"GLADIO": LA MAYOR RED TERRORISTA DE LA HISTORIA (2ª PARTE)
CAPÍTULO 3: LA ALIANZA VATICANA El
Vaticano fue un lugar clave, paraíso fiscal en la práctica, donde
depositar las ingentes cantidades del dinero sucio de Gladio que
estuviese alejado de un mínimo control por el Tesoro norteamericano y
qué mejor lugar que el llamado Instituto para las Obras de la Religión
(IOR), comúnmente conocido como el Banco del Vaticano. Según Williams
debido al carácter clandestino y secreto de este banco, millones de
dólares pueden ser depositados en el IOR de forma continuada canalizados
a través de cuentas bancarias suizas numeradas, evitando, de este modo,
la posibilidad de su detección. Era el lugar perfecto para la CIA y la
mafia siciliana para lavar sus ganancias ilícitas del narcotráfico y
para la Iglesia Romana el modo de financiar su actividad política. De
hecho, Pio XII, el Papa de Hitler, era de los más dispuestos a permitir
que el dinero negro de Gladio fluyese a través del Banco Vaticano. Es
más, La Administración Truman canalizó más de 350 millones de dólares a
la Santa Sede para su propio “alivio económico”. El Papa utilizó estos
fondos para reactivar el Partido Demócrata Cristiano (PDC)
Una
vez conseguida la financiación y puestos los fondos a recaudo en el
Vaticano había que atajar el “problema” comunista en la Italia de la
postguerra con la aplicación de medidas draconianas. Así lo refiere
nuestro autor: En los últimos meses de 1947 cientos de hombres
integrantes de la mafia comenzaron a llegar a Italia desde Nueva York,
Chicago y Miami para “ayudar” a abordar el problema comunista. Con el
dinero negro de la CIA estos sicarios fueron pagados directamente por el
Banco del Vaticano. De este modo la Santa Sede forjó una alianza con la
mafia siciliana, que fue fortalecida en las tres décadas siguientes.
Los gángsters pasaron a la acción: quemaron sedes de partidos
comunistas, realizaron intentos de asesinato y otros los consumaron de
la forma más brutal posible (como fue el caso de los crímenes de
Portella della Ginestra donde hubo, inclusive, niños entre las
víctimas). Según Williams, A lo largo de 1948, sólo en Sicilia, los
ataques terroristas perpetrados por la mafia y apoyados por la CIA
ocasionaron un promedio de cinco muertes a la semana
EL VATICANO, ESCUADRÓN DE LA MUERTE Así
de diáfano y cristalino habla Paul Williams en uno de sus subcapítulos
para referirse a cómo la propia iglesia romana vaticana, a través de uno
de sus sicarios con sotana, Monseñor Giuseppe Bicchierai, bajo la
autoridad papal, reunió una banda terrorista con la tarea asignada de
agredir a los candidatos comunistas, sabotear reuniones de grupos
políticos de Izquierda e intimidar a los votantes. Toda la logística,
incluido el dinero, fue proporcionada por la CIA.
Todo ese
dinero, contante y sonante, recibido de la CIA por los grupos
terroristas mafiosos que operaban en Italia en contra de los comunistas
fueron depositados por los miembros de las familias del crimen
organizado en bancos católicos de toda Italia, entre ellos el Banco
Ambrosiano. Estos bancos, gracias al Tratado de Letrán (que estableció
la Ciudad del Vaticano como un Estado soberano), se libraban del control
fiscal por parte del Banco de Italia y el Departamento del Tesoro de
ese país. El plan de Helliwell se habia aplicado, las conexiones con la
mafia eran un hecho y la alianza con el Vaticano se habia forjado. Pero
hubo un problema: la multinacional farmacéutica italiana Schiaparelli,
encargada de fabricar la heroína, no podÍa satisfacer la creciente
demanda de la CIA. Tuvieron que buscar nuevos mercados o la guerra fría
podría perderse.
CAPÍTULO 4: LAS REDES DEL NARCOTRÁFICO Para
abrir nuevas rutas en el tráfico de drogas con el que mantener el
negocio terrorista de Gladio se necesitaba “cambiar de aires” y Francia
fue uno de los lugares elegidos donde afianzar alianzas entre el crimen
organizado. En concreto, Marsella, gracias a la ayuda de la CIA, se
convirtió en el nuevo centro de la industria de la heroína. Para 1951,
sólo unos meses después de que las mafias corsa y siciliana tomasen el
control de la costa, Guerini, un jefe de la mafia corsa, reclutó gran
cantidad de químicos franceses y abrió su primera “refinería” de opio.
La conexión francesa entre el clan siciliano del jefe mafioso Don Calo y
la familia del crimen americano, representada por Lucky Luciano, se
había establecido.
Las rutas turca y del sudeste asiático fueron
zonas esenciales para el sostén del aparato logístico-criminal de
Gladio a través de varios de los hijos adoptivos de la CIA en esas
regiones, ya fuesen traficantes de opio (El Khoury, sirio) u
organizaciones que luchaban contra el comunismo (el Kuommitang, en
China, o los diversos títeres que EEUU tenía repartidos por Vietnam del
Sur, Birmania o Thailandia). Tal era el grado de penetración de la CIA
en el control y distribución del narcotráfico que En 1998, Dennis Dayle,
ex jefe de una unidad de élite de la DEA, dijo que “En mis 30 años de
carrera en la Administración de Control de Drogas los principales
objetivos de mis investigaciones, invariablemente, resultaron estar
trabajando para la CIA.”
Otra
pieza indispensable en el engranaje de Gladio, dado el vertiginoso
avance que estaba teniendo el comercio de opio en el mundo, fue jugar,
por parte de la CIA, la baza de la desinformación y orquestar falsas
banderas de tipo mediático para endosar a sus enemigos ideológicos
informes falsos como el que hizo referencia a que el Presidente chino
Mao Tse Tung estaba implicado en el tráfico de entre doscientas a
cuatrocientas toneladas de opio al año, con origen en la provincia china
de Yunnan y destino hacia la capital de Tailandia, Bangkok. Para ello
la CIA montó la llamada Operación Sinsonte, en 1953, donde contrató a
editores y periodistas de los principales medios de EEUU para fabricar
noticias falsas y mostrar una imagen positiva de la CIA como garante de
la lucha contra las drogas.
CAPÍTULO 5: LA SOCIEDAD SECRETA Afirma
Williams que A lo largo de la década de 1950, cientos de clérigos
italianos y miembros de la “nobleza negra” de la Iglesia se unieron a la
mafia en apoyo de la Operación Gladio. Paolo Taviani, uno de los
fundadores del Partido Demócrata Cristiano y nuevo ministro de Defensa,
se convirtió en uno de los comandantes de la unidad 622 “stay-behind” en
Italia. Cada unidad estaba formada de doce a quince “gladiadores”,
todos los cuales fueron entrenados por fuerzas estadounidenses y
británicas en la base de Capo Marargiu en el extremo norte de Cerdeña.
Estas
eran las unidades militares, por así decir, del Gladio terrorista
digamos más operativo. Pero Williams señala que hubo otro Gladio …¡el
eclesial! que dio soporte al anterior a través de sus cardenales y
monseñores. Así Las unidades católicas fueron dirigidas por Augustin
Bea, rector del Instituto Bíblico Pontificio, más Agostino Casaroli y
Fiorenzo Angelini. A estos tres clérigos, que habían sido elegidos por
el Santo Padre, se les unió Michele Giordano, un asistente diocesano de
Acción Católica. Los cuatro prelados fueron elevados, posteriormente, al
“cardenalato” por su trabajo en esta empresa clandestina. Por otra
parte, figuras de la nobleza católica también se convirtieron en
prominentes representantes del Gladio Católico, incluyendo a Giulio
Andreotti, cofundador del Partido Demócrata Cristiano (y luego, en la
vejez, arrepentido, fue el que destapó la trama Gladio, como es sabido).
Como advierte Williams, el papel de los sacerdotes y obispos católicos
no se iba a limitar solamente a ser agitadores propagandísticos
anticomunistas sino que iban a estar preparados, también, para el
combate real en caso de que la Guerra Fría se tornase caliente
Un
elemento fundamental para garantizar, lógicamente, la naturaleza
clandestina de Gladio era protegerla. Y para ello se utilizó a la
masonería, por lo que se llevaron a cabo reuniones de las fuerzas
anticomunistas con las logias masónicas. La más importante fue la
conocida como Logia Masónica Propaganda P2 que estuvo nutrida,
paradójicamente, por gran cantidad de dignatarios eclesiásticos de los
que Williams señala en su libro una relación de los más importantes.
Licio Gelli, la cabeza más prominente de la P2, era un ateo confeso y
Gran Maestro de la logia P2 y se convirtió, además de en Caballero de la
Orden de Malta, en uno de los hijos predilectos de la Santa Madre
Iglesia. Gracias en parte a Gelli, más de mil seiscientos científicos
nazis y sus colaboradores se dirigieron a los Estados Unidos para
inaugurar la era espacial. Muchos de estos nazis acabaron trabajando
como diseñadores de aviones e ingenieros de la L. Glenn Martin Company
(más tarde la Lockheed Martin Corporation) y Republic Aviation.
Gelli
tuvo también el “honor” de poner bajo su custodia al criminal de guerra
nazi Klaus Barbie (el llamado “carnicero de Lyon”, responsable de más
de 4.000 muertes y otras tantas deportaciones en la II Guerra Mundial).
Se sabe que la inteligencia estadounidense lo protegió en una casa en
las afueras de la localidad alemana de Augsburg pagándole 1700 dólares
mensuales de la época. Barbie es conocido que fue agente encubierto de
la CIA y el BND (el servicio alemán federal de espionaje) para actuar en
Latinoamérica en el exterminio de los opositores de izquierda. El
establecimiento de la llamada “ruta de las ratas” (el aparato de fugas
nazi hacia Sudamérica) puso a Gelli en estrecho contacto con el futuro
Papa Pablo VI. Al término de la guerra, monseñor Montini (Pablo VI)
había sido puesto al mando de Caritas Italiana, una organización
benéfica del Vaticano que había proporcionado “protección” a soldados
alemanes nazis y a sus simpatizantes. Además, Gelli, en su calidad de
multidelincuente, se hizo con el contrabando de 80 millones de dólares
en lingotes de oro y plata procedentes de otros criminales de guerra
(los ustachi croatas) con destino a las arcas del Banco Vaticano. Como
no era tonto, precisamente, el propio Gelli se “agenció” 150 lingotes de
oro para él mismo, “pecado” que fue, por supuesto, perdonado por la
curia romana. En definitiva, el que quiera ver el recorrido siniestro de
este sujeto, Gelli, lo puede seguir en este extenso y documentadísimo
capítulo donde, lógicamente, por razones obvias, no es posible
trasladarlo entero aquí.
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Michele Sindona en la cárcel |
CAPÍTULO 6. EL ASCENSO DE MICHELE SINDONA Michele
Sindona, destacado y respetado miembro de la mafia siciliana, fue otro
de esos turbios personajes de los que estuvo plagado el entramado Gladio
(es decir, terrorismo de Estado, mafia, drogas y agencias de
espionaje). Ascendido al “estrellato” de la mafia tras la caída de otro
mafioso, Vito Genovese, Sindona se movió entre la CIA y los negocios
ilegales, forjando amistades con elementos tan siniestros como el
conocido cardenal norteamericano Paul Marcinkus (apodado “el Gorila”).
Marcinkus era, según Williams “el hombre señalado para servir de
guardaspaldas al Papa Pablo VI”. Sindona continuó sus negocios
adquiriendo bancos como el de Messina, otra cloaca financiera más donde
operaba la mafia siciliana, por supuesto, siempre con la vista puesta en
Suiza como destino final del dinero sucio.
Como dice con ironía
Paul L. Williams “la mejor manera de robar un banco es comprarlo”. De
este modo, fueron varios los bancos que fueron comprados por la mafia y
la CIA para sufragar la red terrorista Gladio. Sindona, además de agente
de la CIA y asesor financiero del Vaticano fue un ladrón. Una cosa nada
extraordinaria por cuanto, además, el criminal Sindona se solía librar
fácilmente de las (pocas) investigaciones legales. Sindona se hizo de
oro, plata y diamantes y así lo refleja Williams 1969 resultó ser un año
excepcional para Sindona. Se erigió como la figura financiera más
poderosa de Italia. El “Gruppo Sindona” incluía seis bancos, la cadena
internacional de hoteles CIGA y quinientas empresas más. Controlaba el
mercado de valores de Milán, donde el 40 por ciento de las acciones que
se negociaban en un día cualquiera estaban bajo su control. Su capacidad
para influir en la situación financiera de Italia fue tan profunda que
el ex primer ministro Giulio Andreotti, ex miembro de la P2, lo proclamó
“el salvador de la lira.”
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Pablo VI |
Después
de una reunión que tuvo el Papa Pablo VI con Sindona el pontífice se
mostró alarmado por el hecho de que no quería que todos los activos
financieros, vinculados fundamentalmente a los multimillonarios negocios
de Sindona, dejasen en evidencia la inmensa riqueza que poseía el
Vaticano. Así que puso en manos del mafioso, en acuerdo sellado y
firmado, todo el control de los negocios vaticanos. El acuerdo dejó a
Sindona el control absoluto de miles de millones de dólares de las
cuentas vaticanas. El Vaticano tenía negocios con entidades financieras
como el Banco Rothschild, el Chase Manhattan Bank o el Credit Suisse,
empresas automovilísticas como General Motors, corporaciones del sector
eléctrico como General Electric o petroleras como Shell Oil o Gulf Oil.
Además, la Santa Sede controlaba dos líneas de transporte marítimo, la
empresa automovilística italiana Alfa Romeo y era accionista principal
de varios hoteles de lujo en Italia, además de una compañía farmacéutica
que fabricaba píldoras anticonceptivas (Serono). Las operaciones de
Sindona para camuflar los multimillonarios negocios vaticanos,
liquidando sus activos, se hizo en secreto y ocasionó millonarias
pérdidas a la iglesia de Roma.
WIilliams habla en pasado, pero
hay que advertir que todo esto último que señala el investigador
norteamericano (los vínculos financieros y empresariales de la iglesia
vaticana con entidades iguales o parecidas a las señaladas) sigue bien
presente y vigente a día de hoy. Michele Sindona no pudo, al final,
atrincherarse en la impunidad y fue juzgado y condenado a cadena
perpetua por múltiples delitos, entre ellos el de asesinato. Murió
envenenado con cianuro, al más puro estilo de “vendetta” italiana. La
teoría del “suicidio”, barajada como hipótesis de su muerte, es
insostenible ya que el propio Sindona afirmó poco antes de morir: “Me
han envenenado”.
(Fuente:
http://uraniaenberlin.com/)