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El terrorismo y la responsabilidad de los medios
La
real academia española define terrorismo como: sucesión de actos de
violencia ejecutados para infundir terror. No obstante, la palabra
terrorismo tiene una connotación política muy fuerte y una elevada carga
emotiva, lo que dificulta entre los expertos el consenso para una
definición precisa. Sin embargo, conviene saber que el terrorismo no es
el acto violento en sí, sino el acto comunicativo que utiliza la
violencia como vehículo para atemorizar. Entonces los medios, en su afán
de ganar audiencias, reproducen repetidamente las imágenes de esos
hechos, sin al parecer entender cuál es su responsabilidad al informar
sobre los actos violentos.
Expertos en terrorismo como el estadounidense Brian Michael Jenkins, opinan que hasta la década de 1990 los actos terroristas se desarrollaban bajo cierto código de ética y de sentido de la proporcionalidad en el uso de la violencia, porque éstos sabían que un excesivo derramamiento de sangre sería perjudicial para su causa. Pero que con el cambio de milenio, el odio étnico y el fanatismo religioso reemplazaron las agendas políticas y el terrorismo se volvió más letal y espectacular, pues la necesidad de aparecer en los titulares vino a exigir una mayor cantidad de muertos.
Las emisiones de televisión en vivo fueron la caja de resonancia de los terroristas. Sin embargo, luego de la aparición de Internet, la masificación del mensaje terrorista, ha sido posible por la entrada en el escenario de los grandes medios de comunicación. De tal forma que los medios ofrecen a los actos terroristas una plataforma inmediata, gratuita y masiva que convierte a sus responsables en protagonistas de la realidad. Éstos, por su parte, en una especie de relación simbiótica, dan a los medios el espectáculo que necesitan para satisfacción de su público: acción, incertidumbre, emociones fuertes y una lucha entre buenos y malos.
Desde éste ángulo, los medios parecieran tener gran parte de la culpa del estado de ansiedad que el terrorismo quiere provocar. Se les ha acusado de proporcionar a los terroristas una plataforma de comunicación, reducir la eficacia de las acciones policiales, promover un efecto contagio, presionar a las autoridades para que cumplan demandas terroristas, explotar el efecto sensacionalista del terrorismo y magnificar de manera desproporcionada su capacidad destructora.
Para el sociólogo francés Michel Wieviorka, conocido por su trabajo sobre la violencia, el terrorismo, el racismo, los movimientos sociales y la teoría del cambio social, existen tres modos principales de vinculación entre los medios y el terror: en el primero, los atacantes buscan asegurar las repercusiones mediáticas de su acto, siendo protagonistas de la cobertura, como fue el caso del secuestro de los ministros petroleros por Carlos “el Chacal” en 1975, en la sede de la Organización de Países Exportadora de Petróleo (OPEP), en Viena, Austria.
En el segundo vínculo señalado por Wieviorka, los medios lideran el incidente más que los propios terroristas, es el caso del secuestro del avión TWA847 en la ruta Atenas-Roma el 15 de junio de 1985. Los canales de televisión, radioemisoras y diarios de todo el mundo reprodujeron repetidas veces las dramáticas palabras del piloto cuando intentaba obtener el permiso para aterrizar en el aeropuerto de Beirut: “tienen una granada de mano y van a hacer explotar el avión. Tenemos, repito, tenemos que aterrizar en Beirut. No hay alternativa”.
En el tercer vínculo, la repercusión mediática no es responsabilidad ni de terroristas ni periodistas, sino de alguna autoridad o figura pública, que despierta una y otra vez el interés en un suceso que de otro modo se desvanecería. Recordemos el caso del español de origen sirio Taysir Allouni, reportero del medio catarí Al-Yazira, quien consiguió entrevistar a Osama bin Laden, tras los ataques del 11 de septiembre de 2001. En el 2003, éste fue detenido en su casa de España bajo cargos de colaboración con Al Qaeda. El juez Baltazar Garzón lo sentenció a siete años de prisión en el 2005. Sin embargo, en el año 2012, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó la parcialidad del juicio y exigió que el Estado español indemnizara a Taysir Allouni.
Para el analista y experto en terrorismo, el mexicano Mauricio Meschoulam, el terrorismo es una categoría específica de violencia que no implica que esta sea excesiva y lo define su mecánica: utilizar el ataque o la amenaza violenta en contra de un individuo o grupo, ya sea civil o político, no combatiente, como instrumento para transmitir un mensaje a audiencias mucho más amplias, las cuales son su verdadero objetivo, apostando a alterar su conducta, opinión o actitud sobre determinados temas, y así generar presiones que lleguen a los actores políticos o económicos encargados de tomar decisiones de primer orden.
Como hemos visto, los medios, son usados como detonantes en la masividad de la violencia, por ello es primordial que estos entiendan el mecanismo de ésta, para saber si están sirviendo como plataforma para expansión de la violencia, porque de ser así, entonces tendrían que asumir la responsabilidad sobre cómo están transmitiendo la misma. De manera que los medios, deben tratar de aprovechar sus espacios para explicar el mecanismo no solo de la violencia, sino también del terrorismo que es un tipo de violencia, sin autocensurarse, pero con el compromiso de complementar su información al no hablar exclusivamente de la violencia o los heridos, sino del o los conflictos que hay detrás, si los hubiera y dar a conocer cómo surgieron.
Lo que queremos decir es que los medios deben enfocarse en contribuir a mantener las condiciones de paz, bajo el entendido de que esta incluye la ausencia de violencia, pero también la ausencia de miedo a la violencia y la correcta información, por lo que deberán buscar alternativas para no ocultar los actos violentos, pero hablar de ellos sin retransmitirlos o reproducirlos, informando la verdad. El objetivo es que las audiencias piensen de forma alternativa, que no tengan la noción de que tal parte de tal región del globo terráqueo se está encaminando a la destrucción. Internet ha acercado las situaciones que suceden en cualquier parte del mundo, entonces los medios de comunicación deben esforzarse en ser más propositivos y ofrecer un contexto claro sobre los hechos, para que puedan ser entendidos en todas sus dimensiones y alcance real.
Por Alfredo De La Cruz
Expertos en terrorismo como el estadounidense Brian Michael Jenkins, opinan que hasta la década de 1990 los actos terroristas se desarrollaban bajo cierto código de ética y de sentido de la proporcionalidad en el uso de la violencia, porque éstos sabían que un excesivo derramamiento de sangre sería perjudicial para su causa. Pero que con el cambio de milenio, el odio étnico y el fanatismo religioso reemplazaron las agendas políticas y el terrorismo se volvió más letal y espectacular, pues la necesidad de aparecer en los titulares vino a exigir una mayor cantidad de muertos.
Las emisiones de televisión en vivo fueron la caja de resonancia de los terroristas. Sin embargo, luego de la aparición de Internet, la masificación del mensaje terrorista, ha sido posible por la entrada en el escenario de los grandes medios de comunicación. De tal forma que los medios ofrecen a los actos terroristas una plataforma inmediata, gratuita y masiva que convierte a sus responsables en protagonistas de la realidad. Éstos, por su parte, en una especie de relación simbiótica, dan a los medios el espectáculo que necesitan para satisfacción de su público: acción, incertidumbre, emociones fuertes y una lucha entre buenos y malos.
Desde éste ángulo, los medios parecieran tener gran parte de la culpa del estado de ansiedad que el terrorismo quiere provocar. Se les ha acusado de proporcionar a los terroristas una plataforma de comunicación, reducir la eficacia de las acciones policiales, promover un efecto contagio, presionar a las autoridades para que cumplan demandas terroristas, explotar el efecto sensacionalista del terrorismo y magnificar de manera desproporcionada su capacidad destructora.
Para el sociólogo francés Michel Wieviorka, conocido por su trabajo sobre la violencia, el terrorismo, el racismo, los movimientos sociales y la teoría del cambio social, existen tres modos principales de vinculación entre los medios y el terror: en el primero, los atacantes buscan asegurar las repercusiones mediáticas de su acto, siendo protagonistas de la cobertura, como fue el caso del secuestro de los ministros petroleros por Carlos “el Chacal” en 1975, en la sede de la Organización de Países Exportadora de Petróleo (OPEP), en Viena, Austria.
En el segundo vínculo señalado por Wieviorka, los medios lideran el incidente más que los propios terroristas, es el caso del secuestro del avión TWA847 en la ruta Atenas-Roma el 15 de junio de 1985. Los canales de televisión, radioemisoras y diarios de todo el mundo reprodujeron repetidas veces las dramáticas palabras del piloto cuando intentaba obtener el permiso para aterrizar en el aeropuerto de Beirut: “tienen una granada de mano y van a hacer explotar el avión. Tenemos, repito, tenemos que aterrizar en Beirut. No hay alternativa”.
En el tercer vínculo, la repercusión mediática no es responsabilidad ni de terroristas ni periodistas, sino de alguna autoridad o figura pública, que despierta una y otra vez el interés en un suceso que de otro modo se desvanecería. Recordemos el caso del español de origen sirio Taysir Allouni, reportero del medio catarí Al-Yazira, quien consiguió entrevistar a Osama bin Laden, tras los ataques del 11 de septiembre de 2001. En el 2003, éste fue detenido en su casa de España bajo cargos de colaboración con Al Qaeda. El juez Baltazar Garzón lo sentenció a siete años de prisión en el 2005. Sin embargo, en el año 2012, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó la parcialidad del juicio y exigió que el Estado español indemnizara a Taysir Allouni.
Para el analista y experto en terrorismo, el mexicano Mauricio Meschoulam, el terrorismo es una categoría específica de violencia que no implica que esta sea excesiva y lo define su mecánica: utilizar el ataque o la amenaza violenta en contra de un individuo o grupo, ya sea civil o político, no combatiente, como instrumento para transmitir un mensaje a audiencias mucho más amplias, las cuales son su verdadero objetivo, apostando a alterar su conducta, opinión o actitud sobre determinados temas, y así generar presiones que lleguen a los actores políticos o económicos encargados de tomar decisiones de primer orden.
Como hemos visto, los medios, son usados como detonantes en la masividad de la violencia, por ello es primordial que estos entiendan el mecanismo de ésta, para saber si están sirviendo como plataforma para expansión de la violencia, porque de ser así, entonces tendrían que asumir la responsabilidad sobre cómo están transmitiendo la misma. De manera que los medios, deben tratar de aprovechar sus espacios para explicar el mecanismo no solo de la violencia, sino también del terrorismo que es un tipo de violencia, sin autocensurarse, pero con el compromiso de complementar su información al no hablar exclusivamente de la violencia o los heridos, sino del o los conflictos que hay detrás, si los hubiera y dar a conocer cómo surgieron.
Lo que queremos decir es que los medios deben enfocarse en contribuir a mantener las condiciones de paz, bajo el entendido de que esta incluye la ausencia de violencia, pero también la ausencia de miedo a la violencia y la correcta información, por lo que deberán buscar alternativas para no ocultar los actos violentos, pero hablar de ellos sin retransmitirlos o reproducirlos, informando la verdad. El objetivo es que las audiencias piensen de forma alternativa, que no tengan la noción de que tal parte de tal región del globo terráqueo se está encaminando a la destrucción. Internet ha acercado las situaciones que suceden en cualquier parte del mundo, entonces los medios de comunicación deben esforzarse en ser más propositivos y ofrecer un contexto claro sobre los hechos, para que puedan ser entendidos en todas sus dimensiones y alcance real.
Por Alfredo De La Cruz
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