Putin y el “pathos anticolonial”
Germán Gorraiz López – ATTAC Navarra-Nafarroa
Putin
habría orientado su estrategia hacia el mundo árabe del arco
mediterráneo, revitalizando la doctrina del pathos anticolonial, basada
en la ayuda a los regímenes nacionalistas árabes en su lucha contra la
influencia occidental y que tendrá su plasmación en renovados proyectos
de cooperación económica y en una intensa cooperación militar, lo que
unido al evidente desapego afectivo del general egipcio al Sisi respecto
a los países occidentales, el endemismo recurrente del fracaso de las
sucesivas rondas de conversaciones de paz palestino-israelíes y la
delicada situación económica en que se encuentra Egipto ( país pobre de
iure y subsidiado de facto), provocará un estrechamiento de relaciones
ruso-egipcias que supondría un cambio geopolítico total en el complicado
puzzle de Oriente Próximo.
El rol geopolítico de Egipto
Egipto
siempre ha sido una pieza clave para mantener la hegemonía
norteamericana en Oriente Medio y el norte de África pero la inesperada
victoria de Mursi en las elecciones egipcias del 2012, trastocó la
estrategia geopolítica de EEUU en Oriente Próximo, consistente en la
pervivencia endémica en Egipto de gobiernos militares autocráticos
pro-occidentales para mantener el tratado de paz de Egipto con Israel,
(acuerdo Camp David, 1979), para continuar la lucha contra las milicias
yihadistas en el Sinaí y en especial para asegurar el acceso la Marina
de EEUU al Canal de Suez, un atajo crucial para el acceso directo a los
Emiratos Árabes, Irak y Afganistán.
Morsi nunca controló las
palancas del poder en el país y sólo tenía un control nominal sobre el
ejército, las fuerzas de seguridad o los servicios de inteligencia del
estado, por lo que negoció con Al Sisi la lealtad del Ejército a su
persona enrocado en la defensa de su legitimidad presidencial, pero el
CSFA ejecutó un golpe de mano virtual contra Morsi al no encajar su
proyecto islamista en la estrategia de EEUU en Oriente Próximo. Dicho
golpe contaba con el visto bueno de EEUU al haber dejado Mursi de ser un
peón útil para la estrategia geopolítica de EEUU en Oriente Próximo,
formando parte de la nueva estrategia de EEUU para la zona tras el
evidente fracaso del experimento de exportación del otrora régimen
islamista moderado y pro-occidental de Erdogan a todos los países que
componen el tablero gigante del mundo árabe-mediterráneo.
El desapego afectivo de Sisi respecto a EEUU
El
apoyo de la Junta Militar egipcia sería crucial para mantener el
tratado de paz de Egipto con Israel, (acuerdo Camp David, 1979), para
continuar la lucha contra las milicias yihadistas en el Sinaí y en
especial para asegurar el acceso al Canal de Suez , pues Egipto otorgaba
a la Marina de EE.UU. paso expedito a través del Canal de Suez para la
docena de buques de guerra que atraviesan mensualmente dicho canal. Así,
Israel, Arabia Saudí, Qatar y demás aliados árabes de EEUU en el
Próximo Oriente (con la excepción de Erdogan), habrían presionado a
Obama y a la UE a no condenar el golpe de mano contra Morsi, optando por
un régimen autocrático como mal menor ante la amenaza del islamismo
surgido de las urnas.
Sin embargo, tras la cruenta represión del
ejército egipcio contra los Hermanos Musulmanes, la Administración Obama
anunció la cancelación del ejercicio bienal militar conjunto con Egipto
como medida de presión al gobierno interino militar para ceñirse al
acuerdo del plan de transición democrático así como la posible revisión
de la ayuda militar que concede a Egipto, estimada en 1.500 millones de $
anuales, provocando un desapego occidental que será aprovechado por
Putin para recuperar la influencia perdida en Egipto. Recordar que según
el periódico Al Tharir, el general Sisi tendría “fuertes lazos con
funcionarios de Estados Unidos tanto a nivel diplomático como militar,
pues estudió en Washington, asistió a varias conferencias militares en
la ciudad y participó en ejercicios conjuntos de guerra y operaciones de
inteligencia en años recientes”, pero las medidas de presión de la
Administración Obama provocaron el desapego afectivo de al-Sisi tras
reprochar a Obama que “Ud. abandonó a los egipcios, Ud. le dio la
espalda a los egipcios y ellos no lo olvidarán”.
La nueva estrategia de Putin en Oriente Próximo
La
nueva geopolítica rusa en Oriente Próximo quedó plasmada en el decidido
apoyo al régimen sirio de Al-Assad y a Irán con el objetivo de fijar su
posición como colaborador ineludible en la búsqueda de un acuerdo
global para todo el Oriente PROME. Así, consciente de que jugaba con
ventaja ante la incapacidad de EE UU y sus aliados europeos de marcar la
iniciativa en los conflictos de Oriente Medio y Próximo (Egipto, Siria,
Palestina e Irán), Putin aprovechó la gran oportunidad que se le
presentó de recuperar la influencia internacional que Rusia había
perdido en los últimos años mediante la jugada maestra de convencer a
Assad para que entregara todo su arsenal de armas químicas y el escaso
apoyo internacional recibido por Obama para iniciar su operación militar
contra Siria.
Así, la retirada por EEUU del portaaviones USS
Nimitz y el destructor USS Graveley del Mediterráneo tras cancelar “in
extemis” Obama el ataque contra Siria (Operación Free Syria) fue
aprovechado por Putin para reforzar su flota en el Mediterráneo con 18
buques de guerra pues según la agencia Itar Tass, Rusia reforzará su
base naval en el puerto sirio de Tartus con el objetivo de resucitar la
extinta Flota del Mediterráneo, (disuelta en 1992 tras la extinción de
la URSS), cuya columna vertebral estará formada por la Flota del Mar
Negro , la del Norte y la del Báltico (con el Varyag como buque
insignia) y podría estar operativa en el 2.017, pero la inestabilidad
del conflicto sirio, obligaría a Rusia a buscar una nueva alternativa
para su base naval en suelo egipcio, (Damietta o Port Said) así como
reabrir la base militar de Sidi Barrani operativa hasta el 1.972, algo
que nunca consiguió EE.UU. y por lo que fue derrocado Mubarak.
Egipto
sería un país lastrado por su excesivo déficit energético y por las
elevadas tasas de importación de cereales en una sociedad inmersa en la
cultura del subsidio (alrededor del 30 % del presupuesto del país está
destinado a subvenciones), por lo que en el nuevo escenario que se
dibuja, las necesidades de grano y de tecnología de Egipto podrían ser
satisfechas en exclusividad por Rusia. Así, durante el mandato de Mursi,
Egipto solicitó la ayuda técnica de Rusia para construir la central
nuclear de Dabaa cerca de la costa mediterránea y desarrollar el reactor
nuclear experimental de Inshas, a las afueras de El Cairo, así como la
tecnología necesaria para explotar las minas de uranio del país,
situadas entre el Nilo y la costa del Mar Rojo, puesto que Rusia a
través de las empresas Lukoil y Avatec ya tendría una importante
presencia en los campos de petróleo y gas egipcio que se verá
incrementada tras la visita a Egipto de Putin.
Así, en el supuesto
de que el control del Canal de Suez pasara a manos rusas, la geopolítica
de EEUU en Oriente Próximo y Medio (Oriente PROME) quedaría totalmente
hipotecada y supondría un cambio geopolítico total en el complicado
puzzle de Oriente Próximo, pasando Rusia a ser elemento referente y
socio estratégico de Egipto y convirtiendo a Egipto en el portaaviones
continental de Rusia, (rememorando la política de Jruschov cuando Egipto
era el principal socio de la URSS en la región y su Presidente Nasser
fue condecorado con la Estrella de Héroe de la Unión Soviética).
Al Sisi, ¿el nuevo Nasser?
Al-Sisi
era partidario de restablecer el tradicional status del ejército en la
vida socio-política de Egipto y tras ser elegido Presidente de Egipto en
el 2014, habría instaurado un régimen presidencialista con claros
tintes autocráticos lo que aunado con el creciente desapego de las
élites militares egipcias respecto a los países occidentales y la
delicada situación económica en que se encuentra Egipto ( país
empobrecido de iure y subsidiado de facto), podría hacer que Sisi
enarbolara la bandera de un nuevo movimiento panarabista de filiación
nasserista. Dicho movimiento extenderá su efecto mimético al resto de
países árabes del arco mediterráneo (Túnez, Libia, Siria, Líbano además
de Jordania e Irak ) y podría terminar por reeditar la Guerra de los
Seis Días en el horizonte del próximo quinquenio, enfrentamiento que
será aprovechada por EEUU, Gran Bretaña e Israel para proceder a
rediseñar la cartografía del puzzle inconexo formado por dichos países y
así lograr unas fronteras estratégicamente ventajosas para Israel
(Eretz Israel) siguiendo el plan orquestado hace 60 años de forma
conjunta por los gobiernos de Gran Bretaña, Estados Unidos e Israel y
que contaría con el respaldo de los principales aliados occidentales
(Gran Israel).
Recordar que el Proyecto del Gran Israel (Eretz
Israel), sería hijo del atavismo bíblico y bebería de las fuentes de
Génesis 15:18, que señala que “ hace 4.000 años, el título de propiedad
de toda la tierra existente entre el Río Nilo de Egipto y el Río
Eúfrates fue legado al patriarca hebreo Abraham y trasferida
posteriormente a sus descendientes”, lo que supondría la restauración de
la Declaración Balfour (1.917), que dibujaba un Estado de Israel dotado
de una vasta extensión cercana a las 46.000 millas cuadradas y que se
extendía desde el Mediterráneo al este del Éufrates abarcando Siria,
Líbano, parte noriental de Irak , parte norte de Arabia Saudí, la franja
costera del Mar Rojo y la Península del Sinaí en Egipto así como
Jordania, que pasaría a denominarse Palesjordán tras ser obligado a
acoger a toda la población palestina de las actuales Cisjordania y Gaza
forzada a una diáspora masiva (nueva nakba).
Germán Gorraiz es Analista internacional