Trabajadores, en particular de la tendencia petista Articulación de Izquierda, esta exposición contiene innumerables afirmaciones que son estrictamente personales.
2. El punto de partida del análisis de coyuntura precisa ser internacional. No solo por hábito o método, sino porque está en curso un intenso realineamiento geopolítico internacional, lo que amplia y modifica la tradicional incidencia que las cuestiones internacionales tienen, directa e indirectamente en la lucha de clases en Brasil.
3. Hay diferentes cuestiones sobre este realineamiento, comenzando por cuando efectivamente comenzó:
a. Habrá sido entre 1989-1991, con la victoria de EEUU en la llamada Guerra Fría, con la “Caída del Muro” y después con la disolución de la URSS, al mismo tiempo en que el PC Chino reafirmó, lo que se conoce “sucesos de la Plaza de la Paz Celestial”, su opción por hacer reformas bajo hegemonía del Partido.
b. Habrá sido en 2001, con el ataque a las torres gemelas y, meses antes, la constitución de la Organización de Cooperación de Shanghái.
c. Habrá sido en 2008, con la crisis internacional, la ampliación del G-20 y el surgimiento de los BRICS.
d. Habrá sido en 2016, con la elección de Donald Trump y el Brexit.
e. Sea como fuera, las dinámicas profundas del realineamiento geopolítico son:
-Debilitamiento de EEUU.
-La dinámica caótica de la economía capitalista.
5. Estas dos dinámicas apuntan para dos “mega-descubrimientos” posibles y alternativos, dos variantes que serán denominados con fechas, escogidas por motivos obvios.
a. 1945: emerge una nueva potencia hegemónica, se instala una nueva variante del capitalismo, acompañada de avances para la clase trabajadora y para la lucha por el socialismo.
b. 1971: EEUU sigue como potencia hegemónica en el mundo, se instala una nueva variante del capitalismo, acompañada de retrocesos todavía mayores para la clase trabajadora y para la lucha por el socialismo.
6. ¿Qué lugar cabrá para América Latina en estos dos escenarios? Si mantuviéramos una actitud pasiva frente al realineamiento geopolítico, en los dos desarrollos:
-Las oficinas del mundo seguirán allí afuera;
-Los laboratorios del mundo seguirán ahí afuera;
-Continuaremos siendo un espacio para recibir capitales exportados y especulativos o no, venidos de las metrópolis, un mercado donde se intercambiarán productos primarios producidos aquí, por mercaderías industrializadas afuera, y de forma general, un reservorio de fuerza de trabajo barata.
-Por lo tanto si adoptamos una actitud pasiva frente a este reordenamiento, lo máximo que podemos esperar será un nuevo ciclo de modernización conservadora en America Latina, Brasil inclusive.
-La clase capitalista brasilera, o por lo menos sus ideólogos más destacados, tienen conciencia de esta situación y está conforme con ella:
-Observa la dependencia como inevitable;
-Quiere reducir el “costo Brasil”, léase el valor de la fuerza de trabajo, a todo costa;
-Quiere garantizar la responsabilidad fiscal, léase atraer capitales a toda costa.
-Es esa actitud general que explica el hecho del enemigo principal de la clase capitalista y de sus expresiones políticas e ideológicas no sea exactamente el comunismo o el socialismo, pero sí, lo que ellos consideran como “populismo”, o sea, cualquier interferencia del Estado contra el mercado. Interferencia a favor, obvio.
-Por eso el odio generalizado contra la izquierda es dirigido especialmente contra el PT, que intentó usar al Estado de forma diferente de la que el Mercado quería.
7. Curiosamente, el sector moderado de la izquierda brasilera creyó (y muchos todavía creen) que, reduciendo los tenores del socialismo, abrazando un discurso desarrollista y haciendo concesiones al neoliberalismo, podría neutralizar y hasta incluso atraer sectores amplios del gran capital para una alianza de medio plazo.
8. O sea, el sector moderado de la izquierda creyó (y mucho todavía creen) que siendo apenas “populista”, reduciría la oposición proveniente de los capitalistas y de sus expresiones políticas e ideológicas.
9. Demostró así, no haber entendido hasta hoy, por cuáles motivos ocurrieron y por cuáles motivos fueron exitosos los golpes contra Vargas y Jango. Después, no se preparó para impedir el golpe de 2016 y la prisión de Lula, ni lo que vendrá por delante.
10. El sector izquierdista de la izquierda cometió un error simétrico: igualmente creía que, como el sector moderado de la izquierda se había rebajado al populismo laboralista, hasta la conciliación de clases incluso con los sectores financieros, no habría motivos para que la clase dominante patrocinara un golpe.
(Comentario: en este sentido, el PSTU y César Benjamin, deben ser acusados de coherencia en el error. Llevaron hasta el fin su postura original y hoy son, en la práctica, aliados de la derecha.)
11. El Partido de los Trabajadores y los gobiernos Lula y Dilma implementaron una política que permitió avances en favor de la clase obrera, durante algún tiempo. Hay un debate sobre la profundidad y la consistencia de estos avances. El libro más reciente al respecto, de André Singer, merece ser leído y necesita ser muy criticado.
12. Desde el punto de vista de la discusión sobre nuestra táctica y estrategia, lo importante es entender por qué motivos fuimos derrotados en 2016. Resumiendo mucho la cuestión, la derrota de 2016 resulta de una acumulación de conflictos políticos, que tienen como telón de fondo tres importantes desplazamientos de clase. Percibir cuáles fueron estos desplazamientos y cuál es su causa es fundamental para entender la coyuntura y para definir nuestra orientación política.
13. Estos desplazamientos fueron:
-entre 2003-2005, empezamos a sufrir la pérdida de apoyo y la creciente oposición de amplias parcelas de los sectores medios tradicionales. Estos sectores provenían de una trayectoria opuesta, de creciente apoyo al PT ya sus candidaturas. ¿Qué motivó el cambio de posición? En la superficie, hablaron de corrupción y de traición al programa. Pero la causa de fondo era la siguiente: la política de mejorar la vida de los pobres, sin tocar las ganancias de los ricos, tuvo como subproducto afectar materialmente e ideológicamente a los sectores medios tradicionales. Y las políticas que podrían compensar esto (salto de calidad en el SUS y en la educación pública, reducción del Impuesto de Renta, ofensiva cultural, etc.) fueron frágiles o no existieron;
-entre 2011 y 2014 ganamos la oposición total del sector mayoritario del gran capital. En el período anterior el gran capital adoptó predominantemente una combinación de tácticas: estimulaba ciertas políticas del gobierno, hacía oposición al petismo y apoyaba prioritariamente las candidaturas tucanas y similares. ¿Qué motivó el cambio de posición? En la superficie hablaron de incompetencia, crisis económica, estatismo y corrupción. Pero la causa de fondo era la siguiente: los efectos colaterales de la crisis de 2008 cerraron la ventana proporcionada por los negocios internacionales y empujaron a la clase capitalista brasileña a su modo normal de ser: la súper explotación del trabajo y el entreguismo, incompatibles con la presencia del PT en el gobierno, salvo por supuesto si el Partido y su gobierno aceptaran implementar un “puente hacia el futuro”;
-especialmente en 2015, perdimos el apoyo y ganamos la indiferencia de una parte importante de la clase obrera. El punto de partida fue la adopción por la presidenta Dilma de una política económica de ajuste fiscal, después de haber vencido una elección en la que hubo un enfrentamiento programático Cualquiera que haya sido la motivación de la presidenta Dilma, así como de aquellos que en el PT apoyaron o toleraron la opción por el ajuste fiscal, el efecto práctico fue hacer minoritario nuestro apoyo en la clase obrera.
15. En 2006, 2010 y 2014 logramos enfrentar y derrotar la alianza entre los sectores medios tradicionales y sectores del gran capital. En 2015-2016, no conseguimos hacerlo, fundamentalmente porque habíamos perdido apoyo de la mayoría de la clase trabajadora.
16. ¿Por qué, entonces, el golpe? ¿Por qué, entonces, la clase capitalista y sus aliados no esperaron la elección de 2018? El motivo principal fue: no quisieron correr el riesgo de ser derrotados electoralmente, como ocurrió en 2006 y 2014. Además, tenían prisa.
(Claro que lo ideal para ellos, como FHC dijo algunas veces, era derrotar electoralmente a Lula.)
17. El golpe no era inevitable, podía haber sido derrotado. Pero eso no quiere decir que el golpe fue un rayo en el cielo azul, un punto fuera de la curva, algo inesperado, producto principalmente de una conspiración externa o de la acción de un sector radicalizado de las élites. No: el golpe fue una operación que involucró al conjunto de la clase dominante y de sus aliados. Y fue totalmente compatible con la trayectoria de la clase dominante brasileña y de la manera absolutamente instrumental como ellos ven la democracia, que para ellos sólo es democrática si es plenamente burguesa, no sólo en los procedimientos, sino también en los resultados.
18. El golpe de 2016 pretendía y era necesario para alcanzar los siguientes objetivos:
-colocar a la clase trabajadora en su debido lugar, es decir, rebajar el valor de la fuerza de trabajo y reducir sus libertades democráticas;
-colocar a Brasil en su debido lugar, es decir, alinearse con la política de los Estados Unidos y los aliados;
-colocar a la izquierda en su debido lugar, es decir, convertirnos nuevamente en fuerza marginal y / o línea auxiliar de un sector de la burguesía contra otro, haciéndonos dejar de ser alternativa de gobierno e impidiéndonos ser una alternativa de poder .
19. El problema es que el golpe en sí, aisladamente, no es suficiente para materializar los objetivos arriba descritos. Para ello es necesario un proceso, que incluye una acción continuada de gobierno. Y ahí comenzaron los problemas para la clase dominante.
20. El golpe de 2016 tuvo éxito y apoyo popular, medido no sólo en las encuestas, sino también en el resultado obtenido por los partidos golpistas en las elecciones municipales de 2016. Y el gobierno golpista actuó rápidamente para implementar el programa del “puente para el futuro”. Y por eso mismo el gobierno Temer es débil – no sólo porque la situación mundial no le ayuda, ni sólo porque el guión de la corrupción usado contra nosotros lo golpea pesadamente; es decir, el gobierno es débil porque los efectos del “puente hacia el futuro” dividen su base social, como quedó claro en el movimiento de los camioneros.
(Comentario: es curioso como sectores de la izquierda brasileña, que hablan de la necesidad de una alianza con sectores de la burguesía interna, nacional o asimilada, entraron en estado de shock cuando un sector de esta burguesía salió a las calles. El choque fue tan grande que olvidaron algo obvio: si queremos derrotar al gobierno golpista, necesitamos dividir su base; si no disputamos esta base descontenta, continuará siendo cooptada por la extrema derecha. Y en esta base descontenta e influenciada por la extrema derecha, no están sólo en sectores de la burguesía media y pequeña, sino también amplios sectores de la pequeña burguesía y de la clase obrera. Disputar es preciso).
21. Temer muestra hoy, una popularidad anémica, que contamina la mayor parte de las candidaturas golpistas, revelando que el golpe tendrá mucha dificultad para legitimarse nuevamente en las elecciones presidenciales de 2018. Elegir alguien ligado a la cúpula del movimiento golpista (Alckmin y Meirelles principalmente, pero también soluciones tipo Jobim, Barbosa y Marina) es mucho más difícil de lo que parecía, porque la impopularidad de ellos y de su programa es enorme, porque la resiliencia del PT y de Lula son enormes, porque un hecho colateral de discurso y de ambiente social que ellos crearon fue fortalecer la alternativa Bolsonaro, porque la operación “centro” no consigue despegar.
22. Tres comentarios adicionales:
-hoy es más claro que nunca lo desastroso que habría sido si el PT hubiera adoptado el “plan B”. Una parte importante de las dificultades de las candidaturas de la clase dominante viene del hecho de que hemos insistido en mantener la candidatura Lula. Y el mayor dique contra Bolsonaro es la fuerza de Lula entre los sectores populares;
-gran parte de la fuerza de la candidatura Bolsonaro proviene de aquellos que, habiendo apoyado el golpe, no están contentos con los resultados del golpe y creen que la solución estaría en un “gobierno fuerte”. En este sentido, Bolsonaro es la expresión electoral de una intervención militar. Pero expresa, también, la desesperación de amplias capas de la población, desesperación que sólo puede ser solucionada y superado realmente por un gobierno democrático-popular, un gobierno liderado por Lula;
-en el ambiente de polarización, las alternativas de centro se enfrentan cada vez a mayores dificultades para viabilizarse. Las candidaturas de centro necesitan votos que están en los extremos. Pero para buscar esos votos necesitan por lo menos coquetear con la posición de los extremos, legitimando así la “pauta de la polarización”, lo que puede fortalecer las candidaturas de los respectivos extremos.
Es por eso que, Ciro Gomes hace lo que hace: precisa de los votos del petismo, precisar demarcar con el PT y necesita que Lula no sea candidato.
23. Las dificultades del gobierno Temer y de las candidaturas de la cúpula golpista alimentan alternativas extraordinarias (tipo aplazamiento de las elecciones, parlamentarismo y golpe militar). Pero éstas tampoco son fáciles de ejecutar, exigiendo una unidad que, si la coalición golpista tuviera, ella podría manifestarse en una unidad para enfrentar la campaña electoral.
24. Aunque pudieran vencer las elecciones, eso no resolvería por sí solo el problema de los golpistas. Una victoria electoral, en una elección fraudada, en que gran parte de la población vote blanco y nulo, puede resultar en un gobierno con dificultades similares a las de Temer. Especialmente si recordamos que este futuro gobierno tendría que seguir aplicando el “puente hacia el futuro”.
25. En rigor, la crisis que vivimos solo encontraría solución estable en tres situaciones: un acuerdo; una ruptura conservadora o una ruptura popular.
26. Un acuerdo supondría que la derecha libere a Lula, revoque su condena y acepte disputar las elecciones contra él. En este caso, podrían perder y tendrían que aceptar el resultado. O podrían ganar y a la recíproca sería verdadera. Pero no hay señales de que estén dispuestos a hacer nada de esto.
27. Los golpistas vienen caminando en el sentido de una ruptura conservadora, cuya expresión extrema sería una dictadura. Los golpistas ya actúan en el límite de la legalidad, ya destruyeron los aspectos democráticos de la Constitución de 1988, ya están convocando a los militares para todo y un poco más. Pero para una ruptura conservadora, sería necesaria una intervención militar abierta, algo que hasta el momento la cúpula militar no desea hacer y que el gran capital tiene duda en proponer, por los efectos colaterales que esto generaría, a nivel internacional y nacional. Pero la evolución de la coyuntura puede alterar ambas actitudes.
28. Una ruptura popular exigiría un crecimiento exponencial de la lucha de masas, combinada con una victoria electoral masiva en 2018, que permitiría al gobierno de izquierda revocar las medidas golpistas, implementar un plan de emergencia, convocar una Asamblea Nacional Constituyente y dar inicio a un ciclo de reformas estructurales, al tiempo que genera fuerza suficiente para derrotar la reacción de los capitalistas y sus aliados. Las condiciones para un giro de este tamaño en la coyuntura aún no son visibles, aunque puedan materializarse.
29. Como no se han reunido, al menos todavía, las condiciones para los escenarios estabilizadores, la tendencia principal es que la situación política siga siendo inestable, independientemente de lo que ocurra en las elecciones de 2018.
(Es cierto que la polarización Lula versus Bolsonaro recuerda, en diversos sentidos, la polarización Lula versus Collor, pero para que 2018 pudiera abrir un período “estable”, como fue 1990-2002, sería necesario que la disputa ocurriera efectivamente. Y la opción de ellos por el golpe y por el golpe dentro del golpe bloquea tal disputa y prolonga la inestabilidad política.)
30. Por eso, nuestra táctica para las elecciones de 2018 debe saber clavar estacas en el pantano, sea para no hundirse, sea para no perderse en él. Estas estacas incluyen:
-recuperar apoyo organizado junto a los sectores de la clase trabajadora que se alejaron de nosotros y recuperar capacidad de movilización de los sectores de la clase trabajadora que nos tienen como referencia, en la lucha contra el gobierno golpista y sus medidas;
-mantener la clase trabajadora y la izquierda como polos protagonistas independientes, impidiendo que volvamos a ser línea auxiliar de un sector de la burguesía contra otro, manteniéndonos como alternativa de gobierno y capacitándonos para ser alternativa de poder.
31. Por estos motivos:
-rechazamos la táctica “cirista”. Ciro fue contra el golpe, pero no es un candidato “de izquierda”. Su programa electoral, su trayectoria política y su postura personal lo insertan en otra tradición política. Y, lo que es más grave, su táctica política para 2019 no es la de quien desea gobernar con la izquierda; su objetivo es gobernar “sobre” la izquierda. Además de no tener sentido desde el punto de vista electoral, apoyar a Ciro sería hacer que la izquierda vuelva a ser línea auxiliar de candidaturas de otro sector político y social;
(el PCdoB, o por lo menos la posición predominante en este partido, es el principal portavoz de la solución Ciro. El PCdoB de hoy se aproxima de la visión estratégica predominante del PCdoB de los años 50.)
-no alimentamos ilusiones en el PSB. Los socialistas de hoy no son los de 1989. Apoyaron a Aécio Neves en 2014 y el golpe en 2016; un Bornhausen está en el PSB de Santa Catarina; en Sao Paulo ellos son brazo derecho del PSDB. Imaginar que un partido de esos pueda indicar al candidato a vice de Lula es insistir en el mismo tipo de operación que llevó a Temer a la vicepresidencia. Los sectores del PSB merecen nuestro apoyo y viceversa. Pero eso no es la regla, es la excepción.
(Los que defienden que el PT no puede quedarse aislado y que evitar el aislamiento pasa por un acuerdo con el PCdoB y con el PSB necesitan responder la siguiente cuestión: ¿cómo conciliar nuestra posición de mantener la candidatura Lula con las posiciones estratégicas asumidas por el PCdoB y el PSB respectivamente? Suponiendo que uno de ellos indique el vice de Lula, para finales de la inscripción, el 15 de agosto, ¿qué tipo de compromiso será firmado con ellos en caso que el TSE promueva el golpe dentro del golpe?).
(Los que defienden un acuerdo estatal con el PSB, un acuerdo en torno a candidaturas a gobernador y no de la presidencia de la República, necesitan responder la siguiente cuestión: ¿qué sentido haría este acuerdo desde el punto de vista de nuestra estrategia nacional, presente y futura?).
-Seguiremos resistiendo la presión que los sectores golpistas hacen principalmente a través de los medios, para que el PT desista de la candidatura Lula, lance un “plan B” y que este “plan B” sea un “petista de alma tucana”, alguien que contribuya con la transformación del PT en un partido republicano de izquierda.
32. Nuestra alternativa sigue siendo Lula. No sólo porque es el nombre más fuerte del PT, no sólo porque es el nombre con mayores posibilidades de vencer las elecciones presidenciales, no sólo porque sería el camino más fácil para superar el golpe y retomar una política en beneficio de las mayorías sociales. Pero principalmente porque retirar a Lula de las elecciones sería fraude en el proceso. Y esto haría ilegítimo todo y cualquier resultado electoral. Una cosa es participar en la democracia burguesa, sabiendo de sus límites. Otra cosa es participar en un fraude.
33. De hoy hasta el 15 de agosto, debemos intensificar la campaña de Lula. Cuanto más fuerte sea Lula, más difícil será impugnar su candidatura. Y, si los golpistas optan por ese atropello, cuanto más fuerte sea Lula, más fácil será decidir qué hacer. El STF va a juzgar, recientemente, otra petición de libertad para Lula. El histórico del STF indica que la prisión se mantendrá. Y las declaraciones del TSE indican que ellos pretenden impugnar la candidatura. Pero por las razones conocidas, esto no altera nuestra posición: Lula será inscrito el 15 de agosto y luchar para que se cumpla la Constitución y para que pueda ser candidato.
34. La elección de 2018 es una con Lula y otra sin Lula. Con Lula tenemos grandes posibilidades de victoria. Sin Lula, las grandes posibilidades no son de victoria. Con Lula tendremos una elección. Sin Lula tendremos un fraude. Por lo tanto, el debate sobre qué hacer en caso de impugnación no puede estar limitado a alternativas convencionales, del tipo “sustituir por otro nombre al candidato impugnado y participar así mismo”; es necesario considerar otras hipótesis, hay que estar abierto a la adopción de una táctica no convencional, frente a una situación no convencional.
35. En caso que se confirme el escenario de impugnación, hay básicamente tres posibilidades:
-sustituir el nombre de Lula por alguien por él apoyado, con la expectativa de que la transferencia de votos sea suficiente para llevar este otro nombre a la segunda vuelta y de allí a la victoria. Esta posibilidad es defendida principalmente por aquellos que creen que la transferencia de votos será muy fuerte. Pero no hay nada garantizado al respecto, como lo demuestra el texto “La transferencia de Lula. O el síndrome del petista convencido “, de Celso Marcondes. Los cálculos según los cuales Lula garantizaría la transferencia de votos y llevaría a cualquiera a la segunda vuelta y que por lo que tendríamos grandes posibilidades de ganar en la segunda vuelta, son apuestas optimistas, que generalmente desconsideran lo siguiente: si participamos en un proceso fraudulento, la candidatura que se cree podría vencer, estaremos afirmando que la elección no es un fraude, luego tendremos que someternos al resultado que de este proceso emerja, lo que ampliará el margen de maniobra de un gobierno conservador que triunfe a través del fraude;
-sustituir el nombre de Lula por alguien por él apoyado, sin crear la expectativa de que la transferencia de votos sea suficiente para llevar este otro nombre a la segunda vuelta y de allí a la victoria, sino con la tarea de denunciar el fraude y de preparar la resistencia (y futuro derrocamiento) del gobierno golpista que emerja del fraude electoral. El nombre más obvio para esta tarea es el de la presidenta del Partido, Gleisi Hoffmann, que por este exacto motivo se convirtió en el tema del momento del aparato judicial y mediático (juicio en el STF previsto para el 18 de junio);
-no sustituir el nombre de Lula y pedir que se vote 13 para presidente, contribuyendo para que el número de votos blancos y nulos supere el de votos válidos, dejando clara la naturaleza ilegítima del proceso. Los defensores de esta alternativa reconocen que, entre varios problemas, facilita la migración de votos petistas hacia otras alternativas presidenciales.
(Asi como Ciro, Boulos se imagina ser beneficiado electoralmente si Lula no puede competir, aunque el escenario actual es que el PSOL tendrá dificultades para repetir en 2018 el desempeño que sus candidaturas tuvieron en las elecciones presidenciales pasadas. El PSOL, al decidir por la candidatura Boulos, cambió de línea política, pues en la práctica cambió de postura frente al petismo y frente a Lula. Boulos en la práctica cambió de posición también en cuanto a la relación entre movimientos sociales, partidos y candidaturas. Así como ambos, PSOL y Boulos, cambiaron de posición en cuanto al papel de la disputa institucional y electoral en una estrategia socialista. Todos estos cambios contienen desdoblamientos peligrosos, que ya están evidentes en la pre-campaña de Boulos, con el agravante de que afectarían a un partido que aún no se ha convertido en alternativa de gobierno, pero que ya exhibe los problemas que surgen.)
36. Más importante que lo que va a suceder en 2018, es lo que va a suceder con el Partido de los Trabajadores. Desde 1989 hay sectores que rompieron con el PT, en la perspectiva de construir alternativas de izquierda. Todos estos intentos de superar el PT por la izquierda fracasaron. Y el PT sobrevivió. Sin embargo, el PT puede ser destruido por sus errores en combinación con ataques de la derecha. Si esto ocurre, tendremos por delante décadas en que la izquierda volverá a ser lo que era, predominantemente, antes de 1980: marginal y / o subalterna a un sector de la clase dominante, sin constituirse en alternativa de gobierno o de poder.
37. En este sentido, la supervivencia y la fortaleza del PT interesan a toda la izquierda. Hay signos positivos al respecto, entre los que se indica por las encuestas: el PT es el partido más popular del país, con un apoyo 5 veces mayor que el segundo colocado. Sin embargo, hay signos negativos, de los cuales el principal es la inexistencia de una dirección a la altura de enfrentar la compleja situación que estamos viviendo.
38. No se están confirmando las expectativas de que las debilidades orgánicas y de dirección del PT serían compensadas, sea por la acción de la CUT, sea por la acción del Frente Brasil Popular. Ambas organizaciones necesitan, para su éxito, el compromiso y buena salud del propio PT.
39. En este sentido, una de las muchas medidas que podrían contribuir al PT a la altura de los desafíos es la filiación y militancia, en el PT, de la militancia política y social vinculada no sólo a la CUT, sino al Movimiento Sin Tierra, la Consulta Popular y el Levante Popular de la Juventud.
40. De hoy hasta el 15 de agosto y en los días siguientes a esta fecha, el escenario va a quedar mucho más claro. Pero para que quede claro y a nuestro favor, es necesario fortalecer y mucho la candidatura Lula. Y preparar una respuesta adecuada para cada una de las acciones que el golpismo puede adoptar. Podemos vencer, pero para eso será necesario más virtud que fortuna.
Junio de 2018.
(*) Valter Ventura da Rocha Pomar: Professor de economia política internacional no Bacharelado de Relações Internacionais da Universidade Federal do ABC. Foi secretário de Relações Internacionais do Partido dos Trabalhadores (2005-2010), secretário executivo do Foro de São Paulo (2005-2013), vice-presidente da Conferência Permanente de Partidos Políticos da América Latina (Copppal). Foi editor da revista Teoria&Debate. Integrou o conselho editorial da revista Contexto Latinoamericano e o Conselho Curador do Memorial da Anistia Política no Brasil. [Nota de Editor CT].

Democracia y elecciones una relación conflictiva


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 Democracia y elecciones una relación conflictiva

 

 


El calendario electoral latinoamericano y caribeño durante el presente año ha sido bastante activo y agitado. Desde enero hasta el presente se han efectuado cinco elecciones generales (presidenciales y parlamentarias) y aún quedan dos torneos por realizarse. Las elecciones presidenciales realizadas en Costa Rica (4 de febrero) y en Paraguay (22 de abril) no tuvieron ni concitaron la misma atención de los medios de comunicación internacional como nacional como si lo tuvo el proceso electoral presidencial de Venezuela (15 de mayo). Tampoco ha tenido la misma atención la elección colombiana que concluye este próximo domingo (17 de junio). Algo de atención mediática, pero con un escaso análisis politológico serio y profundo, tuvieron las elecciones para la Asamblea Nacional del Poder Popular en Cuba y el consiguiente recambio gubernamental. Luego de 51 años de proceso revolucionario, en mayo de este año, asumió el poder político Miguel Díaz-Canel Bermúdez, un representante de la generación pos-revolucionaria. Este proceso electoral constituye, sin lugar a dudas, uno de los procesos políticos más relevantes y destacados de la región. Por todas las implicaciones políticas que tiene no solo para Cuba sino para toda la izquierda latinoamericana. Habrá que volver en algún momento sobre este proceso y realizar un profundo análisis crítico y político de él. Fundamentalmente por la significación teórica, política e institucional que tiene para la construcción de un sistema político alternativo a las democracias capitalistas.
Volviendo al calendario electoral este se cierra con dos poderosas elecciones generales, que considero las más relevantes, significativas y transcendentales de la región, la mexicana del el 1 de julio, y la brasileira, del 7 de octubre de este año.
Por su relevancia y trascendencia que tienen para la región, le vamos a dedicarles varias columnas de análisis a ellas. Pues tengo la convicción que, para conocer, entender, comprender dichos procesos electorales no basta con presentar a los diversos candidatos que participa, los rasgos principales de sus programas políticos, ni las cifras obtenidas en la elección, etcétera, como comúnmente se hace sino hay que profundizar en el contexto político, social e institucional en el cual se llevan a cabo los procesos electorales. Tanto la futura elección mexicana como la brasileira se van a realizar en escenarios dominados por una profunda crisis política e institucional como social. La crisis política afecta tanto a la forma de estado como al régimen político. En ambos países, el Estado y el régimen político sufren desde hace un largo tiempo un tortuoso proceso de crisis política institucional. En otros términos, ambos procesos electorales se efectuarán al interior de la vorágine de la crisis. Por esa razón, las y los ciudadanos, actores sociales y políticos participantes activos como no participantes pasivos tienen la esperanza que los ganadores de esos comicios sean los portadores y gestores de la resolución de la crisis. Sin embargo, la experiencia histórica y política enseña que, en muchas ocasiones, las elecciones generales, no son la re-solución de las crisis. En muchos casos la prolongan o la agravan. Es lo que ocurre tanto en México como en Brasil. Estas crisis políticas, como veremos, por su profundidad, extensión y multidimensional no se solución con elecciones.
Antes de entrar a exponer el caso mexicano, me voy a detener en un punto que muchas veces se presta para equívocos o para una muy mala compresión del fenómeno político que ello implica. Me refiero a la relación entre elecciones y democracia o democracia y elecciones.
Esta relación es, sin lugar a dudas, un tema complejo y delicado que la ciencia política o la sociología política actual ha venido discutiendo largamente, pero hasta hoy, hay más disensos entre que los especialistas que acuerdos. Para algunos, la solo existencia de elecciones permite hablar de democracia. Mientras que, para otros, dentro de los que me cuento, no basta con la realización de elecciones para designar o calificar al régimen político como democrático. Sin embargo, a pesar, de los disensos, los especialistas concuerdan que los procesos electorales deben darse bajo un conjunto de reglas y normas que permitan su realización de manera transparente, abierta, libre, etcétera.
Muchos procesos electorales que se han verificado en las últimas décadas en América Latina y el Caribe cumplen con los requisitos mínimos para su realización; sin embargo, se realizan bajo contextos políticos donde, por ejemplo, el Estado no tiene la capacidad de otorgar protección ni resguardo tanto a la vida de las y los ciudadanos como a los candidatos que participan en los comicios; o en sociedades donde hay constantes violaciones a los derechos humanos, o dónde el Estado está dominado por la corrupción política y económica, por la violencia política y social. En muchos casos las sociedades civiles se encuentran atomizadas o fragmentadas o cruzadas por conflictividades que han generado irresueltas crisis de credibilidad y de confianza hacia las instituciones como de los actores políticos, los partidos, etcétera. Sociedades donde la acción colectiva de los movimientos sociales esta criminalizada por el Estado. Dónde la libertad de expresión se encuentra monopolizada por actores privados al servicio del poder oficial o la actividad periodística libre o alternativa se encuentra amenazada por la acción concertada del crimen organizado, etcétera. Son sociedades en crisis.
Tengamos presente que las elecciones generales realizadas en Guatemala (2015), Honduras y Chile (2017) se realizaron en un contexto de profunda crisis de la política cuyo mínimo común estaba dado por la corrupción política y la descomposición de su sistema político y de partidos. No obstante, en ninguno de esos tres casos las elecciones pusieron en cuestionamiento al régimen político. Los actores políticos, especialmente, los partidos políticos, operaron como si la crisis de la política no existiera o fuera una ilusión o una falsa disyuntiva. En los tres casos, las elecciones y los actores políticos participantes encubrieron esas crisis generando la apariencia que todo era institucionalmente, normal.
Las elecciones en muchas ocasiones operan como sedantes políticos y sociales que ayudan al Estado y a las elites en el poder y de poder, controlar y someter a las ciudadanías descontentas. Las elecciones tienen la virtud de producir ya sea la alternancia política gubernamental como la continuidad de los controladores del poder político, pero también hacen pensar o suponer que los graves y extendidos problemas que afectan al Estado, al régimen político, al mercado y a la sociedad civil serán resueltos por las nuevas autoridades políticas. Pero, por lo general, las elecciones generan nuevas autoridades, pero no dan solución a las crisis políticas. Pues, muchos de los nuevos gobernantes son productores de la crisis. Por ello, las elecciones pueden provocar dos escenarios políticos: a) profundizar la crisis de la política o b) adormecer a las ciudadanías.
Las elecciones, han sido consideradas desde el siglo XIX hasta la actualidad, la esencia misma de la democracia. Sin embargo, en la actualidad, bajo la hegemonía neoliberal, ellas han ido perdiendo esa característica fundamental. Hoy las elecciones están agotadas. Puesto que, entre otras cosas, ya no son generadoras de representación política legitima y, sobre todo, porque las ciudadanías latinoamericanas han ido abandonando tanto la participación política como electoral. Las elecciones latinoamericanas, con contas excepciones, la participación electoral es cada vez menor.
En efecto, en las últimas elecciones realizadas tanto en el 2017 como en presente año, la abstención electoral ha sido el comportamiento o la opción política preferida y mayoritaria de las y los ciudadanos. Aquí los datos de la abstención: el 40% en Paraguay, el 54% en Venezuela, el 44% en la primera vuelta de Colombia, el 52% en Chile; el 41% en Honduras; el 44% en Guatemala, y el 35% en Costa Rica.
Estos porcentajes, no son solo un dato estadístico electoral si no un indicador directo de la legitimidad de la representación que sustenta a las autoridades que se hacen cargo del gobierno del Estados y son demostrativos de regímenes políticos en crisis. El surgimiento del “partido de las y los no electores” es una realidad en casi todos los países de América Latina y el Caribe.
Las y los ciudadanos no electores son la mayoritaria política en las sociedades latinoamericanas. Lo son en relación tanto a los candidatos participantes como a los presidentes elegidos. Todos los presidentes elegidos, son presidentes minoritarios, incluso, aquellos que han sido elegidos en segundas vueltas. Las elecciones con baja participación generan autoridades electas con bajos niveles de legitimación y de representación y, sobre todo, de popularidad. La baja participación tiene otra consecuencia política no producen ni ayudan a generar regímenes democráticos con legitimidad y de calidad. Este es la tragedia política o el drama de las elecciones en América Latina y el Caribe.
Por todo lo anterior, considero que las elecciones latinoamericanas son procesos electorales contradictorios, conflictivos. Que a pesar de la espectacularidad mediática que tienen, muchas de ellas, insisto no generan ni ayudan a conformar ni a construir democracias políticas, menos democracias sociales o económicas. Este es el dilema político que atraviesa la historia política mexicana.
En México las elecciones han sido la columna vertebral del régimen político posrevolución de 1910. Desde los años 30 del siglo XX hasta la actualidad la transferencia del poder gubernamental ha sido mediante elecciones. Cumpliendo de esa forma con uno de los postulados centrales de la revolución política institucional de 1910: “sufragio efectivo y no reelección”. Sin embargo, durante 70 años, en el régimen político impuesto y controlado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se realizaron regularmente elecciones. Aunque el voto “fue efectivo” en generar las autoridades este no fue eficaz para generar un régimen democrático. Si bien, ningún presidente se reeligió, quien se hacía reelegír era el “partido dominante”, o sea, el PRI. Por esa razón, desde 1930 hasta el año 2000, las elecciones mexicanas estuvieron controladas y manipuladas por el partido gobernante, no fueron competitivas, y, cuando lo fueron se impuso el fraude electoral, la violencia política electoral, la intervención del sistema electoral como de los resultados. Emblemático es la “caída del sistema de conteo de votos” en 1988, como la obtención de la presidencia por José López Portillo con el 100% de los sufragios, en 1976 y sin ningún adversario político. Por ello, México, durante 70 años fue un régimen autoritario electoral, pero sin competencia política electoral. Jamás fue una democracia ni siquiera una democracia electoral.
La decadencia del régimen autoritario electoral priista para algunos analistas se inicia hace 50 años con la rebelión estudiantil universitaria y la matanza de la Plaza de las Tres Cultura de Tlatelolco, en octubre de 1968. Para otros, la desestructuración del autoritarismo electoral se habría iniciado hace 30 años, en 1988, con la primera elección competitiva abierta a 6 bandas, entre el candidato del Frente Democrático Nacional, Cuauhtémoc Cárdenas , el panista Manuel Clouthier, el priista Carlos Salinas de Gortari y otros tres candidatos menores. Esta elección esta signada históricamente por haber sido decidida por el mayor fraude electoral mexicano. Por eso constituye un parteaguas en la historia política mexicana. Marca el comienzo del fin de la hegemonía política priista. La crisis del régimen se ve profundizada por el alzamiento armado del neozapatismo del EZLN en Chiapas, el 1 de enero de 1994; por el asesinato del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio, en marzo de 1994, y la mediocre administración política de Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000). Todos estos acontecimientos políticos fueron y son hechos fundantes de la descomposición del régimen autoritario electoral priista.
Hechos políticos que abrieron los espacios políticos e institucionales para importantes y trascendentales reformas políticas que fueron estableciendo desde 1980 en adelante las reglas y normas institucionales que en apariencia instalaban una forma específica de régimen político democrática: la democracia procedimental o la democracia electoral en México. Se trataba de una particular forma de transición política a la democracia.
Esta tenía como centro nuclear provocar la derrota electoral del partido gobernante. La derrota electoral cual era vista y considerada por la mayoría de los actores políticos como la condición necesaria para abrir las puertas a la democracia. Por ello, la alternancia política y gubernamental constituía no solo un hecho político- electoral sino, fundamentalmente, simbólico. El primer paso para deconstruir el régimen político autoritario electoral.
El triunfo de la derecha política en las elecciones presidenciales del año 2000, pusieron fin a 70 años de hegemonía política priista. Con la llegada al gobierno de Vicente Fox candidato presidencial del Partido de Acción Nacional, organización política de orientación conservadora, católica y pro-neoliberal, se dio iniciada la transición a la democracia y el desarme del régimen autoritario electoral. Sin embargo, la alternancia gubernamental producida en julio de 2000, si bien, dio inicio a la transformación del régimen autoritario electoral, pero, en los hechos concretos históricos, no dio ni ha dado lugar a la construcción de la democracia política en México. Por cierto, que se han dinamizado cambios políticos institucionales que han edificado una democracia procedimental o una democracia electoral. Durante los últimos 18 años, el régimen político ha ido incorporando diversas normas y reglas institucionales que perfeccionan lo electoral del régimen. Por esa razón, la democracia sigue siendo una utopía en el México actual.
La descomposición o, mejor dicho, la transfiguración del régimen autoritario electoral en una democracia electoral, se explica, fundamentalmente, porque la transición democrática mexicana es coincidente con otro proceso histórico-político trascendente en la historia política reciente de México: la instalación del padrón de acumulación neoliberal. La combinación de ambos procesos ha dado lugar a un Estado y un régimen político que he nombrado y caracterizado como un Estado y una democracia Gore. O sea, de un Estado y un régimen político dominado tanto por la violencia política y social y la corrupción extrema.
Esa forma de Estado y democracia será el tema de análisis de nuestra próxima columna.
Juan Carlos Gómez Leyton, Posdoctorado en Estudios Latinoamericanos. Dr. en Ciencias Sociales y Políticas.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.