Ilustración de Quino
EEUU tiene el mayor índice de desigualdad, la tasa de mortalidad más
alta, los impuestos más regresivos y el mayor subsidio público a
banqueros y multimillonarios que ningún otro país capitalista
desarrollado.
En este ensayo examinaremos las raíces socio-económicas de la
desigualdad y la relación entre la concentración de riqueza y el
retroceso de las clases trabajadora y asalariada.
Cómo los multimillonarios llegan a ser multimillonarios
La evasión impositiva, en todas sus formas, es una de las fuentes más
constante de la riqueza de los multimillonarios. Contrario a lo que
dice la propaganda mediática a favor de los negocios, entre un 67 y un
72% de las corporaciones no pagan ni un céntimo después de los créditos y
exenciones fiscales que reciben... mientras que los trabajadores pagan
de un 25 a un 30% de sus ingresos en impuestos. La tasa de la minoría de
corporaciones que pagan impuestos fue del 14%.
Según el Servicio de Renta Interna de EEUU (IRS, según sus siglas en
inglés), la evasión impositiva de los multimillonarios asciende a $458
mil millones de dólares por año, casi un billón de dólares en pérdida de
ingreso público cada dos años, según este cálculo moderado.
Las corporaciones más grandes de EEUU guardan más de 2,5 billones de
dólares en paraísos fiscales del exterior, donde no pagan impuestos o
pagan impuestos bajísimos de menos del 10% de tasa impositiva.
Mientras tanto, las corporaciones estadounidenses en crisis se
beneficiaron de una ayuda de más de $14,4 billones de dólares (Bloomberg
solicitó 12,8 billones) de dinero público, de fondos combinados entre
el Tesoro y la Reserva Federal, provenientes mayoritariamente de los
contribuyentes estadounidenses, que en su mayoría son trabajadores,
empleados y jubilados.
Los banqueros que se beneficiaron del rescate con dinero público
invirtieron los préstamos sin interés o con bajas tasas de interés y
ganaron miles de millones, la mayor parte de los cuales provino de
ejecuciones hipotecarias de viviendas de la clase trabajadora.
A través de resoluciones judiciales favorables y ejecuciones
hipotecarias ilegales, los banqueros desalojaron a 9,3 millones de
familias. Más de 20 millones de personas perdieron sus propiedades, a
menudo debido a deudas ilegales o fraudulentas.
Una pequeña cantidad de estafadores financieros, incluyendo
ejecutivos de los principales bancos de Wall Street (Goldman Sachs, J.
P. Morgan y otros), pagaron multas, pero nadie fue a la cárcel por el
gigantesco fraude que causó la miseria de millones de estadounidenses.
Hay otros banqueros estafadores, como el actual Secretario del
Tesoro, Steve Mnuchin, que se enriquecieron con ejecuciones hipotecarias
ilegales de miles de viviendas en California. Algunos fueron
enjuiciados, pero todos fueron exonerados, gracias a la ayuda dada por
líderes del Partido Demócrata durante el gobierno de Obama.
Silicon Valley y sus multimillonarios innovadores hallaron nuevas
maneras de evadir impuestos usando paraísos fiscales en el exterior y
deducciones impositivas dentro del país. Incrementan su riqueza y las
ganancias corporativas pagando localmente salarios en el umbral de
pobreza a sus trabajadores manuales y de servicios. Los ejecutivos de
Silicon Valley "ganan" mil veces más que los trabajadores del sector
productivo.
Las desigualdades de clase son enfatizadas con las divisiones
étnicas: los multimillonarios blancos, chinos e indios (de la India)
explotan a trabajadores afroamericanos, latinoamericanos, vietnamitas y
filipinos.
Los multimillonarios en conglomerados comerciales como Walmart,
explotan a los trabajadores pagándoles salarios de miseria y
proveyéndoles beneficios escasos o nulos. Walmart obtiene $16 mil
millones de dólares de ganancias por año gracias a que solo le pagan a
sus trabajadores entre $10 y $13 dólares por hora y dependen de la
asistencia estatal y federal para que le brinde a las familias
empobrecidas el servicio Medicaid [1] y cupones para alimentos. El
plutócrata de Amazon Jeff Bezos explota trabajadores pagándoles $12,5
por hora mientras que él ha acumulado más de $80 mil millones de dólares
en ganancias. El CEO de la empresa UPS gana $11 millones por año
explotando a sus trabajadores con un pago de $11 por hora. El CEO de
Federal Express, Fred Smith, gana $16 millones anuales y le paga a sus
trabajadores $11 por hora.
La desigualdad no es un resultado de la "tecnología" ni de la
"educación" -eufemismos contemporáneos que alimentan el culto de
superioridad de la clase dominante- como les gusta decir a los
economistas y periodistas liberales y conservadores. La desigualdad es
el resultado de los salarios bajos, las enormes ganancias corporativas,
las estafas financieras, la evasión impositiva multimillonaria y la
entrega de miles de millones del tesoro público a las corporaciones. La
clase gobernante domina la "tecnología" de explotar el Estado a través
del saqueo de su erario y de la clase trabajadora. La explotación
capitalista de trabajadores del sector productivo con salarios bajos
provee miles de millones adicionales a las fundaciones filantrópicas
multimillonarias asociadas para pulir su imagen pública usando otra
forma de evasión de impuestos: las "donaciones", que sirven para exaltar
su propia importancia.
Los trabajadores pagan impuestos desproporcionados en educación,
salud, servicios públicos y sociales y subsidios a los multimillonarios.
Los multimillonarios en la industria armamentista y los conglomerados
de seguridad y mercenarios reciben más de $700 mil millones de dólares
del presupuesto federal, mientras que más de 100 millones de
trabajadores estadounidenses carecen de atención sanitaria adecuada y
sus hijos asisten a escuelas en edificios deteriorados.
Trabajadores y jefes: tasas de mortalidad
Los multimillonarios y sus familias disfrutan de una vida más larga y
saludable que los trabajadores. No necesitan ni de seguros médicos ni
de hospitales públicos. Un CEO vive un promedio de diez años más que un
trabajador y disfruta de veinte años más de condiciones de vida
saludable.
La atención médica privada provee los tratamientos más avanzados y
seguros, incluyendo los medicamentos más efectivos, lo que permite que
los multimillonarios y su familia vivan más y en mejores condiciones. La
calidad del servicio médico en general, y la alta capacitación de los
profesionales a cargo presentan un agudo contraste con el servicio
médico disponible para el resto de la población. Esta situación crea un
apartheid, o sistema segregado,
en la atención médica en EEUU
Los trabajadores son tratados y maltratados por el sistema de salud:
Reciben tratamiento médico inadecuado y, a menudo, inepto; atención
superficial de parte de asistentes médicos sin experiencia y terminan
siendo víctimas de una extendida práctica de exceso de medicación con
narcóticos y otros medicamentos altamente adictivos. La medicación
excesiva recetada por "profesionales" incompetentes ha contribuido de
manera significativa a la muerte precoz de trabajadores, ha incrementado
los casos de sobredosis de opiáceos, discapacidad causada por
adicciones y el descenso en la pobreza, que muchas veces trae consigo la
pérdida del hogar. Estas prácticas irresponsables han creado ganancias
multimillonarias adicionales a las empresas aseguradoras de élite, las
cuales pueden suspender las pensiones y las responsabilidades de los
seguros médicos cuando los trabajadores lesionados, enfermos,
discapacitados o adictos salen del sistema o mueren.
La reducción de la expectativa de vida de los trabajadores y miembros
de su familia es un motivo de celebración para Wall Street y la prensa
financiera. Más de 560.000 trabajadores murieron por el uso de opiáceos
entre 1999 y 2015, lo que contribuyó a bajar la expectativa de vida de
los asalariados y redujo las responsabilidades para pagar pensiones
tanto de Wall Street como del Seguro Social
(Social Security).
Las desigualdades son acumulativas y afectan a varias generaciones y sectores sociales.
Las familias de los multimillonarios, hijos y nietos, heredan miles
de millones. Tienen acceso privilegiado a las escuelas y a las clínicas
más prestigiosas; y convenientemente se enamoran de personas igualmente
privilegiadas y bien conectadas con las que unen fortunas y forman
imperios financieros aún más grandes. Su riqueza les permite comprar una
cobertura de prensa favorable, incluso servil, y les garantiza acceso a
los abogados y contadores más influyentes para encubrir estafas y
evasión impositiva.
Los multimillonarios contratan a innovadores y
managers de
maquilas -con diplomas en negocios (MBA)- para que inventen nuevas
maneras de recortar los salarios, incrementar la productividad y
asegurarse de que las desigualdades se profundicen aún más. Los
multimillonarios no tienen que ser ni los más brillantes ni los más
innovadores, puesto que ellos pueden simplemente comprar en el "libre
mercado" ese talento y descartarlo a su antojo.
Los multimillonarios compran a otros o se unen a otros, formando directorios entrelazados
(interlocking directorates [2] ). Bancos,
tecnología de la información, fábricas, almacenamiento, alimentos,
artefactos, laboratorios farmacéuticos y hospitales están directamente
relacionados con las élites políticas que se deslizan por las puertas
rotatorias para reunirse con el FMI, el Banco Mundial, el Tesoro de
EEUU, los bancos de Wall Street y los prestigiosos bufetes de abogados.
Consecuencias de las desigualdades
En primer lugar, los multimillonarios y sus asociados políticos,
legales y corporativos ejercen un dominio sobre los partidos políticos.
Designan a los líderes y a todo aquel que desempeñe un puesto clave
asegurándose que los presupuestos y las medidas políticas incrementarán
sus ganancias, erosionarán los beneficios sociales de las masas y
debilitarán el poder político de las organizaciones populares.
En segundo lugar, se traslada el peso de la crisis económica sobre
los hombros de los trabajadores: los echan y los vuelven a contratar a
tiempo parcial, como mano de obra temporal. Los rescates con dinero
público, aportado por los pagan impuestos, son subsidios que los
multimillonarios reciben gracias a la doctrina que sostiene que los
bancos de Wall Street son demasiado grandes para fracasar y los
trabajadores son demasiado débiles para defender su salario, trabajo y
estándar de vida.
Los multimillonarios compran a las élites políticas, que a su vez
designan a las autoridades del Banco Mundial y del FMI que tienen la
tarea de establecer políticas que congelen o reduzcan los salarios,
recorten las obligaciones de las corporaciones y de la salud pública y
aumenten las ganancias privatizando empresas públicas y facilitando el
traslado de las corporaciones a países con salarios e impuestos más
bajos.
Como resultado, los trabajadores -que reciben pago por hora o por
mes- están menos organizados y tienen menos influencia; trabajan más por
menos dinero, sufren mayor inseguridad laboral y más lesiones -físicas y
mentales- en el lugar de trabajo, caen en el deterioro y la
discapacidad, salen del sistema, mueren anticipadamente y más pobres y,
en el proceso, proveen ganancias inimaginables para la clase
multimillonaria. Incluso las adicciones y la muerte son fuente de
ganancia -como puede atestiguar la familia Sackler, fabricante de
Oxycontin [3] .
Los multimillonarios y sus acólitos políticos sostienen que una
agudización del sistema impositivo regresivo incrementaría inversiones y
puestos de trabajo. Los datos dicen otra cosa. El grueso de las
ganancias repatriadas se usan para comprar acciones de la propia cartera
con el fin de incrementar las ganancias de sus inversores; no se
invierten en la economía productiva. Los conglomerados entienden que
menos impuestos y más ganancias es igual a más compras de empresas (más
concentración) y mayor migración hacia países con salarios más bajos. En
realidad, los impuestos son menos de la mitad de lo que dice la tasa y
son un factor principal en la agudización de la concentración de riqueza
y poder -ambos causa y efecto a la vez.
Las élites corporativas, los multimillonarios del complejo Silicon
Valley-Wall Street están relativamente satisfechos de que sus preciosas
desigualdades sean garantizadas y expandidas con los presidentes
Demócratas y Republicanos, mientras continúan los "buenos tiempos".
Lejos de la élite multimillonaria, los capitalistas locales también
claman por mayor inversión pública en infraestructura para expandir la
economía interna, menos impuestos para aumentar las ganancias y más
subsidios estatales para incrementar la capacitación de la fuerza de
trabajo mientras se reducen los fondos para salud y educación pública.
No son conscientes de la contradicción que esto involucra.
Dicho de otra manera, la clase capitalista como un todo, la nacional y
la internacional, persiguen las mismas políticas regresivas,
promoviendo la desigualdad en su lucha por incrementar su parte en las
ganancias.
Ciento cincuenta millones de contribuyentes asalariados han sido
excluidos de las decisiones socio-políticas que influyen directamente en
su salario, empleo, tasas de impuestos y representación política.
Ellos entienden o por los menos tienen la vivencia de cómo funciona
el sistema de clases. La mayoría de los trabajadores conocen las
injusticias derivadas de los falsos "tratados de libre comercio" y del
sistema impositivo regresivo que abruman a la mayoría de los
trabajadores.
Sin embargo, la desesperación y hostilidad del trabajador se enfoca
directamente contra los "inmigrantes" y contra los "liberales" que han
apoyado la importación de mano de obra barata y poco calificada con el
disfraz de "libertad". Esta imagen "políticamente correcta" de la mano
de obra importada sirve para encubrir una política que ha servido para
abaratar los salarios, beneficios y condiciones de vida del trabajador
de EE.UU, ya sea en la tecnología, construcción o sector productivo. Los
conservadores adinerados, por otra parte, se oponen a la inmigración
con el disfraz de "ley y orden" y para bajar el gasto social -a pesar
del hecho de que todos ellos usan los servicios de niñeras, tutores,
enfermeras, doctores y jardineros. Sus sirvientes pueden también ser
deportados si fuera conveniente.
Los temas planteados a favor o en contra de los inmigrantes eluden la
causa de origen de la explotación económica y la degradación social de
la clase trabajadora: la alianza entre la clase multimillonaria y la
élite política.
Para revertir las prácticas impositivas de carácter regresivo y la
evasión de impuestos, los bajos salarios y el incremento de las tasas de
mortalidad causado por narcóticos y otras causas que se pueden prevenir
-que redundan en ganancias para las compañías aseguradoras y la
industria farmacéutica- es necesario forjar alianzas que conecten a los
trabajadores, pensionados, estudiantes, discapacitados, ciudadanos
desalojados, deudores, subempleados e inmigrantes como una fuerza
política unificada.
¡Es más fácil decirlo que hacerlo, pero al menos hay que intentarlo! Absolutamente todo está en juego: vida, salud y felicidad.
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Notas de la traductora:
[1] Medicaid es un programa que provee servicios médicos a las
personas de recursos limitados. Cofinanciado por el gobierno federal y
los gobiernos estatales, es administrado por cada estado, el que tiene
amplio poder de decisión para determinar quién puede acceder al
programa.
[2]
Intelocking directorate se refiere a la relación entre
miembros de directorios de diferentes corporaciones en la que la misma
persona forma parte de varios directorios. La conexión cobra mayor
relevancia cuando los productos de las empresas involucradas se supone
que deben competir en el mismo mercado, pero, por conflicto de intereses
no lo hacen y, por tanto, no cumplen con las leyes federales
antimonopólicas, como la ley Clayton, que prohíbe específicamente la
existencia de directorios entrelazados.
[3] Oxycontin: analgésico opiáceo de acción prolongada.
Artículo original: https://petras.lahaine.org/how-billionaires-become-billionaires/. Traducido para Rebelión por Silvia Arana