Descifrando el consumo colaborativo: el sistema que quiere dinamitar la economía tradicional
Por ello, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha realizado un estudio titulado ‘¿Colaboración o negocio? Informe OCU sobre consumo colaborativo’ en el que investiga sobre este tema para determinar hasta qué punto tiene influencia en nuestra vida y si sus servicios logran cubrir nuestras necesidades.
La encuesta ha sido realizada a ciudadanos españoles, portugueses, italianos y belgas, y sus principales conclusiones son las siguientes: más del 70% afirma haber participado alguna vez en actividades de consumo colaborativo entre particulares. La satisfacción que estas interacciones les ha dejado es bastante elevada, de una media de 8 sobre 10.
La razón principal que lleva a los usuarios a acercarse al consumo colaborativo es económica –para ahorrar o ganar dinero-, aunque también por motivos prácticos –flexibilidad de horarios, facilidad de uso…etc-. La gran mayoría de los entrevistados, además, asegura que no le importaría repetir.
En el apartado de conflictos o incidencias, la OCU detecta pocos casos “y no de excesiva gravedad”, como retrasos o falta de limpieza en el vehículo o alojamiento alquilado. Si bien, los entrevistados reconocen que no fueron muy activos a la hora de reclamar por estas deficiencias. Además, las acciones emprendidas no dieron ningún resultado.
Blablacar, el estandarte
En España, la plataforma que triunfa por encima del resto en cuanto a satisfacción con el diseño de su página web es Blablacar, con una nota de 7,8 sobre 10. Entre las más mencionadas en Internet también se encuentran Airbnb, Wallapop, Milanuncios o Segundamano.Un aspecto que quiere resaltar el estudio y que a veces nos pasa desapercibido cuando realizamos este tipo de transacciones que tienen el mismo componente legal que cualquier acto común de consumo. Cuando se hace una interacción con alguna de estas plataformas se hace a dos niveles: con la empresa que proporciona un servicio electrónico y con otro usuario. Las transacciones que se acuerden con cada uno de estos actores se rigen por las normas generales de cualquier contratación.
Aunque normalmente estas empresas actúan como intermediarios entre los usuarios, debemos tener muy en cuenta que si ofrecen productos y servicios propios también tienen responsabilidad legal. En este sentido, el análisis de la OCU deja muchas sombras al respecto, pues asegura que hay diferentes niveles de cumplimiento con la normativa vigente por parte de estas plataformas.
Por un lado, unas ofrecen información detallada mientras que otras casi no indican nada o no lo hacen en el idioma local. Algunas, como Blablacar o Airbnb, van un paso más allá e incluyen un seguro con cargo a su comisión que da cobertura a los usuarios.
Desde el punto de vista legal, la OCU concluye que las mejores plataformas que operan en España son Horneaway, Social Car y Manzanas Usadas, mientras que las peor valoradas son IntercambioCasas, Eatwith y Trampolinn, que no ofrecen la información en el idioma local.
Para comprobar su gestión interna, la OCU contactó con las plataformas para recabar información, algo que le costó bastante, por lo que afirma que, por el momento, no son muy transparentes. En este sentido, indica que son bastante eficientes, ya que suelen funcionar con pocas personas para gestionar múltiples transacciones. Por otro lado, señala que se gestionan bajo el modelo tradicional, con una dirección centralizada. Solo una de las firmas analizadas funciona bajo un modelo de gobierno de verdadera colaboración. Otro aspecto interesante es que casi la mitad de las compañías analizadas no opera con dinero en efectivo o lo hace con divisas alternativas.
Plataformas útiles, pero mejorables
En resumen, la OCU destaca que estas plataformas de consumo colaborativo tienen valor para los usuarios y responden a sus expectativas. Pero en el aspecto legal tienen bastante que mejorar, como definir la responsabilidad que tienen acerca de las transacciones que se cierran en sus webs o mejorar los sistemas de resolución de conflictos según la legislación de cada país.Por ello, da una serie de recomendaciones para que mejoren estos aspectos, tales como trabajar para crear un entorno seguro, comprobar que los proveedores tienen un seguro adecuado para realizar la actividad ofrecida, informar a todos los usuarios de la legislación que se les aplica, aclarar y mejorar la protección al consumidor o desarrollar mecanismos de reclamación adecuados.
De este modo, vemos cómo el consumo colaborativo es una iniciativa que, aunque mejorable, parece satisfacer de forma elevada a los consumidores del entorno europeo, que se han echado en sus brazos ateridos por la crisis y la errática actitud de gobiernos, instituciones y empresas.
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La noticia Descifrando el consumo colaborativo: el sistema que quiere dinamitar la economía tradicional fue publicada originalmente en El Blog Salmón por Verónica Lechuga .
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