- Migrantes afganos provenientes de Turquía llegan a Grecia.
Desde que tuvo lugar, el 3 de septiembre
de 2015, la publicación coordinada de la foto de un niño kurdo ahogado
en una playa turca, la opinión pública europea se movilizó en varias
manifestaciones a favor de los refugiados. El presidente francés
Francois Hollande y la canciller alemana Angela Merkel se pronunciaron
de inmediato por un «mecanismo europeo de acogida permanente y obligatoria»
mientras que una inmensa multitud, salida de no se sabe dónde, avanzaba
a pie a través de los Balcanes. El primer ministro húngaro Viktor Orban
fue el único que se expresó en contra de aquella súbita migración
masiva.
La proposición del ESI
Hasta aquel
momento, la cuestión de las migraciones era un problema económico,
principalmente desde África hacia Italia. Había que agregar a eso una
cuestión interna de la Unión Europea: el pedido de la industria pesada
alemana, por boca de su presidente Ulrich Grillo, de poder reclutar
en Alemania 800 000 trabajadores del este de Europa no provenientes de
los países miembros del espacio Schengen. De la noche a la mañana,
se agregaba a esos dos factores económicos, el tema de los refugiados
por cuestiones humanitarias que huían de una zona de guerra.
La
primera proposición concreta para responder a la nueva situación
proviene, el 17 de septiembre de 2015, del ESI (European Security
Intitiative), un tanque pensante creado en Berlín, y se precisa el 4 de
octubre. Se trataría de concluir un acuerdo entre la Unión Europea
y Turquía para detener el flujo de migrantes organizando a la vez
el traslado a la Unión de 500 000 refugiados sirios durante los 12 meses
siguientes. Al mismo tiempo, Turquía se comprometería a recibir
de vuelta a los demás migrantes que siguieran llegando ilegalmente a la
Unión Europea. A cambio de ello, la Unión Europea eliminaría la
exigencia de visa a los turcos deseosos de viajar a Europa.
«
Es
un reconocimiento de que la crisis siria es efectivamente única y
de que ha provocado una crisis humanitaria de una envergadura
nunca vista en Europa desde la Segunda Guerra Mundial» [
1],
afirma entonces el ESI, precisando además que la iniciativa debe venir
de Alemania como respuesta a la intervención rusa en Siria.
Pero,
el ESI considera como evidente que los refugiados sirios huyen de la «
represión del régimen de Bachar», que cuenta con el respaldo de Rusia.
El
ESI sólo toma en cuento a los refugiados sirios, pero ignora a los
refugiados iraquíes, igualmente perseguidos por el Emirato Islámico.
El ESI precisa que su plan también apunta a
prevenir el desarrollo de la extrema derecha en Austria (el director del ESI es austriaco)
y
a preparar una operación similar para 1,1 millones de refugiados sirios
que actualmente se hallan en Líbano y serán enviados a Norteamérica y
Australia. Se trata, en este caso, de la aplicación de las teorías de
Kelly Greenhill sobre la «
gestión estratégica de las migraciones como arma de guerra» [
2], tal y como ya la habían observado los investigadores del ESI durante el inicio de la guerra de Kosovo [
3].
Además,
al proponer el reenvío de los migrantes a Turquía, el ESI parece
ignorar que ese país no es seguro para los refugiados, ya que siempre se
ha negado a firmar la Convención de 1951.
El Plan Merkel
El
23 de septiembre de 2015, el Consejo Europeo publica un comunicado
donde relaciona la cuestión de los migrantes con el tema de la guerra
en/contra Siria [
4].
El
7 de octubre, la canciller Angela Merkel retoma los principios del plan
del ESI en una entrevista concedida a la periodista Anne Will en el
canal de televisión ARD.
Para presentar su proyecto, denominado ahora como «
Plan Merkel», el ESI organiza conferencias en Berlín, Ankara, Estambul, Bruselas y La Haya.
Independientemente
de la situación de urgencia provocada por la multitud que se concentra
en los Balcanes, la Unión Europea organiza el 12 de noviembre, en
La Valeta (Malta), una cumbre para resolver la cuestión estructural de
las migraciones económicas provenientes de África. Se decide crear un
Fondo Especial de 1 800 millones de euros para proyectos de desarrollo a
largo plazo capaces de ofrecer a los africanos perspectivas económicas
que los inciten quedarse en sus países.
El 29 de noviembre, la Unión Europea organiza otra cumbre del Consejo Europeo, esta vez con Turquía. Ambas partes adoptan el «
Plan Merkel», al que agregan una ayuda monetaria a Turquía ascendente a 3 000 millones de euros.
El
Consejo Europeo justifica esa repentina generosidad afirmando que se
trata de una cooperación para la acogida de los refugiados sirios, cuyo
albergue
supuestamente ya cuesta a Turquía 8 000 millones de dólares.
Sin embargo, a nadie se le ocurre asignar una suma equivalente al Líbano
y a Jordania, países que ya albergan el doble de refugiados sirios que
Turquía. El Consejo Europeo finge además ignorar que la ONU, Qatar y
Arabia Saudita ya reembolsaron a Turquía por esos gastos y que Turquía
ha saqueado sistemáticamente el norte de Siria –desmantelando y
trasladando a territorio turco la maquinaria de las industrias sirias y
mediante el robo de antigüedades–, obteniendo así sumas infinitamente
superiores. Y finalmente, la mayoría de los 2,7 millones de refugiados
sirios presentes en Turquía se han integrado a la economía local,
de manera que sólo menos de 240 000 han requerido la protección del
Programa Alimentario Mundial.
En realidad, Alemania y Francia, los
dos países que promovieron la creación de la subvención europea
a Turquía, pretenden así financiar indirectamente la continuación de
la guerra contra Siria, con lo cual –según Berlín y París–
se pondría fin al calvario de los refugiados al derrocar la República
Árabe Siria.
El 21 de enero de 2016, el director del ESI, Gerald Knaus [
5], publica en el
Suddeutsche Zeitung
un artículo de opinión donde defiende el principio de una cooperación
más estrecha y directa entre Alemania y Turquía, sin pasar por la Unión
Europea. Gerald Knaus concluye que un fracaso del «
Plan Merkel» reforzaría las posiciones de «
los que
quieren abolir el derecho de asilo, los que están contra los
refugiados, contra la Unión, contra Turquía, contra los musulmanes y
apoyan a Putin» [
6].
Gerald
Knaus no explica de qué forma una relación directa entre Berlín y
Ankara –o sea, sin pasar por Bruselas– permitiría luchar contra el
euroescepticismo. Tampoco explica por qué razón Rusia pudiera querer ver
a los refugiados sirios morir ahogados en el Mar Egeo.
Nadie
reacciona ante esas sandeces porque ya hace mucho tiempo que la cuestión
de los refugiados no se analiza de manera racional.
El Plan Merkel-Samsom
El
28 de enero, cuando la presidencia rotativa del Consejo Europeo
se halla por 6 meses en manos de los Países Bajos, el primer ministro de
ese país, Mark Rutte, y su aliado el presidente del Partido del
Trabajo, Diederik Samsom [
7], anuncian al
De Volkskrant que han preparado las modalidades concretas para la aplicación del «
Plan Merkel» [
8]. Por consiguiente, se hablará en lo adelante de «
Plan Merkel-Samsom» para designar el proyecto presentado por el ESI [
9].
Y
de paso, nos dicen también que Diederik Samsom está realizando, desde
noviembre, consultas con diversos gobiernos socialistas europeos y que
ya estuvo en Turquía.
El 18 de marzo, el Consejo Europeo, bajo la
presidencia de los Países Bajos, confirma la puesta en marcha del
acuerdo del 29 de noviembre [
10].
Pero, como por arte de magia, los 3 000 millones de euros que iban a
asignarse a Turquía se han convertido en 3 000 millones al año.
Sin
embargo, entre las dos cumbres europeas, el número de migrantes que han
entrado ilegalmente en la Unión Europea, desde Turquía y atravesando
Grecia, se evalúa en 200 000.
Observaciones sobre una deriva
En
6 meses y medio se ha pasado de una crisis de refugiados, provenientes
principalmente de África, que se ahogan en el Mediterráneo tratando de
alcanzar las costas de Italia a una verdadera ganga para la industria
pesada alemana, que se ve así ante la posibilidad de adquirir
800 000 trabajadores con bajos salarios, y a una operación de
financiamiento de la guerra contra Siria y de desplazamiento de la
población de ese país árabe.
En efecto, ya está demostrado que
El
1º de julio de 2015, el representante especial del secretario general
de la ONU a cargo de las migraciones internacionales, Peter Sutherland [
11],
obligó el Programa Alimentario Mundial a reducir las subvenciones
destinadas a los refugiados sirios, haciendo así más difícil la
supervivencia de unos 240 000 de esos refugiados en Turquía. El grupo de
presión anglosajón que Sutherland representa espera provocar así una
crisis de identidad en las naciones europeas. Esa decisión, a la que
siguen las declaraciones de hospitalidad del presidente francés y de la
canciller alemana, al día siguiente de la publicación de la foto del
niño ahogado en Turquía, empujan a los refugiados sirios a tratar de
llegar hasta Europa. Posteriormente, Peter Sutherland se opuso al «
Plan Merkel-Samsom» porque ese plan estabiliza las poblaciones (y utiliza la crisis únicamente contra Siria).
la
Imprenta Nacional de Francia, que hasta 2011 imprimía los pasaportes
sirios, fabricó una gran cantidad de esos documentos, que acaban siendo
entregados, al principio de la crisis, a migrantes económicos no sirios
–principalmente libaneses– para reforzar la presión de los «
refugiados» en Europa.
Se
organizaron circuitos de migración, no para llevar a Europa los
refugiados sirios que ya estaban en Turquía sino para ir a buscar sirios
en Siria y encauzarlos hacia Europa. Se hicieron rodar rumores sobre
condiciones de acogida supuestamente lujosas creadas en Europa para los
refugiados sirios, se abrieron una línea aérea especial desde Beirut y
una línea marítima desde Trípoli para llevar a Izmir sirios que no eran
refugiados. En pocas semanas, burgueses de Damasco y de Latakia
–que siempre habían respaldado la República Árabe Siria– vendieron sus
comercios y tomaron el camino del exilio.
En definitiva, contrariamente a ciertas declaraciones oficiales:
El
vínculo entre la presión migratoria sobre Europa y la guerra
en/contra Siria es artificial. Fue fabricado deliberadamente
para provocar simultáneamente un sentimiento de aceptación de las
migraciones y el financiamiento indirecto de la guerra por parte de la
Unión Europea. Si bien lograron empujar varios cientos de miles
de sirios a tratar de atravesar el Mediterráneo, es poco probable que
millones de sirios decidan hacerlo.
La
mezcla de poblaciones que se organizó para formar la masa de migrantes
que atravesó los Balcanes es particularmente explosiva. Incluía tanto
sirios e iraquíes como afganos, albaneses y kosovares, etc. Aunque esos
migrantes son mayoritariamente musulmanes, el hecho es que tienen
culturas e interpretaciones muy diferentes de su religión, así como
orígenes sociológicos y motivaciones vitales que no tiene absolutamente
nada que ver entre sí.
Después
del episodio del segundo semestre de 2015, la presión migratoria sobre
Europa es fundamentalmente africana. Sin embargo, en los próximos años,
podría pasar a ser turca. En efecto, si –como ya lo anunció– Ankara
despoja de su nacionalidad a 6 millones de turcos, esas personas
tratarán por todos los medios de huir de su país de origen, de ser
posible, antes de verse convertidos en apátridas. Esa nueva oleada
migratoria podría verse facilitada por la decisión de eliminar
la exigencia de visa a los turcos que desean entrar en el espacio
Schengen.
Elementos fundamentales :
Tres grupos diferentes manipularon la crisis de los refugiados del segundo semestre de 2015:
• los partidarios de la destrucción de las culturas nacionales,
reunidos alrededor del ex presidente de la OMC (Organización Mundial del
Comercio), Peter Sutherland, quienes pensaban favorecer así el libre
intercambio global;
• la industria pesada alemana, alrededor de su presidente Ulrich
Grillo, que esperaba disponer así de 800 000 nuevos trabajadores a bajo
costo;
• Francia y Alemania, representadas por el presidente Francois
Hollande y la canciller Angela Merkel, que vieron en esa crisis
la posibilidad de legitimar el financiamiento directo de su guerra
contra Siria.
Esos
tres grupos tienen en común su respaldo a la OTAN, sus estrechas
relaciones, principalmente en el marco del foro del Grupo de Bilderberg y
el mismo cinismo ante el tratamiento de las poblaciones. Sus intereses,
sin embargo, siguen siendo divergentes, de manera que fueron
en definitiva los Estados los que acabaron imponiéndose ante
los partidarios del libre intercambio global.
Como
a menudo sucede en ese tipo de crisis, las poblaciones que se pusieron
voluntariamente en movimiento no pasaron de varios cientos de miles de
personas. Esas poblaciones se sumaron a otros flujos de migrantes, más
antiguos y constantes. Lo que creó la impresión de un desplazamiento
inminente de millones de personas fue la interpretación falseada de los
hechos por parte de los medios masivos de difusión.
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