domingo, 28 de febrero de 2016

Religión arma de batalla entre iraníes y sauditas


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Religión arma de batalla entre iraníes y sauditas

Nimr al NimrDesde el triunfo de la revolución islamita en Irán en 1979, empezó a librarse una guerra entre este Estado y el Reino de Arabia Saudita por la hegemonía en Oriente Medio, en la cual la religión tiene un papel importante como arma de batalla. Los sauditas se consideran a sí mismos como los líderes de los sunitas, corriente mayoritaria del Islam que representa cerca del 90% de los musulmanes. Siendo su territorio la cuna del islam al poseer los lugares sagrados de La Meca y Medina.
Los iraníes, por su parte, son los estandartes del chiismo, una gran minoría dentro del Islam. El chiismo viene a ser la religión de los desposeídos y los inconformistas del mundo musulmán. Éstos son los seguidores de Alí, primo hermano y yerno del profeta Mahoma, que estaba casado con su hija Fátima y a quien ellos consideran su único sucesor.
El cisma entre sunitas y chiitas ocurrió en el año 632 tras la muerte de Mahoma, al ser designado para sucederlo su discípulo Abú Bakr, convirtiéndose en el primer califa del Islam, pues Mahoma no dejó claro los detalles relativos a su sucesión, sin embargo, muchos fueron los musulmanes que no estuvieron de acuerdo con esta decisión, considerando que Alí, el primo del Profeta, tenía muchos más méritos para ser su sucesor.
Comenzó así una pugna, donde los chiitas fueron cruelmente perseguidos por los sunitas, que lo consideraban herejes. Esta persecución culminó con la vil muerte de Hussein, hijo de Alí y de Fátima la hija del Profeta, el 10 de octubre del año 680, en la desproporcionada batalla de Kerbala en lo que hoy es Irak, cuando fue atacada su caravana de 128 personas (72 hombres, 54 niños y 2 mujeres) por un ejército de más de 4,000 hombres enviado por Yazid I, segundo califa de los Omeyas, lo que marcó el rompimiento irreconciliable entre los chiitas y los sunitas. A partir de entonces, los chiitas tuvieron su propio califa, quien recibió el apelativo de imán y se separaron por completo de los sunitas.
El trágico destino de los alides es identificado con la defensa del justo y del débil oprimido por el tirano. Éste tirano hoy en día se le llama wahabismo, corriente ortodoxa dentro de la rama sunita predominante en la península arábiga, considerada por la monarquía saudita y sus seguidores como el islam original. Esto los hace ver a los chiitas como herejes, como sus principales enemigos, ya que son los enemigos del imán verdadero. La negación al sello de la profecía, de que después de Mahoma ya no vendrán más profetas. Por lo tanto, en la región estos son para ellos, un peligro igual o peor que los judíos y los cristianos.
En la década de 1970 en pleno desarrollo de la revolución en Irán, el Ayatolá Ruhollah Jomeini acostumbraba hablar de un renacer del chiismo, lo que provocó que los chiitas en Bahréin, Pakistán e Irak donde son mayoría, o en el mismo reino de Arabia Saudita, empezaran a exigir que se les diera más participación y mejores condiciones de existencia. En el presente, el actual Ayatolá Alí Jamenei líder supremo de la República Islámica de Irán se ha proclamado a sí mismo como: el protector de los chiitas.
De manera que lo que Arabia Saudita ha llamado “la amenaza chiita” contribuye a crear en los países del Golfo Pérsico, un sentimiento de unidad a lo interno de sus poblaciones, como a concitar el apoyo extranjero para intentar bloquear las ambiciones de Irán, que hoy por hoy es la nación con mayor población (80 millones de habitantes) y la potencia más temible de la región.
El anuncio por Arabia Saudita el sábado 2 de enero de la ejecución del clérigo de la rama chiita Nimr al Nimr con otras 46 personas en su mayoría miembros de al-Qaeda condenados por terrorismo en Arabia Saudita, precipitaron una serie de manifestaciones que llevaron al asalto e incendio de la embajada saudita en Teherán, desencadenando la ruptura de relaciones diplomáticas de Riad con Teherán, y tras de ello, lo mismo hicieron Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Sudán, y Somalia.
Cabe destacar que ésta crisis diplomática supone un contratiempo para Teherán que busca romper el aislamiento internacional tras el logro del acuerdo que limita y transparenta su programa nuclear, también lo es para una posible paz en Siria o en Yemen, como lo es para la estrategia de la Administración Obama contra Estado Islámico. De manera que podemos sacar varias lecturas de estos hechos.
La ejecución de al Nimr podría indicar que las autoridades sauditas no van a permitir la influencia de Irán en la minoría chiita en tierra saudita, ni en la de sus vecinos árabes, lo cual tiene sentido si recordamos que la invasión estadounidense de Irak en 2003 dio el poder a los chiitas que son mayoría allí, y desde ese momento la República Islámica de Irán ha ido ganando influencia en la región. Parecería ser entonces que la determinación es aislar a Irán. Sin embargo, esta estrategia se ve fallida pues hace ver a Riad aislada y abandonada por Estados Unidos, ya que en éste preciso momento Occidente está levantando las sanciones contra el régimen iraní e inclusive lo ha incorporado a las negociaciones en Suiza sobre el futuro de Siria.
El régimen saudita ha entrado en un proceso que no da visos de confianza, una estrategia de reparto de poder entre la casa al Saud y los líderes religiosos del wahabismo. De ahí que Occidente prefiere un mal menor conocido que las alternativas más radicales que pueden salir de la estrategia saudita. De ahí que algunos ven en la dureza del nuevo rey Salmán bin Abdulaziz al Saud un signo de debilidad que se manifiesta en la ejecución de estos reos tras meses en la cárcel, lo cual puede ser un reflejo del temor a una desestabilización interna.
Estado Islámico un resultado de la destrucción de las estructuras estatales en Irak, producto de la invasión estadounidense del 2003, es un enemigo al cual Irán combate. Los sauditas también le temen y lo creen un peligro, ya que su líder Abu Bakr al Baghdadi ha llamado a derrocar el régimen de los al Saud, acusándoles de connivencia secretas con Israel. La coalición árabe impulsada por los sauditas contra Estado Islámico (grupo inspirado en el salafismo, ortodoxia sunita de origen saudita) no ha funcionado, pues sunitas harían bombardeos a sunitas.
La estrategia de petróleo barato sigue siendo la mejor arma de los sauditas contra los iraníes, pero ha significado una gran reducción en los ingresos del reino, lo que ha llevado a tener que anunciar recortes muy significativos en el gasto público para este año, con lo que esto significa en un sistema de subvenciones como el existente en este país. Sin embargo, la presión sobre Irán resulta muy popular en Arabia Saudita. De ahí que este país lo encontramos en el origen de muchísimos problemas con el islamismo radical, no obstante es un error obviar su importancia en la lucha contra el yihadismo.
En cuanto a Irán, si bien es cierto que ha estado presente en el apoyo a extremistas y la promoción del odio sectario, sería un error estratégico lamentable, no darle la oportunidad de poder optar por jugar un papel constructivo que promueva la estabilidad regional, habidas cuentas Irán está comprometido en presentar una imagen acorde a la evolución de su sociedad.
Como vemos, se hace necesario que Occidente coadyuve a la reconciliación de esta dos potencia regionales, lo cual se aleja aún más con el bombardeado de la embajada de Irán en Saná por Riad, declarado por Teherán. El asunto es que también aleja la paz en Siria e incluso en el mismo Yemen. Sin embargo, todo esto parece indicar que se aproxima la recomposición de Oriente Medio, dejando de lado el viejo orden fijado por las potencias coloniales hace un siglo, tan incomprendido como escasamente aceptado por distintos actores de la región.
Por Alfredo De La Cruz

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