La otra historia 2x14 - El mundo intraterreno Cueva de los Tayos
El mundo intraterreno Cueva de los Tayos
La
Cueva de los Tayos se localiza geográficamente en la República del
Ecuador y más concretamente en la provincia de Morona Santiago, Cantón
Limón Indanza. Considerada por su orografría como zona montañosa
irregular, llamada Cordillera del Cóndor. La Cueva de los Tayos se
ubicada en la selva alta virgen y linda a una distancia de 2 km al sur
con el Río Santiago, y 800 metros en dirección este ,con del Río
Coangos (Kuankus); Se eleva a una altitud de 539 m sobre el nivel del
mar.
El porque de este
nombre se atribuye a sus condiciones de hábitat idóneas para las aves
nocturnas de la familia del Búho, también llamadas Tayos (Steatornis
caripensis) y que habitan solo en un par de cuevas en Latinoamérica. Las
ciudades más cercanas son: Méndez y Santiago.
La
cueva se haya en tierras perteneciente en la actualidad ,a los
Indígenas Nativos del Centro sindical Kuankus (Coangos) - cuevas de los
Tayos, formando parte del territorio independiente de los Shuar Arutam.
La entrada principal a la cueva de Los Tayos se encuentra en zona
montañosa e irregular a una altitud aproximada de 800 metros, en pleno
desmonte septentrional de la Cordillera del Cóndor.En este punto en
concreto se sitúa, la entrada al mundo subterráneo de la Cueva de los
Tayos. El acceso consiste en un túnel vertical, de un diámetro de 2 m y
tiene una profundidad de 63 m.
Un poco de historia
Se
podría dar como fecha de su hallazgo, el 21 de julio de 1969.En en la
ciudad costeña de Guayaquil, dice que “se descubren valiosos objetos de
gran valor cultural e histórico para la humanidad”. Los mencionados
objetos consisten especialmente en láminas metálicas que contienen
probablemente el resumen de la historia de una civilización extinguida,
de la cual no tenemos hasta la fecha el menor indicio.
Viven
en las inmediaciones de la Cueva de los Tayos del Ecuador los Shuaras,
llamados antiguamente como Jíbaros, denominación despectiva por su
arte en el pasado de reducir cabezas. Estos fueron los primeros
exploradores del sistema subterráneo, pues cada mes de abril bajaban a
la cueva para robar los polluelos de los Tayos cuyo tamaño es mucho
mayor que los de una paloma. Pero en medio de este trabajo, surgieron
las sorpresas como es el caso de la llamativa y que sin duda fue el
hallazgo huellas gigantes sobre bloques de piedra y que a juzgar por
su forma no natural sugieren un origen artificial.
Volviendo
al mencionado asunto de los objetos encontrados, destacan LAS PLANCHAS
METÁLICAS DEL PADRE CRESPI. El padre Crespi es uno de los nombres que
se asocian a los Tayos.Una de las explicaciones más inquietantes sobre
el porque de las planchas se atribuye a la existencia de una presunta
biblioteca metálica que de existir, y siempre bajo el testimonio de
JANOS Moricz, personaje sobre el que versa este audio y que dicho sea
de paso, con loa años cambio su nombre JANOS por el español de Juan,
....pues bien , según Juan Moricz ,allí encontraríamos registrada la
historia de la humanidad de los últimos 250.000 años.
Estas
planchas, nos lleva en línea recta a los extraños objetos que en su
momento custodió el padre salesiano Carlo Crespi, en el patio de la
Iglesia María Auxiliadora de Cuenca. Los objetos que fueron encontrados
por nativos y en un acto de amabilidad y gratitud, se los cedieron al
padre Crespi.
Muchos de
estos objetos por no decir todos luego fueron robados. El filólogo hindú
Dileep Kumar tuvo la fortuna de analizar los símbolos que contine una
de las láminas de oro, aparentemente, de unos 52 cms. de alto, 14 cms.
de ancho y 4 cms. de grosor.El experto hindú concluyó que los
ideogramas pertenecen a la clase de escritura Brahmi, utilizada en el
período Asokan de la historia de la India, hace unos 2.300 años.
Cuatro
años más tarde, el doctor Barry Fell -Profesor de Biología de la
Universidad de Harvard- identificaba 12 signos de la lámina en cuestión
con los propios signos empleados en el Zodíaco. Finalmente descubrieron
artefactos tallados en concha: cuentas de collar, placas de forma
cuadrangular y rectangular, un disco con imágenes de serpientes y otro
con rasgos felinos. Se piensa que todos estos objetos servían para algún
tipo de rito. Las decoraciones y formas de metal tienen una vinculación
con la cultura Narrío 1 (Cañar y Azuay), que recibió influencia de la
cultura Machalilla. Se ha determinado que todo el material encontrado
data de 1500 a 1020 a.C.
Volviendo
a nuestro protagonista, el investigador húngaro de nacionalidad
argentina, Juan Moricz, exploró en 1969 a fondo la caverna, encontrando
muchas láminas de oro que contenían incisiones arcaicas parecidas a
jeroglíficos, estatuas antiguas de estilo medioriental y otros numerosos
objetos de oro, plata y bronce: cetros, yelmos, discos y placas. El
investigador húngaro llevó a cabo también una extraña tentativa de
oficializar su descubrimiento, llegando a registrar sus hallazgos en
oficina y ante notario en Guayaquil, el día 21 de julio de 1969, pero su
solicitud, fue rechazada.
Deprestigio, controversia y conspiración
Como
suele suceder con los grandes hallazgos que pueden llegar a ser una
amenaza para la historia oficial contada a la humanidad, surgen
situaciones y otros personajes que bien atendiendo a intereses de lucro
personal, terminan por sembrar las dudas en el resto de quienes tratamos
de buscar certezas en aquello que se oculta y callan o bien, tratamos
de sentir sin intelectualizar para que brote de nuestro interior la
certeza de historias que cuanto menos quedan tachadas de excéntricas o
de pura ciencia ficción.
En
1972, entra en escena el escritor suizo Erik von Daniken quien tomando
conocimiento de la información de Juan Moricz ,difunde en todo el mundo
el hallazgo del investigador húngaro en su best seller, “El oro de los
dioses” cuando en realidad, Erich von Däniken no estuvo jamás en la
selva que encierra estas cuevas.
El
descubrimiento asombroso de Juan Moricz atrajo al escritor e
investigador suizo hacia el Ecuador y la Cueva de los Tayos, conoció y
se entrevistó con Moricz , con el padre Crespi, recabó todo tipo de
información que después plasmó en su libro “El Oro de los dioses”
publicado en 1974 y del que se vendieron la friolera de 5 millones y
medio de ejemplares
Lo lamentable
de todo lo acontecido fue que Moricz, como “descubridor”, no recibió ni
una sola moneda por su inestimable colaboración con von Däniken.
Las exploraciones
En
momento se difunde por todo el mundo la noticia del descubrimiento de
Juan Moricz, comienza a moverse la maquinaria de la oporunidad de
estudiosos , esotéricos, curiosos, etc. y comienzan las exploraciones en
la Cueva de los Tayos a través de expediciones financiadas con capital
privado. Quizá sea la expedición conducida en 1976 por el investigador
escocés Stanley Hall, una de las mas arriesgadas y peligrosas.En esta
misma curiosamente o no tan curiosamente, fue tripulada por el
astronauta Neil Armstrong, el mismo que oficialmente figura como el
primer hombre que pisó la luna en 1969.
Cuenta
el propio Armstrong que los tres días que estuvo en el interior de la
gruta, fueron tanto o mas interesantes que su viaje a la luna. Fue
coparticipe de la misma el espeleólogo argentino de origen vasco, Julio
Goyen Aguado, que a su vez, fue íntimo amigo de Juan Moricz. El propio
Juan Moricz, cedió los datos para poder localizar ansiadas y polémicas
placas y láminas de oro talladas.
En
el transcurso de la expedición en la que Moritz no participó, fue Goyen
Aguado, bajo indicación de su íntimo amigo, quien se ocupó de despistar
a Stanley Hall, con objeto de impedir que los británicos pudieran
apropiarse de las valiosas y antiquísimas piezas de oro. Por el
contrario y para dispersar la posible verdad, cuentan otras versiones
que los anglosajones se apoderaron de gran parte de lo allí descubierto
y lo trasladaron de forma ilícita a Ecuador.
Otra
historia refleja que el descubridor de los inmensos tesoros
arqueológicos ocultos desde hace milenios en la Cueva de los Tayos no
fue el húngaro Moricz, sino el sacerdote salesiano Carlos Crespi
(1891-1982). El religioso original de Milán llegó a la selva amazónica
ecuatoriana en el lejano 1927, sería quien desveló el camino y forma de
entrar en la gruta, así como de facilitar la ruta segura dentro del
laberinto que se localiza en las profundidades de la cueva.
A
su vez, el conocimiento de todo lo comentado por parte de Crespi, fue
con motivo de ganarse pronto la confianza de la población que habita la
zona conocidos como Jíbaro.Durante el transcurso de los años, el
salesiano consiguió una gran colección compuesta por cientos de
fabulosos pedazos arqueológicos que se remontan a una época desconocida,
muchos de ellos de oro o laminados en oro, en su gran mayoría
magistralmente tallados con antiquísimos glífos que nadie supo
interpretar hasta hoy. Pasado 1960, Crespi consiguió que el Vaticano le
autorizase para abrir el museo de la ciudad de Cuenca, pues en este
sitio estaba ubicada su misión salesiana. Tras el incendio de 1962
parte de los hallazgos se perdieron para siempre.
Crespi
estaba convencido de que las láminas y las placas de oro que él
encontró y estudió señalaban sin lugar a dudas que el mundo antiguo
medioriental anterior al diluvio universal estaba en contacto con las
civilizaciones que se habían desarrollado en el Nuevo Mundo a partir de
hace sesenta milenios. Según el Padre Crespi, los arcaicos signos
jeroglíficos grabados eran ni mas ni menos que la lengua madre de la
humanidad, el idioma hablado antes del diluvio. Las conclusiones de
Crespi eran extrañamente similares a las de otros investigadores del
mismo período, como el esotérico peruano Daniel Ruzo (estudioso de
Marcahuasi), el médium estadounidense G. H. Williamson, el arqueólogo
italiano Constantino Cattoi o el investigador italo-brasilero Gabriel
D’Annunzio Baraldi (quien documentó a fondo la Pedra do Ingá).
A
fines de los años 70 del siglo pasado, Gabriel D’Annunzio Baraldi
visitó frecuentemente Cuenca, donde conoció tanto a Carlo Crespi como a
Juan Moricz. En aquella ocasión, Carlo Crespi le reveló al
italo-brasilero que la Cueva de los Tayos no tenía fondo y que las miles
de ramificaciones subterráneas no eran naturales, sino construidas por
el hombre en el pasado. Según Crespi, la mayoría de los hallazgos que
los indígenas le daban provenían de una gran pirámide subterránea,
situada en una localidad secreta. El religioso italiano confesó luego a
Baraldi que, por miedo a futuros saqueos, ordenó a los indígenas cubrir
totalmente de tierra dicha pirámide, de manera que nadie pudiera
encontrarla nunca más.
Los amos entran en acción
La
obra de Däniken fué leída por Stanley Hall, oficialmente un ingeniero
escocés, quien contactó con Moricz para proponerle una expedición al
interior de la Cueva de los Tayos. Moricz aceptó en tanto en cuanto él
fuera el jefe de la expedición y con la condición de que la expedición
inglesa no se llevara las piezas arqueológicas que se hallaran.
El
interés real de Stanley Hall, era obtener información de primera mano
a través de Juan Moricz, en 1973. Hábilmente Moricz, no entró en el
juego sucio de Hall y este es el motivo por el que declinó la invitación
de participar en la expedición británica. Hall que no aceptó las
condiciones de Moricz, pues su intención era llevar el mando de la
expedición inglesa con el supuesto fin de saquear el tesoro de Ecuador y
llevarse todas las piezas posibles.
La
otra opción de Hall fue alcanzar un acuerdo con las autoridades
ecuatorianas para finalmente en julio de 1976, organizar una expedición
británico-ecuatoriana, que en realidad era británico-estadounidense,
compuesta en su mayoría por personal científico y militar. El
espeleólogo argentino, de origen español, Julio Goyen Aguado, que había
sido contratado para la expedición, sospechaba que Stanley Hall
pertenecía al servicio secreto británico ( y no se equivocaba) y que a
su vez, militaba a la vez en logias masónicas inglesas. De hecho el
propio Goyen Aguado, declaró que la expedición británica tenía un
interés obsesivo en encontrar la Biblioteca Metálica de Tayos, para
llevársela ellos en secreto a Inglaterra, claro.
Neil
Armstrong y Stanley Hall, fueron financiados en esta expedición por
logias masónicas illuminati junto con los servicios secretos
anglo-norteamericanos. Esta expedición que mencionamos fué en realidad
secreta, desvergonzada e infame, de masones iluminados, asociados con
los servicios secretos anglo-norteamericanos, sus componentes y medios
económicos sufragados por la Elite conspiradora illuminati del mundo.
La
expedición masónica se valió de la ayuda de los guías nativos Shuaras,
que declararon posteriormente que se sintieron utilizados y
coaccionados. La expedición salió con no menos de 4 cajas de madera,
llenas de piezas antiguas, y desde entonces pesa un manto de silencio
sobre aquella extraña expedición del año 1976.De aquella silenciosa
expedición nunca se supo más. Nunca hubo Ruedas de Prensa, ni
comparecencias ante los medios de comunicación, ni Conferencias, por
parte de Neil Armstrong, Stanley Hall, ni de ningún miembro de la
Expedición británica de 1976.Solamente llegaron a transcender algunas
imágenes fotográficas seleccionadas, pero no todas.
Tampoco
hubo entrevistas ni libros escritos de aquella expedición por parte de
sus miembros. Todo quedó en el más absoluto secreto. Materia Reservada,
clasificada como Top Secret. Juan Moricz, murió en extrañas
circunstancias, nunca aclaradas, en 1991, dejando a Julio Goyen Aguado
como heredero de toda su fortuna de tesoros arqueológicos. En 1999, el
espeleólogo, Julio Goyen Aguado, que estuvo presente en la expedición de
1976, y heredero del tesoro Moricz, falleció en un accidente de
tráfico, al volcar de madrugada su camioneta en una carretera próxima a
San Rafael, en las cercanías de un puente sobre el río Diamante, al sur
de Mendoza.
Origen intraterrestre y extraterrestre de los Tayos. Lo nunca contado
Juan
Moricz, FUE REALMENTE el descubridor NO DELA CUEVA, SINO de una
civilización intraterrena en la cueva de los Tayos. Se dice que su
legado a su muerte en extrañas circunstancias fue a para a manos de
Julio Goyén Aguaso, un espeleólogo Vasco radicado en Argentina desde
1947 donde llegó con su familia a la edad de 6 años. Las revelaciones
que contiene la documentación recogida en los años de trabajo de Juan
Moricz , confirman la existencia de que la tierra es la tierra hueca,
intraterrenos y extraterrestres, con los que estuvo Moricz en 1969 a 2
km al sur del Rio Santiago en Ecuador.
A
mediados de 1991, la ciudad de Victoria (Entre Ríos), Argentina, fue
escenario de una gran oleada de avistamientos de ovnis. Los relatos de
extrañas luces que sobrevuelan la costanera o se zambullen en la Laguna
del Pescado se suceden en forma ininterrumpida. En setiembre de 1991, el
diario Clarín tituló: "Técnicos de NASA investigaron la aparición de
ovnis en Entre Ríos", comprobándose poco después que era invento de un
locutor local, a pesar de lo cual todos los fines de semana el pueblo
continúo convocándose en la costanera para ver llamativos juegos de
luces en el cielo.
El 15
de agosto de 1992, a las 8 de la mañana, arribaron a Victoria seis
hombres en dos automóviles procedentes de Buenos Aires, cargando
"instrumentos extraños" y un bote inflable. Estuvieron tres días y no
quisieron hablar con nadie. Al frente del grupo había un militar de alto
rango, el resto eran científicos de distintas especialidades.
Se
hallaba en este grupo de civiles algún científico y un investigador
ovni ambos argentinos, otro de la NASA , dos militares y científicos
norteamericanos que acudieron con vestimenta de civil. La conclusión de
la investigación conjunta fue la existencia de una base subterránea bajo
las aguas, posiblemente con conexiones a los Tayos por medio de una
serie de galerías subterráneas que recorrerían toda la cordillera de los
Andes. Julio Goyén Aguado, fue como se dijo anteriormente el guía de
la expedición a los Tayos de 1976 del investigador escocés Stanley Hall.
Hall
resultó ser finalmente,un agente de inteligencia que trabajaba tanto
para la CIA como para el MI5 y que buscó apoderarse de lo encontrado por
Moricz. La expedición conjunta inglesa-norteamericana constaba de 120
miembros entre militares y civiles, con la participación del astronauta
Neil Alden Armstrong, en calidad de presidente honorario de la
expedición.
Conociendo
las verdaderas intenciones de la expedición, que eran las de apropiarse
de todo el conocimiento descubierto por Moricz y hacer contacto con los
habitantes intraterrenos para lo que necesitaban el conocimiento y guía
de los Shuaras, Juan Moricz le pide a Goyén Aguado que los despiste
dentro de la caverna para evitar que cumplan su propósito. Luego de esta
frustrada expedición, Moricz decide resguardar parte de lo descubierto
protegiéndolo en Argentina. A continuación unos párrafos del libro
“Lirico y profundo” de la vida de Julio Goyén Aguado: “Luego de los
sucesos relacionados con la expedición británica ´76, que serelatarán
más adelante, ambos decidieron que Aguado guardara algunas de estas
láminas y otros materiales en Buenos Aires, lo que efectivamente sehizo,
para lo que se debió atravesar por toda una serie de cinematográficas
vicisitudes".
El plan
estratégico para retirar de Ecuador e introducir luego en Argentina los
materiales aludidos. Todo ello se hizo mediante la preparación de un
plan preciso y meticuloso que implicó el viaje de un avión desde
Argentino hasta Ecuador junto con una estratagema de corte comercial de
empresarios argentinos.
Los
Shuaras fueron los custodios de la cueva y sus misterios por siempre,
desde que los habitantes del interior le otorgaron esa responsabilidad
para resguardar el secreto. Luego de unos años de investigación y
convivencia esporádica con los nativos, estos le relatan a Moricz la
existencia en el interior de la cueva de una entrada al “mundo interior
de los dioses” que sólo ellos conocían. Luego de ganar su confianza y
respeto, estos lo llevan a conocer a los “dioses del hombre” recorriendo
profundas y desconocidas galerías por horas hasta llegar a un recinto
custodiado por grandes estatuas. Los Shuaras mediante un ritual de
palabras y movimientos que desconozco (el ábrete sésamo de las mil y una
noches), abren un “portal” en la roca sólida e ingresan junto a Moricz a
un mundo idílico en el interior de la tierra, ahí son recibidos por sus
habitantes y conducidos a un recinto donde tienen una reunión y le
relatan resumidamente la historia de la tierra y la humanidad, de la
cual parte de ella ya la conoces por medio de este blog.
Junto
con los habitantes del interior se encontraban Seres que no eran de
esta tierra, eran viajeros estelares que estaban de paso o que vivían
junto a ellos. Los habitantes del interior le confían unos instrumentos o
utensilios, (desconozco si eran planchas de oro como las relatadas u
otra cosa) que son los que luego traen y esconden en Argentina. Cuando
Moricz vuele a la superficie, los Shuaras le dan la ubicación de una
vertiente de “oro líquido” a cambio de su silencio y protección del
“hombre blanco” de la cueva de los Tayos y sus secretos, que serán
develados cuando la humanidad de la superficie esté preparada.
Tiempo
después Juan Moricz funda una compañía minera de oro, cuyo único
integrante es el mismo, y se vuelve extremadamente rico. Gran parte de
la riqueza que generó se destinó de forma altruista, hacia obras para el
necesitado.
¿Por qué los
Shuaras le confían el secreto y lo llevan a conocer a los dioses,
pudiendo no hacerlo?. Lo desconocemos, pero un motivo valido tendrían y
seguramente no fue su completa decisión, pues ellos eran sólo los
custodios del secreto. Quizás fuese una decisión tomada por los dioses
del hombre, los habitantes del interior de la tierra que los recibieron.
Julio
Goyén Aguado falleció en 1999 en un accidente de circulación ocurrido
en la madrugada del último domingo en San Rafael, Mendoza. Además,
cuatro de sus colaboradores sufrieron graves heridas como consecuencia
del vuelco de la camioneta, Kia Besta, era conducido por Goyén Aguado,
quien perdió el dominio en las cercanías del puente sobre el río
Diamante y en la que viajaban por la ruta nacional 146, a la altura del
departamento San Rafael, 240 kilómetros al sur de Mendoza.
Goyén
Aguado pese a su origen vasco era más argentino que muchos. Dedicó su
vida a servir a la nación argentina y no solamente desde la
investigación científica, pasión que lo llevó a descubrir más de 500
cavernas naturales en la Argentina y en el mundo: también fue un
historiador sanmartiniano de porte.
Noble,
de palabra contundente y firme, tenaz hasta la admiración, cobijó
durante años en el Centro Argentino de Espeleología -fundado por él en
1970- a cientos de jóvenes atraídos por una ciencia que en ese momento
apenas despertaba en nuestro país.
Todos,
sin excepción, encontraron en Goyén Aguado (el "Vasco", por supuesto)
no solamente una orientación en la vocación naciente, sino una acabada
lección de vida trasmitida de la única forma posible, a través del
ejemplo. Y siempre manteniendo en alto la "ikurriña" (bandera vasca),
con sus colores rojo, blanco y verde, que lucía en su escritorio,
radiante.
Organizó y
participó de cientos de expediciones espeleológicas por todo el país y
también fuera de nuestras fronteras. Ofreció conferencias sobre su
especialidad en distintas partes del mundo. Asesoraba en la materia a la
Gendarmería Nacional y a la ONU.
MAYODEL68